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El hombre mediocre es un libro del sociólogo y médico italo-argentino José Ingenieros,
publicado en el año 1913. La obra trata sobre la naturaleza del hombre, oponiendo dos tipos
de personalidades: la del hombre mediocre y la del idealista, analizando las características
morales de cada uno, y las formas y papeles que estos tipos de hombres han adoptado en
la historia, la sociedad y la cultura.
Influencias[editar]
El hombre mediocre tuvo gran influencia en la juventud argentina de su tiempo y en especial
en el movimiento de la Reforma Universitaria iniciado en 1918.
Algunas de sus categorías fueron tomadas y reformuladas dos décadas después, por
el español José Ortega y Gasset, para construir su conocida antinomia entre el hombre-masay
el hombre-noble, realizada en su libro "La rebelión de las masas".
Frases[editar]
Éstas son algunas frases del capítulo primero del libro:
"Hay cierta hora en que el "pastor" ingenuo se asombra ante la "naturaleza" que lo
envuelve".
"La inmensa masa de los hombres piensa con la cabeza del pastor; no entendería el
idioma de quien le explicara algún misterio del universo o de la vida, la evolución eterna
de todo lo conocido, la posibilidad de perfeccionamiento humano en la continúa
adaptación del hombre a la naturaleza".
""Indiferentes" ha llamado Ribot a los que viven sin que se advierta su existencia. La
sociedad quiere y piensa por ellos. No tienen voz sino eco"
"Nuestra vida no es digna de ser vivida sino cuando la ennoblece algún ideal."
"Producto de la costumbre, desprovisto de fantasía, ornado por todas las virtudes de la
mediocridad, llevando una vida honesta gracias a la moderación de sus exigencias,
perezoso en sus concepciones intelectuales, sobrellevando con paciencia conmovedora
todo el fardo de prejuicios que heredó de sus antepasados"
"El hombre mediocre es una sombra proyectada por la sociedad"
"Sin la sombra ignoraríamos el valor de la luz"
"Todos los enemigos de la diferenciación vienen a serlo del progreso; es natural, por
ende, que consideren la originalidad como un defecto imperdonable".
"Pues la civilización sería inexplicable en una raza constituida por hombres sin iniciativa".
"El mediocre no inventa nada, no crea, no empuja, no rompe, no engendra; pero, en
cambio, custodia celosamente la armazón de automatismos y prejuicios y dogmas
acumulados durante siglos, defendiendo ese capital común contra la asechanza de los
inadaptables."
"Lo que ayer fue ideal contra una rutina, será mañana rutina, a su vez, contra otro ideal".
"En todos los tiempos y lugares el que expresa su verdad en voz alta, como la cree,
lealmente, causa inquietud entre los que viven a la sombra de intereses creados".
"La rutina es el hábito de renunciar a pensar".