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Unidad 2

Resumen de “El mito en la derecha” de Roland Barthes


La burguesía necesita el mito. El oprimido hace el mundo y opresor tiene la
exclusividad del metalenguaje. El mito postula la inmovilidad de la naturaleza, no puede
haber diferencias pero sí grados de expansión (e, ipso facto, de maduración) y ondas de
implantación (pues el espacio en que es hablado es movedizo). Por ejemplo, el mito del
niño poeta (Minou Drouet) todavía está verde.
Se pueden esbozar las formas retóricas del mito burgués, entendiendo por retórica
el conjunto de figuras fijas, ordenadas, insistentes, en las que se alinean las diversas formas
del significante mítico.

1) La vacuna. Consistente en confesar el mal accidental de una institución de clase


para ocultar su mal principal. Se inmuniza lo imaginario colectivo mediante una pequeña
inoculación de la enfermedad reconocida para evitar una subversión generalizada
permitiendo subversiones localizadas (por ej., la vanguardia o lo irracional infantil); es una
economía de compensación.

2) La privación de historia. El mito prive de historia al objeto del que habla,


haciendo desaparecer la huella de su origen, dando la impresión de eternidad.

3) La identificación. El pequeñoburgués no puede imaginar lo otro. Si lo otro se le


presenta, él lo ignora y niega o bien lo transforma en él mismo, reduciendo lo otro a lo
mismo porque lo otro es un escándalo que atenta contra la esencia. Como la figura de la
balanza en la justicia, sólo puede pesar lo mismo y lo mismo. Cuando, raramente, se
muestra irreductible es porque se opone al buen sentido y aparece la figura del exotismo.
transformando a lo otro en espectáculo, puro objeto, espectáculo, que no atenta contra la
propia seguridad. El burgués puede imaginar lo otro, puesto que es liberal. La pequeña
burguesía realiza con retraso el itinerario burgués, ella no es liberal: produce el fascismo
que la burguesía utiliza.

4) La tautología, definiendo lo mismo por lo mismo, al no tener explicación. Se


identifica la carencia accidental del lenguaje con lo que se decide es una resistencia natural
del objeto. Esto conlleva un doble asesinato: se mata lo racional porque nos resiste; se
mata el lenguaje porque nos traiciona. La tautología se esconde detrás de un argumento
de autoridad “es así porque es así y punto”. Se rechaza el lenguaje porque nos falta y,
como todo rechazo del lenguaje es una muerte, la tautología funda un mundo muerto, un
mundo inmóvil.

5) El ninismo, que plantea dos contrarios los equipara para rechazarlos a ambos
(de nuevo la balanza). Es mito burgués porque parece un liberalismo moderno. Cuando es
incómodo elegir, se huye de lo real, reduciéndolo a dos contrarios que se equilibran.

6) La cuantificación de la cualidad, figura presente en todas las anteriores, realiza


una economía de inteligencia: comprende lo real con menos gasto. La mitología burguesa,
y sobre todo la pequeñoburguesa aplica este mecanismo los hechos estéticos, a los
cuales proclama poseedores de una esencia inmaterial. Por ej., el teatro burgués, que es
irreductible a todo lenguaje pues se ofrece sólo al corazón pero cuyos efectos son
cuantificables (dinero, entradas, risas, decorados).
7) La verificación. El mito tiende al proverbio y allí la ideología burguesa invierte sus
intereses: el universalismo, el rechazo de explicación. Hay que distinguir el lenguaje-objeto
del metalenguaje. El proverbio popular también participa de una comprensión instrumental
del mundo como objeto, la palabra se inserta en una economía de producción; es un habla
activa que se ha solidificado en habla reflexiva, pero de una reflexión limitada, reducida a
una verificación y cercana al empirismo, prevé más de lo que afirma. El aforismo burgués
pertenece al metalenguaje donde la verificación no se dirige a un mundo por hacerse sino
que debe cubrir un mundo ya hecho y ocultar las huellas de esta producción bajo una
evidencia eterna. Es una contraexplicación que se fundamenta en el buen sentido, es decir,
una verdad que se asienta en el orden arbitrario de quien la habla.

Las figuras retóricas parecen agruparse en dos grandes compartimentos: las


esencias y las balanzas. La ideología burguesa transforma continuamente los productos
de la historia en tipos esenciales, oculta la construcción perpetua del mundo, quiere fijarlo
como objeto de posesión infinita, inventariar su haber, embalsamarlo, inyectar en lo real
alguna esencia que detenga su transformación para que ese haber se vuelva computable.
Puesto que el fin específico de los mitos es inmovilizar al mundo, ellos deben simular una
economía universal que haya fijado para siempre la jerarquía de posiciones. El hombre es
detenido por los mitos y arrojado al prototipo inmóvil que vive en su lugar y le traza límites
a su actividad, donde le está permitido sufrir sin agitar el mundo. La seudofisis burguesa
constituye para el hombre una prohibición absoluta de inventarse. Los mitos son una
exigencia de que todos los hombres se reconozcan en esa imagen eterna y sin embargo
situada en el tiempo que se formó de ellos en un momento dado como si debiera perdurar
siempre. Porque la naturaleza en que se encierra a los hombres con el pretexto de
eternizarlos no es más que un uso. Es ese uso el que los hombres necesitan transformar.

Dudas: ¿A qué llama “metalenguaje”? ¿Y “seudofisis”?

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