Preguntarán: ¿A qué viene esta caracterización? Pues bien, el hecho de delimitar a cada
uno de estos sectores, responde a la necesidad de identificar estos grupos, no en la
óptica de los hechos sociales de Durkeheim, sino en la perspectiva de la lucha de clases.
Es decir: si queremos establecer criterios del rol de los movimientos sociales para una
ciudad humana y solidaria debemos concebir a estos como depositarios de un afán de
clase, como representantes de posiciones antagónicas.
Una vez reconocido, desde la base social, la pertenecía de clase de los movimientos
sociales, es que podemos, ahora sí, avanzar al plano superestrutural de la cultura, es
decir abordar la subjetividad de estos grupos y tratar la interculturalidad.
Aunque la iniciativa, a simpe vista, pueda parecer como una concertación de los grupos
sociales por lograr una equidad, este trabajo conduce únicamente al intento de acoplar a
estos sectores dentro de la lógica occidental, con pequeñas concesiones como la
bilingüe, lo ancestral, lo andino.
Sin embargo, este esquema no es intercultural, pues, retomando a Gramsci, la batalla
cultural es entre tendencias económicas y de poder, más no de procedencia étnica. Es
entonces que el patrón de trabajo de los movimientos sociales pierde la orientación y
limita su acción a reivindicaciones dentro del mismo sistema capitalista.
Pues bien: debemos partir desde el hecho de que los movimientos sociales carecen de
insumos ideológicos de articulación de las diferentes culturas “étnicas” “urbanas” y
demás que logren visualizar realmente los conflictos profundos y no solamente los de
forma.
Ahora bien: no podemos negar la importancia que han tenido los movimientos sociales
en las luchas actuales desarrolladas en el Ecuador, pero si realmente queremos definir
un rol de estos en la construcción de una ciudad humana y solidaria debemos tener claro
que hay movimientos y movimientos, y esta diferencia radica en su orientación política,
es entonces cuando todo el rol de los movimientos sociales se torna protagónico y no
solo de participación.
¿Qué quiero decir con esto? Todos los movimientos sociales ejercen influencia, pero no
podemos considerarla igual de protagónica la una de la otra. ¿Cuál es la solución? Que
los movimientos sociales superen la coyunturalidad de su trabajo para pasar a objetivos
externos y colectivos donde como plantea Fornet – Betancourt “La interculturalidad se
perfile como el hilo conductor de una práctica de verdadera universalización
humanizante”; que logre sortear las dificultades de un mundo de instituciones
monoculturales al servicio de la cultura hegemónica del occidente capitalista.
Como conclusiones:
• El rol de los movimientos sociales debe ser el de convertirse en el nexo entre los
grupos sociales en función de objetivos generales de clase, que solucionen sus
problemas específicos a la medida que los problemas generales se resuelvan.
• Los movimientos sociales deben desarrollar trabajo de base, que instrumente a sus
miembros en la participación protagónica en la toma de decisiones.
• Establecer una ciudad humana, apartada del patrón de la caridad cristiana, que
convierta a los movimientos sociales en profundizadores de la democracia, como única
vía para la eliminación de la inequidad