El libro escrito por Maquiavelo, era un completo manual de gobierno, en esa época, el sistema
de gobierno más común, era el de los señores feudales, llamados también príncipes (primero
entre sus iguales), en este libro Maquiavelo habla sobre, cada uno de las situaciones a las que
se puede enfrentar un gobierno como este. Al principio, Maquiavelo habla sobre todos los tipos
de principados que puedan existir, como los nuevos, los hereditarios, los eclesiásticos, etc..., se
habla también sobre los tipos de ejércitos que puede haber, pero sobre este tema, profundizare
más adelante, Maquiavelo habla también sobre las personas, por las cuales hay que cuidarse, y
sobre las personas en las cuales hay que confiar, por supuesto todo lo que dice, lo apoya
ejemplificando con hechos históricos los que respaldan sus tesis. La mayoría de estos hechos,
que son usados como ejemplos, son situaciones ocurridas, la mayor parte, en Italia, España y
Francia, Maquiavelo ocupa muchos ejemplos de situaciones actuales (para el por cierto), habla
sobre los papados y sobre el reinado de Fernando de Aragón, los cuales eran contemporáneos
a él.
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Se consideran varias estrategias para conservar este principado: la primera, eliminar el linaje del
príncipe anterior y no alterar las leyes ni aumentar los impuestos.
Asimismo, Maquiavelo aclara que los principados mixtos son los mejores en todo sentido.
Fundamenta su pensamiento en que en el momento de una revolución, el pueblo puede que se
olvide del amor, pero el temor siempre lo perseguirá. En consecuencia, si un soberano es temido
hay menos posibilidades de que sea destronado. Además Maquiavelo aconseja que sobre todas
las cosas uno siempre debe evitar ser odiado, ya que en esa situación nada impedirá que termine
destronado. Para evitar ser odiado el príncipe nunca debe interferir con los bienes de sus súbditos
ni con sus esposas, ya que argumenta que un subordinado olvida más rápido la muerte de su
padre que la pérdida de sus riquezas.
El sentido contextual de Nicolás Maquiavelo respecto de ser "amado" y/o "temido", radica
primordialmente en que debe haber un punto equidistante entre una y otra; toda vez que si bien
es cierto un príncipe, entendiéndose no como tal, sino como la cabeza de un Estado, debe ser
clemente y al mismo tiempo hacerse temer, en cierta manera, para mantener la firmeza del
territorio que gobierna, no así si se pasa de temeridad pues será aborrecido, y no ser del todo
indulgente, pues esto desencadena desorden y posteriormente la destrucción del Estado.
Imponer nuevas leyes es difícil y peligroso, por lo que debe hacerse con habilidad. Es fácil
convencer al pueblo de algo, pero difícil mantenerlo en la convicción. El príncipe nuevo debe
deshacerse de enemigos, conquistar amigos, hacerse amar o temer de los súbditos, hacerse
respetar y obedecer por sus ejércitos, disolver milicias infieles, reemplazar antiguas leyes y
conservar la amistad de los poderosos. Para conservar el poder, los actos criminales deben
ejecutarse de una sola vez para evitar intranquilidad y desconfianza.
Las fuerzas de todos los principados se miden en base: si un príncipe posee un Estado tal que
pueda, en caso necesario, sostenerse por si mismo, o si tiene, en tal caso, que recurrir a la ayuda
de otros, y esto ultimo puede ser fatal para el principado. Se considera capaces de sostenerse
por si mismos a los que, o por abundancia de hombres o de dinero, pueden levantar un ejercito
respetable y presentar batalla a quienquiera que se atreva a atacarlos; y se considera que tienen
siempre necesidad de otros a los que no pueden presentar batalla al enemigo en campo abierto,
sino que se ven obligados a refugiarse dentro de sus muros para defenderlos.
Aborda el tema de los principados conseguidos por las armas y fortuna ajenas