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CASO DE CONCIENCIA

Por: Soriano Linares Díaz

Algunas enseñanzas recientes del Magisterio sobre las relaciones entre el trabajo y la familia;
los horarios de trabajo; y el papel dentro de los beneficios dentro de la finalidad de la empresa.
El trabajo es el fundamento sobre el que se forma la vida familiar, la cual es un derecho natural
y una vocación del hombre. El trabajo es una condición, para hacer posible la fundación de una
familia, ya que ésta exige los medios de subsistencia, que el hombre adquiere normalmente por
el trabajo.
En los centros de trabajo, el trabajador tiene el derecho a ambientes de trabajo y a procesos
productivos que no comparten perjuicio a la salud física y no dañen su integridad moral tanto
de él como de su familia.
Además, el trabajador tiene el derecho a expresar la propia personalidad y a la participación en
el lugar de trabajo sin ser conculcados de ningún modo en la propia conciencia o en la propia
dignidad1. De tal modo ha de expresar el trabajador una adecuada iniciativa, creatividad y
responsabilidad y sea consiente que está trabajando en algo propio.
Desde León XIII han insistido en el descanso laboral. Se ha de evitar horarios prolongados que
vayan en detrimento de su salud, relaciones familiares, de la formación personal o de las
relaciones con Dios2. El descanso es necesario, para ayudar dar al trabajo el sentido que merece:
La alternancia entre trabajo y descanso, propia de la naturaleza humana, es querida por Dios
como se deduce del pasaje de la creación en el libro del Génisis (cf. 2, 2-3; Ex 20, 8-18): el
descanso es una cosa sagrada, siendo para el hombre la condición, para librase de la serie de
compromisos terrenos, y tomar conciencia que todo es de Dios. La Iglesia pone énfasis en el
descanso dominical, de modo que el trabajo no impida a los cristianos vivir correctamente el
domingo, día del Señor, el cual es irrenunciable3. Pero hay necesidades familiares o prestaciones
de gran utilidad social que constituyen excusas legitimas respecto al precepto del descanso
dominical, pero los fieles deben de cuidar que las legitimas excusas no introduzcan hábitos
perjudiciales en la religión, salud y la familia… a pesar de las presiones económicas, los poderes
públicos deben de asegurar a los ciudadanos un tiempo destinado al descanso y al culto divino.
Por tanto, los patrones tienen una obligación respecto a sus empleados.4
Unos de los derechos de los trabajadores dentro de la prole más tratados en la DSI es el salario
justo, junto a otros aspectos de justicia en la remuneración del trabajo. El salario justo es fruto
del legítimo trabajo5. Para ello el Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que el acuerdo de las
partes no basta justificar moralmente el importe del salario sino debe ser remunerado de tal
modo que seden al hombre las posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida

1
Cf. LE 19.RN 29.
2
Cf. LE 19. Gn 2, 2-3. Ex 20, 8-18; CCE 1285.
3
Cf. DD 30. 64. CCE 1287.
4
Cf. RN 32- 38. LE 20.
5
Cf. CCE 2434. Lv 19, 13. Dt 24, 14-15. St 5,4.
material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la productividad de cada uno,
así como las condiciones de la empresa y el bien común6.
Los principales deberes del trabajador en la empresa son: Respeto y lealtad con la sociedad y el
Estado, con la empresa-propietarios, empleados y gerentes y con todos su compañeros de labor;
cumplimiento estricto con su contrato individual- y, si lo hubiera, colectivo en el trabajo,
respecto a la necesaria unidad esencial de conducción de la empresa; vivir responsablemente el
desempeño activo y eficiente en su puesto de trabajo concreto.
Para que la empresa tenga legitimidad moral se requiere que realmente contribuya al bien
común. Quienes dirigen empresas deben de hacer lo posible para utilizar bien los recursos y
asignar correctamente las tareas a las personas disponibles. Esto de ordinario se manifiesta en
los beneficios. Además, estos beneficios han de ser suficientes para asegurar la continuidad de
la empresa en las condiciones competitivas, permitir nuevos servicios con los consiguientes
puestos de trabajo. Cuando una empresa da beneficios significa que los factores productivos
han sido utilizados adecuadamente y que las correspondientes necesidades humanas han sido
satisfechas debidamente. San Juan Pablo II dice que los beneficios han de supeditarse al bien de
la persona. Es posible que los balances económicos sean correctos y que al mismo tiempo los
hombres, que constituyen el patrimonio más valioso de la empresa, sean humillados, defendidos
y ofendidos en su dignidad. Todos esos beneficios se deben obtener lícitamente respetando la
dignidad de la persona en cuanto tal. Además estos hombres buscan satisfacer sus necesidades
fundamentales y constituyen un grupo particular al servicio de la sociedad entera.7 Se requiere
un trato justo, leal y solidario con las personas, y que favorezca a los resultados de la empresa a
más largo tiempo.

Quid ad casum
El problema ya está resuelto. Se le recomendaría a Elisardo para que tenga un plan de vida
establecido sin descuidar tanto sus funciones laborales como de la familia. Además que converse
con su esposa sobre si desean tener otro hijo que se programen y sepan los pro y los contras
que va a suscitar el nuevo ser. El acto conyugal se debe preparar y ha de ser de modo inteligente
según los planes divinos sin obstaculizar la apertura a una nueva vida y la mutua donación sin
instrumentalizar el acto conyugal. Finalmente que todas sus obras lo ponga en las manos de Dios
y rece sin desfallecer tanto en las buenas como en las malas.

6
Cf. CCE 2434. GS 67.
7
Cf. CA 35.

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