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Lisandro Alvarado, quien decía que «uarro» era «loro en carúsana», lengua de una etnia

homónima que el historiador Bartolomé Tavera Acosta, precursor de nuestra Etnología,


ubicaba al sur de la Guayana venezolana, señalando que eran descendientes «de los
antiguos marapizanos» (Alvarado, 1984 [1921], p. 213; Tavera, 1907, p. 4 y 81). Habría
que agregar, sin embargo, que a Alvarado se le escapó la referencia de Tavera a otro
vocablo fonéticamente algo más cercano a guaro como lo es «uaro», que significa loro
en la lengua mandauaca, hablada también al sur de nuestra Guayana (Tavera, 1907, p.
69).

A partir de lo anterior se puede inferir que si a nuestra ave la llamáramos «Guaro», tal
como se hacía desde mediados del siglo veinte para atrás, equivaldría a decir «loro», ya
que esa palabra no sería más que el término utilizado en varias lenguas indígenas
venezolanas como nombre común aplicable a todos los loros, cualquiera que fuese la
especie, lo cual explicaría también la mención de Alvarado referente a que en su época la
voz guaro designaba en el oriente del país y en Caracas «al loro en general» (Alvarado,
1984 [1921], p. 213).
Si, por el contrario, lo llamáramos «Loro Guaro», como se puso de moda hacerlo desde
que William H. Phelps hijo y Rodolphe Meyer lo bautizaran así en su famosa Guía de las
aves de Venezuela publicada en español en 1978 (Phelps y Meyer, 1978 [1977], p. 120),
el significado de tal expresión sería en definitiva un redundante «Loro Loro», puesto que,
según quedó dicho, Guaro significa Loro.

Cabe destacar que en nuestras culturas indígenas «muchos pájaros», incluidos los loros,
«desempeñan papeles sagrados», según refería ese extraordinario etnólogo francés
llamado Marc de Civrieux que tanto contribuyera al conocimiento del mundo aborigen
venezolano (Civrieux, 2003 [1974], p. 104). Decía este autor que a la llegada de los
europeos los Cumanagoto los criaban «como suelen hacerlo todavía las diversas tribus
actuales de Venezuela» (Civrieux, 1980, p. 162). En el caso de los Yekuana o Makiritare
señalaba más concretamente que los loros «suelen criarse en la casa comunal sin fines
utilitarios, porque se cree que son espíritus “familiares” de ciertos niños. Se recoge el
animal joven en la selva, en el momento de nacer un niño; se amamanta como si fuera su
hermano, y se considera espiritualmente identificado con el niño» (Civrieux, 2003 [1974],
p. 101-102).

La palabra “guaro” identifica al larense, se entiende que Guaro es un pequeño lorito


hablachento por extrovertido, especie común en el reino animal de Carora.

Como las expresiones populares tienen historia, momento y motivo por los cuales se
incorporaron al habla popular, muchos escrudriñadores buscan el origen del vocablo en
las entradas del pasado. En un principio fue despectivo y se aplicaba a quien carecía de
valimiento social o económico.

Por otro lado, es sabido que en España existe un pueblo denominado Guaro, donde sus
nativos son llamados guarenses; se presume que si este sitio existió en el siglo XVI es
muy posible que algún guarense viniera en los barcos durante la época del
Descubrimiento o de la Conquista y que se popularizara esta palabra entre los habitantes
de estas regiones. Sin embargo, hasta nuestros días, el origen de esta palabra sigue siendo
un misterio.

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