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“Salvador Allende: La caída

de un presidente”

Integrantes: Camila Valdés Ross


Francisca Valdés Ross
Curso: 3°F3
Asignatura: Historia
Introducción
En este ensayo, se buscará dar una explicación objetiva y cronológica de lo que
sucedió en Chile desde 1970, cuando Salvador Allende ganó las elecciones
presidenciales, hasta el golpe de estado efectuado el 11 de septiembre de 1973.
Posteriormente se hará un análisis desde un punto de vista crítico, llegando a una
conclusión sobre los hechos acontecidos en dichos años.
Chile antes del golpe
El triunfo de Allende planteó a las fuerzas opositoras dos alternativas: se
respaldaba la simple mayoría como tradicionalmente se había hecho en Chile o se
trataba de impedir, por cualquier medio, que el candidato marxista asumiera el
gobierno.

Para la derecha, la opción consistía en que el Congreso Pleno, con sus votos más
los de la Democracia Cristiana, eligiese a Alessandri, quien había alcanzado la
segunda mayoría. Su teoría era que Alessandri renunciaría sin asumir y se
convocaría a una nueva elección presidencial, en que se presentaría Frei, y
vencería con los votos de ambos sectores. La DC no aceptó la fórmula, y en este
partido se impuso la tesis de Tomic: reconocer el triunfo de Allende a cambio de
un Estatuto de Garantías, el cual posteriormente resultó aprobado como reforma a
la Constitución en 1971.

ASESINATO DEL COMANDANTE EN JEFE DEL EJÉRCITO DE CHILE

Para evitar la llegada de Allende a la presidencia, Roberto Viaux, junto a miembros


de Patria y Libertad planearon el secuestro de Schneider, con el fin de provocar la
intervención de las fuerzas armadas y evitar la sesión del Congreso. Este plan se
llamó Track II. El 19 de octubre de 1970, un grupo de hombres con granadas de
gas lacrimógeno intentaron secuestrar a Schneider a la salida de una cena oficial.
La tentativa falló porque el General se fue en su automóvil privado y no en el
vehículo oficial previsto por los hombres de Viaux. El segundo intento de secuestro
se realizó a las 08:00 del 22 de octubre de 1970, cuando el automóvil oficial de
Schneider fue bloqueado en la esquina de la avenida Américo Vespucio con
Martín de Zamora por cuatro vehículos y un grupo de jóvenes rodeó el automóvil
del General, destrozando con martillos los cristales traseros y la puerta lateral
trasera. Los secuestradores, al percatarse de que Schneider tomaba su arma para
repeler la acción, dispararon sobre él impactándolo con tres balas, y luego
huyeron. El cabo-chófer, Leopoldo Mauna Morales, al ver desangrándose al
comandante en jefe, lo llevó al Hospital Militar. El 25 de octubre de 1970, sufrió un
paro cardíaco debido su gravísimo estado, falleciendo a las 07:50.

La Doctrina Schneider era una doctrina del Ejército de Chile de apego al orden
constitucional, el respeto de la voluntad ciudadana y la no intervención en política,
apoyada por el general chileno René Schneider, que permitió la elección de
Salvador Allende como presidente de Chile, y era el principal obstáculo ideológico
para un golpe de estado militar contra él.
VIOLENCIA EN LAS CALLES

La violencia, desatada por grupos radicales de adherentes y opositores al


gobierno, como el MIR de extrema izquierda o Patria y Libertad de ultra derecha,
provocó un clima de confrontación, que se fue expandiendo a todos los ámbitos de
la sociedad, llegando incluso a los sectores de élite de la sociedad, que siempre
se habían encontrado al margen de las convulsiones sociales, económicas y
políticas del país.

En este período los enfrentamientos callejeros, entre grupos de extrema izquierda


y de ultra derecha, frecuentemente daban como resultado heridos de diversa
consideración, llegándose a la muerte de algunas personas. Además se desataron
enfrentamientos de grupos políticos y sindicatos contra efectivos de Carabineros,
entre los que destaca el enfrentamiento de los mineros de El Teniente en
Santiago, que terminó con la muerte del obrero Milton Da Silva, además de 64
heridos y más de 100 detenidos.

TERRORISMO

Grupos de ultra derecha surgidos al alero del Partido Nacional, junto al


movimiento Patria y Libertad, intentaron por diferentes medios violentos terminar
con el gobierno, siendo apoyados y financiados por la CIA, que también
conspiraba para terminar con el gobierno de la UP. En 1973, una vez que los
métodos democráticos para sacar a Allende fracasaron, intensificaron su campaña
de atentados con bombas y ataques para desestabilizar al gobierno.

Entre las acciones de estos grupos figura el asesinato del comandante de


la Armada Arturo Araya, edecán naval del Presidente Allende; diversos atentados
con bomba a torres de alta tensión y oleoductos; el asesinato de militantes de
izquierda; y varios atentados a embajadas (por ejemplo, las de Cuba y la Unión
Soviética), sedes de partidos políticos de izquierda y radio emisoras. El 14 de
mayo de 1973 fueron allanados varios locales de Patria y Libertad, encontrándose
numeroso armamento y explosivos, luego del llamado de su líder Roberto Thieme,
desde Argentina, a desencadenar una guerra civil.

SE INICIAN LAS REUNIONES GOLPISTAS

La primera reunión para elaborar el plan económico del golpismo se realiza con la
mayoría de los economistas, en agosto de 1972 en el Círculo Español,
en Santiago. Los economistas que son demócrata cristianos acuerdan
incorporarse a la elaboración del plan económico pedido por los marinos y al
mismo tiempo mantener informado a Eduardo Frei Montalva como lo hacen los
otros economistas con el Partido Nacional.
El golpe de estado, en agosto, era planeado prácticamente por la totalidad de la
plana superior de la Armada de Chile, salvo por el almirante Raúl Montero y
alguno que otro oficial constitucionalista, que no representaba peso alguno dentro
del estamento castrense, o bien, se encontraba aislado de las bases. La cuestión
es que la Armada obedecía de facto al Vicealmirante José Toribio Merino. Algo
similar sucedía en la Aviación, donde la excepción la marcaba el general César
Ruiz, cabeza de la entidad. Pero, al retirarse este último del Ministerio de Obras
Públicas y Transporte (que había asumido como consecuencia del «tanquetazo»),
Allende lo obliga a renunciar a ambos cargos, el de Ministro y Comandante,
asumiendo en su lugar ese cargo militar, el general Gustavo Leigh, opositor al
gobierno. El Ejército estaba dividido, pero la balanza tendía cada vez más a favor
de aquellos que propugnaban la opción del golpe, siendo la posición contraria la
llevada por su comandante en jefe, Carlos Prats. En Carabineros, por último,
estaban a favor del golpe no más que dos o tres generales de baja antigüedad,
entre ellos el general César Mendoza, quien al 11 de septiembre ocupaba el cargo
de Director de Bienestar en la institución.

RENUNCIA EL GENERAL PRATS

Finalmente cae el general Carlos Prats. El día 21 de agosto, una manifestación de


esposas de generales se produce frente a su casa, a la que llegan a protestar
también varios oficiales de civil contra él. Es insultado y agredido. Al ser deshecha
la manifestación por Carabineros, ésta se vuelve a organizar con más fuerza.
Llegan al lugar Augusto Pinochet (considerado el segundo de Prats), Allende y sus
ministros. Todos son abucheados. Deprimido y desilusionado, pide a los generales
que reafirmen su lealtad para con él; como sólo unos pocos lo hicieran, resuelve
renunciar a la comandancia en jefe. Recomienda pues a Allende que el cargo sea
ocupado por Augusto Pinochet Ugarte, quien tenía una hoja de vida estimada
como limpia, siendo caracterizado como un soldado profesional y apolítico.

EL CONGRESO DECLARA EL QUEBRANTAMIENTO INSTITUCIONAL

El 22 de agosto la Cámara de Diputados en la cual la oposición tenía mayoría,


aprueba un texto en el que señala la existencia de un el grave quebrantamiento
del Orden Constitucional y legal de la República; causada por la negativa del
ejecutivo a promulgar la reforma constitucional de las tres áreas de la economía, a
pesar de haber sido aprobadas por el Congreso, y actuando en contra de la
constitución, según el contralor.
“PRIMERO - REPRESENTAR A S.E., EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y A
LOS SEÑORES MINISTROS DEL ESTADO MIEMBROS DE LAS FUERZAS
ARMADAS Y DEL CUERPO DE CARABINEROS, EL GRAVE
QUEBRANTAMIENTO DEL ORDEN CONSTITUCIONAL Y LEGAL DE LA
REPÚBLICA; SEGUNDO- REPRESENTARLES, ASIMISMO, QUE LES
CORRESPONDE PONER INMEDIATO TÉRMINO A TODAS LAS SITUACIONES
DE HECHO REFERIDAS, QUE INFRINGEN LA CONSTITUCIÓN Y LAS LEYES,
CON EL FIN DE ENCAUZAR LA ACCIÓN GUBERNATIVA POR LAS VÍAS DEL
DERECHO Y ASEGURAR EL ORDEN CONSTITUCIONAL DE NUESTRA
PATRIA Y LAS BASES ESENCIALES DE CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA
ENTRE LOS CHILENOS; TERCERO- DECLARAR QUE, SI ASÍ SE HICIERE, LA
PRESENCIA DE DICHOS SEÑORES MINISTROS EN EL GOBIERNO
IMPORTARÍA UN VALIOSO SERVICIO A LA REPÚBLICA. EN CASO
CONTRARIO, COMPROMETERÍAN GRAVEMENTE EL CARÁCTER NACIONAL
Y PROFESIONAL DE LAS FUERZAS ARMADAS Y DEL CUERPO DE
CARABINEROS, CON ABIERTA INFRACCIÓN A LO DISPUESTO EN EL
ARTÍCULO 22 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA Y CON GRAVE DETERIORO
DE SU PRESTIGIO, Y CUARTO - TRASMITIR ESTE ACUERDO A S.E., EL
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y A LOS SEÑORES MINISTROS DE
HACIENDA, DEFENSA NACIONAL, OBRAS PÚBLICAS Y TRANSPORTES Y
TIERRAS Y COLONIZACIÓN”.

Sin embargo, este acto no constituye una declaración de ilegalidad, pues para que
el Congreso se pronunciara sobre el comportamiento legal del Gobierno, existía un
sólo camino: la acusación constitucional, según el procedimiento expresamente
contemplado por la Constitución Política del Estado. Procedimiento que nunca se
llevó a cabo.

MARINOS ANTI GOLPISTAS

Fue intento de un grupo de cabos, sargentos, suboficiales, marineros y personal


civil -sin participación de oficiales- de parar el golpe de Estado en marcha al
interior de la Armada, denunciándolo a las autoridades y llegando a la toma de
barcos y detención de los oficiales para alertar al país sobre la subversión en
desarrollo, y galvanizar así a la opinión pública en defensa del gobierno

Algunos marinos se juntan con Carlos Altamirano Orrego, secretario general del
Partido Socialista, para advertirle de los intentos golpistas, siendo estos marinos
los primeros procesados por la Armada. Altamirano lanza el discurso que le ha
hecho fama, catalogado de incendiario por los sectores favorables al golpe. En
este discurso reivindica su derecho a recibir informes de cualquiera que denuncie
conspiraciones, "Si pudiera hablaría de nuevo con ello". Si se intenta un golpe,
Chile será un segundo “Vietnam heroico”, dice. Por su parte, la Corte
Suprema resuelve responder a la petición de desafuero de Altamirano (pedida por
la Armada), el día 11 de septiembre.

PRENSA CHILENA EN 1973

Durante el gobierno de Salvador Allende, los medios de comunicación masivos


desempeñaron un papel fundamental en cuanto a la formación de criterio de la
población. Prensa, radio y televisión apoyaron abierta y directamente a la derecha
e izquierda chilenas polarizando las diferencias entre ambos sectores. Además,
manipularon la información con tal de cumplir cualquiera de sus dos fines:
desacreditar las acciones y la figura del mandatario chileno o bien, reconocer sus
méritos y engrandecer sus esfuerzos por establecer el socialismo como forma de
gobierno.

Durante las campañas presidenciales de 1970, la prensa de derecha, por ejemplo,


comenzó una campaña publicitaria contra la coalición de la Unidad Popular que
tenía como objetivo desacreditar al socialismo y despertar el miedo entre la
población chilena. Una vez que Salvador Allende asumió la presidencia, la noticia
sirvió como pretexto para defender los intereses de la burguesía, que se encargó
de decidir cuáles noticias debían tener una circulación preferencial y manejaron
constantemente la ironía, el ridículo, el apodo ofensivo y el insulto. Incluso,
documentos desclasificados de la CIA de Estados Unidos revelan que el gobierno
estadounidense financió periódicos y revistas de derecha en perjuicio del gobierno
de Allende. Sin embargo, la llegada de Salvador Allende a la presidencia,
favoreció el surgimiento y crecimiento de diversas publicaciones de izquierda cuyo
objetivo principal fue apoyar la propuesta socialista del nuevo mandatario. Entre
estos se encuentran: las revistas MIR y Punto Final.

PREPARATIVOS DEL GOLPE

Las Fuerzas Armadas estaban preparadas para el alzamiento mucho antes de


pensar en él. El ejército tenía «planes de contrainsurgencia», para el caso de que
una subversión sobrepasase a las Fuerzas de Orden (Carabineros). Este plan
consistía en dividir al país en diferentes secciones, estableciendo para cada una
un plan de acción, dirigido en contra de la posible insurgencia. Este plan es la
base prima de los golpistas, quienes sólo tuvieron que adaptarlo a las nuevas
circunstancias.

El problema era el general Prats, que mantenía su lealtad al presidente y tenía a la


guarnición de Santiago y al comando de institutos militares en manos de gente
cercana (generales Sepúlveda y Pickering).
Se tenía que adelantar el golpe para antes de fiestas patrias, porque si se
retardaba mucho podía ocurrir otro tanquetazo, que permitiría limpiar de oficiales
que apoyaban el golpe de la plana del ejército. Pero cayó Prats, así Sepúlveda y
Pickering renunciaron en un gesto de solidaridad. El nuevo comandante en jefe es
Pinochet, del cual no se sabe si apoya o no el golpe.

El día viernes 7 de septiembre los generales fijan el día D, el 11 de septiembre, y


la hora H (6:30 horas en Valparaíso y 8:30 horas el resto del país).

El sábado se envía al general Sergio Arellano Stark a hablar con Augusto


Pinochet, le explica la situación y le dice que va a haber golpe con o sin su apoyo,
a lo que Pinochet responde: “¡Yo no soy marxista, mierda!” y golpea el sillón en
que estaba sentado. El general Arellano interpreta su gesto como apoyo al golpe,
y se lo comunica a Leigh y a Merino, pero todavía no hay nada claro con Pinochet.

Se rumorea que el domingo en la mañana Allende se reúne con el comandante en


jefe y otros generales. Allí supuestamente les explica que pretende anunciar
un plebiscito. Sería la última vez que se verían los dos protagonistas de este
capítulo de la historia de Chile. Pasada la tarde, Leigh visita a Pinochet, quien
(según el testimonio de Leigh), todavía vacilaba. Llegaron a la casa de Pinochet el
contralmirante Sergio Huidobro y el capitán de navío Ariel González, venían para
saber la posición del ejército. Huidobro sacó un papel firmado por Merino que
ratificaba el día D y la hora H, dirigiéndose a “Augusto” y “Gustavo”.

“Los saluda con esperanzas de comprensión. J.T. Merino.” Y al reverso:

“Gustavo: es la última oportunidad. J.T.”“Augusto: Si no pones toda la fuerza en


Santiago desde el primer momento, no viviremos para ver el futuro. Pepe.” Leigh y
Pinochet firmaron el documento. El comandante en jefe del Ejército se acababa de
plegar al golpe, la suerte estaba echada.

Los acontecimientos comenzaron a desarrollarse temprano. Informado de la


sublevación de la Armada, Allende se dirigió raudamente al Palacio de La Moneda
a las 7:30 horas, el que estaba custodiado por tanquetas de carabineros. Luego de
conocido el primer comunicado de la Junta Militar, poco a poco se fueron
retirando. Cuarenta y cinco minutos más tarde, se iniciaba el ataque al palacio de
gobierno por tierra.

Cerca de las once de la mañana, el Presidente Salvador Allende dirigió su último


mensaje al país, a través de una cadena de radioemisoras simpatizantes del
gobierno. En éste señalaba su decisión de no abandonar la casa de gobierno.
Agregaba que se mantendría firme en su postura de "seguir defendiendo a Chile".
Al mediodía se inició el bombardeo sobre La Moneda, el que se prolongó durante
15 minutos. Aviones Hawker Hunter de la Fuerza Aérea de Chile, luego de
sobrevolar su objetivo, atacaron la sede del gobierno con cohetes "rockets" que
destruyeron dependencias y provocaron el incendio del edificio. Pocos minutos
después caía La Moneda y el Presidente Salvador Allende era encontrado muerto
en el salón principal junto al arma que le había regalado Fidel Castro,con la cual
se suicidó. Al día siguiente, toda la prensa del país mostraba en primera plana el
Palacio de La Moneda destruido y humeante.
Análisis
El corto, pero caótico gobierno de Salvador Allende fue completamente legítimo y
con un final catastrófico, un gobierno que creyó en las luchas sociales y llevó al
extremo las divisiones ideológicas que venían solidificándose a lo largo del siglo
XX.

Lo que hubo en Chile en el año 1973 fue un golpe de estado, así con todas sus
letras, y desde ahí hasta 1990 una dictadura, no una “dictablanda” ni un simple
gobierno militar como declaraba Augusto Pinochet. Fue una política de eliminación
y aplicación de torturas a los opositores del régimen, ejecutada por agentes del
estado y con recursos del estado.

Lo que hubo en Chile fue la imposición del actual sistema social y económico, que
no ha llevado a ser lo que somos hoy en día, con lo bueno y malo que eso implica.
Sin embargo ninguno de los posibles éxitos de ese sistema puede disminuir la
importancia de todas las injusticias cometidas, las violaciones de los derechos
humanos que se cometieron en dictadura y la muerte de un presidente de la
república. Simplemente no hay forma de compensar las pérdidas de vidas
humanas y el sufrimiento de tantas personas.

Chile efectivamente vivía una crisis social en los años anteriores al golpe de
estado y probablemente sea cierto que existía un gran porcentaje de personas que
querían que se acabase el gobierno de Salvador Allende, es por esto, que aún
existen quienes justifican el golpe de estado. Es decir, según su razonamiento en
que debe hacerse lo que la mayoría desea, entonces sería moralmente justificado.
Pero no estamos de acuerdo, no es así. El argumento del principio de mayoría
supone el respeto mutuo, el de ambas partes. Puede decirse que satisfacer una
demanda mayoritaria es moralmente justificada cuando se desarrolla mediante
procedimientos acordados por todos. Un golpe es todo lo contrario, Es la completa
negación de la otra parte y del poder moral de la razón. Es el abandono de todo
principio moral para imponerse por la fuerza bruta. Por lo tanto, nada, ningún
principio moral podría justificar un golpe de estado.

Los sectores de izquierda estaban derrotados en la tarde del 11 de septiembre,


por lo que el exterminio realizado por la dictadura de Pinochet no tenía
justificación.

Los chilenos no hemos podido reconocer el gran giro del liderazgo de la


Concertación, que en lugar de estar en una lucha contra la dictadura y buscar
desmantelar todas las instituciones que creó la misma, como son claros ejemplos,
AFP, isapres, plan laboral, se acomodó con ellas. Ese es un tema imperante que
no se ha debatido en Chile, un gran engaño del cual todos hacen oídos sordos.

El modelo de desarrollo chileno se caracteriza, a partir de 1973, por ser liberal en


lo económico, autoritario en lo político y excluyente en lo social.

De una economía cuyo principal motor era el Estado, pasamos a una abierta y de
mercado a través de privatizaciones, desregulaciones y liberalizaciones de la
economía, el gobierno de dictadura llamó a las empresas privadas a remplazar al
Estado en un nuevo papel económico: conquistar los mercados internacionales. El
“modelo chileno” ha mantenido, durante las últimas cuatro décadas, fundamentos
constantes pero con diferentes modalidades.

Bajo el gobierno del General Augusto Pinochet se impuso una economía abierta y
de mercado que se aplicó, entre 1973 y 1989, en forma autoritaria en lo político y
excluyente en lo social.

Es cierto que durante la dictadura de Pinochet se produjeron varias


modernizaciones en Chile. Sin duda, varias de ellas han constituido bases
permanentes para las estrategias democráticas de desarrollo, pero otras no son
más que un gran obstáculo. El crecimiento económico del régimen neoliberal de
Pinochet, entre 1973 y 1989, promedió sólo 2,9% anual, la pobreza marcó 45% y
la distribución del ingreso se deterioró notablemente.
Conclusión
En conclusión, el supuesto cambio en la deteriorada economía chilena previa al
golpe de estado, fue positiva y ventajosa para ciertos sectores sociales, pero para
el resto, no hubo mejoría, ya que el sistema económico neoliberal acentuó las
desigualdades y se caracterizó por la exclusión de las clases socioeconómicas de
pocos o escasos recursos.

Imponer un sistema económico que beneficia a unos pocos y margina al resto no


es vivir en democracia. Imponer este sistema económico caracterizado por la
privatización y la exclusión social en un país donde los estratos medios
correspondientes a los GSE C2 (clase media típica) y C3 (clase media baja)
alcanzan el 47% de la población, Los estratos bajos -GSE D, E1 y E2- el 37% de
la población y los sectores altos (A, B1, B2, C1a, C1b) tan solo el 16% no es ético.

Era necesaria una intervención en aquellos años, ya que el país estaba en una
completa crisis política, social y económica. Sin embargo, fue innecesaria la
violencia con la que se procedió, fue innecesaria la censura, fueron innecesarios
todos los asesinatos. Las violaciones a los derechos humanos nunca tendrán
justificación. La muerte y desaparición de más de 40.000 víctimas jamás podrá ser
compensada ni olvidada. Todos esos actos de represión no tienen perdón.

Nadie tiene derecho a exigir que las personas que sufrieron apremios ilegítimos o
la pérdida de familiares olviden o perdonen así como así. La percepción de una
falta de justicia perpetúa esto resentimientos.

“Nunca más. Ni perdón ni olvido, justicia”.

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