Las condiciones de pobreza, explotación, exclusión y desigualdad que han imperado en Guatemala
son indudablemente un caldo de cultivo propicio para el descontento social y el conflicto, pero no
explican por sí solas el alzamiento guerrillero de 1962, cuando el Partido Guatemalteco del Trabajo
(PGT) opta por la lucha armada y establece una alianza con oficiales del Ejército que formaron el
Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre (MR-13), de la cual surgen las Fuerzas Armadas
Rebeldes (FAR). En el primer tomo del Informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico
(CEH) se reconoce que la revolución cubana ejerció una influencia determinante en los primeros
esfuerzos de lucha guerrillera, pero no profundiza en el tema. Solo parece un dato suelto. Considero
que dicha influencia no se redujo a esos primeros esfuerzos. Fue el factor desencadenante de la
guerra revolucionaria popular (inspirada en la tesis maoísta de la guerra popular prolongada) que
llevaría al triunfo de la revolución y la implantación del socialismo, a partir de la instalación de uno o
varios focos guerrilleros que acelerarían las condiciones subjetivas.
José Manuel Fortuny, primer secretario del PGT, en sus memorias Fortuny: un comunista
guatemalteco (1994: 312), cuenta que cuando, a mediados de la década del 60, señalaba a la
dirigencia del partido que la lucha armada no tenía futuro, que estaban metidos en una “línea
aventurera” algunos le daban la razón, pero le decían que si declinaban todos los jóvenes
abandonarían el partido, de todas maneras continuarían en la insurgencia y Cuba los seguiría
apoyando. Es cierto que el sistema político guatemalteco excluía a quienes profesaban ideas
comunistas. Las constituciones de 1956 y 1965 (Artículo 27) prohibían la existencia de partidos o
entidades de ideología comunista.
Pero, debido al influjo cubano, surgieron guerrillas en países donde las condiciones sociales y
económicas no llegaban al extremo de Guatemala, funcionaba la democracia liberal e incluso
existían el partido comunista tenía reconocimiento legal. Así tenemos los casos de la guerrilla de
Douglas Bravo en Venezuela, gobernada por Rómulo Betancourth, tanto o más progresista de lo que
fue el doctor Arévalo en Guatemala. O los Tupamaros en Uruguay – contra la democracia social más
avanzada de América Latina- y la peruanade Luis de la Puente Uceda, contra el gobierno
democrático de Fernando Belaúnde Terry