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La tutela judicial del derecho al trabajo frente

a los despidos donde se invoca la violación de


los principios constitucionales de
razonabilidad y proporcionalidad
CARMEN ESPERANZA NALVARTE ESTRADA
Juez Superior (P) del Distrito Judicial de Tacna

1. INTRODUCCIÓN

Si bien en la actualidad existe tanto a nivel legal1 como jurisprudencial2 la


delimitación de los supuestos de despido en el Perú, lo cierto es también que la
cuestión de la impugnación de despido a partir de los principios constitucionales
de razonabilidad y proporcionalidad no es del todo clara ni pacífica, es decir, de
aquel despido donde no se pone en tela de juicio los hechos que se atribuyen
(pues no se alega que sean falsos, inexistentes o imaginarios) ni tampoco que no
exista una causa de despido de por medio; sino, más bien, se cuestiona la
valoración de dichos hechos y de la causa y, a su vez, el ejercicio razonable de la
facultad sancionadora del empleador; ello se debe justamente a que dicha
impugnación de despido no es posible encuadrarla en ninguno de los supuestos

1
Nos referimos a los supuestos de despido arbitrario y despido nulo a partir de lo regulado por el
Decreto Legislativo 728, regulado en su artículo 34 que a la letra dice: “El despido del trabajador fundado
en causas relacionadas con su conducta o su capacidad no da lugar a indemnización. Si el despido es
arbitrario por no haberse expresado causa o no poderse demostrar ésta en juicio, el trabajador tiene
derecho al pago de la indemnización establecida en el Artículo 38º, como única reparación por el daño
sufrido. Podrá demandar simultáneamente el pago de cualquier otro derecho o beneficio social pendiente.
En los casos de despido nulo, si se declara fundada la demanda el trabajador será repuesto en su empleo,
salvo que en ejecución de sentencia, opte por la indemnización establecida en el Artículo 38.”
2
Despido nulo, despido incausado y despido fraudulento. Para mayor explicación nos remitidos al
Expediente n.° 976-2011-AA/TC (Caso Eusebio Llanos Huasco) cuyo texto íntegro puede ser visto a través
de internet: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2003/00976-2001-AA.html (consulta de internet: 18 de
marzo de 2015).

1
de despido existentes; lo que ha originado una situación problemática en lo que
respecta a su tutela judicial y, por ende, al derecho constitucional al trabajo3 que
está en juego.

En cualquier caso, tenemos que partir de la premisa que “un despido es


inconstitucional en caso de desproporcionado, más concretamente, cuando la
sanción de despido es excesiva (o demasiado drástica) en relación con la falta
cometida, sea por la falta de gravedad de esta última, sea porque el trabajador
no tenía antecedente alguno sobre la comisión de un hecho similar, todo lo cual
afectaría el derecho a un debido proceso4 sustantivo.”5

Así expuesto el tema de desarrollar es preciso no perder de vista que el Tribunal


Constitucional ha señalado que el debido proceso tiene dos expresiones6: a)
Carácter formal.- Relacionado con los principios y reglas que lo integran tiene que
ver con las formalidades estatuidas, como por ejemplo, el juez natural, el
procedimiento preestablecido, el derecho de defensa, la motivación, etcétera; y,
b) Carácter sustantivo.- Vinculado a los estándares de justicia, como son la
razonabilidad y la proporcionalidad que toda decisión judicial debe suponer.7

3
ES preciso señalar que el Tribunal Constitucional ha reconocido que el derecho al trabajo tiene dos
dimensiones: por un lado, la dimensión del derecho al trabajo y, por otro lado, la dimensión de acceso y
protección frente al despido injustificado. Para tal efecto, véase: AVALOS JARA, Oxal Víctor. El amparo
laboral. Gaceta Constitucional. Editorial de Gaceta Jurídica. Lima, Perú, p, 28. Así también, puede
revisarse la STC 0008-2003-AI/TC y la STC 1124-2001-AA/TC.
4
Un estudio cuasi integral sobre el debido proceso puede encontrarse en: SOSA SACIO, Juan Manuel
(Coordinador). El debido proceso. Estudios sobre derechos y garantías procesales. Gaceta Constitucional.
Editorial Gaceta Jurídica. Lima, Perú, 2010.
5
MESINAS MONTERO, Federico y QUISPE CHAVEZ, Gustavo. El despido en la jurisprudencia judicial y
constitucional. Dialogo con la Jurisprudencia. Editorial Gaceta Jurídica. Lima, Perú. 2009, p, 128.
6
STC 2192-2002-HC/TC, STC 2169-2002-HC/TC, STC 3392-2004-HC/TC, entre otras.
7
TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge y VINATEA RECOBA, Luis. Análisis y comentarios de la Nueva Ley
Procesal de Trabajo. Análisis de artículo por artículo con concordancias legislativas y referencias
doctrinarias y jurisprudenciales. Soluciones Laborales. Editorial Gaceta Jurídica, Lima, Perú, 2012, Ob. Cit.,
p, 47.

2
Toda esta gama de derechos son tan significativamente importantes que
adquieren la calidad de derechos fundamentales, es decir, son derechos cuyo
sustento es constitucional y, como tal, no pueden ser pasibles de
desconocimiento o limitación por ningún poder. De hecho, como ocurre con los
derechos fundamentales, ni siquiera es imprescindible su reconocimiento literal
en la norma constitucional, solo es suficiente que esté enmarcado su derecho
continente para que todas sus manifestaciones, que no son pocas, se entiendan
reconocidas y, en consecuencia, parte del derecho a un debido proceso.8

2. PROBLEMA CONCRETO A ABORDAR

Determinar cuál es la vía judicial adecuada e idónea para tratar los casos de
impugnación de despido cuando se cuestiona la valoración de los hechos que se
atribuyen y, al mismo tiempo, el ejercicio razonable de la facultad sancionadora
del empleador, todo esto a partir de la invocación de la violación de los principios
de razonabilidad y proporcionalidad: ¿La vía ordinaria laboral o la vía
constitucional? Todo esto explicado en el marco de los trabajadores sujeto al
régimen de la actividad privada que requieran tutela judicial efectiva9, toda vez
que para los trabajadores del régimen público existe una regulación expresa
para cuestionar el despido como es el proceso contencioso administrativo.

8
MONROY GALVEZ, Juan. Comentando el artículo 139, 3 de la Constitución Política del Estado. En: La
Constitución comentada. Análisis artículo por artículo. Tomo II. Editorial Gaceta Jurídica y Congreso de la
República del Perú, Lima, Perú, p, 497.
9
“Si el derecho a la tutela judicial efectiva presenta unos contenidos plurales que se desenvuelven a lo
largo del proceso de declaración, y aún se extienden también al de ejecución, es evidente que el
presupuesto del ejercicio y la observancia de todos ellos hade ser, obviamente el derecho de acceso a los
tribunales de los sujetos que invoquen la lesión de un derecho subjetivo o de un interés legítimo
controvertido.” Cfr. GARBERÍ LLOBREGAR, José. El derecho a la tutela judicial efectiva en la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional. Editorial Bosch. Barcelona, España, 2008 , p, 27 a 28.

3
Sobre la respuesta a la pregunta formulada tal vez a primera vista sería que la
vía ordinaria laboral es la adecuada e idónea, pues, con la vigencia de la Ley
29497, Nueva Ley de Trabajo, publicada en el diario oficial El Peruano el 15 de
enero de 2010, se establece una norma procesal abierta que a la letra dice: “En
proceso abreviado laboral, de la reposición cuando ésta se plantea como pretensión única ”

(artículo 2, numeral 2.); de modo tal que si la norma invocada no hace ningún
tipo de distingo sobre el fundamento de la reposición que se persigue (pues la
única condición que impone la norma es que se plantee la reposición como
pretensión única) es perfectamente posible argumentar la vulneración de los
principios de razonabilidad y proporcionalidad en la impugnación del despido que
se arguye haber sufrido, con lo cual el problema quedaría totalmente
solucionado, sin embargo, la cuestión no es tan sencilla, en la medida que hasta
la fecha no existe jurisprudencia a nivel de los tribunales del Poder Judicial al
respecto, sino, tan sólo algunos casos a nivel del Tribunal Constitucional por la
controversia álgida surgida en su momento. Con esto último, es posible también
advertir que la vía constitucional sería la idónea por existir jurisprudencia en ese
sentido, conforme al principio de predictibilidad.

Lo antes expuesto amerita una explicación de corte histórico en las normas


legales y jurisprudencia generada tanto por parte de los tribunales del Poder
Judicial como del propio Tribunal Constitucional. En efecto, sucede que cuando se
dictó la anterior Ley Procesal de Trabajo, Ley 26636 (1996), rigió y sigue rigiendo
la Constitución Política del 1993 y casi a la par en el año de 1997 se dictó el
Texto Único Ordinario del Decreto Legislativo 728. Esta norma legal contempló la
regulación expresa del despido arbitrario y el despido nulo. En cuanto al primero
se prescribió que sólo tenía como efecto legal una indemnización (con un tope
máximo de doce remuneraciones) y, en cuanto al segundo, se estableció la
reposición laboral (con la opción especial de optar en la fase de ejecución por la
indemnización). De esta forma, en dicho contexto frente a un despido arbitrario

4
no cabía reposición alguna, sino, sola una indemnización; siendo ésta la
interpretación imperante.

Sin embargo, el panorama cambio rotundamente con la expedición de la


Sentencia recaída en el Expediente n.° 1124-2001-AA/TC (Caso Sindicato Unitario
de Trabajadores de Telefónica del Perú y Fenatrel) donde el Tribunal
Constitucional inaplicó el artículo 34 del acotado Texto Único Ordenado del
Decreto Legislativo 728 (este artículo es justamente el que regulo de modo
expreso que frente a un despido arbitrario sólo cabía la indemnización y no, así,
la reposición). Si bien tal decisión sólo vinculo al caso concreto, no obstante ello,
la interpretación que realizó el Máximo Intérprete de la Constitución terminó con
la citada interpretación imperante, puesto, que dejó establecido que frente a un
despido arbitrario también procedía la reposición, pero, en la vía constitucional.
Esta nueva visión de las cosas obviamente generó un ambiente favorable a la
tutela del derecho al trabajo, ergo, con el efecto un poco desafortunado que se
ha venido en denominar “la amparización laboral”10 que significó que la mayoría
de los trabajadores recurran a la vía constitucional. Frente a esta situación el
mismo Tribunal Constitucional alrededor del año 2003 dicta la sentencia recaída
en el Expediente n.° 976-2011-AA/TC (Caso Eusebio Llanos Huasco) donde
terminó por establecer un régimen paralelo de la impugnación del despido y, así
mismo, estableció qué tipos de despido podrían impugnarse en la vía
constitucional y cuáles podrían cuestionarse en la vía judicial ordinaria. Así,
delimitó el contenido de los siguientes despidos: a) Despido nulo, entendido al
igual que el Decreto Legislativo 728, es decir, que básicamente procedía frente a
los supuestos taxativos que regula dicha norma (artículo 29) y otras normas
especiales; b) Despido incausado, el cual se presentaba cuando se despide al

10
Un estudio sobre el tema bastante elocuente puede encontrarse en: ABAD YUPANQUI, Samuel B.
Amparo y residualidad. Los cambios introducidos y su desarrollo jurisprudencial. Diálogo con la
Jurisprudencia. Editorial Gaceta Jurídica. Lima, Perú, 2009, p, 9-70.

5
trabajador, ya sea de manera verbal o mediante comunicación escrita, sin
expresarle causa alguna derivada de la conducta o la labor que la justifique; y, c)
despido fraudulento, el cual se daba cuando se despide al trabajador con ánimo
perverso y auspiciado por el engaño, por ende, de manera contraria a la verdad y
la rectitud de las relaciones laborales; aun cuando se cumple con la imputación
de una causal y los cánones procedimentales, como sucede cuando se imputa
al trabajador hechos notoriamente inexistentes, falsos o imaginarios o, asimismo,
se le atribuye una falta no prevista legalmente, vulnerando el principio de
tipicidad, o se produce la extinción de la relación laboral con vicio de voluntad o
mediante la “fabricación de pruebas”.

Posteriormente, con la entrada en vigencia del Código Procesal Constitucional


(2014) varió tal régimen paralelo pues ésta nueva norma procesal regula el
supuesto de la improcedencia del amparo cuando exista una vía igualmente
satisfactoria, lo cual fue interpretado en el sentido que sólo cabía recurrir a la vía
constitucional cuando en la vía ordinaria no podía satisfacerse el derecho
constitucional invocado (siendo en caso de las reposiciones: el derecho
constitucional al trabajo). Y esto era justamente lo que sucedía con el despido
arbitrario el cual por disposición expresa del tantas veces citado Decreto
Legislativo 728 solo podía generar una indemnización y en la vía constitucional si
podía alcanzarse la reposición. Es por ello que a fin de pacificar estas
interpretaciones el mismo Tribunal Constitucional expide la sentencia recaída en
el Expediente n.° 0206-2005-PA/TC (Caso Baylón Flores)11 a través de la cual
establece la delimitación del conocimiento de las controversias en el vía
constitucional y en la vía judicial ordinaria, con la mención especial y expresa que
“… los criterios jurisprudenciales establecidos en el caso Eusebio Llanos Huasco, Expediente n.°

11
Véase: PACHECO ZERGA, Luz. Las vías procedimentales para la protección del derecho al trabajo y los
derechos conexos. Comentario a la sentencia del Exp. 0206-2005-PA/TC. En: CASTAÑEDA OYSU, Susana
(Directora). Comentarios a los precedentes vinculantes del Tribunal Constitucional. Editorial Grijley. Lima,
Perú, 2010, p, 761 y ss.

6
976-2007-AA/TC, para los casos de despido incausado (en los cuales no exista imputación de

causa alguna), fraudulentos y nulos, se mantendrán en esencia” (fundamento 7.); así


mismo, estableció también: “… sólo procederá la vía de amparo cuando el demandante
acredite fehaciente e indubitablemente que existió fraude, pues en caso contrario, es decir,
cuando haya controversia o duda sobre los hechos, corresponderá a la vía ordinaria laboral

determinar la veracidad o falsedad de ellos .” Esta no tan nueva interpretación no eliminó


del todo la amparización laboral; no obstante, la cuestión de la impugnación del
despido por vulneración de los principios de razonabilidad y proporcionalidad aún
quedó inconcluso en la medida que no se adecuaba a ninguno de los supuestos
regulado por el Decreto Legislativo 728 (despido arbitrario y despido nulo) ni
tampoco a los creados por el Tribunal Constitucional vía jurisprudencia vinculante
(es decir: despido nulo, despido incausado y despido fraudulento),
manteniéndose en ese estado de cosas en una completa incertidumbre a cuál vía
recurrir para obtener la reposición cuando se invoca, valga la redundancia, la
violación de los principios de razonabilidad y proporcionalidad.

Entre otras sonadas sentencias expedidas por el Tribunal Constitucional referidas


a la violación de los principios de razonabilidad y proporcionalidad se tiene la
recaída en el Expediente n.° 03169-2006-PA/TC, Lima (Caso Pablo Cayo
Mendoza)12 donde considera que la sanción impuesta al demandante resulta
desproporcionado e irrazonable, pues si bien al demandante se le reputa que ha
incurrido en la falta grave que se le imputa (haber concurrido al centro de trabajo

12
Véase su texto en: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2008/03169-2006-AA.html (consulta de
internet: 15 de marzo de 2015). En este caso, lo relevante es que el Tribunal decretó que: “este Tribunal
considera que la sanción impuesta al demandante resulta desproporcionada e irrazonable, pues si bien
conforme se ha señalado en fundamento que precede al demandante se le puede reputar que ha
incurrido en la falta grave que se le imputa, no es menos cierto que en ningún momento ha incurrido en
algún acto de violencia, injuria o faltamiento de palabra verbal o escrita en agravio del empleador, del
personal jerárquico o de otros trabajadores, ni ha ocasionado daño alguno al patrimonio ni al acervo
documentario de la Municipalidad emplazada. Siendo así y teniéndose en cuenta que la Municipalidad, en
la fundamentación de las cartas cuestionadas y durante el curso del proceso de amparo, no ha
argumentado que el demandante tenga antecedentes disciplinarios, se debe concluir que la sanción
impuesta (despido) no fue la más adecuada e idónea, pues la emplazada podía haberle impuesto
cualquiera de las otras sanciones disciplinarias ya citadas anteriormente.” (fundamento 15).

7
en estado etílico), no obstante ello, considera también que no era menos cierto
que en ningún momento incurrió en algún acto de violencia, injuria o faltamiento
de palabra verbal o escrita en agravio del empleador, del personal jerárquico o de
otros trabajadores, ni ha ocasionado daño alguno al patrimonio ni al acervo
documentario de la Municipalidad emplazada. A ello se suma, en consideración
del Tribunal, que no se argumentó que el demandante haya tenido antecedentes
disciplinarios. Por tanto, determina que la sanción impuesta (despido) no fue la
más adecuada e idónea, pues la emplazada podía haberle impuesto cualquiera de
las otras sanciones disciplinarias.

Otra sentencia connota y relevante es la recaída en el Expediente n.° 00535-


2009-PA/TC, Lima (Rodolfo Luis Oroya Gallo) 13, donde el Tribunal determinó que
resultaba desproporcionado e irrazonable la sanción de destitución a un
estudiante de Administración de la Universidad San Ignacio de Oyola, pues, la
Universidad no evaluó que el demandante ingresó bajo la modalidad del tercio
superior, que había participado en actividades extracurriculares, su rendimiento
académico era de media superior y no presentaba antecedentes de faltas
administrativas; considerando también que constitucionalmente no es aceptable
la interpretación literal de las faltas en que se incurre como la normas legal y/o
reglamentarias que las regula. Es importante resaltar que en esta sentencia el
Tribunal considera que: “… el establecimiento de disposiciones sancionatorias, tanto por
entidades públicas como privadas, no puede circunscribirse a una mera aplicación mecánica de
las normas, sino que se debe efectuar una apreciación razonable de los hechos en cada caso
concreto, tomando en cuenta los antecedentes personales y las circunstancias que llevaron a
cometer la falta. El resultado de esta valoración llevará a adoptar una decisión razonable y

proporcional.”

13
Véase su texto en: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2009/00535-2009-AA.html (consulta de internet: 15 de
marzo de 2015).

8
De lo antes expuesto, se puede apreciar con meridiana claridad que en los
despidos impugnados no se pone en tela de juicio ni los hechos imputados ni la
falta prevista, sino, más bien, la apreciación y valoración que se ha hecho de los
mismos y, así mismo, el ejercicio de la facultad sancionadora; concretamente, se
objeta la vulneración de los principios de razonabilidad y proporcionalidad. Esto
último aunque parezca genérico o ambiguo, pues, cabe preguntarse qué es lo
significa uno y otro. Al respecto, el propio Tribunal Constitucional ha desarrollado
su significado, indicando lo siguiente: “(…) se debe tener en cuenta el principio de
proporcionalidad, el cual está estructurado por tres subprincipios: (i) el de idoneidad o de
adecuación; (ii) el de necesidad; y (iii) el de proporcionalidad en sentido estricto. Esto supone que
el Tribunal deberá evaluar todas las posibilidades fácticas (idoneidad y necesidad), a efectos de
determinar si, efectivamente, en el plano de los hechos, no existía otra posibilidad menos lesiva

para los derechos en juego que la decisión adopta .” [Ver: Tribunal Constitucional.
Expediente Nº 3567-2005-AA/TC. Sentencia del 16 de noviembre de 2005.]. En
ese mismo sentido, ha indicado que: “(…) el principio de razonabilidad conduce a una
valoración respecto del resultado del razonamiento del juzgador expresado en su decisión,
mientras que el procedimiento para llegar a este resultado sería la aplicación del principio de
proporcionalidad. La razonabilidad es un criterio íntimamente vinculado a la justicia y está en la
esencia misma del Estado constitucional de derecho. Se expresa como un mecanismo de control o
interdicción de la arbitrariedad en el uso de las facultades discrecionales, exigiendo que las
decisiones que se tomen en ese contexto respondan a criterios de racionalidad y que no sean
arbitrarias. Como lo ha sostenido este Colegiado, esto “implica encontrar justificación lógica en los
hechos, conductas y circunstancias que motivan todo acto discrecional de los poderes

públicos.”[Tribunal Constitucional. Expediente Nº 0006-2003-AI/TC. Sentencia del


1 de diciembre de 2003. Fundamento 9.]. En este sentido, el mismo Tribunal, ha
establecido que el análisis de la razonabilidad de una medida implica determinar
si se ha hado: “a. La elección adecuada de las normas aplicables al caso y su correcta
interpretación, tomando en cuenta no sólo una ley particular, sino el ordenamiento jurídico en su
conjunto. b. La comprensión objetiva y razonable de los hechos que rodean al caso, que implica
no sólo una contemplación en “abstracto” de los hechos, sino su observación en directa relación
con sus protagonistas, pues sólo así un “hecho” resultará menos o más tolerable, confrontándolo
con los “antecedentes del servidor”, como ordena la ley en este caso. c. Una vez establecida la
9
necesidad de la medida de sanción, porque así lo ordena la ley correctamente interpretada en
relación a los hechos del caso que han sido conocidos y valorados en su integridad, entonces el
tercer elemento a tener en cuenta es que la medida adoptada sea la más idónea y de menor

afectación posible a los derechos de los implicados en el caso.” [Ver: Tribunal


Constitucional. Expediente Nº 2192-2004-AA/TC. Sentencia del 11 de octubre de
2004. Fundamento 20.]

A lo dicho cabe agregar que el mismo Tribunal Constitucional ha establecido


también que: “Aunque no explícitamente, al reconocer en los artículos 3º y 43º de la
Constitución, el Estado social y democrático de Derecho, se ha incorporado el principio de
interdicción o prohibición de todo poder ejercido en forma arbitraria e injusta. Este principio tiene
un doble significado: (i) en un sentido clásico y genérico, la arbitrariedad aparece como el reverso
de la justicia y el derecho; (ii) en un sentido moderno y concreto, la arbitrariedad aparece como
lo carente de fundamentación objetiva, lo incongruente y contradictorio con la realidad que ha de
servir de base a toda decisión. Es decir, como aquello desprendido o ajeno a toda razón de

explicarlo.” [Ver: Tribunal Constitucional. Expediente Nº 0090-2004-AA/TC.


Sentencia del 5 de julio de 2004. Fundamento 12].

Como se puede advertir la jurisprudencia constitucional acepta el


cuestionamiento del despido por vulneración de los principios de razonabilidad y
proporcionalidad, concretizándose, bajo determinadas presupuestos que deben
observarse y, a su vez, situaciones especiales de cada caso concreto (sanciones
anterior, situación laboral del trabajador, perjuicio al empleador, entre otros
aspectos relevantes). Con lo cual el problema planteado terminaría resolviéndose
en que la vía constitucional es la vía idónea para cuestionar el mentado
despido14, sin embargo, esta conclusión preliminar no puede ser aceptada en
razón que ahora último el Tribunal Constitucional (bajo sus nuevos miembros:

14
No obstante, cabe recalcar que “la principal limitación del proceso de amparo es la ausencia de una
etapa probatoria…” Cfr. TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge y VINATEA RECOBA, Luis. Análisis y comentarios
de la Nueva Ley Procesal de Trabajo. Análisis de artículo por artículo con concordancias legislativas y
referencias doctrinarias y jurisprudenciales. Soluciones Laborales. Editorial Gaceta Jurídica, Lima, Perú,
2012, Ob. Cit., p, 84.

10
Miranda Canales, Sardón de Taboada y Espinoza – Saldaña Barrera) ha dado a
entender lo contrario en el Expediente N° 3070-2013-PA/TC, específicamente, ha
dicho que para recurrir a la vía constitucional debe agotarse previamente el
examen de la “vía igualmente satisfactoria”15 cuyo análisis corresponde a una
perspectiva objetiva relacionada con el análisis de la vía propiamente dicha (vía
idónea), y otra subjetiva, relacionada con el examen de la afectación
iusfundamental (urgencia iusfundamental). 16 Sobre esta misma sentencia, es
preciso señalar que el mismo Máximo Intérprete de la Constitución ha señalado
que el Código Procesal Constitucional señala que únicamente procede acudir a la
vía especial y urgente del amparo para solicitar la protección de derecho
fundamentales si no existe una vía ordinaria (específica) que sirva de igual o
mejor modo para la tutela de los mismos derechos (es decir, no existe una vía
igualmente satisfactoria)”. Así también, pone de relieve que: “El examen de esta
causal de improcedencia no propone verificar simplemente si existan otras vías
judiciales en las que también se tutelen derechos constitucionales (de hecho, en
la mayoría de las vías ordinarias se protege, de manera más o menos directa,
ámbitos garantizados por derechos constitucionales), sino que debe analizarse si
tales vías ordinarias serían igual o más efectivas, idóneas o útiles que el proceso
de amparo para lograr la protección requerida.”

Con lo antes expresado, se puede evidenciar que los nuevos integrantes del
Tribunal Constitucional han optado por garantizar el carácter urgente y
extraordinario del proceso de amparo para casos en los cuales verdaderamente

15
Sobre este punto, es preciso poner de relieve la siguiente reflexión: “Si bien resultar cuestionable lo
referente a la vía específica, lo que sí nos queda claro es que por tratarse de causas que requieren de una
compleja carga probatoria, estos casos no son susceptibles de llevarse a cabo en el proceso de amparo,
ya que la vía judicial, la que si cuenta con esta etapa ´probatoria, podría brindar una mejor protección al
derecho presuntamente vulnerado.” Véase: AVALOS JARA, Oxal Víctor. El amparo laboral. Ob. Cit., p, 199.
16
Para mayor información puede revisar su texto íntegro en la siguiente página web:
http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2014/03070-2013-AA.pdf (fecha de consulta: 17 de marzo de 2015).

11
se pueda dar una protección efectiva17, idónea e útil para el derecho
constitucional invocado. La propia jurisprudencia del Tribunal ha desarrollado
algunos casos extraordinarios en los que procede el amparo, por ejemplo, a favor
de la persona mayor de edad18, a la personada con discapacidad19, la mujer
embarazada20, entre otros casos excepcionales que encajan con el carácter
urgente y extraordinario del amparo. Esto también se justifica en el hecho que
los jueces ordinarios son los primeros defensores de los derechos fundamentales.

En suma, por descarte, desde un punto de vista procesal, sólo cabe recurrir a la
vía ordinaria (ya sea a través del proceso ordinario laboral o del abreviado
laboral) para impugnar el despido donde se alegue la violación de los principios
de razonabilidad y proporcionalidad. Esto se refuerza con la idea que “el
mecanismo procesal célere implementado con la NLPT, permite que a través de
la vía abreviada se brinde una tutela urgente al trabajador que ha sido víctima de
un acto lesivo de su derecho al trabajo, constituyéndose por tanto de una vía

17
Sobre este punto, es importante tener en cuenta que: “Entonces, como se advierte, al no ser ya un
amparo alternativo sino residual, se concluye que solo podrán ser objeto de amparo aquellos despido
incausados, nulos y fraudulentos que requieran tutela urgente, o que no puedan ser dilucidados con la
misma eficacia e idoneidad que en el proceso de amparo.” Cfr. SALINAS CRUZ, Sofía Liliana. Reglas de
admisibilidad y procedencia en el proceso de amparo. Análisis doctrinario, legislativo y jurisprudencia.
Normas legal. Biblioteca Temas Actuales del Derecho. Editorial Gaceta Jurídica, Lima, Perú, 2011p, 79.
18
Un ejemplo límite lo constituye la STC 00828-2014-PA/TC (Caso Juana Aurora Herrera Valdivia de 107
años). Puede verse en: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2015/00828-2014-AA.pdf (consulta de
internet: 15 de marzo de 2015).
19
Un claro ejemplo lo constituye la STC 5218-2007-PA/TC (Caso Miguel Ángel Palomino Angulo). En:
http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2008/05218-2007-AA.html (consulta de internet: 15 de marzo de
2015).
20
Una sentencia constitucional emblemática puede encontrarse en STC 05652-2007-PA/TC (Caso Rosa
Bethzabe Gambini Vidal). En: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2008/05652-2007-AA.html (consulta
de internet: 15 de marzo de 2015).

12
igualmente satisfactoria para su derecho invocado, en busca de la reposición a su
centro de trabajo.”21

3. SOLUCIONES PARA EL PROBLEMA

 Las demandas de despido donde se alegue la violación de los principios de


razonabilidad y proporcionalidad, aun cuando no tenga una regulación
expresa a nivel legal ni jurisprudencial, por el derecho al acceso a la
justicia y tutela jurisdiccional efectiva, deben ser admitidas a trámite en la
vía del proceso abreviado laboral cuando se invoque como pretensión
única, salvo que la propia parte interesada decida que su trámite sea bajo
el proceso ordinario laboral, debiendo para tal efecto invocarse a
aplicación de la facultad discrecional del juez laboral para conocer casos
que a su criterio puede conocer en función de su especial naturaleza (todo
sin perjuicio de la facultad de adecuación del juzgador).

 No obstante lo anterior para casos límites del despido en comento debe


dejarse abierta la posibilidad para acudir a la vía constitucional, siempre y
cuando se acredita que la vía ordinaria no es una vía igualmente
satisfactoria.

 Sin perjuicio de las anteriores posibles soluciones, por seguridad jurídica, el


poder legislativo, debe regular de manera expresa el despido materia de
estudio a fin que tenga una mejor cobertura de protección del derecho al
trabajo en juego. Esta idea que surge del proyecto de ley (N° 2581/2013-

21
TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge y VINATEA RECOBA, Luis. Análisis y comentarios de la Nueva Ley
Procesal de Trabajo. Análisis de artículo por artículo con concordancias legislativas y referencias
doctrinarias y jurisprudenciales. Ob. Cit., p, 83.

13
CR)22 que a la fecha tiene por objeto regular el despido incausado y
fraudulento incorporándolos al artículo 40 del Decreto Supremo 003-97-TR
TUO del Decreto Legislativo 728.

4. CONCLUSIONES

a. El despido donde se alega la violación de los principios de razonabilidad y


proporcionalidad es un sub tipo de despido que no está tipificado
expresamente en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional (no
obstante, haberse emitido ciertos fallos sobre aquél) ni tampoco tiene una
regulación expresa a nivel de la legislación vigente.

b. La deficiencia normativa anterior, no debe ser un obstáculo para otorgar


tutela jurisdiccional efectiva que se peticiona (acceso a la justicia), dado
que la justicia laboral bajo el marco de la NLPT es una de corte
totalizadora y tuitiva.

c. La vía constitucional resulta ser una vía urgente y extraordinaria que sólo
procede en determinados casos, de modo tal que frente a ello la vía
ordinaria laboral se convierte en la primera opción para que el trabajo
demanda el despido en comento.

d. La vía ordinaria laboral por lo general constituye la vía igualmente


satisfactoria para la protección del derecho en comento, ello sin descartar
la posibilidad que el propio trabajador recurra a la jurisdiccional

22
Cfr.
http://www2.congreso.gob.pe/Sicr/TraDocEstProc/Contdoc02_2011_2.nsf/d99575da99ebfbe305256f2e00
6d1cf0/ec32096124fb8a7805257bd6005affe8/$FILE/PL02581290813.pdf (consulta de internet: 16 de
marzo de 2015).

14
constitucional, en cuyo supuesto debe acreditar el carácter urgente y
extraordinario de lo pretendido.

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su desarrollo jurisprudencial. Diálogo con la Jurisprudencia. Editorial Gaceta
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