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Plan de formación de discipuladores

Comunidad Cristiana – San Juan, Argentina

Clase Nº 1: El carácter y la vida del obrero cristiano.

Como veremos con más detalle en una lección más adelante, el maestro no enseña tanto con las
clases que da sino con su propia forma de vivir. No trasmitimos conceptos meramente sino un estilo
de vida. Por esta razón es fundamental que el maestro desarrolle una vida espiritual de comunión
con el Señor, en plenitud en el Espíritu Santo, gozo, santidad y justicia.

Todo lo que expresamos a continuación, si bien está dicho para el maestro, debiera ser la naturaleza
de cualquier hijo de Dios.

1. Vida devocional

Pasar tiempo en la presencia del Señor, no solo pidiéndole cosas sino también haciendo si-
lencio delante de Él (Hab. 2:20) para aprender a escuchar su voz (Jn. 15).

Orad “sin cesar” (1Tes 5:17). En las cosas naturales, caminando, cocinando, etc. Tener el
oído sensible, dejar que el Espíritu Santo tome control de nuestra vida.

Jesús estaba habituado a pasar tiempo orando al Padre:


1. Ante las grandes decisiones:
a. La elección de los doce (Lc. 6:12,13)
b. Getsemaní (Mt. 26:36)
2. Cotidianamente, cuando el fragor del trabajo y del “éxito” lo envolvía: Lc: 5:15,16:
¡se apartaba!

Hay una dimensión de la comunión con Dios que no encontraremos en el mejor culto ni en el
mejor congreso sino “en lo secreto” (Mt. 6:6).

Leer las Escrituras, “las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por medio de la fe
que es en Cristo Jesús” (2Tim. 3:15).

• Meditarlas
• Memorizarlas
• Estudiarlas con todas las herramientas que podamos (diferentes versiones, diccionarios,
estudios varios), aún seguir algún estudio sistemático en un seminario.
• Escudriñarlas (Esd. 7:10). Tenemos que ser como los cristianos de Berea: que "eran más
nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra ávidamente, escudriñando cada
día las Escrituras para verificar si estas cosas eran así" (Hch.17:11).

2. Un espíritu servicial, cuidando las motivaciones interiores de nuestro trabajo.

No para “ganarme el lugar” sino para agradar a Dios y ser como Jesús que, al revés, se bajó
de su lugar de preeminencia (Fil. 2) para ponerse a la par de los suyos y servirlos.

Mateo 20:20–28: La clase de servidores que Jesús quiere que sean sus discípulos. El maestro
no debe ser alguien que se pone por encima de sus discípulos sino alguien con disposición de
servicio.

Recordar el lavado de los pies de los discípulos en la última cena (Jn. 13:14). La parte más
importante de la enseñanza la hacemos no durante la clase sino cuando servimos a los discí-
pulos: cuando gustosamente perdemos nuestro tiempo para escucharlos y ayudarlos en algu-
na situación difícil, cuando les ayudamos a pintar una pared de su casa, cuando los invitamos
a comer, y aún cuando cubrimos sus necesidades económicas, etc.
Debemos tener un espíritu de humildad. Cualquiera de los que está bajo nuestro cuidado hoy
día, mañana puede llegar a ser nuestro líder, como ocurrió en el caso de Bernabé y Pablo.

Fil. 2:3 “…con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos” (NVI)

De hecho, el objetivo no es que sean eternamente nuestros discípulos, sino que en algún
momento se puedan desprender y mantener con ellos una relación de pares o de hermano
mayor a hermano menor, en todo caso. Eso era lo que Jesús tenía en mente cuando le dijo a
sus discípulos “Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su
amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a cono-
cer a ustedes” Juan 15:15 NVI.

3. Su vida cotidiana

Sin llegar a establecer una diferencia entre la vida “espiritual” o “de iglesia” y la vida “secular”
–diferencia que no existe pues toda la totalidad de la vida debe estar bajo la soberanía del Se-
ñor-, decimos que en su vida cotidiana el maestro debe ser (1Tim 3:2-12; Tito 1:6-9):

• Irreprensible
• Marido de una sola mujer: que haya una sola mujer en vida que pueda decir “yo he con-
vivido con este hombre”. Idéntico para las mujeres.
• Sobrio: medido en las expresiones, ubicado.
• Prudente
• Decoroso, no vulgar
• Hospedador
• Apto para enseñar
• No dado al vino
• No pendenciero
• No codicioso de ganancias deshonestas
• Amable
• Apacible
• No avaro: dadivoso, generoso
• Honesto
• Sin doblez: doble cara, dualidad, hipocresía.
• Que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia: una fe no fingida, artificial
(1Tim 1:5)
• Que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo
del diablo

4. El cuidado de su familia

Hay un extremo en postergar la obediencia a la voluntad de Dios por satisfacer deseos a ve-
ces tiránicos de la familia; en este caso hasta podemos hablar de idolatría. El otro extremo
es descuidarla. No hay tiempo acá para abundar en detalles y recomendamos leer el cuarto
libro de “Puerta, Camino y Meta”.

Debemos prestar el suficiente tiempo y atención a las necesidades materiales, sicológicas y


espirituales de nuestra familia. El mayor testimonio para una sociedad que se desintegra son
familias bien constituidas, con buena relación y que aman a Dios.

1Tim 3:4 “que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad,
(pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)”

Con toda honestidad: No enmascarando nada, sino mostrando la realidad de cómo estamos
puertas adentro. No presionando a nuestra familia para presentar una fachada delante de los
hermanos.
5. Un modelo del obrero cristiano, tomado de la vida del apóstol Pablo

1. Tres aspectos de la misma realidad:

• Era fiel a la verdad por encima de los hombres. Gál. 1:8,9.


• Buscaba agradar a Dios antes que a los hombres. Gál. 1:10.
• No buscaba gloria de los hombres. 1Tes. 2:6.

2. Cuando Dios le daba algo, no lo promocionaba humanamente, buscando “contactos” o


haciendo lobby. Gál. 1:15-19.

Luego de su conversión, y de que Dios le dice que será usado para llevar su palabra a los genti-
les, esperó y recién después de tres años en Arabia vuelve a ver a Pedro: reformuló su pensa-
miento y lo puso en las manos de Dios. Luego, recién luego de 14 años (Gál. 2:1) de haber madu-
rado el proyecto de evangelización a los gentiles, recién lo llevó a los apóstoles. Si Dios no nos
va a apoyar, mal haremos en buscar apoyo de los hombres.

En 2 Cor 3:1-3 parece haber una referencia a cierta costumbre detectada entre los corintios (o
quizás entre quienes se habían entrometido en el desarrollo de la obra, en contra de la autori-
dad apostólica) de armar alianzas por medio de recomendaciones. Pablo sigue a Jesús en aquello
de que “por los frutos los conoceréis” al afirmar que la única promoción –si la hubiere- es la del
resultado de la transformación que el Espíritu Santo ha realizado en el corazón de aquellos que
están bajo nuestro cuidado.

3. Era conciente de que no agotó el aprendizaje Siempre hay algo más de la gracia de Dios por
recibir, algo de su Persona que conocer. Fil 3:8-10.

4. No edificaba sobre fundamento ajeno. Rom 15:20; 2Cor.10:16

5. Sufría por los discípulos. Gál. 4:19; 2Tim 2:3,10. Había asimilado la idea de que el obrero “su-
frirá penalidades” 2Tim cap. 2. Todo lo soporta por amor de los escogidos (2:10).

6. Se preocupaba por que sus discípulos reciban no solo palabras, sino un mensaje basado en el
poder de Dios. 1Tes. 1:5; 2Cor.6:7; 1Cor. 2:5.

7. No entraba en discusiones sobre palabras, o “vanas palabrerías”. 2Tim 2:16; Rom. 14:1.

8. No se comportaba como quien tiene autoridad, sino siendo ejemplo. 2Cor 8:8, 1P 5:2.

9. Su estilo de conducción parece haber sido en cierta medida “blando”.

En 2Cor 10:1 Pablo dice que, aunque desde lejos tenía necesidad de ponerse atrevido con sus
cartas, “cuando estoy presente ciertamente soy humilde entre vosotros”. Sus mismos opositores
le cuestionaban que “la presencia corporal es débil y la palabra despreciable” (2Cor 10:10).

¿Por qué alguien con la autoridad de Pablo se comportaría como débil? ¿Y por qué alguien con su
profundidad teológica se manejaría ex profeso con un léxico sencillo? Quizás porque es la única
forma de permitir que otros se desarrollen, aún con los riesgos que esto conlleva.

De cierto que estilos de liderazgo más conductistas consiguen algún tipo de resultados más rápi-
do, pero si se quiere formar un pueblo que refleje el carácter de Dios y que perdure más allá de
nosotros, parece ser que el estilo de Pablo es el que debiera seguirse. Como líder, él sigue a Je-
sús, que se bajó a nuestro nivel (Fil. 2), se mostró débil, y no ocultó sus fragilidades y aún temo-
res a los que lo seguían. El mismo Pablo diría un poco más adelante (2Cor. 12:10) que no des-
preciaba esas situaciones en las que se veía como débil o angustiado, “porque cuando soy débil,
entonces soy fuerte”.
Lógicamente, esto no significa debilidad moral: estos mismos capítulos muestran que cuando era
necesario corregir, lo hacía con toda autoridad.

10. Tenía aprendido un oficio con el cual valerse cuando las cosas no iban bien.

Era importante para él que los discípulos supiesen que no estaba interesado en lo que material-
mente pudiese obtener de ellos 2Tes. 3:7,8 (aunque tenía derecho, v9). Les enseñaba con su
ejemplo sobre las cosas prácticas diarias.

11. Oraba insistentemente por sus discípulos. Ef. 6:18; Fil 1:4; Ef. 1:16; Col 1:3; 1Tes 3:10.

12. Sabía diferenciar el consejo y voz del Señor de su propia opinión y consejo. 1Cor 7:10,12.

13. Era sensible a la voz de Dios, aunque la misma fuera en contra de planes previamente esta-
blecidos. Hch. 16:7-10.

14. Formaba a otros discípulos como obreros; trabajaba en equipo, delegaba. 1Tes 3:1,2; Rom
16 (¡entre tantos otros textos!). Más adelante profundizaremos en este aspecto.

15. Ejercía su autoridad, pero una vez maduros los discípulos se desprendía de ellos, no fomen-
tando una dependencia paralizante. Hch. 20:26-28. Los enviaba aquí y allá, les daba espacio pa-
ra crecer, y luego les encomendaba el mismo trabajo. (2Tim 2:2).

16. Combinaba un profundo temor del Señor y sensibilidad a su voluntad con una santa osadía y
pasión por dar el próximo paso. Rom. 15:23.

Los momentos más decisivos de su vida lo encontraron involucrado completamente en la tarea


que tenía por delante, de forma tal que Dios lo dirigía “yendo por el camino”, como cuando re-
cibió la visión del varón macedonio o aún equivocado como en el momento de su viaje a Damas-
co. Bien dijo alguien que Dios no llama a los desocupados.

No midió costos; junto con una gran dependencia de Dios, lo encontraremos siempre ocupando
hasta sus últimas energías en hacer su voluntad. 2Cor. 12:15 “Y yo con el mayor placer gastaré
lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas…”

Preguntas:

1. ¿En cual de los puntos 1 a 4 piensa que Dios está trabajando más en su vida?
2. ¿Cuál de las características del apóstol Pablo como obrero le llama más la atención? ¿Por
qué?
3. ¿Y cuáles las características de Jesús, no en este caso como Dios, sino como Hijo, como
hombre, como obrero?

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