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EL SILENCIO ADMINISTRATIVO

El ordenamiento de los efectos del silencio administrativo le compete, en un inicio,


a la ley, la Constitución de 1979 establece la regla del silencio negativo para
garantizar los derechos de los administrados para realizar sus peticiones, individual
o colectivo por escrito, y esto ante una autoridad competente, esta autoridad está
obligada a dar una respuesta al interesado también por escrito, dentro del plazo
legal, pasado el plazo el interesado puede proceder interpretando como si la petición
hubiese sido denegada. Es decir, la constitución ordenaba explícitamente la
aplicación del silencio administrativo, aunque quizá con eso, lo que pretendía era
constitucionalizar el deber o la obligación de responder, como también lo hace la
constitución de 1993 en su artículo 2 inciso 20, que no prima ningún silencio sobre
el otro, con ello deja a la ley la decisión de determinar a los supuestos en cada uno
es aplicable.
Cuando la administración Pública no se pronuncia, se vence el plazo determinado
por la ley y es ahí donde se origina el llamado silencio administrativo, y este genera
efectos jurídicos específicos poniendo fin al procedimiento administrativo en ciertas
circunstancias. El silencio administrativo se justifica en el hecho de que el interés
público y el administrativo no se vean desfavorecidos por la inacción de la
administración en un determinado proceso administrativo.

El valor del silencio administrativo nace con la objeto de servir de garantía para que
los derechos fundamentales de petición del ciudadano no se vean afectados.
Entonces el silencio administrativo es el reemplazo de la expresión concreta del
órgano administrativo por la manifestación abstracta diligente por la ley,
estableciendo una conjetura a favor del administrado, con esa capacidad pasado un
determinado plazo se desvía una manifestación de voluntad estatal con
consecuencias jurídicas en determinado sentido.

El silencio administrativo vendría a ser una conjetura o ficción legal por lo cual,
pasado cierto plazo sin respuesta la Administración, y además producidas ciertas
circunstancias se interpretara denegada o aceptada la petición o el recurso
formulado.
La ideología como la legislación, tienen en consideración dos consecuencias del
silencio administrativo: la negativa y la positiva. Ósea, ante la falta de una respuesta
a los requerimientos del administrado, se supone que han sido expedito de forma
negativa o positiva.

Debemos tener en cuenta la naturaleza del silencio administrativo: es un supuesto


o ficción legal, por ende no tiene expresión material, se delibera la existencia de una
decisión que pone fin al proceso.

El silencio puede ser negativo o positivo:

- el silencio negativo: es el efecto asignado por la ley a todo suceso que no ha sido
resuelto en un plazo dado, es la desatención de la pretensión.

- el silencio positivo: es la inacción de la administración se valora por la ley en


sentido estimatorio de la aspiración deducida.

De la descripción se infieren los elementos constituyentes del silencio. Su naturale-


za jurídica va a distinguirse según sea silencio negativo o silencio positivo. El objeto
del silencio administrativo es a favor del administrado y sosteniéndose en el principio
de la defensa.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Cervantes, D. (2016). Manual del Derecho Administrativo. 7ª Ed. Lima


Morón J. (2019). Ley General de procedimiento Administrativo General

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