Aspectos generales[editar]
Se entiende en este contexto como un estado de ánimo positivo. Dicho estado de ánimo
es subjetivo y, por tanto, no se refiere a un hecho autopercibido. Esto implica que una
misma serie de hechos puede ser percibido de manera diferente por personas con
diferentes temperamentos, y por tanto lo que para una persona puede ser una situación
feliz para otra puede llevar aparejada insatisfacción e incluso frustración. Es por esa razón,
que la felicidad a diferencia de otros hechos relacionados con el bienestar se considera
una situación subjetiva y propia del individuo (en contraposición a hechos objetivos en los
que diferentes observadores concordarían).
La felicidad frecuentemente se considera positiva ya que permite a los individuos sacar
partido de las condiciones objetivas, favorece la actitud de abordar diferentes tareas
llevándola al término propuesto. La depresión y otros trastornos psicológicos, por ejemplo,
se caracterizan por una notoria falta de felicidad del individuo, lo cual frustra las
posibilidades de los individuos para acometer con éxito diversas tareas u obtener
beneficios de situaciones objetivamente favorables. Bajo un estado de felicidad los
individuos son capaces de llevar a cabo una actividad neutral constante en un entorno con
variables ya experimentadas y conocidas, los distintos aspectos de la actividad mental
fluyen de forma armónica, siendo los factores internos y externos interactuantes con
el sistema límbico. En dicho proceso se pueden experimentar emociones derivadas, que
no tienen por qué ser placenteras, siendo consecuencia de un aprendizaje ante un medio
variable.
Actualmente se conoce que la variabilidad en los niveles de felicidad que experimentan los
individuos se ven influidos por tres grupos de factores (en orden de importancia):
Factores socioambientales.
Factores genéticos.
Factores asociados a la consecución de objetivos y deseos.
Igualmente es un hecho bien establecido, que el juicio sobre si uno mismo es feliz está
influido por razones culturales: en ciertas sociedades se desaprueba en mayor medida
expresar sentimientos negativos, mientras que en otras la sinceridad y la autoexpresión
fidedigna es valorada en mayor medida. Por eso las comparaciones internacionales entre
países con diferentes condiciones socioeconómicas deben corregir el sesgo cultural.12
La felicidad, en tanto que estado emocional y autopercibido, es un estado subjetivo que,
sin embargo, puede analizarse mediante procedimientos objetivos. Los siguientes son
ejemplos de disciplinas con aproximaciones objetivas:
Un anciano chileno sonriendo. La sonrisa es una de las expresiones faciales que denotan felicidad.
Rebecca L. Felton feliz y sonriente.
Felicidad en psicología[editar]
Interacciones[editar]
El subconsciente alimenta este estado de ánimo.4 Admitir los límites de
la personalidad facilitará la capacidad de no derrochar recursos en aquello que es
incontrolable.5 Tratar de condicionar el entorno a nuestro deseo6 sólo impedirá que
consigamos atisbar lo que es el flujo4 que nos lleva al estado de ánimo feliz.7 Este estado
no se encuentra fuera de nosotros, ni siquiera en nosotros, se encuentra en nuestra
naturaleza interior.8 No depende exclusivamente del entorno, sino que es la aceptación de
que existen factores más influyentes que nuestra voluntad, modificando nuestra actitud
hacia la vida; siendo el pesimismo una actitud que dificulta la consecución de dicho estado
anímico y el optimismo una actitud favorecedora, pero ninguna de las dos son
determinantes.9
La capacidad de dar soluciones a los diferentes aspectos del vivir cotidiano, hace del
individuo más o menos feliz. Esto se pone de relieve cuando entendemos lo que es
la frustración, causa principal de la pérdida de la felicidad. Cabe decir que, tal sensación
de autorrealización y plenitud, confiere a las personas felices una mayor serenidad y
estabilidad en sus pensamientos, emociones y actos; fruto del equilibrio y la compensación
de las cargas emocionales y las racionales. Algunas emociones asociadas a la felicidad
son la alegría y la euforia.
La adaptación hedonista[editar]
La adaptación hedonista es un constructo psicológico mediante el cual los seres humanos
tienen la tendencia a regresar a un nivel de felicidad más o menos estable después de
experimentar importantes cambios (positivos o negativos) en sus vidas.10 Según esta
hipótesis, conforme una persona, por ejemplo, aumenta su nivel económico, sus deseos y
aspiraciones suben en paralelo, lo que da como resultado la neutralización de las
ganancias en felicidad. Brickman y Campbell acuñaron este término en un ensayo
publicado en 1971.11 A finales de los años 90, el concepto fue modificado por Michael
Eysenck, psicólogo británico, y se comenzó a hablar en la literatura científica de “la cinta
de correr hedonista”, donde se compara la búsqueda de la felicidad con una cinta de
correr, donde una persona no deja de andar, pero siempre se encuentra en el mismo sitio.
El concepto de adaptación hedonista ha ganado un nuevo impulso gracias a la psicología
positiva donde se ha revisado y desarrollado. Dado que la adaptación hedonista
demuestra generalmente que la felicidad a largo plazo de una persona no se ve afectada
por eventos vitales importantes, la psicología positiva se preocupa por descubrir aquellas
cosas que pueden coadyuvar a cambios duraderos en el nivel de felicidad.
La experiencia y la memoria[editar]
Atravesar momentos agradables como desagradables nos ayudan a comprender y enfocar
qué es eso del 'estado de flujo'. El que es capaz de tocar Jazz, es capaz de focalizar
emociones y sentimientos resultantes de sus experiencias pasadas y transmitirlos con
notas musicales. Por eso la memoria a este respecto juega un papel crucial.
Si la memoria nutriese de forma eficaz nuestro centro administrador de recursos, los
recuerdos fluirían sin obstáculos ante situaciones paralelas, ayudando a que la 'orquesta al
completo entre a tiempo'. La degradación neuronal impide que eso suceda de forma
sostenida en el tiempo, por lo que si se desea sostener el flujo asociado a la felicidad hasta
nuestra muerte, se necesitaría ayuda, algo o alguien que nos estimulara la motivación para
recordarnos en todo momento que 'instrumento toca dentro del concierto que se nos está
demandando'.
Trastornos de la felicidad[editar]
Bien sea por falta de memoria o por falta de experiencia, el hecho de que la 'orquesta entre
a destempo' (suele suceder cuando hemos terminado de pasar un tiempo de duelo y
nuestro centro administrador de recursos continua invocando un instrumento, que ya por
naturaleza no va a sonar por sí solo) en su 'serenata' sólo producirá los efectos asociados
a una oposición al sentido y dirección que indica nuestro entorno, 'desafinado' en grado
extremo y provocando la desorientación de cada sistema metabólico cerebral, que de
sostenerse en el tiempo, alteran:
ansiedades
ataques de pánico
obsesiones y compulsiones
fobias
estados maníacos y depresivos
Todo ello derivado del desorden cerebral patológico producido por la lesión que ha dejado
en el cerebro el despojo de su estado de flujo y la insistencia del centro administrador de
recursos en que continúe 'sonando' un 'instrumento', sin razón de ser, por falta de
información. A este respecto ayudan los psicofármacos, aportando lo que por naturaleza
un cerebro sano debiera administrar y que por su lesión es incapaz de aportar.[cita requerida]
La pirámide de Maslow[editar]
Artículo principal: Pirámide de Maslow