Una noche cálida de verano vio como una mujer se dirigía al monasterio de los
Templarios, él la siguió e intentó alcanzarla y hablar con ella, pero a pesar de
todos sus intentos no consiguió alcanzarla hasta que llegó a la que él supuso que
era su casa. Pero cuando tocó la puerta y preguntó que quién vivía allí, la persona
que le abrió le dijo que era la casa de Alonso de Valdecuellos que era el montero
mayor del rey y que vivía solo.
Desenlace
Pasado un tiempo volvió a verla desde su balcón y la volvió a seguir, pero mucho
más de cerca y así pudo darse cuenta de que lo que veía era un rayo de luna por
el medio del bosque, al que le daba voz el viento que chocaba contra los árboles.
Esto llevó a nuestro protagonista en una gran melancolía pensando que la vida era
un engaño y el amor era un simple rayo de luna.
“- ¡Una mujer desconocida!… ¡En este sitio!, ¡a estas horas! Esa, esa es la mujer
que yo busco -exclamó Manrique; y se lanzó en su seguimiento, rápido como una
saeta.”,
” -¡Es ella, es ella, que lleva alas en los pies y huye como una sombra! -dijo, y se
precipitó en su busca, separando con las manos las redes de hiedra que se
extendían como un tapiz de unos en otros álamos.”
1)” -¡Una mujer desconocida!… ¡En este sitio!…, ¡a estas horas! Esa, esa es la
mujer que yo busco -exclamó Manrique; y se lanzó en su seguimiento, rápido
como una saeta.”, el siguiente, al inicio del apartado tres: ” -¡Es ella, es ella, que
lleva alas en los pies y huye como una sombra! -dijo, y se precipitó en su busca,
separando con las manos las redes de hiedra que se extendían como un tapiz de
unos en otros álamos.”
Los dos segmentos que hacen avanzar el relato, ya que toda la tensión de este se
encuentra en estos segmentos.
“- ¡Una mujer desconocida!… ¡En este sitio!, ¡a estas horas! Esa, esa es la mujer
que yo busco -exclamó Manrique; y se lanzó en su seguimiento, rápido como una
saeta.”,
” -¡Es ella, es ella, que lleva alas en los pies y huye como una sombra! -dijo, y se
precipitó en su busca, separando con las manos las redes de hiedra que se
extendían como un tapiz de unos en otros álamos.”
“Sobre el Duero, que pasaba lamiendo las carcomidas y oscuras piedras de las
murallas de Soria, hay un puente que conduce de la ciudad al antiguo convento de
los Templarios, cuyas posesiones se extendían a lo largo de la opuesta margen del
río.”
“En la época a que nos referimos, los caballeros de la Orden habían ya abandonado
sus históricas fortalezas; pero aún quedaban en pie los restos de los anchos
torreones de sus muros, aún se veían, como en parte se ven hoy, cubiertos de
hiedra y campanillas blancas, los macizos arcos de su claustro, las prolongadas
galerías ojivales de sus patios de armas, en las que suspiraba el viento con un
gemido, agitando las altas hierbas.”
“La media noche tocaba a su punto. La luna, que se había ido remontando
lentamente, estaba ya en lo más alto del cielo, cuando al entrar en una oscura
alameda que conducía desde el derruido claustro a la margen del Duero…”
“¡Una mujer desconocida…! ¡En este sitio…! ¡A estas horas! Eso ésa es la mujer
que yo busco, exclamó Manrique, y se lanzó en su seguimiento, rápido como una
siesta.”
Fuentes.