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Hubo alguien,

de Dios el Escogido,
Que en ofrenda de amor y sin medida,
Ya cambió radicalmente el sentido
De la muerte, que hoy en verdad es vida.
Más de dos mil años han pasado
Que el cordero de Dios vino a la tierra
Para ser por nosotros inmolado
Y traernos la paz en vez de guerra.
Más son tan pocos los que así lo entienden
Y siguen temerosos de su suerte,
Sin saber que cuánto a Dios ellos ofenden
Al dudar que Jesús venció la muerte.
Gracias a Dios que este domingo santo
Con San Pablo podemos proclamar
Cómo el Señor nos bendijera tanto,
Que hoy morir no es perder sino ganar.
¿Dónde está, ¡Oh sepulcro!, tu victoria?
¿En dónde está, ¡Oh muerte!, tu aguijón?
!Si a la muerte en la cruz siguió victoria
de Jesucristo, en su resurrección!
¡Alabemos con júbilo al Eterno
Que a la tumba venció en ese domingo!
Pues conquistó la muerte y el derecho
De salvar del infierno al más perdido.
¡Gloria a Dios que ahora tienen la esperanza
De volver a vivir resucitados
Los que en Cristo por fe, ahora descansan
Aguardando por Él ser levantados.
¡Cristo vive! ¡Cristo ha resucitado!
!La trompeta final se ha preparado!
Y al sonar, del sepulcro todo salvo,
Victorioso, saldrá glorificado.

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