E
l moderno florecimiento de investigaciones sobre la espiritualidad, la
actividad religiosa y las instituciones eclesiásticas en el Perú durante el
coloniaje español, parece responder al predominio general de la historia de
las mentalidades, con su énfasis en los discursos y en las interioridades de la vida
cotidiana. Este trabajo se ocupa justamente de los estudios dedicados al ámbito de la
cristianización y la religiosidad en el virreinato del Perú, durante la presente década
de 1990. Como es natural, hemos realizado una selección, dando prioridad a las
publicaciones en formato de libro y a las obras escritas individualmente. Nuestra
distribución temática comprende estos cuatro sectores : (1) las tempranas campañas
de evangelización en el virreinato ; (2) la abundancia de vidas santas en el
siglo XVII, con especial atención sobre Toribio Alfonso de Mogrovejo, Rosa de
Santa María y Martín de Porras ; (3) los mecanismos de control moral y represión
ideológica del Santo Oficio de la Inquisición ; y (4) las campañas de extirpación de
idolatrías frente a su complejo enemigo, la religión andina colonial.
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TEODORO HAMPE MARTINEZ
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CRISTIANIZACION Y RELIGIOSIDAD EN EL PERIODO COLONIAL
En una biografía bien documentada y amena, el profesor José Antonio del Busto
Duthurburu (1992) ha trazado la vida del mulato limeño Martín de Porras, hermano
de la congregación dominica, quien recibiera el honor de la canonización en los
años 1960. Esta biografía rastrea la infancia, la edad madura y la vejez de San
Martín, fijándose especialmente en sus facetas de barbero, enfermero, observante,
penitente, asceta, místico y vidente. La mayor parte de la información proviene de
las actas del proceso de su beatificación (guardadas en el Archivo Arzobispal de
Lima), que fueron oportunamente editadas hace varias décadas. La presente obra
contiene un perfil útil, desapasionado y completo del dominico, así como una
correcta descripción del ambiente social y espiritual de la ciudad de Lima durante el
primer tercio del siglo XVII, cuando asistió a una extraordinaria floración de vidas
santas.
Buen aporte acerca de la tarea evangelizadora y organizadora de Toribio
Alfonso de Mogrovejo, el segundo arzobispo de Lima (y primero de nuestros santos
virreinales que halló la muerte), se encuentra en el ensayo de Miguel León Gómez.
Este trabajo, beneficiado con una investigación en archivos de Roma y Sevilla,
presenta detalladamente el contexto socio-geográfico, así como los antecedentes, el
desarrollo y las conclusiones del sínodo diocesano de Piscobamba, que se celebró
en 1594 bajo la presidencia de Santo Toribio. Se trata de un ensayo inserto en un
volumen auspiciado por la Prelatura de Huari, en el callejón de Conchucos, como
homenaje a la insigne labor del prelado limeño y al cuarto centenario de la
realización del sínodo de Piscobamba (1994).
La reunión sinodal que mencionamos fue la octava de esta categoría que se llevó
a cabo durante el pontificado de Mogrovejo, y terminó en la promulgación de 48
decretos, que versan sobre cuestiones eclesiásticas, pastorales, demográficas y
urbanísticas 4. En el mismo volumen de homenaje, Francesco Pini Rodolfi
contribuye con una extensa biografía de Santo Toribio, plena de rasgos apologéticos
y fundada esencialmente en las actas de su proceso de beatificación. Además, el
profesor Julio Villanueva Delgado ofrece una serie de relatos corrientes en la
tradición popular del callejón de Conchucos, que tratan de la presencia del santo
arzobispo – cuatro centurias atrás – en diversos parajes de la región.
Otra hagiografía moderna es la que ha producido el P. Cayetano Bruno (1992),
investigador y académico bonaerense, el cual presenta de manera sencilla la historia
de la vida de Santa Rosa de Lima, siguiendo literalmente las testificaciones que se
recogieron en el expediente conducente a su beatificación. Las actas de los procesos
ordinario y apostólico se conservan en el Archivo Secreto Vaticano, entre la
documentación de la Sagrada Congregación de los Ritos. Dividida en catorce
capítulos, la provechosa contribución del P. Bruno parece reproducir el esquema
que utilizaron las biografías originales del siglo XVII ; aquí encontrará el lector una
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exposición sumaria de la niñez y las aspiraciones monjiles de Rosa, así como de sus
ayunos, mortificaciones, devociones, virtudes, dones preternaturales, muerte y
glorificación.
Distinto carácter posee la aproximación de Luis Millones (1993), con un
enfoque antropológico del culto rendido a Santa Rosa desde las circunstancias
posteriores a su muerte hasta nuestra propia actualidad. Dicho autor examina
concretamente la adoración a la santa limeña que se practica en las poblaciones de
Quives, Arahuay y Carhuamayo, en la sierra central del Perú, y pasa revista a los
elementos tradicionales de las hagiografías santarrosinas. En el apéndice de este
libro se transcribe la declaración del contador Gonzalo de la Maza (dilecto protector
de Rosa) sobre la vida, virtudes y milagros de la candidata a santidad – jugoso
testimonio que procede de las actas de su expediente ordinario, en septiembre de
1617.
Quienes escribieron sobre Rosa de Santa María han insistido en presentarla
como un modelo de vida ascética y de automortificación, una doncella prodigiosa
de la cual se han popularizado sobre todo los milagros que obró en sus últimos años
de vida y luego de su desenlace mortal. En cambio, Luis Millones se ha ocupado
preferentemente de la etapa oscura en la vida de Rosa, que corresponde a su
infancia y adolescencia en el poblado de Quives, procurando iluminar dicho período
mediante la interpretación de algunos sueños que recogen los biógrafos de la santa.
Opina Millones que ésa pudo ser la etapa más importante para la formación de su
personalidad, no obstante que los hagiógrafos han preferido hacer abstracción del
entorno económico y de las experiencias culturales que condicionaron la vida de la
familia Flores de Oliva en la sierra5. Probablemente, aquella vivencia – la visión
cotidiana de los sufrimientos que padecían los trabajadores indios – pudo ser la que
dio a Rosa de Santa María la preocupación por remediar las enfermedades y
miserias de sus prójimos.
En un ensayo incorporado en la obra que venimos comentando, Fernando
Iwasaki Cauti explora sugestivamente el ambiente en el cual vivieron y ejercieron la
devoción Santa Rosa y un grupo de mujeres beatas de la sociedad criolla limeña.
Esta investigación demuestra el rico universo de posibilidades que ofrecen aspectos
generalmente poco estudiados como la imaginación religiosa, la influencia de las
lecturas piadosas y la propia vida de las mujeres en el virreinato peruano. La
sociedad que condenó por alumbradismo a las beatas compañeras de Rosa no se
encontraba capacitada – según Iwasaki Cauti – para entender que ellas eran
producto de la mentalidad colectiva, a la vez que sus intérpretes más intransigentes.
Su pecado no fue otro que el de la ortodoxia exagerada en tiempos de extremismos
místicos y fervores radicales, alimentados por una serie de lecturas, iconografías y
tradiciones6 …
Ramón Mujica Pinilla ha brindado un largo y denso ensayo sobre la mística y la
política en torno a Rosa de Santa María, dentro de un volumen colectivo de elegante
factura, publicado por el Banco de Crédito del Perú. Situado en el terreno de la
antropología histórica, dicho estudioso se manifiesta inmejorablemente dotado para
analizar el ambiente místico que rodeó a Santa Rosa, con sus antecedentes europeos
y sus fundamentos teológicos e intelectuales. Uno de los aspectos en que el ensayo
MECANISMOS DE REPRESIÓN :
UNA NUEVA MIRADA AL SANTO OFICIO
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vigilancia moral durante los siglos XVI y XVII. Esta mirada de conjunto aprovecha
sabiamente los fondos del Archivo Histórico Nacional de Madrid, donde se halla la
documentación perteneciente al Consejo de la Suprema Inquisición :
correspondencia, cuentas de tesorería, resúmenes de causas de fe, registros de
visitas, pleitos de jurisdicción, etc. En cuanto a las finanzas del tribunal limeño,
Castañeda Delgado y Hernández Aparicio manifiestan que al comienzo hubo una
grave penuria, porque los ingresos corporativos se limitaban a multas, penas
pecuniarias y confiscaciones de bienes. Luego mejoró la situación al añadirse los
denominados bienes adventicios (como donaciones o penas de juego), y fue a partir
de 1596 cuando empezaron a realizarse inversiones en censos inmobiliarios, que
con el tiempo se harían las rentas más cuantiosas de la institución.
En resumidas cuentas, Castañeda Delgado y Hernández Aparicio observan que la
actividad inquisitorial fue mucho más intensa en los años inaugurales del tribunal, que
coinciden con el movimiento de la Contrarreforma y con la encarnizada persecución
de herejes que impulsó Felipe II. Durante el seiscientos, en cambio, se notará que
disminuyen los procesos por luteranismo y por expresiones heréticas, ya que hubo una
vigilancia menos acentuada en las cuestiones de fe y un cierto espíritu de tolerancia,
debido a los propios intereses económico-políticos de la monarquía10. Se ratifica así
que la Inquisición constituyó, en gran medida, un instrumento al servicio del Estado.
El sonado proceso inquisitorial del dominico Francisco de la Cruz, condenado a
la hoguera en Lima en 1578, levantó en su tiempo un expediente de más de 1.800
folios. La fatigosa pero importante tarea de editar esos papeles ha sido emprendida
por el profesor Vidal Abril Castelló, en tres volúmenes del Corpus Hispanorum de
Pace (1992-96), poniendo así al alcance de los estudiosos las incidencias de un
litigio que simboliza en buena medida el ocaso del espíritu lascasiano en el Perú,
bajo el influjo de la represión contrarreformista aplicada por el virrey Toledo. En tal
sentido, Abril Castelló opina que la hipertrofia funcional, jurídica y procesal del
Santo Oficio suramericano consistió en hacer ser a la fuerza a Francisco de la
Cruz – aunque no lo fuera realmente – el mayor hereje, degenerado y traidor del
virreinato, porque así convenía a las miras políticas del tribunal y del virrey11.
Hay, sin embargo, algunos reparos que hacer a dicha obra editorial : en la
transcripción se ha modernizado por completo la ortografía y puntuación y, lo que
es más grave aún, se ha introducido una compleja armazón de numeraciones,
divisiones y títulos facticios. Estos añadidos inducen a una lectura dirigida,
manipulatoria, de los documentos, sin respetar la estructura con que fueron
originalmente concebidos. A pesar de todo, se comprueba que el desarrollo del
proceso estuvo acompañado de una paulatina desequilibración psíquica de
Francisco de la Cruz, hasta terminar en el diseño de un extravagante plan de
reforma religiosa, una concepción utópica que ha sido calificada de profetismo casi
delirante (Marcel Bataillon). Su planteamiento contemplaba la inminente
destrucción de la cristiandad europea – por mano de los turcos – y el surgimiento de
una nueva Iglesia en Hispanoamérica, en la que fray Francisco se hallaría a la
cabeza, con los títulos de papa y rey de Israel.
Vidal Abril Castelló, jurista de profesión, centra su interpretación en los
aspectos jurídicos y procesales de este caso, advirtiendo que se trata de un litigio
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hilvanar, comentar y juzgar críticamente los hechos del pasado. De las ocho
historias que contiene el librito de Iwasaki Cauti, seis corresponden a juicios y autos
de fe que el tribunal del Santo Oficio de Lima celebró desde su fundación hasta los
años 1690.
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NOTAS
1 Según el comentario de Solange Alberro, apud Ramos, Gabriela (comp.), La venida del
reino. Religión, evangelización y cultura en América (siglos XVI-XX), Cusco, Centro de
Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas, 1994, pp. 420-421.
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BIBLIOGRAFIA
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