ANTOLOGÍA:
HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA
ABRIL 2015
ÍNDICE
PRESENTACIÓN 3
ORÍGENES DE LA PSICOLOGÍA 39
SAN AGUSTÍN 53
LA EVOLUCIÓN Y LA PSICOLOGÍA 63
REFERENCIAS 214
PRESENTACIÓN
Cimentar las bases del aprendizaje de cualquier
disciplina científica es fundamental para el desarrollo
profesional, ya que el individuo en formación debe
conocer el inicio, desarrollo y fundamentos teóricos que
dieron estructura a la ciencia que estudia.
HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA.
ANTECEDENTES FILOSÓFICOS DE LA PSICOLOGÍA
José Moya Santoyo
INTRODUCCIÓN
Históricamente el estudio de la Psicología comienza por la admiración que siente el hombre ante
dos realidades que llaman poderosamente su atención: el mundo de los objetos materiales y su
propia conciencia, dos realidades que se le presentan inabarcables y desorganizadas. La primera
labor de la conciencia es poner orden en el mundo; para ello el hombre, según la expresión
bíblica, da nombre a los objetos que se presentan ante él. De esta clasificación y categorización
de los fenómenos de acuerdo a sus regularidades surge la forma más primitiva de ciencia física.
Un problema distinto urge cuando el hombre se enfrenta a su propia conciencia, es entonces
cuando se descubre como parte del mundo y al mismo tiempo distinto del mundo. Ante un
fenómeno tan extraño y tan novedoso, el hombre necesita dar una explicación que encontrará
en la mitología o en la reflexión filosófica. En los griegos aparecen claramente estos dos
momentos históricos, siendo la mitología de Homero y la explicación filosófica de Aristóteles dos
momentos cumbres de la antropología filosófica de los griegos. Pero el camino hasta Aristóteles
pasa por diversos momentos importantes de la reflexión en la filosofía de los filósofos
presocráticos, en la que vamos a detenernos brevemente.
Todas estas teorías de la percepción, mediante representaciones de los objetos con los que
guardan una estrecha semejanza, son tan sencillas y atractivas que han perdurado durante 15
siglos, habiendo sido negadas por Johannes Müller y otros psicólogos de nuestro siglo.
La explicación de la psique humana no se centró en la percepción de los objetos, sino que hubo
un interés bastante generalizado en cuestiones fisiológicas para determinar la influencia del
cuerpo y su forma de interacción con el espíritu.
Alcmeón de Crotona, que vivió en el siglo VI a.C., posiblemente fuera el primero en realizar
disecciones anatómicas con propósitos de investigación. Su teoría más conocida afirma que la
normalidad, o buena salud, consiste en el equilibrio o isonomía del hombre con las leyes de la
naturaleza.
Íntimamente ligadas a aspectos fisiológicos aparecieron muy pronto las doctrinas de los cuatro
temperamentos básicos, dependientes de cuatro humores: sangre, flema, bilis amarilla y bilis
negra. Desde Hipócrates (470-377 a.C.) se ha venido distinguiendo el carácter de los individuos
de acuerdo con el predominio de uno de estos cuatro humores que originaban los cuatro
temperamentos: sanguíneo, flemático, bilioso y melancólico. La teoría de Hipócrates será
retomada por Galeno (131-201) en el siglo II, y tendrá vigencia, entre otros, en Juan Huarte de
San Juan, quien la utiliza en su libro Examen del Ingenios, hasta que se presenten otras teorías
anatómico-fisiológicas en el siglo XX de mano de Kretschmer, Sheldon, Pende, Pávlov, entre
otros.
La idea de un alma como ente sustancial residente en un cuerpo con capacidad de existencia
independiente comenzó a ser considerada a partir de Pitágoras, al final del siglo V a.C. Platón
desarrolló esta concepción, distinguiendo en el alma las funciones nutritiva, sensitiva y racional, y
asignando el alma nutritiva a las plantas, la sensitiva a los animales y la racional a los hombres.
Estas funciones representan una jerarquía evolutiva, pues cada nivel superior incluye los
inferiores. Pero con la aparición de la racionalidad propia del hombre se introduce una fuente de
conflictos con el deseo, propio también de los animales.
Platón presenta la actividad del alma como constitutiva de las funciones básicas del hombre, lo
mismo que la noción de que las actividades más simples evolucionan hacia actividades más
complejas. Por otra parte, el alma, absolutamente perfecta en sí misma, se encuentra en el
cuerpo como en una cárcel, a través de la cual va reconociendo el mundo que le rodea
(reminiscencia). Las cosas son un reflejo de las ideas, porque su ser consiste en su participación
en ellas. La teoría de las ideas en Platón no es una teoría de los conceptos, pero tampoco una
teoría de las puras posiciones del pensamiento. Las ideas son esencias existentes, por tanto, el
conocimiento platónico es un conocimiento metafísico, no un conocimiento trascendental.
La diferencia trascendental entre lo eterno, lo inmutable, el alma, y lo puramente aleatorio, el
cuerpo, lo establece claramente Platón en este texto del Fedón:
Una vez que se juntan alma y cuerpo en un solo ser, la naturaleza prescribe a éste el servir y el
ser mandado, y a aquélla, en cambio, el mandar y el ser su dueña... Es a lo divino, inmoral,
inteligible, uniforme, indisoluble y que siempre se presenta en identidad consigo mismo y de
igual manera, a lo que más se asemeja el alma y... por el contrario, es a lo humano y de igual
manera ininteligible, disoluble y que nunca se presenta en identidad consigo mismo, a lo que a
su vez, se asemeja más el cuerpo.
Platón establece la necesidad de que exista algo permanente y algo mudable, algo que
permanece para siempre y algo que muere. Por otro lado, el conocimiento requiere el uso de
categorías con que ordenar lo sensible, lo que captan los sentidos. Platón une las ideas del ser y
del no ser, de lo idéntico y lo diverso en aquellas categorías que ofrece el alma, pues “no hay
para estas categorías ningún órgano especial como para aquéllas, sino más bien que el alma por
sí misma me parece que contempla lo que es común en todas las cosas... Y por eso, no será
nunca la misma cosa sensación y conocimiento”. Mientras el conocimiento a través de los
sentidos es empírico, la categorización requiere un sustrato ideativo que Platón encuentra bajo la
idea de la reminiscencia.
La psicología se constituye como ciencia por obra de Aristóteles (384-322 a.C.), nacido en
Estagira (Macedonia). Discípulo de Platón en Atenas, escribió una obra sistemática de Psicología,
πεġí ής, se trata de un tratado sobre el alma. En Homero se destaca con vigor singular la
distinción entre ψυχή, como ser individualizado, singular, irreducible, y el θυμός como el impulso
indiferenciado que caracteriza a todo ser viviente. En la doctrina Aristotélica el cuerpo tiene un
πνεύμα (animus, spiritus) efectúa la integración del organismo mediante sus movimientos
apropiados con el cuerpo.
Aristóteles parece haber creído que el πνεύμα mueve el cuerpo a través de los vasos sanguíneos,
puesto que él no conocía el funcionamiento de los nervios.
Por otra parte, Aristóteles se separa de la concepción que Platón tiene de alma. El alma, de
acuerdo con Aristóteles, es una entelequia del cuerpo; eso es, lo que da unidad a las distintas
funciones del cuerpo. El énfasis en la unidad del alma y del cuerpo y la importancia de
considerar el organismo como un todo para comprender la percepción y la acción es lo más
característico de la concepción de Aristóteles.
Según el principio del hilemorfismo, la forma es el principio sustancial del ser (como cuando se
dice que el alma es forma del cuerpo orgánico). La forma, en su más amplio sentido, es lo que
hace que un ser sea lo que es, a saber, aquello que hace que un ser concreto sea precisamente
este ser determinado y no cualquier otro. La forma es, por consiguiente, la naturaleza del ser. En
la forma alcanza el ser toda su realidad y recorre todos sus grados.
La forma determina la especie, lo mismo que sus virtualidades y diferencias con el resto de los
seres que comparten con él la misma materia.
Además, algunas sustancias tienen en sí un principio de movimiento, son cambiantes dentro de
un orden. Entre los distintos movimientos es especialmente importante la génesis y desarrollo de
nuevos individuos vivos en los cuales se transmite la misma forma sustancial a una nueva
materia. Para explicar que las sustancias pueden cambiar sin dejar de ser lo que son, Aristóteles
utiliza los conceptos de potencia y acto. El ser potencial es, en rigor, ser actual: sólo por la
actualidad puede ser entendida la existencia de la posibilidad. Es evidente que la potencia tiene
que ser anterior al acto, ya que la potencia sólo puede actuar porque es una potencia:
solamente ven que tienen la potencialidad de ver.
Para que un organismo tenga vida es necesario que existan posibilidades de cambio, de
movimiento; la vida no se presenta como algo acabado, un ser en acto, sino un ser con enormes
posibilidades de existencia. El alma es principio de movimiento: en sí misma es vida y posibilidad
de cambio. Aristóteles advierte que existen tres categorías diferentes de seres vivos: las plantas, los
animales y el hombre. Por ser seres vivos todos tienen las capacidades de nutrición, generación y
crecimiento, pero cada una de ellas presenta un paso respecto a los seres inferiores. Así, las
plantas superan a los minerales porque poseen además un alma vegetativa, los animales
superan a las plantas porque poseen además un alma sensitiva y, finalmente, los hombres tienen
un alma intelectiva. El alma de los hombres hace posible que éstos vivan, sientan y piensen en
sentido primero y radical.
Aristóteles localizó las funciones psíquicas en el corazón, mientras su maestro Platón y los
pitagóricos las habían colocado en el cerebro. Galeno sintetiza las dos posiciones diciendo que
los espíritus animales se encuentran almacenados en los ventrículos cerebrales, que fluyen hacia
los ventrículos del corazón, de donde son distribuidos por el cuerpo a través de las arterias.
Los procesos de conocimiento comienzan con el movimiento de los objetos que afectan los
órganos de los sentidos. Percibir es recibir la forma de los objetos sin recibir su materia. Los
objetos dejan su huella en los sentidos (imagen impresa), sobre esa imagen actúa el sentido
común que une varias sensaciones para formar una imagen expresa en la que se ha eliminado
lo accidental y accesorio, conservando por abstracción, las formas inteligibles permanentes en
que está envuelto lo sensible. La sensación se produce mediante cinco receptores especializados
(vista, oído, gusto, olfato y tacto), de modo que cada uno percibe una cualidad sensorial
específica de los objetos.
Algunos sensibles son percibidos por más de un órgano sensorial, como es el caso del
movimiento, la extensión, la unidad, etc. El logos o razón unirá distintos conceptos para formar
estructuras complejas de raciocinio. El espíritu o νοϋς se distingue del alma, como su parte
superior, como aquello que es propiamente razón y pensamiento frente a lo emocional y
afectivo, que está más directamente vinculado a la materia ϋλη o carne. Psicológicamente, el
espíritu solamente es la parte superior y pensante del alma.
El método de la psicología aristotélica
Aristóteles sigue la tradición de los filosóficos estoicos, concibiendo la mente como una “tabula
rasa”, donde no hay nada escrito, todo el conocimiento viene de la experiencia como fruto del
aprendizaje. Lo aprendido se acumula en la memoria, que tiene la virtualidad de hacer que
imágenes presentes se refieran a objetos del pasado. Los animales solamente tienen memoria
pasiva, mientras que la memoria del hombre es también voluntaria. Las huellas de la memoria
mantienen un orden a través de leyes de semejanza, contraste y contigüidad.
Aristóteles parte del análisis de la realidad concreta y, por inducción, llega a la existencia de
potencias o facultades que radican en un alma o forma sustancial de establecer dependencias
causales entre eventos con contigüidad espacio-temporal, lo que exige del filósofo establecer
relaciones de necesidad entre causa y efecto, es decir, que los hechos observados no pueden ser
de otra manera de cómo suceden, dándose entre ellos una relación esencial. Con esto se intenta
analizar las esencias de las cosas, o, con otras palabras, qué son de verdad las cosas. La esencia
no se da directamente a los sentidos sino a la inteligencia, los sentidos solamente pueden captar
los accidentes, las apariencias sensibles, pero la inteligencia puede extraer de estos elementos la
esencia de las cosas, con lo cual se hace posible la ciencia.
Aristóteles distinguió claramente entre los aspectos cognitivos y motivacionales del alma.
Por una parte, señaló una serie de funciones cognitivas que van desde la sensación a la razón; y
por otra, una serie de aspectos motivacionales que van desde la simple necesidad al deseo y la
voluntad. A partir de los aspectos motivacionales, Aristóteles derivó una psicología dinámica, en
la que se aúnan el placer y la verdadera vida moral.
Aristóteles identifica a veces hábito, pero otras establece una clara distinción entre ellos. El hábito
es de mayor duración que la mera disposición. Los actos repetidos generan disposiciones, más o
menos permanentes, a obrar de cierta manera: practicando la justicia se llega a ser justo, sabio,
cultivando la sabiduría, valeroso, cultivando el valor... En una palabra, de la repetición se los
mismos actos nacen las disposiciones a reproducirlos. Se podría afirmar que los hábitos son el
elemento fundamental de la personalidad, entendidos éstos no en un ámbito puramente
biológico, sino enmarcados en el ámbito social. El hombre es eminentemente un “animal
político” y es la polis donde se realiza el hombre plenamente, interrelacionando, a través del
lenguaje y las obras, con el resto de los ciudadanos. La vida fuera de la sociedad solamente es
posible para los que son más que hombres, los dioses, o menos que hombres, las fieras.
La psicología post-aristotélica
Después de Aristóteles vino el período Helenístico, que se distinguió, entre otras cosas, por la
importante manifestación científica de Alejandría en el siglo III a.C. Herófilo y Erasistrato
descubrieron el sistema nervioso, los nervios que conducen al cerebro y a la médula espinal. Estos
autores distinguieron incluso entre nervios sensoriales y nervios motores, una distinción que no
sería válida hasta 1811, por Charles Bell. Galeno realizó vivisecciones de los nervios a nivel modular
y comprobó empíricamente que unos son encargados de la transmisión del impulso sensorial y
otros conducen el impulso motor a los músculos. Sin embargo, en general, la ciencia de
Alejandría no promovió el estudio de la psicología, pues se consideraba que la mente no debía
estudiarse como un objeto natural sometido a las leyes de las ciencias naturales.
Los estoicos (hacia el 300 a. C.) contribuyeron también al desarrollo de la psicología con la
noción de conciencia y la noción de instinto; el último debía ser ante todo un sentimiento
interior de conformidad con la razón innata expresada en las leyes de la naturaleza. En el siglo III
d.C. Plotino volvió sobre la filosofía de Platón y estableció la psicología como una ciencia de la
experiencia basada en la introspección descrita sin referencia a los procesos filosóficos. En esta
línea se inscribe también la psicología de Platón y Plotino, pero, posteriormente, en la Edad
Media, la psicología consistió en una repetición más o menos elaborada de lo expuesto por
Aristóteles y San Agustín.
Juan Luis Vives nació en Venecia, aunque pasó gran parte de su vida en Inglaterra, en Francia y
en los Países Bajos; estudió Humanidades en Erasmo y enseñó en las universidades de Lovaina y
de Oxford. Su aportación fundamental a la psicología es la introducción del método empírico e
inductivo en la investigación psicológica a través de una aproximación fenomenológica. Rompió
con la tradición escolástica, cuyo interés estaba casi exclusivamente en determinar la naturaleza
del alma y comenzó una investigación más fenomenológica en la psicología, como aparece en
su obra De Anima et Vita (1538). Lo importante para el psicólogo no es investigar qué es el alma
en sí, sino sus fenómenos, o como él dice: “lo que es el alma no nos concierne a nosotros
conocerlo; lo que aparece, sus manifestaciones, es lo que realmente tiene importancia”. El
método de investigación preferido es la introspección, a través de la cual se manifiesta al propio
sujeto su interioridad.
Luis Vives es uno de los primeros escritores que al hablar de la asociación de ideas introduce
elementos motivacionales. Estos adquieren gran importancia porque son capaces de evocar
pensamientos relacionados con es tas emociones e ideas asociadas. Nos recuerda que, cuando
era joven, estando enfermo con fiebre, le dieron cerezas que le resultaron de un sabor
desagradable, a las que relacionó con su enfermedad, por lo que comenzó a odiarlas. A partir de
entonces siguió odiando las cerezas que, más que recordarle la fiebre, parecía como si se la
volvieran a producir. De alguna manera las emociones potencian la memoria. En el plano
emotivo, Luis Vives estudió también los impulsos egoístas del ser humano, las apetencias, y la
ambivalencia de los sentimientos, como, por ejemplo, el amor que se puede transformar en odio.
Luis Vives también promovió un tratamiento más humanitario de los enfermos mentales. Su
psicología empírica contribuyó al desarrollo de la psicología posterior e influyó grandemente en
pensadores como Michael de Montaigne (1533-1592). A Luis Vives se considera, con razón, el
iniciador de la psicología española y el inspirador del método inductivo aplicado a la ciencia
psicológica; su figura y su obra representaron un tránsito del Renacimiento a la psicología
moderna, que tendrá como máximo representante a Descartes.
DESCARTES (1596-1650)
La idea central del pensamiento del siglo XVII era el espíritu del mecanismo, tener la imagen del
universo como una gran máquina. En este siglo comenzaron a aparecer una serie de ingenios
que funcionaban cada vez con mayor perfección y que provocaban la admiración de los
ciudadanos: termómetros, barómetros, micrómetros, relojes de péndulo, fuentes, etc. Así, pues,
en el siglo XVII la ciencia tuvo un gran desarrollo, de modo que la gente comenzó a cambiar de
forma de pensar. Hasta entonces se miraba hacia atrás en busca de respuestas en Aristóteles, los
escolásticos, santo Tomás o la Biblia; pero en adelante, se mirará hacia el futuro representado por
la técnica capaz de dominar y organizar la naturaleza.
En este ambiente de euforia apareció la figura de Descartes, nacido en marzo de 1596, en
La Haya, en Turena, Francia. La aportación más importante en Descartes para el desarrollo
posterior de la psicología fue su intento de resolver el problema de la interacción cuerpo-mente,
que fue tema de controversia durante siglos. El problema se planteaba de la siguiente manera:
¿La mente y el cuerpo -lo material y lo mental- son dos esencias o naturalezas completamente
distintas? La posiciones anteriores a Descartes sostenían que la mente puede ejercer influencia
en el cuerpo, pero el cuerpo influye muy poco en lamente. La mente tiraba de los hilos del
muñeco (cuerpo), mientras el cuerpo era prácticamente pasivo. Descartes aceptó la posición
dualista. La mente y el cuerpo son desde luego distintos, pero las relaciones entre cuerpo y
mente son mucho más estrechas de lo que se pensaba en el pasado. Él fue el primero en ofrecer
un acercamiento al problema mente-cuerpo en el terreno físico-psicológico. Al hacer esto centró
el estudio de la mente en las operaciones que ésta lleva a cabo. Los métodos de investigación se
trasladaron desde el campo metafísico al campo objetivo y de la observación.
Mente y cuerpo, según Descartes, son dos entidades distintas, que no tienen nada en común. La
materia y el cuerpo son entidades extensas, que operan de forma material y que se explican
desde los principios físicos y mecánicos. La mente es inextensa, libre, e insustancial o carente de
sustancia. Pero lo nuevo en Descartes es que la mente y el cuerpo, a pesar de ser
completamente distintos, pueden interactuar en el organismo humano. La mente puede influir
en el cuerpo y el cuerpo en la mente, de donde surge la teoría del interaccionismo mente-
cuerpo.
Si se considera el cuerpo independientemente de la mente, se comporta como una máquina, y
sus operaciones se pueden explicar perfectamente a través de las leyes mecánicas del
movimiento de los objetos en el espacio. Siguiendo esta línea analógica del funcionamiento del
cuerpo como una máquina perfectamente diseñada, llegó Descartes a la idea de la “ondulatio
reflexa”, un movimiento que no necesita la voluntad para moverse.
Algunos descubrimientos filosóficos apoyaban la teoría mecanicista de Descartes. Miguel
Servet había descubierto la circulación pulmonar de la sangre y otros médicos habían hechos
avances considerables sobre el proceso de la digestión. También se conocía que los músculos
del cuerpo trabajan en pares opuestos y que la sensación y el movimiento dependían de los
nervios. Todo esto estaba en consonancia con la idea más general de que el cuerpo funcionaba
como una máquina. El cuerpo se mueve mecánicamente y sus movimientos, por tanto, se
pueden predecir, pues el cuerpo se moverá de acuerdo con los impulsos (sensaciones) que
reciba. Los animales pertenecen completamente al área de los fenómenos mecánicos, por tanto
los animales no tienen inmortalidad, no son capaces de pensar, y no tienen ni libertad ni
voluntad.
La mente inmaterial tiene las capacidades de pensamiento y de conciencia, y por tanto nos
ofrece el conocimiento del mundo exterior, aunque su más importante capacidad es la de
pensar; algo absolutamente distinto del mundo material. El pensamiento no pertenece al mundo
material, por tanto es inmaterial, libre e inextenso, pero no puede conocer el mundo sino a través
del cuerpo.
Descartes sostiene la interacción de estos dos elementos completamente distintos, pero ha de
encontrar un punto de interaccionen en que la mente y el cuerpo puedan intercambiar sus
influencias mutuas. Descartes pensaba que el punto de interacción debía estar en el cerebro,
porque muchas de las investigaciones habían demostrado que los nervios llevan las sensaciones
al cerebro y muchas de las vías nerviosas del movimiento parten también del cerebro. Dentro del
cerebro, la única glándula que no está dividida y duplicada en ambos hemisferios es la glándula
pineal, y a esta glándula le otorgó la función de ser punto de conexión entre el cuerpo y la
mente.
La forma de interacción entre la mente y el cuerpo es tratada por Descartes de forma
mecanicista. Los movimientos de los espíritus animales en los nervios huecos producen una
impresión en la glándula pineal, y de esta impresión la mente obtiene una sensación. Lo
relevante es que un movimiento cuantitativo (el flujo de los espíritus animales) se transforma en
una cualidad puramente mental (la sensación). También la mente puede producir una impresión
en la glándula pineal, que a su vez, por la inclinación hacia un lado u otro, influye en la dirección
del flujo de los espíritus animales hacia los músculos, y de esto resulta el movimiento. De esta
manera, una cualidad puramente mental puede influir en el movimiento, una propiedad del
cuerpo.
Otra formulación importante de Descartes que influyó poderosamente en el desarrollo de la
psicología es la doctrina sobre las ideas. Descartes creía que en la mente tenemos dos tipos de
ideas: innatas y adquiridas. Las adquiridas se producen mediante la aplicación de un estímulo
externo, y, por tanto, son producto de la experiencia obtenida a través de los sentidos. Las ideas
innatas, por el contrario, no las producen los objetos del mundo externo, sino la mente o
conciencia, y son independientes de la experiencia, aunque pueden ser actualizadas o
contrastadas con experiencias concretas. Entre las ideas innatas, Descartes señala la idea de Dios,
de sí mismo, los axiomas geométricos, la idea de perfección, de infinito, etcétera.
El mecanismo de Descartes fue continuado en Francia durante el siglo XVII por las
contribuciones de Nicolás de Malebranche (1638-1715). Pero este siglo, además, tuvo
innovaciones importantes dentro de la ciencia y la tecnología que aportaron datos y métodos de
estudio importantes para la psicología.
Johann Kepler (1571-1630) había notado que el cristalino del ojo era simplemente la lente y no
el órgano fundamental de la visión, y que proyectaba una imagen invertida en la retina, por lo
cual dedujo que era la retina el órgano de la visión. Kepler formuló la pregunta sobre ¿cómo
vemos de forma correcta cuando las imágenes retinianas están invertidas?, cayendo en el error
común de pensar que los objetos debían estar representados con similares patrones en el
cerebro. Posteriormente, Descartes demostró, usando un ojo de toro, que la imagen invertida la
producen las lentes en la parte posterior del ojo.
En este siglo se produjeron otros dos descubrimientos de la percepción. En 1638, Galileo
(1564-1642) mostró que la altura de los tonos depende de la frecuencia de la vibración de aire, y
que la razón es de dos a uno para la octava y de tres a uno para la quinta. En 1672, Isaac
Newton (1642-1727) presentó en el Royal Society su teoría sobre la percepción del color,
demostrando, a través de sus experimentos con un prisma, que el blanco es una mezcla de
colores.
La tradición mecanista francesa se continuó con J. O. De La Mettrie (1709-1751), que publicó su
conocida obra L ́homme machine en 1748; con E. B. Condillac (1714-1780), a quien se le
conoce por su analogía del organismo humano con una estatua, que, provisto de un solo
sentido, adquiere por la experiencia los atributos de la mente humana; y por P. J. G. Gabanis
(1757-1808), quien extendió el conocimiento sobre la acción refleja y argumentó que la
conciencia depende únicamente de la acción del cerebro y no de la médula espinal, basándose
en la observación de guillotinados. Contemporáneo a Cabanis fue M. F. X. Bichat (1771-1795), a
quienes algunos consideran fundador de la psicología filosófica.
Aún cuando la filosofía del siglo XVII tuvo sus centros en Francia, sin embargo, durante el siglo
XVII los hechos más importantes se produjeron en la psicología fenomenológica, especialmente
en conexión con el desarrollo del empirismo y asociacionismo británico.
En la historia del pensamiento evolucionista podemos ver uno de esos casos en los que una idea
surge ya desde muy antiguo y se va repitiendo, bajo formas más o menos diversas, de tiempo en
tiempo, pasando por períodos de olvido hasta que en un cierto momento propicio, se constituye
sólidamente.
En efecto, la teoría de la evolución tiene antecedentes remotos: desde Anaximandro, que
pensaba que la vida había tenido su origen en el agua y que los peces habían sido los primeros
habitantes, hasta Lucrecio, que nos dio su visión del desarrollo del Cosmos en De rerun natura.
Pero, en realidad, no llega a ser una característica notable del pensamiento occidental hasta la
segunda mitad del siglo XVIII. Durante este tiempo, y aún más en la primera mitad del siglo XIX,
atraviesa ese momento propicio en el que se asienta con solidez. Entonces, la idea de
evolucionismo invade diversos campos:
- Las sociedades experimentan cambios profundos y rápidos: es la época de las
revoluciones. Y en ese sentido, la Revolución Industrial significa un gran paso adelante.
- El Romanticismo había extendido la idea de diversificación y progreso, la valoración de
la naturaleza y el afán científico por escudriñar en sus secretos; todo ello como consecuencia del
lugar privilegiado que asignó al hombre en el Universo.
Y es así como Goethe, gran romántico, llegó a elaborar una teoría evolucionista orgánica
y a utilizar conceptos de este tipo en sus investigaciones botánicas.
- También llega la influencia a la filosofía, y Hegel (1770-1831) piensa que la civilización
ha sido lograda paso a paso (evolución de la idea).
- La evolución del mundo inorgánico e inanimado, a partir del mundo físico, tiene su
representante en el marqués de Laplace (1749-1827), matemático y astrónomo francés que
elaboró la conocida hipótesis de la nebulosa original. Igualmente, en Sir Charles Lyell (1797-
1875), geólogo inglés creador de la visión moderna de esta ciencia, que escribe Principles of
Geology entre 1830 y 1833, pero cuyas investigaciones se extienden hasta 1860, y que defiende
el evolucionismo geológico. Lyell piensa que ha habido una serie de cambios en la Tierra por los
cuales se han ido formando los estratos de rocas, pasando progresivamente de un estado
caótico a otros diferenciados. Por tanto, lo que Lyell defendía era un “principio de uniformidad”
en la historia de la Tierra, diciendo que los acontecimientos del pasado se deben a causas
naturales que siguen operando en el presente y que son responsables de los cambios
efectuados desde entonces y de los que puedan venir, sin que debamos acudir a “catástrofes”
para explicarlos. Lyell fue una influencia directa para el evolucionismo de la materia orgánica en
la obra de Charles Darwin. Hay que advertir que, si bien el “principio de la uniformidad” lleva,
cuando se aplica a los seres vivos, a la teoría de la evolución, Darwin no debe a la teoría de Lyell
nada de lo referente a cómo discurre ésta, ni el valor de las pruebas aportadas. Es más, Lyell
rechazó la evolución en sus Principles quizá por culpa de las versiones de Lamarck, y tampoco
admitió que los fósiles hallados representaran pruebas del progreso evolutivo, que demostraran
el paso de formas simples a otras más complicadas, porque habiéndose hallado restos de peces
en estratos silúricos y de plantas fanerógamas en los carboníferos, ello inducía a creer que tales
especies se daban ya en el principio de la vida.
Es sobre todo en el campo de la biología donde el evolucionismo alcanza un desarrollo más
importante y sistemático. Sigamos sus pasos más importantes.
G. L. Leclerc, conde de Bufón (1707-1788): en su Historia Natural, de 44 volúmenes, publicada
en Francia entre 1749 y 1804, intentaba integrar los hechos y observaciones aislados en un
desarrollo histórico continuo y afirmaba que las especies cambian en relación al medio.
Jean-Baptiste de Lamarck (1744-1829), naturalista francés, depuró las creencias de Erasmus
Darwin. Creyó y difundió una teoría de la evolución relacionada con el comportamiento, que
levantó mucha polémica, llegando a ser la teoría evolucionista más importante antes de Charles
Darwin. En 1809, aparece Philosophie Zoologique, donde se expone el sistema. Su teoría se basa
sobre lo que ha venido a llamarse “herencia de los caracteres adquiridos”, cuyas fases son las
siguientes:
1. Adaptación al medio físico (el organismo se encuentra frente al medio, siente sus
necesidades y precisa resolverlas).
2. La función crea el órgano (al hacer frente a las exigencias, el animal ejercita ciertas
partes de su organismo, y tal ejercicio perfecciona la función y crea el órgano, esto es, el
comportamiento de una generación modifica o afecta sus estructuras somáticas).
3. Transmisión de caracteres (estos pequeños cambios se transmiten luego a la
descendencia).
4. Este proceso, manteniéndose de generación en generación, logra un efecto
acumulativo suficiente como para que dé lugar a una especie considerada como nueva.
En 1828, Carl Ernsr von Baer (1792-1876) hace públicas sus leyes de embriología comparada, y
en ellas dice que los embriones de un mismo grupo formado por animales distintos se parecen
entre sí más cuanto más jóvenes son, y que a medida que se desarrollan se diferencian
progresivamente. Igualmente, afirmaba que los embriones de los animales situados en los
puestos superiores de la escala no se parecen a las formas adultas de los animales de los puestos
inferiores, sino a los embriones de éstos.
En 1852, Herbert Spencer (1820-1903), filósofo inglés, publica un artículo donde la evolución era
un principio explicativo para la diversidad de formas de los seres vivientes. En 1855 aparecen sus
Principles of Psycology. En ellos se afirma que la mente puede ser comprendida como algo en
evolución. Verdaderamente, Spencer había aceptado la evolución y trataba, pues, en datos, en
pruebas, que era lo que afanosamente y a gran escala trataba de hacer Darwin. La postura de
Spencer es la de un asociacionista sobre ciertas bases procuradas por la biología y las leyes de la
herencia. Así, defiende en los Principles...:
a) La evolución como un cambio “...desde una homogeneidad indefinida hasta una
definida, coherente, a través de continuas integraciones y diferenciaciones...”
b) La adaptación a las condiciones externas impuestas por el medio.
c) Diferenciación: en tal adaptación, cada animal procede de cierta manera peculiar, pero
cuanto más elevada es su posición en la escala evolutiva, tanto más complejas y diferenciadas
son sus respuestas a aquellas condiciones exigentes.
d) Utilidad de la función: cuanto más útil es una función, tanto más agradable resulta.
e) Los reflejos son las reacciones más simples, inflexibles, indiferenciadas y groseras.
Charles Darwin (1809-1882)
Darwin, apasionado por la zoología y la botánica, vive en una época en que en Inglaterra estaba
en boga la afición por los descubrimientos geográficos y viajes científicos. Le preocupan los
problemas de adaptación, supervivencia y continuidad de las especies. Con estas aficiones e
inquietudes, Chales Darwin viaja por los Mares del Sur durante cinco años (1831-1836) como
botánico oficia l del bergantín inglés “Beagle”. Esta experiencia fue el origen de su inmensa y
fecunda obra de la que podemos sacar un grupo de principios:
1. En cada especie nacen más individuos de los que pueden sobrevivir; no hay recursos
naturales para todos los que nacen (en 1838, Darwin lee la obra de Thomas Robert
Malthus, Un ensayo sobre el principio de población..., publicada en 1789, donde
defiende este mismo hecho).
2. Desde el nacimiento, en cada especie, los individuos se diferencian entre sí, estando unos
mejor dotados que otros para la supervivencia.
3. Como consecuencia del primer principio, es necesario que, para que sobrevivan unos
pocos, perezcan los demás: por supuesto, los que sobreviven serán los mejor dotados.
4. En esta lucha continua por la vida se ponen en juego toda clase de habilidades que, con
el ejercicio múltiple y variado, en determinadas circunstancias da como resultado la adquisición
de nuevas habilidades o el desarrollo de las ya tenidas, llegando a un momento en que esa
adquisición o desarrollo se posee de tal manera y forma parte tan íntima de ese ser, que se
transmite a su descendencia.
Este último principio afirma el hecho de que las especies vivientes proceden de la paulatina y
lenta transformación de otras anteriores (de otras inferiores). Con esto quedan asentadas las
bases de la evolución de las especies, objetivo primordial de la obra de Darwin: El origen de las
especies (1859).
En 1858, Darwin había reunido ya cuantiosas pruebas y datos concretos que le permitan apoyar
sus teorías con solidez. Entonces, a punto ya de publicar su obra, recibe un artículo de Alfred
Russell (1822-1913) que, como él, había leído a Malthus, y en el que exponía una teoría basada
también en la lucha por la existencia, a pesar de que nunca llegaría a admitir la hipótesis de
Lamarck, como Darwin hizo.
Darwin se encuentra entonces sin saber qué hacer, pues ambas formulaciones, la de Russell y la
suya propia, son casi iguales, aunque la suya se basa en más datos y es más completa. Se decide
por pedir urgentemente la opinión de Lyell sobre cómo debe comportarse respecto a Russell.
Lyell estudia los manuscritos de éste y aconseja a Darwin mandarlos a la Sociedad Linneana, en
unión de los suyos propios. Allí se acuerda publicar un ensayo conjunto y se hace en la revista
Linnean Society Journal ese mismo año de 1858.
Por fin, el 24 de noviembre de 1859, se publica la primera edición de la obra de Darwin: The
Origin os Species by Natural Selection or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for
life (El origen de la especies por la selección natural o la conservación de las razas favorecidas en
la lucha por la vida; los 1250 ejemplares de la edición se vendieron ese mismo día), sobre las
bases de las pruebas reunidas como material de investigación que intenta demostrar la transición
de las especies.
Darwin, en La descendencia humana y la selección sexual (1871), aplica la teoría general de la
evolución a la especie humana, considerando al hombre como un animal superior con un
cerebro anormal, haciéndolo descender de un antepasado simiesco, padre a la vez del hombre y
de los simios actuales: el hombre desciende de un cuadrúpedo peludo dotado de cola, arbóreo
probablemente en sus costumbres y habitante del viejo mundo. En aquel entonces, y para la
sociedad ingles a en que vivía Darwin, esta afirmación iba a levantar una protesta general.
Darwin se animó a dar este paso por la obra que en 1863 publicó el catedrático de biología y
paleontología de la Escuela de Minas de Londres, Thomas Huxley: Testimonio de la posición del
hombre en la naturaleza, donde afirma que el hombre es también resultado de la evolución
como los demás animales (a pesar de la polémica a que esta afirmación da lugar, los científicos la
van viendo poco a poco como más natural).
Darwin trata de demostrar esta afirmación valiéndose de datos tomados sobre el
comportamiento de animales superiores y comparándolos con el de los humanos inferiores
(deficientes mentales, salvajes y niños); resultado de esto es su obra: La expresión de las
emociones en el hombre y los animales (1872).
Darwin no fue psicólogo ni intentó hacer psicología, pero sus afirmaciones contienen las llaves
que abrían muchos nuevos campos de investigación en la psicología:
Al estudiar la vida como función adaptativa y no el contenido de la mente cual era la
misión que Wundt tenía señalada a la nueva psicología, inicia un movimiento en pro del
estudio de los mecanismos de adaptación del organismo al ambiente, que va a culminar
con el funcionalismo americano y con las modernas teorías conductistas.
Al señalar la continuidad y semejanza entre los animales y hombres (expresión de las
emociones...), rompe la tremenda barrera que Descartes puso entre unos y otros, y así se
inicia la floreciente escuela inglesa de psicología animal (Spalding, Romanes, Morgan y
Hobhouse), que provocará el entusiasmo por la psicología comparada en EEUU desde
finales del siglo pasado, entusiasmo que crecerá progresivamente hasta nuestros días.
Además de una actitud de observación, recopilación y clasificación de datos, Darwin se
interesa por la génesis de los rasgos (evolución). Tal vez esto animó a los psiquiatras del
siglo pasado a dedicarse, más que a las grandes clasificaciones de enfermedades
mentales, a los estudios etiológicos (Freud) de las mismas. Con ello se da pie al
nacimiento de la psicología clínica y de la psicología moderna.
La misma actitud genética y evolutiva de los rasgos o habilidades puede servir de base a
la psicología evolutiva. Darwin observó día a día la evolución de un hijo suyo durante
los tres primeros años de su vida. Este mismo procedimiento usó casi un siglo antes
(1781) el filósofo alemán F. Tiedemann, observando los primeros años de su hijo
Federico. Taine publica en 1876 las observaciones que hizo con su hija. W.Preyer,
filósofo de Jena, presenta en Berlín (1880) un esquema y procedimiento de cómo debe
observarse a los hijos cada día y anima a que así se haga para educarlos bien. Baldwin
(1890), Binet (1892), W. Stern y su esposa (1907-1908), son otros que se dedican a
observar pacientes a sus hijos, para ver y controlar la evolución de ciertas pautas de
comportamiento.
El problema de cómo se adapta el ser vivo al ambiente va a interesar a la moderna
pedagogía, interesada en el problema de la adquisición (aprendizaje) de hábitos y
destrezas.
El hecho que sea fundamental para la supervivencia el tener algo que otro de la misma
especie no posee de esa manera, nos lleva al terreno del estudio de las diferencias
individuales, antes sólo tratado, unas veces ocasionalmente (Bessel: “ecuación personal”
de los astrónomos), otras descriptivamente por aquellos que buscaban leyes generales
(Weber, Fachner, Helmholtz, a quien incluso este problema de las diferencias
individuales desanimó a seguir sus estudios sobre la velocidad del impulso nervioso);
otros, por fin, como Donders y De Jeager, en áreas muy limitadas (tiempo de reacción).
La Psicología Comparada
Cuando Descartes estableció una distinción esencial entre los animales y el hombre, diciendo
que el comportamiento de los primeros se podría explicar sólo en función de la materia, mientras
que el segundo abarcaría la doble dimensión materia-conciencia, lo que hizo fue reafirmar la
discontinuidad de la escala biológica y conservarle al hombre el “puesto privilegiado”. Pero con
ello construyó una barrera al avance de la ciencia, que hubo de ser derribada para desarrollar,
por ejemplo, la psicología animal y abordar problemas como el estudio filogenético de la
inteligencia.
La psicología animal nace de modo relativamente sistemático en Inglaterra muy ligada a la
influencia de Darwin y al problema concreto de la continuidad de la escala biológica.
Aunque, puestos a buscar antecedentes (considerando como tales los estudios referentes la vida,
costumbres, clasificación, etc., de los animales), los encontraríamos ya en épocas muy remotas:
Aristóteles; Plinio el Viejo, en Naturalia Historia; Lucrecio, en De retum natura; Virgilio, en sus
descripciones de la vida de las abejas, etc. Durante la Edad Media son conocidas las Questiones
Naturales, de Abelardo de Bath; el tratado De Animalium, de San Alberto Magno.
Fue famosa la Historia animalium (que comenzó a escribirse en 1551) del naturalista que hizo
Gesner, que consta de cinco volúmenes con cerca de mil ilustraciones. En el siglo XVII fue escrita
la Historia Natural, de Bufón (44 volúmenes), que comenzó a parecer en 1749. Fue muy popular
por su amenidad y es un maravilloso estudio de las costumbres de los animales.
En el desarrollo histórico de la psicología comparada podemos destacar varios enfoques.
Después de que Darwin publicar a su obra sobre las emociones en el hombre y los animales,
algunos psicólogos ingleses, basándose en anécdotas más o menos fiables sobre ciertos
comportamientos de animales domésticos, llegaron a la conclusión de que el animal tenía un
cierto grado de inteligencia, naciendo así la denominada escuela anecdotista de psicología
comparada. Otros, partiendo del principio científico del reduccionismo, opinaban que el
comportamiento natural dependía del instinto; para otros, el animal aprendía por casualidad o
por ensayo-error y éxito. Otros explicaban el comportamiento como una especie de tropismo
que movía el animal en una u otra dirección. En Norteamérica se trabajó especialmente con
animales en el laboratorio, mientras que, en Europa, Lorenz formó una interesante escuela (la
etología) que prefería observar al animal en su medio natural. Para explicar la génesis del
comportamiento ontogenético de los animales algunos hacían recaer todo su peso en el medio
ambiente (ambientalistas), mientras que otros preferían recurrir a la herencia como principal
determinante de las habilidades de cada individuo.
Esta escuela se basa en la teoría darwinista, según la cual la escala filogenética forma un
continuo, llegando a firmar que los animales superiores poseen una cierta capacidad, aunque
rudimentaria, de razonamiento. Para probar esto, recogen con frecuencia historias anecdóticas
de comportamiento de animales, a veces de dudosa procedencia y en las que se enfatiza una
supuesta conducta inteligente, emocional y ética de ciertos animales. Entre los más destacados
representantes de esta escuela se encuentran: el propio Darwin y Sir John Lubbock (1834-1913),
que en 1882 escribe una obra sobre la vida de las hormigas, avispas y abejas, en la que al hablar
de la vida social de estos insectos les atribuye cierto grado de inteligencia. El que, sin duda, es
más conocido, es el filósofo y naturalista inglés George John Romanes (1848-1894). En 1882
publicó la obra Animal Intelligence, considerada por muchos el primer libro de psicología
comparada, y en él se usa por primera vez este término. En esta obra aparecen anécdotas y
también a veces observaciones científicas que le sirven de base para interpretaciones
antropomórficas de las actividades. También es importante su obra Mental Evolution in Animals
(1883), donde estudia la evolución del pensamiento y del lenguaje. Observa que el animal tiene
capacidad para formar lo que él llamó “receptos”, que obtiene a partir de una especie de
abstracción inconsciente basada en una asociación espontánea no intencional, común a los
animales y niños (en los primeros meses de la vida de éstos); son así como conceptos primitivos,
pero que en el animal no se desarrollan por carecer de lenguaje. También Romanes observó y
experimentó con varias especies de animales marinos en un laboratorio que hizo en la costa
noroeste de Escocia, y donde en los veranos obtenía el material para las conferencias que sobre
este tema daba durante el curso en Londres y Oxford.
Carl John Warden señala cinco aspectos que sirvieron de criterio a esta escuela para suponer
cierto grado de inteligencia de los animales.
- El poder utilizar lo mejor posible el medio ambiente para sus fines (por ejemplo, el castor
elige el lugar más apropiado para construir el dique).
- Ciertos comportamientos raros de animales, que exigen la presencia de inteligencia.
- Imitación de acciones del hombre y de otros animales, lo que supone una cierta
aplicación de inferencia racional.
- Intercomunicación, en algunos animales, de planes de acción, lo que supone una
conciencia de cooperación.
- A veces, en los animales se dan ciertas reacciones sentimentales: altruismo, sentido de
justicia, vergüenza, engaño, etcétera.
Warden considera a Darwin como pionero, o mejor, predecesor de la psicología
comparada, mientras que los auténticos fundadores serían Lloyd Morgan y L. Loeb (ambos
opuestos a la tendencia humanizadora del animal).
Escuela instintivista
Escuela experimentalista
Entre 1885 y 1890, el psicólogo inglés Conwy Lloyd Morgan (1852-1936), profesor de Zoología
y Geología en el Colegio Universitario de Bristol desde 1884 y lector en Sudáfrica de 1878 a
1883, pensando en que era precisa una investigación concienzuda que reemplazase a las
simples anécdotas si se quería establecer una verdadera ciencia del estudio del comportamiento
animal, realizó la mayor parte de su trabajo experimental observando animales en su medio
ambiente y controlando variables. Trató de que fuese aceptada la llamada “ley de parsimonia”,
como William Hamilton bautizó en 1853 al viejo aforismo escolástico entia non sunt
multiplicanda, proeter necesítate, que aplicado al caso que nos ocupa, decía: “En ningún caso
debemos interpretar una acción como el resultado del ejercicio de una facultad psíquica superior
si podemos interpretarla como el resultado del ejercicio de una facultad que se halla más por
debajo de la escala psicológica”. Tiene esta ley la importancia de ser el comienzo de un punto de
vista objetivo (reduccionista) para las investigaciones en este campo de la psicología. En 1896,
publica la obra Habit and Instinct, en la que se distinguen reacciones innatas y reacciones
adquiridas en los animales; éstas se consiguen por ensayo y error y refuerzo de reacciones
exitosas (que explica como una especie de memoria asociativa) y no por “percepción de
relaciones”, como en el hombre. También admite la imitación como fuente de adquisición de
experiencias.
Escuela mecanicista
El mecanismo iniciado por Loeb es una lucha contra el antropomorfismo de la escuela post-
darwinista, ennoblecedora del comportamiento de muchos animales. Jacques Loeb (1859-
1924), biólogo alemán (profesor de Wurzburgo hasta 1891, año en que marchó a
Norteamérica, donde trabajó en el Instituto Rockefeller, de Nueva York, en Chicago y en
California), esbozó una teoría sobre el tropismo animal. Loeb adopta una postura mecanicista,
más inclinada a la psicología de la acción que al pensamiento y muy ligada a la fisiología, física y
química. Esta posición había sido la ilusión de Hobbes y La Mettrie. El tropismo es un proceso
dirigido de aproximación o alejamiento respecto a ciertos objetos del medio circundante. El
ambiente llega a imponer estos “movimientos forzosos”, que son la explicación de los
comportamientos de los seres vivos. El término “tropismo” fue introducido en la ciencia moderna
por el botánico De Condolle (1835) para referirse a ciertas reacciones de orientación mecánica
de las plantas, provocadas por agentes físicos o químicos (luz, calor, etc.). Loeb cree que tal
término puede ser aplicado a muchos animales invertebrados. Lubbock, Bert, Graber y otros no
aceptan este mecanismo animal; en su lugar proponen cierto grado de conciencia que elige las
situaciones basándose en el principio de placer y dolor. Para Descartes, ningún animal poseía
conciencia psicológica; para Loeb, sólo los animales más bajos parecen no poseerla, son
autómatas. H. J. Hennings (1868-1944), en 1904, en su obra Behavior of the Lower Organisms
(“La conducta de los organismos inferiores”), se opone al mecanismo de Loeb y afirma que,
según sus experiencias, los celentéreos, infusorios y otros organismos inferiores no demuestran
tener en sus reacciones el carácter de tropismo riguroso que éste defiende, sino que tiene lugar
en ellos un auténtico aprendizaje de “ensayo y error”.
Se ha insinuado que es Loeb el primer conductista. De cualquier modo, sus aportaciones fueron
importantes, como lo demuestra el hecho de que, casi inmediatamente, sus ideas fueron
acogidas por los biólogos –sobre todo alemanes- para desarrollar una ciencia “objetivista”, y así,
A. Bethe. Th. Beer y J. V Uexkull publican en 1899 un artículo titulado “Proposiciones para una
objetivación de la nomenclatura en la fisiología del sistema nervioso” donde pretenden
reemplazar la terminología típicamente psicológica e introspeccionista –y, por tanto, subjetivista-
fono-recepción, y en vez de visión, foto-recepción, etc. La postura mecanicista fue definida en sus
extremos por J. P. Nuel, que pretendía explicar el comportamiento humano, también como un
tropismo. M. Claparede criticó y ridiculizó esta postura en un interesante artículo: “Les animaux
sont-ils conscients”. También A. H. Forel, naturalista suizo, en Las hormigas y otros insectos
(1904), rechaza la postura mecanicista, afirmando que en estos animales es posible demostrar la
existencia de memoria, imaginación, percepción, hábitos, cierto poder de inferencia por
analogía, utilización de experiencias pasadas, etcétera.
Genetistas y ambientalistas
Etólogos
La Psicología Diferencial
El triunfo de las ideas evolucionistas y las nuevas perspectivas teóricas y prácticas plantearon una
serie de problemas, de los que hasta entonces se ignoraba el verdadero enlace. Tal es el caso,
por ejemplo, del estudio de las diferencias individuales.
El médico español Juan Huarte (1529-1588), natural de San Juan de Pie de Puerto (villa de la
Baja Navarra que entonces pertenecía a España y, desde 1530 a Francia) y médico de Baeza
(1571-1588), publicó en 1575 una interesante obra que en el título refleja su contenido: Examen
de ingenio para las ciencias. Donde se muestra las diferencias de habilidades que hay en los
hombres y el género de letra que a cada uno corresponde en particular.
Las almas de los hombres son todas iguales en perfección, pero, como cada una reside en un
cuerpo distinto (por la distinta combinación y predominancia de los humores: calor-humedad-
sequedad), es el cuerpo el que le obliga a manifestarse de manera diferente. Si en el cerebro
predomina el calor, la imaginación destaca sobre las otras potencias. Si predomina la sequedad,
es la inteligencia la que se manifiesta más claramente; y si la humedad predomina, tenemos al
individuo con memoria fácil. Basándose en este mismo criterio, Huarte clasifica las ciencias y artes
según precisen más la memoria (por ejemplo, las lenguas), la inteligencia (filosofía y otras) o la
imaginación (literatura, etc.). Huarte da una interesante lista de señales para identificar cada
ingenio o habilidad. El temperamento depende de los padres; la preparación para la concepción
con una dieta alimenticia específica y los cuidados del recién nacido. El género de vida,
alimentación, clima, etc., pueden hacer cambiar el temperamento y, consiguientemente, la
habilidad de cada uno para un arte o ciencia.
Huarte debe ser considerado, justamente, padre de la psicología diferencial y, concretamente, de
la orientación profesional. Al localizar las potencias superiores del alma en los ventrículos
cerebrales, se adelantó a las hipótesis localizacionistas de muchos fisiólogos de tiempos más
recientes. En su obra aparecen datos muy interesantes para los fisiólogos y frenólogos (Méndez
Pelayo llama a Huarte “padre de la frenología”). El último capítulo de su libro está dedicado a la
eugenesia, tema que a partir de Darwin y Francisco Galton tanto apasionó a muchos biólogos y
a algunos psicólogos eminentes.
La primera medida sistemática de las diferencias individuales fue hecha en el campo de la
astronomía. En la historia ha pasado a ser famosa con el nombre de la “ecuación personal”.
Parece ser que, en 1795, Maskelyne, astrónomo del Real Observatorio de Greenwich prescindió
de su ayudante, Kinnebrook, porque las anotaciones que hacía del paso de las estrellas diferían
de las suyas en casi un segundo. Nadie prestó la menor atención al asunto hasta que, en 1816,
el alemán Bessell, que trabajaba en Königsberg, leyendo la historia que Von Lindemau había
escrito sobre el Observatorio de Greenwich en el Zeitschrift fur Astronomie, se enteró del suceso.
Bessell se preocupaba por aquel entonces de los errores instrumentales de medida y de la teoría
matemática del error que Laplace y Gauss habían estudiado. Pensó en investigar el problema, y
para ello comparó en Königsberg (1820) sus observaciones con las del astrónomo Walbeck; en
1823, con las de Argelander y con otros observadores entrenados. Recogió datos y publicó su
estudio en la obra Astronomische Beobachtungen in Konigsberg (1823), dando cuenta de la
“ecuación personal del error” entre dos observadores y de la modificación de unos a otros
momentos dentro de cada observador.
- Charles Goring. En 1913, con espíritu de crítica, comparó 3000 presidiarios con
estudiantes universitarios. Las diferencias anatómicas que encontró se debían, en su
opinión, a unas condiciones de vida más precarias de aquellos, sobre todo en su primera
infancia (falta de vitaminas, etc.).
Con todos estos antecedentes va a surgir en el siglo XX una gran preocupación por las
tipologías somáticas.
Uno de los pioneros de este movimiento es Achille de Giovanni (1838-1916), psicólogo de la
escuela italiana de Padua a quien se le deben los conceptos de “normotipo” y “ectipo”; el primero
se refiere al hombre equilibrado somática, funcional y psicológicamente, y el segundo sirve para
representar las desviaciones del normotipo. Jacinto Viola (1893), discípulo de Giovanni y
catedrático después de la Universidad de Bolonia, continúa trabajando sobre la tipología
somática aplicando un riguroso método a las medidas del cuerpo humano y utilizando la
estadística. A partir de los datos así obtenidos, hace una interesante clasificación de las “ectipias”,
o desviaciones del normotipo:
- Según la masa del cuerpo: Megalosómico (grande), Normosómico (normal).
Microsómico (pequeño).
- Según la estructura: Longilíneo, Normolíneo, Brevilíneo.
- Según el desarrollo del tronco: Megaloplácnico, Normaplácnico, Microplácnico.
A cada una de estas tipologías somáticas corresponde un modo de ser psíquico determinado.
Nicolás Pende (1880), endocrinólogo italiano y discípulo de Viola, en 1922 define la biotipología
como la ciencia que estudia lo anatómico, humoral, funcional y psicológico que hace que un
individuo se distinga de los demás alejándose del tipo humano genérico (hombre-especie). Al
“biotipo”, lo define como “la resultante morfológica, fisiológica y psicológica, variable de individuo
a individuo, de las propiedades celulares y humorales del organismo”. Para Pende, los cuatro
biotipos son: Longilíneo (esténico, o asténico) y brevilíneo (esténico, o asténico).
En Francia destaca como morfólogo Claudio Sigaud (1862-1921), médico de Lyon, que, aunque
sigue muy de cerca la escuela italiana, en vez del método antropométrico, como aquellos,
prefiere considerar los grandes aparatos de la vida orgánica (digestivo, muscular, etc.), y de la
preponderancia de cada uno de ellos derivan los tipos fundamentales. Da en sus conclusiones
importancia primordial al principio de que “la función crea el órgano”; el ambiente es quien va a
desarrollar de una u otra manera cada sistema. Y así, entre los nómadas predomina el tipo
respiratorio; en las clases acomodadas, el tipo digestivo; en las clases trabajadoras, el tipo
muscular, y el tipo cerebral en los estudiantes.
En Alemania destaca el neurólogo y psiquiatra E. Kretschmer (1888-1964), profesor, primero del
Instituto Neurológico de Tubinga y, luego, de Marburgo. En su tipología parte de las
observaciones de enfermos de psicosis maníaco-depresiva y de esquizofrenia. Se basa en que la
“psicosis no presenta más que casos acentuados de diferentes tipos, que ordinariamente están
difundidos en los grandes grupos constitucionales de individuos normales”. En su metodología
no utiliza, como en la escuela italiana, elaboraciones estadísticas, ni medidas antropométricas,
sino que sigue el método de observación visual del cuerpo del individuo, completado con una
amplia descripción de cada parte del organismo. La obra más importante de Kretschmer es
Constitución y carácter (Barcelona, Labor).
Los famosos tipos de Kretschmer son: Tipos puros, en los que se distingue: Pícnico (gordo, bajo,
alegre, sociable...). Atlético (fuerte...). Asténico (que luego llamó leptosómico). Tipos mixtos (reales,
que participan de varios puros). Tipos displásticos (malformados, que presentan anomalías
orgánicas considerables).
En los EEUU llega a ser famoso, por su tipología, W. H. Sheldon, profesor de la Universidad de
Harvard, que en 1942 publica el libro: Las variedades del temperamento. Una psicología de las
diferencias constitucionales. Se basa en el método de observación ocular y también en la
valoración comparativa mediante el examen de fotografías de 4000 estudiantes universitarios,
usando para ello una técnica estandarizada y uniforme; de aquí obtiene datos morfológicos, que
después compara con la observación prolongada del comportamiento de un grupo de
estudiantes, teniendo como base un esquema de 50 rasgos específicos sacados de la literatura.
Así, se obtienen los tres elementos estructurales en que se basa la tipología:
Helmholtz, en la década de 1850, intenta medir la velocidad del impulso nervioso. Para ello, aísla
un músculo y su correspondiente nervio motor en una rana; estimulando en distintos puntos el
nervio (unos más distantes que otros del músculo), observa el tiempo exacto que mediaba entre
la estimulación y el movimiento muscular pudiendo registrar así el tiempo de reacción fisiológico.
F. C. Donders y De Jaeger, en la década de 1860, comprueban la importancia de otros factores
de índole no exclusivamente fisiológica, sino también psíquica y de planteamiento experimental
acerca de los tiempos de reacción.
Para dilucidar todos estos problemas, se diseñan tres experimentos con sujetos humanos:
•Experimento de reacción sencilla: El sujeto tiene que responder de una manera
determinada (oprimiendo o soltando un interruptor) lo más pronto posible al presentársele un
estímulo (una luz, un zumbido...).
•Experimento de reacción de discriminación de Donders: Al sujeto se le pueden
presentar varias clases de estímulo (notas distintas, luces de distinto color, etc.), teniendo que
responder rápidamente sólo a uno.
•Experimentos de reacción de elección: Ante la presentación de cualquiera de dos
estímulos (luz verde, roja...), se dice al sujeto que, cuando aparezca uno, responderá con mano
derecha, y con la izquierda cuando aparezca el otro.
Una modalidad experimental muy practicada fue el experimento de reacción de tipo asociativo.
El sujeto, ante una palabra o frase, debe responder rápidamente con otra palabra (sinónima,
contraria, homónima...). El aparato más usado para medir el tiempo de reacción entre el estímulo
y la respuesta fue, en un principio, el cronoscopio, diseñado en 1942 por el famoso relojero y
mecánico Matías Hipp, basado en el inventado dos años antes por C. Wheatstone. Este aparato
medía el paso del tiempo en centésima de segundo.
Con los datos obtenidos según los distintos procedimientos, Donders y De Jaeger pretendían,
mediante el método de “eliminación por sustracción”, saber exactamente el tiempo invertido en
la reacción simple, en el proceso de discriminación de un estímulo y en el de elección de
respuesta, según el estímulo presentado. Las fórmulas serían:
- Duración de la discriminación = tiempo invertido en un experimento de discriminación,
menos el tiempo invertido en un análogo experimento de reacción sencilla con un mismo sujeto
y parecidas circunstancias.
- Tiempo invertido en la elección = tiempo de experimento de elección, menos el
invertido en una discriminación análoga en parecidas circunstancias.
Así, por ejemplo, si un sujeto tiene un tiempo de reacción simple de 30 centésimas de segundo,
en el experimento de discriminación 40 centésimas de segundo, y en el de elección 80, el tiempo
que invierte en discriminar sería de 40 – 30 = 10 centésimas de segundo, y en elegir 80 – 40 =
40 centésimas de segundo.
Este procedimiento fue posteriormente muy criticado porque, entre otras razones, sólo se hizo
con 30 sujetos, y no se controló la influencia del ejercicio sobre la velocidad de respuesta, factor
éste muy importante.
En los laboratorios de Leipzig, Wurzburgo, y en los primeros laboratorios americanos, sirven los
experimentos de reacción para estudiar, en unos, los procesos mediadores entre el estímulo y la
respuesta, y en otros, para determinar las condiciones que pueden alterar ese tiempo de retardo
de la respuesta. Condiciones tales como: sentido estimulado, órgano de respuesta, intensidad de
la estimulación, período preliminar entre la voz de “¡listo!” y la presentación del estímulo, efectos
del entrenamiento, incentivo, castigo, drogas, té, café, alcohol, etc., circunstancias todas ellas que
interesan para mejorar los tiempos de reacción en ciertas profesiones como pilotos, conductores,
en la práctica de la artillería antiaérea y en muchas actividades de la moderna industria. Al
cronoscopio de Hipp pronto se suman otros más modernos, como los ideados por Bergstron y
Dunlap. En la actualidad se usan muchas marcas de cronoscopios electrónicos que permiten
una rica variación y combinación de situaciones de estímulo y de respuesta. Para darnos una
visión panorámica sobre este tema hasta 1890, es interesante la publicación de J. Jastrow: Time-
Relations of Mental Phenomena (1890).
Sir Francias Galton (1822-1911) es una de las figuras relevantes que siguieron a Darwin.
Representa mejor que nadie la actitud evolucionista en psicología, siendo el primero en aplicar
sus principios (variación, selección, adaptación, etc.) al estudio de las diferencias individuales
entre los hombres.
Se dedicó a la ciencia por afición –era el hijo de un afortunado banquero- y fue sucesivamente
estudiante de medicina, geólogo, explorador, geógrafo, astrónomo, biólogo y antropólogo.
Galton creía que las características psíquicas –como las físicas- eran heredadas y medibles. Por
eso, puso todo su empeño en buscar modos de medir objetivamente estos caracteres. En 1869
apareció su obra Hereditary Genius (“El genio hereditario”). Allí investigaba con el método
genealógico las líneas familiares de hombres excepcionales, tratando de demostrar con los datos
obtenidos que las cualidades eminentes de estos genios se encuentran frecuentemente y con
claridad en sus antepasados, y que no sería posible explicar su existencia por la mera influencia
del medio ambiente. Para ello rastreó en las historias familiares de Bach, de los magistrados del
Tribunal Supremo (desde 1860 a 1865), de los lores, jueces, etc. En su opinión, había pruebas
suficientes para creer en el genio hereditario; y aún más, que se hereda un tipo concreto y
específico de talento: musical, jurídico, etc. De los casos estudiados, se deducía que el 48 % de las
veces los hombres ilustres habían tenido padres ilustres, por lo que los grandes hombres tienen
más posibilidades de tener hijos superdotados que las personas normales. Galton había partido
en esta obra de unos presupuestos bastantes dudosos, como, por ejemplo, el de identificar la
eminencia, el talento, el genio, con el éxito y la superioridad alcanzada; o como el de creer que
las variaciones que se habían dado en alguna época entre los hombres se habían ido
transmitiendo posteriormente, y se aplicaban igual a los caracteres psíquicos humanos que a las
características físicas animales. Obtuvo conclusiones estadísticas sobre mediciones subjetivas del
talento, y valoraba el grado de superioridad de un sujeto por el porcentaje de población que le
superaba. Fue el fundador de la eugenesia (creyó en una efectiva mejora de la raza humana).
Para él todo estaba condicionado biológicamente: los sujetos nacen con caracteres definidos y
predisposiciones concretas. Era cuestión, pues, de seleccionar los más positivos para poder
alguna vez lograr seres excepcionalmente dotados, no sólo física, sino también espiritualmente.
En 1883, Galton publicó la obra Investigaciones sobre el talento humano y su desarrollo.Con
esta obra se convierte en el gran precursor de la psicología científica. Son varios los problemas
que aborda, pero sobresalen, por su novedad, la medición de la asociación y el estudio de las
imágenes mentales. Respecto a estas últimas, ideó el uso –por primera vez en gran escala- de un
cuestionario. Eligió sus sujetos experimentales entre las personas que él suponía que podrían
responder con más exactitud y que pertenecían al ambiente científico. Les pidió entonces que
imaginasen un objeto lo más definida y cuidadosamente posible. A continuación, solicitaba de
ellos respuestas a preguntas sobre nitidez, iluminación, color, etc., de sus imágenes, comparadas
con las recibidas en directo en la presencia física del objeto. Organizaba las respuestas por
semejanza a las sensaciones directas, de menor a mayor. Encontró, con sorpresa, que los sujetos
no eran siempre capaces de tener claras y exactas imágenes mentales; es más, cuando aplicó sus
cuestionarios a gente de todas clases, halló que las personas más sencillas (mujeres, niños...)
demostraban poseer imágenes claras, detalladas, muy “vivas”, en tanto que sus amigos científicos
y académicos no las conseguían. Había entre los grupos y entre los individuos tales diferencias,
que hacían imposible pensar en una “imaginación típica” de los hombres. Lo que Galton trató
entonces de hacer fue aplicar estas conclusiones a la defensa del carácter hereditario, y encontró
que entre familiares había más similitud que entre extraños. Si bien el valor de este último
empeño es discutible, el hecho es que el abordaje del estudio de las imágenes mentales entró
desde entonces a formar parte de los programas de laboratorios alemanes y luego americanos, y
que fue uno de los capítulos de mayor riqueza para la psicología diferencial, por demostrar la
posibilidad de la aplicación de la estadística.
En cuanto al estudio de la asociación, es la primera vez que intenta la aplicación del método
experimental a las teorías asociacionistas. Escribió palabras en papeles que luego guardó dentro
de los libros hasta olvidarlas. Después descubría cada palabra y anotaba las dos ideas o
imágenes que primero se le ocurrían, cronometrando el tiempo invertido en formar
asociaciones. Fue curioso comprobar que a menudo aparecían recuerdos e imágenes de su vida
anterior y, en especial, de su niñez. Wundt acogió este método de Galton y, mejorándolo, lo usó
en su laboratorio de Leipzig.
En 1884 se celebra en Londres la Exposición Internacional de la Salud. Galton instala en ella un
“Laboratorio antropométrico” donde todo el que lo deseara podía someterse, por tres peniques,
a 17 medidas de diversos aspectos de su persona; altura, peso, vista, oído, longitud de mano,
fuerza (descargando un golpe, apretando, tirando), capacidades respiratorias, etc. Casi todas las
medidas correspondían a los procesos elementales que Wundt buscaba en su laboratorio. La
posición de Galton es la de un antropólogo físico: quiere datos, medidas de las características
físicas y metales de las personas, y busca entre ambas las relaciones que estaba seguro de
encontrar... En esto, así como en la aplicación estadística, sigue los pasos del matemático belga
Adolph Quetelet (1796-1874) que, estudiando la estatura de muestras muy numerosas de
personas, llegaba a la conclusión de que los datos se repartían según la ley de Laplace y Gauss,
esto es, según la curva normal. Quetelet supuso entonces que las diferencias se debían a “errores
accidentales” y que todo parecía indicar que el “propósito inicial” de la Naturaleza era obtener el
“hombre medio”. Galton creyó que esto era cierto, y no sólo en lo referente a los rasgos físicos,
sino también en los psíquicos. Así es que lo primero que hizo con los datos del Laboratorio
Antropométrico fue construir las curvas correspondientes.
Con estos datos obtenidos en 1884 también pudo ofrecer a cada interesado el porcentaje de
sujetos que en esa medida era superior e inferior a él (método de percentiles, tan usado
posteriormente en las pruebas psicométricas).
También, con los mismos datos, pretende ver si los rasgos entre sí pueden relacionarse
mutuamente y si esta covariación es determinable estadísticamente. Así queda esbozado por
primera vez en la historia de la psicología el concepto de correlación.
Charles Spearman (1863-1945), fue profesor del University College de la Universidad de Londres
desde 1907 hasta su muerte. En 1897 y años siguientes estudia en Wurzburgo, Gotinga, Berlín y
Leipzig, sin llegar a interesarse demasiado por el estructuralismo alemán.
Le llama la atención, sin embargo, la hipótesis de Galton de que la capacidad intelectual estaba
correlacionada con las diferencias de sensibilidad para apreciar tonos, colores, etc.
Spearman trata de comprobar esta hipótesis relacionando ciertos tipos de sensibilidad y las notas
obtenidas por alumnos de una escuela elemental. Por este y otros procedimientos llega a la
conclusión de que el grado de cada habilidad depende de un factor “general” (g) y de otro
específico de esa habilidad concreta, al que llamó factor (s) (“specific”). A esta teoría se la
denominó “teoría de los dos factores” (a la que también denomina M. Yela “teoría del factor
único”), frente a la doctrina de Thurstone, denominada “teoría de los factores múltiples”*. T. L.
*
Con dos trabajos de Spearman se inicia la técnica del análisis factorial: “The Prof. Measurement of the Association between two
Things”, AMER. J. of Psychol., 1904, 15: pp. 72-101, y “General Intelligence, Objetively Measured and Determined”, Amer. J. Psychol., I,
1904, pp. 201-293. Su obra más conocida es The Habilities of Man, Their Nature and Measurement, Nueva York, MacMillan, 1927. Para
una explicación breve y clara, ver M. Barbado, “La teoría factorial de Spearman”, Rev. de Filosofía, del Instituto Luis Vives. Madrid,
1974, t. VI, núm. 21, pp. 181-221. Sobre la técnica de análisis factorial son desuma claridad e interés las obras de M. Yela, Psicología de
las aptitudes. El análisis factorial y las funciones del alma, Madrid, Gredos, 1956; y La técnica del análisis factorial, Madrid, Biblioteca
Nueva, 1957.
Kelley, en Crossroad in the Mind of Man (Stanford Univ. Press, 1928), apunta la exigencia de más
de un factor común cuando las correlaciones así lo pidan. Boring señala que en la década de
1930 el análisis factorial se desarrolló bajo el liderazgo de tres grandes psicólogos: Cyril Burt,
opuesto a la teoría del factor único de Spearman; Godfrey H. Thompson, catedrático de
Psicología de la Educación de la Universidad de Edimburgo, y Louis Leon Thurstone (1887-
1955), profesor de psicología de la Universidad de Chicago desde 1924. Thurstone, ayudado por
su esposa Thelma Gwinn, desarrolla un nuevo método para detectar los factores de la
inteligencia: la técnica del análisis factorial múltiple, llegando a aislar ocho habilidades mentales
primarias (comprensión verbal, espacial, razonamiento, numérica, fluidez verbal, memoria,
velocidad perceptiva y motora), aclarando que, según la investigación progresara, se podrían ir
añadiendo más. Tal vez, la más completa y definitiva exposición del análisis factorial de Thurstone
esté en su libro Múltiple Factor Análisis (Chicago, The Univ. of Chicago Press, 1947).
Podemos decir que Galton señaló los más importantes problemas generales y vías que la
psicología moderna iba a atacar. En el caso concreto de las aplicaciones prácticas podemos ver
como continuador a James McKeen Cattell (1860-1944), que en 1890 puso en circulación un
término afortunado: “test”. Fue el gran difusor de los tests. Al principio, éstos se parecían a los de
Galton y medían –como Wundt en su laboratorio- procesos elementales. En 1896, Binet y Henry,
en un artículo publicado en el Année Psychologique titulado “La psicología individual”, afirmaron
que era mejor diferenciar a los sujetos por sus facultades superiores.
Alfred Binet (1857-1911) comenzó su carrera científica en el laboratorio de psicología fisiológica
de la Soborna, fundado en 1889. En 1894, sucede en la dirección de este laboratorio al profesor
de fisiología Henri Beaunis (1830-1921). En 1900, su afición se centra en el laboratorio de
pedagogía experimental anexo a la escuela primaria de la calle Grangeauz-Belles. Fruto de sus
experiencias aquí fue la famosa escala de inteligencia. En 1904, el ministerio francés de
Instrucción Pública pide a Binet que confeccione un test para detectar en los primeros grados a
niños deficientes mentales, con el fin de enviarlos a escuelas especiales. En 1905 publica en el
Année Psychologique el primer test de inteligencia, en colaboración con Simon (escala de Binet
Simon). Esa escala contiene 30 pruebas de dificultad creciente, en la que se utilizaban diversos
procedimientos. Cada grupo de pruebas podía ser resuelto exitosamente con niños de una edad
determinada.
Para determinar cada nivel de pruebas se servían de 10 niños que, en opinión de los maestros,
eran normales en esa edad (inteligencia corriente en esa edad). En la revisión de 1908, cada
edad mental venía determinada por el número de pruebas que eran solucionadas por la
mayoría de los niños de esa edad.
Estas pruebas se aplicaban verbalmente y el niño respondía también verbalmente; esto supone
una serie de inconvenientes que el inglés Cyril Burt, en 1911, quiere solucionar ofreciendo a los
niños test impresos en los que la respuesta era sencilla: “sí” o “no”. En 1912, el alemán W. Stern
aporta el valioso concepto de coeficiente de inteligencia.
Binet no tiene mucha confianza en las conclusiones que puedan sacarse de mediciones hechas
a millares de niños; prefiere estudiar y trabajar con un número de sujetos bien conocidos por él.
Su obra Estudio Experimental de la Inteligencia (1903), se basa en cuidadosas observaciones que
hizo a sus dos hijas.
Los experimentos de laboratorio se combinan con encuestas mediante cuestionarios y entrevistas
para que sean más fiables. Binet acepta, también, el método de la introspección experimental
para “sondear” de esta manera el interior de un espíritu en acción (Année Psychologique, 9,
1909), pero en vez de utilizarlo, como en Leipzig se hacía, para estudiar los procesos sensoriales,
él lo aplica, como hará también en la escuela de Wurzburgo, a las funciones superiores de la
mente. Binet opina que a esta modalidad se la debería llamar, más justamente, “método de París”
que “método de Wuezburgo”.
ORÍGENES DE LA PSICOLOGÍA
La palabra psicología se deriva de dos raíces griegas: psyche, que significa “mente” y
logos que significa “estudio” o “conocimiento”, por lo tanto, es apropiado acudir a los
filósofos del periodo clásico de la antigua Grecia, alrededor de los años 500 y 300 a.C.
Los filósofos de la antigua Grecia que ejercieron la influencia más profunda en el
pensamiento psicológico fueron Sócrates (alrededor de 496-393 a.C.), Platón (alrededor
de 428-348 a.C.) y Aristóteles (alrededor de 384-332 a.C.)
Sabemos que Sócrates por medio de los escritos de su discípulo prominente, Platón.
Sócrates, cuyo creado más famoso fue “conócete a ti mismo”, enfatizó la importancia del
autoexamen y la reflexión personal. El creía que la vida no examinada no valía la pena
vivirla. Su tema de la autoexploración permanece como uno de los más perdurables en
la psicología moderna. Platón también aprendió de Sócrates que no debemos confiar en
nuestros sentidos para adquirir conocimientos sobre el mundo, dado que este, que nos
es dado a través de aquellos es una copia imperfecta de la realidad. La noción de que no
debemos confiar en nuestra percepción como ventana hacia la verdad hace eco en los
psicólogos modernos, quienes estudian cómo los sentidos pueden engañarnos en
forma de ilusiones visuales. Como Sócrates antes que él, Platón creía que, para adquirir
verdaderos conocimiento, bebíamos apoyarnos en el pensamiento y la razón, no en la
información que llega a nosotros por medio de nuestros imperfetos sentidos.
Aristóteles, el discípulo más famoso de Platón, pensaba distinto. Fue instruido como
naturalista, de manera que no es sorprendente que creyera que el conocimiento podía
ser adquirido por los sentidos mediante la observación atenta. Aristóteles sostenía que la
búsqueda del conocimiento debía basarse en la experiencia del mundo que nos rodea,
no en el puro pensamiento o razonamiento. La filosofía aristotélica llego a influir en el
desarrollo de las ciencias modernas, como puede verse en el énfasis que dichas ciencias
hacen a la experimentación y en la observación atenta como senderos hacia el
conocimiento.
A pesar de que la mayoría de los antiguos griegos creía que los dioses inferían en la vida
cotidiana de la gente, Aristóteles afirmaba que la gente debía creer solo en lo que podía
ver. Fue uno de los primeros en escribir acerca de las causas naturales de la conducta
humana en lugar de apelas a las explicaciones divinas o sobrenaturales. Incluso explico
como un pensamiento conduce a otro; sus conceptos sobre la asociación de ideas aún
se encuentran en las perspectivas contemporáneas del aprendizaje y el pensamiento.
Aristóteles también señaló que las motivaciones primarias de la gente y los animales
inferiores son la búsqueda de placer y la evitación del dolor. Este enfoque se ha
convertido en un pilar de las teorías modernas de la motivación.
Como ya veremos, la creencia en que las influencias del ambiente desempeñaban una
función esencial en la determinación de la conducta encuentra su experimento de las
escuelas modernas de psicología. Confucio también sostenía que las personas debían
gobernarse por principios morales (más que por motivos de beneficio propio), y que
debían cultivar su mente al grado máximo. Los psicólogos contemporáneos también
han vuelto su atención hacia los temas del razonamiento y desarrollo morales.
En ciertos aspectos, Wundt era un candidato improbable para fundar una nueva ciencia.
Cuando era niño fue un estudiante mediocre e incluso se le solicitó repetir un grado. El
problema para el joven Wundt era que tendía a soñar despierto en clase. Con frecuencia
podía encontrársele senado, con un libro abierto en las manos y en el acto de
contemplar el espacio en lugar de leer el texto asignado (una práctica que este autor
espera que usted no emule demasiado cuando abra su libro de texto de psicología).
Abstract: Continuing whit a previous paper where the concept of disease has been
defined in order to clarify that of the mental disease, this work develops the subject of
what can be name as diseases in the strict sense of the word. The first paragraph
refers to the disorders that are mentioned by Saint Thomas and explains their
meaning by placing them in the context of medieval medicine, with special reference
to Avicenna ́s Canon of Medicine. The second paragraph studies the topic of
psychosomatic diseases, which are those caused by an “animal passion”. It has been
left for a third paper the explanation of the nature of what Aquinas calls “aegritudo
animalis”.
Key Words: Thomas Aquinas – Mental disorders – Psychosomatic diseases–
Medieval medicine – Passions of the soul nature of what Aquinas calls “aegritudo
animalis”.
1 Este estudio se realizó gracias a una beca de la fundación San Pablo CEU para una estancia de investigación en la
Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma), bajo la supervisión de Juan José Sanguineti
2 Cf. M. F. Echavarría, “Las enfermedades mentales según Tomás de Aquino [I]. Sobre el concepto de enfermedad”, en
3 Cf., por ejemplo, Summa Theologiae,IIª-IIªe, q. 157, a. 3, ad 3. Este término es generalmente usado por Santo Tomás para referirse a
una especie de “locura” moral, opuesta a la prudencia; cf. Sententia Ethic., lib. 3, l. 20, n. 11.
4
Summa Theologiae, Iª-IIªe, q. 77, a. 1: “Impeditur enim iudicium et apprehensio rationis propter vehementem et inordinatam
apprehensionem imaginationis, et iudicium virtutis aestimativae, ut patet in amentibus”.
5 5Términos usados ya por los clásicos; por ejemplo, cf. M. T. CICERÓN, Tusculanae disputationes, III, 4, 8: “Quia nomen insania
significat mentis aegrotationem et morbum, id est insanitatem et aegrotum animum, quam appellarunt insaniam.” Cicerón utiliza
también la palabra “dementia”, ib., 5, 10: “Nec minus illud acute, quod animi adfectionem lumine mentis carentem nominaverunt
amentiam eandemque dementiam.”
6 Cf. E. KRAPF, Tomás de Aquino y la psicopatología. Contribución al conocimiento de la psiquiatría medieval, Index, Buenos Aires 1943;
p. 35: “Se habrá notado que en las varias citas que acabamos de dar, se hablaba ya de ‘insani’, ya de ‘amentes’ y también de
‘phrenetici’ y de ‘furiosi’, sin que entre todas estas denominaciones se haya hecho diferencia alguna. Podríamos aún agregar los
términos ‘lethargici’, ‘arreptitii’ y ‘mente capti’ que aparecen en los escritos de Tomás de Aquino con igual promiscuidad que los
anteriores, y también carecen, al parecer, de un significado claro desde el punto de vista de la psicopatología especial.” Este artículo del
psiquiatra germano-argentino Eduardo Krapf es de los pocos que tratan de modo sistemático el tema de las enfermedades mentales en
Santo Tomás
7 7Cf. J. PIGEAUD, La maladie de l’âme. Étude sur la relation de l’âme et du corps dans la tradition médico-philosophique antique, Les
Belles Lettres, Paris 32006; p. 73: “La phrénitis est un concept hippocratique. Un des textes ondamentaux est le Régime des Maladies
Aiguës: ‘Sont aiguës les maladies que les Anciens ont appelées pleuritis, péripneumonie, phrénitiset casus, et toutes les autres qui en
dépendent et dont les fièvres sont, pour la plupart, continues.’ Il faut remarquer l’ancienneté de ces noms, l’existence.
8 Cf. PIGEAUD, La maladie...,p. 75: “Et si l’on devait en extraire une définition, il faudrait dire: Phrénitis: délire continuel (diάpant, avec
fièvre d’abord sub-aiguë puis aiguë. La continuitéός du délire est un élément très important de la phrénitis, car elle permet de
distinguer la phrénitis du délire dans les autres maladies aiguës.”
impedito actu memorativae virtutis, ut in lethargicis, impeditur homo ab intelligendo in actu etiam
ea, quorum scientiam praeaccepit’ [I q. 84 a. 7 in c]9.
Pues aunque el intelecto no sea una fuerza corporal, sin embargo en nosotros la
operación del intelecto no se puede cumplir sin la operación de unas fuerzas
corporales, que son la imaginación, la fuerza cogitativa y la imaginativa, como es
evidente por lo ya dicho. Y es por eso que, impedidas las operaciones de esas
facultades por alguna indisposición del cuerpo, se impide la operación del
intelecto: como es patente en los frenéticos y en los letárgicos, y otros trastornos
semejantes. Y por eso también la buena disposición del cuerpo humano hace
apto para entender bien, en cuanto por esta causa las mentadas facultades son
más fuertes. Como se dice en II De animaque los que tienen carnes blandas
vemos que son mentalmente más aptos”11.
compleri non potest sine operatione virtutum corporearum, quae sunt imaginatio et vis memorativa et cogitativa, ut ex
superioribus patet. Et inde est quod, impeditis harum virtutum operationibus propter aliquam corporis indispositionem,
impeditur operatio intellectus: sicut patet in phreneticis et lethargicis, et aliis huiusmodi. Et propter hoc etiam bonitas
dispositionis corporis humani facit aptum ad bene intelligendum, inquantum ex hoc praedictae vires fortiores existunt:
unde dicitur in II De Anima quod molles carne bene aptos mente videmus.”
12 Estas localizaciones cerebrales se remontan a la medicina árabe, pero tienen raíces antiguas. Cf. AVERROIS
CORDUBENSIS, Commentarium Magnum in Aristotelis De Anima Libros, The Mediaeval Academy of America 1953; p.
415, L. III, 6, 47-78: “Et quidam dubitaverunt in hoc quod fuit dictum (scilicet quod intellectus non habet instrumentum)
ex hoc quod dicitur quod virtus ymaginativa est in anteriori cerebri, et cogitativa in medio, et rememorativa in
posteriori”. Galeno y Nemesio habían puesto en el cerebro la “imaginativa” o sentidos (ventrículos anteriores), la
“excogitativa” (ventrículo medio) y la “memorativa” (ventrículo posterior). Cf. NEMESIUS D’ÉMESE, De Natura Hominis,
Traduction de Burgundio de Pise, E. J. Brill, Leiden 1975; p. 71 (caput V, 53-56): “Organa autem eius [es decir, de la
imaginativa] sunt anteriores cerebri ventres et qui in eis est animalis spiritus et hi qui ex his sunt nervi, perfusi ad animali
spiritu, et constructio membrorum sensuum”. Es interesante observar que para Nemesio el término imaginación no
designa una potencia especial, sino que es intercambiable con “sentidos”. Sobre el poder “excogitativo”, ibidem, p. 86
(caput XI, 61-67): “[...] excogitativi auntem sunt generaliter quidem iudicationes et depositiones et fugae et impetus
actus, specialiter vero intelligentiae intelligibilium et virtutes et disciplinae et artium rationes et consiliativum et
electivum; hoc autem est quod per somnia censet nobis quod futurum, quam demum solam veram vaticinationem
trastornos, aunque cuanto dice es coherente con las afirmaciones de la medicina de su
tiempo. Para completar los datos es necesario recurrir a tratados como el Canon de
Medicina de Avicena13. En éste se afirma que la phrenitis y la lethargia son enfermedades
del cerebro causadas por un absceso o tumor.
c) Manía y melancholia
Otro trastorno clásico es la manía (que los latinos solían traducir como furor16).
Según Pigeaud, mientras que para Hipócrates la manía era un delirio acompañado por
un comportamiento anormalmente violento que formaba parte de otra enfermedad17,
Pythagorici dicunt, Hebraeos sequentes. Organum autem et huius est medius cerebri ventriculus et animalis spiritus qui
est in ipso.” Este excogitativo tal vez sea un antecedente de la vis cogitativa de árabes y escolásticos.
Sobre la memoria, ibidem, p. 88 (00-31): “Organum autem et huius est posterior ventriculus cerebri, quem
parenkephalida et parencranida vocant, et qui in eo est animalis spiritus.” A pesar de estas “localizaciones” hay que
tener presente que, en la postura de tendencia dualista de Nemesio, estos órganos no son tanto “sede” de estas
facultades, cuanto sus “instrumentos”. San Juan Damasceno, en De fide orthodoxa, sigue casi a la letra la teoría de las
localizaciones de Nemesio
13 Avicena trata el tema de las enfermedades mentales al comienzo del Libro III del Canon, entre las “enfermedades de la cabeza”.
Sobre la clasificación de estos trastornos en Avicena, cf.d. JACQUART, “La reflexión médica medieval y la aportación árabe”, en J.
POSTEL – C. QUÉTEL(Coord.), Nueva historia de la psiquiatría, Fondo de Cultura Económica, México 2001; 51-52: “Los médicos más
galenistas intentan fundar su clasificación, por una parte, en la presencia o ausencia de una lesión anatómica y, por la otra, en la
función perturbada. Encontramos el ejemplo más claro en Avicena (Canon, III, 1). Las enfermedades que provocan trastornos mentales
se clasifican en tres grupos: - los apostemas o inflamaciones de una parte del cerebro (membranas, sustancia, etc.), como el frenesí o la
letargia;
- las afecciones que traen consigo una perturbación de los sentidos (facultades mentales), entre las que cabe contar la alienación del
espíritu o confusión de la razón, la estupidez o reducción de la razón, la corrupción de la memoria, la corrupción de la imaginación, y
luego, la manía, la melancolía, la licantropía y el amor;
- las afecciones que entrañan una perturbación del movimiento, como el vértigo, la epilepsia o la apoplejía”.
14 Por lo que Avicena recomienda como tratamiento la flebotomía, cf. AVICENNA, Canon Medicinae, a Ioanii Iostaeo, & Ioanne Paulo
Mongio annotationibus,Venetii, 1595, L. III, Fen. I, Tract. 3, cap. 3 (p. 473): “Communis quidem cura specierum eius verarum est
phlebotomia ex cephalica, & [egressio sanguinis aliquantula,] immò multa valde.”
15 Ibidem, L. III, Fen. I, Tract. 3, cap. 7: “Lethargia dicitur apostema phlegmaticum factum intra cranium, & est sirsen phlegmaticum. Et
plurimum quidem eius fit in meatibus substantiae cerebri, absque uelaminibus, & ventriculis, & subtsantia cerebri, quoniam phlegma
rarò congregatur, & penetrat in panniculos cerebri propter ipsorum duritiem, neque in substantiam cerebri propter ipsius uiscositatem,
sicut etiam pleuresis secundum plurimum & cholerica, & raro fit phlegmatica propter paruitatem penetrationis phlegmatis in
substantiam sifachiam.i.sifac neruosum durum: licet sit possibile, ut fiat illud in paucis ambarum, possibile est enim, ut cadat hoc
apostema in substantia cerebri, & in eius uelaminibus. Et haec aegritudo nominatur nomine sui accidentis. [Veruntamen lethargia
uniuersaliter] est obliuio. Et hanc aegritudinem comitatur obliuio: & propter nomen eius errant in ipsa plures medicorum ignorantes,
quòd [intentio] in ipsa est aegritudo facta ex apostemate frigido: immo existimant, quod haec aegritudo in seipsa sit
obliuio. Et [quod] quidam medici sunt, qui nominant lethargiam omne apostema frigidum in cerebro: siue sit melancholicum, siue
phlegmaticum; ueruntamen plures antiquorum phlegmaticum hoc nomine appropiauerunt, & tuum est, ut in ipso nomines utrumque.
[...] Et haec aegritudo generatur ab omni, quo generatur humor
phlegmaticus, & in quo sunt vaporatio, & putrefactio.”
16 Cf. CICERÓN, Tusculanae dispituationes, III, 5, 11: “Graeci autem manίan unde appellent, non facile dixerim; eam tamen ipsam
distinguimus nos melius quam illi. Hanc enim insaniam, quae iuncta stultitiae patet latius, a furore disungimus”, sin embargo, a
continuación Cicerón identifica equivocadamente el furor de los latinos con la melancolía de los griegos: “quem nos furorem,
melancolίanilli vocant”
17
PIGEAUD, La maladie..., p. 101: “Chez Hippocrate, il semble que la manie, le transport comme l’on disait au XIXe siècle, désigne le
comportement violent et aberrant d’un individu, dans des contextes pathologiques différents, et même dans la phrénitis”; ib.:
en tiempos de Asclepíades se habría fijado definitivamente el concepto de manía como
patología específica, caracterizada como una alienación sin fiebre18. La medicina clásica
la llamaba “demonio lupino”, porque por su fiereza el aspecto de la persona era
semejante al de un lobo. Santo Tomás sólo suele usar la palabra manía para referirse a
un tipo de ira de los mencionados por san Gregorio Niseno19. Para referirse a este
trastorno, en cambio, usa la palabra “furia”20.
“Darenberg remarque que, pour les auteurs anciens, y compris Hippocrate, manίa désigne le plus souvent un délire violent. Ces
maladies maniaques pouvaientaussi bien désigner la phrénitis. Ce sont toutes les maladies qui comportent des manifestations
délirantes”; ib., 102: “La manie désigne donc plutôt, dans le Corpus hippocratique, un comportement violent, une brutalité, des gestes
incohérents, des cris, une agitation sans but. [...]. En faits le terme de manieà l’origine n’est pas spécifiquement médical; c’est un mot
de la langue commune; de même sans doute que phrénitis; de même aussi que mélancolie”.
18 Ibidem, p. 100: “La manie semble caractérisée définitivement au temps au temps d’Asclépide, dont nous avons vu qu’il la définit par
rapport à la phrénitis: ‘Elles sont toutes des maladies dans le sens; mais si la maladie est à évolution lente et sans fièvre, on l’appelle
manie’, cela, dans son livre Des définitions.”
19 Summa Theologiae,IIª-IIªe, q. 158 a. 5.
20 Por ejemplo, cf. Super Sent.,l. IV, dist. 34, q. 1, a. 4; Summa Theologiae, IIIª, q. 68, a. 12, co.
21
Cf. PIGEAUD, La maladie..., p. 123: “L’histoire de la formation médicale du concept est beaucoup plus complexe que pou celui de
phrénitis et de manie. C’est que nous sommes devant plusieurs apories, qui concernent surtout la bile noire; car, comme son nom
l’indique, c’est une maladie qui met en évidence, de quelque façon que ce soit, l’humeur bile noire.”
22 Ibidem., p. 122: “En fait, nulle maladie n’a été aussi présente dans l’histoire de la culture, et l’on pourrait dire qu’elle est le véhicule et
le refuge des névroses où les médecins pensent reconnaître, sous un concept très flou et très variable en extension, les maladies les
plus diverses, et où les grands rêveurs de la mélancolie viennent soigner leur propre angoisse, en cherchant à mettre un nom à leurs
malaises. Ainsi s’est fabriquée une énorme littérature de la mélancolie.”
23
HIPÓCRATES, Aforismos, 6ª sección, #3, IV L 568 (citado por PIGEAUD, p. 124, nota 447)
24 El peripatético Problema XXX como dos momentos del mismo humor melancólico; cf. PIGEAUD, La maladie, pp. 129-133
algunos se llaman melancólicos, otros coléricos, y así siguiendo, según la proximidad
a los términos de la complexión de la especie humana [...]”25.
Desde el punto de vista psicológico, podemos encontrar muchos
textos. Me limito a citar uno:
Luego pone la segunda especie, cuando dice: Pero los amargos, etc. Y dice que son
llamados amargos en la ira aquellos cuya ira se disipa con dificultad, y permanecen
enojados mucho tiempo, porque retienen la ira en el corazón. Su ira sólo cesa cuando
devuelven la venganza por el castigo recibido, pues la punición hace descansar el
ímpetu de la ira, porque en lugar de la tristeza precedente causa placer, en cuanto se
deleita en la venganza.
Pero si no consiguen castigar, se afligen más gravemente en su interior, pues como no
manifiestan su ira, no pueden ser persuadidos por nadie a mitigar su ira, porque la
ignoran, y por eso es necesario que pase un largo tiempo para que digieran su ira, a
través del cual poco a poco se calme y extinga la ira encendida. Quienes de este modo
conservan la ira durante mucho tiempo, son muy molestos para sí mismos y sobre todo
para sus amigos, con los que no pueden convivir placenteramente, y por eso se los
llama amargos. A esta especie de exceso parecen estar dispuestos sobre todo los
melancólicos, en los que las impresiones recibidas permanecen más tiempo por la
solidez del humor26.
d) Otros trastornos
Contrariamente a lo que mucha literatura de historia de la psicopatología
pretende a veces hacer pensar, los autores medievales, y Santo Tomás en particular,
consideran a las enfermedades mentales como enfermedades en el sentido propio, y no
necesariamente como el efecto de una posesión demoníaca, como se viene de ver. Esto
no implica, por parte de Santo Tomás, la negación de la posibilidad de que la causa
demoníaca también se dé, aunque para ello los espíritus malignos se deban servir de las
leyes de la naturaleza. Explicando esto, Santo Tomás pone el ejemplo de los “lunáticos”.
El lunático es uno que cae en la locura en determinada fase del ciclo lunar. Se trata, para
Santo Tomás, de un fenómeno natural, que, como cualquier otro fenómeno natural, el
25Super Sent., lib. 2, d. 15, q. 2, a. 1, co: “[...] complexio debita corpori humano est complexio temperatissima; et tamen sunt multi
gradus temperamenti, secundum quos quidam dicuntur melancholici, quidam cholerici, et sic de aliis, secundum propinquitatem ad
terminos complexionis humanae speciei [...]”
26 Sententia Ethic., lib. 4, l. 13, n. 11: Secundam speciem ponit ibi, amari autem et cetera. Et dicit quod amari secundum iram dicuntur
quorum ira difficile solvitur; et diu irascuntur, quia retinent iram in corde. Tunc autem eorum ira quiescit, quando retribuunt vindictam
pro iniuria illata: punitio enim facit quiescere impetum irae, dum loco tristitiae praecedentis inducit delectationem, in quantum scilicet
aliquis delectatur de vindicta. Sed si hoc non fiat quod puniant, graviter affliguntur interius; quia enim non manifestant iram suam,
nullus potest persuadendo eorum iram mitigare quae ignoratur, sed cum hoc ad hoc quod eorum ira digeratur necessarium est longum
tempus per quod paulatim tepescat et extinguatur accensio irae. Tales autem, qui sic iram retinent diuturnam sunt sibiipsis
molestissimi et praecipue amicis cum quibus delectabiliter non possunt convivere, et propter hoc vocantur amari. Ad hanc autem
speciem superabundantiae maxime videntur disponi melancolici, in quibus impressiones susceptae diu propter humoris grossitiem
perseverant.”
demonio puede utilizar para influir sobre un individuo27. Pero atiéndase a que este tipo
de influencia puede darse también en enfermedades que no tengan síntomas mentales.
27 Cf. Super Evangelium Matthaei, c. IV, l. 3: “Lunatici proprie dicuntur qui patiuntur infirmitatem cuiusdam amentiae in defectu lunae:
et tunc arripiuntur a Daemonibus. Et diabolus tunc magis affligit propter duas rationes. Unam assignat Hieronymus, et est ut infamet
creaturam dei; et hoc etiam fit in effectibus magicae artis, qua invocantur Daemones sub certis constellationibus et Daemones veniunt
ad hoc ut extollant creaturam, et inducant ad idololatriam. Secunda ratio est melior, quia diabolus non potest aliquid, nisi per virtutes
corporis. Non est autem dubium, quod corpora inferiora immutantur secundum diversas immutationes corporum superiorum. Et ideo
tunc diabolus invocatus libenter venit, quando videt superiora corpora operari ad illum effectum pro quo invocatur. In defectu autem
lunae, sicut patet, humiditates deficiunt; et ideo defectus lunae facit ad talem infirmitatem, quando terra non abundat humoribus; et
ideo diabolus tunc magis vexat: et hoc est et lunaticos.”
28 En realidad, a quien está citando Krapf es a ADAM DE BUCKFIELD, In De somno et vigilia, l. 5. En Santo Tomás las referencias a la
epilepsia o “morbus caducus” no entran en demasiados detalles; cf. Summa Theologiae IIIª, q. 14 a. 4 co; Super Sent., lib. 4 d. 27 q. 2 a.
3 ad 3.
29 KRAPF, Tomás de Aquino..., pp. 37-38
30 Sorano y Celio Aureliano, que claramente tienden a atribuir un origen orgánico a prácticamente todas las enfermedades mentales, sin
embargo consideran a la homosexualidad como un vicio del alma y, en cuanto tal, ajeno a la competencia del médico, y propio del
tratamiento filosófico.; cf. PIGEAUD, La maladie..., pp. 120-122
31 Sententia Ethic, lib. 7, l.5, n. 7: “Exemplificat de his quae fiunt contra naturam delectabilia ex consuetudine. Et dicit, quod quibusdam
accidunt innaturales delectationes propter interiorem aegritudinem vel corruptionem provenientem ex consuetudine. Sicut quidam
propter consuetudinem delectantur evellere sibi pilos, et corrodere ungues, et comedere carbones et terram, nec non et uti coitu
naturaleza de esta aegritudo animalis? ¿Es aegritudo en sentido propio o analógico?
¿Qué significa allí “animalis”? Me parece que hay dos maneras posibles de entender la
expresión aegritudo animalis. En este apartado me referiré al primero de ellos. El otro lo
dejo para el tercer artículo de este estudio32.Si se entiende aegritudo como “enfermedad”
en el sentido estricto, se podría llamar aegritudo animalis a toda enfermedad causada
por una pasión animal. Santo Tomás, siguiendo a la medicina de su tiempo (no se trata
de algo original suyo), habla de algunas enfermedades causadas por excesos pasionales,
como grandes tristezas (la tristeza es la emoción que daña más al cuerpo, y que por eso
es más propiamente “pasión”), una gran concupiscencia o incluso por excesos de
alegría. Estas citas son un ejemplo de ello:
La tristeza, es la que más daña al cuerpo de todas las pasiones del alma. La razón es que la
tristeza se opone a la vida humana en cuanto a la especie de su movimiento y no sólo en
cuanto a la medida o cantidad, como las demás pasiones.
Pues la vida humana consiste en cierto movimiento, que desde el corazón se difunde
hacia los otros miembros, movimiento que conviene a la naturaleza humana según una
cierta determinada medida. Por lo tanto, si se impidiera el proceso de este movimiento,
repugnaría a la vida según su especie. En todas las pasiones del alma se debe atender que
la transmutación corporal, que es su aspecto material, es conforme y proporcionado al
movimiento del apetito, que es lo formal; como en todas las cosas la materia es
proporcionada a la forma. Las pasiones del alma que comportan un movimiento del
apetito para conseguir algo (como el amor, el gozo, el deseo, etc.) no repugnan al
movimiento vital según la especie, aunque puedan contradecirlo por su exceso. Y por eso,
según su especie ayudan a la naturaleza del cuerpo, aunque lo puedan dañar si son
excesivas. Pero las pasiones que comportan un movimiento del apetito de fuga o
retracción, repugnan al movimiento vital no sólo si son excesivos, sino también
específicamente, y por eso son absolutamente dañinos: como el temor y la desesperación,
y sobre todo la tristeza, que oprime al alma por un mal presente, cuya sensación es más
fuerte que la de un mal futuro33
masculorum. Omnia autem praedicta, quae sunt contra natura delectabilia, possunt reduci ad duo. Quibusdam enim accidit ex natura
corporalis complexionis, quam acceperunt a principio. Quibusdam vero accidunt ex consuetudine, puta quia consueverunt ad
huiusmodi a pueritia. Et simile est de his qui in hoc incidunt ex aegritudine corporali. Nam prava consuetudo est quasi quaedam
aegritudo animalis.” ibidem n. 12: “quaedam enim sunt sunt dispositiones bestiales propter perniciosam naturam, quaedam vero
aegritudinales quae sunt propter aegritudinem corporalem vel animalem quae est ex mala consuetudine.”
32 De este tema, sin embargo, ya me he ocupado en publicaciones anteriores; cf. M. F. ECHAVARRÍA, “Principios filosóficos para una
teoría de la enfermedad psíquica”, Actas de la XXXII Semana Tomista “Filosofía del Cuerpo”, Buenos Aires 2007; “La enfermedad
psíquica (aegritudo animalis) según Santo Tomás”, en Proceedings of the International Congress on Christian Humanism in the Third
Millennium: The Perspective of Thomas Aquinas, Pontificia Academia Sancti Thomae Aquinatis, Vatican City 2006, pp. 441-453; “Santo
Tomás y la enfermedad psíquica”, en aa. vv., Bases para una psicología cristiana, Ediciones de la Universidad Católica Argentina, Buenos
Aires 2005, 113-152; La praxis de la psicología y sus niveles epistemológicos según Santo Tomás de Aquino, Documenta Universitaria,
Girona 2005, 444-451.
33 Summa Theologiae, Iª-IIªe,q. 37, a. 4, co: “Respondeo dicendum quod tristitia, inter omnes animae passiones, magis corpori nocet.
Cuius ratio est, quia tristitia repugnat humanae vitae quantum ad speciem sui motus; et non solum quantum ad mensuram seu
quantitatem, sicut aliae animae passiones. / Consistit enim humana vita in quadam motione, quae a corde in cetera membra
diffunditur, quae quidem motio convenit naturae humanae secundum aliquam determinatam mensuram. Si ergo ista motio procedat
ultra mensuram debitam, repugnabit humanae vitae secundum quantitatis mensuram; non autem secundum similitudinem speciei. Si
autem impediatur processus huius motionis, repugnabit vitae secundum suam speciem. Est autem attendendum in omnibus animae
passionibus, quod transmutatio corporalis, quae est in eis materialis, est conformis et proportionata motui appetitus, qui est formalis,
sicut in omnibus materia proportionatur formae. Illae ergo animae passiones quae important motum appetitus ad prosequendum
Si la concupiscencia quita totalmente la cognición, como sucede en los que por la
concupiscencia se vuelven dementes, se seguiría que la concupiscencia quitaría lo
voluntario”34
“La pasión del apetito sensitivo mueve a la voluntad desde esa parte en que la voluntad es
movida por su objeto, es decir, en cuanto el hombre dispuesto de algún modo por la
pasión, juzga que algo es conveniente y bueno, que fuera de la pasión no juzgaría ser tal.
Este tipo de inmutación del hombre por la pasión sucede de dos modos. Primero, como
sucede en los que por una ira o una concupiscencia vehemente se hacen furiosos o
dementes, como también, por alguna otra perturbación corporal; pues estas pasiones no
acaecen sin transmutación corporal. Y para estos vale el mismo discurso que para los
animales brutos, que siguen necesariamente el ímpetu de la pasión, pues en ellos no hay
ningún movimiento de la razón, y en consecuencia tampoco de la voluntad” 35. “Pero si las
pasiones crecen tanto que quitan totalmente el uso de la razón, como sucede en los que
por la vehemencia de las pasiones caen en la demencia, no permanece la razón de
continencia ni de incontinencia, porque no se salva en ellos el juicio de la razón, que el
continente conserva y el incontinente abandona” 36.
“Porque las cosas que son muy pequeñas se reputan casi como inexistentes, por eso, de
un cuarto modo se llaman pasiones, no cualquier alteración nociva, sino las que producen
un gran daño y una gran tristeza. Porque también una alegría excesiva se hace nociva,
como cuando, por exceso de alegría, algunos se han muerto o enfermado. Y de modo
semejante, la sobreabundancia de prosperidad se transforma en un daño para aquellos
que no saben usarla bien”37.
“Esas cosas que son deleitables no-naturalmente, algunas son producidas por carencias, es
decir por algunas enfermedades corporales que sobrevienen, o también por tristezas
animales, por las cuales la naturaleza es transmutada hacia otra disposición” 38
aliquid, non repugnant vitali motioni secundum speciem, sed possunt repugnare secundum quantitatem, ut amor, gaudium,
desiderium, et huiusmodi. Et ideo ista secundum speciem suam iuvant naturam corporis, sed propter excessum possunt nocere.
Passiones autem quae important motum appetitus cum fuga vel retractione quadam, repugnant vitali motioni non solum secundum
quantitatem, sed etiam secundum speciem motus, et ideo simpliciter nocent, sicut timor et desperatio, et prae omnibus tristitia, quae
aggravat animum ex malo praesenti, cuius est fortior impressio quam futuri.”
34 Summa Theologiae, Iª-IIªe, q. 6, a. 7, ad 3: “Ad tertium dicendum quod, si concupiscentia totaliter cognitionem auferret, sicut
contingit in illis qui propter concupiscentiam fiunt amentes, sequeretur quod concupiscentia voluntarium tolleret”
35 Summa Theologiae, Iª-IIªe, q. 10, a. 3, co: “Respondeo dicendum quod, sicut supra dictum est, passio appetitus sensitivi movet
voluntatem ex ea parte qua voluntas movetur ab obiecto, inquantum scilicet homo aliqualiter dispositus per passionem, iudicat aliquid
esse conveniens et bonum quod extra passionem existens non iudicaret. Huiusmodi autem immutatio hominis per passionem duobus
modis contingit. Uno modo, sic quod totaliter ratio ligatur, ita quod homo usum rationis non habet, sicut contingit in his qui propter
vehementem iram vel concupiscentiam furiosi vel amentes fiunt, sicut et propter aliquam aliam perturbationem corporalem; huiusmodi
enim passiones non sine corporali transmutatione accidunt. Et de talibus eadem est ratio sicut et de animalibus brutis, quae ex
necessitate sequuntur impetum passionis, in his enim non est aliquis rationis motus, et per consequens nec voluntatis”.
36 Summa Theologiae, IIª-IIªe, q. 156, a. 1, co: “Si vero passiones adeo increscant quod totaliter auferant usum rationis, sicut accidit in
his qui propter vehementiam passionum amentiam incurrunt, non remanebit ratio continentiae neque incontinentiae, quia non
salvatur in eis iudicium rationis, quod continens servat et incontinens deserit”.
37 “Et quia illa, quae sunt modica, quasi nulla reputantur, ideo quarto modo dicuntur passiones, non quaecumque nocivae alterationes,
sed quae habent magnitudinem nocumenti, sicut magnae calamitates et magnae tristitiae. Quia etiam excedens laetitia fit nociva, cum
quandocumque propter excessum laetitiae aliqui mortui sint et infirmati; et similiter superabundantia prosperitatis in nocumentum
vertitur his qui ea bene uti nesciunt”
38
Sententia Ethic., lib. 7, l. V, n.3: “Eorum vero quae sunt delectabilia non naturaliter, quaedam fiunt propter orbitates, idest propter
aliquas supervenientes aegritudines corporales, aut etiam tristitias animales, ex quibus transmutatur natura ad aliam dispositionem.
Así como algunos enferman por una pasión corporal producida por un agente físico,
como hemos explicado en el artículo anterior, algunos pueden enfermar por una pasión
animal. Pero enferman en el sentido estricto de la palabra enfermedad. Se da entonces
una alteración corporal (que en el caso de las pasiones es, para Santo Tomás, un
calentamiento o enfriamiento de la sangre en torno al corazón) que desequilibra el
organismo, enfermándolo. Esta pasión del alma puede ser excesiva porque es contraria
al orden de la recta razón; pero también, permaneciendo dentro de la recta razón,
puede producir enfermedad por una predisposición precedente del cuerpo. En este
campo caen las hoy llamadas “enfermedades psicosomáticas”, y todo desequilibrio
corporal “psicógeno”, entre los que podría haber alguno que afectara, a su vez, las
facultades psíquicas39 (pero, atención, no toda enfermedad psicosomática es
necesariamente mental; las pasiones pueden producir también otras enfermedades).
Todas estas son enfermedades “animales”, porque son causadas por los movimientos
corporales que son parte material de todo acto apetitivo sensitivo. Con términos
modernos podríamos decir que se pueden llamar animales (o psíquicas) aquellas
enfermedades (en el sentido estricto de la palabra) que consisten en un desequilibrio
biológico consiguiente a actos emocionales negativos o intensos; como si uno cayera en
una depresión después de pasar muchos momentos intensamente duros, o en
trastornos de ansiedad después de períodos de un estrés muy fuerte; etc.
Conclusiones
Hemos visto que en la obra de Santo Tomás hay muchas referencias al tema de la
enfermedad mental, entendiendo aquí por enfermedad el estado de desequilibrio
orgánico causado por la alteración de las cualidades sensibles, como se ha explicado en
un artículo precedente. Santo Tomás sigue, con notable conocimiento para un lego en
39 A este tipo de enfermedades parece reducir Mario Sacchi el conjunto de las enfermedades “mentales” (competencia de la
psiquiatría); cf. M. E. SACCHI, “El sujeto de la psiquiatría”, en Sapientia, L (1995) 382: “Las enfermedades de incumbencia de la
psiquiatría adquieren la actualidad con que inhieren nocivamente en sus sujetos merced al ejercicio de un movimiento apetitivo”; ib.
384: “Lo novedoso de esta teoría tomista estriba en que con ella las enfermedades de interés psiquiátrico han sido definidas y
especificadas con exactitud a través de la compenetración de la inteligibilidad de su misma esencia, es decir, como alteraciones
defectuosas de los movimientos del apetito sensitivo. En cuanto involucran una cierta corrupción del sujeto por la pérdida de una
disposición que le es natural, son verdaderas alteraciones defectuosas que introducen una morbositas, aegrotatio o infirmitas en el
paciente [...]. Si no se vigilara circunspectamente esta relación de causalidad –una relación por la cual los agentes patógenos de las
afecciones del apetito sensitivo se vinculan con sus efectos-, no habría modo alguno de poder establecer la condición propia de las
enfermedades que la psiquiatría procura sanar”. ¡Ojalá las cosas fueran así de sencillas! Pero lo cierto es que ni la psiquiatría se ocupa
sólo de enfermedades psicógenas, pues muchas de ellas parecen proceder de una pasión física y no animal; ni sólo atiende las psicosis y
las neurosis (ib. p. 381), más allá de que estas denominaciones estén hoy sujetas a serias críticas; ni es tan pacífico que todas ellas
consistan principalmente en un desequilibrio del apetito sensitivo (piénsese en los trastornos cognitivos de la paranoia o de la
esquizofrenia –delirios, alucinaciones-, que parecen sus síntomas principales). El estatuto epistemológico de la psiquiatría sigue siendo
ambiguo, no menos que el de la psicología y la psicoterapia (que no es sinónimo de psiquiatría, como tiende a afirmar este autor). La
psiquiatría comienza como especialidad médica moderna como aquella parte de la medicina que se ocupa de los “alienados mentales”.
El “alienista”, el psiquiatra, es al principio el médico que cura a los que están encerrados en un asilo para enfermos mentales, más allá
de la causa de esa “alienación”. De allí surgen conflictos de competencias, no sólo (a partir de mediados del siglo XX) con los psicólogos
clínicos, sino también con otras especialidades médicas como la neurología y la endocrinología.
medicina, las concepciones “psiquiátricas” de su tiempo, como se pudo comprobar a
partir de las referencias hechas a la tradición médica greco-latina y árabe.
Por otro lado, también en línea con la medicina de su tiempo y con penetración
psicológica asombrosa, Santo Tomás considera que puede haber enfermedades (de
nuevo, en el sentido estricto de este término) que sean psíquicas, en cuanto su origen
está en el ejercicio de las pasiones, que son
hilemórficas. Lo formal en las pasiones es el
movimiento animal, pero éste va siempre
acompañado, como de su principio material, por Para conocer más de
una transmutación orgánica, que puede originar éste tema visita:
la alteración que provoca la enfermedad. A estos
https://prezi.com/xurikxr7xm
desequilibrios se los podría denominar aegritudo
mc/sto-tomas-de-aquino-y-san-
animalis, enfermedad animal o psíquica. Pero, a agustin-de-hipona/
mi juicio, este no es el sentido que Santo Tomás
da a esa expresión. Esto se ve claramente en la
frase antes citada a pie de página: “prava
consuetudo est quasi quaedam aegritudo animalis” (“una mala costumbre es como
cierta enfermedad animal”).
Aquí no se dice que la costumbre sea causa de la enfermedad, sino que ella misma es
“casi” (quasi) una “cierta” (quaedam) enfermedad animal. Aunque, como he señalado en
el presente artículo, este es un tema del que ya me he ocupado en escritos anteriores, mi
intención es definirlo mejor y distinguirlo de los trastornos mencionados aquí, en una
tercera parte de este estudio. Se trata de un punto en el que Santo Tomás es original,
aun dependiendo, como su punto de inspiración, del texto aristotélico. El tema, más allá
de su indudable interés histórico, puede ser de utilidad también para definir mejor en la
actualidad el rol del psicólogo en cuanto psicoterapeuta, pues entre los trastornos que
pueden ser aegritudo animalis, Santo Tomás menciona muchos de los que hoy se
colocan en las categorías de neurosis y trastorno de la personalidad (fobias, parafilias,
sadismo, etc.), que suelen ser campo de acción de la psicoterapia.i
i
MartínF. Echavarría es Profesor de Historia de la Psicología y Vicedecano de Psicología
de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universitat Abat Oliba CEU (Barcelona). E-mail:
echavarria@uao.es.
Recibida: 20 de diciembre de 2008.
Aceptado para su publicación: 18 de marzo de 2009.
SAN AGUSTÍN
Tomado de: Historia de la Filosofía 2º Bachillerato del IES Francisco Giner de los Ríos
1. EL CONOCIMIENTO (EPISTEMOLOGÍA):
San Agustín sitúa las ideas o esencias eternas e inmutables en la mente de Dios
(Platón las había situado en el Mundo de las Ideas), ya que si son eternas e
inmutables, no pueden tener su origen en el alma humana, finita y limitada, sino
sólo en la inteligencia divina. Para resolver el problema de cómo el alma puede
conocer tales ideas si están en la mente de Dios, San Agustín elabora la Teoría de la
iluminación (Platón elaboró la teoría de la reminiscencia). Según esta teoría, el
conocimiento intelectual de las ideas o verdades eternas es posible porque Dios las
ha puesto en el alma y nos permite comprenderlas iluminando nuestro
entendimiento superior, que así puede alcanzar unos conocimientos que
sobrepasan con mucho sus facultades.
La teoría de la iluminación está inspirada en la Idea de Bien platónica como el sol
que ilumina el mundo inteligible, teoría compatible con el dogma cristiano que
identifica a Cristo con la luz que ilumina al hombre en el mundo.
Para San Agustín la razón puede demostrar la existencia de Dios mediante ciertas
pruebas o argumentos:
-Argumento histórico. Todos los pueblos han creído en la existencia de
un Ser Supremo.
-Argumento psicológico. El ser humano descubre con absoluta
evidencia a Dios en su alma, prueba segura y firme de su existencia.
-Argumento cosmológico. El orden interno del Universo es la prueba
palpable de la existencia de su creador.
-Argumento epistemológico. Solo es posible explicar las ideas
permanentes y eternas en mi alma, ser finito y contingente, si las ha
puesto allí un ser infinito y necesario que además me permite conocerlas
mediante la iluminación de mi inteligencia.
Sobre cómo es Dios (su esencia y sus características) San Agustín afirma:
- Nunca podremos alcanzar un conocimiento pleno de Dios, siendo Él
infinito y nuestro entendimiento finito.
-Dios es el creador de todo ya que crea a partir de la nada siguiendo
como modelo las ideas o esencias de todas las cosas presentes en su
mente desde la eternidad. Esta doctrina sobre la Creación está inspirada
en Platón. Pero mientras que el Demiurgo platónico tiene dos
condicionamientos, la materia eterna y las ideas que son superiores a él,
en el caso de San Agustín Dios no tiene ningún condicionamiento pues
las ideas se encuentran en Él y la materia es también creada por Él.
-Dios es inmutable, Uno, Perfecto y es el sumo Bien.
En la estructura jerárquica de la creación, las más nobles criaturas creadas por Dios
son los ángeles. A continuación está el ser humano, pero mientras que el ángel es
espíritu puro, el ser humano es un compuesto de materia y espíritu, es decir, de
cuerpo y alma.
San Agustín adoptó y adaptó el dualismo antropológico de Platón y su visión del ser
humano, afirmando que: El ser humano es un compuesto de cuerpo y alma, es ésta
la que nos hace semejantes a Dios. El alma humana es espiritual, simple e inmortal
(existe separada del cuerpo). Es principio vital e intelectual (la vida y el conocimiento
racional dependen del alma). Se encuentra unida accidentalmente a un cuerpo
mortal.
Agustín sin embargo no cree que el alma esté unida al cuerpo como un castigo,
idea que supone que el cuerpo es malo en sí mismo. La razón es que según el
cristianismo Dios no crea el mal, por tanto no puede haber creado un cuerpo malo.
Ahora bien, aunque el cuerpo no es malo, sí puede ser un obstáculo para la
salvación a consecuencia del pecado original. La salvación del alma es el fin último
del ser humano y se logra con la búsqueda y reencuentro con Dios para lo cual hay
que apartarse de los efectos moralmente perniciosos del pecado original sobre el
cuerpo.
En cuanto al problema del origen del alma, San Agustín negó la teoría platónica de
la preexistencia y transmigración de las almas por ser contraria al dogma cristiano y
dudó entre dos teorías alternativas: el traducianismo y el creacionismo.
Por lo que respecta al destino final del alma, consiste en el encuentro con Dios tras
la muerte del cuerpo. Ahora bien debido al pecado original, el alma no puede
salvarse por sus propios méritos, necesita la gracia divina, un don que Dios otorga a
cambio de la fe. Mediante la gracia, el alma, supera los efectos del pecado original y
es impulsada de forma sobrenatural a la unión definitiva con su creador.
El alma, lleva a cabo sus funciones mediante tres facultades: memoria, que hace
posible la reflexión; entendimiento que permite la comprensión (incluye la razón
inferior y la razón superior); voluntad que permite el amor.
Edward Titchener (1867-1927), un inglés que fue discípulo de Wundt, llevó las
enseñanzas y los métodos de introspección de su maestro a Estados Unidos y a
otros países de lengua inglesa. La escuela de la psicología identificada con Wundt y
Titchener fue conocida como estructuralismo, un enfoque que intentaba definir la
estructura de la mente al dividir la experiencia mental en las partes que la
componen. Los estructuralistas buscaron diseñar una tabla periódica de los
elementos de la conciencia, de manera muy semejante a cuando los químicos,
algunos años antes, construyeron la tabla periódica de los elementos (Willingham,
2007).
William James (1842-1910) fue capacitado como médico, pero realizó importantes
contribuciones tanto a la psicología como a la filosofía. A pesar de emplear la
introspección cambio su enfoque hacia las funciones de la conducta. A diferencia
de los estructuralistas no creía que la experiencia consciente debiera ser dividida en
elementos separados. En lugar de ello, sostenía que la experiencia mental puede
comprenderse mejor en términos de las funciones o propósitos para los que sirve.
A principios del siglo XX, una nueva fuerza en la psicología adquirió relevancia. Se le
llamo conductismo y su credo era que la psicología debía limitarse al estudio de la
conducta evidente que los observadores pudieran registrar y medir. El fundador del
conductismo fue el psicólogo estadunidense John Broadus Watson (1878-1958).
Razono que, dado que no es posible observar los procesos mentales de otra
persona, la psicología nunca avanzaría como ciencia, a menos que eliminara los
conceptos mentalistas como mente, conciencia, pensamiento y sentimiento.
Rechazó a la introspección como método de búsqueda científica y propuso que la
psicología se convirtiera en una ciencia de la conducta, no de los procesos
mentales. A este respecto, compartía con el antiguo filósofo griego Aristóteles la
creencia en que la ciencia debía basarse en sucesos observables. El problema de la
introspección es que no hay manera de observar de manera directa las experiencias
mentales de un individuo o saber cómo los sentimientos o sensaciones de una
persona se comparan con los de alguien más. Watson conminó tanto a sus colegas
psicólogos como científicos a enfocarse en lo que podemos observar, es decir,
respuestas, reflejos y otras conductas observables.
Watson creía que el ambiente moldea las conductas de los seres humanos y de
otros animales. Incluso alardeo que si tuviera el control de las vidas de los bebés,
podría determinar el tipo de adultos en que se convertirían:
Denme una docena de bebés saludables, bien formados, y mi propio mundo especifico
para criarlos, y les garantizo que elegiré a cualquiera de ellos al alzar y lo instruiré para
convertirse en cualquier tipo de especialista que yo pudiera sugerir: médico, abogado,
comerciante en jefe y, sí, incluso limosnero y ladrón, sin importar sus talentos, predilecciones,
tendencias, capacidades, vocaciones ni la raza de sus ancestros (Watson, 1924).
Nadie, desde luego, aceptó el desafío de Watson, de manera que nunca sabremos
cual hubiera sido el destino de “una decena de bebés saludables” bajo su
definición. Los psicólogos de la actualidad, sin embargo, creen que el desarrollo
humano es mucho más complejo de lo que él pensaba. Muy pocos opinan que
hubiera tenido éxito en el desafío que propuso.
A pesar de que Skinner estudio principalmente a palomas y ratas, creía que los
mismos principios de aprendizaje que observó en los animales de laboratorio
podían aplicarse también a los seres humanos. Skinner declaró que la conducta
humana es producto de las consecuencias ambientales, como sucede en otros
animales. Todo lo que hacemos, desde decir “discúlpeme” cuando estornudamos
hasta asistir a clases o prepararnos un emparedado, representa respuestas
aprendidas por medio del reforzamiento, aunque no podemos esperar recordar las
múltiples ocasiones de reforzamiento implicadas en la adquisición y conservación de
dichas conductas.
Lo que cautivo a Wertheimer en el tren fue la ilusión de que los objetos a distancia-
postes de telégrafo, casas y las cimas de las colinas- parecían moverse con el tren, a
pesar de que era evidente que
estaban inmóviles. Incontables
personas han observado el mismo
fenómeno de movimiento aparente,
Para aprender más consulta:
pero le han prestado muy poca
atención. Psicología - Sigmund Freud - Analysis of a
Mind . Disponible en:
A Wertheimer le intrigo descubrir https://www.youtube.com/watch?v=GlBwF5V
HVVA
por qué ocurría ese fenómeno. Tuvo
Introducción a la psicología:
la idea de que la ilusión no era una http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/12
jugarreta del ojo sino que reflejaba 917/1/Tema%201.%20Introducci%C3%B3n%
procesos de nivel superior del 20a%20la%20Psicolog%C3%ADa..pdf
Brennan, James. Historia y sistemas de la
cerebro que creaban la percepción
psicología. Disponible en:
de movimiento. Pronto Wertheimer http://wikinidiapsi.wikispaces.com/file/view/
canceló sus vacaciones e inicio HISTORIA+Y+SISTEMAS+DE+LA+PSICOLOG%
estudios experimentales sobre el C3%8DA.pdf
Textos de apoyo didáctico “Historia de la
fenómeno con dos asistentes, Psicología”:
Wolfgang Köhler (1887-1967) y Kurt http://www.psicol.unam.mx/pdf1/Historia%2
Karfka (1886-1943). Sus estudios los 0de%20la%20Psicologia%20Alvarez%20Diaz...
pdf
condujeron a descubrimientos sobre
la naturaleza de la percepción, es
decir, los procesos por medio de los
cuales el cerebro organiza las impresiones sensoriales para formar representaciones
o percepciones significativas del mundo que nos rodea.
2) La cuestión del individuo. En individuo se va desarrollando pero, ¿en qué sentido puede
considerarse que su adaptación psicológica al medio es análoga a la evolución orgánica?
Esta cuestión nos lleva al estudio del aprendizaje, que se orienta a descubrir cómo se ajusta
el individuo a su entorno.
Ambas cuestiones están interrelacionadas. Si las diferencias entre las especies no son
muy grandes, se necesitarán diferentes psicologías de la adaptación individual para
las distintas especies. Si, por el contrario, las diferencias entre las especies son
pequeñas, entonces resultarán aplicables a todos los individuos las mismas leyes del
aprendizaje independientemente de la especie a la que pertenezcan.
2) Las diferencias entre los procesos mentales de las distintas especies se reducen al número
de asociaciones que puede llevar a cabo el cerebro. Todos los cerebros funcionan del
mismo modo, por asociación, y difieren cuantitativamente, por la riqueza de sus
asociaciones. Por lo tanto, su respuesta a la cuestión de la especie consiste en negar la
existencia de diferencias cualitativas, tanto dentro de una misma especie como entre
especies, y en reconocer sólo la existencia de diferencias asociativas de carácter cuantitativo.
-‐Si todos los organismos aprenden del mismo modo, los resultados de los estudios sobre los
procesos de aprendizaje simples en animales, con su precisión, rigor y replicabilidad, podrán
extenderse sin grandes modificaciones al aprendizaje del ser humano.
La incursión de Darwin fue continuada por George John Romanes con su obra
“Inteligencia animal”
(1883). Estudió las capacidades mentales de los animales e intentó determinar la
evolución gradual de la mente a lo largo de miles de años. Lloyd Morgan (su
albacea literario, ya que Romanes murió antes de terminar su obra) criticó la
sobreestimación de Romanes de la inteligencia animal.
Por analogía con su propio pensamiento, Romanes había atribuido con mucha
generosidad pensamientos complejos a los animales. Morgan, al formular lo que
desde entonces se ha llamado canon de Morgan, defendió que las inferencias que
se hicieran sobre la existencia de pensamiento animal deberían ser sólo las
estrictamente necesarias para explicar alguna conducta observada.
El último de los primeros fundadores británicos de la psicología comparada fue
Leonard T. Hobhouse que utilizó los datos de la psicología compara para construir
una metafísica general evolucionista. También realizó varios experimentos sobre el
comportamiento animal que, en algunos aspectos, anticiparon el trabajo de la
Gestalt sobre el insight animal, y que fueron diseñados en contra de la artificialidad
de los experimentos conductistas con animales.
Estos psicólogos comparados combinaron en sus teorías la psicología de las
facultades con el asociacionismo y recogieron algunos datos interesantes. Lo más
importante y controvertido de sus trabajos, sin embargo, fueron sus métodos y sus
objetivos.
Metodológicamente, la psicología comparada comenzó con el método anecdótico
de Romanes. Éste recopilaba anécdotas de la conducta animal que le
proporcionaban numerosos observadores con los que mantenía contacto; luego las
analizaba para obtener información verosímil y fiable que pudiera utilizar para
reconstruir el funcionamiento de la mente animal. El problema de este sistema s que
es muy fácil atribuir a los animales procesos mentales complejos que tal vez no
posean.
El canon de Morgan constituyó un intento de remediar este problema exigiendo
más prudencia a lo hora de realizar inferencias. Las inferencias objetivas son
legítimas, según Morgan, porque no dependen de la analogía, no son emocionales
y son susceptibles de ser verificadas después experimentalmente. Las inferencias
proyectistas, en cambio, no son científicamente legítimas porque son consecuencia
de atribuir nuestros propios sentimientos a los animales y no pueden ser evaluadas
con mayor objetividad.
LA NUEVA PSICOLOGÍA ESTADOUNIDENSE
La filosofía autóctona de Estados Unidos: El pragmatismo
El club metafísico
En 1871 y 1872 un grupo de jóvenes se reunían para hablar de la filosofía en la
época de
Darwin. Eran: Oliver Wendell Holmes, Chauncey Wright, Charles S. Peirce y William
James.
Los tres últimos fueron decisivos para la fundación de la psicología en Estados
Unidos. Wright articuló una de las primeras teorías conductuales estímulo-respuesta,
Peirce realizó los primeros experimentos psicológicos en el continente americano y
James sentó las bases de la psicología estadounidense en su obra “Principios de
psicología” (1890).
El fruto del Club Metafísico fue la única filosofía nacida en Estados Unidos: el
pragmatismo, un híbrido de las ideas de Bain, Darwin y Kant.
-‐De Bain tomaron la idea de que las creencias eran disposiciones para la acción.
-‐La conciencia crea los fines del organismo y se pone al servicio de ellos. El
primer fin es la supervivencia mediante la adaptación al entorno.
Staats, tal vez el psicólogo actual que con más ahínco e ingenio trata de unificar las
diversas corrientes conductistas en un sistema común, hace poco se lamentaba de
que «en conclusión, se puede decir que actualmente el campo del aprendizaje (y el
de la Psicología, en general) consiste en buena parte en intentos desorganizados y
en grandes separatismos. Está (todavía) en un estadio precientífico en el que
abundan las idiosincrasias...» (1970, p. 234).
Otro psicólogo, que también viene del conductismo y hace lo posible por no
alejarse mucho de él acaba de firmar lo mismo en el campo de la psicología
aplicada: «La...modificación de conducta lleva consigo contradicciones y
complejidades que representan muchos de los mismos problemas que la posición
sistemática de las terapias de condicionamiento había intentado evitar» (Kanfer,
1978, p. 11).
Otros van más lejos. Ya ni se quejan. Constatan la muerte del conductismo y, a pesar
de haber sido formados en él, celebran su defunción. Así, entre otros muchos,
Lashley, Pribram o Gilgen. «La psicología, después de pasar por un período de
mentalismo prematuro (1860-1915) y un período de provechoso, pero limitado,
conductismo (1915-1970), entra ahora, si mi análisis es correcto, en período de
mentalismo maduro caracterizado por procedimientos fiables para el estudio del
funcionamiento total (conductual y mental) del organismo. Las investigaciones y el
pensamiento de Pribram, que pueden ser descritos como una psicología cognitiva
físico-conductual, son un buen ejemplo de este desarrollo» (Gilgen, 1970, p. 5; víd.
Pribram, 1970).
¿Qué significa esta extraña aventura del conductismo? He tratado diversos aspectos
del tema en otras ocasiones (Yela, 1948, 1958, 1963, 1974, 1975a, 1975b, 1979). En
ésta procuraré ceñirme al título del trabajo: la evolución del conductismo. Aunque
tal vez un título mejor sería, con permiso de Gibbon, «Grandeza, declive y caída del
imperio conductista».
Creo que en la evolución del conductismo pueden distinguirse, grosso modo, las
cinco fases siguientes:
La fase de la crisis, entre 1950 y 1960. Está representada, primero, por una crítica
interna, según la cual los intentos conductistas habrían resultado defectuosos por
no cumplir adecuadamente las reglas objetivas en que pretendían basarse: es el
argumento principal de la célebre obra colectiva Modern Learning Theory (Estes et
al., 1954). La segunda crisis es, en gran parte, opuesta; intenta mostrar que la
insuficiencia del conductismo se debe, más bien, a la insuficiencia de sus propias
reglas y a la pretensión de ajustarse demasiado tercamente a ellas: los argumentos
de este tipo, incluidas las confesiones de mea culpa de los grandes conductistas,
abundan en la enciclopedia dirigida por Koch, Psychology: A study of a Science,
cuyos primeros volúmenes aparecieron en 1959.
De entonces acá es más difícil abarcar el panorama y distinguir las etapas. Los
trabajos son demasiado numerosos, variados y cercanos. Es, en general, la época
del declive y la caída del conductismo como sistema, aunque siga siendo una
fuente importante de inspiración, al menos metodológica, y aunque alcance
incluso, un tanto paradójicamente, un nuevo período de esplendor en la psicología
aplicada.
Hará falta esperar algún tiempo para esclarecer con cierta seguridad esta etapa. A
mi juicio, cabe distinguir en ella, tentativa y provisionalmente, dos fases, sobre todo
en lo que a la teoría fundamental se refiere. La fase del declive, en que se pasa del
conductismo sistemático a la psicología de la conducta: se rechaza cada vez más la
interpretación conductista del comportamiento, pero suele retenerse la conducta,
diversamente interpretada, como el objeto de la psicología. Y la fase de la caída, en
que la inmensa mayoría de los psicólogos, incluso muchos de los que siguen
llamándose, de forma más o menos metafórica, conductistas, consideran la
conducta, no como el objeto único, ni en muchos casos el objeto principal, de la
investigación psicológica, sino como una de las vías y, en general, la fundamental,
para la verificación de las hipótesis psicológicas.
Consideremos brevemente cada una de estas fases.
La psicología, como ciencia autónoma, nace con Wundt en la segunda mitad del
siglo XIX.
Watson, en los primeros años del siglo XX, comienza a trabajar en la corriente de la
psicología animal funcionalista, característicamente representada por las
investigaciones de Small, Angell y el mismo Watson (1903, 1907). Las pretensiones
de objetividad, propias de toda ciencia empírica, y patentes ya en Wundt, se habían
acentuado, especialmente en psicología animal, donde no cabe obtener informes
introspectivos de los sujetos. De las observaciones naturalistas y anecdóticas de
Romanes (1882), se había pasado el control más riguroso de Lloyd Morgan (1894,
1900) y a los trabajos estrictos de laboratorio de Thorndike (1898) o Small (1899-
1900), en situaciones experimentales cada vez más simples y controladas. El
psicólogo va limitándose progresivamente a describir los estímulos que constituyen
la situación del animal -cajas experimentales y laberintos-, las respuestas motoras del
organismo y las asociaciones regulares entre unos y otros que se observan de
hecho en la conducta. A esta descripción se añade finalmente un análisis de la
experiencia subjetiva del animal, de las sensaciones y afectos que en su conciencia
acontecen, para explicar psicológicamente la conducta observada.
En estos trabajos resulta cada vez más clara -y más artificiosa- la dualidad de
procedimientos y el empobrecimiento de los mismos en que había venido a parar,
no del todo inconsecuentemente, el inicial dualismo wundtiano.
Por una parte, un análisis de los estímulos manipulados del ambiente, de los
movimientos del animal y de los factores externos que controlan las variaciones
observadas de su conducta. Todo ello perfectamente objetivo, público, repetible y
confirmable empíricamente.
Por otra parte, una descripción de la experiencia interna del animal, de las
sensaciones, afectos, impulsos y asociaciones que ocurren en su conciencia privada.
Todo ello inferido por analogía con la conciencia humana, y, en el fondo, aunque
más o menos plausible, puramente supuesto, de precisión indeterminada y, sin
remedio, incomprobable. Todo ello, además y tal vez sobre todo, perfectamente
inútil. Pues a la descripción objetiva previa de la conducta del animal, de la que ya
se ha dado cuenta y razón mediante el control de los factores externos, sólo se
añade después, por pura inercia de escuela, una repetición de lo mismo, en
lenguaje mental.
Watson que, como dije, empezó a trabajar según este procedimiento, termina por
rechazar, con razón, el añadido mental gratuito y supérfluo. Lo que rechaza es el
análogo de la conciencia analítica y sensista de Titchener, en los estudios de
psicología animal. Lo que admite, es lo que queda en estos estudios, cuando se
prescinde de esa conciencia: la conducta observable. Entiéndase bien, la conducta
observable que correspondía a aquella conciencia elementalista y sensista,
justificadamente rechazada; es decir, la conducta como movimiento físico: los
estímulos y las respuestas elementales sentidos, sin el añadido de la cualidad privada
de esas sensaciones.
Se comprende, por lo dicho, que Watson tiene razón sobrada para prescindir de
ese duplicado mental inverificable. Pero Watson no se queda ahí. Da varios pasos
más, cuya justificación es menos clara. Alega argumentos pertinentes para rechazar
como inútil la superflua referencia a una conciencia animal análoga a la conciencia
humana revelada por el introspeccionismo de Wundt y de Titchener. Sin examen
detenido similar, extiende luego este rechazo, más bien dogmáticamente, de la
psicología animal a toda posible psicología y de la conciencia titcheneriana a toda
posible conciencia, a toda posible actividad mental y a toda posible introspección.
No examina temáticamente, por ejemplo, como hubiera debido, el método
introspectivo de Wurzburg (Kulpe, Binet, Woodworth), los varios tipos de
intencionalidad y descripción fenomenológica, o la posibilidad de realizar
inferencias objetivamente fundadas acerca de capacidades, operaciones, estrategias
y procesos mentales, a partir de la conducta, referidos a ella y controlados y
confirmados por sus efectos en ella, como venía haciéndose de forma más diversa
en los estudios de Lloyd Morgan, Thomdike, hobhouse (1901) o Yerkes (1905), en
psicología animal, y de Cattell (1904) en psicología humana.
La razón general que esgrime Watson para rechazar todo mentalismo es que la
psicología ha de ser una ciencia como las demás, especialmente como la física. La
regla es atenerse a lo objetivo; lo objetivo es lo observable; lo único observable es lo
físicamente designable, que todos pueden pública y repetidamente señalar con el
dedo y comprobar. De ahí que objetivo, para Watson, va a significar principalmente
no mental. La mente es rechazada, en sus primeros escritos, por inobservable y
supérflua; es negada después como inexistente, porque o bien tendría que entrar
en interacción con los procesos físicos de la conducta, lo que iría, según Watson,
contra el principio de conservación de la energía, o bien habría que admitir dos
mundos independientes y paralelos, lo que conduce, en último término, para dar
cuenta de la experiencia, a explicaciones ocasionalistas y a la intervención de un
Deus ex machina que trasciende el campo de la ciencia y la hace depender de
teorías metafísicas vitandas. Todo lo cual no deja de revelar en Watson una postura
metafísica, bastante burda, por lo demás, como dirá años después un psicólogo y
filósofo de la ciencia americana y estudioso del conductismo: «el error de Watson
fue que, para demostrar que no hay mentes que interactúan, lo que es verdad,
creyó necesario afirmar que no hay mentes, lo que no sólo es falso, sino estúpido
(silly)» (Bergmann, 1956, p. 266).
Lo que no cabe duda es que el mensaje conductista, pese a polémicas sin fin,
prendió en la psicología americana. Los tiempos le fueron propicios. Lo he
examinado en otros lugares (Yela, 1963, 1974, 1975a). Las demandas de rigor
experimental y objetivo crecían por doquier. Los estudios psicológicos versaban
cada vez de forma más directa y explícita sobre la conducta, cualquiera que fuese el
papel y la importancia que se concediera a lo mental. La misma física atravesaba la
convulsión relativista y cuántica y se replanteaba sus fundamentos metodológicos y
epistemológicos, con la búsqueda, sobre todo por el neopositivismo lógico, de
criterios formales de observabilidad y verificabilidad, en cierto modo, orientados a
resolver el tipo de problemas que abordó Watson.
Para ello se busca un objetivismo formal, crítico y riguroso. No hay que rechazar
sólo lo mental, sino todo lo inobservable. Lo cual significa, a la vez, que no hay que
rechazar lo mental qua mental, sino en la medida en que sea inobservable. El rigor
objetivo y el atenimiento a lo observable -que es el núcleo más firme del
conductismo de Watson- lleva a la búsqueda de un método que sea suficiente para
definir y comprobar lo que es observable y para desechar lo que no lo sea.
Entre 1930 y 1950, numerosos psicólogos, entre los que sobresalen Hull, Toman,
Guthrie y Skinner, abordan la tarea de construir la nueva ciencia.
Tolman y Guthrie, en principio de acuerdo con Hull, apenas formalizan sus sistemas.
Tolman presenta un conjunto de hipótesis, puestas ilustrativamente en conexión
mediante diagramas y aclaraciones verbales, y lo sustenta mediante la
comprobación empírica de deducciones cualitativas. Guthrie se limita a repetir
incansablemente un solo principio explicativo -la contigüidad-, a criticar
agudamente a los demás y a presentar ingeniosos pero anecdóticos ejemplos
experimentales.
Skinner, veinte años más joven que los otros, adopta una postura metodológica
opuesta a todos ellos. Rechaza, como innecesaria o prematura, toda pretensión
teorética, renuncia al método hipotético-deductivo, se niega a formular hipótesis y a
proceder a verificaciones, y se ocupa, exclusivamente, en comprobar, con el
máximo rigor experimental posible y con el mínimo uso de variables intermedias -
que, por lo demás, abandonará después-, las relaciones empíricas entre las variables
escogidas para representar, en una primera aproximación, el comportamiento de
los seres vivos.
Las diferencias entre los neoconductistas son aún mayores respecto al contenido.
Todos estudian el aprendizaje animal en parecidas situaciones de laboratorio. Pero,
incluso en este simple contexto, discrepan en todo. Discrepan en cuanto a lo que el
animal aprende: respuestas, conexiones estímulo-respuesta (S-R), asociaciones entre
estímulos (S-S), expectativas, relaciones. Discrepan en cuanto al mecanismo por el
que el animal aprende: contigüidad, reforzamiento, ensayo y error vicario,
confirmación de expectativas, transposición. Y discrepan en cuanto a la
interpretación de ese mecanismo: muestreo de estímulos y respuestas en el
establecimiento incremental de conexiones entre los patrones de energías y de
movimientos, o refuerzo como reducción de necesidades, reducción de impulsos,
satisfacción hedónica, mantenimiento de la propia actividad, cambio significativo en
la estructura de la estimulación o mera comprobación empírica del aumento de la
probabilidad de la respuesta. Unos, como Guthrie, se inclinan por subrayar los
elementos; otros, como Tolman, por destacar el carácter molar de la conducta;
mientras otros, como Hull y Skinner, vacilan entremedias. Para Guthrie y Skinner, y
ambiguamente para Hull, la conducta es más bien una cadena de conexiones
mecánicas y periféricas entre estímulos y respuestas; para Tolman, por el contrario, la
conducta es intencionada y dirigida centralmente por un animal activo y, como
alguna vez dijo, «sumido en un mar de hipótesis».
Durante toda esta fase son constantes las disputas entre los grandes
neoconductistas, a propósito de estos y otros puntos substantivos de sus sistemas.
Cada cual idea experimentos cruciales en que su teoría se ve confirmada y las
contrarias falsadas. Los otros no tardan, sin embargo, en acomodar su propia teoría,
con las adiciones ad-hoc necesarias, para hacerla congruente con los hechos.
Recuérdense, por ejemplo, las célebres polémicas entre Hull y Tolman sobre el
aprendizaje latente.
Los empeños más rigurosos y fieles a la estricta metodología positivista son, aunque
en formas dispares, los de Hull y Skinner.
Por otra parte, Skinner estudia unos pocos animales -perros, primero; luego, casi
exclusivamente, ratas; después palomas-, en un solo ambiente -la caja de Skinner-,
con cierto tipo de refuerzos -comida, bebida y pocos más- y averigua y muestra las
relaciones entre los programas de reforzamiento y los cambios en la conducta
operante -tasas de respuesta, curvas acumuladas y moldeo (shaping) de la
respuesta. No se interesa por los resultados obtenidos en otro tipo de experimentos,
ni por las implicaciones de otras teorías. No aporta ninguna indicación acerca de si
es posible, y como, extender sus leyes a otros casos. Y ello, a pesar de que su
pretensión es exponer las leyes sistemáticas que den cuenta de «todo el
comportamiento de todos los organismos en todos los ambientes» (p. 270). Y, a
pesar de que, de hecho, Skinner es el que más osadamente ha generalizado sus
hallazgos a los fenómenos y casos más complejos, incluido el comportamiento
lingüístico, simbólico y ético del hombre y el «diseño» y planeamiento de la cultura.
Es lo que vienen a reconocer al final de sus vidas los propios neoconductistas. Hull,
que había muerto en 1952, confiesa en un libro póstumo del mismo año, lo
prematuro de su intento y la necesidad de esperar, si acaso, a una mayor madurez
de la psicología para proseguirlo. Tolman y Guthrie que fallecen en 1959, declaran
en el volumen segundo de Koch (1959, p. 98 y p. 769, respectivamente), que sus
constructos hipotéticos y teóricos son efectivamente «cognitivos» y que eso es lo
que confiere significado psicológico (meaning) a los estímulos y a las respuestas.
Skinner se hace cada vez más radicalmente empirista y subraya que sus leyes se
refieren a las «clases» o unidades funcionales que el psicólogo percibe como más
pertinentes y representativas de la conducta animal.
No es extraño que, por estas fechas, Miller, Galanter y Pribram (1960, p. 211) se
confiesen «conductistas subjetivos» y que Hebb, en su discurso presidencial a la
Sociedad Americana de Psicología (1960) declare: «La mente y la conciencia, las
sensaciones y las percepciones, los sentimientos y las emociones, todas son variables
intermedias y constructos y, hablando con rigor, forman parte de la psicología de la
conducta».
6. El conductismo hoy
En los últimos veinte años la bibliografía es, como dije, demasiado próxima,
abundante y diversa. Cualquier juicio sobre ella será, sin remedio, dudoso. Creo, sin
embargo, que la evolución del conductismo prosigue y acentúa la orientación de la
fase precedente: El conductismo está en declive y, tal vez, en vías de desaparición.
Entre las varias perspectivas que podrían adoptarse para resumir la historia de estos
años, quizás la más pertinente sea la de considerar las investigaciones en torno al
aprendizaje y al condicionamiento, los temas preferidos del conductismo.
Pues bien, la investigación de los últimos veinte años, incluso en los ambientes más
o menos conductistas -que son los únicos que venimos examinando- muestra que
ni estos dos modos de condicionamiento son los únicos, ni se puede dar cuenta de
ellos sin recurrir a procesos centrales, psiconeurológicos y cognitivos.
De Bandura (1962, 1977) a Mussen (1967), Rotter y Hochrreich (1975) o Tarpy y
Mayer (1978), una abundantísima indagación subraya la importancia de otro tipo
de condicionamiento, el llamado vicario o por observación, ya insinuado por
Tolman, en el que el sujeto aprende sin dar ninguna respuesta manifiesta y sin que
ninguna pueda, por consiguiente, ser reforzada. El aprendizaje por observación, la
imitación, la identificación y otros fenómenos similares, irreductibles a los
condicionamientos respondientes y operantes, parecen, sin embargo, necesarios
para explicar una buena parte del aprendizaje social y suponen la intervención de
procesos cognitivos, como la asociación e integración de experiencias sensoriales,
imágenes y recuerdos, la codificación de señales y, sobre todo, cuando el sujeto
dispone del lenguaje, la codificación y la comprensión verbales.
Esta corriente, al principio opuesta, viene a confluir, aunque con matices propios,
con las teorías S-R, en la medida en que éstas van admitiendo, como acabamos de
ver, interpretaciones cognitivas. Confluye asimismo con las múltiples concepciones
de la conducta como elaboración de «planes» y «proyectos» y su comprobación en
la experiencia. Recuérdese, por ejemplo, el TOTE de Miller, Galanter y Pribram
(1960).
Hay que añadir que el estudio de un sinfín de cuestiones particulares de la teoría del
aprendizaje está replanteando en nuestros días los conceptos y problemas de la
psicología de la mente en el contexto de la investigación experimental de la
conducta. Por ejemplo, la cuestión del autorrefuerzo y la resistencia a la extinción,
que se enfoca en función de la frustración del sujeto (Amsel, 1958, 1962), de la
disonancia cognitiva de los estímulos (Capaldi, 1967; vid. Fernández Trespalacios y
cols., 1978), o incluso los temas de la conciencia (Natsoulas, 1978) y de la
introspección (Lieberman, 1979). Este último trabajo, que se titula El conductismo y
la Mente, lleva el significativo subtítulo Una (parcial) llamada en favor de un retorno
a la introspección.
Creo que el resumen de Dodwell (1972, p. 13) es hoy tan válido o más que cuando
lo hizo: El desarrollo más significativo en la psicología del aprendizaje se caracteriza
«porque el acento se desplaza de las teorías del control de la conducta por medio
del premio y del castigo a una visión más "cognitiva", a preguntarse cuál es la
información que los organismos recogen de su ambiente y cómo esta información
les sirve para guiar sus varias acciones».
Numerosos autores, entre ellos discípulos y colegas de Skinner, como los Breland y
Herrnstein, señalan los límites biológicos del aprendizaje, asunto del que han
tratado ampliamente los etólogos y sobre el cual la bibliografía reciente es tan
copiosa como demostrativa de la insuficiencia y falta de generalidad de las leyes del
condicionamiento operante (p.e. Breland y Breland, 1961; García y Koelling, 1966;
Seligman y Hager, 1972; Bolles, 1970, 1972; Herrnstein, 1977).
Todo ello pone de relieve que, si no explícitos en el sistema de Skinner, sí, al menos,
implícitos en sus generalizaciones analógicas, subyacen tres grandes supuestos
encubiertos. Dicho brevemente -aunque la concisión les preste un cierto matiz
caricaturesco- son los siguientes. El supuesto de la generalización ambiental: la caja
de Skinner es representativa de todos los ambientes; el supuesto de la generalidad
específica: la rata y la paloma son representativas de todas las especies de seres
vivos; y el supuesto de la generalidad comportamental: las operantes, estímulos y
refuerzos empleados por Skinner, y la tasa de respuestas, como variable
dependiente, son representativos de los aspectos importantes de todo
comportamiento.
Pero ello va exigiendo el estudio preciso de lo que Kanfer (1978) viene llamando
factores alfa, beta y gamma, es decir, variables y procesos ambientales,
autogenerados y biológicos, así como el examen de sus mutuas interacciones. Lo
cual va descubriendo un panorama complejísimo de relaciones entre variables y
cuasi-variables (Pinillos, 1979) y entre sujetos y situaciones, que, lejos de mostrar la
eficacia de la mera aplicación de cualquier sistema conductista, está replanteando
toda la problemática del método, contenido y sentido de la investigación
psicológica teórica y aplicada 2.
Entre las orientaciones más rigurosas sobresalen las que pretenden fundamentar en
un análisis funcional cuidadoso la capacitación del cliente para la propia
autorregulación y autocontrol y para ayudarle a que sea él mismo quien dirija su
conducta, cambie su ambiente y se haga más independiente del medio que le
rodea.
Que es, después de todo, lo que soñaba Watson y sueña Skinner. Este último, en
Más allá de la libertad y la dignidad (1972, p. 255) subraya la importancia del
autocontrol y distingue entre el yo que controla y el yo controlado, «aunque ambos
queden dentro de la misma piel». Lo que recuerda, como en otros términos señala
agudamente Carpintero (1978, p. 9), el orteguiano «yo soy yo y mi circunstancia».
Parece que tampoco el sistema de Skinner, el último baluarte del conductismo, logra
mantenerse incólume. Ni es, ni lo pretende, una teoría psicológica. Y, como
tecnología, se va transformando, en contacto con los casos reales, en una serie de
formulaciones teóricas y de procedimientos prácticos cada vez más alejados de los
supuestos conductistas.
7. Balance y futuro
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LA PSICOLOGÍA HUMANISTA: HISTORIA, CONCEPTO Y
MÉTODO
MANUEL VILLEGAS BESORA
Facultat de Psicología
Universitat de Barcelona
0. Introducción:
Resulta algo artificioso asignar una fecha concreta al momento preciso de la
aparición histórica de la Psicología Humanista. El largo periodo de gestación que
lleva consigo la formación de cualquier fenómeno o movimiento científico y social
convierte indefectiblemente en convencional toda pretensión de exactitud. Sin
embargo, pueden tomarse como criterio cronológico aquellas fechas en las que se
producen las primeras manifestaciones públicas o deliberadamente fundacionales.
De acuerdo con este criterio, podemos hablar ya -en 1986- de 25 años de
Psicología Humanista.
En efecto, aunque el primer Encuentro Nacional de la American Association for
Humanistic Psychology (AAHP) tuvo lugar en 1962, la Asociación se había
constituido ya como tal en verano de 1961. Con anterioridad en la primavera del
mismo año, había aparecido el primer número del Journal of Humanistic
Psychology. De manera que puede considerarse 1961 como el año en que la
Psicología Humanista nace a la luz pública.
Esta datación histórica discrepa de la de 1962, que, aunque errónea, viene
dándose tradicionalmente. El origen de este error parece estar en el
desconocimiento, o al menos desconsideración, por parte de muchos historiadores
(Buhler y Allen, 1972; Misiak y Sexton, 1973) de los hechos que antecedieron a la
celebración del Primer Encuentro Nacional de la AAHP en 1962. Según datos
revelados recientemente por Clark Moustakas, hechos públicos por Tom Greening
(1985), editor del Journal of Humanistic Psychology, los artículos de la Asociación
fueron formulados y aceptados oficialmente por el Comité Organizador en agosto
de 1961. Este comité estaba compuesto por cinco miembros, a saber: Abraham
Maslow, Anthony Sutich, Joe Adams, Dorothy Lee y el propio Clark Moustakas.
Otro punto, generalmente poco conocido, es la polémica que precedió a la
elección del calificativo humanistic aplicado tanto a la Revista como a la Asociación.
El nombre escogido inicialmente por el comité organizador, aunque después de
muchas discusiones y sin llegar a alcanzar un acuerdo pleno, fue el de The
American Association o f Orthopsychology. Esta denominación tuvo que ser
sustituida, sin embargo, a causa de las protestas de la Association o f
Orthopsychiatry. Después de nuevas reuniones polémicas, donde según el
testimonio de Anthony Sutich (1975) se barajaron otros muchos nombres, tales
como Ontopsychology, Axiopsychology, Metapsychology, Self Psychology,
Autonomous Psychology, Self-directive Psychology y Person Psychology, se llegó al
acuerdo, no unánime, de sustituirlo por el de American Association for Humanistic
Psychology.
Vicisitudes semejantes habían acompañado la decisión relativa al título definitivo
que debería llevar la revista de la Asociación. Fundada por Abraham Maslow y
Anthony Sutich en 1958, no publicó su primer número hasta 1961. El comité de
redacción, en el que intervenían además de los organizadores, Kurt Goldstein,
Andras Angyal, Gordon Allport y Carl Rogers, tenía serias dificultades en encontrar
un titulo apropiado. The Journal of Self Psychology era el propuesto inicialmente en
consonancia con el título del libro colectivo The Self, editado por Clark Moustakas en
1956, en el que habían participado la mayoría de los autores que ahora estaban
comprometidos en la redacción de la Revista.
En una carta del 29 de diciembre de 1959, dirigida a Anthony Sutich,
Stephen Cohen, estudiante de la Universidad de Brandeis donde enseñaba Maslow
y yerno suyo, propuso el titulo de The Journal of Humanistic Psychology. Según el
testimonio de Cohen, recogido por Tom Greening (1985), Herbert Marcuse en una
conversación con Maslow en Brandeis había sugerido el de The Journal of Human
Studies. Maslow, sin embargo, se inclinó finalmente, tal como consta en carta suya
del lo de mayo de 1960, dirigida a Anthony Sutich, por el de The Journal of
Humanistic Psychology, por encerrar una mayor intencionalidad crítica respecto a
los principios de la American Psychological Association (APA) y por circunscribirse
específicamente al campo de la psicología.
El término Humanistic Psychology había sido utilizado ya anteriormente por
el propio Maslow (1956) en un artículo titulado Toward a Humanistic Psychology.
Pero el primero en aplicarlo había sido Hadley Cantril en un artículo de idéntico
titulo, aparecido en 1955 en la Review o f General Semantics.
La problemática relativa a la elección del apelativo humanistic no era
puramente nominal, sino que traducía una polémica de fondo. Maslow era
partidario del denominativo humanistic a causa de su identificación con el
humanismo secular, en el que se contraponían humanistic y transpersonal. En el
polo opuesto se hallaba Clark Moustakas y Dorothy Lee, para quienes la
denominación preferida era la de Self Psychology o bien Holistic Psychology, puesto
que no concebían la distinción entre lo humano y lo sobrenatural.
De acuerdo con las manifestaciones del propio Moustakas, ambos eran teístas, no
humanistas. Anthony Sutich, como ya hemos visto fue inducido por Stephen Cohen
a aceptar el apelativo humanistic. Finalmente el voto de Joe Adams dirimió por
mayoría la contienda, pero al precio de la dimisión de Dorothy Lee un año más
tarde. La aceptación de los puntos de vista de Maslow parece que pudo estar
condicionada por el propósito inicial de que la revista fuera administrada en
conjunción con el comité editorial por el Patronato de la Universidad de Brandeis.
La carta de Stephen Cohen a Anthony Sutich lo insinuaba con estas sutiles palabras:
"Si este nombre le parece bien, significara que sus sentimientos son parecidos a los míos y a los del
Dr. Maslow".
Con el tiempo Anthony Sutich terminaría por abandonar la dirección de la
revista y fundaría la suya propia, el Journal of Transpersonal Psychology en 1969, de
nuevo con Abraham Maslow en otro momento de su evolución.
Al igual que James, Stanley Hall quería una psicología de la totalidad del ser
humano. Ambos pensaban que la psicología debía explorar la rica vida afectiva, que
subyace al intelecto, en orden a comprender la esencia de la humanidad. Estos
puntos de vista prestaban las bases para las formulaciones posteriores de teorías de
la personalidad, tales como las de Gordon Allport, Gardener Murphy, Abraham
Maslow, George Kelly, Henry Murray, Hadley Cantril o Carl Rogers, todos los cuales,
excepción hecha de Kelly, se encuentran entre los promotores inmediatos de la
Psicología Humanista.
Si nos centramos en la figura de Abraham Maslow, al que sin duda cabe
considerar, de acuerdo con Rogers (1982), como el principal iniciador y promotor
del movimiento de la Psicología Humanista, aunque no, como hemos visto, su único
fautor, podemos conocer en detalle las fuentes ideológicas que contribuyeron a la
formación de su pensamiento.
En una entrevista en profundidad Maslow relataba así a Frick (1971) sus
orígenes:
"Mi tendencia era socialista dentro del socialismo americano. Norman Thomas era
un gran héroe para mí y también Upton Sinclair y Eugene Debbs en la universidad.
Existe la tradición judía de lo utópico y lo épico y yo aspiraba con gran decisión al
progreso de la humanidad. Quería una filosofía empírica en el sentido del siglo XIX,
esto es trabajar de manera empírica en los problemas filosóficos.
Había hecho antes un intento en Cornell con Titchener y luego simplemente hui...
El gran momento en que regresé a la psicología fue cuando leí la obra de Watson Y
tuve una gran iluminación. Era algo pragmático y parecía muy claro... Pero siendo
estudiante en Wisconsin, tropecé con Freud y Adler. El primer trabajo que hice fue
sobre psicoanálisis... Así tuve una actitud abierta respecto a la psicología desde el
comienzo mismo y la utilice en términos de un ideal que todavía no existía... Me
dediqué a la psicología teniendo muy claras en mi mente cuestiones que ahora
llamamos humanistas. El conductismo parecía entonces un programa para el
humanismo y solo cuando comprobamos que no funcionaba, me sentí
desencantado... No soy contrario al conductismo, excepto como filosofía y no me
siento sectario al respecto... La idea de autorrealización se origino en el simple
hecho de admirar y amar a dos personas en particular y, mis tarde, a otras: Ruth
Benedict y Max Wertheimer".
La relación con Adler, a la que alude Maslow en este texto, no fue
puramente libresca. "Nunca conocí a Freud, ni a Jung", confiesa Maslow a F. G.
Goble (1970), "pero estuve en casa de Adler con quien mantuve innumerables
conversaciones".
En el prólogo a la primera edición de Motivation and personality Maslow
(1954) hace una relación detallada de sus fuentes intelectuales. Según ella Max
Wertheimer y Kurt Koffka le enseñaron Gestalt. Kurt Goldstein con su libro The
Organism (1939) ejerció una influencia "que todavía es decisiva en la actualidad, al
permitirme establecer un nexo entre la holística y la dinámica". Testimonio de la
influencia fundamental de Goldstein sobre su concepción psicológica esta frase de
Maslow (1962) en el prólogo de la primera edición de Towards a Psychology of
Being: "Mi deuda intelectual para con Kurt Goldstein es tan grande que le he
dedicado este libro". Aprendió Psicoanálisis con David Levy y Abraham Kardiner y
más tarde con Erich Fromm y Karen Horney. Estudié antropología con Ruth
Benedict y también con Margaret Mead, Gregory Bateson y Ralph Linton, llevando a
cabo un estudio de campo entre los indios Blackfoot del Norte de Alberta (Canadá).
Califica de decisiva su amistad con Gardner y Lois Murphy. Participó en seminarios
con E. Frenkel-Brunswik, D. Krech, D. Mackinon, R. S. Sandford y E. Tolman. Conoció
los escritos de Gordon Allpport, Henry Murray, Andras Angyal y Carl Rogers.
Entre sus lecturas literarias y filosóficas, Maslow destaca en su conversación
con M. H. Hall (1968) las obras de A. N. Whithead, H. Bergson, Th. Jefferson, A.
Lincoln, Platón y Spinoza. Folkways de W. G. Summers es descrito como "el Everest
de mi vida". Sobre su relación con la filosofía existencial ya nos hemos pronunciado
anteriormente; sólo recordar que fue introducido en ella por Adrian Van Kaam y
Rollo May. En la entrevista mantenida con Frick (1971) dice haber conocido,
además, a M. Buber y haber trabajado con Aldous Huxley. Su formación académica,
como se sabe, se forjo dentro del conductismo y llevó a cabo su tesis doctoral sobre
la conducta sexual y de dominancia de los monos, bajo la dirección del Profesor
Harlow, con quien colaboró algún tiempo.
La influencia más básica de todas, aunque la mis distante en el tiempo, es sin
duda la de W. James, quien en una pequeña monografía publicada en 1907 con el
titulo The energies of men sentaba las bases de su obra. James se preguntaba por
las condiciones especiales que permitían la manifestación de insospechadas fuentes
de energía, amor y creatividad en la vida ordinaria de las personas y describía los
métodos para desarrollar estos poderes, concluyendo con profética visión:
Tenemos dos cuestiones, la de la posible amplitud de nuestro potencial y la de las diversas formas
para aproximarnos a él... Necesitamos un estudio de varias formas de existencia humana que haga
referencia a los diferentes caminos a través de los cuales las personas actualizan sus reservas de
energía. La biografía y las experiencias individuales de cualquier otro tipo pueden proporcionarnos
luz en esta cuestión. Se trata de un estudio concreto..., de un programa para una psicología
individual, superior en importancia a cualquier otra cosa que conocemos".
Estas son las principales influencias directas a las que Maslow alude
repetidamente. Aunque reconoce haber aprendido de todos y no haber aceptado
"ninguna invitación a pertenecer a ninguna organización", no cabe duda de que
sus fuentes son casi todas americanas o, al menos, americanizadas en Última
instancia.
Otro tanto sucede con Rogers, tal vez el segundo autor mis representativo
de la Psicología Humanista después de Maslow, para quien los pensadores
europeos que mis directa, aunque tardíamente, influyeron, fueron Buber, de quien
tomó la teoría de las relaciones interpersonales, Kierkegaard, de quien le impresionó
su sentido de la individualidad y Otto Rank, tal vez la influencia más primitiva de
todas, de quien recibió el concepto de voluntad positiva. De entre sus
contemporáneos, Rogers cita con frecuencia a G. Allport, Rollo May y al propio A.
Maslow. M. Polanyi, L. Whyte, A. Angyal y A. Szent-Gyorgi influyen en su
concepción de la ciencia. En sus escritos actuales Rogers (1980) se remite con
frecuencia a físicos y filósofos contemporáneos en quienes cree hallar una
confirmación de sus posiciones teóricas, particularmente la fundamentación de la
tendencia actualizante. Estos son:
F. Capra, físico teórico, M. Murayama, filósofo de la ciencia eI Prigogine, premio
Nobel de química. En cualquier caso no hay que olvidar que para Rogers la
principal fuente de conocimiento la constituye su propia experiencia, y como tal no
tiene demasiado interés la investigación de las fuentes bibliográficas e ideológicas.
En líneas generales, sin embargo, se puede afirmar, de acuerdo con Oatley (1981),
que su posición personal se halla dentro de la tradición americana encabezada por
John Dewey. En efecto, como se sabe, Rogers asistió durante su estancia en el
Teachers College de Columbia en 1925 a los cursos dirigidos por H. Kilpatrick,
discípulo de Dewey, quien, como se sabe, concebía la perfección no como una
meta final, sino como un proceso perpetuo de crecimiento.
4. Comprometerse con los valores Y la dignidad humana e interesarse por el desarrollo del
potencial inherente a cada persona. El punto central de esta visión es la persona tal como se
descubre a sí misma Y se relaciona con otras Personas o grupos sociales.
James Bugental redactó este mismo año, 1962, el primer manifiesto del
movimiento humanista, titulado Humanistic Psychology: a new breahtrough,
presentándolo a la Orange County (California) Psychological Association y
aparecido un año más tarde en el American Psychologist (Bugental, 1963).
En noviembre de 1964 se organizó la Old Saybrok Conference, creada para
reexaminar la filosofía de la AAHP, así como para reconsiderar los temas y
direcciones que estaba tomando. Se considera esta conferencia como el acto de
presentación en sociedad y su lanzamiento como "movimiento".
El reconocimiento definitivo de la American Association for Humanistic
Psychology se obtuvo en 1970, al ser aceptada como miembro de la American
Psychological Association, División 32. La AAHP se constituyó, también por estas
fechas en Asociación Internacional, desprendiéndose de la primera A (American) y
quedando como Association for Humanistic Psychology (AHP). Como tal ha
celebrado ya diversos Congresos y Encuentros Internacionales, los primeros en
Holanda y Alemania. Recientemente se han establecido contactos e intercambios
con la Unión Soviética a través del Instituto de Psicología de Moscú y el de Tblisi en
Georgia (Greening, 1984). La existencia en Europa de diversas Asociaciones de
ámbito nacional, así como la celebración de varios congresos bienales (Ginebra,
Roma, Paris, Londres, Zúrich) son un claro exponente de su arraigo. La AHP
mantiene también una importante presencia en el continente asiático,
particularmente en la India, el Japón e Israel.
Puede sorprender que hasta el momento casi hayamos limitado la
exposición del desarrollo histórico de la Psicología Humanista al de una Asociación,
la AHP y a su Revista JHP. Pero es que en cierta manera la historia de la Psicología
Humanista no es mis que la de las asociaciones que la promueven y sus revistas.
Críticamente hablando, en efecto, la Psicología Humanista no posee ni un cuerpo
teórico especifico, ni una metodología o tecnología comunes. En rigor, tal vez
excesivo, puede decirse que la Psicología Humanista no existe, sino múltiples
prácticas psicológicas, sobre todo en el campo de la psicología aplicada
(psicoterapia, crecimiento, counseling, enseñanza, grupos, etc.) con sus respectivos
postulados teóricos y, sobre todo, sus técnicas especificas, que se remiten
vagamente al ideario fundacional de la AAHP. Muchas de estas prácticas,
particularmente las de origen oriental, son milenarias y no le deben a la Psicología
Humanista otra cosa mis que .un campo abonado para su difusión en Occidente.
Así puede afirmarse, paradójicamente, que no es que la Psicología Humanista posea
muchas técnicas, sino que es la Psicología Humanista la que es poseída por ellas.
La psicología debería estudiar al ser humano, no como determinado por fuerzas exteriores,
sino como activo y autónomo, regulador de sí mismo, capaz de elegir Y centro de su propia vida...
Los intelectuales tienden a perderse en abstracciones y palabras, olvidando la experiencia real
original, que es el principio de toda ciencia. Peligro Este especialmente nocivo para la psicología. Los
psicólogos deberían dedicar más tiempo al estudio intensivo de la persona singular y única y
equilibrar con ello su preocupación por las cuestiones generales.
Finalmente, dado que empezamos a conocer mejor las necesidades legítimas de
crecimiento personal Y autorrealización... deberíamos imponernos la tarea de crear una cultura
capaz de promover la salud".
Era fácil para una serie de autores, principalmente aquellos que permanecían
alejados de los círculos académicos o que se movían en sus ámbitos más periféricos,
sentirse identificados con las propuestas de Maslow. De acuerdo con Maslow
(1962) pueden distinguirse tres grupos: los disidentes freudianos y los neo-
freudianos, los gestaltistas y lewinianos y, finalmente, los fenomenólogos y
existencialistas.
Sin embargo, esta misma generosa amplitud respecto al objeto de la
psicología y absoluta imprecisión relativa al método, al mismo tiempo que atraía con
fuerza a gran cantidad de entusiastas seguidores, la dejaba en total indefensión.
¿Qué se entiende, en efecto; por Psicología Humanista? Nadie puede definirlo, hoy
en día, a ciencia cierta.
Para empezar, ya hemos hecho mención de los serios problemas que
existían relativos a su denominación: pudo haberse llamado metapsicología, onto-
psicología o psicología del self entre otras muchas formas. La elección del apelativo
humanista fue, finalmente, resultado de un consenso convencional, no de la
especificidad de su objeto.
En segundo lugar, pretendía inspirar con su hálito a todo el campo de
investigación psicológica. A la larga, esto se demostraría impracticable y aparecerían
las inevitables polémicas dentro y fuera del movimiento sin posible reconciliación.
Por último, las características apuntadas del movimiento de la Psicología
Humanista se prestaron fácilmente a dar cobijo, más allá de las pretensiones iníciales
de sus pioneros, a todo tipo de tendencias y prácticas que proliferaron en la década
de los sesenta. Así, al lado de sistemas bien estructurados aparecieron multitud de
técnicas, principalmente grupales, orientadas a provocar experiencias o a aumentar
los estados de conciencia de una forma indiscriminada. El propio Maslow hacia el
final de su vida se mostraba cada vez más llevado hacia una psicología
trascendental, actualmente llamada "transpersonal". Así en 1968 expone en un
memorándum dirigido al Salh Institute of Biological Studies su dedicación al
desarrollo de lo que podría llamarse "una cuarta psicología trascendental". Y en el
prólogo de la segunda edición de su obra Toward a Psychology of being (1968b):
"También debo confesar que considero a la Psicología Humanista, esta tercera fuerza
psicológica, como algo transitorio, como un allanamiento del camino hacia una cuarta psicología
aun más elevada, una psicología trans-personal, trans-humana, centrada en el cosmos, más que en
el bien y las necesidades del hombre, que trasciende su naturaleza, su identidad Y su
autorrealización".
En todas estas citas hay una alusión directa a lo que supuso en la década de
los 60 la profusión de recursos tecnológicos provenientes del Movimiento de
Potencial Humano, encuadrado en el contexto más general de la Contracultura
(Roszak, 1969). Una definición estricta del Movimiento es prácticamente imposible.
De acuerdo con Mann (1979) es un término global, creado para designar un
amplio espectro de enfoques, métodos y técnicas relativas al pleno desarrollo de las
capacidades humanas. La suposición básica es que el ser humano no desarrolla
todo su potencial a causa de las restricciones sociales a que se ve sometido en su
vida ordinaria ya desde el nacimiento y a través de la educación. Se trata, por tanto,
de proporcionarle nuevas experiencias -peak experiences- que posibiliten su
renacimiento y reeducación.
El Movimiento del Potencial Humano se interesa por todos los campos
donde: pueda producirse una expansión de la existencia humana: conciencia
sensorial, expansión emocional, movimiento espacial, visualización e imaginación,
empatía, habilidades paranormales, expresión creativa, inteligencia, valores éticos,
atención y voluntad, meditación, etc.
Para ello pueden utilizarse cualquier tipo de técnicas que de una manera u
otra contribuyan a esta finalidad. Mann (1979) las distribuye de acuerdo con la
siguiente clasificación:
- Manipulación fisiológica: acupuntura, drogas psicodélicas, rolfing.
- Conciencia sensorial: avivamiento sensorial, hasta yoga, biofeedback.
- Expresión emocional: terapia primal.
- Conducta personal: terapia conductual, role playing, terapia de constructos
personales.
- Creatividad: solución creativa de problemas, sinéctica.
-- Autoimagen: Maharishi, Gestalt, hipnosis.
- Interacción: grupos de encuentro.
- Reestructuración social: comunas, estilos alternativos de vida, universidades
abiertas.
- Transpersonal: meditación, parapsicología, estados alterados de conciencia.
Las técnicas del Potencial Humano no van dirigidas a la curación
propiamente dicha, sino al crecimiento. Los centros donde se practican reciben el
nombre genérico de Centros de Crecimiento Personal (Grow Center). Estos centros,
surgidos al margen de instituciones oficiales terapéuticas, educativas y
administrativas se dirigen a un sector social especialmente sensible a las propuestas
de perfectibilidad: clases medias, económicamente bien remuneradas, que aspiran a
la promoción personal que no hallan en su vida ordinaria.
Su dependencia de los procesos socio-culturales concomitantes se hace
patente a través de su corta historia. Durante la década de los sesenta predominan
los grupos de encuentro no-directivo en consonancia con el espíritu comunitario y
anárquico de los movimientos contraculturales. A partir de los setenta el foco se
desplaza hacia lo intra y transpersonal, de acuerdo con el rearme religioso y moral
de la sociedad americana. Al Centro de Crecimiento le sucede el Ashram, que, en
cierto modo, es su antítesis; a la permisividad no directiva, la disciplina rígida
impuesta por la fe y el líder religioso.
2.4. Situación actual
El enorme arsenal de técnicas o "trucos" como les llamaba Perls (1969),
desarrollados durante estos Últimos años, orientados a la autoexpresión, la
autorrealización y la autogratificación han producido la imagen popular en la que
se identifican o confunden Psicología Humanista y Movimiento del Potencial
Humano. Esta situación plantea un verdadero dilema, relativo a la delimitación
actual de la Psicología Humanista. ¿Continúa siendo un programa psicológico o se
ha disuelto en la práctica en un movimiento sociocultural? No es fácil responder a
esta pregunta.
Floyd Matson (1981) defiende la distinción entre ambos en base a la
originalidad programática de la Psicología Humanista, como alternativa a las
psicologías tradicionales. Alternativa o propuesta programática que todavía no ha
producido todos sus frutos y, como tal, continúa teniendo su justificación en el
campo especifico de la psicología.
Alternativa psicológica o propuesta social, ¿qué queda de todo el esfuerzo
histórico que supuso el nacimiento de la Psicología Humanista? En una revisión de
los Últimos veinte años de Psicología Humanista Elizabeth Campbell (1984), al
tiempo que reitera su fe en los principios básicos de la tercera fuerza, se muestra
temerosa de que sus objetivos no se hayan conseguido y sus buenas intenciones
no siempre hayan producido los efectos deseados".
La misma autora hace un reparó de un estudio prospectivo llevado a cabo
por ella entre 1973 y 1974 con la finalidad de detectar las tendencias que en aquel
entonces se abrían a la Psicología Humanista para la siguiente década. El estudio,
resultado de 36 entrevistas en profundidad a los principales líderes del movimiento
humanista, señalaba siete objetivos principales: el desarrollo de una teoría unificada
para la Psicología Humanista, una mayor tendencia hacia el tratamiento holístico de
los aspectos cognitivos, afectivos, físicos y espirituales, un desplazamiento de lo
personal hacia lo socio-político y el medio ambiente, una mayor aceptación
sociocultural de la Psicología Humanista aplicada, un aumento de la investigación
en el campo de la Psicología Humanista y el desarrollo de metodologías mis
adecuadas para el estudio de la totalidad del ser humano, incluso en su dimensión
transpersonal, un diálogo mis abierto entre las diferentes escuelas psicológicas y el
humanismo, una mayor comunicación en el seno de la Psicología Humanista. La
contrastación de estas predicciones con la realidad actual lleva a E. Campbell (1984)
a concluir que, aunque no haya indicios de que la Psicología Humanista haya
conseguido un papel predominante en la sociedad, sin embargo se observa una
creciente aceptación, aunque difusa, de su enfoque.
La valoración que ha hecho recientemente Rogers (1985) con motivo de la
Quarter Century of Humanistic Psychology Conference coincide fundamentalmente
con la de Campbell. Para Rogers la Psicología Humanista no ha producido un
impacto profundo o significativo en la corriente psicológica de los EE.UU., a juzgar
por lo que se refleja en las universidades, escuelas superiores y textos académicos.
Igualmente se echa de menos un programa de investigación y de doctorado,
aprobado por la APA, a pesar de admitir entre sus criterios la investigación
desarrollada en contextos naturales, no necesariamente experimentales:
"Pienso que una de las causas por las que la Psicología Humanista es tenida en tan poca
consideración por la psicología académica radica en la falta de contribuciones científicas significativas
al campo del conocimiento psicológico".
Por el contrario, la Psicología Humanista, constata Rogers (1985) ha
producido un impacto enorme en el ámbito sociocultural, en el aprendizaje y
conocimiento experiencial. A través de los grupos intensivos, de la autoexpresión, de
las diversas formas de terapia, la vida de miles o tal vez millones de personas ha
experimentado cambios importantes. "Nuestra cultura es hoy muy diferente, gracias
a la Psicología Humanista".
Los análisis de Campbell y Rogers se dirigen fundamentalmente al eco social
o exterior de la Psicología Humanista desde los inicios de su existencia hasta
nuestros días. Si observamos las tendencias interiores del movimiento, en cambio,
podemos constatar una fuerte tensión que lo divide. Mientras para unos el
movimiento debe permanecer dentro del campo psicológico, so pena de destruirse,
para otros hay que sobrepasar las fronteras de la Psicología y abrirlo a nuevos
horizontes, desprofesionalizándolo y convirtiéndolo en un movimiento (contra-,sub-)
cultural, patrimonio de la sociedad. De la actualidad de esta problemática se hace
eco la misma publicación oficial de la AHP, el Journal of Humanistic Psychology en
el número de primavera de 1985, en un breve articulo de su director Tom
Greening:
"Su ha sugerido suprimir la palabra psicología del título de la Asociación. Pero los miembros
más antiguos continúan remitiéndose al propósito inicial de Maslow de integrar la tradición
humanista con la psicología... La AHP, el JHP Y la División 32 de la APA siguen afirmando
explícitamente la gloriosa herencia y desarrollando la orientación que echa sus raíces en la
experiencia humana pasada Y en futuras aspiraciones".
Esta tendencia en el plano psicológico significa que cada ser humano "posee
una tendencia autodirigida hacia la totalidad, hacia la actualización de sus
posibilidades". Es, además, selectiva y actúa sólo en una dirección constructiva. Las
posiciones actuales de Rogers (1980) buscan su apoyo en la biología, la física y la
cosmología. Pero inicialmente estaban basadas en la experiencia en psicoterapia.
Rogers (1951) había observado que bajo ciertas condiciones, llamadas por 61
"facilitadoras", se producía un movimiento espontaneo del cliente hacia una mayor
integración.
Esta tendencia que él llamaba actualizante encontraba su paralelismo en la
teoría motivacional de Maslow que llevaba también inexorablemente hacia la
autorrealización. Ambas teorías se hallan potencialmente contenidas en la
concepción holística de J. C. Smuts (1926). "Aunque reconozco mi deuda con el
historiador británico Lancelot Whyte", dice Rogers (1980):
"quede sorprendido al saber tiempo después que casi las mismas ideas se encontraban en
un libro anterior de Jan C. Smuts, el legendario soldado sudafricano, cuyo tema era la tendencia
holística, totalizadora en todos los estados de la existencia, fundamental en el universo".
La creatividad, espontaneidad, conciencia de su, autenticidad, interés por los demás y anhelo de la
verdad son potencialidades pertenecientes a su condición de miembro de la especie... Un maestro,
una madre o una cultura no crean un ser humano, lo que hacen es más bien permitir, promover o
facilitar la actualización de aquello que ya existe en embrión... La cultura es el sol, el agua Y el
alimento, pero no es la semilla".
Desde una Óptica histórica, Sigmund Koch (1971) arguye similarmente que
la idea que la psicología, como las ciencias naturales en las cuales se basó, es una
disciplina acumulativa o progresiva "simplemente no ha sido comprobada por su
historia". Sus argumentos son parecidos a los de Frick, pero en contraste con 61
concluye mis humildemente que: "la psicología no puede ser una ciencia
coherente":
"Desearía poder ofrecer un final constructiva Y feliz, pero no puedo; estoy condicionado por
mi propia visión de la verdad... La Psicología Humanista empezó como una revuelta contra la
asignificación, en contra de casi un siglo de constricción por la prejuiciosa hipótesis de J. S. Mill (la
extensión Y generalización de los métodos físicos a las ciencias sociales) y cincuenta años de
conductismo reductivo.
En ninguna ocasión, sin embargo, logro la Psicología Humanista una concepción completa de la
naturaleza humana".
4. EPILOGO
Hasta el momento la Psicología Humanista constituye una comunidad
extremadamente diversificada, que presenta una matriz disciplinar amorfa, pero
reconocible gracias a ciertos principios filosóficos, conceptos generales y valores
científicos, pero sin modelos identificables de investigación, capaces de validar
sistemáticamente la adecuación de sus proposiciones.
En estas condiciones la única posibilidad de continuar hablando de la
Psicología Humanista es remitiéndose, a nuestro juicio, a sus orígenes
programáticos, inspirados en el funcionalismo, puesto que sus desarrollos concretos
escapan a cualquier intento de sistematización que no sea el más puro y simple
sincretismo. La Psicología Humanista, al igual que en su momento la Antipsiquiatría,
tiene un valor critico o testimonial y como tal, destinado a desaparecer en cuanto
haya cumplido su misión, la de elevar la Psicología a preocuparse de problemas
sustancialmente humanos. Cabria incluso apuntar con Caparrós (1979) la
posibilidad de considerar la Psicología Humanista como una necesidad histórica
mientras haya psicologías "científicas":
"Para los psicólogos que se identifican con e: método científico y hacen ciencia a través de
las vicisitudes de la historia, contrapuntos críticos como Maslow les pueden resultar beneficiosos en el
sentido que les recuerdan que su ciencia apunta a un objeto que es un sujeto y un sujeto personal".
RESUMEN
El artículo plantea una revisión del proceso de gestación de la Psicología
Humanista a través de la reconstrucción histórica de sus antecedentes ideológicos y
del contexto social en que aparece a principios de la década de los sesenta.
Introduce, por otra parte, un análisis teórico-critico de los conceptos
fundamentales de la Psicología Humanista, poniendo de relieve sus dimensiones
organísmicas, axiológicas y trascendentales, que implican una concepción
antropológica naturalista y a-histórica.
Examina, finalmente, los planteamientos programáticos de la Psicología
Humanista, que resultan extremadamente ambiciosos a nivel de objetivos, pero
excesivamente cortos y difusos a nivel de realizaciones metodológicas.
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Orígenes históricos de la psicología cognitiva:
paradigma simbólico y procesamiento de la
información
Ángel Rivikre 1
Universidad Autónoma de Madrid
La psicología cognitiva supone la recuperación de una vieja tradición epistemológica en
psicología. Sin embargo, implica un enfoque nuevo del supuesto de que gran parte de la conducta
puede explicarse en virtud de representaciones internas e intencionales. La aproximación cognitiva
es nueva por dos razones: 1) Explica mediante un vocabulario intencional observaciones establecidas
en términos extensionales, y 2) incluye los elementos de ese vocabulario en nociones de cómputo,
que implican el compromiso con un mecanicismo abstracto y formal. Los modelos sintácticos,
formules y racionales predominaron en la primera fase de la historia de la psicología cognitiva. En los
años setenta y ochenta, muchos investigadores respondieron a la necesidad de dar cuenta de las
influencias cognitivas de los contenidos y de ofrecer modelos capaces de explicar las limitaciones y
sesgos del procesamiento de la información. En la década de los años ochenta, el desarrollo de los
modelos conexionistas implico la elaboración de un lenguaje extensional para explicar la mente
como sistema de cómputo.
1
Dirección del autor: Angel Riviere. Departamento de Psicología Básica, Social y Metodologia, Facultad de
Psicología, Ciudad Universitaris de Canto Blanco. 28049 Madrid.
Para los propósitos cotidianos de relación, esa psicofília mentalista, que se basa en el
supuesto cartesiano de que ‹‹las personas obran por conocimiento››, es tan perfecta
como un Rolls Royce: La psicología del sentido común funciona tan bien que termina
por desaparecer.
Es como esos míticos coches de Rolls Royce, cuyos engranajes quedan sellados al salir
de fabrica; pero es incluso mejor porque no es mítica)) (p. 3). En realidad, la psicología
mentalista, y en cierto sentido cognitiva)), del sentido común es una herramienta de
comprensión y predicción psicosocial tan poderosa y eficaz que casi se colapsara, ésta
sería, sin comparación, la mayor catástrofe intelectual en la historia de nuestra especie; si
estuviéramos equivocados acerca de la mente, nuestra equivocación seria la mayor que
hemos tenido nunca acerca de algo. Las consecuencias del colapso de lo supra natural,
por ejemplo, no podrían compararse con éstas; el teísmo nunca ha estado tan
encarnado en nuestro pensamiento y nuestras prácticas -especialmente en nuestras
prácticas- como lo están las explicaciones en términos de creencias y deseos)) (1988, p.
12).
Sin embargo, durante buena parte de nuestro siglo, muchos psicólogos han
especulado seriamente con la posibilidad de producir, en el ámbito reducido de la
psicología científica, ese supuesto colapso intelectual; con la idea de romper, en un
sentido muy radical, con la vieja psicología del sentido común y con su noción esencial
de que las personas obran en virtud del conocimiento o, lo que es lo mismo, en gracia
de ciertas representaciones internas, semánticamente relacionadas con el mundo, y de
naturaleza mental.
Es posible que ese ideal, tan acariciado por los conductistas, de ruptura completa de la
ciencia psicológica con respecto a las nociones implícitas más fundamentales y
entrañadas de la psicología natural (nociones tan básicas como la de que la gente
conoce en función de lo que conoce)), entonces mediante representaciones internas))
y ((tales entidades son de carácter intencional))) ... es posible, si, que esa pretensión de
ruptura de- muestre finalmente ser uno más de los monstruos de la razón de nuestro
siglo atormentado. Al fin y al cabo, estamos en un periodo histórico en que algunos de
los ideales mas aventurados y ambiciosos nacidos en el propio siglo -o fina- les del
pasado- se están derrumbando de forma rápida.
Es cierto que todavía no ha llegado el momento en que podamos considerar al
conductismo como un cachivache polvoriento arrumbado en una esquina de la
historia.
Sigue vivo, sobre todo, en la psicología aplicada. Pero si podemos empezar nuestra
propia historia -la historia de la psicología cognitiva- considerando que el conductismo
constituyó, cuando menos, una importante anomalía histórica en el largo pasa- do y la
breve historia de la psicología.
¿Por qué fue el conductismo una anomalía histórica? Para explicarlo,
necesitamos alejarnos algo de la sombra que nos hace la psicología más inmediata (lo
que resulta difícil ante la tarea de historiar algo tan presente como el enfoque cognitivo)
y tratar de hacer historia desde un horizonte más dilatado, con esa larga vista de pájaro
que es la mirada propia de la historia. Desde esa visión lejana, el incidente del
conductismo se nos muestra como un minúsculo episodio de ruptura epistemológica
con una larguísima tradición en que la propia episteme, el conocimiento, había sido un
tema esencial de cualquier indagación psicológica. La entrañable vinculación de la
materia psicológica a la actividad de conocer no sólo se muestra en la obvia propensión
epistemofílica de la psicología natural del sentido común (esa psicología intencionalista
de creencias-deseos, que probablemente se origino en los primeros bocetos de la
filogénesis de nuestra especie, y cuyo valor reivindica tan brillantemente Dennett,
1987), sino también en las primeras especulaciones filosóficas que tematizaron el
concepto de psiqué.
Imaginar algo, pensar sobre algo, recordar algo, son actividades epistémicas e
intencionales -como decía Brentano-, mientras que responder a energías físicas no lo es.
En esta perspectiva, el programa conductista consistía, en esencia, en hacer una
psicología cuyos enunciados teóricos y empíricos fueran escuetamente extensionales, es
decir, potencialmente exteriorizables a una observación en tercera persona (y no en
primera) y no consistentes en representaciones acerca de, sino en respuestas a. En la
obra de Watson se muestra esta pretensión con la mayor claridad: resulta muy
reveladora, por ejemplo, su intención de reducir el pensamiento a habla subvocal.
¡Claro! ... la acción de hablar no es, en sí misma, una actividad intencional – y, sin
embargo, si lo es la de decir algo- y el verbo hablar expresa el componente más
periférico, externo y ‹‹desintencionado›› de la acción de decir. La formulación
watsoniana final de que ‹‹pensamos con todo el cuerpo›› es la explicitación más clara
de una concepción de la psicología ingenuamente ‹‹realista›› y que establecía unos
criterios de justificación de las entidades psicológicas muy ajenos a los de la psicología
introspectiva primera.
¿Cuáles eran los nuevos criterios para las entidades psicológicas? Esencialmente
dos: (1) que tales entidades fuesen real o potencialmente observables (como por
ejemplo lo es la acción de ‹‹hablar›› y no la de ‹‹pensar››, (2) y que sus mecanismos de
formación y transformación fuesen reductibles, en último término, a procesos
asociativos simples de aprendizaje y condicionamiento. Bever, Fodor y Garrett (1968)
han denominado ‹‹metapostulado terminal›› del asociacionismo al siguiente conjunto
de proposiciones, que definen la posición conductista: (1) Proposición sensista: los
elementos requeridos por una explicación psicológica pueden situarse en
correspondencia biunívoca con elementos potencialmente observables (estímulos,
respuestas o derivados de ellos), (2) Proposición conexionista: dichos elementos se
conectan o asocian entre sí solo cuando se dan en contigüidad, (3) Proposición
mecanicista: cualquier conducta observable puede explicarse por concatenación de
tales vínculos asociativos.
La posibilidad de éxito de la ambiciosa operación de reducción objetivista del
viejo vocabulario intencionalista de la psicología natural dependía de una reducción
previa, a términos puramente extensionales, de las nociones de estimulo y respuesta.
Como ha demostrado lúcidamente Yela (1974), esa pretensión, en la que se basaba
toda la operación conceptual del conductismo, nunca pudo lograrse del todo, y las
nociones de ‹‹estimulo›› y ‹‹respuesta›› eran muy ambiguas en Watson, que definía, por
ejemplo, la primera en términos de ‹‹las energías físicas›› que inciden sobre los sentidos
(es decir, objetos claramente extensionales), unas veces, y como ‹‹aquello a lo que
responde el organismo››(es decir, un objeto intencional), en otras ocasiones.
Uno de los aspectos del origen de la psicología cognitiva que merece una
interpretación histórica es éste: por qué la mente había dejado de ser respetable en
1913 y volvió a serlo en los años sesenta de nuestro siglo. Como tuvieron que vestirse
esos peculiares y fantasmáticos miembros de su cohorte (los pensamientos, las
imágenes, los recuerdos y creencias) para ser readmitidos en el recinto respetable de la
ciencia. La respuesta, como sugiere Johnson-Laird, es muy clara: tuvieron que
presentarse como objetos computables o como productos de algoritmos de cómputo.
Este ropaje si era respetable: por una parte, desligaba los conceptos mentales de la
dudosa fenomenología de la conciencia, además permitía simular su funcionamiento
mediante algoritmos rigurosos que dieran cuenta de sus ‹‹productos extensionales›› (en
especial, de los tiempos de respuesta) y los revestía del prestigio de la tecnología
emergente del conocimiento. Finalmente, los incluía en un contexto preciso de
interpretación mecanicista, aunque se tratara de un mecanicismo muy diferente,
mucho más complejo, elaborado y abstracto, que el empleado por los psicólogos
objetivistas de la primera mitad del siglo.
La máquina imitadora del pensamiento, ideada por Turing, no era una máquina
energética, sino simbólica. En realidad, consistía en cadenas de unos y ceros que, con
arreglo a los automatismos prefijados, serian capaces de computar cualquier algoritmo.
La naturaleza simbólica de esa máquina que trataba información, su carácter abstracto
e independiente de la sustancia material en que pudiera instanciarse, fue uno de los
aspectos que, a la larga, habría de tener consecuencias más importantes para el
proyecto primero de la psicología cognitiva. Permitía imaginar una alternativa
mecanicista para lo mental, pero independiente de los aspectos extensionales y del
substrato material en que lo mental se encarna.
Por otra parte, la ilimitada universalidad de aquel autómata, capaz de tratar cualquier
procedimiento efectivo, constituía una propiedad importante: recordemos que
Descartes, por ejemplo, afirmaba el carácter mecánico de los animales, y les negaba el
atributo de pensar, basándose en que ‹‹aunque (los animales) hagan muchas cosas
igual de bien, o quizá mejor que alguno de nosotros, carecerían infaliblemente de otras,
por lo que se descubriría que no obran por conocimiento, sino por la disposición de sus
órganos. Porque mientras que la razón es un instrumento universal que puede servir en
toda clase de situaciones, esos órganos necesitan una disposición particular para cada
acción particular, de donde se deriva que es moralmente imposible que haya suficientes
en una máquina para hacerla obrar en todas las situaciones de nuestra vida, de la
misma manera que nuestra razón nos hace obrar›› (Discurso del Método, pp. 73-74 de
ed. española de 1989).
¿Era una máquina, la de Turing, con ‹‹razón universal››? Si, lo era en cierto
modo, si la razón es algorítmica. Pero la condición de posibilidad para la nueva
concepción mecanicista de la mente, que a la vez era aparentemente capaz de dar
cuenta de ese carácter universal de la razón de que hablaba Descartes, fue despojar al
concepto de ‹‹máquina›› de toda connotación material. Con arreglo a la vieja distinción
aristotélica, la máquina de Turing no es materia sino forma. Es una máquina formal y
que, precisamente por su forma, es capaz de imitar a la mente.
A pesar de las aparentes ventajas que hubiera podido tener la segunda versión -
mas ‹‹realista›› en lo neurobiológico y que daba una cierta solución no dualista al
problema de relación entre cuerpo y mente computacional-, fue la primera opción la
que predomino en el enfoque cognitivo desde finales de los años sesenta a mediados
de los ochenta, en que la opción ‹‹neural›› fue retomada por el conexionismo. Ello se
debió a dos factores: por una parte, el lenguaje intencionalista y simbólico de la
alternativa clásica era mucho más directo y atractivo, para el psicólogo, que el mas
molecular y extensional de las redes neurales (de modo parecido a como el lenguaje de
la física clásica es más directo e intuitivo, para el físico, que el de la mecánica cuántica).
Por otra, los modelos de redes desarrollados en los primeros años sesenta, y en
concreto el ‹‹perceptrón›› de Franz Rosenblatt (1962), compuestos por solo dos capas
de unidades, se demostraron pronto incapaces de realizar tareas simples tales como
‹‹comprender›› la disyunción no-excluyente de la lógica de proposiciones (Minsky y
Papert, 1969). El entusiasmo exagerado, y algo provocativo, de Franz Rosenblatt, el
inventor del perceptrón, contribuyó bastante a que el proyecto de desarrollar modelos
abstractos del sistema nervioso capaces de cómputo se desacreditara en cuanto
aparecieron las primeras dificultades (McCorduck, 1991). Así, el camino quedo expedito
para una versión de la psicología del conocimiento como ciencia objetiva de la mente,
entendida esencialmente como sistema de cómputo de representaciones simbólicas, y
situada en un plano funcionalmente independiente del nivel neurobiológico.
Esta alternativa, a pesar de revestirse desde muy pronto de una nueva forma de
dualismo (el dualismo funcionalista), que hubiera resultado inaceptable para el paladar
de cualquier psicólogo objetivista de los años cincuenta, contaba con el prestigio
algorítmico de los cómputos y, en seguida, con la presencia real de los ordenadores,
para justificar la nueva empresa de hacer una ciencia objetiva y rigurosa de la mente
que superase las estrechas limitaciones conceptuales y metodológicas impuestas por el
conductismo y el funcionalismo objetivista de los años cuarenta y cincuenta.
Términos que solo tienen sentido en un plano personal de explicación, como ‹‹plan›› y
‹‹propósito››, o que están inevitablemente vinculados a la fenomenología de la
conciencia, como ‹‹imagen››, se entremezclan e insertan en las mismas explicaciones en
que se emplean nociones tales como las de TOTE (el bucle definido en Plans and the
Structure of Behavior) o cómputo, que solo pueden tener sentido en un nivel
subpersonal de explicación.
Esa propensión equivoca se manifiesta con mucha claridad en el libro de Miller,
Galanter y Pribram: los autores recurren constantemente a ilustraciones muy expresivas
de sus ideas, vinculadas a las intuiciones intencionalistas que los humanos tenemos
como psicólogos naturales. Nos parece que hablan de los pla- nes de que somos
conscientes, de las imagenes que nos vienen a la mente ... pero su aportación
fundamental consiste en definir la forma general (la organización TOTE) de los
mecanismos subpersonales relevantes para estudiar los procesos de conocimiento. La
convivencia de estas dos fuerzas, como la de liberales y socialistas en algunos partidos
europeos, era un factor poderoso para explicar el atractivo político de los nuevos
planteamientos sobre la mente, pero dejaba abierta la puerta a numerosos problemas
de las explicaciones cognitivas (como los relacionados con los papeles respectivos de
formas y contenidos en la dirección de los procesos mentales, con la tarea real de la
conciencia en el curso del procesamiento, o con el estatuto cognitivo de las imágenes
mentales) que aún hoy siguen sin estar resueltos conceptualmente del todo.
La formulación más clara del nuevo modelo computacional de explicación fue
la que realizaron, en 1958, Newell, Shaw y Simon, en ‹‹Elements of a Theory of Human
Problem Solving››. En aquel artículo se ofrecía una explicación de la solución humana
de problemas basada en el supuesto de que la mente es una especie de ‹‹paquete de
software escrito en lenguaje simbólico de alto nivel››, y la psicología la ciencia que
estudia ese software.
Así, el sujeto psicológico de las concepciones cognitivas de los años sesenta era
una especie de pequeño monstruo racional (Rivikre, 1987): un sujeto que, para hablar y
comprender, emplearía sus conocimientos tácitos de las reglas morfosintácticas de: la
gramática generativa y transformacional (Miller y McKean, 1964; Savin y Perchonock,
1965; Mehler, 1963; McMahon, 1963; Slobin, 1966; Gough, 1965, 1966), que crecería
acercándose progresivamente a un modelo final de sujeto competente en los
esquemas de inferencia definidos por las lógicas de clases, proposiciones y relaciones
(Inhelder y Piaget, 1955); en realidad, un procesador optimo de la información (Levine,
1975), que elaboraría conceptos limpios, semejantes a clases lógicas, mediante
estrategias activas de formación y comprobación de hipótesis (Bruner, Goodnow y
Austin, 1956), y realizaría operaciones lógicas sobre la información al razonar (Hunter,
1957). Un sujeto que ajustaría sus juicios de semejanza al modelo métrico euclidiano
(Attneave, 1950; Shepard, 1962) y sus predicciones intuitivas a las leyes bayesianas del
cálculo de probabilidades (Edwards, 1968; Peterson y Beach, 1967) ... un modelo, en
suma, de virtudes racionales.
El primer cambio al que nos hemos referido implico romper con la ecuación
primera entre ‹‹sujeto algorítmico›› y ‹‹sujeto hiper-racional››. Los psicólogos cognitivos
se dieron cuenta, enseguida, de que es posible formular explicaciones algorítmicas y
modelos computacionales de conductas que no corresponden a modelos lógicos o
canónicos de racionalidad. Desde finales de los años sesenta, empezó a perfilarse una
imagen más versátil, flexible y limitada del sujeto cognitivo que la que se tuvo en un
primer momento: se demostró que las estructuras con que produce y comprende el
lenguaje están agujereadas por difusas y punzantes influencias semánticas y
pragmáticas (Clark y Clark, 1977), que su competencia final en el manejo de tareas
lógicas es bastante limitada, especifica de tareas y dependiente de contenidos (Wason,
1966, 1968), que emplea categorías naturales difusas y de limites imprecisos (Rosch,
1978), que su razonamiento es frecuentemente alógico (Evans, 1972) y se guía por
‹‹modelos mentales››, de naturaleza semántica, más que por reglas formales (Johnson-
Laird, 1983), y que sus estimaciones de semejanza y juicios intuitivos se dejan influir por
sesgos irrepresentables en la métrica euclidiana o el cálculo de probabilidades (Tversky,
1977; Al crecer, el sujeto de la psicología cognitiva -siguiendo, en cierto modo, un
proceso contrario al que siguen los niños- se hizo cada vez menos serio, mas difícil de
formalizar, menos predictible y se alejo del modelo de racionalidad canónica que se le
había marcado en un principio. En cierto modo, abandono el ‹‹estadio de las
operaciones formal es ››, que había pretendido ocupar nada más nacer.
Este proceso evolutivo -que no involutivo- tuvo mucho que ver con el segundo
aspecto al que hacíamos referencia: la constatación de la importante influencia de los
contenidos y factores semánticos en los procesos cognitivos. Por ejemplo, la hipótesis de
la complejidad derivacional, que había jugado un papel decisivo en el origen mismo de
la psicolingüística cognitiva, tuvo que ser abandonada, al demostrarse que, en ciertas
condiciones semánticas, oraciones complejas, desde el punto de vista transformacional,
pueden ser mas fáciles de comprender -o igual de fáciles- que otras simples (Wason,
1965; Greene, 1970; Johnson-Laird, 1968; Clark, 1965; Johnson, 1967). En el estudio
del pensamiento, los modelos sintácticos mas ambiciosos y generalistas, como el ‹‹
Solucionador General de Problemas ›› de Newell y Simon (1972), demostraron pronto
que su ámbito explicativa era mucho más reducido que lo que se pretendió en
principio, y que solo eran capaces de explicar la solución de problemas cerrados y de
poca ‹‹ densidad semántica ››, comportándose de forma aleatoria y muy poco ‹‹
inteligente›› en situaciones en que se aumentaba la carga semántica de los problemas.
Además, las investigaciones sobre razonamiento terminaron por convertir en un lugar
común la idea de que el razonamiento humano es extremadamente sensible a los
contenidos, cambios de contexto y factores pragmáticos.
Sin embargo, y aún versando sobre la mente, lo cierto es que los parámetros de
los que hablan los conexionistas, cosas tales como los patrones de conectividad, las
unidades subsimbólicas definidas por niveles de activación, las fuerzas de conexión, los
umbrales de input y output de tales unidades, no son, desde luego, objetos
intencionales. No son como los esquemas, las imágenes y las proposiciones mentales
de los psicólogos cognitivos clásicos. Tampoco son estímulos o respuestas
potencialmente exteriorizables, como lo eran las construcciones extensionales de los
conductistas. Ni son nada a lo que tengamos -ni mucho menos- un ‹‹acceso
fenoménico›› a través de la introspección (resulta del todo insensata la idea de acceder
por introspección a los niveles de activación, por ejemplo, de esas unidades que
funcionan en una maravillosa actividad paralela cooperativa-competitiva, ¡nos
volveríamos locos si accediéramos a esas minucias mentales!). No son, ni siquiera
parámetros realistas del funcionamiento neuronal definido a un nivel puramente
fisiológico. Son, en realidad, los objetos y parámetros que definirían a la mente como
sistema de cómputo, en tanto que se encarna en un tipo particular de procesador: en
un sistema nervioso.
¿Hasta qué punto representa este nuevo punto de vista una auténtica ruptura
con los modelos tradicionales de la psicología cognitiva?, ¿en qué, por el contrario, los
continua? Es importante destacar el hecho histórico cierto de que la pregunta por las
propiedades computacionales de una red neural sencillamente no hubiera sido
posible sin la pregunta previa sobre la mente como sistema de computo. La metáfora, o
descripción literal, de la mente computacional ha sido la que ha hecho posible un
enfrentamiento nuevo al viejísimo problema histórico de la psicología de las relaciones
entre una sustancia extensional, el cuerpo, y un conjunto de funciones intencionales, al
que llamamos mente. Un aspecto importante -e insuficientemente destacado- de la
importancia histórica del conexionismo es el hecho de que representa, en efecto, una
alternativa realista, y no dualista, a ese problema secular, que a lo largo de la historia se
había mostrado como intratable. Una alternativa que solo tiene sentido cuando se sitúa
el problema en el plano de lo mental ‹‹ descubierto ›› o ‹‹ inventado ›› (no sé qué
término sería más exacto) por el enfoque cognitivo en psicología: el plano
computacional. En los modelos conexionistas, sin embargo, los que se computan no
son ‹‹ símbolos ›› -como sucedía en los clásicos- sino variables subsimbolicas de
unidades moleculares de cómputo, que actúan en paralelo y con arreglo a leyes
precisas.
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UNIDAD 3: LA PSICOLOGÍA EN EL SIGLO XXI
Resumen
El presente artículo pretende acompañar el desarrollo de la psicología aplicada en
América Latina desde su inicio en el siglo XIX, con los médicos que tenían como
objetivo la comprensión de la mente del loco y del criminal, pasando por los
educadores y la comprensión del niño-problema y, en medios del siglo XX, la
industrialización y la aplicación al contexto organizacional. Desde ahí emergen
también los primeros cursos de psicología. A partir de las décadas de los 60/70, se
plantea una cuestión: ¿qué hace el psicólogo, a quienes atiende? La respuesta
hegemónica implica dirigir la atención a la especificidad latino-americana.
Palabras claves: Psicología aplicada, psicología latino-americana, intervención social.
Abstract
This article follows the development of applied psychology in Latin America since its
start in the beginning of the 19th century, when doctors were determined to
understand the mind of the insane and the criminal. Later, with educators, applied
psychology turned to the understanding of problem-children. By the middle of the
20th century, industrialization allowed new fi elds of application, namely, the
organizational context. That was when the fi rst psychology courses were
organized. As of the 60s and 70s, with the crisis in the western culture and the
dictatorships in Latin America, there emerged a question: what does the
psychologist do? Whom does this professional attend? The hegemonic answer
implies directing one’s attention to Latin American specifi c conditions.
Keywords: Applied Psychology, Latin America psychology, social intervention.
Compendio
Abstract
The main developments of Latin American psychology are presented, from the
context of Interamerican psychology. The Interamerican Society of Psychology (SIP)
was founded on December 17, 1951 in Mexico City. The first Interamerican
Congress of Psychology took place in Santo Domingo (Dominican Republic)
1
Dirección: Correo postal. Apartado 88554. Bogot·, Colombia. E-mail: psycholo@latino.net.co
2
Una versión anterior se presentó en el Congreso Interuniversitario de Psicología del Caribe y Centroamérica (Santo Domingo,
República Dominicana, 2001)
between December 10 and 20, 1953. This half a century has produced an
accelerated development of psychology in Latin America, in the Americas as a
whole, and in the world at large. Professional training programs have been created
in all the countries of the Americas. The role of psychologists in society is today very
important and relevant, after modest origins. At the present time high level scientific
research is in process in the leading countries (Mexico and Brazil), and also in Peru,
Venezuela, Argentina, Cuba, Chile, Colombia, and in general in Latin America. The
lack of original developments that Alarcón pointed out in his book Orientaciones
Teóricas de la Psicología en América Latina (Theoretical Orientations of Psychology
in Latin America, 1997) has began to be overcome by original work and pioneer
investigations. In the next 50 years, Latin American psychology will probably
continue along these lines, and will help to integrate Latin American psychology to
the international context.
Keywords: Investigation; globalization; history os psychology..
Organización Profesional
Durante los últimos 50 años la psicología latinoamericana se ha organizado
como profesión. Señalemos sus principales características.
- Formación de Psicólogos: Existe en casi todos los países. Se lleva a cabo en
Facultades de Psicología, en su mayor parte. También en Departamentos, Escuelas
Profesionales e Institutos. El modelo de formación es de 5 años, con Tesis de Grado
y Prácticas Profesionales. Se obtiene el título de “Psicólogo” y en algunos casos de
“Licenciado en Psicología”. Existen programas de Maestría y Doctorado en varios
países.
- Asociaciones Profesionales: La más importante es la Sociedad
Interamericana de Psicología (SIP) creada en 1951. Existen asociaciones nacionales
(ej: Sociedad Mexicana de Psicología), asociaciones de áreas específicas (ej:
Asociación Latinoamericana de Análisis y Modificación del Comportamiento,
ALAMOC), etc.
- Numero de Psicólogos: Un estimativo realista de cuántos psicólogos hay en
América Latina, indica que existen 178.000 personas que han recibido este título
profesional (según Alonso & Nicenboim, 1999, p. 384). Los países con mayor
número de psicólogos se presentan en la Tabla 1. Unos datos similares se
encuentran en Jing (2000). Estos estimativos son siempre aproximados y sólo
indican tendencias generales, no información exacta.
- Estatus Legal: Ha sido asunto de gran interés en países como Argentina y
Uruguay. El reconocimiento legal varía de país en país, pero existe en la mayor parte
de ellos.
Incluye registro profesional, áreas de actividad laboral, relaciones con otras
profesiones, y demás temas similares.
Tabla 1
Número de Psicólogos y Proporción por Habitantes, en varios
Países
País Psicólogos Psicólogos por Habitantes
100,000 por
habitantes psicólogo
Brasil 86.290 55 1.808
Psicometría
En los primeros decenios del siglo XX gran parte de la investigación
psicológica en América Latina, y de su aplicación profesional, estaban centradas en
la psicometría.
Se tradujeron tests psicológicos, se estandarizaron, se desarrollaron nuevas pruebas
originales de autores latinoamericanos. En la psicología educativa, clínica,
industrial/organizacional, el papel de la medición psicológica fue fundamental.
Muchos de los primeros Institutos de Psicología se dedicaron a la psicometría. Esto
ocurrió en México, Guatemala, Colombia, Venezuela, Chile, Brasil, Argentina,
Uruguay y otros países.
Entre las pruebas psicológicas de autores latinoamericanos se encuentran las
siguientes:
- Test ABC (de Lourenço Filho, 1960). Mide madurez para la lectura y la
escritura.
- Test de Intereses Profesionales (de Arrigo L. Angelini, 1954/1960). Mide
intereses.
- Test Rápido Barranquilla (de Francisco del Olmo, 1962). Mide inteligencia.
- Diagnóstico Miokinético (de Emilio Mira y López, 1962). Personalidad,
funcionamiento psicológico.
El Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Psicología Matemática y
Experimental (Buenos Aires, Argentina) dirigido por Horacio J.A. Rimoldi y fundado
en 1971, ha llevado a cabo importantes trabajos originales en medición y
evaluación psicológica. El Instituto de Selecao e Orientacao Proffisional (ISOP) de Río
de Janeiro, Brasil, fundado en 1947 fue también un importante centro de
investigación y aplicación en este campo.
Psicoanálisis
Se puede afirmar que el psicoanálisis tuvo su primer centro de actividad en
Viena, luego en Nueva York y después en Buenos Aires. El psicoanálisis comienza
siendo parte de la medicina, luego de la psiquiatría, después de la psicología, y
finalmente se convierte en un espacio específico de actividad (diferente de la
psicología, la psiquiatría y la medicina). El psicoanálisis llegó muy temprano a
América Latina:
- Chile: Germán Greve es un médico chileno que presentó en el Congreso
Interamericano de Medicina e Higiene (Buenos Aires, 1910) un trabajo sobre
“Psicología y psicoterapia de ciertos estados angustiosos”. Freud se refirió muy
favorablemente a Greve en su Historia del Movimiento Psicoanalítico (1948, Vol. II,
p. 1909).
Fernando Allende regresó a Chile en 1925 tras cursar estudios sobre psicoanálisis
en Europa, y se dedicó a difundir las doctrinas de Freud en su país.
- Brasil: Francisco Franco de Rocha lideró un grupo de estudios
psicoanalíticos en Sao Paulo, dictó cursos formales sobre psicoanálisis en la Facultad
de Medicina.
Publicó en 1919 el libro A Doutrina de Freud.
-Perú: Honorio Delgado (1892-1969) difunde el psicoanálisis en Perú desde
1915, con un artículo en el diario El Comercio de Lima, titulado El Psicoanálisis. Su
libro El Psicoanálisis aparece en 1919, que es ampliación de su tesis de bachiller en
medicina de 1917. Honorio Delgado escribe sobre el tema en la Revista de
Psiquiatría y Disciplinas Conexas entre 1917 y 1924. Freud se refiere a esta revista
como órgano del movimiento psicoanalítico y valora el trabajo de Honorio
Delgado. Este conoce a Freud en 1922 y mantiene correspondencia con él hasta
1924; se vincula también con importantes figuras del psicoanálisis en Europa. Su
otro libro sobre el tema se denomina Sigmund Freud (1926) y fue traducido al
portugués. Más tarde Honorio Delgado se aparta del psicoanálisis y se convierte en
uno de sus más duros críticos.
- Argentina: Angel Garma (1904-1993) es un psicoanalista español que llegó
a Buenos Aires en 1938. Allá se vinculó con Enrique Pichón Riviére (1907-1977),
Arnaldo Raskovsky (1907-), Arminda Aberastury, Teodoro Schlossberg y otros
argentinos interesados en el psicoanálisis. El desarrollo del psicoanálisis, fue
acelerado en Argentina. En 1942 se fundó la Asociación Psicoanalítica Argentina y
en 1943 la Revista de Psicoanálisis.
El enfoque fue freudiano ortodoxo. Hacia 1956 Pichon Riviére introdujo aspectos
sociales, de familia, etc. Más adelante el enfoque de Lacan adquiere importancia
primordial. Al crearse la carrera de psicólogo en Argentina –comenzando en 1958
en la Universidad del Litoral en Rosario– la mayor parte de los profesores fueron
médicos psiquiatras orientados hacia el psicoanálisis, y el enfoque de la carrera de
Psicólogo en el país fue definitivamente psicoanalítico. Durante muchos años en
Argentina psicología fue igual a psicoanálisis. “En Argentina se llegó al extremo de
confundir psicoanálisis y psicología. Se dejaron de lado otros enfoques de la clínica
que no parten del modelo freudiano y se ignoraron aquellas ramas de la psicología
no pertenecientes a la clínica...
Para muchos argentinos, psicología y psicoanálisis configuraban la misma disciplina
que solamente podían ejercer personas con entrenamiento médico. Los conflictos
profesionales resultantes fueron muy profundos y de amplio alcance. A esto se
sumó la politización del psicoanálisis y la psicología que intentó integrar estas dos
disciplinas con el marxismo. Es posible que tal confusión conceptual no beneficiara
en nada a la psicología, ni al psicoanálisis, ni tampoco al marxismo” (Ardila, 1986, p.
172).
-México: El psicoanálisis en México, no tuvo la importancia que había tenido
en el cono sur de América. Hubo trabajos freudianos durante las décadas de 1950 y
1960. En 1965 llega a México Erich Fromm (1900-1980) quien permaneció durante
gran parte de su vida productiva en ese país; en 1971 se trasladó a Suiza. El
psicoanálisis culturalista y humanista de Fromm tuvo gran impacto en México.
Principales Campos
- Aspectos conceptuales y metodológicos del AEC: investigaciones de
laboratorio con animales y humanos.
- Aplicaciones: en terapia de la conducta, análisis comportamental aplicado a
la educación, modificación de conducta en las organizaciones, psicología social
comportamental, rehabilitación de delincuentes, psicología deportiva,
psicofarmacología, etc.
Principales Revistas: Revista Mexicana de Análisis de la Conducta (fundada
en 1975); Revista Peruana de Análisis de la Conducta (fundada en 1992); Acta
Comportamentalia (fundada en 1993); Analise e
Modificação de Comportamento (fundada en
1976); Aprendizaje y Comportamiento (fundada en
1976).
Conclusiones
Esta panorámica de la psicología latinoamericana se ha centrado ante todo
en los aportes y contribuciones de la disciplina psicológica durante su primer medio
siglo. Hemos colocado el énfasis en las características esenciales de la psicología
latinoamericana, la organización profesional y los principales campos de trabajo:
psicometría, psicoanálisis, psicología social y transcultural, psicología evolutiva del
ciclo vital, análisis experimental del comportamiento, psicología cognitiva, y
psicología política. Es claro que quedan por fuera aspectos importantes. Remitimos
al lector a los libros de Alarcón (ante todo los de 1997 y 2002), de Alonso y Eagly
(1999), de Ardila (1986, 1993, 2002), de Di Doménico y Vilanova (1999), de Díaz-
Guerrero (1972), de Díaz-Guerrero y Pacheco (1994), de Holtzman et al. (1975), de
Montero (1987), de Toro y Villegas (1999), de Villanova y Di Doménico (2001).
También a artículos publicados en la Revista Interamericana de Psicología, la Revista
Latinoamericana de Psicología Avances en Psicología Clínica Latinoamericana y
otras revistas, tanto en español como en inglés.
Referencias
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Psicología crítica en México: realidades y posibilidades
Critical Psychology in Mexico: Realities and Possibilities
Introducción
Nuestra convicción es que sí existe algo real y no sólo posible que merece la
denominación de psicología crítica mexicana. Bajo esta denominación, reunimos
todo trabajo teórico psicológico reflexivo que haya sido realizado en México, en el
que se hayan discutido y cuestionado total o parcialmente ciertas ideas psicológicas,
y por el que se hayan adoptado posiciones críticas, alternativas y eventualmente
radicales, con las que se haya resistido a otras posiciones dominantes,
1Los autores quieren señalar que la investigación que respalda este artículo no habría sido posible sin el valioso apoyo de
Leonardo Moncada Sánchez, Rigoberto Hernández Delgado, Karla Ileana Caballero Vallejo, Leonor Pastor Rodríguez y Liliana Ruiz
Guzmán.
reglamentarias o disciplinarias. Todo esto, como veremos en el presente artículo, no
ha tenido lugar tan sólo en el ámbito de la psicología académica actual, sino
también fuera de este ámbito, en terrenos marginales extra-académicos, y en
épocas en las que la psicología todavía no se imponía en la academia como una
disciplina independiente y diferente de la religión y de la filosofía. Desbordando esta
disciplina independiente, así como los ámbitos académicos universitarios en los que
se desarrolla, la psicología es aquí entendida en su sentido más amplio, tal como era
concebida en siglos anteriores, como cualquier discurso, estudio, convicción,
investigación o reflexión acerca del psiquismo y de sus propiedades, facultades y
operaciones. La psicología así entendida engloba creencias religiosas y
consideraciones filosóficas en torno al alma, representaciones culturales y populares
del psiquismo humano, sistemas ideológicos en los que intervienen concepciones
psicológicas implícitas o explícitas, y también, desde luego, todo aquello que suele
ser llamado “psicología” en la actualidad, tanto al interior como al exterior de la
academia. En todos estos ámbitos de la psicología mexicana, como veremos a
continuación, podemos llegar a detectar las posiciones críticas, alternativas y
radicales, que serán el objeto del presente artículo.
En este artículo, intentaremos demostrar que sí existe una psicología crítica
mexicana, y la exploraremos, tanto en sus posibilidades, o en lo que puede llegar a
ser, como en sus realidades, o en lo que es ahora o ha sido hasta ahora. Para
empezar, en la exploración de las realidades pasadas y presentes, intentaremos
detectar algunas de las más importantes posiciones críticas, alternativas y radicales,
en la historia de la psicología mexicana. Esto nos permitirá conocer algunos
ejemplos del trabajo reciente que a sí mismo se presenta como psicología crítica,
pero también diversas incursiones marxistas, freudianas y freudo-marxistas en el
ámbito psicológico, así como posicionamientos beligerantes indígenas anti-
imperialistas, igualitarios anti-discriminatorios, ilustrados anti-escolásticos, anarquistas
y narrativos anti-positivistas, particularistas anti-universalistas, y abiertamente situados,
militantes y comprometidos.
Tras las realidades pasadas y presentes de la psicología crítica mexicana,
consideraremos sus posibilidades futuras desde dos puntos de vista, el de nosotros,
profesores de psicología en una universidad pública del occidente de México, y el
de nuestros estudiantes, inscritos en la licenciatura de psicología en la misma
universidad. Para ocuparnos del punto de vista del estudiantado, analizaremos las
respuestas a un cuestionario que aplicamos a cerca de 200 estudiantes, y con el
que pretendemos entrever indicios de las posibles posiciones críticas, alternativas y
radicales, en la futura generación de psicólogos mexicanos. Finalmente, para
completar este análisis prospectivo, nos referiremos a tres posibilidades de trabajo
crítico-psicológico a las que nos han llevado nuestras propias investigaciones y
reflexiones personales. En primer lugar, abordaremos críticamente la ideología
patriarcal mexicana en relación con la presencia mayoritaria de mujeres en la
psicología en México. En segundo lugar, en una perspectiva psicoanalítica, nos
ocuparemos críticamente de la psicología jurídica y cuestionaremos sus premisas
ideológicas y su complicidad con el poder. En tercer lugar, sobre la base de algunos
pasajes en el discurso del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN),
reconstruiremos una psicología crítica zapatista dirigida contra la cultura psicológica
racista, machista y normalizadora imperante en México.
Realidades
No hay un momento en la historia de la psicología mexicana en el que no
detectemos una posición alternativa, crítica y radical, resistiendo a otra posición
dominante, reglamentaria y disciplinaria. Sin embargo, la oposición entre ambas
posiciones no ha sido siempre la misma, sino que ha variado con el tiempo. Las
posiciones también han variado, no sólo en función del sistema vigente y de las
ideologías de cada época, sino en relación a las posibilidades de subversión
ofrecidas por cada coyuntura histórica.
No hay dos momentos iguales en la historia de la psicología mexicana, pero todos
los momentos muestran una oposición entre las posiciones dominante y alternativa.
Esta oposición crea la tensión y la acción de la historia. Como cualquier otra
verdadera historia, la historia de la psicología mexicana es la historia de una lucha
entre posiciones. Esta historia se nos presenta retrospectivamente como una
simultaneidad o sucesión de oposiciones diferentes entre las expresiones también
diferentes de las dos posiciones psicológicas, dominante y alternativa, que se
mantienen en lucha permanente:
1. Oposición entre una psicología imperialista europea y una psicología indígena en
resistencia. Con la conquista española de México, la psicología indígena del
individuo particular y de su deseo, del “in ixtli in yóllotl” (León-Portilla, 1956, pp. 190-
191), se vio prohibida y desplazada por la psicología europea de la normalización
del individuo y de la inhibición de su deseo. La metodología de esta psicología
europea, “a base de género y diferencia específica”, se impuso a expensas del
método psicológico prehispánico de “la mirada viviente” (p. 192). Sin embargo, a
pesar de la colonización y modernización de México, este método indagador ha
conseguido subsistir a través de un nahualismo que ha resistido a la psicología
europea (Ruiz de Alarcón, 1629, I, 6, 94-96), que ha participado en numerosas
insurrecciones indígenas (Sigüenza y Góngora, 1692, p. 117; Reed, 1971, pp. 136-
184; EZLN, 1994-2005, 28/05/94 y 24/08/94) y que ha sido retomado por el
psicochamanismo y demás psicologías alternativas más o menos esotéricas y más o
menos críticas en relación con la psicología europea (Castaneda, 1968, 1971, 1972,
1974; Roquet y Favreau, 1981; Grinberg-Zylberbaum, 1987a, 1987b, 1989, 1991;
Jodorowsky 2001).
2. Oposición entre una psicología discriminatoria y una psicología igualitaria . En el
siglo XVI, inmediatamente después de la conquista española de México, asistimos al
enfrentamiento entre la psicología igualitaria de Fray Bartolomé de Las Casas y la
psicología discriminatoria, racista y etnocéntrica de Ginés de Sepúlveda. Mientras
que esta última se representa a los indígenas como “hombres de poca capacidad”
que tienen “costumbres malas” y que “no viven conforme a la razón natural” (Las
Casas, 1552, p. 68), la psicología de Las Casas defiende los “buenos entendimientos”
de los indígenas, su “capacidad” y su “agudeza de ingenio” (p.113). Al mismo
tiempo, en un análisis precursor de la crítica marxista, Las Casas denuncia el
fundamento económico de la psicología de Sepúlveda, la cual, a través de sus
argumentaciones, pretendería “dar crédito a los mundanos y tiranos hombres” y
“justificar los latrocinios y robos y muertes que han hecho y los estados usurpados a
que han subido” (p. 114).
3. Oposición entre una psicología escolástica y una psicología ilustrada. En el siglo
XVIII, el ilustrado Juan Benito Díaz de Gamarra critica la psicología escolástica, su
dogmatismo, su intolerancia y sus prejuicios, y particularmente la idea aristotélica,
introducida en México por Fray Alonso de la Veracruz (1557), según la cual el
psiquismo se encuentra “en la totalidad y en cualquiera de las partes del cuerpo”
(pp. 20-21). Díaz de Gamarra (1774) se opone a este psiquismo corporal e insiste
que el psiquismo reside “sólo en el cerebro” (§155, p. 155). Para insistir en esto, el
ilustrado no se basa ya en la autoridad de otros filósofos, prefiriendo unos
experimentos realizados recientemente en Francia. En la misma época y en el
mismo espíritu de la ilustración, José Ignacio Bartolache (1772) no sólo realiza
experimentos psicofisiológicos con animales, sino que ofrece un estudio clínico
sobre la histeria en el que encontramos un discurso profundamente moderno,
perfectamente compatible con la incipiente ideología burguesa y capitalista, y
tenuemente coloreado de crítica social, por ejemplo cuando la enfermedad,
observada en “personas de alta y mediana categoría nacidas y educadas en el
regalo”, se atribuye a “la inacción” y a la “perversa costumbre” de “levantarse tarde”
(pp. 68-61).
4. Oposición entre una psicología positivista y una psicología anti-positivista,
racionalista, anarquista o narrativa. En la segunda mitad del siglo XIX y a principios
del siglo XX, ante el creciente predominio de la psicología positivista en México,
vemos surgir tres importantes propuestas psicológicas alternativas. En primer lugar,
el proyecto racionalista del anarquista Plotino Rhodakanaty (1881a, 1881b), que le
critica al positivismo su “ideología sensualista” y su reducción de la psicología a los
“datos empíricos” de un “orden sensible” que se confunde con el “orden intelectual”
(1881a, p. 151). En segundo lugar, están las incursiones de los anarquistas en el
terreno psicológico, desde el mismo Rhodakanaty y sus seguidores Rico (1878) y
Riquelme (1878), hasta el reciente Manifiesto de la Psicología Anarquista de la
Asociación Oaxaqueña de Psicología (Vargas-Mendoza y Aguilar-Morales, 2008),
pasando por la penetrante psicología implícita en los artículos políticos de Ricardo
Flores Magón (1910). En tercer lugar, tenemos la extravagante propuesta narrativa
de Salvador Quevedo y Zubieta (1906-1909, 1912), con una “psicología histórica” y
“social” que se despliega metódicamente a través de la ficción literaria.
5. Oposición entre una psicología universalista del ser humano y una psicología
particularista del mexicano. Ya desde el principio del siglo XX, surge en México una
psicología particularista que reacciona contra la psicología universalista europea o
estadounidense y que vuelca su interés hacia la particularidad del mexicano. Esta
psicología del mexicano es inaugurada por el positivista Ezequiel Chávez (1901),
que dirige ya una crítica severa contra una psicología universalista que “no tiene en
cuenta la cardinal observación de que el carácter, o lo que es lo mismo, la resultante
de todas las condiciones psíquicas de los individuos, varía con los pueblos” (p. 81).
Puesto que hay diferencias culturales entre los psiquismos, entonces debe haber
diferencias entre las psicologías que se ocupan de estos psiquismos. Es así como se
justificará primero una psicología del mexicano que tiene su apogeo a mediados del
siglo XX (Ramírez, 1953, 1955; González Pineda, 1959a, 1959b; Gómez Robleda,
1962), y luego, en la segunda mitad del siglo XX, una etnopsicología mexicana,
desarrollada principalmente por el psicólogo transcultural Rogelio Díaz-Guerrero
(1972, 1989, 1993; Díaz-Loving et al., 2008), que se impuso paradójicamente como
una posición institucional dominante, reglamentaria y disciplinaria, en el ámbito de
la psicología académica en México.
6. Oposición entre una psicología ideológica de la conciencia y una psicología
política del inconsciente. Con la implantación del psicoanálisis en México, se
desarrolla una especie de psicología política del inconsciente que se inspira en Marx
y en Freud para emprender una crítica de las ideologías y del aspecto ideológico de
la psicología. Esta crítica tiene las más diversas manifestaciones: primero la teoría
freudiana-culturalista y marxista-humanista que Erich Fromm (1955, 1964, 1970,
1973) completa en México; luego, bajo la influencia de Igor Caruso, una síntesis de
“la sociología (de tinte marxista)” y de los “aspectos crítico-sociales del psicoanálisis”
(Páramo, 2006a, p. 329) para cuestionar cierta psicología marxista (Suárez, 1966), la
religión y la ideología en general (Suárez, 1971; Páramo, 1981, 2001), etc.; en
seguida, en un libro que se ha vuelto una referencia en México, la crítica directa del
carácter ideológico de la psicología desde la posición del psicoanálisis y del
materialismo histórico (Braunstein et al., 1975); y finalmente, en la Universidad
Autónoma Metropolitana de Xochimilco, el trabajo crítico de un grupo de
investigadores freudianos, entre ellos Guillermo Delahanty, con su “psicología social
crítica” (1980) y su “psicohistoria crítica” (1984), y Enrique Guinsberg, crítico del
control social (1985, 1996) y de los conceptos de normalidad (1996) y de salud
mental en un contexto neoliberal (2001).
Entre las posiciones alternativas que han subsistido hasta hoy en día, que no se han
transformado sustancialmente y tampoco han perdido su vitalidad inicial, tenemos
la psicología indígena, la psicología política del inconsciente, la psicología teórico-
reflexiva, abiertamente situada, militante y comprometida, y tal vez también la
psicología anarquista. En cuanto a las posiciones alternativas que se han
transformado, cabe mencionar las siguientes: la psicología indígena, retomada por
el psicochamanismo y por otras psicologías más o menos esotéricas; la psicología
igualitaria de Las Casas, cuyo proyecto se ha mantenido y enriquecido actualmente
a través de la psicología de la liberación y de las demás psicologías militantes y
comprometidas; la psicología anti-positivista, ya sea racionalista o narrativa, que
aparece hoy principalmente bajo la forma de las versiones lacanianas de la
psicología política del inconsciente; y finalmente la psicología particularista del
mexicano, cuya perspectiva se ha visto ampliada en la actual psicología social
teórico-reflexiva y abiertamente situada. En cuanto a la psicología ilustrada y su
espíritu de las luces, parece haberse trocado, a través del positivismo, en una
ideología obscurantista que impregna la actual psicología empírico-objetiva y
pretendidamente neutra de muchos cognitivistas, experimentalistas,
neuropsicólogos, etc. En esta psicología empírico-objetiva, por cierto, vemos
coincidir muchas de las posiciones dominantes de otras épocas: la psicología
ideológica de la conciencia, la psicología universalista del ser humano, la psicología
positivista y hasta una psicología imperialista europea que asegura hoy su
continuidad a través del imperialismo psicológico anglosajón y especialmente
estadounidense.
No deja de ser bastante significativo que todas las posiciones dominantes,
reglamentarias y disciplinarias, coincidan en una sola, mientras que las posiciones
más bien alternativas, críticas y radicales, mantengan su pluralidad, sus diferencias y
sus tensiones mutuas. Como suele ocurrir, los proyectos progresistas no suelen
alcanzar con facilidad la unidad y la cohesión a la que tienden espontáneamente
los proyectos más reaccionarios. Tal vez la explicación de esto se halle en la
vocación crítica, y por tanto polémica y combativa, de todo proyecto
verdaderamente progresista. En el caso de la psicología en México, es claro que
toda posición alternativa se ha mostrado también siempre sumamente crítica en
relación con otras posiciones. Esto sigue siendo válido en una realidad presente en
la que no vemos una psicología verdaderamente alternativa que no sea también
una psicología esencialmente crítica.
Posibilidades
Crítica de la descontextualización
Habiendo resumido las realidades pasada y presente de la psicología crítica en
México, debemos pasar ahora a las posibilidades futuras, tal como éstas pueden ser
exploradas a través de los estudiantes y de los profesores de psicología en la
institución pública más importante del estado mexicano de Michoacán, la
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Para sondear al estudiantado, aplicamos un cuestionario con cinco preguntas
abiertas y cerradas a 187 estudiantes de tercer año de licenciatura en psicología. En
el cuestionario, se les pedía que indicaran sus posiciones políticas (derecha,
izquierda, comunista, anarquista, zapatista, conservador, feminista, etc.), sus
posiciones teóricas (psicoanálisis, humanismo, neuropsicología, psicología social,
cognitiva, conductual, comunitaria, educativa, etc.), sus opiniones sobre cuestiones
candentes en México (tales como los matrimonios entre homosexuales), la función
que asignaban personalmente a la psicología (como adaptativa o liberadora,
normalizadora o exploradora, etc.), y las críticas que dirigirían a las aproximaciones
psicológicas que han estudiado hasta ahora en la universidad (tales como la
inutilidad, la complicidad con el sistema, la falta de relación con la realidad
mexicana, y muchas otras).
Concentrándonos en las funciones asignadas a la psicología y en las críticas
dirigidas también a la psicología, podemos destacar lo siguiente en las respuestas de
los estudiantes (indicamos entre paréntesis los porcentajes de encuestados que
eligieron cada respuesta):
1. En consonancia con la psicología dominante, la mayoría de los estudiantes
considera que la psicología debería servirle a las personas a estar más equilibradas
(48%), desempeñar mejor su función en la sociedad (44%) o estar mejor adaptadas
(37%). Esta concepción tan sólo rivaliza con aquella según la cual la psicología
debería servirle a las personas a defender sus propias convicciones (40%) y luchar
por lo que desean (37%).
2. Cuando analizamos las correlaciones entre las respuestas de los cuestionarios,
vemos distinguirse tres grupos de estudiantes que se compenetran y que tienen
fronteras bastante imprecisas, pero que parecen corresponder a tres ideologías bien
definidas. En primer lugar, en una ideología dominante y más bien conservadora,
están quienes piensan que la psicología debería servirle a las personas a estar mejor
adaptadas (37%), estar más equilibradas (48%), comportarse normalmente (8%),
desempeñar mejor su función en la sociedad (44%), aceptar su lugar en la sociedad
(28%), resignarse a su destino (1%), obedecer las reglas (3%), respetar a la autoridad
(4%), controlarse (29%) y contener sus emociones (5%). En segundo lugar, en una
ideología emergente que parece más afín al individualismo liberal, están aquellos
que sostienen que la psicología debería servirle a las personas a depender menos
de los demás (22%), pensar más en ellas mismas (18%), liberarse de sus prejuicios
(35%), tener una mayor autoestima (47%), ser más competitivas (22%), ser más
productivas (24%), luchar por lo que desean (37%), tener menos inhibiciones (9%),
tener más sentido común (17%) y ser menos contradictorias (9%). En tercer lugar,
en una posición alternativa, nos encontramos con aquellos para los que la
psicología debería servir, no sólo a defender sus propias convicciones (40%) y no
dejarse manipular (16%), sino también a transformar su entorno (25%), resistir al
poder (5%) y desconfiar de sus propias certezas (4%). Es claro que estos últimos
estudiantes son los más prometedores en lo que se refiere a las posibilidades futuras
de la psicología crítica. Esto se ve confirmado cuando analizamos con detenimiento
las demás respuestas dadas por los mismos estudiantes, los cuales, por lo tanto,
pueden ser considerados como el grupo crítico de los estudiantes encuestados.
4. A diferencia de los otros dos grupos que hemos distinguido, el grupo crítico no le
critica a la psicología estudiada en la universidad ni su complejidad ni su inutilidad ni
su falta de actualización, sino más bien su tendencia ideológica, su complicidad con
el sistema, su subordinación a intereses económicos, su ignorancia u ocultamiento
de las variables cultural y de género, su frecuente sometimiento a la psicología
estadounidense y su falta de relación con los problemas reales de la población
mexicana. Vemos aquí abrirse un amplio y variado horizonte de posibilidades para
el futuro de la psicología crítica mexicana. Estas posibilidades corresponden
principalmente a las dos posiciones de la psicología particularista del mexicano, y de
la psicología teórico-reflexiva, abiertamente situada, militante y comprometida.
Más allá de la psicología jurídica: los crímenes por deber y los desvaríos de la ley
Conclusión
Como lo hemos visto, la crítica del EZLN a las culturas psicológicas racista, machista
y normalizadora, no carece de precedentes en la historia de la psicología en México.
Tampoco es ajena a las inquietudes que descubrimos en los estudiantes de
psicología. Lo mismo podemos decir de las otras dos posibilidades de trabajo crítico-
psicológico a las que nos han llevado nuestras investigaciones y reflexiones
personales. Por un lado, en la crítica de la psicología jurídica, encontramos la
preocupación del estudiantado ante la complicidad de la psicología con el sistema
(20%). Por otro lado, en la crítica de la ideología patriarcal por la que se ve
impregnada la psicología, volvemos a encontrar la misma preocupación ante la
complicidad con el sistema, así como la inquietud estudiantil causada por el hecho
de que la psicología ignore u oculte la
variable de género (7%).
Además de mostrar inquietudes próximas
a las de una fracción importante del
estudiantado, nuestras propuestas de
Para conocer más acerca
trabajo crítico-psicológico están
de este tema visita:
emparentadas con algunas de las
Rubén Ardila Psicología posiciones alternativas, críticas y radicales,
Latinoamericana: ¿De Donde Venimos Y que detectamos en la historia de la
Hacia Donde Vamos? Universidad psicología mexicana. En el caso de la
Nacional De Colombia psicología crítica zapatista, ya señalamos
http://www.rubenardila.com/PSICOLO su parentesco más que evidente con las
G%C3%8DA%20LATINOAMERICANA,% psicologías igualitarias y teórico-reflexivas,
20DE%20D%C3%93NDE%20VENIMOS abiertamente situadas, militantes y
%20Y%20HACIA%20DONDE%20VAMO comprometidas. Estas mismas psicologías
S.pdf teórico-reflexivas parecen preceder
nuestras propuestas de crítica de la
ideología psicológica patriarcal y de la
actual psicología jurídica, las cuales,
además, guardan una estrecha relación con la psicología política del inconsciente.
Vemos que algunas posiciones alternativas,
críticas y radicales, en la historia de la psicología
mexicana, reaparecen en nuestras propuestas
de trabajo crítico-psicológico, así como en las
Para conocer más
inquietudes críticas de los estudiantes de
descarga:
psicología. Percibimos, pues, una cierta
continuidad entre las realidades y posibilidades Estado actual de la psicología:
que hemos explorado en este artículo. Sin Opiniones 2011:
www.revistas.unam.mx/index.
embargo, en el contexto de esta misma php/repi/article/download/28
continuidad, observamos también algunas 913/26867
discontinuidades significativas. Hay algo nuevo
e innovador tanto en las inquietudes críticas de
los estudiantes de psicología como en las posibilidades de trabajo crítico-psicológico
a las que nos han llevado nuestras investigaciones y reflexiones personales. Hasta
ahora, en la historia de la psicología en México, no se ha criticado seriamente, por
ejemplo, ni la psicología jurídica ni la ideología psicológica patriarcal, así como
tampoco se ha extraído una psicología crítica del discurso de un grupo subversivo
como el EZLN. Estas posibilidades y muchas más, entre ellas algunas que se
vislumbran a través de las inquietudes estudiantiles, ofrecen un horizonte
prometedor para el futuro de la psicología crítica mexicana.
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Génesis Social De La Psicología En México
La psicología experimental en la Universidad Nacional de México
Abstract
Social genesis of psychology in Mexico. Experimental psychology at National
University of Mexico. This paper intends to contribute to the intelligibility of the
processes of psychology development in our country. Social genesis and
psychology institutionalization are essential to understand their current situation and
the explosive growth that has suffered in recent years. The institutionalization of this
discipline reveals the process of growth and dissemination, but the way in which
this process is founded, built and structured from a social mandate. Put another
way, the psychology in Mexico can not be an abstraction of specific mandates that
guide it in terms of its constitution as a fragmented state, unable to asume its
plurality and diversity. The creation of a Mexican subject is, thus, its Project and its
1Candidato a doctor en Ciencias Sociales, UAM-Xochimilco. Profesor de la FES Iztacala y de la Facultad de Psicología de la
UNAM.
Introducción
El concepto de génesis social es uno de los pilares básicos del análisis institucional3.
Describe una situación, una manera de construir las memorias constituyentes de las
formas sociales institucionalizadas. A partir de este concepto, los procesos
institucionales que se estudian desde la perspectiva institucionalista adquieren su
densidad histórica. Pero no se trata de una forma cualquiera de historizar. La
génesis social nos reenvía permanentemente al debate entre historiadores y
sociólogos, entre la historia y la memoria; nos remite a las condiciones sociales e
históricas de posibilidad en la conformación de los procesos institucionales.
De esta manera, la génesis social no solamente reconstruye un pasado intentando
mantenerse fiel a los hechos históricos, sino que remite permanentemente a un
presente desde el cual el pasado adquiere sentido. Completa de esta manera al
concepto histórico, ya que el pasado nos permite, por lo menos en cierta medida,
elucidar algunos aspectos del presente.
Existe en toda génesis social un llamado al imaginario. Por así decirlo, es desde el
presente desde donde elegimos nuestro pasado. Recorremos los antiguos linajes,
establecemos asociaciones directas e indirectas, atribuyendo al pasado rasgos de
nuestro presente, y asumiendo en nuestra dinámica identificaciones con personajes
y situaciones pretéritas.
La psicología en México, afortunadamente, no ha logrado la unificación y
uniformidad que muchas de las mentes más brillantes en nuestro país han soñado.
No existe un consenso en las comunidades de psicólogos sobre los métodos y
teorías apropiados para la disciplina. Los objetos de estudio son cada vez más
disímiles. Además del surgimiento inusitado de una enorme cantidad de escuelas de
psicología, estamos viendo el desarrollo de un gran número de especialidades y
subespecialidades que cada vez tienen menos que ver entre sí.
Este panorama obliga a preguntarse, en el contexto de la psicología social, sobre las
condiciones de la institucionalización de la disciplina. Pregunta tanto más difícil,
cuanto las descripciones suponen un punto de partida tangible, una concepción de
inicio que subtiende todo el esfuerzo de historización. Hablar de los orígenes de la
psicología en México nos remite a una pregunta que no podemos contestar: ¿cuál
psicología?, ¿el psicoanálisis?, ¿la psicología social?, ¿las prácticas psicológicas
asistenciales?, ¿el trabajo promocional sobre la subjetividad?
Por ello, nuestro título tiende a especificar el campo institucional en el que
intentamos movernos. No es una elección azarosa. La psicología experimental,
heredera del positivismo mexicano, tiene una larga tradición en nuestro país.
Acompañó de cerca muchos de los procesos de institucionalización de la
universidad en México. Fue un campo en el que fraguaban formas sociales
3 En este artículo, nos referimos al análisis institucional como la corriente de pensamiento que se inició en Francia alrededor de
la década de 1960, que encontró en su tendencia socioanalítica una de las expresiones conceptuales más acabadas; sus
principales promotores fueron Georges Lapassade y René Lourau.
derivadas de los encargos y mandatos sociales que fueron constituyendo el
proyecto de la psicología. De esta manera, la psicología en México, especialmente la
experimental, se constituye como una memoria de las respuestas, siempre
transitorias y posiblemente incompletas, que grupos de intelectuales y profesionales
daban al Estado, en una tensión entre la conformación de una singularidad propia,
y los mandatos estatales para su constitución como técnicos del saber práctico,
como felizmente retratara Basaglia (1975) a los profesionales psi.
El recorrido sobre la institucionalización de esta disciplina en México nos lleva al
momento fundacional de la Universidad. Es ahí donde la psicología protagoniza el
proceso de constitución de la nueva intelligentsia mexicana, un grupo que al abrir
su propio espacio institucional se constituye en interlocutor y actor privilegiado en la
organización y transformación del moderno Estado mexicano. Así, la génesis social
de la psicología experimental va paralelo de la nueva universidad, de esa
universidad moderna, jaloneada entre el proyecto de convertirse en instrumento
auxiliar de las políticas de un Estado casi fatal y permanentemente autoritario, y sus
formas negativas, que poco a poco fueron constituyendo el proyecto –su más
noble función– de ser la conciencia crítica de la sociedad, la reflexividad de una
sociedad que se quiere autónoma.
En este ensayo, el proceso de institucionalización es uno de los ejes fundamentales
para la caracterización de la génesis social de la psicología experimental. A partir de
la institucionalización, los procesos, los movimientos sociales, los diferentes proyectos
que surgen en la práctica social van adquiriendo una existencia social visible. Esta
conversión de una idea en diversas formas materiales, en diferentes esquemas
relacionales y vinculares no es, sin embargo, un proceso sencillo o unidireccional.
Los procesos de institucionalización se revelan como fenómenos extremadamente
complejos que, sin embargo, resultan especialmente significativos en el estudio
sobre la subjetividad y las dimensiones imaginarias que privan en nuestra sociedad.
Los procesos de institucionalización, de acuerdo con Lourau (1980), deben ser
estudiados a partir de dos conceptos eje: el principio de equivalencia ampliado y el
efecto Mühlmann. El primero de ellos nos remite a la figura de un Estado-
inconsciente que se constituye como modelo imaginario de todas las formas
sociales, como garante de su simbolización y de su existencia material: su institución.
En relación con el segundo, este efecto plantea el fracaso del proyecto fundacional
del movimiento, como condición estructuralmente necesaria (según el
planteamiento de Mühlmann) para su institucionalización; es decir, que la forma
institucionalizada se constituye como negación de la dimensión profética o utópica
del movimiento.
Es desde esta perspectiva que nos acercamos a la génesis social de la psicología
experimental en México. El proceso de institucionalización de esta disciplina no sólo
nos revela su crecimiento y difusión, sino la forma en la que dicho proceso se
encuentra fundamentado, construido y estructurado a partir de un mandato social
(siguiendo la feliz expresión de Basaglia). Dicho de otra manera, la psicología en
México no puede pensarse en abstracción de los mandatos y encargos, bien
concretos, que la orientan en función de su constitución en un Estado
fragmentado, incapaz de asumir su pluralidad y diversidad. La creación de un sujeto
mexicano es, así, su proyecto y su fracaso: es en este fracaso que la psicología
experimental se constituye.
El contexto liberal
Durante el siglo XIX la introducción de la ciencia en América Latina fue una
estrategia para confrontar los antiguos poderes coloniales. Se pretendía sustituir la
religión católica, que promulgaban los grupos hegemónicos antagonistas al
liberalismo, por la religión científica, promovida en ese momento por el liberalismo
juarista.
En el plano filosófico, el positivismo constituye una teoría del conocimiento, a partir
de la cual se asume que el medio del que dispone el hombre para conocer es el
método científico. Aun cuando se pueden establecer leyes del funcionamiento de
los objetos estudiados, la búsqueda de finalidades últimas no es el objetivo de este
modo pensar (Zea, 1993).
En el plano social, para esta doctrina, la sociedad constituía un organismo en
desarrollo –más que una colección de individuos–, y la forma de conocerla es a
partir de una perspectiva histórica, matizada por la filosofía social darwinista
formulada por Spencer.
Según esta doctrina, la sociedad, lo mismo que la mente humana, pasa por tres
estadios de desarrollo: el teológico, el metafísico y el positivo (científico). Por esto,
cada sociedad debe identificar en qué etapa de su desarrollo histórico se encuentra,
y tomar las acciones pertinentes.
La filosofía del positivismo fue adoptada por las clases dominantes tanto en Europa
como en México. Es un campo de pensamiento destinado a justificar el orden social
imperante, pero, como dice Paz (1994), al importarlo de Europa el positivismo
cambió de naturaleza.
Allá, el orden social era el de la sociedad burguesa: democracia, libre discusión,
técnica, ciencia, industria, progreso. En México, el mismo discurso intelectual fue la
máscara de un orden fundado en el latifundismo. Así:
Se produjo una escisión psíquica: aquellos señores que juraban por Comte y por
Spencer no eran unos burgueses ilustrados y demócratas sino los ideólogos de una
oligarquía de terratenientes
[Paz, 1994:324].
El positivismo constituye una filosofía de orden, que era lo que los liberales
victoriosos buscaban imponer. Mediante la adopción de esta escuela de
pensamiento era posible alcanzar tal finalidad, y eso sería posible a condición de
unificar y reducir al máximo las diferencias y la disidencia. La Reforma Educativa,
emprendida a mediados del siglo XIX, se encargaría de llevar a cabo esta misión,
que procuraría el dominio sistemático de la ciencia moderna.
Iniciada en la Escuela Nacional Preparatoria, esta reforma educativa fue
emprendida, a petición presidencial de Benito Juárez, por Gabino Barreda (1810-
1881), quien realizara estudios directamente con Augusto Comte entre 1848 y
1851. El espíritu positivista del cambio sufrido en la educación se manifestó en el
énfasis en el aprendizaje enciclopédico, en el mayor peso dado a lo práctico y
científico, y en cuanto a la comunión con el secularismo. La meta a lograr consistía
en que, mediante esta educación, el estudio sistemático de las ciencias (es decir, en
complejidad creciente) se estimularía en el orden de lo mental y lo social, y se
impediría el desajuste social4.
Evidentemente, la política era considerada como una actividad científica desde esta
perspectiva. Así, la “política científica”, dirigida a las élites gobernantes, implicaba que
el método científico se podía aplicar al estudio y solución de los problemas
nacionales. En esta medida, la política se podía considerar una ciencia experimental,
que se guiaba por la observación y la investigación. Sus postulados, que no dejan
de hacernos pensar en el presente, en particular respecto de las posiciones de
algunos partidos políticos, planteaban que la sociedad debía ser administrada por
representantes elegidos (en vez de gobernada); debía ser una sociedad industrial, y
los industriales sus nuevos dirigentes, dado que estaban familiarizados con las
finanzas y la administración. La relación entre el análisis científico y el político,
necesario para la regeneración social, la realizaría una élite de asesores (sabios). Esta
idea de democracia, tan acorde a los tiempos actuales, prefiguraba una gestión
política y administrativa de la sociedad más de corte aristocrático que republicano.
Tocó a Justo Sierra desarrollar la política científica del país, y con ella se pretendía
acabar con las revoluciones y desórdenes (relacionados con los quebrantos
financieros y económicos, lo mismo que con problemas políticos), llamar a la
conciliación nacional y al fortalecimiento del gobierno (uno que trocara los
“derechos” constitucionales utópicos por orden y seguridad). Todo en respuesta a
las demandas de la sociedad industrial.
4
Esta reforma educativa se hacía sobre el proyecto, ya entonces fracasado, de la educación lancasteriana. Los liberales habían
acudido a los modelos de las logias masónicas (y en este punto debemos recordar los aspectos sectarios y clandestinos que
definen a ese tipo de grupos), para estructurar el proyecto educativo de la nación.
El pensamiento social de Spencer era tan radical como su pensamiento científico y
estaba igualmente influido por las implicaciones que él mismo encontraba en su
teoría de la evolución. Para él, el progreso social se alcanzaría mediante un
“liberalismo genuino” que maximizara la libertad individual y minimizara las
interferencias del Estado; las vacunas y el cuidado de los enfermos y los locos servían
únicamente para fomentar la regresión del género humano; las diferencias
económicas y sociales entre las razas, los sexos y las clases eran parte del orden
natural, una parte necesaria de la evolución. En lo que a las instituciones sociales se
refiere, el liberalismo de Spencer no se caracterizaba por su entusiasmo por el
sistema democrático: “El gobierno representativo es el mejor posible para la
administración de la justicia y el peor posible para todo lo demás” [1996:39].
Aunque originario de la Gran Bretaña, su mayor influencia se dio en Estados
Unidos, puesto que en su país de origen ya empezaban a manifestarse los
problemas generados por su laissez-faire. Esto aún no sucedía en norteamérica,
puesto que su proceso de industrialización se encontraba en una etapa inicial, por
lo que el lema “la supervivencia del más apto” tuvo una gran aceptación, donde se
suponía que el más apto era el más rico. Boakes hace ver que la filosofía de Spencer
podría ser usada para justificar la aniquilación de una raza y una cultura, lo mismo
que la competencia ilimitada entre los individuos.
En México, el positivismo se volvió el discurso ideológico mediante el cual se
expresarían también el porfirismo y los científicos. Como señala Zea (1993), en
Spencer y Darwin, el grupo social que sostenía tales doctrinas encontraría la
justificación de su lugar y de los medios usados para alcanzarlo. Sin embargo,
anotemos lo que también dice Zea: “en el fondo de todos los males de México está
una realidad histórica y no una doctrina filosófica”.
De esta forma, queda claro que los grandes remedios a los males del siglo
antepasado radicaban en el blanqueo de la población y, como Pimentel (1854, en
Hale 1990) lo sugeriría en su tiempo, la eliminación de la palabra raza.
En México, después de 1870, particularmente con Justo Sierra, el pensamiento
evolucionista propició una nueva y optimista concepción de la raza. A diferencia de
otros pensadores proclives al pesimismo racial, como Le Bon que afirmaba el efecto
debilitador de la mezcla de razas, Sierra pensaba que uno de los elementos del
crecimiento de la nación mexicana como “personalidad autónoma” consistía en que
los mexicanos eran vástagos de dos razas, nacidos de la Conquista, frutos de España
y de la tierra de los aborígenes. El hecho de que la población mestiza se hubiese
triplicado durante el siglo XIX, era clara refutación de los supuestos lebonianos sobre
los mestizos, que se habían transformado en el factor dinámico y político
determinante de nuestra historia. Aun cuando Sierra no se alejaba demasiado de los
lineamientos positivos, podemos considerar que uno de los aportes fundamentales
de su pensamiento fue haber “dotado” a México de un germen de identidad
nacional, y ésta residía en el mestizo.
5
Nos encontramos aquí con un momento culminante en el proceso de institucionalización de la psicología en nuestro país. El
primer curso de psicología, impartido en la ENP, significaba un lugar de visibilidad y un espacio social para la psicología. Adquiría,
entonces, su carta de ciudadanía.
observaciones para adaptar a las circunstancias de cada cual los métodos
apropiados y las dosis y la dirección de trabajos que le convengan.
En México casi nada o a lo menos demasiado poco hay sobre el particular [...]
Importa en consecuencia elaborar el estudio que en el particular no existe;
fruto suyo será la institución científica del tratamiento adecuado, para la
educación de los diversos componentes del cuerpo social, para la represión
de los delincuentes, para la coherencia de los asociados todos.
En 1890 Porfirio Díaz otorgó a Justo Sierra el cargo de secretario de Justicia,
Instrucción Pública y Bellas Artes. Justo Sierra llamó a Ezequiel Chávez a colaborar
como subsecretario de Instrucción Pública y se iniciaron los esfuerzos por crear una
Universidad Nacional. Previamente, en 1903, cuando aún era diputado, Justo Sierra
había comisionado a Chávez para que investigara en Estados Unidos las
universidades de prestigio que permitieran apoyar el establecimiento de la
Universidad Nacional de México. Estos esfuerzos fructificaron en 1910, cuando
Porfirio Díaz aprobó el proyecto y se estableció dicha universidad. Posteriormente,
Chávez ocuparía diversos puestos públicos, entre ellos el de rector de la Universidad
Nacional de México en un par de ocasiones.
La falta de disponibilidad de textos de apoyo para impartir la cátedra de psicología
en la ENP , llevó a Chávez a traducir el libro de Titchener, Elementos de psicología,
obra que se usaría en esa institución como texto durante muchos años. También
con su participación se fundó la primera asociación psicológica mexicana, la
Sociedad de Estudios Psicológicos.
Los cursos de psicología que Chávez impartía se daban como parte de los estudios
de graduados en filosofía en la Escuela de Altos
Estudios, en la que había un laboratorio experimental
a cargo de Enrique O. Aragón, discípulo de Chávez.
De la cátedra impartida por su mentor, Aragón
publicaría la primera obra escrita en México por un
autor aborigen, que se llamó La psicología (en Para conocer
Valderrama et al., 1994). Enrique O. Aragón fue más de este tema:
profesor de psicología de la Escuela Nacional
Preparatoria durante 36 años, así como fundador del Millan, P. LA psicología
mexicana una proifesion
primer laboratorio de psicología experimental en
en crisis.
México, diseñado a semejanza del de Wundt, y con http://publicaciones.an
aparatos traídos de Alemania. uies.mx/pdfs/revista/Re
El positivismo sirvió de marco para el surgimiento de vista43_S1A4ES.pdf
la psicología experimental en México. El énfasis en el Preciado, H., Rojas L.
dominio de la ciencia, en la aplicación del método de Notas sobre la
Enseñanza de la
la observación y la experimentación que impactaba al Psicología en México:
total de la sociedad, naturalmente impactó también a Estado actual y
la psicología. Lo mismo que la doctrina positiva, el perspectivas de
antecedente de la psicología experimental practicada desarrollo.
http://publicaciones.an
en México fue europeo. La perspectiva uies.mx/revista/72/1/5
experimentalista de Wundt lo corrobora, lo mismo /es/notas-sobre-la-
que la influencia de Titchener. Pero todo esto se ajusta ensenanza-de-la-
psicologia-en-mexico-
al molde liberalista impuesto durante el siglo XX, estado-actual-y
inclusive la misión que se le asignaba por parte de
Ezequiel Chávez (1937, en Valderrama, 1994) a la
nueva psicología mexicana: “llegar a fundar en México un instituto de psicología
que destacado a través de toda la república, estudiara directamente en cada lugar
de ella el alma de los indios, el alma de los mestizos, el alma de los blancos [...] y les
diera una identidad”.
El proceso de institucionalización de la psicología experimental en México muestra
con nitidez los elementos de su proyecto, de su profecía, en términos de
Mühlmann. El proyecto de esta psicología se muestra subsidiario (¿subalterno?) al
proyecto liberal. Este proyecto político, proyecto de sociedad, tuvo una de sus
expresiones más importantes en el positivismo, “religión” científica que debería
romper las ataduras de la ignorancia cultivada desde el periodo colonial. En este
proyecto, el Estado debería crear a sus sujetos, muy distintos del pueblo, de esos
colectivos que fueron ocultados detrás del estereotipo construido, de ese salvaje en
el espejo que había que anonadar, que había que desaparecer. Y si el proyecto
liberal creó a ese mexicano que debía hacer desaparecer, irónicamente esa figura se
convertiría en el eje de una mitología que daría una nueva legitimidad al Estado
que surgiría en la quiebra del liberalismo.
El proyecto de la psicología en México sería entonces el mejor abanderado del
proyecto educativo del periodo liberal. El sujeto que constituía la pesadilla del
liberalismo, se convirtió en el único capaz de realizar lo que los grupos liberales y sus
“científicos” jamás lograron.
Bibliografía
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Basaglia, F. et al. (1975), Los crímenes de la paz, Siglo XXI Editores, México.
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Lourau, R. (1980), El Estado y el inconsciente, Kairós, Barcelona.
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Manual Moderno, México.
VV. AA. (1986), Historia general de México, El Colegio de México, México.
Zea, L. (1993), El positivismo en México, FCE, México.
UNIDAD IV. CLASIFICACIÓN DE LA PSICOLOGÍA
MAPA CONCEPTUAL
Antecedentes de las tradiciones
contemporáneas psicológicas
Mecanicismo
Dualismo Empirismo Óptica Psicofísica
Racionalismo Asociacionismo
Apriorismo Positivismo
Psicología
https://prezi.com/t3viwkf4ah-s/ramas-y-clasificacion-de-la-psicologia/
https://www.mindomo.com/es/mindmap/clasificacion-de-la-psicologia-
4b057001d4ef4e7bb45f4e757ea98cfa
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http://bidi.xoc.uam.mx/resumen_articulo.php?id=5924&archivo=12-398-
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