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2.1.

• LA CONSCIENCIA COMO
AROUSAL, CONOCIMIENTO, ATENCIÓN Y ORIENTACIÓN
Consciencia
Neurofisiológico: referido al estudio de los órganos que sustentan su actividad
Psicológico: referido a los procesos implicados en el funcionamiento que permiten el procesamiento de la
información adquirida
Filosófico.moral: referido a sus relaciones con la dimensión de libertad.
Proceso psicológico neuronal mediante el cual nos percatamos del yo y su entorno en el dominio de tiempo
y espacio
Es la suma del todo lo que uno puede descubrir acerca de una experiencia propia de un miento dado
En cuanto al aspecto funcional de la consciencia, se divide en 3 aspectos:
1) la vigilancia o estado de alerta (arousal), que es premisa y condición necesaria para disponer de
2) claridad de consciencia, en tanto que por ella se pueden experimentar como tales los objetos que se
muestran en el entorno, filtrados y modulados a su vez por los procesos de percepción y cognición.
3) la consciencia de sí mismo, en virtud de la cual nos sabemos y conocemos a nosotros mismos como
seres vivientes y activos, biográficamente coherentes en un todo unitario. Este sector es el que se ha
denominado autoconsciencia
Permite la introspección, reconoce el propio cuerpo y orienta en el espacio y el tiempo, todo ello en una
solución de síntesis o integración1.
De todo esto se desprenden dos situaciones básicas:
1. Una estaría caracterizada por el conocimiento de sí mismo, siendo la
intencionalidad o voluntariedad, el factor determinante.
2. Otra sería la asimilación por parte del individuo del continuo flujo perceptivo sin que se procese toda la
información conscientemente. Ésta es una situación que puede conducir tanto a la anterior como a la
inconsciencia
Y para que todo ello sea posible, es condición indispensable disponer de un
substrato neurofisiológico que proporcione un óptimo nivel de vigilancia o alerta, lo cual se sustenta en la
interrelación de la formación reticular (SRAA), el tálamo (al que se ha considerado el órgano de la
atención), el hipotálamo, la circunvolución temporal superior y el córtex pre-frontal medial.
Por fin, los factores humorales-endocrinos (como la adrenalina), de la neurotransmisión (principalmente
colinérgica), vegetativos (simpáticos y parasimpáticos), vasculares (riego sanguíneo) y sensoriales
(afluencia de estímulos) completan dicha actividad para que exista un funcionamiento eficaz de la
consciencia a nivel neurofisiológico.
Existen íntimas relaciones con la regulación central de la respiración, con los movimientos oculares y con
la motórica en general.
Pero el estado de vigilia o alerta no es uniforme. Dichas oscilaciones permiten distinguir diversos grados
o niveles de consciencia que::
1. Se reflejan en la actividad eléctrica cerebral.
2. Pueden medirse objetivamente mediante el electroencefalograma (EEG).
3. Son regulados por el propio organismo en cuanto autorregulación del ritmo nictameral (sueño-vigilia) y
de la actividad básica del individuo.
4. Dependen del modo de la salud o del estado de ánimo. El miedo, la alegría, el dolor o el ruido, activan y
mantienen a la persona vigilante. La monotonía, la escasez de estímulos, el aburrimiento, disminuyen la
alerta y adormecen.

Grado Aspecto subjetivo Aspecto objetivo EEG


Vigilancia excesiva: durante
Conducta ineficaz: pobre Desincronización:
emociones fuertes, no existe
I adaptación y escaso amplitud media o baja,
adaptación óptima a la realidad.
autocontrol. frecuencias rápidas.
La atención no puede fijarse, es
débil y difusa.
Sincronización parcial:
Vigilancia atenta: flexibilidad y Conducta eficaz:
II amplitud baja,
selectividad de acción. autocontrol y adaptación.
frecuencia rápida.
Vigilancia relajada: atención Conducta relajada: buena
Sincronización: ritmo
flotante, asociaciones libres de adaptación relativa,
III alfa óptimo.
pensamiento y disminución de tendencia a actitudes
la consciencia del mundo. automáticas.
Adormecimiento:
Ondas lentas: disminuye
conducta pobre y
Ensoñación: atenuación en el el ritmo alfa y aparecen
IV desadaptada, mala
proceso perceptivo. ondas de baja amplitud
coordinación y
(beta).
desorientación.
Sueño ligero: mínima Inmovilidad: no existe Ondas fusiformes: bajo
percepción de la adaptación al voltaje y algo
V
realidad. mundo exterior. rápido.

Sueño profundo: nula Inmovilidad: no existe Ondas delta: gran


VI percepción de los adaptación al amplitud y lentitud.
estímulos externos. mundo exterior.
La claridad o lucidez de consciencia está vinculada al grado de vigilancia. Dispone de capacidad
claramente perceptiva, intelectual o memorística.
La claridad supondría, de comprender y reconocer la información procesada, que puede comunicarse por
el lenguaje, y de actuar intencionalmente.
Por último, la claridad o lucidez permite el reconocimiento pleno del objeto mediante la consciencia
objetiva.
La consciencia también supone un conocimiento o saber respecto de uno mismo. Así, la consciencia de sí
mismo, o consciencia del yo, es la certeza del individuo despierto y lúcido acerca de que «yo soy yo
mismo», es decir, que sabe acerca de sí, que se experimenta en un estado de ánimo, que percibe, que desea,
que necesita, que solicita, que siente, que piensa, que actúa voluntariamente en la continuidad de su
trayectoria vital.
Ciertamente, puede distinguirse una consciencia de los objetos y una consciencia del yo, pero en realidad
la consciencia del yo está presenté en todos los estados de consciencia. Que es una cualidad común a todas
las experiencias psíquicas.
Esta consciencia de sí mismo, o consciencia del propio yo, se puede experimentar en varias dimensiones:
1. La vitalidad del sí mismo, o autoexperiencia de ser corporalmente presente, que siempre indica un estado
de ánimo o sentimiento vital.
2. La actividad del sí mismo, o autoexperiencia de ser individuo activo y con capacidad para tomar
decisiones y actuar voluntariamente en consecuencia.
3. La consistencia del sí mismo, o autoexperiencia de ser uno, de sentirnos una unidad.
4. La demarcación del sí mismo, de lo que corresponde a uno y lo que no, estableciendo límites, por ejemplo,
impresión de ser corpórea y una percepción real.
5. La identidad del sí mismo, que es inseparable del sentimiento del propio cuerpo y que constituye la
experiencia de ser uno quien es, de saber que desde su nacimiento es la misma persona.
6. La energía del sí mismo, o la autoexperiencia de autoafirmarse ante la sugestibilidad y las inducciones
externas.
Finalmente, debemos referirnos a otros dos sectores funcionales de importancia de la consciencia: la
atención y la orientación.
La atención supone la focalización activa o pasiva de la consciencia hacia algo que se experimenta, y supone
una condición indispensable para la diferenciación del percibir y del pensar,
La atención es una especie de motor, activación o preparación de la
consciencia, que, a su vez, es promovida y estimulada por la afectividad y por la inteligencia.
La atención capta cuantas informaciones vienen desde fuera o desde dentro del individuo y las gradúa con
relación a su importancia.
Las tres características básicas de la atención son las siguientes: volumen de señales aferentes que un
individuo puede mantener en el campo de la consciencia; la estabilidad_o permanencia de dicho flujo
aferencial, y las oscilaciones en cuanto a la duración de la atención, que están condicionadas por el interés
del individuo respecto a un objeto. Las dos primeras adquieren un carácter de dominancia; la tercera puede
adquirirlo o perderlo en virtud de ser un proceso cíclico.
Pero la atención puede estar condicionada también por otros elementos, como son la fuerza o intensidad de
los estímulos, la novedad de los estímulos y su estructura (a mayor fuerza, novedad y estructuración, mayor
focalización de la atención), así como por las necesidades y los intereses personales que, desde un punto
de vista motivacional y afectivo, también se constituyen como poderosos condicionantes de la actividad
atencional.
La orientación Consiste es un saber, con certeza, acerca del vivenciar de tiempo, del espacio y de la propia
persona, c decir, de una capacidad para precisar los da: sobre nuestra situación real en el ambiente y sobre
nosotros mismos. La orientación respecto al tiempo y al espacio se llama orientición alopsíquica, y la
orientación respecto a uno mismo se denomina orientación autopsiquica.
Mediante la orientación en el tiempo sabemos acerca de la fecha, el momento del día. mes, el año y la
estación en que vivimos, si do éste, en general, un conocimiento más y fácilmente alterable que la
orientación respecto al espacio que consiste en un saber acerca del lugar geográfico en que se vive.
La orientación espacial es relativamente estable, por lo que se refiere a sitios conocidos y habituales, como
la propia casa, el barrio o la ciudad. Cuando se trata de ambientes nuevos, ES mucho más lábil y supone
un proceso de adquisición de nuevos conocimientos.
La orientación respecto a la propia persona supone un saber acerca de quién y qué es uno mismo: fecha de
nacimiento, lugar, origen, nombre, actividad, papel que se desempeña en cuanto a la edad y el contexto
social, así como una visión de conjunto acerca de lo actual y de lo pasado correspondiente a uno mismo.
Esta orientación personal es, en un sentido amplio, un hacerse presente a uno mismo
2.2. TRASTORNOS DEL NIVEL DE ALERTA (AROUSAL) Y DE LA CLARIDAD DE CONSCIENCIA
Los trastornos del arousal y de la claridad de la consciencia se han clasificado tradicionalmente en
cuantitativos y cualitativos., de modo que podemos observar trastornos cuantitativos de la consciencia, por
exceso o por defecto del nivel de vigilancia.
Por su naturaleza cualitativamente distinta (es decir, novedad) respecto a los fenómenos mentales normales,
y por eso se les conoce como trastornos cualitativos de la consciencia.
El concepto de cualitativo en psicopatología siempre hace referencia a la presentación de un nuevo
fenómeno en la actividad mental o en la conducta general del paciente, es decir, la observación de una
conducta de diferente naturaleza a la observada en la mayoría de las personas sanas o que no presentan
trastornos mentales.
La claridad o lucidez de consciencia se refiere a la capacidad del individuo para movilizar voluntariamente
su atención, para comprender y reconocer hechos, para relacionarlos entre sí, para juzgar acerca de la
relación de sentido entre ellos, para comunicarlos adecuadamente por el lenguaje y, en fin, para actuar libre
y sensatamente en dirección a una meta.
Cuando la lucidez se pierde, deja paso a estados alterados de consciencia que se caracterizan por la escasa
o nula capacidad del individuo para:
1. Elegir un contenido psíquico de nado entre varios y elevarlo al primer plano de la consciencia.
2. Conservar dicho contenido frente a estímulos perturbadores que proviene tanto del exterior como de la
propia actividad mental.
3. Modelar el contenido seleccionado, hasta cierto punto de acuerdo con lo dictado de la propia voluntad,
y prescindir de él o cambiarlo también voluntariamente.
Ya que el estado normal de consciencia. pone la integración de la claridad de las experiencias, la sucesión
ordenada de éstas y la extensión suficiente en el campo de la actividad mental, la terminología actual
distingue tipos de alteraciones:
1. Trastornos del sensorio.
2. Trastornos del conocimiento.
3. Estados de restricción y disociación
En realidad, esta clasificación es una mera reformulación de la que ha venido funcional en la práctica
durante las cuatro últimas décadas y que distingue las siguientes alteraciones.
1. Trastornos del arousal (o del sensorio)
2. Trastornos confusionales (que incluyen los del conocimiento y los estados restricción y disociación).
3. Trastornos de la consciencia de sí mismo (que incluyen los Trastornos de identidad y del control del yo
y que bien remiten, en ciertos casos, a de disociación de la consciencia)
Los trastornos del arousal (o del nivel de alerta o sensorio) se manifiestan según cuatro variantes:
hipervigilancia, obnubilación, estupor y coma.
La clave de la hipervigilancia, es el desorden de su actividad, caracterizado por el exceso del nivel de alerta
secundario a la hiperactivación de los sistemas neurofisiológicos que modulan la vigilia y la atención,
Durante dich estado, la sensación subjetiva es de claridad mental, de una captación más despierta y rica de
las impresiones ambientales, acompañada con típicas distorsiones de la vivencia del tiempo. La percepción
es más viva, Todo ello se acompaña de hiperactividad motora y verbal. La clave es la sensación subjetiva
de poder, de energía y de claridad de consciencia, porque, de hecho, la realidad es otra, paradójicamente,
el individuo no tiene por qué rendir mejor, ni atender mejor, ni adaptarse mejor al entorno.
Al contrario, rápidamente se observa, tras unos momentos iniciales de exaltación, cómo se reducen la
capacidad de concentración, del pensamiento, del juicio y de la reflexión crítica.
Entonces aparecen emociones y estados afectivos desagradables, como ansiedad intensa, y algunos
pacientes pueden entrar en estado de shock bloqueándose totalmente.
Los estados de hipervigilancia también se producen muy frecuentemente tras la ingesta de sustancias
alucinógenas.
También aparece en el curso de algunos trastornos mentales graves, como en las fases de manía de los
trastornos bipolares (clásicamente conocidos como psicosis maníaco-depresiva) o en los períodos iniciales
de algunas esquizofrenias.
Es importante diferenciar hipervigilancia como sinónimo de estado hipervigil o de elevación de la claridad
de consciencia, ya que mientras el primero se refiere propiamente a un estado anormal de la consciencia,
el segundo define un estado normal, es decir, el estado de vigilia lúcido por excelencia de un individuo sano
que está bien descansado, que no ha ingerido ningún estupefaciente y que no padece ningún problema físico
o mental.
Existencia de dos sistemas de arousal: uno de ellos activo y responsable del nivel de vigilancia general y
otro pasivo que tendría unas especiales características de especificidad e idiosincrasia.
La obnubilación es trastorno prototípico de la disminución del nivel de vigilancia y de la claridad de la
consciencia. Se caracteriza por una lentitud o retardación general de la actividad mental y de la conducta
con somnolencia, falta de espontaneidad, apatía, desorientación y pérdida de atención.':
En los casos más leves, el paciente entiende órdenes sencillas y puede obedecerlas
En un grado más avanzado se observa una imposibilidad para recordar hechos nuevos, desorientación
temporo-espacial, pensamiento incoherente y expresión de perplejidad. representado por la incoherencia
del pensamiento
El estupor sería el grado extremo de obnubilación y supone la ausencia de respuesta entorno. El paciente
permanece inmóvil (acinesia) y silencioso, no hay expresión verbal (mutismo), ni siquiera sonidos que
exprese dolor, aunque puede contraer las facciones estímulos dolorosos sin corregir la postura, respiración
es lenta y profunda y, en la mayoría de los casos, rítmica. Sólo puede sacarse al paciente de dicho estado
en algunos momentos mediante estímulos intensos y repetidos.
El coma es la ausencia total de respuesta a estímulos externos o internos, aun a los más intensos, siendo el
nivel de vigilancia nulo. El tono muscular está intensamente disminuido, y los músculos se encuentran
laxos. El coma, al igual que todos los trastornos de la consciencia, tiene varios grados de profundidad,
distinguiendo algunos especialistas el precoma y cuatro estadios de coma y otros seis estadios hasta llegar
a la muerte cerebral.
Las causas físicas de los trastornos por obnubilación o hipovigilancia son las siguientes:
-Traumatismos craneales (con conmoción, contusión o compresión cerebral).
- Hipertensión endocraneal, a causa de un tumor o de una hemorragia intracraneal
- Isquemias o trastornos del riego cerebral, como sucede en la arterioesclerosis
- Hipoxias o disminución del aporte de oxígeno al cerebro,
- Crisis epilépticas, con pérdida aguda y completa de consciencia,
- Inflamaciones graves del cerebro y de las meninges, como las encefalitis y meningoencefalitis.
- Lesiones cerebrales por tóxicos exógenos, como los hipnóticos, barbitúricos, alcohol y otras sustancias, o
endógenos.
B) Los trastornos confusionales de la consciencia se componen siempre de
dos elementos: un grado variable de obnubilación y una actividad desordenada, fantástica o limitada de la
consciencia, pudiendo provocar una afectación total o parcial de ésta.
El caso prototípico del estado confusional global, con actividad
desordenada y fantástica de la consciencia, es el delírium5 (también
llamado onirismo o delirio onírico porque es característica la percepción de imágenes extrañas parecidas a
los sueños)
El término «delirio» (es decir, desvariar) tiene dos aplicaciones: una con la conciencia alterada como
función nuclear, lo que acaece en cuadros con patología cerebral y que se denomina delírium. Una segunda
en que la función central comprometida es el pensamiento (y/o la percepción); por eso se delira, pero con
un nivel de consciencia clara, lo que sucede en los trastornos psicóticos puros. Algunos autores, para evitar
confusiones sugieren que se emplee el término de delusión en el segundo caso
El estado confusional parcial, con actividad limitada de la consciencia, es el estado crepuscular.
La presentación de cualquiera de ellos presupone una grave alteración de la consciencia y, según se trate
de consciencia onírica o de consciencia
estrechada, puede manifestar síntomas muy variados: en el primer caso percepción de ilusiones o
alucinaciones (visuales), desorientación parcial o total, pensamiento incoherente e incluso ideas
delirantes; y en el segundo, focalización de la actividad mental hacio un tema en concreto con participación
de fuerte de las emocionales, conductas automáticas o semiautomáticas, conductas impulsivas y
disminución de la reactividad hacia el entorno
En el delírium, las visiones pueden referirse a objetos, personas, animales e incluso escenas complejas. A
veces están mal configuradas y tienen matices grotescos y desagradables mezclándose con las imágenes
reales sin embargo, se perciben con toda claridad invadiendo por completo el campo metal del individuo,
lo cual le genera una intensa participación afectiva en ellas, actuando como si realmente existieran y
respondiendo de acuerdo con sus contenidos: con pánico, cólera y, sólo a veces, con euforia
Delírium trémens (literalmente delirio con temblores), un cuadro agudo característico de las complicaciones
del alcoholismo crónico y que suele producirse por abstinencia brusca de alcohol, pero también por la
ingestión de ciertos fármacos, como atropina, neurolépticos, antidepresivos y, especialmente,
antiparkinsonianos, así como por cocaína, por algunas variedades de setas o por toxinas producidas por el
propio organismo, como sucede en algunos trastornos metabólicos.
El estado crepuscular es un estado confusional parcial, que consiste en un estrechamiento del campo de
la consciencia, con disminución de respuestas a estímulos externos y pensamiento enturbiado en grado
variable en el que el paciente enfoca exclusivamente su atención hacia determinadas vivencias interiores al
tiempo que disminuye la atención prestada al entorno, sean conscientes a medias, o en parte, de sus actos.
Pueden producirse errores perceptivos en forma de ilusiones y alucinaciones y, en cuanto a la afectividad,
el paciente puede mostrarse angustiado o perplejo.
Los síntomas de los estados crepusculares son muy variados, dependiendo dicha variedad del grado de
afectación de la consciencia. De hecho, pueden distinguirse hasta cuatro grados de estrechamiento de la
consciencia. En los dos primeros, subsiste una organización de la consciencia normal, acompañada de una
focalización mental hacia un determinado tema o vivencia (perseveración) que suele resultar
incomprensible para los demás, pero a veces se añade un déficit de la relación con la realidad, presentando
el paciente una falta de lógica en su pensamiento y de olvidos con cierta impulsividad y automatización de
la conducta.
En el tercer grado, se pierde ya la orientación temporo-espacial y se observa una pérdida del ordenamiento
de las ideas, adoptando una extrema intensidad en el cuarto grado, en el que el paciente llega a la
incoherencia de pensamiento y de conducta, presentando gran excitación psicomotora.
Los estados relacionados con la epilepsia pueden adoptar cuatro tipos clínicos:
1. El de petit mal, propio de las crisis de ausencia,
2. El psicótico, se pueden manifestar ideas delirantes y alucinaciones.
3. El confusional, se observa desorden de la actividad mental y desorientación.
4. El posparoxístico, que consiste en un estado de obnubilación con impulsividad, conducta agresiva y
desordenada.
Los estados crepusculares que se presentan en pacientes con trastornos de disociación pueden clasificarse
en dos grandes grupos:
1. El de los estados crepusculares que reproducen el trauma psíquico o que incluso llegan a formar parte de
un trastorno tan complejo como es el de personalidad múltiple.
2. El de los estados crepusculares psicógenos, que se asemejan mucho a los epilépticos, hasta el punto de
hacerse necesario un diagnóstico diferencial
2.3. TRASTORNOS DE LA CONSCIENCIA DE SÍ MISMO: PSICOPATOLOGÍA DEL YO
Estas alteraciones suponen un modo de vivenciar el propio yo (tanto en el plano psicológico como en el
corporal) en transformación, es decir, un yo distinto del que conocemos, sufriendo perturbaciones más o
menos importantes en los rasgos funcionales del yo: unidad, identidad, actividad y delimitación del yo con
el mundo exterior.
Uno sigue siendo el mismo a lo largo de toda su vida, a pesar de que percibamos evidentes cambios en
nuestro modo de ser, de pensar, en nuestro propio cuerpo, estos cambios tienen que ver con nuestra propia
biografía, con nuestras circunstancias vitales y con el desarrollo biológico: crecimiento, cambios de edad
y/o situación con sus posibles crisis, etc.
Por otra parte, no debe olvidarse que el autoconcepto varía mucho dependiendo de si es compartido o no
por otras personas, o hasta qué punto resulta inadecuado o deformado. En este sentido, el sentimiento de
autoestima va íntimamente ligado a la propia identidad y a la imagen de sí mismo, oscilando entre el
sentimiento exagerado de autoestima con arreglo al juicio de los demás y los sentimientos de inferioridad.
Ambos pueden extenderse a toda la existencia, pero en ocasiones pueden estar presentes en el sector de los
rendimientos intelectuales o en la toma de posición con respecto al propio cuerpo.
La consciencia del yo puede verse alterada bajo ciertas condiciones, presentando entonces una amplia
variedad de trastornos cuya descripción desborda los límites de este libro. Sin embargo, pueden
mencionarse los más significativos y que se observan con más frecuencia en la clínica, recordando una vez
más que, aunque los presentemos independientemente unos de otros por razones didácticas, en realidad se
remiten frecuentemente entre sí y suelen establecerse formas de transición y de asociación entre ellos.
Estos trastornos del plano psicológico del yo se pueden clasificar como: trastornos de la identidad del yo y
trastornos de gobierno del yo
A) LOS trastornos de la identidad del yo pueden adoptar, al menos, tres formas de presentación:
1. Que una persona tenga un concepto erróneo o una ausencia de reconocimiento sobre quién es, sobre sus
cualidades y sobre su propia historia. Esto es lo mismo que decir que está desorientado respecto
a sí mismo o que manifiesta una desorientación autopsíquica.
2. Que una persona no se sienta siempre idéntica a sí misma.
3. Que una persona sienta la pérdida de la unidad de su propio yo, es decir, que tenga la sensación de que
existen varias entidades distintas en ella misma.
Esta desorientación autopsíquica se presenta en la clínica bajo distintos aspectos según el tipo de paciente
afectado. Así, existe una desorientación apática, que supone una falta de interés por uno mismo.
La desorientación amnésica se observa en situaciones de pérdida de memoria, y se asocia con procesos de
arterioesclerosis cerebral o procesos avanzados de demencia deterioro cortical, trastornos del arousal
(obnubilación), traumatismos craneales.
La desorientación alucinatoria acompaña a aquellos estados en que se presentan alucinaciones, y es muy
característica de los estados de alcoholismo. La desorientación delirante se encuentra en el contexto de los
trastornos delirantes del pensamiento, en los que se producen ideas falsas a pesar de que el paciente tiene
claridad y lucidez de consciencia.
La desorientación confusional y la desorientación por obnubilación se presentan, respectivamente, en los
estados de confusión de consciencia (delírium) y en los estados de obnubilación.
La segunda circunstancia, con pérdida de la continuidad de la propia
identidad, se observa en el fenómeno conocido como despersonalización, que consiste en un sentimiento
de aparecerse uno a sí mismo como extraño, desvitalizado o irreal.
La caracterización de la despersonalización como síndrome abarca
-Sentimiento de irrealidad (comúnmente visual, auditivo y de cierta indiferencia al dolor).
- Sentimiento de automatización (motora, del lenguaje, memoria y pensamiento).
- Tendencia al papel de espectador (incluyendo la autoobservación).
- Alteraciones emocionales: se pierde la subjetividad emocional, se mantiene su expresividad (pueden llorar
o mostrar ira), disminuyen las respuestas vegetativas y de evitación.
- Puede acompañarse de alteración de la imagen corporal.
- Alteraciones de la vivencia del tiempo: relación inversa entre el tiempo objetivo-subjetivo y desconexión
del presente con respecto al pasado y futuro.
- Dificultades cognitivas (pensamiento y memoria).
- Conexión común con: fenómenos tipo déjà vu, heautoscopia o autoscopia; crisis de angustia y los
pródromos de las psicosis.
La tercera circunstancia, en la que se pierde la unidad del yo, se presenta en los estados de desdoblamiento
de la personalidad con disociación de la consciencia, como en la llamada personalidad múltiple o alternante,
que consiste en la presentación alternativa en el mismo individuo de dos o más personalidades con o sin
conexión entre ellas. Un paciente refiere sentir dicha pérdida de la unidad del yo cuando afirma: «hay otro
dentro de mí».
Generalmente, la personalidad primaria del paciente es pasiva, dependiente y depresiva, mientras que la
otra u otras personalidades alternantes (llamadas huéspedes) suelen ser hostiles, dominantes e, incluso,
autodestructivas.
Desde un punto de vista psicopatológico, se ha aceptado que la doble personalidad y la personalidad
múltiple se producen por una disociación en los componentes de la identidad (por eso se le denomina hoy
trastorno de identidad disociativo) como una forma de defensa ante situaciones altamente traumáticas
(habitualmente maltrato duradero o abusos sexuales)
B) Los trastornos del gobierno o del control del yo se refieren a la sensación de no poder dirigir libremente
nuestros deseos, pensamientos y actos e implican una amplia serie de fenómenos que, en ocasiones,
constituyen estados patológicos muy complejos, ya que se ven comprometidas la actividad y la delimitación
del yo respecto al mundo externo.
El déficit de la actividad del yo es uno de los síntomas nucleares de la esquizofrenia, experimentando el
paciente la imposición de |||||vivencias y sentimientos ajenos.
La capacidad de delimitación entre el yo y el mundo desaparece en algunos trastornos mentales graves,
especialmente en las esquizofrenias y en los trastornos orgánico-cerebrales secundarios a intoxicaciones.
En estos casos, puede observarse tanto la fusión del yo con los objetos como la retirada del yo respecto a
los objetos, como sucede en el autismo, que es una experiencia de pérdida de contacto vital con la realidad,
especialmente con las demás personas.
2.4. TRASTORNOS DE LA ATENCIÓN
Los trastornos de la atención pueden ser causados por condiciones anormales y disfunciones en tres áreas
de la conducta del individuo: la consciencia, la afectividad y la psicomotricidad. Así pues, la obnubilación,
el delirium o cualesquiera otras alteraciones de la consciencia. ansiedad o depresión como estados alterados
de la afectividad, y los estados de inquietud psicomotriz, entre otros, originan graves dificultades para
mantener fijada la atención voluntariamente en un objeto o situación,
Tradicionalmente, los trastornos de la atención se han dividido, según su expresión clínica, en hipoprosexia,
aprosexia, pseudoapro-sexia e hiperprosexia.
A) La hipoprosexia y la aprosexia, consisten, respectivamente, en los grados ligero e intenso del déficit de
la atención. El individuo es incapaz de enfocar, fijar y mantener concentrada la atención hacia un objeto;
se presenta,
Otra forma de hipoprosexia o aprosexia se observa en el trastorno por déficit de atención (que puede verse
acompañado o no de hiperactividad),
una forma de inatención, carece de la capacidad para dar continuidad a la atención (atención sostenida),
para concentrarse mínimamente en las tareas, para culminar lo iniciado o para mantenerse
B) La pseudoaprosexia es una falsa distraibilidad, un déficit aparente de la atención, ya que, en realidad, el
paciente puede ser capaz de fijar su atención pero sólo en determinados objetos de su interés.
C) La hiperprosexia es una exacerbación de la atención. Se trata de focalizaciones intensas, exageradas y
transitorias en el transcurso de los estados anormales de consciencia, que hemos designado como
hipervigilancia. Es, en realidad, distraibilidad, o sea, cambios bruscos o sincopados de la atención, que se
desplaza de un objeto a otro de forma constante. El estímulo exterior más imperceptible es capaz de atraer,
ya que existe una atención demasiado dispersa y, sobre todo, inestable. Recuérdese que el prefijo
hiperantepuesto a vigilancia
2.5. TRASTORNOS DE LA ORIENTACIÓN EN EL TIEMPO Y EL ESPACIO
La desorientación alopsíquica supone, como ya se dijo, dificultades para precisar los datos respecto a
nuestra situación en el tiempo y el espacio.
Como en otros muchos fenómenos psicopatológicos, las causas de la desorientación en el tiempo y el
espacio pueden ser orgánicas o funcionales, pero desde un punto de vista clínico parecen predominar las
formas de presentación secundaria a causas orgánico cerebrales, como las que acompañan a los síndromes
amnésicos, a los déficit y deterioros in les, a las obnubilaciones y al delírium.
A) La desorientación temporal, puede causar la pérdida de la noción de la fecha o del día de la semana,
situación frecuente en pacientes que están mucho tiempo hospitalizados
De hecho, clásicamente se ha distinguido entre el tiempo cronológico (que es el tiempo físico medido) y el
tiempo vivido (que experiencia de cada uno acerca del paso tiempo). Dado que esta sensación es subjetiva,
el paso del tiempo se vive de manera di según ciertas contingencias. La percepción rápida del paso del
tiempo se relaciona con estados normales de la consciencia y del humor. como sucede, por ejemplo, cuando
el individuo está alegre y distraído. O lentitud por aburrimiento.
B) La desorientación espacial puede dar a situaciones psicopatológicas muy diversas. Una situación muy
frecuente en estos casos es la de los pacientes que, dependiendo de la hora en que viven, se orientan respecto
al lugar con más o menos dificultad. Confunde lugares y los objetos o personas que las integran por otras.
El primero se refiere al sector del espacio que nos pertenece como si fuera nuestro propio yo psicológico y
corporal, es decir, el espacio más íntimo que está incorporado al yo y cuya violación por los demás nos
puede causar ansiedad.
El espacio activo se refiere a la sensación de resistencia que la realidad exterior opone a la acción del
individuo. Las personalidades antisociales (psicópatas) con fuertes rasgos violentos, los pacientes maníacos
y los paranoides suelen vivir esta experiencia con gran intensidad, percibiendo el mundo como un elemento
claramente hostil del que tienen que defenderse. Los depresivos, sin embargo, lo experimentan más bien
como una pesada carga, como una opresión, más que con hostilidad.
El espacio vital se corresponde con el sector del mundo en el que uno ejerce su vida y se asienta en los
elementos afectivos (humor y emociones) de la personalidad.
El espacio social constituye el mundo compartido con los demás.
Pero algunos pacientes experimentan este espacio no como un lugar de encuentro y comunicación, sino
como un lugar distante y deshumanizado.
Este tipo de vivencia debe atribuirse al sentimiento de soledad que experimenta este tipo de pacientes.
C) Cuando los enfermos se orientan, simultáneamente o de forma
alternativa, hacia elementos correctos e incorrectos del tiempo y del espacio, se dice que existe una doble
orientación (también llamada orientación alopsíquica delirante). Por ejemplo, un paciente depresivo con
ideas delirantes podría estar correctamente orientado respecto al lugar, pero al mismo tiempo puede
atribuirle elementos no reales en función de su delirio
Cuando el paciente maneja sólo sus propias coordenadas de tiempo y espacio, ignorando totalmente las
correctas, se dice que existe una falsa orientación, ya que lo que hace es elaborar dimensiones de su propia
invención.
Esta falsa orientación se conoce también como desorientación confabulada, ya que los enfermos parecen
elaborar una falsificación involuntaria de los propios recuerdos por fallos de memoria

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