EJE 3
Pongamos en práctica
Introducción 3
Atmósfera 4
La contaminación auditiva 12
Agua 17
Herramientas éticas 28
Bibliografía 30
Introducción
Este módulo está enfocado en los principales retos relacionados con estos recur-
sos que se tienen a nivel local.
Se verán, entonces, cuáles han sido las principales herramientas y recursos que
desde el derecho se han ideado para tratar de equiparar en algo, los ritmos de
producción normativa, con las actividades que diario ejecuta una sociedad. Ese
ejercicio de reflexión debe llevar a preguntarse y saber responder, la pregunta de
cuál es el nivel de degradación ambiental que irremediablemente está dispuesta
a soportar una sociedad, en su tránsito por la mejoría de las condiciones de vida.
Atmósfera
Según nuestra Resolución
610 de 2010 del Ministerio
del Ambiente, la atmósfe- Muestra de eso son los
ra es “la capa gaseosa que tratados internaciona-
rodea a la Tierra”. El trata- les ya reseñados, como el 1. Los límites de
miento jurídico a las accio- Protocolo de Kyoto, o los misión para la
e
nes contaminantes a la at- Acuerdos de París. Colom- calidad del aire.
mósfera involucra uno de bia aporta, respecto al res-
los fenómenos ambientales to del mundo el 0,4 % del 2. La contaminación au-
más importantes a nivel total de gases de efectos ditiva.
mundial, que está compro- invernadero a la atmósfe-
metiendo la supervivencia ra. Sin embargo, dentro de 3. Los olores
misma de la vida como se sus compromisos está el ofensivos.
conoce. Hablamos del ca- reducir su número de emi-
lentamiento global, fruto de siones hasta en 20 % para La atmósfera en Colom-
la emisión de los gases de los próximos años. bia se cuida entonces desde
efecto invernadero. el punto de vista de la ca-
Pero, además del calen- lidad del aire respirable, el
Por ello se ha avanzado tamiento global, existen ruido y los olores. En nuestro
en instrumentos jurídicos también otros problemas ordenamiento jurídico, las
que obligan a la aplicación de degradación de la at- normas sobre la atmósfera
del principio “pensar global, mósfera de corte mucho no tienen el rango de ley.
actuar local”. más local y para los que el Esta es una primera defi-
país ha tratado de aplicar ciencia que se puede detec-
una normatividad propi- tar, pues la protección está
cia. Aquí nos ocuparemos consagrada en normas de
de tres problemas locales niveles menores, como son
concretos: los decretos y las resolu-
ciones. Esto implica que su
modificación, conocimiento
y plena aplicación sean mu-
Emisión cho más limitados.
Descarga de una sustancia o elemento al aire,
en estado sólido, líquido o gaseoso, o en alguna
combinación de estos, provenientes de una
fuente fija o móvil.
Aire
Fluido que forma la atmósfera de la Tierra,
constituido por una mezcla gaseosa cuya
composición normal es de por lo menos 20 %
de oxígeno, 77 % de nitrógeno y proporciones
variables de gases inertes y vapor de agua en
relación volumétrica.
Figura 1.
Fuente: shutterstock/ 576032044
Para empezar, las normas antes reseñadas obligan a que se tengan que diferenciar
las fuentes de emisión de materiales contaminantes al aire. Las fuentes móviles y las
fuentes fijas.
El Decreto 948 de 1995 consagra que una fuente de emisión es: “Toda actividad,
proceso u operación, realizado por los seres humanos, o con su intervención, susceptible
de emitir contaminantes al aire”. Al tiempo que define la inmisión como la “Transferen-
cia de contaminantes de la atmósfera a un receptor. Se entiende por inmisión la acción
opuesta a la emisión”.
””
Y en cuanto a las fuentes fijas y móviles las define así:
Tabla 3.
Fuente: propia.
Cuando se declara un área fuente se pueden tomar medidas definitivas como adop-
tar niveles de contaminación más restrictivos que los nacionales y restringir los permisos
de emisiones y la circulación de cierto parque automotor. Las varias clases de áreas
fuente y las medidas que trae el Decreto que se pueden sintetizar así:
La Resolución 8321 de 1983, del Ministerio de Salud, vigente todavía, consagra que
se tiendo por “Contaminación por ruido: cualquier emisión de sonido que afecte ad-
versamente la salud o seguridad de los seres humanos, la propiedad o el disfrute de la
misma”. Así mismo, consagra unos niveles permitidos de presión sonora, expresados en
decibeles, y diferenciando cuatro clases de zonas receptoras, así como dos tipos de ho-
rarios; ello se puede entender en la siguiente tabla.
De igual manera, la misma Resolución consagró también los niveles máximos de rui-
do, permitidos para vehículos:
Tabla 6.
Fuente: Resolución 8321 de 1983 del Ministerio de Salud.
El nivel de detalle fue tal, que dicha resolución llega a consagrar lo siguiente:
””
Artículo 32. Ninguna persona accionará o permitirá hacer sonar boci-
nas y sirenas de cualquier vehículo de motor en las vías públicas o en
predios originadores de sonido innecesariamente, excepto como una
señal de peligro o en casos de emergencia definidos en este Resolución.
””
Y para actividades de comercio, la Ley 232 de 1995, señala en su artículo 2° que:
Y de otro lado, el artículo 15 del Decreto 948 de 1995, también trae su propia zonifica-
ción para establecer los límites de ruido permisibles.
Figura 2.
shutterstock/310399562
La Resolución 1541 de 2013 del Ministerio del Ambiente instauró los límites permisibles
para las sustancias generadoras de olores ofensivos en el aire. También consagró el pro-
cedimiento para atender las quejas por esta clase de olores y las entidades encargadas
de investigar y sancionar. A su vez, trajo un listado de actividades generadoras de olores
ofensivos que necesitan controlarse, y las sustancias químicas que generan.
Actividad Sustancia
Finalmente, la misma norma consagra que estas actividades deben contar con Plan
de Reducción de Impacto por Olores Ofensivos, PRIO, que debe ser exigido y monitorea-
do por la autoridad ambiental, quien puede suspender la actividad si no se cuenta con
el mismo.
””
yecciones hechas por Andaluz (2006):
Colombia es una sociedad hídrica: arterias fluviales en todo el territorio, dos océanos,
la mitad de los páramos del mundo, grandes reservas de acuíferos subterráneos y más
de la mitad de su territorio susceptible de ser humedal o manglar. Paradójicamente,
nunca ha habido en el país un ordenamiento del territorio en torno al agua. Todo lo con-
trario, se suele ignorar el factor del agua, lo que genera grandes traumas posteriores.
Para hacerse a una idea: “Más del 80 % de las cabeceras municipales se abastece de
fuentes pequeñas (arroyos, quebradas, riachuelos) con bajas condiciones de regulación
y alta vulnerabilidad” (Ministerio de Ambiente, 2010). Ello, sumado a las “Frecuentes
inundaciones o sequias que disminuyen la oferta del recurso hídrico, especialmente en
época de influencia de los fenómenos de El Niño y de La Niña, respectivamente” (Minis-
terio de Ambiente, 2010).
Figura 2.
Fuente: Shutterstock/26841334
Es de mencionar que el acceso al agua es un derecho fundamental, según los tra-
tados internacionales suscritos por Colombia y la Sentencia T-740 de 2011 de la Corte
Constitucional.
””
Así mismo, el Decreto 1729 de 2002, define cuenca así:
El agua entonces, es un recurso que demanda tres acciones del Estado: 1) monitoreo;
2) planificación y 3) ordenación de sus fuentes. Estas acciones se pueden resumir en los
siguientes instrumentos concretos de gestión para el recurso agua.
Este instrumento se debe aplicar para las grandes cuencas susceptibles de ordena-
ción. En la actualidad en el país hay más de 400 Pomca ya diseñados y en ejecución.
Así mismo, para las microcuencas y las aguas subterráneas, ubicadas en sitios don-
de no hay un plan de ordenación, la norma exige que cuenten con un plan de manejo
ambiental. Existen guías técnicas, de muchas autoridades ambientales, que indican los
pasos para la formulación de los Pomca y de los planes de manejo ambiental para las
microcuencas.
Figura 3.
Fuente. Ministerio de Ambiente. (2010)
””
de 2010, consagró lo siguiente:
vertimientos a las aguas son los siguientes:
La misma Resolución 631 de 2015 obliga al pago de una tasa ambiental retributiva por
el servicio de utilizar el cuerpo de agua como receptor de vertimiento. La cual debe liqui-
darse y cobrarse por la autoridad ambiental. Esta es otra clase de tasa como la explica-
da más arriba, donde se impone una carga tributaria a quien descargue contaminantes
en un cuerpo de agua de manera directa. Cuando se vierte al alcantarillado, la entidad
prestadora del servicio es quien la debe pagar. Estas tasas se encuentran reguladas en
el artículo 42 de la Ley 99 de 1993.
Figura 4.
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No se puede finalizar este módulo dedicado al agua, sin mencionar dos fallos judicia-
les de suma trascendencia, dado que obligaron a replantear todo el tratamiento jurídico
que se le venía dando a los ríos. Esos fallos, son, en primer lugar, la sentencia del Consejo
de Estado sobre la problemática del río Bogotá, y la más reciente sentencia de la Corte
Constitucional sobre el río Atrato. Ambas aportaron nuevas luces sobre el régimen de
protección jurídico que se debe tejer en torno al agua, y plantearon una serie de tesis
novedosas que se pueden resumir en las siguientes.
1. La idea de que el río es un sistema complejo, y articulado con muchos otros ecosis-
temas, y que su tratamiento entonces debe ser integral, dado que, además, posee el dere-
cho a la restauración por sí solo, y no por la relación que tenga con las actividades humanas.
””
RECONOCER al río Atrato, su cuenca y afluentes como una entidad sujeto
de derechos a la protección, conservación, mantenimiento y restauración...
¿Quién puede ser el culpable de la contaminación del río Bogotá y del río Atra-
to? Todos desde distintas medidas. Sin embargo, estas sentencias dejaron claro que
eso no es excusa para la parálisis judicial. Y que todos deben asumir la culpa que les
corresponde, aún si han contaminado un río que ya estaba contaminado. La solución
que ambas sentencias encontraron, fue declarar responsables a todos los involucra-
dos, y a todos imponerles una carga que deben cumplir desde sus distintas posturas.
Así, por ejemplo, la sentencia del río Bogotá, a la hora de declarar responsabilidades afirmó:
Y la sentencia del río Atrato hizo lo mismo:
””
Declárense responsables de la catástrofe ambiental, ecológica y económico-social
de la cuenca hidrográfica del río Bogotá y de la contaminación de los ríos y quebra-
das afluentes del primero y de que dan cuenta las demandas, por acción a todos los
habitantes e industrias de la cuenca que desde hace no menos de treinta años han
venido realizando sus vertimientos domésticos e industriales, además de las malas
prácticas agropecuarias y de disposición de residuos sólidos, entre otras, todos ellos
como actores difusos, por omisión a la nación - Ministerio de minas y energía - Mi-
nisterio del Ambiente y desarrollo sostenible, Ministerio vivienda, ciudad y territorio,
Ministerio de salud y protección social, Ministerio del trabajo, Ministerio de agricultu-
ra y desarrollo rural, a la Corporación autónoma regional de Cundinamarca, - car, al
Departamento de Cundinamarca, al Distrito capital de Bogotá, y todos los munici-
pios aferentes a la cuenca (Consejo de estado, Sentencia del 28 de marzo de 2014).
””
3. Plantean la idea de que la solución para salvar estos ecosistemas hídricos, no consiste
Lo que funciona en estos casos para de verdad ser eficaces, es que los jueces
dejen las órdenes inmediatas y, en cambio, procedan a dar “órdenes complejas”
de aplicación gradual y diferibles en el tiempo, cuyo complimiento se deba estar
siguiendo y monitoreando, y donde el juez se vuelva una especie de auditor
que constantemente está vigilando los avances del acatamiento de su orden.
Por eso la sentencia sobre el río Bogotá, ordena a muchas autoridades públicas y
privadas, el tener que diseñar un plan de descontaminación a largo plazo para el rio,
que puede llegar hasta a 20 años, donde se elaboren cronogramas y planes de acción
a seguir, con complimientos parciales que se logran a partir de ejecuciones graduales
en el tiempo. Y donde cada cierto tiempo se celebren audiencias de seguimiento en
las que el juez evalúe los avances en ese plan de descontaminación del río y castigue
a los responsables que se rezaguen en las acciones ordenadas.
Exactamente lo mismo, se ordenó en el caso del río Atrato, donde se pidió elaborar:
””
Un plan para descontaminar las fuentes hídricas del Chocó, comenzando por la
cuenca del río Atrato y sus afluentes, los territorios ribereños, recuperar sus ecosis-
temas y evitar daños adicionales al ambiente en la región. Este plan incluirá medi-
das como: (i) el restablecimiento del cauce del río Atrato, (ii) la eliminación de los
bancos de área formados por las actividades mineras y (iii) la reforestación de zo-
nas afectadas por minería legal e ilegal. Adicionalmente, este plan incluirá una se-
rie de indicadores claros que permitan medir su eficacia y deberá diseñarse y eje-
cutarse de manera concertada (Corte Constitucional, Sentencia T-622 de 2016).
El gestor ambiental, además del ser y el conocer, como se vio, fundamenta su pro-
fesión en el hacer. Sus tareas son eminentemente prácticas y sus actuaciones siempre
tienen como receptora a la comunidad. Pero su acción en la comunidad, ejecutada sin
atender los imperativos de la ética, se puede volver una llamada acción con daño. Como
cuando se justifican proyectos extractivistas en territorios étnicos sin atender a la cos-
movisión distinta que pueda manejar la comunidad receptora del mismo, lo que termina
menoscabando sus creencias y culturas.
Por eso, para evitar las acciones con daño, toda ejecución dentro de la comunidad ha
de basarse en atender los valores de la prudencia, la transparencia y la pertinencia.
Transparencia
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Figura 6.
Fuente: shutterstock/ 69553438
Descartes, R. (1976). Discurso del método. (J. Rovira, trad.). Buenos Aires: Losada.
Eslava, G., J. (2015). Historia del mundo contada para escépticos. Barcelona:
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Lovelock, J. (1979). Gaia, una visión de la vida sobre la tierra. (Alberto Jiménez,
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