Pierre Lemieux
1
1. Sentimiento individualista e individualismo
El individualismo se refiere a cosas de diferentes categorías: la palabra
"individualista" puede calificar un sentimiento, una teoría o un sistema social.
Aunque parece seguro suponer que el sentimiento individualista, la teoría del
individualismo y la experiencia de vivir en una sociedad basada en tal teoría
se refuerzan mutuamente, las relaciones entre esas clases de individualismo no
están siempre claras.
2
La pregunta acerca de quién ha de evaluar el bienestar individual está
relacionada con la existencia de dos clases de individualismo político. Esta
bifurcación del individualismo político es la que rompe la relación natural
entre la teoría individualista y el sentimiento individualista. Lo que llamaré el
"individualismo libertario" permite a cada individuo ser el único juez de su
propio bienestar, y es totalmente coherente con el sentimiento individualista.
El "individualismo estatalista", por otro lado, otorga al Estado un papel en esta
evaluación y, por consiguiente, chocará frecuentemente con el sentimiento
individualista. Lo estrecho de la relación entre el individualismo político y el
sentimiento individualista depende entonces del tipo de teoría de que estemos
hablando. En esta ocasión me interesa fundamentalmente el individualismo
libertario, el cual está estrechamente relacionado con la concepción moderna
de la libertad individual.
3
individualiste" era una reacción contra todas las constricciones sociales,
constricciones a las que las individualidades vigorosas no pueden someterse.
Aunque a menudo se encuentre cercano al individualismo libertario, él mismo
no distinguió explícitamente entre sociedad y Estado: "La sociedad --escribió -
- es tan tiránica como el Estado, si no más. Esto es porque entre la coerción
estatal y la coerción social no hay más que una diferencia de grado."[1]
El otro caso es el Estado. Incluso si piensas que los costes que el Estado te
impone son mayores que los beneficios que te proporciona, e incluso si
pudieras establecer relaciones sociales fuera del Estado, éste no te permitiría
hacerlo: uno no puede ignorar al Estado de igual modo que uno no puede
abandonar una sociedad primitiva. Pero las restricciones subyacentes son
distintas: el Estado te fuerza a comprar su paquete de costes y beneficios
4
incluso si piensas que te las arreglarías mejor fuera de él. Podría ser que la
relación coste/beneficio del Estado mínimo sea menor de uno [lower than one
] si consideramos a todo el mundo; en cualquier caso, asumamos que esta
clase de Estado podría justificarse así. Pero conforme el Estado crezca, llegará
un momento en el que uno, dos, diez o cien individuos juzgarán que los costes
no merecen la pena. Ya que, a su juicio, podrían establecer relaciones sociales
beneficiosas fuera del Estado (o formar otro Estado), estos individuos no son
oprimidos por el grupo ni por la sociedad: están tiranizados por el Estado.
Aunque pueden concebirse sociedades sin Estado en las cuales las normas
sociales fuesen totalitarias,[2] por lo general sólo el Estado puede imponer un
poder grupal ineludible. De cualquier modo, ése es el caso en una sociedad
abierta y civilizada. Por ejemplo, lo políticamente correcto, la persecución de
los fumadores u otras formas de Puritanismo no podrían enardecer a la
sociedad americana como lo hacen ahora si no fuera por el apoyo de las leyes
y el poder del Estado. En otras palabras: el Estado es una condición necesaria
para el poder grupal en cualquier sociedad civilizada; es más difícil ignorar a
una parte del Estado que a una parte de la sociedad. El Estado es el poder más
peligroso de la sociedad, lo cual explica porqué el sentimiento individualista
es precisamente anti-Estado.
5
personal, la cual dificilmente puede disociarse de la dignidad individual. La
sociedad como tal no disminuye la responsabilidad individual; es más, le
otorga nuevas dimensiones. El Estado, por su propia naturaleza, niega cierta
responsabilidad individual, como mínimo la responsabilidad de asegurarse la
propia protección; naturalmente, el Estado de Bienestar va mucho más allá.
Hasta la numeración de los individuos por parte del Estado, junto con otras
formas de identidad definida por él, son consecuencia de negar a los
individuos su propia responsabilidad para hacerse cargo de su jubilación o
para gastarse su propio dinero. En la medida en que la dignidad individual
implique la responsabilidad individual, negar la última también supone negar
la primera. Consecuentemente, el sentimiento individualista chocará con el
Estado, y cuanto más poderoso sea el Estado, más violento será el choque.
6
Históricamente, la distinción entre individualismo narcisista y el sentimiento
individualista es paralela a la existente entre los valores individualistas
americanos y europeos, aunque esta distinción requeriría algunas reservas.
Pues el sentimiento individualista acompañó la extensión de ideas libertario-
individualistas por todo el mundo occidental moderno, pero ciertamente
alcanzó su más alta cima en el espíritu y las tradiciones americanas. Benjamin
Franklin, a quien estamos conmemorando al celebrar este encuentro Junto,
puede ser citado en este punto: "Aquellos que renuncian a la esencial libertad
para adquirir una ruin seguridad temporal, no se merecen ni la libertad ni la
seguridad."[6]
7
Otra explicación, implícita en gran parte del discurso contemporáneo, es que
el progreso de la civilización obra de forma natural en detrimento del
sentimiento individualista. La civilización --viene a decir este argumento --
implica interdependencia social, relaciones pacíficas y un creciente poder
estatal, todo lo cual contradice el sentimiento individualista. He sostenido que
el sentimiento individualista no es incompatible con la interdependencia
social. Podríamos invocar aquí el argumento de Hayek de que, contrariamente
a lo pensaba Mussolini, la libertad individual --y por lo tanto el sentimiento
individualista -- es una condición necesaria para la complejidad social,
mientras que la intervención del Estado la socava.[8] De manera similar, la
historia del siglo XX sugiere que el Estado es mucho más peligroso para la
paz que el sentimiento individualista.[9] Este último dificilmente puede
oponerse a la civilización cuando ha sido uno de los principios fundamentales
de la civilización occidental.
8
acostumbrarán a contar con la asistencia del Estado y planificarán sus asuntos
de acuerdo con esas expectativas de derechos y de ayuda. Y la interferencia
del Estado en mecanismos sociales delicados y complejos necesariamente
tendrá efectos insospechados, que a su vez exigirán otras intervenciones;
como cuando el Estado amablemente ayuda a gente que se ha ido al paro
precisamente por causa de la legislación laboral.
9
individualista por ser un excéntrico, sino que la causalidad más bien podría ser
de sentido contrario.
10
contradicción insuperable entre, por una parte, la mística del ciudadano
soberano y, por la otra, que su amo real no confíe en verlo armado. La
coherencia lógica en este esquema de cosas (aunque no los principios
libertarios) exigiría, tal como yo lo veo, que cualquier ciudadano que se
acerque a las urnas sea cacheado para ver si tiene armas de fuego, pues si no
es lo suficientemente responsable para llevar un revólver, ciertamente no es lo
suficientemente prudente como para permitírsele votar.
Ahora bien, este tan obvio derecho de poseer y portar armas ha sido más o
menos eliminado en la mayoría de los países occidentales, y ha sido
restringido en los EE.UU. (severamente en algunos casos). Una razón de
estado oficial es que las armas de fuego causan un incremento neto de
crímenes, pues son ineficaces para la autodefensa. Tal excusa desafía tan
obviamente los hechos que hay que sospechar la existencia de otros motivos.
Una segunda razón, implícita pero no oficial, es que ya no necesitamos resistir
a la tiranía. Aunque esto contradice la experiencia histórica, probablemente
nos estemos acercando a los verdaderos motivos de los abolicionistas y de
quienes les apoyan. Me temo que el motivo básico del control estatal de las
armas de fuego es dar la puntilla al sentimiento individualista; y que el Estado
ha tenido éxito en el control de las armas porque el sentimiento individualista
ya estaba empequeñecido en las mentes de la mayoría.
Conclusión
He sostenido que la libertad individual no puede sobrevivir si el sentimiento
individualista no está extendido entre un gran número de personas. El
sentimiento individualista es compatible con la sociedad --al menos con una
11
sociedad abierta -- pero está en fuerte oposición al Estado tal como lo
conocemos. Y este sentimiento ha estado descendiendo (al menos en parte)
porque los individuos se han vuelto adictos al Estado.
1. Georges Palante, La sensibilité individualiste (Paris: Alcan, 1909; Éditions Folle Avoine,
1990). Veáse también Georges Palante, L'individualisme aristocratique, editado por Michel
Onfray (Paris: Belles Lettres, 1995). [Volver al texto principal.]
5. Gilles Lipovetsky, op.cit ., p. 219. Trad.esp., pp. 194-5. [Volver al texto principal.]
6. Suzy Platt, Respectfully Quoted: A Dictionary of Quotations (Barnes & Noble, 1993), p.
201. [Volver al texto principal.]
7. Jane Shaw, "Faith and Freedom: Can liberty survive without religion", Liberty , enero
1996, pp. 37-41. Veáse también Friedrich Hayek, The Fatal Conceit (Chicago: University
of Chicago Press, 1988). [Volver al texto principal.]
8. Friedrich Hayek, The Road to Serfdom (Chicago: University of Chicago Press, 1945).
Trad. esp.: Camino de servidumbre (Madrid: Alianza, 1990). El resto de las obras de Hayek
han sido traducidas y publicadas en Union Editorial, Madrid. [Volver al texto principal.]
9. Veáse Bertrand de Jouvenel, On Power: The Natural History of Its Growth (1945;
Indianapolis: Liberty Press, 1990. [Volver al texto principal.]
10. Anthony de Jasay, The State (London: Basil Blackwell, 1985), especialmente pp. 208-
227. Veáse también Michael Taylor, Anarchy and Cooperation (London: John Wiley &
Sons, 1976). [Volver al texto principal.]
12
11. Un interesante resumen de las fuentes de la violencia política se encuentra en Randy
Barnett, "Foreword: Guns, Militias, and Oklahoma City", Tennessee law Review, Vol. 62,
Nº 3 (primavera 1995), pp. 443-449. [Volver al texto principal.]
12. Robert Thornton recoge una cita de Van Wick Brooks diciendo de Nock que "nadie
supo nunca donde vivía, y en la oficina se oía un chiste acerca de que uno podía entrar en
contacto con él dejando una carta bajo cierta roca en Central Park"; Cfr. "A Note to the
Reader", en Albert Jay Nock, Cogitations (Irvington-on-Hudson: The Nockian Society,
1985), p. 10. [Volver al texto principal.]
13. Si así fuera, a largo plazoquizá medrarán los individuos con los genes necesarios para
aceptar continuas humillaciones por parte del Estado, y tendrán grandes familias de
consumidores de futuro bienestar social; mientras que los individualistas sentimentales
serán, a lo mejor, "inadaptados sociales" y, a lo peor, vivirán una vida "tosca, embrutecida y
breve". Veáse la opinión de Georges Palante sobre el suicidio en L'individualisme
aristocratique, editado por Michel Onfray (Paris: Belles Lettres, 1995, p. 42): "Or, si l'on
pouvait faire une pareille enquête, elle révélerait probablement que l'individu a été
beaucoup plus souvent conduit au suicide par le sentiment d'un lien social devenu
intolérable que par un sentiment pénible d'isolement ou par un sentiment d'inquiétude dû à
des liens sociaux devenus plus précaires." [Volver al texto principal.]
14. Veáse Bertrand de Jouvenel, The Ethics of Redistribution (1952; Indianapolis, Liberty
Press, 1990, p. 72): "Cuanto más piensa en el tema uno, más claro queda que la
redistribución está efectivamente mucho más lejos de ser una redistribución de los ingresos
libres de los ricos a los pobres, como imaginabamos, que de ser una redistribución del
poder del individuo al Estado." [Volver al texto principal.]
15. Veáse mi Le droit de porter des armes (Paris: Belles Lettres, 1993); y, sobre la
tradición angloamericana, el sobresaliente libro de Joyce Malcolm To Keep and Bear Arms:
The Origins of an Anglo-American Right (Cambridge: Harvard University Press, 1994).
[Volver al texto principal.]
16. Por ejemplo: "Ningún esclavo poseerá armas de ninguna clase, ni pasará con armas de
un sitio a otro sin la compañía o la orden por escrito de su amo o contratista Las armas que
se encuentren a un esclavo en transgresión de esta norma pasarán a ser propiedad de aquel
que las intercepte." (A Bill Concerning Slaves, capítulo 51, Virginia Assembly, 1779; en
Albert Fried (ed.), The Essential Jefferson (New York: Collier, 1963), p. 140. [Volver al
texto principal.]
18. Lester Eckman y Chaim Lazar, The Jewish Resistance: The History of the Jewish
Partisans in Lithania and White Russia during the Nazi Occupation 1940-1945 (New York:
Shengold Publishers, 1977), p. 117. [Volver al texto principal.]
13
Nota del traductor sobre "El sentimiento individualista"
Pierre Lemieux es economista y autor de varios libros y artículos -en inglés y francés-
sobre teoría política y económica. Sus principales áreas de interés son el libertarismo (así
traduciré el inglés libertarianism), el liberalismo clásico y el anarco-capitalismo, así como
la defensa de la soberanía individual y del derecho a poseer y portar armas. Es redactor jefe
de la revista Liberty (Port Townsend, estado de Washington), y actualmente ejerce como
profesor visitante en el departamento de Administración de empresas de la Universidad del
Quebec en Hull (Canadá).
Para Lemieux las únicas reglas sociales aceptables son las que una sociedad, permitiendo a
cada individuo ser responsable de su propio bienestar, se da espontáneamente a sí misma.
La sociedad ideal consiste en el tipo de relaciones individuales que pueden darse en un
mercado lo más libre posible de cortapisas. Con ello se separa del individualismo
aristocrático de Georges Palante, para quien "la sociedad es tan tiránica como el Estado".
Palante, que se suicidó con un revólver en 1925, sostenía que, caso de hacerse una
investigación sobre el suicidio, ésta probablemente revelaría que la cantidad de individuos
que se han suicidado en virtud de vínculos sociales intolerables es mayor que la de los que
lo han hecho en virtud de un sentimiento de separación o aislamiento social.
En una sociedad como la nuestra, los individualistas como Palante pueden llegar a vivir una
vida "tosca, embrutecida y breve", dice Lemieux (en clara alusión al capítulo de Leviatán
en el que Hobbes describe el Estado de Naturaleza). Otros ejemplos de individuos que "no
14
tuvieron la suerte de vivir en sociedades individualistas" son Benjamin Constant (el
político francés, amigo de Madame de Staël, a quien se atribuye la distinción entre "la
libertad de los antiguos" y "la libertad de los modernos") y Ayn Rand (una novelista y
filosofa rusa, que murio en los EE.UU. en 1982). Lo que hacia diferente a Rand de la chica
de al lado o de cualquier otra fue su individualismo, que la llevo a escribir libros como The
Virtue of Selfishness (La virtud del egoismo) o a cofundar el movimiento libertario
contemporaneo en norteamerica. En su L'anarcho-capitalisme (Paris, PUF, 1988), Lemieux
dedica una breve sección del libro a glosar sus ideas.
Volviendo al Estado, lo máximo que Lemieux parece estar dispuesto a admitir es el tipo de
Estado mínimo cuya diferencia entre costes y beneficios continue dando un balance
positivo para el individuo. Pero como ese Estado mínimo suele tener una irreprimible
tendencia a crecer, llegará un momento en el que un número de individuos considerará que
su relación con el Estado les es desventajosa. Aunque estos individuos deseen establecer
relaciones de mutua cooperación al margen del Estado, éste no renunciará a ellos
fácilmente. A la hora de explicar esto, Lemieux vuelve a criticar a los individualistas que, a
su juicio, le hacen el juego al estatalismo. Seducidos por la tentación del cocooning (la idea
de quedarse en casa, de protegerse del mundo exterior envolviéndose literalmente en un
capullo de seguridad institucionalizada), estos "individualistas narcisistas" son los
auténticos responsables del descenso del sentimiento individualista.
En este punto Lemieux coincide con Henry David Thoreau, el escritor que en 1849 se
enfrentó al gobierno pro-esclavista de los EE.UU. esgrimiendo el lema jeffersoniano de "el
mejor gobierno es el que menos gobierna". Hoy, Thoreau se ha convertido en uno de los
pensadores más citados por los libertarios norteamericanos; pero, desgraciadamente, su
frase "my thoughts are murder to the State" (en mis pensamientos asesino al Estado) resonó
también con la sangrienta explosión de 1995 en un edificio federal de Oklahoma City. A
este respecto, Lemieux menciona a Randy Weaver, uno de los White Supremacists
(fascistas) cuyo refugio en el estado de Idaho fue atacado por la policia federal en 1992,
con el resultado de que su hijo adolescente y su mujer murieron por los disparos de las
fuerzas gubernamentales. Después de que el hijo de Weaver fuese alcanzado por las balas,
los defensores mataron a un policia; pero Weaver fue absuelto por el jurado en base a
razones de legítima defensa.
15
De manera consecuente con lo anteriormente expuesto, Lemieux termina defendiendo "el
derecho a poseer y portar armas" como exigencia y garantía de la legítima defensa y del
derecho de resistencia. Según él, muchas matanzas de inocentes -como la reciente de los
niños en Dumblane (Escocia)- podrían haberse evitado si en las cercanías hubiese habido
alguien armado para repeler la agresión. Pero el Estado, sostiene Lemieux, restringe
sistemáticamente los permisos de armas a los ciudadanos para no poner en peligro su
tiránica dominación sobre ellos.
Baste de momento con lo ya dicho. Si tras leer "El sentimiento individualista" el lector
quiere saber más sobre el pensamiento de P. Lemieux, puede acudir a uno de sus libros, La
soberanía del individuo. Ensayo sobre los fundamentos y las consecuencias del nuevo
liberalismo, que ha sido publicado en castellano por Unión Editorial (Madrid, 1992).
16