INTRODUCCIÓN
Alguna vez fui Adriana, una joven de diecinueve años que se sentía aún una
niña. Para entonces ella comenzaba la carrera de arquitectura con muy poco,
casi nulo, conocimiento del tema, solo podía basarse de la experiencia obtenida
del contacto cotidiano con las construcciones. Ella disfrutaba de dibujar y
pintar. La vida se le había presentado bastante sencilla, no había tenido que
esforzarse demasiado para conseguir lo que tenía, ni siquiera para conseguir ese
lugar en la universidad. Solo seguía la corriente. Dos padres la apoyaban
incondicionalmente y lograron que creciera con dos visiones disímbolas y
contrarías de la vida.
Sigo siendo Adriana, pero no aquella Adriana. Tengo veintitrés años, hoy me
siento más una mujer, con pequeños intervalos de niña o, quizá, una niña con
intervalos de mujer. Estoy terminando la carrera de arquitectura, ahora sé un
montón de cosas del tema, constantemente intento apreciar los espacios que
me rodean. La vida sigue siendo fácil, pero ahora trato cada día de echarle
ganas. Me gusta tocar la guitarra y escuchar a la gente. Salir de casa me hizo
conocer nuevas personas y aprendí a ver el mundo a través de nuevos ojos, mi
visión y los horizontes se ampliaron.
Algo que me resulta para concebir esta disciplina es asociar la obra arquitectónica
con el concepto de hombre y pensar en la Arquitectura como humanidad. La
idea de humanidad se refiere al conjunto de seres humanos, aunque también
es utilizado para hablar de las cualidades que caracterizan a los hombres, su
esencia, lo que los vuelve humanos. Por otro lado, cada hombre es un ente
individual que vive su vida a su manera en una búsqueda continua, de igual
manera lo hace la obra arquitectónica.
Manuel Machado
Por más que los arquitectos se empeñan en hacer que las construcciones duren
para siempre, esto es algo que no va a ocurrir. Alberto Campo Baeza cree que
el futuro de la arquitectura está en el pensamiento, inmortalizar a través de
las ideas, concepto abstracto que no puede ser destruido. “el cataclismo podrá
destruir las formas construidas por el hombre, e incluso al hombre mismo,
pero no podrá nunca, jamás, destruir las ideas porque las ideas son
indestructibles.” Yo difiero con él, las ideas también mueren cuando lo hace
hombre, para mí las palabras de Manuel Machado son la respuesta: transmitir,
tocar el corazón del otro, avanzar nosotros y abrirle paso a los que siguen,
que posiblemente olviden quien lo dijo o hizo, pero que se siga diciendo y
haciendo; que se siga cantando.