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TEMA 6

LA INTELIGENCIA EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA/APRENDIZAJE

6.1 Concepto de inteligencia

El concepto de Inteligencia es seguramente uno de los más debatidos


dentro del campo de la Psicología. El nivel de acuerdo entre lo que es, entre
sus componentes, o el peso de las mismas no es completo, pero goza de un
común denominador aceptable. Nosotros trataremos de mostrar de forma
sintética el pensamiento de algunos de los grandes estudiosos del tema.
Estas opiniones pueden hacer variar vuestras ideas previas, aunque,
espero, no de forma sustancial

Wenzd incide en la capacidad de comprender y establecer


significaciones, relaciones y conexiones de sentido.

Ebbinghauss señala como aspecto fundamental de la inteligencia, la


capacidad de combinación. Spearman habla de la inteligencia como un
factor correlativo, una especie de potencialidad exploradora. Para Piaget
Inteligencia es la capacidad de adaptación al medio.

Podemos considerar la inteligencia como un conjunto de actividades


psíquicas relativas a la razón en un sentido potencial y dinámico, o bien, la
capacidad de resolver tareas nuevas, más en base a la comprensión global
-procesos de pensamiento- sobre lo planteado que a la experiencia.

Las teorías sobre la constitución de la Inteligencia se han ido dando


paso unas a otras a lo largo de la corta historia de la Psicología Científica.
Desde la concepción monárquica y única de la Inteligencia -two factor
theory-, o factor g (general) de Spearman, hasta la concepción oligárquica
-multimodal theory- o suma de capacidades independientes unas de otras
de entre sí de Thorndike, hay una gran gama de posicionamientos teóricos
defendidos con mejor o peor fortuna.

Pero seguramente uno de los aspectos donde la Inteligencia adquiere


la máxima cota de debate es el que hace referencia a su origen. No está
clara la participación de los elementos del binomio herencia/medio ambiente
o genética/educación en la Inteligencia. En buena parte esta polémica se ha
jugado fuera del campo de la Psicología y el peso de cada concepto ha
estado frecuentemente influido desde la filosofía o la política. Es posible que
este marcaje externo, tan señalado en algún momento histórico concreto,
van dando paso a oscilaciones periódicas, pendulares más guiadas por la
moda que por fundamentalismos ideológicos.

La falta de pruebas concluyente, tanto a favor de la herencia como


del medio ambiente, al menos hasta ahora, deja la balanza bastante
equilibrada. Son conceptos complementarios, y de su adición obtenemos la

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inteligencia, que se apoya en una clara base genética pero necesita de las
aferencias del medio, sin cuyas interacciones no puede existir.

Actuar sobre el entorno

Los objetos del "mundo mineral", como por ejemplo las piedras y el
agua, no actúan por propia iniciativa en su entorno. Cuando se mueven, es
porque elementos de su entorno han ejercido fuerzas sobre ellos. Pero hay
algunas excepciones. Hay mecanismos construidos por el hombre que sí
actúan por sí solos. Un refrigerador actúa para mantener una temperatura
constante. El piloto automático de un avión guía al avión para mantener la
altura, el curso y otras variables. En ambos casos son los seres humanos
los que han incluido objetivos y estos sistemas actúan de acuerdo a ellos
(pero no aprenden).

Las plantas también actúan en ciertas situaciones y estos


movimientos las benefician. Tallo y ramas de una planta se dirigen hacia la
fuente de luz y las raíces crecen hacia la humedad. Podemos decir, que las
plantas tienen objetivos innatos y que se mueven para alcanzar dichos
objetivos. Pero estas posibilidades de reaccionar ya están en las plantas al
comienzo de su vida (esto corresponde a las reacciones instintivas de los
animales). La planta no aprende; no agrega ninguna capacidad adicional
(ninguna reacción) que se base en sus experiencias.

La capacidad de aprender

Los animales tienen reacciones instintivas ante ciertas situaciones,


pero existe también algo más: muchos animales pueden aprender. Quiere
decir que, ante una situación dada, prueban distintas acciones. Luego se
dan cuenta del efecto. Si la acción resultó beneficiosa, si acercó al animal a
su objetivo, su cerebro archiva la experiencia. Y lo hace de la siguiente
manera: archiva la situación, la acción y el beneficio que le trajo; de
manera de poder repetir esta acción en una situación similar futura (este
"beneficio" se refiere generalmente a la "supervivencia" o para no sufrir
heridas o dolor). En los animales, incluyendo al hombre, este "beneficio"
está relacionado a veces con un sentimiento de placer, un sentimiento que
el cerebro recibe del cuerpo.

En el ser humano adulto, además de los placeres del cuerpo, existen


"placeres" o "satisfacciones" generados en el cerebro. Sentimos placer
cuando logramos resolver un rompecabezas difícil, cuando cumplimos
exitosamente con una tarea difícil. Sentimos placer cuando alcanzamos un
objetivo (impuesto por nosotros mismos). Como ya lo demostró Pavlov, el
placer puede estar unido a cualquier cosa (estructuras o transformaciones)
por medio de una "respuesta" condicionada, por medio de una acción.
Muchas personas sienten placer al enterarse que la cena está lista, aún
antes de poder comer de la misma.

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¿La velocidad de aprendizaje sirve para medir la inteligencia?

Los seres humanos aprenden mejor que los animales. Son mejores
para extraer de una situación aquellos elementos que son necesarios para
que una acción sea aplicable. Y también entre los humanos hay una
apreciable diferencia en esta habilidad para aprender. El ser humano
aprende más rápido a los 20 años que a los 60. Algunos tienen problemas
mentales y sólo pueden aprender muy lentamente y solamente las
relaciones más simples. También hay diferencia entre los humanos en
cuanto a las habilidades mentales llamadas "normales". Vemos que la
habilidad para aprender está dentro de un amplio rango, desde algunos
animales bastante estúpidos hasta algunos seres humanos muy brillantes.

Algunos dicen de un niño mentalmente despierto, que sabe poco,


pero que aprende rápido, que es un niño "inteligente". Pero la capacidad de
reaccionar adecuadamente a una situación, no depende solamente de la
velocidad de aprender. Un ser humano acumula experiencias durante su
existencia. Parece obvio que una persona puede reaccionar mejor una vez
que haya acumulado una gran cantidad de conocimientos. Sabrá cuál es la
acción que debe realizar para transformar una situación dada en una que le
guste más. Si la persona aprende lentamente, es muy probable que
necesite más tiempo para alcanzar la cantidad de conocimiento requerida.
Pero una vez que lo ha aprendido, su reacción ante una situación será
similar. Algunos dicen que una persona con una experiencia así, es una
persona inteligente.

Vemos que el concepto de "inteligencia" varía, que la cantidad de


esta "inteligencia" varía, pero siempre podemos relacionarla con la habilidad
de aprender y realizar acciones adecuadas ante una situación dada. Tal
como dice un biólogo de la escuela del behaviorismo (behaviorist school):
"La esencia de la inteligencia radica en la respuesta adecuada a un
estímulo". Pero recordemos que la palabra "adecuada" está relacionada a
los objetivos del ser individual.

Los objetivos son subjetivos e individuales

Los objetivos varían según las culturas y según los individuos.


Estando en África, un amigo invitó a un hindú a cenar. Sabiendo que el
invitado era un vegetariano estricto, le dio instrucciones a su esposa a no
servir nada de carne. La cena transcurrió amenamente hasta que el hindú
observó en voz alta que la sopa tenía un gusto muy rico. La esposa
contestó: "Por supuesto, la cociné con un buen hueso". "¡Un hueso!"
exclamó el pobre hindú, corrió al baño y vomitó toda la comida. Es obvio,
que los objetivos, con sus hábitos y valores aprendidos, pueden variar
ampliamente de una persona a otra. Esto hace que una persona responda
de una manera distinta que otra persona a una determinada situación.

¿Medir el nivel de inteligencia?

Decimos que un sistema tiene mayor inteligencia que otro, cuando


puede realizar una respuesta mejor a un estímulo. Pero esto es
extremadamente difícil de determinar, o por lo menos es muy subjetivo, ya

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que, como hemos visto, cada sistema tiene sus propios objetivos. Por eso
debemos calificar la palabra "mejor", como algo "más útil para alcanzar sus
propios objetivos".

A pesar de este cambio, es obvio que aún existe un amplio rango en


la gran escala general de "inteligencia", o en "la capacidad de selección y
realización de acciones adecuadas". Si, por ejemplo, comparamos la
inteligencia total de un insecto con la de un ser humano, vemos que el
insecto se encuentra severamente restringido en cuanto a su habilidad en
generar y realizar respuestas que le ayuden a alcanzar sus objetivos.

Otra definición de inteligencia

Inteligencia se podría definir como una medida, una vara, que


indica cuan fácil logra el sistema sus objetivos. Bajo las mismas
condiciones, un sistema con una inteligencia mayor es el que alcanza sus
objetivos más seguido (otra manera de definir y medir la inteligencia podría
ser la de comparar la velocidad relativa de alcanzar sus objetivos bajo las
mismas condiciones).

Otras personas tienen diferentes conceptos de inteligencia

Algunos dicen que "inteligencia" es algo que sólo pueden tener los
sistemas biológicos, independientemente de cuán bien actúen los sistemas
electrónicos. Otros opinan que "inteligencia" es algo inmaterial; si un
sistema material realiza las mismas acciones que un sistema "inmaterial"
inteligente, aún sigue siendo no inteligente.

Pero..., veamos una de las concepciones más novedosas sobre


inteligencia y su aplicación al ámbito escolar:

6.2 INTELIGENCIAS MÚLTIPLES

Howard Gardner define la inteligencia como LA CAPACIDAD DE


RESOLVER PROBLEMAS O ELABORAR PRODUCTOS QUE SEAN VALIOSOS EN
UNA O MÁS CULTURAS.

La importancia de la definición de Gardner es doble:

Primero, amplía el campo de lo que es la inteligencia y reconoce lo


que todos sabíamos intuitivamente, y es que la brillantez académica no lo
es todo. A la hora de desenvolvernos en esta vida no basta con tener un
gran expediente académico. Hay gente de gran capacidad intelectual pero
incapaz de, por ejemplo, elegir bien a sus amigos y, por el contrario, hay
gente menos brillante en el colegio que triunfa en el mundo de los negocios
o en su vida personal. Triunfar en los negocios, o en los deportes, requiere
ser inteligente, pero en cada campo utilizamos un tipo de inteligencia
distinto. No mejor ni peor, pero si distinto. Dicho de otro modo, Einstein no
es más inteligente que Michel Jordan, pero sus inteligencias pertenecen a

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campos diferentes. Segundo y no menos importante, Gardner define la
inteligencia como una capacidad. Hasta hace muy poco tiempo la
inteligencia se consideraba algo innato e inamovible. Se nacía inteligente o
no, y la educación no podía cambiar ese hecho. Tanto es así que en épocas
muy cercanas a los deficientes psíquicos no se les educaba, porque se
consideraba que era un esfuerzo inútil. Al definir la inteligencia como una
capacidad Gardner la convierte en una destreza que se puede desarrollar.
Gardner no niega el componente genético.

Todos nacemos con unas potencialidades marcadas por la genética.


Pero esas potencialidades se van a desarrollar de una manera o de otra
dependiendo del medio ambiente, nuestras experiencias, la educación
recibida, etc.

Ningún deportista de elite llega a la cima sin entrenar, por buenas


que sean sus cualidades naturales. Lo mismo se puede decir de los
matemáticos, los poetas, o de la gente emocionalmente inteligente.

Howard Gardner añade que igual que hay muchos tipos de problemas
que resolver, también hay muchos tipos de inteligencia. Hasta la fecha
Howard Gardner y su equipo de la universidad de Harvard han identificado
ocho tipos distintos:

Hasta ahora hemos supuesto que la cognición humana era unitaria y


que era posible describir en forma adecuada a las personas como
poseedoras de una única y cuantificable inteligencia. Pues la buena noticia
es que en realidad tenemos por lo menos ocho inteligencias diferentes.
Cuantificadas por parámetros cuyo cumplimiento les da tal definición. Por
ejemplo: tener una localización en el cerebro, poseer un sistema simbólico o
representativo, ser observable en grupos especiales de la población tales,
como “prodigios” y “tontos sabios” y tener una evolución característica
propia.

La mayoría de los individuos tenemos la totalidad de este espectro de


inteligencias. Cada una desarrollada de modo y a un nivel particular,
producto de la dotación biológica de cada uno, de su interacción con el
entorno y de la cultura imperante en su momento histórico. Las
combinamos y las usamos en diferentes grados, de manera personal y
única.

Pero... qué es una inteligencia?

Es la capacidad

*para resolver problemas cotidianos

*para generar nuevos problemas

*para crear productos o para ofrecer servicios dentro del propio


ámbito cultural

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... y cuáles son estas ocho inteligencias?

1.- Inteligencia Corporal-cinestésica es la capacidad para usar


todo el cuerpo en la expresión de ideas y sentimientos, y la facilidad en el
uso de las manos para transformar elementos. Incluye habilidades de
coordinación, destreza, equilibrio, flexibilidad, fuerza y velocidad, como así
también la capacidad cinestésica y la percepción de medidas y volúmenes.

Se manifiesta en atletas, bailarines, cirujanos y artesanos, entre


otros..

Se la aprecia en los niños que se destacan en actividades deportivas,


danza, expresión corporal y / o en trabajos de construcciones utilizando
diversos materiales concretos. También en aquellos que son hábiles en la
ejecución de instrumentos.

2.- Inteligencia Lingüística es la capacidad de usar las palabras


de manera efectiva , en forma oral o escrita. Incluye la habilidad en el uso
de la sintáxis, la fonética, la semántica y los usos pragmáticos del lenguaje
(la retórica, la mnemónica, la explicación y el metalenguaje).

Alto nivel de esta inteligencia se ve en escritores, poetas, periodistas


y oradores, entre otros. Está en los niños a los que les encanta redactar
historias, leer, jugar con rimas, trabalenguas y en los que aprenden con
facilidad otros idiomas.

3.- Inteligencia Lógico-matemática es la capacidad para usar los


números de manera efectiva y de razonar adecuadamente. Incluye la
sensibilidad a los esquemas y relaciones lógicas, las afirmaciones y las
proposiciones, las funciones y otras abstracciones relacionadas.

Alto nivel de esta inteligencia se ve en científicos, matemáticos,


contadores, ingenieros y analistas de sistemas, entre otros.

Los niños que la han desarrollado analizan con facilidad


planteamientos y problemas. Se acercan a los cálculos numéricos,
estadísticas y presupuestos con entusiasmo.

4.- Inteligencia Espacial es la capacidad de pensar en tres


dimensiones. Permite percibir imágenes externas e internas, recrearlas,
transformarlas o modificarlas, recorrer el espacio o hacer que los objetos lo
recorran y producir o decodificar información gráfica.

Presente en pilotos, marinos, escultores, pintores y arquitectos,


entre otros.

Está en los niños que estudian mejor con gráficos, esquemas,


cuadros. Les gusta hacer mapas conceptuales y mentales. Entienden muy
bien planos y croquis.

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5.- Inteligencia Interpersonal es la capacidad de entender a los
demás e interactuar eficazmente con ellos. Incluye la sensibilidad a
expresiones faciales, la voz, los gestos y posturas y la habilidad para
responder.

Presente en actores, políticos, buenos vendedores y docentes


exitosos, entre otros.

La tienen los niños que disfrutan trabajando en grupo, que son


convincentes en sus negociaciones con pares y mayores, que entienden al
compañero.

6.-Inteligencia Intrapersonal es la capacidad de construir una


percepción precisa respecto de sí mismo y de organizar y dirigir su propia
vida. Incluye la autodisciplina, la autocomprensión y la autoestima.

Se encuentra muy desarrollada en teólogos, filósofos y psicólogos,


entre otros.

La evidencian los niños que son reflexivos, de razonamiento acertado


y suelen ser consejeros de sus pares.

7.-Inteligencia Naturalista es la capacidad de distinguir, clasificar


y utilizar elementos del medio ambiente, objetos, animales o plantas. Tanto
del ambiente urbano como suburbano o rural. Incluye las habilidades de
observación, experimentación, reflexión y cuestionamiento de nuestro
entorno.

La poseen en alto nivel la gente de campo, botánicos, cazadores,


ecologistas y paisajistas, entre otros.

Se da en los niños que aman los animales, las plantas; que reconocen
y les gusta investigar características del mundo natural y del hecho por el
hombre.

8.- Inteligencia Musical es la capacidad de percibir, discriminar,


transformar y expresar las formas musicales. Incluye la sensibilidad al
ritmo, al tono y al timbre.

Está presente en compositores, directores de orquesta, críticos


musicales, músicos,y oyentes sensibles, entre otros.

Los niños que la evidencian se sienten atraídos por los sonidos de la


naturaleza y por todo tipo de melodías. Disfrutan siguiendo el compás con
el pie, golpeando o sacudiendo algún objeto rítmicamente.

Sin embargo, cuando analizamos los programas de enseñanza que


impartimos, que obligamos a nuestros alumnos seguir, a nuestros hijos;
vemos que se limitan a concentrarse en el predominio de las inteligencias
lingüística y matemática dando mínima importancia a las otras posibilidades
del conocimiento. Aquí el por qué muchos alumnos que no se destacan en el

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dominio de las inteligencias académicas tradicionales, no tienen
reconocimiento y se diluye así su aporte al ámbito cultural y social. Y hasta
pensamos de ellos que han fracasado, cuando en realidad estamos
suprimiendo sus talentos.

6.3 LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA ESCUELA (consejos)

6.3.1 Qué es la inteligencia emocional

Habitualmente estamos acostumbrados a relacionar la inteligencia


con la capacidad de raciocinio lógico, con el coeficiente intelectual que
determina las habilidades para las ciencias exactas, la comprensión y
capacidad de análisis reflexivo, el razonamiento espacial, la capacidad
verbal y las habilidades mecánicas. Sin embargo, en el mundo empresarial
se está empezando a tener en cuenta y a valorar más la denominada
"inteligencia emocional", que determina cómo nos manejamos con nosotros
mismos y con los demás.

Daniel Goleman, padre de la inteligencia emocional desde la


publicación de su libro en 1995, analizó y agrupó los rasgos de las empresas
con más éxito mundial (entre las que se encontraban Lucent Technologies,
British Airways y Credit Suisse) en tres categorías: aptitudes técnicas,
capacidades cognoscitivas y elementos asociados con la inteligencia
emocional. En los resultados del análisis, el coeficiente intelectual resultó
ser mucho más importante y determinante que los otros dos en los cargos
directivos de las empresas analizadas, hasta el punto de que cerca del 90%
de la diferencia observada en el desempeño de los gerentes de las
empresas estudiadas era atribuible a factores asociados con la inteligencia
emocional.

Pero, ¿qué es exactamente el coeficiente emocional? La expresión


“Inteligencia Emocional” fue acuñado por Peter Salovey, de la Universidad
de Yale, y John Mayer, de la Universidad de New Hampshire, en 1990.
Salovey y Mayer lo describían como "una forma de inteligencia social que
implica la habilidad para dirigir los propios sentimientos y emociones y los
de los demás, saber discriminar entre ellos, y usar esta información para
guiar el pensamiento y la propia acción". Sin embargo, ha sido a raíz de la
publicación en 1995 del libro de Daniel Goleman, "La inteligencia
emocional", cuando ha recibido mucha más atención en los medios de
comunicación y en el mundo empresarial.

La inteligencia emocional es un conjunto de destrezas, actitudes,


habilidades y competencias que determinan la conducta de un individuo,
sus reacciones, estados mentales, etc., y que puede definirse, según el
propio Goleman, como la capacidad de reconocer nuestros propios
sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar
adecuadamente las relaciones.

Este término incluye dos tipos de inteligencias:

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La Inteligencia Personal: está compuesta a su vez por una serie de
competencias que determinan el modo en que nos relacionamos con
nosotros mismos. Esta inteligencia comprende tres componentes cuando se
aplica en el trabajo:

1. Conciencia en uno mismo: es la capacidad de reconocer y


entender en uno mismo las propias fortalezas, debilidades,
estados de ánimo, emociones e impulsos, así como el efecto
que éstos tienen sobre los demás y sobre el trabajo. Esta
competencia se manifiesta en personas con habilidades para
juzgarse a sí mismas de forma realista, que son conscientes de
sus propias limitaciones y admiten con sinceridad sus errores,
que son sensibles al aprendizaje y que poseen un alto grado de
autoconfianza.
2. Autorregulación o control de sí mismo: es la habilidad de
controlar nuestras propias emociones e impulsos para
adecuarlos a un objetivo, de responsabilizarse de los propios
actos, de pensar antes de actuar y de evitar los juicios
prematuros. Las personas que poseen esta competencia son
sinceras e íntegras, controlan el estrés y la ansiedad ante
situaciones comprometidas y son flexibles ante los cambios o
las nuevas ideas.

3. Automotivación: es la habilidad de estar en un estado de


continua búsqueda y persistencia en la consecución de los
objetivos, haciendo frente a los problemas y encontrando
soluciones. Esta competencia se manifiesta en las personas
que muestran un gran entusiasmo por su trabajo y por el logro
de las metas por encima de la simple recompensa económica,
con un alto grado de iniciativa y compromiso, y con gran
capacidad optimista en la consecución de sus objetivos.

La Inteligencia Interpersonal: al igual que la anterior, esta


inteligencia también está compuesta por otras competencias que
determinan el modo en que nos relacionamos con los demás:

1. Empatía: es la habilidad para entender las necesidades,


sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su
lugar, y responder correctamente a sus reacciones
emocionales. Las personas empáticas son aquellas capaces de
escuchar a los demás y entender sus problemas y
motivaciones, que normalmente tienen mucha popularidad y
reconocimiento social, que se anticipan a las necesidades de
los demás y que aprovechan las oportunidades que les ofrecen
otras personas.

2. Habilidades sociales: es el talento en el manejo de las


relaciones con los demás, en saber persuadir e influenciar a los
demás. Quienes poseen habilidades sociales son excelentes
negociadores, tienen una gran capacidad para liderar grupos y
para dirigir cambios, y son capaces de trabajar colaborando en
un equipo y creando sinergias grupales

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Por último, al contrario de lo que ocurre con el coeficiente intelectual,
Goleman afirmó en su última conferencia en Madrid que la inteligencia
emocional no se establece al nacer, sino que se puede crear, alimentar y
fortalecer a través de una combinación del temperamento innato y las
experiencias de la infancia. Por lo tanto, desde niños se deberían aprender
nociones emocionales básicas.

Si nos detenemos en el tipo de educación implantada hace unos


años, podremos observar cómo los profesores preferían a los niños
conformistas, que conseguían buenas notas y exigían poco ( de esta forma
se estaba valorando más a los aprendices receptivos y los discípulos más
que a los aprendices activos).

De este modo, no era raro encontrarse con la profecía


autocumplida en casos en los que el profesor espera que el alumno saque
buenas notas y éste las consigue, quizá no tanto por el mérito del alumno
en sí sino como por el trato que el profesor le da.

También se encontraban casos de desesperanza aprendida,


producida por el modo en que los profesores respondían a los fracasos de
sus alumnos.

Pero hemos evolucionado, y para seguir haciéndolo tendremos


que asumir que la escuela es uno de los medios más importantes a través
del cual el niño “aprenderá” y se verá influenciado (influenciando en todos
los factores que conforman su personalidad).

Por tanto, en la escuela se debe plantear enseñar a los alumnos a


ser emocionalmente más inteligentes, dotándoles de estrategias y
habilidades emocionales básicas que les protejan de los factores de riesgo
o, al menos, que palien sus efectos negativos.

Goleman, 1995, ha llamado a esta educación de las emociones


alfabetización emocional (también, escolarización emocional), y según
él, lo que se pretende con ésta es enseñar a los alumnos a modular su
emocionalidad desarrollando su Inteligencia Emocional.

Los objetivos que se persiguen con la implantación de la


Inteligencia Emocional en la escuela, serían los siguientes:

1. Detectar casos de pobre desempeño en el área emocional.


2. Conocer cuáles son las emociones y reconocerlas en los demás

3. Clasificarlas: sentimientos, estados de ánimo...

4. Modular y gestionar la emocionalidad.

5. Desarrollar la tolerancia a las frustraciones diarias.

6. Prevenir el consumo de drogas y otras conductas de riesgo.

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7. Desarrollar la resiliencia (La resiliencia es la capacidad de una persona o
grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos
desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces
graves)

8. Adoptar una actitud positiva ante la vida.

9. Prevenir conflictos interpersonales

10. Mejorar la calidad de vida escolar.

Tenemos muy en cuenta nuestro espacio intelectual y no sólo le


hemos dedicado tiempo y esfuerzo, sino que incluso la valoración que
hacemos de una persona pasa, en buena medida, por sus conocimientos y
habilidades intelectuales. Desde la educación, tanto reglada como no
académica, se nos ha motivado para que saquemos el máximo partido a
nuestros recursos intelectuales.

Nadie discute la necesidad de adquirir conocimientos técnicos y


culturales para prepararnos (y reciclarnos) para la vida profesional, pero en
una equivocada estrategia de prioridades olvidamos a veces la importancia
de educarnos para la vida emocional. Aprender a vivir es aprender a
observar, analizar, recabar y utilizar el saber que vamos acumulando con el
paso del tiempo. Pero convertirnos en personas maduras, equilibradas,
responsables y, por qué no decirlo, felices en la medida de lo posible, nos
exige también saber distinguir, describir y atender los sentimientos. Y eso
significa contextualizarlos, jerarquizarlos, interpretarlos y asumirlos. Porque
cualquiera de nuestras reflexiones o actos en un momento determinado
pueden verse “contaminados” por nuestro estado de ánimo e interferir
negativamente en la resolución de un conflicto o en una decisión que
tenemos que tomar.

Mimar nuestro momento emocional, aprender a expresar los


sentimientos sin agresividad y sin culpabilizar a nadie, ponerles nombre,
atenderlos y saber cómo descargarlos, es uno de los ejes de interpretación
de lo que nos ocurre. Cada vez que dudamos ante una decisión, que nos
proponemos comprender una situación, no hacemos estas operaciones
como lo haría un ordenador o cualquier otro ingenio de inteligencia artificial,
sino que ponemos en juego, traemos a colación, todo nuestro bagaje
personal (incluyendo lo que nos ha podido pasar hace un rato o unas horas)
y el pesado fardo de nuestra herencia cultural. De ahí que vivir nuestras
emociones es una habilidad relacional que nos capacita como seres que se
desarrollan en un contexto social. Sólo cuando conectamos con nuestros
sentimientos, los atendemos y jerarquizamos, somos capaces de empatizar
con los sentimientos y circunstancias de los demás. No es más inteligente
quien obtiene mejores calificaciones en sus estudios, sino quien pone en
práctica habilidades que le ayudan a vivir en armonía consigo mismo y con
su entorno. La mayor parte de las habilidades para conseguir una vida
satisfactoria son de carácter emocional, no intelectual. Los profesionales
más brillantes no son los que tienen el mejor expediente académico, sino
los que han sabido “buscarse la vida” y exprimir al máximo sus habilidades.

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Aprender a desarrollar la inteligencia emocional

Esta sociedad de las “buenas maneras” y el control social han hecho


de nosotros auténticos robots de las apariencias. En la Universidad de
Málaga los doctores Fernández Berrocal y Extremera han abordado la
inteligencia emocional como la habilidad (esencial) de las personas para
atender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, la
capacidad para asimilarlos y comprenderlos adecuadamente y la destreza
para regular y modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás. En la
inteligencia emocional se contemplan cuatro componentes:

Percepción y expresión emocional. Se trata de reconocer de


manera consciente qué emociones tenemos, identificar qué sentimos y ser
capaces de verbalizarlas. Una buena percepción significa saber interpretar
nuestros sentimientos y vivirlos adecuadamente, lo que nos permitirá estar
más preparados para controlarlos y no dejarnos arrastrar por los impulsos.

Facilitación emocional, o capacidad para producir sentimientos que


acompañen nuestros pensamientos. Si las emociones se ponen al servicio
del pensamiento nos ayudan a tomar mejor las decisiones y a razonar de
forma más inteligente. El cómo nos sentimos va a influir decisivamente en
nuestros pensamientos y en nuestra capacidad de deducción lógica.

Comprensión emocional. Hace referencia a entender lo que nos


pasa a nivel emocional, integrarlo en nuestro pensamiento y ser conscientes
de la complejidad de los cambios emocionales. Para entender los
sentimientos de los demás, hay que entender los propios. Cuáles son
nuestras necesidades y deseos, qué cosas, personas o situaciones nos
causan determinados sentimientos, qué pensamientos generan las diversas
emociones, cómo nos afectan y qué consecuencias y reacciones propician.
Empatizar supone sintonizar, ponerse en el lugar del otro, ser consciente de
sus sentimientos. Hay personas que no entienden a los demás no por falta
de inteligencia, sino porque no han vivido experiencias emocionales o no
han sabido gestionarlas. Quién no ha experimentado la ruptura de pareja o
el sentimiento de orfandad por la pérdida de un ser querido, es difícil que se
haga cargo de lo que sufren quienes pasan por esa situación. Incluso
cuando se han vivido por experiencias de ese tipo, si no se ha hecho el
esfuerzo de vivirlas de manera explícita aceptándolas e integrándolas, no
estarán suficientemente capacitados para la comprensión emocional
inteligente.

Regulación emocional, o capacidad para dirigir y manejar las


emociones de una forma eficaz. Es la capacidad de evitar respuestas
incontroladas en situaciones de ira, provocación o miedo. Supone también
percibir nuestro estado afectivo sin dejarnos arrollar por él, de manera que
no obstaculice nuestra forma de razonar y podamos tomar decisiones de
acuerdo con nuestros valores y las normas sociales y culturales.

Estas cuatro habilidades están ligadas entre sí en la medida en que es


necesario ser conscientes de cuáles son nuestras emociones si queremos
vivirlas adecuadamente.

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Para conseguir esto se hace necesaria la figura de un nuevo tutor
(con un perfil distinto al que estamos acostumbrados a ver normalmente)
que aborde el proceso de manera eficaz para sí y para sus alumnos. Para
ello es necesario que él mismo se convierta en modelo de equilibrio de
afrontamiento emocional, de habilidades empáticas y de resolución serena,
reflexiva y justa de los conflictos interpersonales, como fuente de
aprendizaje vicario para sus alumnos.

Este nuevo tutor debe saber transmitir modelos de afrontamiento


emocional adecuados a las diferentes interacciones que los alumnos tienen
entre sí (siendo fruto de modelos de imitación, por aprendizaje vicario, para
los niños). Por tanto, no buscamos sólo a un profesor que tenga unos
conocimientos óptimos de la materia a impartir, sino que además sea capaz
de transmitir una serie de valores a sus alumnos, desarrollando una nueva
competencia profesional. Estas son algunas de las funciones que tendrá que
desarrollar el nuevo tutor:

- Percepción de necesidades, motivaciones, intereses y objetivos de los


alumnos.
- La ayuda a los alumnos a establecerse objetivos personales.

- La facilitación de los procesos de toma de decisiones y


responsabilidad personal.

- La orientación personal al alumno.

- El establecimiento de un clima emocional positivo, ofreciendo apoyo


personal y social para aumentar la autoconfianza de los alumnos.

La escolarización de las emociones se llevara a cabo analizando


las situaciones conflictivas y problemas cotidianos que acontecen en el
contexto escolar que generan tensión (como marco de referencia para el
profesor, y en base a las cuales poder trabajar las distintas competencias de
la inteligencia emocional.

Por último, vamos a puntualizar que para que se produzca un


elevado rendimiento escolar, el niño debe contar con 7 factores
importantes:

- Confianza en sí mismo y en sus capacidades


- Curiosidad por descubrir

- Intencionalidad, ligado a la sensación de sentirse capaz y eficaz.

- Autocontrol

- Relación con el grupo de iguales

- Capacidad de comunicar

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- Cooperar con los demás

Y para que el niño se valga de estas capacidades una vez se


escolarice, no hay que poner en duda que dependerá mucho del cuidado
que haya recibido por sus padres.

De este modo, debemos resaltar que para una educación


emocionalmente inteligente, lo primero será que los padres de los futuros
alumnos proporcionen ese ejemplo de Inteligencia Emocional a sus niños,
para que una vez que éstos comiencen su educación reglada, ya estén
provistos de un amplio repertorio de esas capacidades emocionalmente
inteligentes.

6.4 LA CREATIVIDAD

Guildford (1959) nos proporciona una perspectiva sobre el concepto


de “creatividad”. Sostiene que la recuperación de información almacenada
en la memoria puede implicar dos tipos de operaciones:

Producción convergente: Implica la búsqueda de información


específica para solucionar un problema que requiere una respuesta correcta,
única y lógicamente necesaria.

Producción divergente: Se requiere para problemas que pueden ser


solucionados en muchas formas diferentes e igualmente aceptables. Ej:
¿Qué se puede hacer con un periódico?

La creatividad exige pensamiento divergente.: Fluidez, flexibilidad y


originalidad.

Según Albertina Mitjáns, la creatividad también se expresa "en los


múltiples campos de la actividad humana, tanto en las ciencias y en las
artes, como en las diversas profesiones, la política, el proceso de
apropiación del conocimiento, las relaciones humanas y en otras muchas;
precisamente allí donde el sujeto está significativamente implicado."
(Mitjáns,1995(b), 132)

"La creatividad se expresa en diferentes niveles en función de la


magnitud y significación de la transformación que el producto significa;
desde niveles más elementales, hasta niveles incluso trascendentes a la
humanidad." (Mitjáns,1995(b),178)

De acuerdo con la concepción anterior, es muy difícil referirse


entonces a personas creativas en general. La creatividad global es
abstracta, se es creativo para una actividad específica, eso sí es creatividad
concreta, tangible.

Gerardo Borroto define la creatividad técnica como "la actividad


pedagógica relacionada con la técnica y la tecnología, realizada por un

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alumno o por un grupo de ellos, mediante la cual éstos descubren o
producen ideas, estrategias, procesos u objetos novedosos que dan solución
a problemas individuales o sociales." (Borroto,1997,4)

Según nuestro enfoque pedagógico, la creatividad es la potencialidad,


capacidad, facultad o proceso cognitivo – afectivo del ser humano o de un
colectivo, que se expresa, manifiesta y materializa a través del
descubrimiento, formulación y/o solución apropiada de problemas
profesionales, la elaboración de productos y objetos originales, la
generación de ideas valiosas, respuestas auténticas, acciones y hechos
pertinentes y relevantes; encontrando nuevas combinaciones, relaciones
novedosas y estrategias útiles para el contexto social en que fueron
creadas, partiendo de informaciones técnicas ya conocidas y facilitando el
cambio en función del beneficio, el crecimiento, el desarrollo humano y el
progreso social.

INDICADORES PARA IDENTIFICAR LA CREATIVIDAD


PROFESIONAL

Se han sistematizado 14 indicadores creativos que son los más


relevantes. Los indicadores a desarrollar son los siguientes: Originalidad,
Iniciativa, Fluidez, Divergencia, Flexibilidad, Sensibilidad, Elaboración,
Autoestima, Motivación, Independencia, Pensar técnico, Innovación,
Invención, Racionalización.

A continuación se definen los indicadores de la Creatividad


Profesional:

ORIGINALIDAD: Es la capacidad del individuo para generar ideas y/o


productos cuya característica es única, de gran interés y aportación
comunitaria o social.

INICIATIVA: Es la actitud humana para idear y emprender


actividades, para dirigir acciones, es la disposición personal para
protagonizar, promover y desarrollar ideas en primer término.

FLUIDEZ: Es la capacidad para producir ideas en cantidad y calidad


de una manera permanente y espontánea, el proceso de generación de
descubrimientos que no se interrumpen o la productividad del pensamiento
técnico en la búsqueda de contradicciones y la solución de problemas
profesionales.

DIVERGENCIA: Es la capacidad del individuo para analizar lo opuesto,


para visualizar lo diferente, para contrariar el juicio, para encontrar caminos
diferentes. La divergencia es el tránsito por las ideas de la
problematización.

FLEXIBILIDAD: Es la capacidad del individuo para organizar los


hechos dentro de diversas y amplias categorías, la capacidad de

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modificación, de variación en comportamientos, actitudes, objetos,
objetivos y métodos.

SENSIBILIDAD: Es la capacidad del individuo para percibir y expresar


el mundo en sus múltiples dimensiones, la capacidad de identificación con
una situación o problema planteado, la concentración y compenetración con
la acción.

ELABORACIÓN: Es la capacidad del individuo para formalizar las


ideas, para planear, desarrollar y ejecutar proyectos, la actitud para
convertir las formulaciones en soluciones prometedoras y acciones
decisivas, la exigencia de llevar el impulso creativo hasta su realización.

En otro sentido la elaboración es la capacidad de profundización y


detenimiento en la consolidación de una idea, la búsqueda de
perfeccionamiento y precisión de la acción.

AUTOESTIMA: Es la valoración de sí mismo, la confianza de la


persona en su ser, basado en el conocimiento real de sus posibilidades y
potencialidades, fortalezas y debilidades, en el poder de sus convicciones y
su energía, vigor y fortaleza espiritual.

MOTIVACIÓN: Es la relación que existe entre lo cognitivo y lo afectivo


en función de solucionar el problema profesional que el alumno debe
resolver.

INDEPENDENCIA: Es un rasgo de la personalidad necesario para la


autoeducación, es la capacidad de comprender, formular y realizar las
tareas profesionales cognoscitivas según su propia iniciativa y sin ayuda de
nadie.

PENSAR TÉCNICO: Es la forma de pensar y razonar del estudiante de


especialidades técnicas, en función de diseñar proyectos y solucionar
problemas profesionales.

INNOVACIÓN: Es la habilidad para el uso óptimo de los recursos, la


capacidad mental para redefinir funciones y usos, la cualidad para convertir
algo en otra cosa, de lograr nuevos roles.

INVENCIÓN: Es la capacidad de resolución eficaz, en concordancia


con la disposición de recursos.

RACIONALIZACIÓN: Es la solución correcta de un problema


profesional que se califica nueva y útil para el individuo o el colectivo que la
logra, y que su aplicación aporta un beneficio técnico, económico o social.

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