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Departamento: Humanidades

Cátedra: Filosofía Política

Docente: Vega, Guillermo

Estudiante: Acosta, David Aníbal

Título: Discurso de la Servidumbre

Fecha de Entrega: 30/05/2019


Introducción
En este modesto ensayo, se intentará abordar el pensamiento de un antiguo (y a la
vez muy contemporáneo) autor francés del siglo XVI. Estamos hablando de Étienne de la
Boétie. Como primera medida, sería lícito hacer una breve contextualización socio-
histórica de la época a modo de aproximar algunas ideas de este peculiar pensador galo.
A de la Boétie (1530-1563) le tocó vivir en un siglo absolutamente convulsionado
por las disputas religiosas. La Francia del siglo XVI era regida por la casa real de los
valois-angouleme y se encontraba polarizada por católicos y protestantes calvinistas
(hugonotes). De la Boétie padeció el principio del conflicto religioso que finalmente
acabaría con la masacre de protestantes conocida como La matanza de San Bartolomé el
24 de agosto de 1572.
Con todo, la pequeña obra del nacido en la Aquitania francesa sería conocida por
el mundo gracias a su amigo Montaigne (que heredará su biblioteca). Además, este último
fue quien se encargó de que su obra sea conocida, ya que de la Boétie fallecería a los 33
años. Así pues, será el propio Montaigne que intentará hacer justicia de su querido amigo
al ponderar su desconocida obra cuando le envía una carta al canciller de Francia en
Venecia, además de ser un prólogo para una edición francesa.1
Luego de esta pequeña reseña histórica y contextualización de la obra, nos
introduciremos a lo que se cree que es lo nuclear de este abordaje. En rigor, se puede
decir sin escatimar que de la Boétie fue el primer moderno en hablar sobre el concepto de
alienación humana. De la Boétie entrará en una suerte de profundo extrañamiento y
perplejidad, al preguntarse el porqué de la obediencia voluntaria. ¿Por qué un millón de
personas se someten a un tirano que no tiene fuerza ni prestigio? Así sería más o menos
la formulación que lo acucia a de la Boétie. ¿Qué es lo que hace que los humanos se
sometan a la voluntad de un “maestro” de un “rey”, de un “príncipe”, o en última
instancia, a los designios de una persona?
Con todo, intentaremos reflexionar sobre los mecanismos y la lógica imperante
que de la Boétie desentraña y denuncia como vicio, miedo, cobardía, encantamiento,
inocencia o pusilanimidad. Cómo es que los tiranos y déspotas logran nutrirse de poder
para gobernar, dominar y controlar a las masas.

1
“Lector, tú me debes todo cuanto disfrutas del difunto señor Esteban de La Boëtie, pues has de saber que su
voluntad era no darte a conocer nada, y hasta creo que nada tampoco consideraba digno de llevar en público su
nombre. Mas yo que no albergo designios tan altos, no habiendo encontrado otra cosa en su librería, la cual me legó
en su testamento, ni siquiera he querido que esto poco se perdiera; y a mi juicio espero que supondrás que los
hombres más expertos de nuestro siglo con harta frecuencia se regocijan con cosas de menor cuantía a los que más
joven le trataron (pues nuestra frecuentación no comenzó sino unos seis años antes de su muerte) oigo decir que
había hecho muchos otros versos latinos y franceses, como los que compuso con el nombre, de Gironda, y de ellos oí
recitar varios ricos trozos; el que escribió las antigüedades de Bourges cita algunos más que reconozco, pero no sé
dónde fueron a parar, como tampoco sus poemas griegos. Y a la verdad, a medida que cada inspiración asaltaba su
mente, descargábase de ella en el primer papel que hallaba a la mano, sin ningún cuidado de conservarla. Está seguro
que hice cuanto pude, y de que, al cabo de siete años que le perdimos, nada recobré sino lo que aquí ves, salvo un
discurso de la Servidumbre voluntaria y algunas memorias de nuestras revueltas sobre el edicto de enero de 1562.
Pero en cuanto a estos dos últimos escritos considérolos sobrado lindos y delicados para abandonarlos al grosero y
pesado ambiente de una época tan ingrata. Adiós. De París, a 10 de agosto de 1570 » Cfr.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/ensayos-de-montaigne--0/html/fefb17e2-82b1-11df-acc7-
002185ce6064_170.html#I_150_

2
Desarrollo
El discurso de la servidumbre voluntaria, es antes que nada, una crítica radical de
la dominación. Desde esta perspectiva, sería un modo inverso de abordar lo político, algo
que hasta la época nunca había sido formulado en esos términos. Hasta el momento, todas
las tesis políticas versaban en preguntarse cómo dominar y controlar a las masas, es decir,
cuál era el “mejor método” para persuadir y ejercer el poder sobre los súbditos. Sin
embargo, de la Boétie se planteará esta problemática del polo apuesto, es decir, se percata
que el poder no reside en el tirano, sino que el poder nace en los súbditos.
De momento, quisiera tan sólo entender cómo pueden tantos hombres, tantos
pueblos, tantas ciudades, tantas naciones soportar a veces a un solo tirano, que no
dispone de más poder que el que se le otorga, que no tiene más poder para causar
perjuicios que el que se quiera soportar y que no podría hacer daño alguno de no ser
que se prefiera sufrir a contradecirlo.2
¿Cómo podemos explicar que los pueblos se sometan a un tirano que no tiene ni
fuerza ni prestigio? ¿Por qué entonces los pueblos se esclavizan a sí mismos? Según de
la Boétie, la servidumbre existe sólo porque es voluntaria. Pero de ¿dónde nacería esa
voluntad de servir? Aquí se puede vislumbrar una suerte de enigma en el discurso
“Boétieano”. El enigma sería: si se tiene el poder de revelarse, ¿por qué no se lo hace?
¿Eso es cobardía, es miedo, qué es? “Pero, ¡oh, Dios mío!, ¿qué ocurre? ¿Cómo llamar
ese vicio, ese vicio tan horrible? ¿Acaso no es vergonzoso ver a tantas y tantas personas,
no tan sólo obedecer, sino arrastrarse?”3
La cobardía no explicaría nada, ya que esta cobardía en sí misma es la que debe
ser explicada. De la Boétie se espanta y se horroriza al ver que las personas se resisten a
ser libres y a romper el yugo que los esclaviza. “¿Qué daño podría haceros si vosotros
mismos no encubriérais al ladrón que os roba, cómplices del asesino que os extermina y
traidores de vuestra condición?”.4 Lo que en realidad estaría diciendo de la Boétie es que
las personas son complacientes en esta servidumbre. Esta es la espantosa verdad: si los
humanos no rechazan la servidumbre, es porque la desean.
En rigor, si realmente quieres deshacerte de un tirano, ni siquiera tienes que luchar
contra él, todo lo que se tiene que hacer, es dejar de obedecer y dejar de proveerle el
poder. Para de la Boétie, la tiranía es como un fuego, se alimenta del combustible que se
pone a su disposición. Mientras más tiranos saquean, más demandan, más arruinan, más
destruyen, más se les da. Cuanto más les servimos, más poderosos se vuelven y más aptos
se tornan para destruir todo. Si no se les da nada, permanecen desnudos y arruinados.
Desde esta perspectiva, la tiranía es una enfermedad mortal porque las personas
que han perdido su libertad ya ni siquiera sienten el mal que les afecta. Por consiguiente,
urge la necesidad de saber cómo está arraigada esta obstinada determinación de servir.
Para responder a esta pregunta, de la Boétie intentará indagar la génesis de dicho
comportamiento humano, que él denomina naturaleza humana.

2
De La BOÉTIE, E. Discurso de la Servidumbre Voluntaria, Ed, Terramar, Trad. Miguel Abensour, Buenos
Aires, 2008 p. 45
3
Ibíd. p. 46
4
Ibíd. p. 50

3
Naturaleza humana y libertad
En pocas páginas, Étienne de La Boétie explica su concepción de la naturaleza
humana, que, aparentemente insignificante, es relativamente compleja. Esta antropología,
que es muy importante para arraigar su concepción de la libertad y las consecuencias
políticas que de ella se derivan. “La naturaleza del hombre es ser libre y querer serlo. Pero
también su naturaleza es tal que, de una forma natural, se inclina hacia donde lo lleva su
educación”.5
Primero, la naturaleza humana estaría inacabada en el nacimiento. El cuidado y la
educación deben perfeccionar el trabajo de la naturaleza, pero en realidad es siempre, en
esta etapa, que la naturaleza continúa su trabajo. La razón, embrionaria en la niñez, debe
ser “educada”. Por ello, la tarea de los padres será asegurar este desarrollo de la razón.
No obstante, puede suceder que, bajo “mala influencia”, estas semillas naturales (razón)
pueden marchitarse y abortar. Por lo tanto, dependiendo de su formación, los humanos
serán diferentes entre sí. Además, la naturaleza de las cosas hace que no todo el mundo
nazca con las mismas predisposiciones, ya que la naturaleza nos ha hecho diferentes.
Pero si algo hay claro y evidente para todos, si algo hay que nadie podría negar,
es que la naturaleza, ministro de Dios, bienhechora de la humanidad, nos ha conformado
a todos por igual y nos ha sacado de un mismo molde para que nos reconozcamos como
compañeros, o, mejor dicho, como hermanos. Y, si, en el reparto que nos hizo de sus
dones, prodigó alguna ventaja corporal o espiritual a unos más que a otros, jamás pudo
querer ponernos en este mundo como en un campo acotado y no ha enviado aquí a los
más fuertes ni a los más débiles. Debemos creer más bien que al hacer el reparto, a unos
más, a otros menos, quería hacer brotar en los hombres el afecto fraternal y ponerlos
en situación de practicarlo, al tener, los unos, el poder de prestar ayuda y, los otros, de
recibirla. 6
Según de la Boétie, la naturaleza no quiere dominación o sujeción. Si nos ha
hecho diferentes a todos, es porque esta diferencia entre las personas permite la
complementariedad. Esta complementariedad, a su vez, contribuye a crear fuertes
vínculos entre los más y los menos favorecidos. Es decir, engendraría hermandad entre
todas las personas. Es por eso que para de la Boétie, la naturaleza sería "buena madre", a
pesar de nuestras diferencias, nos ha cortado con el mismo patrón para permitir que la
gente se identifique con los demás. Otro aspecto fundamental sería el uso de la palabra
para permitir a las personas intercambiar entre sí, es decir, consensuar o discrepar y dar a
conocer su voluntad. Por tanto, las relaciones humanas, no serán sinónimos de
sometimiento y esclavitud.
Con todo, la naturaleza del ser humano –según de la Boétie- reposaría en un
axioma de racionalidad libertaria. Esto es, en efecto, una consecuencia de lo razonable
de nuestra naturaleza como seres libres. La libertad se deriva de la razón misma. ¿Por
qué? Porque la libertad del ser humano es razonable y por ello reconoce en otros a su
prójimo. Reconoce su autonomía. Y este reconocimiento es mutuo e interdependiente. La
interdependencia se opone a la dependencia y más que sometimiento, requiere libertad.

5
Ibíd. p. 58
6
Ibíd. p. 51

4
Sin embargo, esa libertad por derecho natural no bastará para de la Boétie, sino
que habrá que luchar y defender ese don preciado.
Queda, pues, por decir, que la libertad es natural y que, en mi opinión, no sólo
nacemos con nuestra libertad, sino también con la voluntad de defenderla. Y si aún
queda, por casualidad, alguien que siga dudando y que esté tan envilecido como para no
reconocer los bienes y los afectos innatos que le son propios, tendré que rendirle los
honores que se merece y colocar, por así decirlo, a esa bestia en estado bruto en
situación de enseñarle cuál es su auténtica naturaleza y condición. 7
Desde esta perspectiva, el ser humano tiene el deber de defender su derecho
natural a la libertad y la constante voluntad de ser libre. Con lo cual, todo lo que, por
naturaleza, estaría dotado de vida y libertad, luchará constantemente contra el
sometimiento. Dice de la Boétie que inclusive las bestias y animales brutos se quejan
cuando son encarcelados. Incluso las especies domesticadas, las hechas para el servicio
de la gente, protestan contra la esclavitud. En suma, la Libertad será una suerte de yihad
o parafraseando a Spinoza, una especie de conatus que intenta perseverar en su ser.
Pero siguiendo esta línea de pensamiento ¿Cómo es posible que los seres humanos
nacieron para ser libres, y sin embargo, se fueron esclavizando hasta el punto de la
servidumbre voluntaria? ¿Por qué es este el caso? Para ello, se deberá analizar el origen
y procedencia de la tiranía según de la Boétie.

Tipologías de tiranía
Para de la Boétie existían tres tipos de tiranos. Por un lado, estaban aquellos que
tomaron el poder a través de la ley de la guerra y se comportan como si hubieran
permanecido en el campo de batalla (Dictadura). Por otro lado, los reyes criados y
educados en la creencia de que la gente del pueblo son siervos hereditarios. A sus ojos, el
reino y todo lo que contiene constituyen su patrimonio y lo utilizan según su propio placer
(Monarquía). Y por último, los tiranos, llevados al poder por el pueblo, por su prestigio,
su grandeza o cualquier otra cualidad que les haya permitido seducir al pueblo, deciden,
una vez tomado el poder, mantenerlo por todos los medios. A menudo superan, a través
de sus vicios y crueldad, a todos los demás tiranos y se apresuran a suprimir la libertad
“aún fresca” antes de que la gente se acostumbre a ella (Democracia).
Hay tres clases de tiranos: unos poseen el Reino gracias a una elección popular,
otros a la fuerza de las armas y los demás al derecho de sucesión. Los que lo han
adquirido por el derecho de la guerra se comportan, todo el mundo lo sabe, como en
país conquistado. Los que nacen reyes no acostumbran a ser mucho mejores, sino que,
por haber nacido y sido educados en el seno de la tiranía, sorben con la leche la
naturaleza misma del tirano y consideran a los pueblos que les están sometidos como a
siervos traspasados por herencia; además, según sus inclinaciones preferidas, se
muestran avaros o pródigos y usan del Reino cómo de su propia herencia. Aquel que
detenta el poder gracias al voto popular debería ser, a mi entender, más soportable y lo
sería, creo, de no ser porque, a partir del momento en que asume el poder, situándose
por encima de todos los demás, halagado por lo que se da en llamar grandeza, toma la

7
Ibíd. p. 52

5
firme resolución de no abandonarlo jamás. Acostumbra a considerar el poder que le ha
sido confiado por el pueblo como un bien que debe transmitir a sus hijos. 8
Existen, por supuesto, diferencias entre estas tres tipologías de tiranos, pero en la
forma de gobernar siguen siendo muy similar. Los tiranos “elegidos” domestican al
pueblo con ardides retóricas. Los conquistadores los convierten en su botín de guerra y
los “príncipes sucesores” lo tratan como a un esclavo natural. La velocidad con la que la
gente, una vez subyugada, pierde el recuerdo de la libertad es verdaderamente increíble.
Es como haber pasado por “el río del olvido” y perder las remembranzas de la patria
original. ¿Pero de dónde viene esa voluntad de servidumbre y ese deseo de servilismo?
Para de la Boétie, el sometimiento es amargo en todos los países. No obstante,
piensa que hay que tener piedad y perdonar a aquellos que, sin haber probado nunca la
libertad ni haber oído hablar de ella, no se dan cuenta del daño que se hacen.
Pero soy de la opinión que hay que compadecer a aquellos que, al nacer, se
encontraron con el yugo al cuello; hay también que perdonarlos, o excusarlos, si, al no
haber conocido el menor atisbo de libertad y al no haber oído jamás hablar de ella, no
sienten la desgracia de ser esclavos. Si hubiera un país, como refiere Homero de los
cimerios, donde el sol se mostrara a los hombres bajo otro aspecto y, tras alumbrarlos
durante seis meses, los dejara somnolientos en la oscuridad sin volver a visitarlos
durante el resto del año, los que nacieran durante esa larga noche, si no hubieran oído
hablar de la claridad, ¿acaso se sorprendería alguien de que, al no conocer la claridad,
se acostumbraran a vivir en las tinieblas en que nacieron, sin desear la luz? Nadie se
lamenta de no tener lo que jamás tuvo, y el pesar no viene jamás sino después del placer
y consiste siempre en el conocimiento del mal opuesto al recuerdo de la alegría pasada.9

En este párrafo, de la Boétie estaría presuponiendo que para muchas personas (la
mayoría) es imposible reclamar la libertad o revelarse al sometimiento del que serían
víctimas. Y es por una sencilla razón: en tales personas no existe otra realidad. Nunca han
tenido la experiencia de sentirse libres y autónomos. “No se le puede pedir a alguien, algo
que no tiene”. Ahora bien, para desarrollar mejor esta idea, de la Boétie dará algunas
razones por las cuales la voluntad de servidumbre se enquista en los humanos.
Hábito
La primera razón que para de la Boétie sostiene la servidumbre voluntaria es la
costumbre o el hábito. El hábito, luego muy estudiado por Hume para elaborar sus
principios empiristas, como así también será abordado por Hobbes en el Leviatán, y que
Aristóteles ya lo había denominado como una segunda naturaleza, o cualidad de la
Sustancia. Ahora bien, esta característica entonces tendrá un rol fundamental a la hora de
fomentar y propagar la ceguera e insensibilidad en pos de ser libres.
Así pues, la primera razón de la servidumbre voluntaria es la costumbre, al igual que
los más bravos caballos rabones que, al principio, muerden el freno que, luego, deja de
molestarlos y que, si antes coceaban al notar la silla de montar, después hacen alarde
los arneses y, orgullosos, se pavonean bajo la armadura. 10

8
Ibíd. p. 54
9
Ibíd. P. 58
10
Ibíd. p. 59

6
Todas las cosas que para las personas “parecen” naturales son en realidad aquellas
a las que se está acostumbrado desde la infancia. De la Boétie en la cita precedente intenta
argumentar esa naturalización y domesticación con la figura de los potros salvajes. Estos
indomables mustangs al principio son ariscos y bellacos (porque es su naturaleza) sin
embargo, una vez adiestrados y “amansados” ya no se resistirán “al freno” y a la monta
de sus caballeros, es más, con el pasar del tiempo, se ufanarán y jactarán de ser “montados
por dichos señores”, luego los potrillos y potrancas que nazcan en esas caballerizas,
creerán que sus vidas son solamente eso. Volilà el hábito y el acostumbramiento. Las
personas hacen lo mismo –dice de la Boétie- afirma que siempre han sido súbditos y que
también lo fueron sus antepasados, por ello se considera “normal” soportar esa carga
como camellos.
¿Puede llamarse a esto vivir? ¿Hay en el mundo algo menos soportable, no digo
ya para un hombre de buen corazón, o para un hombre bien nacido, sino tan sólo para
cualquiera que tenga un mínimo de sentido común, o, sin más, un resto de humanidad?
¿Habráse otra manera de vivir más mísera, carente de todo, cuando podría gozar del
libre albedrío, de la libertad, de su cuerpo y de la vida? 11
Llegado a este punto, no encontramos muy tentados de saltar tres siglos y hacer
una analogía para contraponer la tesis de la boétieana, con la noción nietzscheana de
voluntad de poder. No es el momento ni el lugar para hacer semejante análisis, sin
embargo, creemos conveniente realizar una simple mención “al paso”. En suma, la
primera razón por la que las personas permanecen tan voluntariamente en estado de
servidumbre es -como hemos visto- porque nacen en la servidumbre y son educados en
el espíritu de la servidumbre.
Cobardía y apocamiento
La segunda razón para de la Boétie, es que, bajo la tiranía, las personas se vuelven
fácilmente cobardes y “afeminados”.12 Hay que tener en cuenta que el término
“afeminado” es del siglo XVI, cuyo significado era algo así como ‘perdida de valentía y
de virilidad’. En este sentido, el autor francés lo relaciona con el campo de batalla.
Las gentes sometidas no sienten ni alegría ni arrojo en el combate; van a la lucha
casi como atados y entumecidos, como cumpliendo penosamente un deber impuesto.
No sienten en su corazón el ardor de la libertad, que les hace despreciar el peligro y
alimentar el deseo de alcanzar, aun a costa de su muerte, rodeado de sus compañeros
de lucha, el honor y la gloria. 13

Pero no será sólo el “ardor bélico” lo que pierden las personas esclavizadas,
también perderán su vitalidad y su voluntad. Se vuelven incapaces de lograr grandes
cosas, cada vez disminuyen más su potencia, además los tiranos son muy conscientes de
esa disminución y “apocamiento” de modo que trabajarán y se empeñarán en agudizar lo
que aquí llamaremos alienación.

11
Ibíd. p. 69
12
La traducción al castellano que se está usando traduce el vocablo efféminé como ‘apocado’, sin
embargo, la palabra significa “afeminado”. No obstante, no habría que confundir este termino con
misoginia, ya que se trata de una definición histórica.
13
Ibíd. p. 61

7
Efecto cascada
Étienne se preguntaba si una sola persona podía gobernar, someter y controlar a
todo un pueblo o nación. Por ello, la tercera (y última razón) que señala de la Boétie será
a partir de los “asesores” y de quienes se encargan de sostener a los tiranos.
Cuesta creerlo, pero es cierto. Son cuatro o cinco los que sostienen al tirano,
cuatro o cinco los que imponen por él la servidumbre en toda la nación. Siempre han
sido cinco o seis los confidentes del tirano, los que se acercan a él por su propia voluntad,
o son llamados por él, para convertirse en cómplices de sus crueldades, compañeros de
sus placeres, rufianes de sus voluptuosidades y los que se reparten el botín de sus
pillajes. 14
Las asesorías serían entonces, las verdaderas “auspiciantes “de la servidumbre y
así, la tiranía sería como una enfermedad que aflige y abarca a todo el cuerpo social. pero
en concreto, ¿qué serían estas asesorías? Para de le Boétie significará simplemente que,
todo tirano depende de los “tiranos” que están debajo de él, es decir, toda una serie de
personas que quieren “parte del botín”. Esto se puede comparar con aquellas empresas de
piratería que, a través de la red de vínculos de obligación establecidos entre ellas por los
piratas que las componían, lograban ganarse a su favor algunos tesoros.
Con todo, podría pensarse esta última idea en términos más actuales. Según de la
Boétie, quien tiraniza, necesita sociedades. El habla de unos cinco o seis, de todos modos,
podrían ser dos, diez o veinte. La idea sería conformar una red de tiranía desde la cúspide
de la pirámide, hasta la última capa social, o del primer eslabón, hasta el último. En este
sentido, la tiranía se iría multiplicando y reproduciendo por las mismas personas, ya que
quien padece la tiranía, luego tiranizará por placer y venganza. Este ejemplo podría
graficarse perfectamente en las fuerzas armadas o policiales, desde el General al más
“raso”, en las instituciones y en todas las relaciones humanas, porque como diría
Foucault, cada relación humana está atravesada por el ejercicio del poder, de lo micro a
lo macro.
En suma, en cada eslabón, en cada capa social, la gente sufre de la tiranía. Sin
embargo, estas personas lo harán complacientemente al soportar el daño que el tirano les
hace porque pueden hacer lo mismo, y aún más, a las personas que están por “debajo” de
ellos. De hecho, cuanto más se acercan al tirano, más dilapidan su libertad. Por otra parte,
explica de la Boétie, que los cortesanos y bufones del tirano deben complacerlo
constantemente, trabajar incansablemente por él, prever su voluntad, predecir sus
movimientos, adivinar sus pensamientos, permitirse los mismos abusos, tener cuidado
con sus palabras, sus ojos, sus estados de ánimo, etc. He ahí la perdida de la libertad, a
cambio de la servidumbre voluntaria.

14
Ibíd. p. 67

8
Conclusión
Para concluir este breve recorrido, intentaremos responder a la pregunta inicial
formulada en la introducción: ¿Qué es lo que hace para que los humanos se sometan a la
voluntad de un “maestro” de un “rey”, de un “príncipe”, o en última instancia, a los
designios de otra/s persona/s? Ahora bien, consiguientemente enumeraremos las razones
y argumentos que Étienne de la Boétie fue señalando como el mecanismo y distintos
dispositivos de sometimiento y esclavitud: hábito, fuerza, tradición, historia, educación,
retórica, seducción y religión. En suma, la voluntad de servidumbre, no es más que lo que
se conoce “positivamente” como Cultura.
Con todo, el ethos de servidumbre, se irá forjando y robusteciendo desde la niñez
a la vejez. Según de la Boétie, el ser humano nace para ser libre, sin embargo, la familia,
las instituciones y las relaciones van entorpeciendo y vedando aquella “naturaleza”
original. La voluntad de vivir y ser libre se irá marchitando hasta metamorfosearse en
servidumbre voluntaria. Pero paradojalmente, esa subordinación y esclavitud, tendrá una
fachada placentera, confortable e inclusive garantías de reconocimiento y estatus.
Esa suerte cadena alimenticia, donde los “más fuertes” se alimentan de los “más
débiles” aceitará los engranajes de la tiranía. De hecho, existe un célebre video-clips de
Pink Floyd, The Wall donde se puede interpretar claramente ese fenómeno del que
hablamos. 15 Allí se puede ver como el profesor (ofendido por su directora) ridiculiza y
maltrata a un estudiante por escribir poemas, luego, él mismo será sermoneado y
maltratado por su mujer a la hora de la cena. Cuanto más me tiranizan, más tiranizo,
cuanto más oprimido me siento, más oprimo. El hilo jerárquico se ejecuta y así, la tiranía
se respeta y se “disfruta” desde la cima hasta la base.

15
https://www.youtube.com/watch?v=vrC8i7qyZ2w
9
Referencias bibliográficas

 De La BOÉTIE, E. Discurso de la Servidumbre Voluntaria, Ed, Terramar, Trad.


Miguel Abensour, Buenos Aires, 2008

Electrónicas
 http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/ensayos-de-montaigne--
0/html/fefb17e2-82b1-11df-acc7-002185ce6064_170.html#I_150_
 https://www.youtube.com/watch?v=vrC8i7qyZ2w

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