Existen algunas excepciones a este principio, siempre ligadas a discontinuidades que impliquen
etapas de erosión de materiales previos, de tal manera que los sedimentos nuevos se depositen
en cavidades excavadas en el seno de los otros (por ejemplo, en cuevas). En la actualidad, este
principio se usa con gran frecuencia, aunque apoyándose en el uso de criterios
de polaridad vertical (si la serie está ordenada de forma normal o ha sido invertida por causas
tectónicas), y constituye la base del levantamiento de secciones estratigráficas, una técnica
fundamental en el estudio estratigráfico.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
James Ussher, arzobispo anglicano de Armagh, primado de Irlanda en 1650 construyó una
cronología de la historia de la Tierra y la humanidad donde estableció que la creación fue
realizada en el año 4004 a. C., se creía que la edad de la Tierra, e incluso del propio universo,
era de 666 millones de años.
La doctrina catastrofista apareció como un paradigma necesario para que la formación del
universo encajase en ese lapso de tiempo.4
«Que la Tierra había sufrido grandes y extraordinarios cambios durante su oscuro pasado era
claramente evidente para cualquier ojo inquisitivo; pero concentrar esos cambios en unos pocos
y breves milenios precisaba una filosofía hecha a medida, una filosofía cuya base era el cambio
súbito y violento.»
Uno de los defensores de esta teoría fue Georges Cuvier, que explicó que los cambios geológicos
y biológicos producidos en nuestro planeta se debían no a cambios graduales, sino a cambios
repentinos y violentos, las catástrofes que dan nombre a la teoría. Además Cuvier daba base
científica a las teorías fijistas y creacionistas.
Cuvier propuso que los fósiles eran el resultado de la extinción de animales creados por Yaveh
(Dios) en las catástrofes bíblicas o producto de sucesivas creaciones. Así, por ejemplo, un animal
que no hubiera entrado en el arca de Noé, nos dejaría ese vestigio de su existencia.
Posteriormente aparecerían de nuevo otras especies totalmente diferentes a las extintas. A raíz
de esta teoría se estableció la Teoría de las creaciones sucesivas.
En 1788 James Hutton publicó su Teoría sobre la Tierra donde establece el principio del
uniformismo o actualismo
NEPTUNISMO.
El neptunismo es una teoría científica desechada y obsoleta, propuesta por Abraham Werner a
finales del siglo XVIII, que atribuía el origen de las rocas a la cristalización de minerales en
los océanos, en un período temprano tras la creación. La teoría recibió su nombre de Neptuno,
el antiguo nombre latino para el dios griego de los mares, Poseidón. Inmediatamente tras su
publicación, la nueva propuesta desató un encendido debate entre los partidarios de Werner y
los que creían en el plutonismo, una teoría antagónica que atribuía el origen del material
geológico a la acción de los volcanes. El plutonismo, convenientemente adaptado, reemplazaría
al neptunismo como línea teórica dominante; sobre todo cuando, a principios del siglo XIX, el
concepto de uniformismo parecía responder mejor a los descubrimientos alcanzados en el área
de la geología. Actualmente se conocen muchos procesos de formación de roca, y se considera
que el proceso generador de roca sedimentaria es bastante similar a aquellos descritos por los
defensores del neptunismo.
Abraham Gottlob Werner (1749 - 1817), fundador del neptunismo.
Una teoría opuesta, conocida como plutonismo (o vulcanismo) sostenía que las rocas se
originaban mediante procesos a altas temperaturas. Esta idea, propuesta por primera vez por
Anton Moro (1687-1750), se basaba en sus estudios sobre las islas volcánicas, y fue asimilada
por James Hutton en su teoría uniformitarianista, que describía el origen de las rocas como un
proceso constante de erosión de los elementos y regeneración del material mediante presión y
temperatura.
Los neptunistas diferían de los plutonistas en su interpretación del origen del basalto: Para los
primeros, el mineral era un material sedimentario que se componía parcialmente de fósiles, por
lo que no podía ser de origen volcánico. Hutton acertó al afirmar que el basalto no contenía
fósiles, además de ser impermeable, duro y cristalino. Encontró ciertas formaciones geológicas
en las que estratos de basalto atravesaban capas de otros minerales, reforzando su suposición
de que el mineral tenía su origen en la roca fundida situada bajo la corteza terrestre.
La discusión entre ambas teorías implicaba también un posicionamiento religioso: el neptunismo
habilitaba la posibilidad teórica del diluvio, asumiendo la validez histórica del Génesis. La
datación geológica neptunista también cuadraba con los márgenes temporales bíblicos, y su
propia inspiración catastrofista encajaba en el concepto religioso conservador con más facilidad
que el uniformismo. No es de extrañar, por tanto, que una de las acusaciones más comunes de
neptunistas a sus rivales científicos fuese la de ateísmo.
PLUTONISMO
El plutonismo es la teoría geológica propuesta por James Hutton a finales del s. XVIII, que
definía la generación de rocas como resultado de procesos volcánicos.
La teoría recibió su nombre del dios romano Plutón. El plutonismo gozó de cierta aceptación
entre la comunidad científica, desacreditando al neptunismo de Abraham Gottlob Werner, quien
defendía el origen submarino de las rocas mediante sedimentación.
Los partidarios del plutonismo eran en lo científico completamente opuestos a los del
neptunismo: Estos defendían la formación submarina de minerales y el concepto de un "océano
universal", que aquellos negaban; los plutonistas, de hecho, negaban la idea de que el agua
pudiese producir efecto alguno sobre el mineral.
La teoría, por tanto, resultó tremendamente polémica, principalmente porque negaba
implícitamente el concepto del Diluvio Universal, y por tanto la validez histórica de los
textos bíblicos.
William Smith (1769–1839), el geólogo inglés que definió el principio de sucesión faunística.
El principio de la sucesión faunística o de la correlación establece que el contenido fósil de las
rocas sedimentarias varía verticalmente en un determinado orden y que cada conjunto se puede
identificar horizontalmente a distancias considerables. Es decir, en rocas de diferentes edades
se conservan fósiles correspondientes a organismos paleobiológicos diferentes (variación
vertical) y para cada edad se pueden identificar fósiles de los mismos taxones en áreas alejadas
(correlación horizontal). La base de este principio es la irreversibilidad de la evolución biológica,
una vez que una especie se ha extinguido, no vuelve a aparecer.
El principio de la sucesión faunística (o de la correlación) fue emitido por el geólogo William Smith
(c. 1800) y desarrollado por el naturalista Georges Léopold Chrétien Frédéric Dagobert Cuvier
(barón de Cuvier), y constituye la base de la datación relativa de los materiales estratificados.
Este principio consiste en admitir que en cada intervalo de tiempo de la historia geológica
(representada por un conjunto de estratos o por formaciones), los organismos que vivieron y que,
por tanto, pudieron fosilizar, fueron diferentes y no repetibles en el tiempo (debido a la
irreversibilidad de la evolución biológica). Este principio permite establecer correlaciones
(comparaciones en el tiempo) entre materiales de contextos geográficos muy distantes pero que
tienen la misma edad, ya que muchos organismos tenían una extensión horizontal (extensión a
lo largo de la superficie del globo terráqueo) prácticamente mundial.