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Trastorno esquizofreniforme

l trastorno esquizofreniforme se caracteriza por síntomas idénticos a los


de la esquizofrenia, pero que duran 1 mes o más pero menos de 6 meses.

La psicosis se refiere a síntomas tales como delirios, alucinaciones, pensamiento y


lenguaje desorganizado y comportamiento motor extraño e inapropiado (incluyendo la
catatonia) que indican pérdida de contacto con la realidad.

En el momento de su presentación, es probable que se sospeche una esquizofrenia.


También debe descartarse la psicosis secundaria al abuso de sustancias o a un trastorno
físico. La diferencia entre el trastorno esquizofreniforme y la esquizofrenia en un paciente
que no tenga síntomas psicóticos previos se basa en la duración de los síntomas. Si su
duración o la discapacidad es mayor de 6 meses, el paciente ya no cumple los criterios
diagnósticos necesarios para el trastorno esquizofreniforme y es probable que el
diagnóstico sea una esquizofrenia, aunque la psicosis aguda también puede evolucionar a
un trastorno psicótico del estado de ánimo, como un trastorno bipolar o esquizoafectivo. A
menudo se necesita una observación longitudinal para establecer el diagnóstico y el
tratamiento apropiado.

Está indicado el tratamiento con antipsicóticos y cuidados psicosociales de apoyo. Una vez
que se resuelven los síntomas, se continúa el tratamiento farmacológico durante 12 meses
y luego se lo reduce gradualmente, bajo una monitorización estrecha para vigilar la
reaparición de los síntomas psicóticos.

Esquizofreniforme
Definición:Término utilizado por primera vez en 1939 por Gabriel Langefeldt
(1895-1983) para describir un trastorno psicótico breve. El DSM-IV-TR se utiliza
para describir un trastorno psicótico que dura más de un mes pero menos de seis
meses y que presenta una sintomatología parecida a la esquizofrenia. Cuando el
sujeto presenta síntomas de esquizofrenia y no han transcurrido los 6 meses que
se requiere para el diagnóstico, se habla de trastorno esquizofreniforme
provisional. Alrededor del 60 al 80% de estos pacientes progresan hacia la
esquizofrenia.

La esquizofrenia es un trastorno mental ampliamente conocido,


considerado como el más representativo de todos los trastornos psicóticos.
Sin embargo, dentro de estos encontramos otros trastornos que se asemejan en
menor o mayor medida, como el trastorno esquizoafectivo, el trastorno
delirante crónico o el trastorno que nos ocupa en este artículo: el trastorno
esquizofreniforme.

¿Qué es el trastorno esquizofreniforme?


El diagnóstico de trastornos esquizofreniforme se realiza en todos
aquellos casos en que aparecen al menos alucinaciones, delirios y/o
discurso alterado y desorganizado durante más de un mes pero menos de
seis. Sin embargo, en algunos casos no está claro si se trata de un trastorno
esquizofreniforme o de cualquier otro tipo de alteración mental del espectro
psicótico. Las líneas divisorias entre estos conceptos son difusas, y pueden
suscitar debate; principalmente, estas definiciones sirven como referencia para
orientarse en el ámbito clínico.

Síntomas
No es raro que presenten un aumento de la actividad y la impulsividad,
actuando de forma caótica, y un nivel variable de desconexión con la realidad.
También puede presentarse catatonia o síntomas negativos
como abulia o bradipsiquia. La aparición de estos síntomas tiende a ser
súbita y aguda, así como su posterior desaparición.

Diferencias con la esquizofrenia


Este breve definición puede recordarnos a la esquizofrenia, de la que se
diferencia principalmente por la ventana temporal en la que aparece (de uno a
seis meses, requiriendo el diagnóstico de esquizofrenia al menos seis y el
trastorno psicótico agudo menos de un mes de duración) y por el hecho de que
no suele dejar secuelas ni producir deterioro (salvo que acabe derivando en
otro trastorno). Es por ello que suele tener mucho mejor pronóstico que ésta.
Es frecuente que cuando se realiza el diagnóstico, si no ha remitido ya el
problema, se considere el trastorno esquizofreniforme como diagnóstico
provisional hasta determinar si cesa antes de los seis meses o bien puede
considerarse esquizofrenia. De hecho, en su momento algunos autores
propusieron que esta etiqueta diagnóstica podría en realidad estar englobando
a aquellos sujetos con esquizofrenia resuelta y tratada con éxito.
Un tercio de los pacientes logran una recuperación completa, sin
presentar más síntomas y secuelas. Sin embargo en los otros dos tercios
restantes el trastorno esquizofreniforme puede terminar evolucionando hacia
la esquizofrenia o el trastorno esquizoafectivo, especialmente cuando no es
tratado (si bien hay que tener en cuenta que el fenómeno explicado en el
párrafo anterior también influye en ello). También puede virar hacia
un trastorno esquizotípico de la personalidad.
Causas de este trastorno
La etiología (las causas) de este trastorno no es totalmente conocida,
barajándose distintas hipótesis al respecto que coinciden en gran medida con
las propias de otros trastornos psicóticos como la esquizofrenia.
Se ha observado la existencia de correlaciones que hacen pensar en que al
menos parte de los sujetos con este trastorno presentan alteraciones genéticas
heredadas, siendo frecuente que algún familiar presente alteraciones del
estado del ánimo o esquizofrenia. La vivencia de situaciones traumáticas por
parte de alguien con vulnerabilidad genética puede desencadenar el inicio del
trastorno, así como el consumo de sustancias.
A nivel cerebral se observa, al igual que en la esquizofrenia, que pueden
surgir alteraciones en las vías dopaminérgicas, concretamente en la
mesolímbica y mesocortical. En la primera de ellas existiría una
hiperexcitación dopaminérgica que provocaría síntomas positivos como
las alucinaciones, y en la mesocortical una hipoactivación debido a la falta de
suficientes niveles de esa hormona que generaría abulia y otros síntomas
negativos. Sin embargo, si bien la esquizofrenia tiene un curso por lo general
crónico en el trastorno esquizofreniforme los síntomas acaban remitiendo con
el tratamiento o incluso en algunos casos por sí mismos, con lo que la
alteración en dichos sistemas podría ser temporal.

Factores de buen pronóstico


Los diversos estudios realizados respecto al trastorno esquizofreniforme
destacan la existencia de algunos factores que tienden a vincularse a un
buen pronóstico.
Entre ellos destacan que existiera un buen ajuste premórbido (es decir, que el
sujeto no presentara dificultades previas al brote y se encontrara bien
integrado sociolaboralmente), que aparezcan sensaciones de confusión o
extrañeza entre los síntomas, que los síntomas psicóticos positivos comiencen
dentro de las cuatro primeras semanas después de que aparezcan los primeros
cambios y que no se presente embotamiento afectivo ni otros síntomas
negativos.
Ello no quiere decir que quienes no posean estas características tengan
necesariamente un peor devenir, pero sí que quienes las tengan tendrán más
difícil que el trastorno evolucione.
Tratamiento
El tratamiento a aplicar ante casos de trastorno esquizofreniforme es
prácticamente idéntico al de la esquizofrenia. Lo que mayor efectividad ha
demostrado para combatir este trastorno es el empleo combinado de la terapia
farmacológica y psicológica, siendo mejor el pronóstico cuanto más temprano
se inicie el tratamiento mixto.
A continuación repasamos algunas de las formas más comunes y
científicamente avaladas para tratar el trastorno esquizofreniforme.

1. Farmacológico
A nivel farmacológico se receta la administración de neurolépticos con el
fin de combatir la sintomatología positiva, por lo general recomendándose
el uso de atípicos debido a sus menores efectos secundarios.
Este tratamiento se realiza tanto para estabilizar inicialmente al paciente en la
fase aguda como posteriormente a ella. Se suele requerir una dosis de
mantenimiento menor que en la esquizofrenia, así como menos tiempo de
éste. En casos de riesgo de causar daños o autolesión puede ser necesaria la
hospitalización hasta que el paciente se estabilice.
Sin embargo, administrar fármacos (siempre bajo indicación médica) y confiar
en que estos funcionen no es una buena idea; hay que ir monitorizando sus
efectos constantemente y valorar sus efectos secundarios en los pacientes.

2. Psicológico
A nivel psicológico se va a realizar el tratamiento una vez estabilizado el
paciente. Resultan de utilidad terapias como la de resolución de problemas y
el entrenamiento en habilidades de afrontamiento, así como el apoyo
psicosocial. La presencia de alucinaciones y delirios puede ser tratada
mediante la terapia de focalización (si oye voces) y técnicas como la
reestructuración cognitiva.
Hay que tener en cuenta que tras la vivencia de un brote psicótico una
estimulación excesiva puede ser perjudicial inicialmente, con lo que se
aconseja que la reincorporación a la vida cotidiana sea gradual. En cualquier
caso el refuerzo social y comunitario resulta de gran utilidad para la mejora
del estado del paciente, siendo fundamental realizar psicoeducación tanto con
el afectado como con su entorno.
Por último, es necesario tener en cuenta que se ha de realizar un seguimiento
periódico de cada caso de manera que se prevenga la posible evolución hacia
otro trastorno psicológico o psiquiátrico.

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