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Chile, con su actual salario mínimo, viola derechos

humanos de los trabadores. Por Florencio Pardo

“El precio medio del trabajo asalariado, es el mínimo del salario, es decir, solo la suma
de los medios de subsistencia indispensables al obrero para conservar su vida como
tal”.
K. Marx

“La plusvalía se compone de trabajo no pagado”.


K. Marx

Chile, con su actual salario mínimo, viola el derecho humano de los trabajadores al
salario digno o vital. Derecho humano que se encuentra garantizado en el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, suscrito y ratificado por el
Estado chileno. Pacto que establece en su artículo 7 letra a), el derecho de toda
persona al goce de condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias que le aseguren
en especial, “ a) Una remuneración que proporcione como mínimo a todos los
trabajadores: ii) Condiciones de existencia dignas para ellos y para sus familias…”.
Asimismo, lesiona lo expresamente el Artículo 23 letra c) de la Declaración Universal de
Derechos Humanos, que garantiza que “Toda persona que trabaja tiene derecho a una
remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una
existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario,
por cualesquiera otros medios de protección social”

Que según la declaración de principios de Constitución de la O.I.T.[2] en 1919, "la


garantía de un salario vital adecuado", es uno de los objetivos cuya consecución es la
más urgente. Identificándose el salario vital como una de las condiciones para la paz
universal y permanente basada en la justicia social.

Al respecto, cabe señalar que es la propia Constitución de Pinochet, que establece el


derecho humano de los trabajadores a recibir por su trabajo una “…justa retribución”,
en su artículo 19 N° 16.

Por tanto, el derecho a una remuneración justa o un salario que permita una existencia
digna, es un derecho humano y fundamental de todos los trabajadores.

Es así, que el salario mínimo debe ser la remuneración destinada a asegurar a todo
trabajador, cualesquiera sean las labores que realice, la satisfacción mínima de sus
necesidades y del grupo familiar, que le permita proyectarse al futuro dentro de una
determinada sociedad. De modo que nadie debería percibir un ingreso inferior a este
mínimo que permite garantizar a su vez otros derechos humanos.

No obstante ello, el salario mínimo en Chile, que hoy solo alcanza los $250.000.-
brutos, es sumamente exiguo, lesionando el Estado, los pactos internacionales de
Derechos Humanos, tanto así, que se encuentra por debajo de la línea de la pobreza.
Puesto que según el cálculo realizado el año en curso por el Ministerio de Desarrollo
Social, un hogar con cuatro integrantes requiere más de $ 368.000.- pesos
aproximadamente para superar la línea de la pobreza[3].
Pero a pesar de lo exiguo que resulta el salario mínimo, este ni siquiera se garantiza a
todos los trabajadores chilenos, puesto que hay trabajadores que están condenados a
recibir un salario inferior al mínimo legal, entre ellos están; a) Los trabajadores sujetos
a contrato de aprendizaje (la remuneración la fijan libremente y de común acuerdo
entre las partes). b) Los trabajadores menores de 18 años de edad y los mayores de 65
años (tienden a una remuneración mínima fijada por el legislador, que ha sido
equivalente al 75% del ingreso mínimo). C) Los trabajadores con discapacidad mental y
D) Los trabajadores que pactan una jornada inferior a 45 horas trabajo.

Pero la aspiración o vieja utopía capitalista respecto del trabajo asalariado de obtener
la mayor cantidad de ganancia con el menor costo, es decir, la obtención de la mayor
cantidad de plusvalía, ha vuelto a ser retomada y /o profundizada en la era neoliberal
chilena, y para ello se va desmantelando toda traba jurídica o lo que se conoce como
Derecho Laboral, eliminándose todas las reivindicaciones logradas por más de dos
siglos de lucha por el proletariado industrial. De lo que derivará, lo que se conoce como
precarización laboral, con el salario y las condiciones laborales a la baja
constantemente.

Así las cosas, el Trabajo Asalariado en Chile, se ha transformado en una mera


mercancía, que puede transarse en el mercado según las Leyes de la oferta y de la
demanda. Las cuales terminan fijando el precio del trabajo, es decir, el salario a pagar.
Pero en ese mercado sigue interviniendo el Estado, pero ya no para mejorar las
condiciones de los trabajadores, sino que la de los empleadores, fijando por ejemplo el
actual salario mínimo en $257.500.- pesos.

Es en este contexto, que se fija el salario mínimo por el gobierno, reajustando el


ingreso mínimo mensual a contar del 1 de julio de 2016, en solo $ 7.500 pesos. El que
nuevamente mantendrá a millones de trabajadores en Chile, sumidos en la pobreza.
Reajuste salarial que solo a partir del 1 de enero de 2017, sería de $264.000; a contar
del 1 de julio de 2017, de $270.000; y, a contar del 1 de enero de 2018, tendría un
valor de $276.000.- pesos.

Que el mantener un salario tan precario, además de acentuar la plusvalía, actúa como
un dispositivo de control social, puesto que logra intensificar la subordinación o
sumisión de los trabajadores al empleador, en cuanto a que obliga al trabajador a
recurrir al endeudamiento en la banca, casas comerciales, supermercados, etc. para
satisfacer incluso necesidades básicas, con un temor permanente al embargo judicial
de sus bienes, y asimismo, le obliga a realizar una mayor cantidad de trabajo o más
horas extras para aumentar su salario, impidiendo con esto, todo tipo de posibilidad de
organización y por ende de resistencia del trabajador a la precariedad impuesta por el
patrón.

Por lo que reajustar el salario mínimo, por debajo o casi igual al IPC del periodo y muy
por debajo de la línea de la pobreza, sumando a ello las rebajas a las jubilaciones en un
2% y aumentando la edad para su obtención, más la nefasta reforma laboral
recientemente aprobada, constituyen una verdadera violación a los derechos humanos
de los trabajadores. Por todo lo anterior, es legítimo el llamado que ha hecho el
CIUS[4], La UCT[5], inclusive la Iglesia Católica, de fijar el salario mínimo a lo menos en
$400.000.- pesos, entidades que ni siquiera han sido escuchadas por el gobierno.

Por lo que resulta urgente e imperioso, para contener el despliegue neoliberal y la


ofensiva contra los derechos humanos de los trabajadores, concebir y contar con la
organización de los sindicatos más allá de los centros de producción y en una alianza
permanente con otras orgánicas y frentes sociales, hacia el encuentro con sus iguales.
Ejerciendo el plan sindical, más allá del Código del Trabajo, bregando por hacer cumplir
los convenios 87, 98, 151 etc. de la OIT.

Asimismo, urge comenzar a amasar la idea de una huelga nacional y general, que
pueda dar vuelta la tortilla en el Chile neoliberal, legitimando la paralización de la
producción, como una herramienta legitima y poderosa en manos de los trabajadores.

Florencio Pardo Montenegro es abogado. Profesor de Derecho Laboral, U. Arcis.


Estudiante de Doctorado, Facultad de Derecho (U. Buenos Aires). Magister en Derecho
Penal, U. de Chile. Diplomado en Derecho Penal, U. de Chile.

[2]Organización Internacional del Trabajo

[3]http://observatorio.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/layout/doc/ipc/Valor%20CBA
%20y%20LP%C2%B4s%2001.16.pdf

[4] Comité de Iniciativa por la Unidad Sindical.

[5] Unión Clasista de Trabajadores.

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