Unidad 1
- La causa del proceso. El conflicto de intereses: Cuando el hombre supera su estado de soledad y
comienza a vivir en sociedad aparece ante él la idea de conflicto: un mismo bien de la vida, que no
puede o no quiere compartir, sirve para satisfacer el interés de otro u otros y, así, todos lo quieren
contemporánea y excluyentemente (comida, agua, techo, etc.) con demérito de los apetitos o
aspiraciones de alguno de ellos. Cuando un individuo quiere para sí y con exclusividad un bien
determinado, intenta implícita o expresamente someter a su propia voluntad una o varias voluntades
ajenas: a esto se le asigna el nombre de Pretensión. Si una pretensión es satisfecha, el estado de
convivencia armónica y pacífica que debe imperar en la sociedad permanece incólume. Pero si no se
satisface resulta que a la pretensión se le opone una Resistencia. Al fenómeno de coexistencia de una
pretensión y de una resistencia acerca de un mismo bien en el plano de la realidad social se le da la
denominación de conflicto intersubjetivo de intereses.
- Los medios de autocomposición directa (operan sin ayuda de nadie): Las propias partes son quienes
llegan espontáneamente a la composición del conflicto, haciendo que éste se disuelva a base de uno de
tres posibles medios dependientes de forma exclusiva de la voluntad de ellas mismas.
- Los medios de autocomposición indirecta (operan con la ayuda de otro): Sin disolver el conflicto
planteado, pero con la obvia intención de lograr su disolución, las partes llegan bilateralmente a un
acuerdo mediante el cual permiten que un tercero efectúe actividad conciliadora con el fin de acercar
los intereses contrapuestos y lograr que ellas mismas puedan lograr la anhelada disolución mediante
uno de los medios directos ya vistos precedentemente: desistimiento, allanamiento o transacción. Esta
actividad puede presentarse con tres distintas gradaciones que generan otras tantas denominaciones:
amigable composición, mediación y arbitraje.
Ana Gabriela Paredes C. Teoría General del Proceso
La mediación: El tercero, acatando pedido expreso de ambas partes, asume un papel preponderante en
las tratativas y, por ende, diferente del caso anterior: ya no se limita a acercar amigablemente a los
interesados, sino que asume la dirección de las tratativas y hace proposiciones que, nótese bien, ellos
tienen plena libertad para aceptar o rechazar. De lograrse el acuerdo, se trasuntará otra vez en un
desistimiento, un allanamiento o una transacción. Y al igual que en el supuesto anterior, se ve claro
que la actividad desplegada por el tercero sólo es un medio para que los contendientes lleguen por sí
mismos al resultado de la composición (nuevamente, el conflicto se disuelve sin que nadie lo resuelva).
La decisión: El tercero, a pedido de las partes y dentro de los límites que ellas expresamente fijen al
efecto, asume un papel aún más preponderante: no sólo intenta el acercamiento (cual lo hace el
amigable componedor); no sólo brinda propuestas de soluciones (cual lo hace el mediador) sino que,
luego de escucharlas en pie de perfecta igualdad, emite decisión que resuelve definitivamente el
conflicto, pues las partes se han comprometido en forma previa a acatarla. Aquí, la actividad del
tercero -al igual que la del juez en el proceso judicial- muestra una verdadera composición, sólo que
privada, que deja de ser medio para convertirse en resultado: el arbitraje o el arbitramento. En otras
palabras: no se trata ya de autocomposición sino de heterocomposición privada.
- La razón de ser del proceso: Si la idea de proceso se vincula histórica y lógicamente con la necesidad
de organizar un método de debate dialogal y se recuerda por qué fue menester ello, surge claro que la
razón de ser del proceso no puede ser otra que la erradicación de la fuerza en el grupo social, para asegurar el
mantenimiento de la paz y de normas adecuadas de convivencia. De tal modo, y a fin de completar la
idea inicialmente esbozada, ya puede afirmarse que la razón de ser del proceso es la erradicación de toda
fuerza ilegítima dentro de una sociedad dada para mantener un estado perpetuo de paz. No importa al efecto
la corriente doctrinal que se considere: en todo caso es imprescindible precisar que la razón de ser del
proceso permanece inalterable: se trata de mantener la paz social, evitando que los particulares se hagan
justicia por mano propia.
- Una aproximación a la idea lógica del proceso: En un primer intento de acercar al lector a la lógica de
proceso que aspiro a presentar sistémicamente en esta obra, referiré ahora cuáles son las funciones que
le asigna la doctrina y las diferencias existentes entre las nociones de conflicto, litigio y controversia,
haré luego una somera descripción del método de debate y finalizaré adelantando cuál es su objeto.
- Las funciones del proceso: Ya he mostrado al proceso como un medio pacífico de debate mediante el
cual los antagonistas dialogan para lograr la solución «mediante resolución de la autoridad» de los
conflictos intersubjetivos de intereses que mantienen, y cuya razón de ser se halla en la necesidad de
erradicar la fuerza ilegítima en una determinada sociedad para mantener en ella un estado de paz.
a) Privada: es el instrumento que tiene todo individuo en conflicto para lograr una solución (en rigor,
resolución) del Estado, al cual debe ocurrir necesariamente «como alternativa final» si es que no ha
logrado disolverlo mediante una de las posibles formas de autocomposición.
b) Pública: es la garantía que otorga el Estado a todos sus habitantes en contrapartida de la prohibición
impuesta respecto del uso de la fuerza privada. Para efectivizar esta garantía, el Estado organiza su
Poder Judicial y describe a priori en la ley el método de debate, así como las posibles formas de
ejecución de lo resuelto acerca de un conflicto determinado.
- Las nociones del conflicto, litigio y controversia: Hasta ahora, se ha presentado de modo lato la
noción de conflicto, que puede existir en la realidad social con distintos contenidos: moral, religioso,
filosófico, político, jurídico, económico, etc. Debemos limitar ahora el concepto al de contenido
exclusivamente jurídico y que se presenta en la vida social cuando existe un choque intersubjetivo de
intereses por desconocimiento o violación de un precepto que preordena una conducta que en los
hechos no se cumple. Salvo raras y contadas excepciones, la garantía estatal de resolución de conflictos
es amplísima, por lo que en general no se veda ni se limita la posibilidad jurídica de demandar que
tiene todo particular. De ahí que pueda hacerlo quien sabe que no tiene razón o quien cree que la tiene
aun cuando así no sea. Aunque es improbable que en estas condiciones se otorgue satisfacción judicial
a tal pretensión, la existencia de la simple posibilidad de demandar por quien carece de toda razón
hace necesario distinguir la noción de conflicto de otra que se ha de usar a menudo en esta obra: la de
litigio. Si conflicto es la coexistencia de una pretensión y de una resistencia en el plano de la realidad
social, litigio es la simple afirmación, en el plano jurídico del proceso, de la existencia de un conflicto
en el plano de la realidad social, aun cuando de hecho no exista o no haya existido tal conflicto. Se
debe tener presente que:
a) Puede existir conflicto sin litigio: cuando se mantiene en el estricto plano de la realidad, sin
disolverse ni ser resuelto pues el pretendiente no demanda judicialmente y se contenta con continuar
en su estado de insatisfacción.
b) Puede existir litigio sin conflicto: cuando el pretendiente demanda sabiendo que no hubo conflicto
en el plano de la realidad o creyendo que existió, aunque así no haya sido (ello explica el rechazo de
una pretensión por parte del juez).
c) Puede existir litigio con conflicto (o, a la inversa, conflicto con litigio): cuando éste es trasladado del
plano de la realidad al jurídico del proceso, el pretendiente demanda afirmando y pudiendo confirmar
la razón que le asiste.
Resulta así que la noción de litigio «y no la de conflicto» es inseparable de la función judicial y una de
las bases necesarias del concepto de proceso. No puede darse lógicamente un proceso sin litigio (aunque sí
sin conflicto). Por último, se entiende por controversia la efectiva discusión operada en un proceso respecto del
litigio que lo origina; cabe aquí acotar que puede ocurrir que no haya tal controversia pues el resistente
acepta preliminarmente los extremos de la pretensión del actor y, por ende, no presenta debate. De
ahí que pueda existir litigio con o sin controversia, según sea la actitud que al respecto adopte el
demandado.
- Una sucinta descripción del método de debate: Con el paso del tiempo, el debate perdió su sentido
místico y se racionalizó al punto de idearse una serie de actos para realizar la discusión en diálogo
efectuado ante el juez. La serie de actos a cumplir debe guardar lógicamente un orden estricto, que
opera como modelo patrón de la discusión y que consiste en una serie de etapas ideadas al efecto por
el legislador. Desde la más remota antigüedad, tales etapas son:
a) la primera, de carácter introductorio y constitutivo, está integrada por una necesaria afirmación del
pretendiente (ya en el proceso se lo denomina actor o acusador) respecto de la existencia de un conflicto
en el plano de la realidad social y del pedido de solución o de sanción conforme con la norma jurídica
que ha sido desconocida en los hechos o en la cual éstos se han encuadrado.
Ana Gabriela Paredes C. Teoría General del Proceso
b) una segunda, constituida por una posibilidad de negación del resistente (ya en el proceso se lo
denomina demandado o reo) respecto de la afirmación efectuada por el actor o acusador.
c) una tercera etapa, de carácter confirmatorio (o probatorio), durante la cual cada uno de los interesados
(partes del proceso) allegará al juez los medios (numerosos y disímiles) confirmatorios de las
respectivas versiones.
d) una cuarta etapa, de alegación, durante la cual cada parte hace una evaluación del aludido material,
encuadrando los hechos acreditados en la norma jurídica que rige el caso sometido a juzgamiento.
La serie se compone de los siguientes actos que deben concatenarse en un orden lógico que no puede ser
alterado: afirmación – negación – confirmación – alegación. Sin la totalidad de los actos que componen
la serie no existe proceso tal como se lo concibe. Y la serie es idéntica para todos los supuestos
justiciables: no interesa cuál es la materia a decidir (civil, comercial, penal, etc.) ni quiénes son los
contendientes, ya que tal serie es la que hace que un proceso sea un proceso y no otra cosa.
- El objeto del proceso: La serie de actos recién descritos «afirmación, negación, confirmación y
alegación» constituye el proceso, entendido como medio de debate. Toda la serie procesal tiende a su
natural y único objeto: lograr una declaración del juez ante quien se presenta el litigio, aunque, de
hecho, muchas veces no se llegue a ello pues los interesados «en algunos casos» prefieren soluciones
autocompositivas que evitan la heterocomposición. Tal declaración se efectúa en la sentencia, que viene
a constituirse así en el objeto del proceso (es decir el punto hacia el cual tiende o su objetivo final). La
sentencia es el acto judicial que resuelve (heterocompositivamente) el litigio ya procesado, mediante
la aceptación que el juez hace de alguna de las encontradas posiciones (tesis-antítesis) mantenidas por
los antagonistas (pretendiente –actor o acusador- y resistente -demandado o reo-) luego de evaluar
(según ciertas reglas precisas) los medios confirmatorios de las afirmaciones efectuadas por el
pretendiente (en función de las negativas del resistente respecto de ellas) y de la aplicación
particularizada al caso de una norma jurídica que preexiste en abstracto y con carácter general.
Unidad 2
- La materia del conocimiento: La materia propia del conocimiento jurídico es la interacción humana: es
decir la acción que se ejerce recíprocamente entre dos agentes que, por ello, se convierten en los
extremos de la relación respectiva. Así es como en la mayoría de las interacciones no hay pretensión
a la que no corresponda una prestación; y porque ésta es exigible es que aquélla existe. De la misma
forma, no hay victimario sin víctima. Y viceversa. Si lo que cabe regular jurídicamente es la
interacción, resulta factible determinar a priori y en un nivel absolutamente racional, cuáles son las
totales posibles interacciones humanas.
a) la primera y más elemental interacción es la que se presenta entre una persona, aisladamente
considerada, y el resto de las personas; en otras palabras, la de una persona con la sociedad en la
cual convive (considerada como diferente a los individuos que la componen).
b) la segunda interacción posible es la que se da entre personas de diferente sexo: un hombre y una
mujer para y por el efecto de procrear. Esta interacción tiene como consecuencia lógica la formación
de una familia, por lo que las normas que la regulan bien podrían constituir un estatuto familiar,
en el cual ingresarían todas las reglas referidas al matrimonio, a la filiación, al régimen de
alimentos, a las sucesiones, etc.
c) la tercera interacción que es posible imaginar es la de una persona actuando horizontalmente con
otra persona, pactando algo (lo que bien podría estar regulado en un estatuto de los pactos o
estatuto convencional y en el cual ingresarían todas las reglas referidas a las obligaciones y a sus
diversas fuentes contractuales y cuasicontractuales) o causándole daño (delictual o cuasi
delictualmente, regulado en un estatuto penal y en uno resarcitorio.
Ana Gabriela Paredes C. Teoría General del Proceso
d) la cuarta interacción es consecuencia natural de la existencia del grupo: alguien debe dirigirlo y
el resto de sus componentes debe ser dirigido. Se presenta aquí una interacción de carácter vertical
entre gobernantes y gobernados, por lo que las normas que deben regularla bien podrían conocerse
como estatuto gubernativo o estatuto del poder, en el cual ingresarían todas las reglas que hoy
integran el derecho constitucional, el administrativo, el registral, el penal, el real, etc.
Como se ve, son cuatro interacciones absolutamente diferentes entre sí, imposible de ser confundidas
una con otras y que, conforme con la lógica racional, constituyen todas las que son factibles de
imaginar. En otras palabras: no existe otra interacción similar que permita ampliar el número de las cuatro
ya descritas.
- Las normas jurídicas: Si juridizando cualquier fenómeno fáctico de la realidad social el legislador
decide normar respecto de las posibles interacciones ya enunciadas, inexorablemente producirá
tres tipos de normas claramente diferenciadas entre ellas: determinativas, estáticas y dinámicas.
- Las normas jurídicas determinativas: Son las que el legislador emplea para definir sus términos
básicos (establece, por ejemplo, qué es o cómo se determina la competencia, quiénes son incapaces,
cuáles actividades constituyen delitos etc.) o para prometer nuevas normas (asegura un derecho
que debe ser reglamentado luego por otra norma que establece una garantía al efecto).
- Las normas jurídicas estáticas: Son las que ostentan en su contenido una estructura disyuntiva por
normar: a) una conducta que debe ser cumplida por sus destinatarios y, al mismo tiempo, b) una
sanción para aplicarles en caso de incumplimiento del mandato.
- Las normas jurídicas dinámicas: Una norma dinámica es aquella que, a partir de una conducta
dada de un sujeto, encadena imperativamente una secuencia de conductas de otro u otros sujetos,
presentando así una relación que avanza gradualmente y que se desarrolla paso a paso. El
dinamismo está contenido en la norma, sin necesidad de recurrir a la actividad material que se cumple
en cada caso concreto. Se actúa secuencialmente no porque así lo decidan los interesados sino
porque la norma respectiva así se los ordena.
Las posibles instancias pueden ser primarias (no suponen una instancia cumplida con anterioridad)
o secundarias (suponen la existencia de otra instancia previa) y con o sin contenido pretensional.
Cuando lo tienen, cabe distinguir -con criterio clasificatorio- entre si la autoridad puede cumplir
por sí sola la prestación reclamada o si tal prestación depende exclusivamente de la actividad de
otra persona.
- La petición: Es la instancia primaria dirigida por un particular a una autoridad que puede resolver
por sí misma acerca de la pretensión sometida a su decisión. A consecuencia de ella, la autoridad
iniciará un procedimiento que desembocará en una resolución mediante la cual se acogerá o no la
Ana Gabriela Paredes C. Teoría General del Proceso
pretensión contenida en el instar. La petición es una instancia primaria (no depende de la existencia
de otra de carácter previo) con obvio contenido pretensional.
- La queja: Es la instancia dirigida al superior jerárquico de la autoridad que interviene con motivo
de una petición, mediante la cual el particular pretende que se haga el control de la inactividad que
le causa perjuicio y, comprobado ello, se ordene la emisión de la resolución pretendida y,
eventualmente, la imposición de una sanción a la autoridad inferior. Tiene un contenido
pretensional (de carácter disciplinario).
- La acción procesal: Es la instancia primaria mediante la cual una persona puede ocurrir a una
autoridad judicial para que resuelva acerca de una pretensión que debe cumplir otra persona, por
lo cual dicha autoridad no puede satisfacerla rectamente. La acción procesal ostenta la singular
particularidad de venir de un sujeto (actor o acusador) y provocar conductas concatenadas de otros
dos (juez y demandado o acusado) en tiempos normativamente sucesivos.
- Las diferencias entre proceso y procedimiento: el procedimiento es el género (aparece en todas las
instancias), en tanto que el proceso es una especie de él (aparece sólo en la acción procesal, instancia
que debe ser necesariamente bilateralizada). El procedimiento es el rasgo común y distintivo de
todas las instancias que, salvo la acción procesal, se otorgan para regular una acción dinámica entre
dos personas: quien insta y quien recibe la instancia. El proceso es el procedimiento propio de la
acción procesal, que se otorga para regular una relación dinámica entre tres personas: quien insta,
quien recibe el instar y aquél respecto de quien se insta. Todo proceso contiene un procedimiento;
pero no ocurre lo propio a la inversa, pues no todo procedimiento constituye un proceso. La
distinción es importante, porque:
a) no siempre que existe un procedimiento judicial se genera un proceso: los llamados actos de
jurisdicción voluntaria (en rigor, algunos de ellos), por ejemplo, tienen procedimiento y no son
procesos.
b) toda pretensión ejercida judicialmente en las condiciones que marca la ley, origina un proceso cuyo
objeto será la sentencia mediante la cual se habrá de satisfacer aquélla, existiendo así tantos
procesos como pretensiones se hagan valer. De donde resulta que;
ocurre, los interesados pueden pactar toda la serie procedimental, así como renunciar por
anticipado a deducir oportunamente medios de impugnación con fundamento en la injusticia del
laudo arbitral (no respecto de su legitimidad).
- El legislador: El tercer creador de las normas procesales es el legislador, quien lo hace en Códigos
Procesales y en un sinnúmero de leyes que regulan diversas instituciones jurídicas para cuyo mejor
funcionamiento se prevé el procedimiento adecuado (por ejemplo, ley de concursos, de sociedades,
de prenda con registro, etc.).
- El juez: El cuarto creador de normas procesales es el juez o tribunal. Lo más simple de referir es la
tarea integradora que el juez hace del ordenamiento jurídico procesal: cuando no existe norma
alguna que regule expresamente algún paso necesario para continuar idóneamente la línea
procedimental, es el propio juez actuante quien debe crearla para poder dar efectivo andamiento
al proceso (por ejemplo, fijación de plazo para alegar en ciertos tipos de juicios). Pero no termina
ahí la importancia de la labor creadora judicial: existen pronunciamientos (sentencias) que, bajo
ciertas condiciones que la propia ley establece al efecto, tienen fuerza vinculante respecto de los
mismos tribunales que los emitieron o, a veces, de jueces jerárquicamente inferiores. Es lo que se
llama jurisprudencia obligatoria y su aspecto normativo se muestra en la circunstancia de que
quiénes están vinculados a ella deben mantener en un caso concreto idéntica interpretación legal
que la efectuada para caso similar en el pronunciamiento vinculante.
- La sociedad: El quinto y último creador de normas procesales es el propio ser colectivo: la sociedad
a través de sus usos, que pueden llegar a tener la jerarquía de derecho vigente y no escrito
(costumbre). Entre las ideas de uso y de costumbre existe diferencia cuantitativa: el primero consiste
en la repetición constante de un mismo hecho; la segunda nace como consecuencia de la aceptación
generalizada de esa repetición (por consiguiente, es un efecto del uso). De ahí que pueda haber
usos sin costumbre, pero no ésta sin aquéllos. En materia procesal, la costumbre judicial crea
normas que, aunque no escritas, son de aceptación generalizada en un cierto tiempo y lugar.
b) las posibles formas de reacción del demandado y del reo penal y los efectos que cada una de ellas
puede tener dentro del proceso;
c) el concepto de confirmación de las pretensiones, así como las reglas que establecen quién, cuándo
y cómo se confirma y qué valor tiene lo confirmado;
d) la actividad que cumple el juez (jurisdicción) y los supuestos en los cuales se ejerce (competencia),
así como los deberes y facultades que tiene tanto en la dirección del proceso como en la emisión de
la sentencia y en su ejecución;
e) la propia serie procedimental que permite el desarrollo del proceso, con los principios y reglas
técnicas que lo gobiernan;
f) la cautela de los derechos litigiosos, necesaria para evitar que sean ilusorios al momento del
cumplimiento;
g) la sentencia, como norma individualizada para el caso concreto y su valor en el mundo jurídico.
- El carácter del derecho procesal: Orden público (Abstracción jurídica sobre la cual reposa el
bienestar de la colectividad para cuyo mantenimiento deben ceder los derechos de los particulares
cuando ello sea de conveniencia social). Potestad jurisdiccional del Estado (implica el “poder de
ejercicio obligatorio”, por parte de ciertos órganos del Estado, de aplicar el derecho objetivo a una
controversia específica).
a) El Código Procesal Civil de la República del Paraguay (Ley N° 1337/88) vigente fue redactado por
el Prof. Dr. Juan Carlos Mendoca, siendo su fuente principal el Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación Argentina.
b) El Código Procesal del Trabajo (Ley N° 742/61), es obra del Prof. Dr. Luis Frescura y Candia.
c) El Código Procesal Penal vigente ha sido aprobado por Ley N° 1286 del 8 de Julio de 1988.