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Foro: “mujer rural en Colombia, retos y

compromisos”

Bogotá, Colombia – 18 de noviembre de 2010


La tierra para las mujeres rurales es vida, es entorno, tejido sociocultural, el día a día y de esa manera el
aporte al desarrollo del país. Los factores fundamentales para las mujeres rurales son: tierra, agua, semilla,
producción, espacio con seguridad para desarrollo como persona política.

Martha Reyes, lideresa comunitaria y mujer rural

Foro: “mujer rural en Colombia, retos y compromisos”


Bogotá, Colombia – 18 de noviembre de 2010

Palabras de bienvenida del representante del IICA Oficina en Colombia,


Christopher Hansen

Muy buenos días, mi nombre es Christopher Hansen, representante del IICA en


Colombia. Estoy muy feliz de estar aquí para la inauguración del Foro “mujer rural
en Colombia, retos y compromisos”. Quisiera dar un gran saludo a los delegados
de varias instituciones que están aquí participando en los tres paneles de hoy. Un
especial saludo a Any Benítez de Acción Social, a las delegadas de Anmucic, la
Mesa de Incidencia Política de Mujeres Rurales, la Universidad Javeriana, Oxfam
GB, ANUC, la Contraloría General de la República, la Consejería Presidencial
para la Equidad de la Mujer, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y la
Federación Nacional de Cafeteros. Muy buenos días a todos y a todas.

El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura – IICA - reconoce la


contribución de la mujer rural en la economía familiar, la seguridad alimentaria, el
medio ambiente y la lucha contra la pobreza. Es por esto que el IICA,
comprometido con el desarrollo de la mujer rural y las familias rurales, abre
espacios de discusión para que diferentes actores del desarrollo rural analicen
temas que respondan a las necesidades de las mujeres, promoviendo de esta
manera su desarrollo integral.

La mujer rural en Colombia ha sufrido las consecuencias del conflicto armado, de


la iniquidad; de la falta de oportunidad a nivel de empleo, a nivel de participación
comunitaria, a nivel de acceso a las tierras y, en la educación y acceso al crédito.
Como ustedes conocen, el 70% de las personas pobres son mujeres. La oficina
del IICA en Colombia ha venido trabajando componentes que contribuyen al
desarrollo y promoción de oportunidades para mujeres rurales como la Ley 731 de
2002, los proyectos como Mujeres Ahorradoras en Acción de Acción Social y el
Programa Oportunidades Rurales del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.

El IICA en Colombia ha venido apoyando el trabajo de la Ley 731, Ley de Mujer


Rural, desde su formulación en el año 2000. Ésta tiene como propósito mejorar la
calidad de vida de las mujeres rurales priorizando las de bajos recursos y
consagrando, además, medidas especificas encaminadas a acelerar la equidad
entre el hombre y la mujer rural. Por ello, se convierte en una herramienta
importante para que las mujeres rurales puedan acceder de manera efectiva a los
derechos que les permitan mejorar sus condiciones de vida. El proceso de
reglamentación de la Ley 731 se viene llevando a cabo gracias a la participación
activa de las organizaciones de mujeres rurales. Sin embargo, a la fecha menos
del 50% de los artículos han sido reglamentados.

La segunda iniciativa, el Proyecto Mujeres Ahorradoras en Acción del Programa


Generación de Ingresos de la Agencia Presidencial para la Acción Social y la
Cooperación Internacional - Acción Social -, desde el año 2007 ha buscado la
forma de contribuir a la superación de la pobreza extrema de mujeres en situación
de vulnerabilidad. Para ello, se ha abierto posibilidades de acceso real al sistema
microfinanciero y a la generación de ingresos por medio del fortalecimiento
microempresarial. En 3 años, el proyecto cuenta con cerca de 33.000 participantes
a nivel nacional.

La tercera iniciativa, el Programa Oportunidades Rurales del Ministerio de


Agricultura y Desarrollo Rural busca contribuir a la lucha contra la pobreza rural a
través del incremento del empleo y de los ingresos de las familias más pobres.
Parar lograr estos objetivos, el Programa busca mejorar la competitividad e
integración a los mercados de las microempresas rurales, a través de la inversión
en sus proyectos productivos. El número de beneficiarios y beneficiarias a junio de
2010 son 22.408, de los cuales 9.190 son mujeres.

El IICA continúa apoyando y promoviendo esfuerzos complementarios a favor de


la mujer rural. Un ejemplo de esto es el Foro “mujer rural en Colombia, retos y
compromisos”, al cual estamos asistiendo el día de hoy. El foro busca cuatro
cosas: primero, reflexionar acerca de la situación actual de la mujer rural
colombiana; segundo, analizar las políticas y estrategias de apoyo a la mujer rural
en Colombia; tercero, socializar algunas experiencias y alternativas de apoyo y
desarrollo integral de la mujer rural y cuarto, sensibilizar y generar un diálogo
constante entre los participantes para promover acciones concretas a favor de la
mujer rural colombiana.

Agradecemos su participación y la oportunidad que nos brindan de compartir con


ustedes un espacio de intercambio reflexión, análisis y construcción colectiva. Muy
buena suerte en sus deliberaciones hoy. Bienvenidos y Bienvenidas.
La situación de la mujer rural colombiana

Moderación:
Pilar Agudelo, especialista en Sanidad e Inocuidad de los Alimentos, IICA Oficina en Colombia
Panelistas:
Claudia Collazos, consultora
Myriam Gutiérrez, consultora
Aleyda Barreto, presidenta de Anmucic
Norma Villarreal, consultora
Myriam Páez, mujer ahorradora en acción

El 51,2% de la población colombiana son mujeres; una cifra importante que


disfraza su poca relevancia para las políticas de Estado. De todas las mujeres, las
más vulnerables son las rurales, ya que han sufrido los embates de la guerra, la
falta de infraestructura educativa y de salud; las tradiciones machistas que las
relegan a un segundo lugar, el poco acceso a recursos productivos, entre otras
vicisitudes. En Colombia, las mujeres rurales viven una situación compleja que
impone grandes retos a la institucionalidad pública, a la sociedad civil y a la
población en general.

Según la Ley 731 de 2002, las mujeres rurales son las mujeres que, independiente
de su origen o ubicación, se dedican a actividades rurales. Una gran parte de
estas actividades tienen que ver con la seguridad alimentaria en los diferentes
procesos que la conforman: disponibilidad, acceso a alimentos y capacidad para
adquirirlos, estabilidad de la oferta, adecuación de la alimentación, consumo y
aprovechamiento biológico. Una de las contribuciones de las mujeres a la
seguridad alimentaria es la selección de semillas, sobre todo las nativas, con lo
cual, además, fortalece la soberanía alimentaria de las mujeres, sus familias y la
Nación.

A pesar de estas contribuciones, las mujeres rurales sufren serias inequidades


como la invisibilidad estadística, baja o nula remuneración por su trabajo, bajos
ingresos y posibilidades para educarse, limitado acceso a tierras y otros recursos
como créditos, asistencia técnica y medios de producción. Estos problemas se han
acrecentado por el desestímulo de la economía campesina, a favor de
monocultivos. También, el acceso a alimentos a través de grande superficies ha
limitado su variedad a unos cuantos de consumo masivo como trigo y arroz.

En cuanto al acceso a los medios de producción como tierra, semillas, asistencia


técnica, capacitación y servicios, ha mejorado para las mujeres rurales pero
todavía no es completo ni suficiente. En 1932, la Ley 28 dio un primer paso en
este sentido al permitir a las mujeres ser titulares de sus bienes. Desde entonces
ha habido un importante progreso en el acceso a los medios de producción, sobre
todo a la tierra, la cual es considerada como “un derecho legítimo de los
trabajadores y trabajadoras del campo”. Para las mujeres rurales, su predio es
capital, pero también es medio y estilo de vida, es una opción de vida.

Sin embargo, no solo la tierra puede remediar la pobreza; estudios demuestran


que entregar la tierra sin ningún acompañamiento o recurso adicional, ha tenido un
impacto negativo en América Latina. Por eso, las políticas públicas deben ser
integrales, sobre todo en una población con tantas necesidades. Esto es más
importante cuando menos del 50% de las mujeres rurales tendrán acceso a
pensión y 20% de los hogares rurales tienen jefatura femenina.

La educación y la capacitación también son recursos importantes que las mujeres


rurales requieren para poder superar la pobreza y mejorar su calidad de vida. No
obstante, una gran preocupación de algunas mujeres rurales es que educarse o
capacitarse puede hacer que pierdan los subsidios; para varios asistentes al foro,
esto es representativo de políticas asistencialistas no sostenibles que han hecho
de las personas “seres humanos” sin autonomía.

La discusión que se llevó a cabo en torno a la educación y la formación dedujo


que éstas son una buena opción para que las personas desarrollen al máximo sus
capacidades y así tengan independencia del Estado. En este sentido, una
asistente al foro dijo: “no podemos limitarnos a seguir con el subsidio, ¿dónde
quedaron nuestras manos?”. Estas afirmaciones son válidas para hombres,
mujeres, niños y niñas. Sin embargo, muchas veces el padre y la madre no
permiten que las niñas accedan a su derecho de educación porque son obligadas
a trabajar en el hogar o como empleadas del servicio.

Otra situación que se presenta en el campo es que los padres y las madres
motivan a sus hijos e hijas para que estudien con el fin de salir del campo. Muchos
les dicen a sus hijos e hijas: “edúquese para que no sea como yo”; o “edúquese
para poder salir de aquí”. Esto es un error, ya que se enseña a la juventud rural a
mirar hacia las ciudades y darle la espalda al campo. La educación que dan
padres y madres a sus hijos e hijas debe ser encaminada hacia un desarrollo rural
sostenible y la seguridad alimentaria.

La violencia también es un problema grave en el campo que afecta a las mujeres


rurales; una de sus manifestaciones más importantes se da en el contexto del
conflicto armado con el desplazamiento y el desarraigo psicológico y físico.
Además, las organizaciones de mujeres rurales se han visto afectadas, porque
muchas lideresas han tenido que desplazarse, al igual que las esposas de
hombres amenazados. Muchas mujeres, a raíz del desplazamiento, se han vuelto
jefas de hogar y muchas otras han quedado estigmatizadas por sospechas con
vínculos con grupos armados.
A pesar de estos problemas, muchas mujeres desplazadas afirman que su nueva
situación les ha permitido ganar visibilidad, derechos y voz, lo cual antes no
tenían. Además, a falta del hombre, las mujeres han obtenido mayor autonomía
en el sector rural y han aumentado su participación política: “ahora sabemos qué
es tener derechos”, dicen. Por el hecho de la problemática del desarraigo y el
desconocimiento que tienen muchas mujeres sobre sus derecho ciudadanos, se
comentó que “el tema de las mujeres rurales es un tema de desplazadas y
aplazadas”.

La violencia en el campo se manifiesta de otras maneras. Muchos casos quedan


en la impunidad, ya que, por ejemplo, en casos de violencia intrafamiliar, las
autoridades no reciben la denuncia de la mujer si no llega golpeada. También,
cuando los delitos sexuales son perpetrados por agentes de las fuerzas armadas
no hay denuncias, porque hay mucho miedo y amenazas. Para que esta
problemática termine, es importante la reglamentación de la Ley 1257, en la cual
las mujeres rurales tienen que participar y que sean visibles sus inquietudes.

En este sentido, una discusión interesante del foro se generó alrededor de que
está saliendo mucha normatividad para los menos favorecidos, pero en
contraposición hay leyes como la 715 que limita el accionar de los municipios y
resta presupuesto. Una norma no debería socavar el alcance de otras, ya que
mientras la no implementación de la 1257 no tiene implicaciones serias para los
alcaldes, el no cumplimiento de la 715 los lleva a la cárcel. ¿Dónde está la
congruencia y la conexidad entre normas?

Políticas públicas a favor de las mujeres rurales de Colombia

Moderación:
Luis Fernando Restrepo, especialista en Desarrollo Rural, IICA Oficina en Colombia
Panelistas:
Donny Meertens, docente investigadora, Pontificia Universidad Javeriana
Norma Villarreal, consultora
Martha Reyes, lideresa comunitaria y delegada de ANUC-UR

Históricamente, las políticas a favor de las mujeres rurales se han orientado en


cuatro direcciones: políticas de fortalecimiento de lo doméstico, políticas de
igualdad de oportunidades, políticas de acción positiva y políticas con enfoque de
género. Asimismo, han evolucionado desde políticas enfocadas en lo reproductivo,
hacia políticas con énfasis productivo y luego, políticas agrarias con enfoque de
género. Estos avances se lograron, principalmente, a partir de los años 80 en un
entorno poco alentador como las políticas de ajuste estructural, la crisis mundial
de alimentos y un contexto de feminización de la pobreza.
En este escenario se dio la primera política para la mujer rural, en 1984, con la
cual se reconoció, por primera vez a nivel institucional, su rol productivo en la
economía campesina. Así, varios programas del gobierno comenzaron a tenerlas
en cuenta en este rol. Por ejemplo, el Fondo de Cofinanciación para la Inversión
Rural (DRI) promovió el acompañamiento directo a familias campesinas y a la
mujer, con lo cual se fortalecieron los liderazgos de varias de ellas. El final de este
programa dificultó el trabajo de varias lideresas, porque ya se habían
acostumbrado al acercamiento con la institución. El desmonte de esta y otras
instituciones del sector agropecuario significó retroceso para las mujeres rurales.

Con este desarrollo en liderazgo político, las organizaciones de mujeres rurales se


fortalecieron y comenzaron a movilizarse en los territorios y en las instituciones
públicas del nivel central. Sus acciones rindieron frutos pero se vio la necesidad de
institucionalizar un apoyo integral del Estado a favor de ellas. Por eso, como
respuesta a los programas y políticas que se dirigían a las mujeres
coyunturalmente, pero nunca a largo plazo, nació la Ley de Mujer Rural de 2002.
Ésta tiene como objetivo acelerar el desarrollo de las mujeres rurales para lograr la
igualdad de género en el campo. Su articulado toca varios temas como trabajo,
protección social, financiación, acceso a la tierra, educación, capacitación, entre
otros.

A partir de entonces las mujeres se han movilizado para la reglamentación de la


Ley, por ejemplo, con la constitución de la Mesa de Incidencia Política de las
Mujeres Rurales. Asimismo, han ampliado sus intereses y demandas con la
inclusión de derechos sexuales y reproductivos, así como reconocimiento a la
pluriculturalidad de las mujeres por etnia, entre otros. No obstante, aún hoy, ocho
años después de la sanción de la Ley, menos del 50% de sus artículos han sido
implementados, lo cual se constituye en uno de los mayores obstáculos para su
pleno desarrollo.

De igual forma, las mujeres rurales tienen obstáculos estructurales como el


conflicto armado y la falta de conciencia de sus derechos y lideresas
comunitarias. Asimismo, tienen retos como mejorar sus relaciones y su capacidad
de negociación con las instituciones públicas que pueden responder a sus
necesidades; atraer aliados estratégicos, tanto públicos como privados; fortalecer
su incidencia en las regiones a través de organizaciones descentralizadas; y
articular sus acciones en conjunto con mujeres de organizaciones mixtas.

En cuanto al conflicto armado, tiene varios efectos diferenciados sobre las mujeres
rurales, por ejemplo, produce una acumulación de poderes locales armados, lo
cual afecta los derechos y empoderamiento de mujeres y también debilita los
procesos asociativos en el campo. El conflicto armado también impone obstáculos
para la protección o restitución de la tierra a las mujeres víctimas debido, entre
otras cosas, a la informalidad de la tenencia (las mujeres generalmente no tienen
título de propiedad), al desconocimiento social de sus derechos y al
desconocimiento de las pérdidas. Hay que recordar que las mujeres son actoras,
no víctimas en las reivindicaciones de la tierra.

Estrategias para el desarrollo integral de las mujeres rurales

Moderación:
Any Andrea Benítez, asesora nacional Programa Generación de Ingresos, Acción Social
Panelistas:
Luz Emilsen Fino, mujer ahorradora en acción
Nelly Velandia, coordinadora Mesa de Incidencia Política de las Mujeres Rurales Colombianas
Yamile Prieto, consultora, Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer
Ana María Lleras, coordinadora Programa Mujeres Cafeteras, Federación Nacional de Cafeteros
Olga Lucía Rodríguez, delegada para la participación ciudadana, Contraloría General de la
República

Existen oportunidades para desarrollar estrategias a favor de la equidad de género


en el campo colombiano, en un amplio espectro de temas: participación política,
titulación de tierras, acceso a créditos y al sistema financiero, educación y
formación, asistencia técnica, entre otros. En el presente foro se resaltó la
participación política de las mujeres rurales a través de Consejos Participativos de
Mujeres Cafeteras; la cultura de ahorros y emprendimientos con el Proyecto
Mujeres Ahorradoras en Acción; y el control ciudadano a través de una propuesta
para conformar auditorías articuladas y veedurías con la Contraloría General de la
República.

En cuanto a las mujeres cafeteras se puede comentar que de los 560.000


caficultores registrados en el país, 20% son mujeres, muchas de ellas, madres
cabeza de hogar. Desde 2005, la Federación Nacional de Cafeteros viene
trabajando en un programa de mipymes de mujeres cafeteras con el fin de apoyar
sus iniciativas productivas, incrementar sus ingresos personales y promover los
agronegocios. El programa incluye productoras, recolectoras y esposas de
caficultores que quieren prepararse y ser productivas. Además, ofrece talleres de
capacitación y asesoría para el acceso a microcrédito.

Igualmente, en el tema de participación política, la Federación y la Consejería


Presidencial para la Equidad de la Mujer ejecutan desde 2008 un plan para el
establecimiento de una Red de Mujeres Cafeteras, todas conectadas a través de
Consejos Participativos de Mujeres Cafeteras en los municipios, con el objeto de
promover la participación política, social y económica de las mujeres, así como su
capacidad organizativa. Un año después de su lanzamiento esta iniciativa ya
contaba con 99 consejos participativos en 17 departamentos con más de 4.600
participantes. Este plan ha tenido incidencia en los Comités de Cafeteros donde
las mujeres han aumentado su participación a niveles del 40%.
Con respecto al Proyecto Mujeres Ahorradoras en Acción, es una herramienta de
gestión pública para lograr el empoderamiento personal, social y económico de
miles de mujeres, urbanas y rurales. El Programa Generación de Ingresos de
Acción Social y el IICA Oficina en Colombia son los principales socios para la
formulación, ejecución, seguimiento y evaluación de esta iniciativa que ya tiene
más de 3 años de funcionamiento. En este tiempo, el Proyecto ha atendido
alrededor de 33.000 mujeres en 105 municipios a nivel nacional, 40% de las
cuales han sido rurales.

El proyecto tiene como eje central el ahorro, el cual se complementa con una
formación integral en temas como: equidad de género, negocios, emprendimiento,
plan de inversión, asociatividad, cultura de ahorro y seguros, entre otros. Durante
las capacitaciones las mujeres se comprometen a ahorrar un monto mínimo de
$300.000 que las hace acreedoras de un incentivo de $150.000 y un microseguro.
Este dinero debe ser utilizado para capitalizar sus negocios, aunque en muchos
casos son usados para educación de sus hijos e hijas, pago de deudas, etc. Otro
componente importante del Proyecto es que busca que las mujeres se asocien, lo
cual significa mayor inyección de capital y la posibilidad de acceder a
microcréditos.

En tercer lugar, la Contraloría General de la República propone el control


ciudadano a las entidades públicas, como herramienta para el desarrollo de las
mujeres rurales. Esta herramienta no sólo mejora el impacto del trabajo de la
Contraloría, sino que además fomenta la participación de los ciudadanos y las
ciudadanas y fortalece el tejido social con la formación de redes y de sociedad
civil. Para ello, la Contraloría capacita a los grupos interesados en hacer veedurías
y auditorías articuladas; estas formas de control ciudadano se utilizarían para
avanzar en la reglamentación de la Ley de Mujer Rural.

Por último, de las discusiones recogidas en el foro, se pueden resaltar las


siguientes propuestas para avanzar con la equidad de género en el campo
colombiano:
1. Es necesario que los programas sociales que propendan por el bienestar de
hombres y mujeres rurales, tengan en consideración las leyes que
favorecen a las mujeres y poder garantizar la continuidad.
2. Estos programas sociales y otras iniciativas gubernamentales deben tener
una discusión previa con los diferentes grupos de interés, entre ellos, las
mujeres rurales, para que participen en su formulación, su ejecución y su
evaluación con mecanismos como las veedurías.
3. Las políticas, programas y proyectos emprendidos por el Estado y su
institucionalidad, deben ser integrales y enfocados a tener impactos
socioeconómicos.
4. Los funcionarios y las funcionarias en las entidades públicas tienen que
tener sensibilidad para el trabajo con las mujeres, muchas veces los
obstáculos los ponen ellos o ellas.
5. El Ministerio de Agricultura y las entidades descentralizadas requieren una
oficina para atención a las mujeres rurales o mínimo una oficina informada
sobre los casos de las mujeres, en la cual los funcionarios y funcionarias
tengan sensibilidad para atenderlas.
6. Se recomienda abrir mayores posibilidades para capacitación y formación
de las mujeres rurales, acceso a medios de producción, transformación y
comercialización, fomentar la asociatividad.
7. En este sentido, inyectarle recursos al Fondo de Fomento de la Mujer Rural
– FOMMUR 1 - es de gran importancia para las aspiraciones de las mujeres
rurales, pero no solo para capacitaciones, sino también para capitalización
de sus negocios y otros destinos productivos.
8. La educación de niños y niñas es muy importante para el futuro del campo
colombiano. La educación de las niñas no puede interrumpirse para
dedicarse al trabajo doméstico en el hogar de la familia o en otros hogares.
Niños y niñas deben tener un trato igualitario por parte de sus padres y
madres.
9. La actual oportunidad de restituir las tierras a las personas despojadas de
las mismas, puede ser transformadora para las mujeres. Es importante que
se priorice la titulación de tierras en las mujeres; también, involucrar a las
organizaciones de mujeres rurales por su empuje e interés de volver a la
tierra y hacerla producir.

1
Según el Artículo 10 de la Ley de Mujer Rural, el Fondo de Fomento de la Mujer Rural – FOMMUR – es una
herramienta para el “apoyo de planes, programas y proyectos de actividades rurales, que permitan la
incorporación y consolidación de las mujeres rurales y sus organizaciones dentro de la política económica y
social del país”. Los recursos de FOMMUR pueden ser utilizados para “la divulgación y capacitación sobre el
acceso al crédito, la promoción y la formación de planes, programas y proyectos a favor de las mujeres
rurales, así como, para la asistencia técnica, comercial y gerencial de los mismos”. Asimismo, “el FOMMUR
incentivará tanto la creación, promoción y fortalecimiento de formas asociativas, como el otorgamiento de
créditos asociativos, con el fin de lograr una vinculación organizada y directa de las mujeres rurales dentro
del mercado”. El FOMMUR también contempla el apoyo a las entidades territoriales en la inversión en esta
clase de actividades a favor de las mujeres rurales.

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