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genérica de los textos que "se debe" o que "se puede" encon-
trar como literatura en determin adas épocas.
Del mismo modo, la historiog rafía de la literatura se de-
termina por los materiale s. Al revisar las historias de la lite-
ratura del pasado, esos textos producen un desconte nto ge-
neral porque fallan activame nte al Leer los materiale s que
listan -m uchas veces clasificados erróneam ente-; a pesar
de que los materiales, como literatura , demanda n ya no sólo
la mención sino una activa lectura de su contenid o. Nuevas
Lecturas historiográficas deben proporci onar una visión den-
tro del proceso histórico, ya sea como integraci ón o disgrega-
ción. En la historia de la literatura debe existir una renegocia-
ción con el canon establecid o que los investigadores pretérito s
han fijado y que para los lectores se convierte en norma, limi-
tando Jos materiales. Mientras que los lectores esperan ver,
siempre, ciertos texcos investigados, los historiad ores deben
partir de los predeces ores y alejarse de sus visiones para en-
contrar nuevos materiale s de estudio.
Desde la perspecti va de la historicidad, un rasgo funda-
mental de la historia de la literatura es que e l objeto, el texto
e n sí, es histórico . En los últimos años se ha Incremen tado la
importan cia de reconoce r que la literatura, y lo literario, son
en sí transform aciones históricas más que culminac iones u
objetos ya determin ados. Esta aceptació n se ha efectuado , tí-
picament e, para contrarre star la idealización de la literatura ;
pero ha producid o un efecto un poco paradójic o al facultar la
literatura para que se la pueda tratar como interceso ra de un
agente histórico y no sólo como un objeto Intransitivo. Esta
tendencia reciente a leer la literatura dentro de la historia va
en contra de la tradición filológica de leer la historia como
extraída de la literatura.
Por eso, al revisar las historias de la literatura colombia na
para el siglo XIX, se encuentr a que los autores de tales estu-
dios hacen una clasiOcación de los textos del pasado guiados
por sus inclinaciones y concepci ones personal es más que por
la labor literaria del momento histórico en que los textos se
publicaba n. De esta manera se hallan aseveraciones como Ja
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ANÉCDOTAS
t) Jugaba un sujeto, que se decía caballero a carta cabal, y
sorprendido en una trampa, los jugadores indignados lo arro·
jaron por la ventana del piso alto en que estaban. Levantado
el mal jugador dirigióse a un amigo a pedirle consejo sobre
lo que en semejante caso debería hacer. Mi amigo, le dijo el
consultado, un consejo no más se me ocurre, y es que en lo
sucesivo no juguéis sino en el piso bajo.
1
El Dla fue uno de los pocos periódicos que tuvo una extensa dura·
ción durante el siglo XIX; S\Jrgló el 23 de agosto de 1840 en Bogotá y cerró
e l 17 de julio de 1851, después de 836 ediciones, hecho que nunca antes
había sucedido. Se Inició como órgano lnformatJvo publicando leyes y
disposiciones del gobierno, pero dejando una breve porción de espacio
a la literatura.
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ANÉCDOTA
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o, el
breve s. El prim ero proce dente de un lugar desco nocid
l en el que
segu ndo ubica do en el prese nte y en el medi o socia
que
se difun de la anécd ota. Del mism o modo, la expre sión
festac iones más corta s de
cierra contu nden teme nte Jas mani
mitad del texto ,
esta form a de escri tura, ahora se halla en la
no pide
prese ntada en dos parte s: una pregu nta retór ica que
concl usión -juici o sobre la
respu esta oral sino ment al y una
situa ción de abus o que se denu ncia.
El
Las sigui entes anécd otas, enco ntrad as en el Perió dico
acos
Duende. Periódico de buen humor, dedic ado a los cach
de ambo s sexos (tS·'<i-1849), dejan ver cómo el géne ro se desa-
rrolla en texto s de mayo r exten sión y comp lejida d:
ANÉCDOTA
lo
De esta mane ra se obser va la varia ción en la funci ón de
forma s
relata do, que ahora pued e servi r de base para otras
su pro-
narra tivas, pero que en e l proce so de trans ición pierd e
dentr o de
pia cuali dad para asimi larse y finalm ente perde rse
otros géne ros.
ible
Esta anécd ota, cuyo tópic o es la neces idad impre scind
tiva, sino
del diner o en la socie dad, no prese nta una voz narra
tas
que incor pora el diálo go, dejan do que sean los prota gonis
de los hech os quien es hable n.
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ANÉCDOTA
En una pequeña villa de Dinamarca vivía, hace muchísimos
años, un herrero que sabía su profesión muy bien; pero su
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; sin embargo,
fuerte genio hacía que los vecinos le temieran
lo, lo trata ban bien para
sien do él el único herrero en el pueb
ro con uno de
que no se fuera . Un día estaba este mismo herre
] habían bebido
sus conocidos en una posada y ambos [que
de lo pruden-
muc ho (de paso vaya el cons ejo de no bebe r más
y arras trado por el
te) entra ron en una disputa, se acaloraron,
, con el martlUo
fuerte genio mató el herr ero a su opon ente
causa criminal y
que tenía a su Lado . Lo pren diero n, Le hicieron
lo cond enar on a mue rte, com o era de justicia.
pueb lo, y dije·
Pero ahor a se reun iero n todos los vecinos del
tro herrero!
ron entr e sí: lcómo pued e ser, que mate n a nues
Hagamos aJ juez petición de perd onar le la vida.
habi endo oído
Una comjsión fue desp acha da aJ juez el cual,
o sien to con
la petición, dijo: imposible, seño res, yo mism
me hará mu-
toda el alma esta desgracia, porq ue el herr ero
re.
cha faJta , pero la justicia exige: sang re por sang
, no hay otro herr e-
Entonces, cont estó la comisión: Sr. Juez
que lo ejecu-
ro en el pueb lo, y por esra cazó n no pued e ser
está muy vie-
ten; pero tene mos aquí dos pana deros, el uno
1a justi da estar á
jo ya, y ha vivido lo suficiente . Ahó rque nlo y
satisfecha.
man dó liber tar
Y muy cont ento el juez, de tan buen arreglo,
: para casti-
[sic] al herr ero, pren der aJ pana dero y ahor carlo
ese de adverten-
gar el ases inato perp etrad o, y para que sirvi
cia a otro s que tuvieran malas intenciones.
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cas; así mismo, emplea diferent es estrateg ias de disociac ión para
destacar los aspectos nacional es pero, sistemát icament e, también
los circunsc ribe tratando de borrar su origen.
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