Con frecuencia transcurren cinco años desde que se toma en principio la decisión
de construir un nuevo laboratorio hasta el momento en que éste entra en
funcionamiento. También se suele prever que no requerirá modificaciones
importantes durante otros diez años. Dado que el volumen de trabajo puede
cambiar en ese plazo, no es conveniente diseñar un laboratorio teniendo sólo en
cuenta los pormenores de las actividades previstas actualmente. Aun en el caso de
que el volumen de trabajo sea siempre el mismo, el curso de los acontecimientos
puede exigir cambios en la importancia relativa otorgada a los diferentes tipos de
análisis. Además, los avances en la instrumentación y en la metodología analítica
pueden alterar las necesidades de espacio y las condiciones para un determinado
análisis. Existen argumentos a favor del diseño del laboratorio en función de las
actividades "genéricas" y "especializadas".
Las actividades genéricas pueden definirse como operaciones químicas "por vía
húmeda" para las que es necesario disponer de un gran número de bancos fijos
dotados de agua, electricidad, sumideros, campanas de humos, estanterías para los
reactivos y espacio para la limpieza y almacenamiento del instrumental de vidrio,
a diferencia de las "salas de instrumentos", donde son necesarios menos servicios
(aunque deberán contar con un suministro adicional de gas por tuberías y tal vez
una instalación eléctrica fija) y puede ser suficiente una combinación flexible de
mesas/bancos móviles.
Pueden ser necesarias salas especializadas para el trabajo que requiere "aire
limpio" (por ejemplo, el relacionado con algunos contaminantes ambientales), o
para el trabajo con sustancias que han de manipularse con especial cuidado, por
motivos de seguridad o para evitar la contaminación cruzada (por ejemplo,
materiales radioactivos y algunas sustancias especialmente tóxicas), o para el
almacenamiento y distribución de patrones de compuestos puros que se están
analizando a niveles residuales en alguna otra parte del laboratorio. Una sala
especializada para operaciones en gran escala o actividades de preparación de
muestras en las que se desprende polvo, como por ejemplo molturación, mezcla o
agitación, será muy conveniente, sobre todo si se prevé trabajar con analitos
heterogéneos (por ejemplo, aflatoxinas en nueces o higos para las que a veces se
necesitan muestras primarias de 30 kg).
Con arreglo a este criterio, los principales parámetros del diseño son los
relacionados con una identificación correcta de las necesidades en lo que respecta
a las actividades especializadas y una estimación de las necesidades relativas en lo
que respecta a las actividades genéricas de química "por vía húmeda", las que se
llevan a cabo en la "sala de instrumentos" y, en su caso, las relacionadas con la
"microbiología de los alimentos", cuando se realizan en los mismos locales, como
sucede a menudo.
El laboratorio químico
Control de la limpieza