Posee una riquísima arquitectura colonial, conformada por viejas casas y templos de la época.
Debido a la especial topografía de la zona, las calles conservan una distribución atípica, con
calles sinuosas, recovecos que le confieren un aspecto de ciudad andina muy propio.
Además, la población reúne a sus mejores toros para la corrida tradicional y a los gallos más
fuertes para las peleas, que caracterizan a los valles cochabambinos.
Los totoreños se dedican a la producción de maíz, alfalfa, habas y papa en sus regiones de
mayor altura e intentan revitalizar la economía de la región apostando al turismo, mediante la
explotación de las bellezas naturales y el patrimonio cultural existentes en la comunidad.
A pocos kilómetros del pueblo están lugares turísticos como “La Phajcha” o la cascada y el río
Lope Mendoza, ideal para la pesca de trucha y también restos arqueológicos, como vasijas y
otros utensilios con pintura característica del incario.