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1.6.

Los presupuestos procesales

Son aquellos requisitos previos imprescindibles para la existencia del proceso.


Estos presupuestos determinan el nacimiento válido del proceso, su
desenvolvimiento y su normal culminación con la sentencia. El juez debe
analizarlos de oficio en la admisión de la demanda, aun sin que las partes los
objeten por vía de excepción, al considerarse de orden público, puesto que el
Estado interviene en dicha relación.

Chiovenda define a los presupuestos procesales como “las condiciones


para que se consiga un pronunciamiento, favorable o desfavorable, sobre la
demanda.”1 Afirma el jurista italiano que “para obtener una sentencia sobre la
demanda, en uno u otro sentido, es necesario que exista un órgano estatal
regularmente investido de jurisdicción; que este órgano sea objetivamente
competente en la causa determinada y subjetivamente capaz de juzgarla; que las
partes tengan capacidad de ser parte y la capacidad procesal […]”2

La doctrina ha señalado predominantemente que los presupuestos


procesales son la presentación de la demanda en forma, la competencia del juez y
la capacidad procesal de las partes. Así, Couture estima que los presupuestos
procesales son: la proposición de una demanda judicial, un órgano dotado de
jurisdicción y las partes que se presenten como sujetos de derecho3. Por su parte,
Becerra Bautista considera la presentación de una demanda formal y
substancialmente válida; por un sujeto de derecho (actor); ante un órgano
jurisdiccional (juez) y frente a otro sujeto de derecho (demandado); teniendo los
tres, partes y juez, capacidad procesal; en cuanto al juez: capacidad general,
jurisdicción, y especial: competencia.”4 Para Pallares, los presupuestos procesales

1
Chiovenda, Giuseppe, Curso de derecho procesal civil, trad. por Figueroa Alfonzo, Enrique,
México, Editorial Pedagógica Iberoamericana, 1994, p. 36.
2
Ídem.
3
Véase: Couture, Eduardo J., Fundamentos de derecho procesal civil, Buenos Aires,
Depalma, 1974, p. 49.
4
Becerra Bautista, José, El proceso civil en México, 16ª ed., México, Porrúa, 1999, p. 4.

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son: la competencia del juez, la capacidad procesal de las partes y una demanda
en forma5.

Además de los presupuestos anteriormente mencionados, puede haber


otros de carácter específico, ya que ciertos juicios no se admitirían sin ciertos
elementos lógicos imprescindibles. Así, en el juicio de divorcio, deberá acreditarse
la existencia del matrimonio; en los juicios ejecutivos o hipotecarios, el título
ejecutivo o hipotecario; en el juicio de lanzamiento, el contrato de arrendamiento;
en los sucesorios, la prueba del fallecimiento; en las testamentarías, el
testamento; en los de quiebras y concurso, la demostración del estado de quiebra
o insolvencia.

Al respecto, algunos autores han considerado dentro de los presupuestos


procesales a las excepciones de litispendencia y la conexidad6. Sin embargo la
presencia de algunas de estas causas no trae consigo la nulidad del
procedimiento, ni deben ser analizadas de oficio por el juzgador, por lo que no son
presupuestos procesales, sino más bien excepciones.7

5
Véase: Pallares, Eduardo, Diccionario de derecho procesal civil, 28ª ed., México, Porrúa,
2005, p. 622. Para comprender el alcance del término “capacidad procesal” ver infra 6.3 y 6.4.
6
Para Bülow, los presupuestos procesales conciernen a las condiciones que deben cumplir los
sujetos procesales (la competencia e imparcialidad del juzgador, la capacidad procesal de las
partes y la legitimación de sus representantes), el objeto del proceso (ausencia de litispendencia y
cosa juzgada), la demanda y su notificación al demandado. Véase: Von Bülow, Oskar, La teoría de
las excepciones procesales y los presupuestos procesales, trad. de Rosas Lichtschein Miguel
Ángel, Buenos Aires, EJEA, 1964, pp. 1-7. Cit. por Ovalle Favela, José, Teoría general del
proceso, 2ª ed., México, Harla, 1994, 1994, p. 177.
7
Devis Echandía señala que la falta de un presupuesto procesal constituye, en buena
doctrina, un impedimento procesal, y no una excepción. Véase: Devis Echandía, Hernando, Teoría
general del proceso, 2ª ed., Buenos Aires, Universidad, 1997, p. 278.

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