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Programa de formación de dirigentes en gestión pública y social

Economía
política

autor: Dr. Oscar Tangelson

Universidad Nacional de Lanús / Vicerrectorado / Campus Virtual UNLa / 2019


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Universidad Nacional de Lanús

Rectora
Dra. Ana Jaramillo

Vicerrector
Dr. Nerio Neirotti

Responsable Académico
Mg. Aarón Attias Basso

Responsable de Comunicación
Lic. Nicolás Canosa

Responsable Administrativa
Vanesa Mlot
© Universidad Nacional de Lanús
Campus Virtual UNLa

Dirección Campus Virtual UNLa


Prof. Laura Virginia Garbarini

Diseño gráfico
Equipo del Campus Virtual UNLa

Mayo 2019
índice

índice de íconos 5

Economía Política 6

Factores de la producción 8
Recursos naturales 8
Factor humano 9
Capital 11
Tecnología 11
Unidades productivas 12
Sectores de la producción 12
Perfil productivo 13
Para quién producir 13
Mercado 14
El resto del mundo 14
Sistema económico y desarrollo soberano 16
Crisis, recuperación y proyecto de la Argentina 16
El pasado reciente. Magnitud y razones de la crisis 17
2003. El cambio de rumbo 21
Crecimiento económico. Énfasis en producción y trabajo 21
El futuro. Los desafíos del Bicentenario 22
Ejes temáticos del proyecto nacional para el siglo XXI 22
El proyecto nacional 30
Índice de íconos

Tarea

Foro


Lectura obligatoria

Lectura recomendada

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Importante

Para pensar

Multimedia

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Economía política

Es posible encarar el análisis de los fenómenos económicos desde el punto de vista


teórico, desde la presentación de las diferentes escuelas de pensamiento que a lo
largo de la historia han procurado comprender y explicar esta dimensión de las
sociedades humanas, desde la cita de autores extranjeros y su influencia en el
diseño de las decisiones de política y sus efectos sociales.

Esa aproximación al tema resulta tal vez comprensible para quienes encaran su
formación profesional en ese campo del conocimiento. Pero un Programa de For-
mación de Dirigentes en Gestión Publica y Social hace indispensable centrar los
contenidos, en la presentación de los componentes, dinámica, funcionamiento y
efectos del Sistema Económico e introducir algunos núcleos conceptuales básicos
de economía que permitan, a partir de ellos, profundizar el análisis de la realidad
argentina en ese área y contar con mayores recursos para entenderla en el con-
texto del desarrollo mundial y en sus desafíos futuros.

La economía es una disciplina muy sencilla. Solo tiene que responder tres preguntas:

- ¿Qué producir?
- ¿Cómo producir?
- ¿Para quién producir?

La respuesta a estos interrogantes determina el perfil productivo de cada país o


región, la elección de las tecnologías a utilizar en ese proceso y las condiciones
económicas y sociales de su población.

En muchos casos, desde el punto de vista teórico o en el diseño de política se las


considera aisladamente cuando, en verdad, su interrelación es total y no admiten
ignorar en qué medida la determinación de cualquiera de ellas afecta o condicio-
na el comportamiento de las demás.

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CAMPUS Virtual UNLa / FORMARNOS / economía política

Los problemas económicos tienen solución económica, social, política, educativa,


cultural, ética, jurídica, tecnológica, organizativa, antropológica, institucional e his-
tórica y están, en gran medida, condicionados por la naturaleza de los objetivos
que persiga cada sociedad. En este momento de la historia es indispensable, tam-
bién, incorporar la sustentabilidad ambiental como requisito del desarrollo.

Si son tan variadas las dimensiones que definen un proceso de desarrollo econó-
mico y, por su parte, si son también tan diversas las características de los países,
resulta casi evidente que no puede aplicarse un modelo único, universal y atem-
poral, a una realidad tan heterogénea y que los marcos teóricos que se refieren a
aspectos aislados como el consumo, la inflación, la inversión, el comercio mun-
dial, la deuda, los salarios o la pobreza, requieren su inserción en una visión estruc-
tural e histórica de la economía y de la sociedad.

Sistema Económico. Componentes, Funcionamiento, Políticas y Resultados

En el Grafico siguiente se reflejan los diversos elementos que configuran su estruc-


tura y sirve de guía para analizar su funcionamiento y los resultados esperados de
la aplicación de políticas que orientan, promueven o condicionan los objetivos de
una determinada sociedad. Asimismo sintetiza la vinculación de ese país con el
resto del mundo.

Elaboración propia en base a BARROS DE CASTRO, Antonio y LESSA, Carlos Francisco. INTRODUCCIÓN A
LA ECONOMÍA. UN ENFOQUE ESTRUCTURALISTA. El sistema Económico. Capítulo 1. México, Ed. Siglo XXI,
1998.

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Factores de la producción

La primer cuestión a dilucidar al definir el modelo y perfil productivo de un país


es la de conocer las condiciones y limitaciones que presentan para ello.

A lo largo de la historia económica y política se han sucedido conceptos y defini-


ciones contrapuestas respecto al perfil productivo y su forma de vinculación con
el resto del mundo.

Las ventajas comparativas o competitivas, la determinación del autoabastecimiento


autonómico, la especialización productiva, el debate acerca de un país agroexpor-
tador o de un modelo con industrialización, mercado interno o apertura al comer-
cio internacional, son parte de un debate permanente que obliga a definir con que
cuenta un país para poder tomar esas decisiones.

Recursos naturales

La primer consideración para definir el perfil productivo de un país nos remite a


su territorio. Y en ese concepto general quedan comprendidas todas las caracte-
rísticas que el mismo presenta y que, necesariamente, van a condicionar sus posi-
bilidades de desarrollo. Todas las ciencias y disciplinas del mundo físico, son un
aporte esencial para la comprensión del potencial económico.

- Superficie
- Localización en el planeta
- Costas
- Hidrografía
- Orografía
- Clima. (Temperatura. Estaciones. Régimen de lluvias. Régimen de vientos)
- Composición del suelo y del subsuelo (Edafología, minerales y combustibles)
- Flora y fauna autóctona e implantada.

La formación educativa tradicional incluye todos estos temas desde una perspec-
tiva disciplinaria, particularmente en materia geográfica y el método suele ser repe-
titivo y puntual. El Nilo, los Himalaya, la zona templada o la tundra, las isotermas
o las isohietas, el tamaño de los países, aparecen como datos aislados.

Sin embargo, cada uno de ellos, plantea vinculaciones significativas con las deci-
siones económicas y constituyen condicionantes para los procesos de desarrollo,
la aplicación de recursos o el diseño de políticas específicas.

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Resulta evidente que la dimensión de Australia, Brasil, Canadá, China, Estados


Unidos o Rusia, de los países intermedios como Argentina, Sudáfrica, o México y
de los pequeños como Andorra, Mónaco o Luxemburgo suponen un potencial pro-
ductivo manifiestamente diferente.

Las respectivas ubicaciones de Argentina, en el sur del hemisferio marítimo o de


Austria, en el centro de Europa, son determinantes frente a la factibilidad del desa-
rrollo de actividades turísticas o para la cuantificación del costo flete en el comer-
cio mundial.
La extensión del Nilo, el Paraná, el Danubio o el Mississippi no son relevantes para
explicar las razones por las cuales la mayoría de las civilizaciones en la historia
humana han nacido junto a los ríos. Provisión de agua potable, transporte, molien-
da del grano o seguridad son los factores que permiten entender el porqué de la
localización de Asiria, Egipto, Viena, Berlín, Londres, Nueva York, Asunción, Bue-
nos Aires o Shanghái.

La orografía también plantea elementos económicamente significativos en cuanto


a viabilidad, productividad y costos. Territorios quebrados obligaron a mayas e
incas a producir sus alimentos en terrazas construidas artificialmente, elevan los
recursos necesarios para la construcción de infraestructura vial o ferroviaria y obli-
gan a un enorme gasto energético para llevar, por ejemplo en México el agua para
20 millones de personas desde ríos ubicados a casi 1000 metros menos de altura.

La composición del suelo, el clima templado y las lluvias llevan a Ucrania, las lla-
nuras del Mississippi y la Pampa Húmeda a constituir las regiones cerealeras más
productivas del mundo. Las condiciones y la historia geológica de distintas regiones
las convierten en mineras o, con todas sus implicancias políticas, en petroleras.

La importancia de la Resolución de Naciones Unidas por las cuales reconoce a la


Argentina una ampliación de 1 millón de Km2 de la plataforma submarina implica
el aprovechamiento de la riqueza ictícola o el potencial minero y petrolero del fondo
oceánico.

Factor humano

Al perfil territorial de recursos naturales se agrega, como actor y destinatario, el


componente humano. En este ámbito puede reconocerse también un abanico de
conceptos teóricos y políticos según las diferentes escuelas de pensamiento.

Desde la concepción de Malthus que asignaba a las guerras, las epidemias o el


hambre la facultad de equilibrar lo que entendía como el crecimiento geométrico
de la población frente al crecimiento aritmético de los alimentos y recursos, el carác-
ter de variable homogénea que conciben las teorías clásicas y neoclásicas del libe-
ralismo, la condición de ejercito industrial de reserva y generador de plusvalía de
Marx, la asimilación a capital humano o la controvertida utilización del concepto de
recursos humanos, el factor humano está en el centro del debate económico.

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Para poder determinar su participación en los procesos productivos existen tam-


bién dimensiones y políticas en la variada gama de sus características y compor-
tamiento cuantitativo y cualitativo.

- Población total.
- Crecimiento demográfico
Vegetativo. Natalidad. Mortalidad. Morbilidad.
Social. Migraciones.
- Pirámides poblacionales por edad y sexo.
- Población rural y urbana. Concentración territorial.
- Población en edad económicamente activa.
- Población económicamente activa.
Ocupados.
Desempleados.
Tasa de actividad y de participación por edad y sexo.
- Estructura educativa y de salud de la población y de la fuerza de trabajo.

Cada uno de estos conceptos ha dado lugar al dictado de leyes y normas, al dise-
ño e implementación de políticas a nivel nacional e internacional, está afectado
por factores culturales y religiosos, varía notablemente según se producen inno-
vaciones tecnológicas en medicina o en los medios de transporte y comunicación,
refleja el efecto de guerras o catástrofes naturales.

Una somera mención a algunos de los hechos vinculados con la magnitud y per-
fil de la fuerza de trabajo de un país, permite ejemplificar la importancia política
que se le asigna.

El Gobernar es Poblar de Alberdi, el Preámbulo de la Constitución Nacional con-


cebida “para nosotros, para nuestros hijos y para todos los hombres del mundo
de buen voluntad que quieran habitar suelo argentino”, las asignaciones familia-
res o la asignación por familia numerosa, el impuesto diferencial en China a partir
de un segundo hijo, la muerte del 90% de los hombres paraguayos en edad de
trabajar como consecuencia de la Triple Alianza, el conflicto con los migrantes en
la Europa del presente, la invención de los antibióticos y su impacto sobre la mor-
talidad, la virtual prohibición del trabajo femenino por los talibanes, el dictado de
la Ley 1420 de educación obligatoria, gratuita y laica de 1880, la gratuidad o aran-
celamiento de la educación superior, la migración campo-ciudad asociada a todo
proceso de industrialización, la modificación de la legislación laboral en cuanto a
la extensión de la jornada o al trabajo infantil, el cambio de la edad jubilatoria, el
acceso a los sistemas de salud.

Todos y cada uno de estos elementos afectan la dimensión y perfil de la fuerza de


trabajo de un país y su aporte al proceso de creación de riqueza.

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Capital

El concepto de capital en este esquema corresponde no a los aspectos moneta-


rios y financieros, sino al conjunto de elemento materiales construidos por el hom-
bre para participar en el proceso de producción o de prestación de servicios.

- Maquinas y herramientas.
- Edificios para vivienda, fábricas o establecimientos.
- Infraestructura vial, ferroviaria, portuaria, aérea.
- Sistemas de generación, transmisión y distribución de energía.
- Tasa de renovación y antigüedad promedio de los bienes de capital.
- Sistemas de riego y almacenaje de granos

En este campo también, son innumerables los instrumentos de política que afec-
tan su comportamiento.

Estímulos al diseño y fabricación de equipos, desgravación de importaciones,


amortización acelerada, Plan de obras públicas, sistemas orientados de crédito,
políticas de estimulo o restricción a las inversiones extranjeras directas.

Tecnología

Los tres factores de la producción analizados participan activamente del proceso


según la tecnología que se aplique.

Un mismo producto puede ser obtenido mediante la utilización de diferentes pro-


porciones de los factores, particularmente capital y trabajo. Resulta evidente en la
producción agrícola que en algunos países está altamente mecanizada y en otros
debe apelar a una fuerte presencia de mano de obra.

En este marco el debate acerca de la dependencia tecnológica, la aplicación de


tecnologías apropiadas o convenientes, la distancia entre crear sistemas de cien-
cia y tecnologías propias o mandar a los científicos a sus casas a lavar los platos,
señalan las distintas opciones que se abren en el diseño de políticas particular-
mente en un momento histórico caracterizado por la sociedad del conocimiento.

La visión decimonónica del aporte individual generoso al conocimiento universal


que aun mantienen muchos científicos e investigadores, se contrapone con la
lucha sin cuartel de los laboratorios internacionales por hacer prevalecer las rega-
lías sobre sus desarrollos tecnológicos aunque eso limite el acceso a nuevos medi-
camentos a buena parte de la humanidad.

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Unidades productivas

Los factores de la producción descritos hasta aquí, articulados en función de


una determinada tecnología, se organizan en una heterogénea red de unidades
de producción.

Pueden reconocerse desde las grandes empresas, establecimientos agrícolas,


organismos del Estado, cooperativas, organismos no gubernamentales, micro,
pequeñas y medianas empresas personales o familiares, hasta unidades uniper-
sonales en un kiosco o lustrando calzado en una calle.

La naturaleza de las actividades que estas unidades desarrollan permiten una cier-
ta caracterización que, también, ha dado lugar a las más diversas teorías, propues-
tas y políticas, al agruparlas por sectores.

Sectores de la producción

Tal como se advierte en el Gráfico, el Sector Primario o Extractivo comprende las


actividades cuyo resultado es la obtención de productos materiales tal como se
obtienen de la naturaleza, sin ninguna forma de transformación física o química.
Entre ellas podemos incluir agricultura, ganadería, forestal, silvicultura, acuacul-
tura, pesca, minería y extracción de petróleo y gas.

El Sector Secundario o de la Industria genera productos materiales pero que han


sido sometidos a transformaciones físicas o químicas. Incluye, entre muchas otras,
a las actividades de Molinos Harineros, Panificación, Aceiteras, Siderurgia, Elec-
trodomésticos, Automotrices, Fabricación de Maquinas y Herramientas, Textil,
Metal Mecánica, Confección, Calzado, Marroquinería, materiales para la Construc-
ción, Refinación de Petróleo y Minerales.

Finalmente el Sector Terciario o de los Servicios tiene como resultado un produc-


to no material sino intangible.

Es el más heterogéneo de los sectores y el mayor generador de empleo en la eco-


nomía moderna. Comercio, transporte, educación, desarrollo científico tecnológi-
co, salud, finanzas, distribución eléctrica, turismo, esparcimiento, radio, televisión,
comunicaciones, servicio domestico, seguros, talleres de reparación, servicios pro-
fesionales y de consultoría, diseño, informática, recolección de residuos, kioscos
y hasta limpieza de parabrisas en un semáforo.

El debate acerca de la participación relativa de estos sectores en el perfil producti-


vo de un país, constituye una parte central acerca del desarrollo económico y social.

La generación del 80 y su propuesta agroexportadora a fines del siglo XIX han cons-
tituido un elemento básico en la construcción de la Argentina. El criterio de División
Internacional del Trabajo propuesto y justificado teóricamente por el economista
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inglés David Ricardo y las teorías de centro periferia de Raúl Prebisch y su funda-
mento en el deterioro de los términos de intercambio, han nutrido esta polémica,
tal como en la actualidad del país sobre la eliminación de las retenciones o la des-
industrialización.

Ese debate se ha trasladado en el presente a la conveniencia de promover ciencia


y tecnología independientes planteándose, incluso, el concepto de economía cua-
ternaria más allá de los tres sectores tradicionales.

Perfil productivo

La participación de los Factores de la Producción, su organización en unidades


productivas y su inserción en los tres Sectores permite la respuesta a la pregunta
Que Producir.

El trigo, el mineral de hierro, siderurgia, electrodomésticos, educación, salud,


comercio, transporte, etc generados a lo largo de un año constituyen la Produc-
ción Nacional y pasa a integrar la OFERTA de bienes y servicios disponibles en el
mercado.

Para quién producir

Este constituye, tal vez, el más actual y significativo de los debates.

Según el ya citado David Ricardo, la distribución del ingreso es el factor funda-


mental de la teoría y la política económica.

Los Factores participan del proceso productivo para obtener una retribución. Pode-
mos agrupar las formas que presenta en Remuneración al Trabajo y a la Propiedad.

En la primera se encuentran los salarios, sueldos, honorarios profesionales, comi-


siones a vendedores, premios por productividad, presentismo, horas extras, com-
pensaciones por distancia o desarraigo, antigüedad o formación.

Las retribuciones a la propiedad incluyen a la renta de la tierra, alquileres perci-


bidos, rendimiento de títulos y acciones, beneficio empresario, tasas de interés,
renta de equipos y vehículos.

El total de estas dos formas de retribución constituyen en un año el Ingreso Nacio-


nal, forman la demanda destinada a adquirir los bienes y servicios disponibles y,
de acuerdo a la participación que le corresponde a cada factor, definen la Distri-
bución Primaria del Ingreso.

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Incorporando a este esquema la presencia del Estado, este puede considerar insatis-
factoria la forma en que se ha producido la distribución del ingreso y establecer polí-
ticas, instrumentos y medidas para una Redistribución que corrija esos desequilibrios.
Entran en juego entonces la Política impositiva o Tributaria, por una parte, para
obtener los recursos necesarios y, por la otra, las asignaciones, subsidios o servi-
cios sociales compensatorios.

La discusión teórica y política de la distribución del ingreso ha determinado tal


variedad de conceptos, instrumentos y sistemas de cuantificación, análisis y regu-
lación, en los distintos países y circunstancias que escapan a las posibilidades de
este documento.

Justicia social, salario real, cobertura de necesidades básicas, limitación de ren-


tabilidad, impuestos directos e indirectos, asignaciones y subsidios, efectos del
consumo y el ahorro sobre el nivel de actividad, impacto del gasto y la inversión
pública, negociación colectiva de trabajo, niveles de pobreza e indigencia, son parte
de los fenómenos económicos y sociales que deben considerarse en la Gestión.

Mercado

La interacción entre la demanda y la oferta de los bienes y servicios se produce


en el Mercado y este es otro ámbito susceptible del diseño y aplicación de políti-
cas tendientes a alcanzar los objetivos que la sociedad se fije.

La discusión actual sobre la mano invisible del mercado o el rol regulador del Esta-
do tiene origen e implicancias ideológicas, políticas y de gestión que afectan pro-
fundamente la orientación de toda política gubernamental.

Hasta este punto, el esquema resultante es el de una economía cerrada. Pero, en


la realidad es necesario incorporar las formas de su relación internacional.

El resto del mundo

Una verdad de Perogrullo a este respecto es que Argentina forma parte del pla-
neta. En ocasiones, como sociedad, tenemos la tendencia a analizar nuestra rea-
lidad aislada del contexto y las relaciones internacionales.

La evidencia de la creciente interdependencia del mundo resulta insoslayable y


nos obliga a actualizar los conceptos y políticas que rigen esa vinculación.

La más visible de esas relaciones es la constituida por el COMERCIO EXTERIOR.

La relación y resultado de importaciones y exportaciones, la magnitud y financia-


miento de los desequilibrios de la balanza de pagos, la tasa de cambio de las divi-
sas, la aplicación o no de retenciones o estímulos a la exportación, los permisos y
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cuotas para la importación, el sistema de aranceles, la existencia misma de la OMC


(organización Mundial de Comercio), la Ronda de Doha sobre protección o no en
productos agrícolas, industriales o servicios y los modelos de integración regional,
son parte del instrumental de políticas diseñados y aplicados por las países en esta
materia.

Por otra parte, los propios factores de la producción tienen, en todos los casos,
sistemas y políticas en su relación con el resto del mundo.

El factor humano, a lo largo de la historia, se ha visto afectado por las decisiones


en materia migratoria. Desde la apertura y promoción de nuestra Constitución y
legislación que determino que en el Tercer Censo de Población en 1914 el 30%
de los habitantes de Argentina fueran extranjeros y el 50% exacto de la ciudad de
Buenos Aires, hasta el muro a lo largo del Rio Bravo en la frontera de Estados Uni-
dos y México, o los naufragios en el Mediterráneo de refugiados africanos o sirios
intentando entrar en Europa.

En cuanto al capital son también sumamente variados los criterios y normas sobre
Inversión extranjera directa. Las facilidades o requisitos para el ingreso y trata-
miento de las empresas que se radican en el país, filiales de grandes trasnacio-
nales, sucursales de bancos, naturaleza de los derechos que se le reconocen,
facilidades para el giro de utilidades a sus casas matrices, acceso al crédito local,
obligaciones de reinversión de sus beneficios, tratamiento impositivo, son parte
del marco que define esta relación.

Del mismo modo, la tecnología, su transferencia y costos. El pago de regalías, el


reconocimiento de patentes, las prácticas de reingeniería para copiar tecnologías
extranjeras, la prohibición para el uso de semillas hibridas, la fabricación de medi-
camentos genéricos.

Aun los recursos naturales que parecen, en principio, menos susceptibles de modi-
ficación, presentan numerosos ejemplos de profundas transformaciones en gue-
rras, invasiones o transacciones económicas.

Los cambios de fronteras y territorios en los países africanos, el desmembramien-


to de Yugoslavia o Polonia, la integración del territorio de Estados Unidos median-
te la compra a Rusia de Alaska, la Florida en la guerra con España o todo el oeste
(1 millón de Km2) en la guerra con México, la pérdida del Alto Perú o el conflicto
por Malvinas en nuestro país, la salida al mar de Bolivia, o la pretensión de inter-
nacionalizar la cuenca del Amazonas, la unificación de Alemania, el conflicto en
Ucrania, integran ese proceso permanente de cambios territoriales y, por lo tanto,
de los recursos naturales.

Es en ese contexto que se inscribe la preocupación acerca del Acuífero Guaraní


como una de las reservas de agua potable más extensas del mundo o de la dis-
puta de soberanía en el continente antártico.

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Sistema económico y desarrollo soberano

Como puede advertirse, las características, componentes y efectos sociales del


perfil productivo del país no es la consecuencia inevitable de la naturaleza o de la
mano invisible del mercado sino, por el contrario, el resultado de las decisiones
de política que se adoptan.

Resulta necesario destacar que el presente forma parte de la historia. Ello implica
que los problemas que hoy se enfrentan son la consecuencia de las decisiones
adoptadas en el pasado y, lo que asigna a esta generación una gran responsabi-
lidad es que el futuro no es aleatorio, ni será producto de la casualidad, sino de
las decisiones que se tomen.

Por ello, se incluyen en el tratamiento de la economía una breve síntesis de los


fenómenos del pasado reciente y, en particular, los ejes del debate para la inser-
ción argentina en los desafíos del siglo XXI

Crisis, recuperación y proyecto de la Argentina

Uno de los ejes organizativos del pensamiento, la acción y la propuesta para una visión
estratégica radica en la convicción de que el presente forma parte de la historia.

En contraposición de una afirmación característica de los 90 que señalaba el fin


de la historia , resulta indispensable ratificar su pertinencia como el momento en
el tiempo, propicio para evaluar los resultados de las decisiones adoptadas en el
pasado, definir la naturaleza de las aplicadas en los años recientes para la reo-
rientación de un rumbo que nos conducía a la disolución como sociedad y, final-
mente, constituirlo en plataforma para concebir, consensuar y dar inicio a la cons-
trucción del porvenir.

Además de la señalada pertinencia del presente es necesario destacar la oportuni-


dad de este presente específico que, frente a la transformación que se registra en
el contexto internacional, asigna responsabilidad primaria a la generación del 2000
del mismo modo que, la generación del 80, con sus contradicciones, conflictos,
coincidencia e incertidumbres, asumió en los albores del Primer Centenario.

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El pasado reciente. Magnitud y razones de la crisis

Dos momentos de ruptura institucional marcan el principio y la culminación de 25


años ensombrecidos por la violencia, las desapariciones y la pauperización de la
sociedad argentina.

1. Volatilidad y estancamiento
Como puede observarse en el gráfico N° 1, entre 1976 y 2001 la economía nacio-
nal presenta un comportamiento errático en su crecimiento, con fuertes oscilacio-
nes, años de recuperación y, de inmediato, profundas caídas del producto, enmar-
cados en una clara tendencia al estancamiento. En el período, la tasa promedio
apenas alcanzó al 1% anual, en tanto desde la crisis del tequila de 1995 presen-
tó una caída del - 0,5% por año.

Gráfico N° 1

2. El déficit y la buena letra


El período está caracterizado por un negativo desempeño fiscal, que se tradujo en
el déficit primario y global, alentado por una política que consideraba posible un
flujo permanente de recursos financieros del exterior en tanto hiciéramos buena
letra, traducida en la total liberalización y privatización de los principales resortes
de la infraestructura nacional. En ese mismo lapso Argentina firmó 19 acuerdos
con el FMI, el primero de ellos, aprobado el 28 de marzo de 1976.

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Gráfico N° 2

3. La deuda financiera. La plata dulce


Esa ilusión de flujo de recursos externos se cumplió. Como refleja el Gráfico N°3,
la deuda pública pasó de 3.000 millones de dólares en 1974 a más de 180.000
millones al culminar la crisis de 2002. Se puede advertir también, que los dos
períodos de mayor intensidad en el crecimiento del endeudamiento corresponden
a las etapas en que se impusieron criterios de retraso en la paridad cambiaria.

Gráfico N°3

La “tablita” de Martínez de Hoz y la convertibilidad se tradujeron en el estímulo a


la especulación financiera, un nivel de creciente concentración del ingreso, el con-

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sumo de una parte de la población en desmedro de las condiciones de vida de la


mayoría y el desaliento a la producción y el trabajo.

Megacanje y Blindaje, fueron los eufemismos que ocultaban un creciente proceso


de compromiso financiero y limitación en la capacidad autónoma de definir polí-
ticas. Las condicionalidades incluidas en los términos de los préstamos, determi-
naban una parte creciente de la toma de decisiones.

Considerando que la deuda contraída tendía a cubrir el déficit, más del 85% de
los acordados por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo y la
totalidad de los correspondientes al FMI fueron préstamos de ajuste, con plazos
de repago no mayores a 8 años.

La culminación de este proceso se produjo en septiembre de 2001, cuando el FMI


aprobó un préstamo de ajuste por 7000 millones de dólares, tres meses antes de
la crisis de diciembre.

4. El despojo social

Gini, la medida de la inequidad


Este indicador que constituye una de las medidas más difundidas para cuantificar
la distribución del ingreso pone de relieve el grado de concentración experimen-
tado por Argentina. En 1974 el índice era de 32,5, valor alcanzado por España en
1990 y por Francia en 1995. En tanto, en el año 2001, como resultado de las polí-
ticas implementadas en ese cuarto de siglo, Argentina había perdido la equidad
prevaleciente y el índice trepó a 52,2 aproximándose a los 57,1 de Chile y a 59,1
de Brasil, dos de las sociedades con mayor concentración en la región. No existe
ninguna experiencia histórica mundial en que, salvo en períodos de guerra, una
sociedad haya experimentado un deterioro equivalente en su nivel de vida.

Es importante distinguir, para diseñar luego las políticas concretas, las manifesta-
ciones y los efectos de la concentración del ingreso registrada.

En el primer sentido se pueden reconocer modificaciones significativas del ingre-


so en sus dimensiones personales, funcionales y territoriales.

El 20% de la población más pobre recibía en 1974 el 7,5% del ingreso nacional
–valor que corresponde a Canadá actualmente– en tanto en 2001 había caído a
sólo al 3,1% (2). Las retribuciones al trabajo pasaron, en el período señalado, del
50 al 25% del ingreso total y, en lo que atañe a la distribución territorial basta
destacar que la Ciudad de Buenos Aires a mediados de los 90, se dio el lujo de
decir que tenía el ingreso per cápita de Bélgica pero, simultáneamente Formosa
tenía el de Camerún. Convivían una ciudad del primer mundo con diez provincias
en África.

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En cuanto a los efectos, el más ostensible resultado de la concentración del ingre-


so fue la irrupción en la sociedad argentina de niveles de pobreza desconocidos
hasta entonces. De sólo un 3% de población bajo esta línea, existente en 1974,
se superó el 50% al culminar en 2002 un proceso de deterioro sistemático que
cubrió ese cuarto de siglo.

El segundo resultado emergente fue el deterioro de la capacidad de compra de


una proporción importante de la población y, con ello, la disminución de la deman-
da dirigida a las pequeñas y medianas empresas, definiendo un círculo vicioso de
cierre de establecimientos, aumento del desempleo y profundización de la caída
de la demanda.

Finalmente, con consecuencias previsibles en el largo plazo, el aumento de la


pobreza determinó un grado creciente de exclusión del sistema educativo y, con
ello, el deterioro de la capacidad competitiva del país en el futuro.

En ese marco se puso de relieve la coincidente visión de los cultores internos y


externos del pensamiento único y del consenso de Washington.

Un Ministro de Economía postuló la existencia de provincias inviables y, al mismo


tiempo, recomendó a científicos e investigadores que, mejor, fueran a sus casas
a lavar los platos. Manifestación de miopía evidente, cuando el planeta entra en
la sociedad del conocimiento y de resignación injustificada en un país que cuen-
ta con 3 premios Nobel de ciencias, que ha vendido un reactor nuclear a Austra-
lia compitiendo con Francia y que ha tenido desde hace 120 años un sistema
educativo obligatorio y gratuito.

Paralelamente, en el forum económico de Davos, el representante de un país desa-


rrollado en medio de la crisis de 2002, consideraba que todos los argentinos
debían ir al psiquiatra pues se atrevían a hablar de pobreza existiendo África. Impli-
ca ignorar dinámica social básica. No es lo mismo una sociedad que ha perma-
necido más de 1000 años en la indigencia a otra que en una sola generación per-
dió lo que había alcanzado.

Esa pérdida se concretó también con la enajenación de parte sustantiva del capi-
tal social acumulado en infraestructura. El ex Presidente del Banco Mundial Wol-
fenson señala que “una enseñanza que ha dejado la crisis argentina es que no
resulta conveniente privatizar y desregular al mismo tiempo, porque se convierten
los monopolios públicos en monopolios privados, lo que es igualmente nocivo para
el funcionamiento y la eficiencia del mercado”.

Se trató, en verdad, de una costosa confusión respecto al concepto de rentabili-


dad. Tal vez el ejemplo más claro al respecto, es el vinculado con la desarticula-
ción del sistema ferroviario. Un proceso que en 140 años condujo a la construc-
ción de una red de 45.000 km. cambió abruptamente de sentido al aplicar crite-
rios de beneficio individual de la empresa prestataria del servicio sin considerar

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que la rentabilidad acumulada por todos los actores económicos y sociales cons-
tituye la verdadera medida de su utilidad.

Como resultado, el costo de logística del país es de 27 centavos por cada dólar
que exportamos en tanto significa sólo 7 centavos en Estados Unidos, que trans-
porta el 55% de la carga por ferrocarril. Cada nevada copiosa en la Cordillera,
detiene en Mendoza miles de camiones con productos del Mercosur al Pacífico.
En 15 años la producción de granos ha pasado de 35 a 90 millones de toneladas
y ha comenzado la explotación de ingentes recursos mineros que enfrentan res-
tricciones para su transporte oportuno y accesible y no contaminante.

2003. El cambio de rumbo

Supone una modificación de los objetivos básicos de la actividad económica, los


propósitos y resultados esperados, la naturaleza de las políticas y el diseño y cri-
terios de aplicación de los instrumentos económicos, presupuestarios, sociales,
organizativos, políticos, tecnológicos, educativos que se han conjugado en las deci-
siones de los últimos ocho años.

Crecimiento económico. Énfasis en producción y trabajo

La recuperación del dinamismo de la economía nacional se ha reflejado en una


tasa de crecimiento sostenido del PBI que entre 2003 y 2011 se mantuvo en valo-
res entre 7,8 y 9,2% anual, con excepción del impacto generado por la crisis mun-
dial de 2008/2009.

Algunos de los ejes de la política económica- social de los años de la recuperación.

El superávit, responsabilidad fiscal y autonomía de decisión


Tipo de cambio flexible, estímulo a la producción y las exportaciones
Inversión y ahorro
El desendeudamiento
Rescate de cuasimonedas, la recuperación de la política monetaria
De los préstamos de ajuste al financiamiento de la inversión
Prioridades presupuestarias
- Emergencia social
- Educación, ciencia y tecnología
- Economías regionales
- Infraestructura

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- Asignación universal por hijo


- Recuperación del sistema de reparto solidario y ampliación de la cober-
tura provisional

El futuro. Los desafíos del Bicentenario

Ejes temáticos del proyecto nacional para el siglo XXI

1. Los nuevos escenarios internacionales y la generación del 2000


Existen circunstancias históricas en que una generación debe asumir la respon-
sabilidad de definir los lineamientos fundamentales con los que un país o una
región responden a los desafíos de las transformaciones de su tiempo.

Argentina se enfrenta, contemporáneamente, con cuatro desafíos: recuperar el


crecimiento económico después de la década perdida de los años 80 y de la rece-
sión de los años finales del siglo XX e inicios del XXI, concretar y consolidar el pro-
ceso de integración del MERCOSUR o avanzar hacia el proyecto más ambicioso
de UNASUR, definir la forma de su inserción en un mundo en profunda transfor-
mación como consecuencia de la revolución tecnológica y productiva que se está
desarrollando en nuestros días y simultáneamente, lograr la reconstrucción de
principios de justicia social que hagan participes a sus habitantes de la riqueza
que contribuyen a generar.

La modificación sustantiva de los contenidos científicos y tecnológicos en los que


se basa la organización de la producción, constituye una verdadera revolución y
forma parte, promueve y condiciona profundas repercusiones en las dimensiones
económicas, sociales, culturales, educativas, poblacionales y políticas de la tota-
lidad de los sectores y países y de las relaciones entre ellos.

Educación, trabajo, tecnología y producción constituyen los factores que interac-


túan para determinar el desempeño económico y social de los países en una etapa
como la actual, en que están en plena transformación los paradigmas básicos.

No se los concibe en una secuencia de causalidad sino en activa interrelación en


la que cada uno de ellos constituye insumo y producto, condicionante y estímulo,
causa y consecuencia de los restantes, en un horizonte temporal que no se agota
en el presente sino que debe extenderse en la determinación de sus efectos en el
tiempo.

Estos conceptos, de aplicación al conjunto del país, plantean exigencias específi-


cas para responder a la heterogénea situación de cada una de las provincias e,
incluso, de las regiones que las integran, particularmente si el objetivo que se per-
sigue es la construcción de un país equilibrado económica, social y políticamente.
A su vez, determinan los nuevos escenarios y el marco para la toma de decisiones

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y definen algunas de las premisas a ser consideradas, entre las que corresponde
destacar:

La generación del 2000 tiene similares responsabilidades históri-


cas que las que asumió a fines del siglo XIX la generación del 80.
Ello involucra a las dirigencias políticas, empresarias, sindicales,
universitarias y sociales.

Si las empresas para sobrevivir a estos desafíos deben recurrir a su programación


estratégica, resulta inconcebible que los países se limiten a un activismo irreflexi-
vo en la coyuntura. Se pretende justificar en la urgencia de los problemas inme-
diatos la falta de elaboración de proyectos cuando, por el contrario, es la falta de
un Proyecto lo que nos hace esclavos de las urgencias.

En esta falta de visión estratégica y prospectiva se incluye el abandono de nuestra


reflexión acerca del territorio, la infraestructura, la educación, la ciencia, la tecno-
logía, la salud y la determinación del perfil productivo y ocupacional que es posi-
ble construir a partir de lo que somos y tenemos.

Nada más claro para advertir el costo económico y social de esta imprevisión,
nada más categórico, que las actuales tendencias al desempleo y las dificultades
financieras y económicas de un país al que sus recursos naturales, técnicos,
humanos y productivos debieran permitirle aspirar a otros horizontes de creci-
miento y bienestar.

En una perspectiva política es necesario recuperar la capacidad orientadora de


una propuesta para la elaboración y diseño de un Proyecto de país federal, moti-
vador de esperanzas y promotor de compromisos.

Como país, como sociedad, debemos promover el debate sobre los temas centra-
les de nuestra configuración actual, de nuestra perspectiva futura, del proyecto
de país que nos fijamos como objetivo.

Construir un proyecto de país, implica debatir sus lineamientos y prioridades,


determinar la forma de su integración continental y actualizar, para incorporar los
cambios de los tiempos, los valores permanentes que no sólo no han perdido su
vigencia, sino que resultan más actuales que nunca en esta etapa de transforma-
ción que está experimentando la sociedad humana.

En la actualidad se está desarrollando en el mundo un proceso de transformación


tan intenso y generalizado que es posible reconocer en nuestros días un punto de
inflexión a partir del cual habrán de modificarse todos los aspectos de la realidad,
tal como ocurriera en otros momentos históricos y que obliga a la presente gene-
ración a plantearse algunas de las definiciones más significativas para el futuro
argentino.

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2. ¿Cambio o revolución tecnológica?

La introducción de cambios tecnológicos en productos, procesos, materias primas


y equipos constituye un fenómeno constante y cotidiano, en tanto afecta las con-
diciones específicas de una unidad productiva o de un sector. En la medida en
que tales cambios tienen un ámbito restringido de aplicación sus efectos se limi-
tan, casi exclusivamente, a la esfera de los factores económicos, laborales y socia-
les directamente vinculados.

En cambio, en algunas circunstancias de la historia humana, la modificación sus-


tantiva de los contenidos científicos y tecnológicos en los que se basa la organiza-
ción de la producción, constituye una verdadera revolución y forma parte, pro-
mueve y condiciona profundas repercusiones en las dimensiones económicas,
sociales, culturales, educativas, poblacionales y políticas de la totalidad de los sec-
tores y países y de las relaciones entre ellos.

Las transformaciones tecnológicas y las políticas que las acompañan habrán de


afectar la capacidad global de generación de empleo, tanto por vía de la modifica-
ción interna de los procesos productivos como por la variación de las exportaciones.

En cuanto a los aspectos cualitativos, correspondería destacar dos fenómenos con


efectos potenciales sobre los contenidos educativos.

En primer lugar, la modificación del contenido y naturaleza de los procesos de tra-


bajo, de las relaciones laborales y de los requerimientos de calificación de la mano
de obra, plantea nuevas exigencias al sistema educativo y de formación para per-
mitir la adaptación dinámica de sus contenidos a las cambiantes demandas del
aparato productivo, a la transformación en la distribución espacial de los trabaja-
dores y a las modificaciones en los requerimientos estacionales de mano de obra
agrícola, industrial y de servicios.

Otro aspecto de suma trascendencia radica en la previsible expansión de las for-


mas no asalariadas de trabajo, cuentapropismo, microempresas, cooperativas,
predominancia de los servicios y aumento de actividades informales como meca-
nismo de refugio transitorio, variable de ajuste del mercado de trabajo o expresión
de una transformación definitiva de las formas de inserción del trabajo en el pro-
ceso productivo.

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3. Recuperación de los espacios locales como ámbito de desarrollo

El municipio o las distintas formas de organización de lo local, constituyen un espa-


cio en que la identidad cultural, los productos con determinación de origen, las
historias y vocaciones productivas locales, parecen responder adecuadamente a
las exigencias del consumo personalizado y a la preservación de la escala huma-
na del crecimiento y está posibilitado por la creciente difusión de los sistemas de
comunicación.

Resulta evidente que de todo ello se puede derivar una importante expansión eco-
nómica pero, también, plantea interrogantes de suma trascendencia para el futu-
ro de cada país y de la región en su conjunto.

¿Qué mecanismos harán posible la transferencia del dinamismo económico a todas


las regiones para un desarrollo más equilibrado y equitativo?

¿Qué modificaciones son previsibles en el comportamiento del mercado de traba-


jo y, en especial, de las corrientes migratorias laborales?
¿En qué medida las nuevas inversiones afectarán la naturaleza de las relaciones
laborales y la participación de los actores sociales en su determinación?

¿Cómo prever y solucionar los desequilibrios cualitativos de mano de obra para


evitar, por una parte, el desempleo de trabajadores por inadecuación de sus habi-
lidades a los nuevos perfiles de los puestos de trabajo y, por otra, para facilitar la
formación de quienes habrán de satisfacer las necesidades de los sectores y regio-
nes que incorporen nuevas tecnologías?

¿Cómo evitar, en ese marco, el despoblamiento de los pueblos y ciudades del inte-
rior por la migración, especialmente de los jóvenes que no encuentran oportuni-
dades laborales compatibles con la formación recibida?

4. Estrategia de crecimiento y desarrollo social

En el mundo moderno, como se ha señalado, se están dando profundos y acele-


rados procesos de cambio en los que las relaciones económicas, sociales, políti-
cas culturales e institucionales están sujetas a revisión.

En lo económico se expresa en una redefinición de las relaciones entre el gobier-


no, el aparato productivo y los actores sociales. En el largo plazo, las condiciones
del desarrollo social están relacionadas con el comportamiento de la actividad eco-
nómica y se refleja en la forma en que se distribuyen tanto los frutos del crecimien-
to económico en los períodos de auge como las cargas en los momentos de crisis.

La experiencia señala que se ha procurado contribuir al desarrollo social mediante


la prestación de servicios directamente relacionados con salud, alimentación, edu-
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cación y vivienda. Sin embargo, la crisis de las últimas décadas debilitó la capaci-
dad de acción directa del Estado en el área del bienestar y también disminuyó la
capacidad de la propia comunidad para proporcionar esta clase de servicios.
A ello habría que agregar que este tipo de servicios sociales no define causalmen-
te las condiciones básicas de lo que constituye el nivel de desarrollo social. El fun-
damento del bienestar para la mayoría de la población debe descansar en la acti-
vidad económica que les permita acceder mediante una ocupación permanente,
digna y adecuadamente retribuida a niveles de ingreso familiar suficiente para la
satisfacción de sus necesidades básicas.

Por lo tanto, al igual que por si solo el crecimiento económico no asegura el desa-
rrollo social, es necesario consignar que para el desarrollo social es indispensable
el crecimiento económico. Para ello, es indispensable retomar el crecimiento de
forma tal de incrementar la inversión y modificar su composición a fin de impulsar
las actividades que permitan una mayor generación de ocupación productiva y se
garantice la satisfacción de las necesidades básicas.

5. Integración y desarrollo regional


El análisis de los acuerdos celebrados entre los países de América del Sur se debe
realizar desde nuevas perspectivas, para que logre desentrañar tanto la magnitud
y profundidad de sus contenidos como la direccionalidad transformadora de sus
objetivos y propósitos.

El proceso de integración encuentra plena justificación en tres horizontes temporales.

En el pasado, en que nuestros pueblos, nuestros ejércitos y nuestros gobiernos


comprendieron que no era posible la independencia de un país sin la indepen-
dencia del otro.

En el presente, en el que la explotación coordinada de nuestros recursos, permite


reducir los costos e incrementar la competitividad de la región y, con ello, estar en
mejores condiciones para hacer frente a los desafíos del desarrollo económico y
social.

En el futuro, porque en el marco de la globalización de la economía mundial, con-


vertir a nuestros territorios en un virtual puente bioceánico, garantiza la vinculación
con los mercados más importantes del mundo sobre el Atlántico y sobre el Pacífico.

En el primer aspecto, la generosa confraternidad de las Guerras de la Indepen-


dencia fue sustituida durante un siglo y medio por una visión confrontativa, ali-
mentada por hipótesis de conflicto que nos pusieron al borde de luchas fratricidas.

El ejemplo de un conjunto de países que desgarrados por dos Guerras Mundiales,


están siendo capaces de construir la Unión Europea, pone de relieve la posibilidad
cierta de superar enconos y heridas en procura de un destino común.

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La integración de América Latina deja de ser sólo el sueño de Bolívar y San Mar-
tín postergado 170 años o una decisión política largamente frustrada por la des-
confianza y los intereses sectoriales para convertirse, en los inicios del Tercer Mile-
nio, en un verdadero requisito de sobrevivencia en un mundo signado por la glo-
balización que, como toda crisis, plantea un riesgo pero también y, principalmen-
te, una oportunidad.

Del mismo modo que, en Argentina, provincias dispersas y enfrentadas por inter-
minables luchas internas fueron capaces en el siglo XIX de dictar una Constitución
y crear una Nación para nosotros, para nuestros hijos y para todos los hombres del
mundo de buena voluntad que quieran vivir en suelo argentino, los desafíos del
presente y, especialmente, las incertidumbres del futuro nos enfrentan a un nuevo
imperativo: la plena integración de un continente, la construcción de un puente del
Atlántico al Pacífico, la consolidación de una América de esperanzas.

Es importante señalar los motivos que justifican la creciente importancia que se le


asigna en este trabajo a la vinculación con el Pacífico y la necesidad, en ese marco,
de modificar la natural tendencia del MERCOSUR a crecer orientado hacia el Atlán-
tico, como viene ocurriendo desde inicios de la conquista española en el siglo XVI.

Sin embargo, es necesario también que la integración sea el resultado de decisio-


nes soberanas de los países y no un acuerdo de mercado de las grandes corpora-
ciones internacionales, como se postula en el Acuerdo Transpacífico.

Resulta evidente que, al presente, se están consolidando tres áreas económicas a


nivel internacional que participan, en conjunto de más del 85% del PBI mundial.
La Unión Europea que aporta alrededor del 25%, el NAFTA con 32% y los países
asiáticos con 30%. Eso asigna al Pacífico Norte una proporción cercana al 50%
del producto y aún superior en el comercio mundial.

Las perspectivas hacia el mediano y largo plazo hacen previsible un aumento sos-
tenido de la participación, en particular de los países asiáticos, en ambas variables.
El cuadro que sigue pone de relieve que incrementar los esfuerzos de vinculación
con el Pacífico es un objetivo justificable para las economías sudamericanas1.

1 Ver. Alieto Guadagni. La geografía económica mundial y su perspectiva futura


(1990-2022)

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Los 10 países mas grandes del mundo medidos por el PBI (PPC)

Como porcentaje del PBI mundial

1990 2002 2012 2022

1 EEUU 21.5 EEUU 21.1 EEUU 19.5 China 26.5

2 Japón 8.6 China 12.7 China 18.3 EEUU 18.0

3 China 7.4 Japón 7.1 India 5.6 India 6.5

4 Alemania 4.6 India 4.8 Japón 5.1 Japón 3.7

5 Francia 3.9 Alemania 4.4 Alemania 3.5 Rusia 3.1

6 Rusia 3.9 Francia 3.2 Francia 2.9 Alemania 2.9

7 India 3.8 R. Unido 3.1 Rusia 2.9 Francia 2.7

8 Italia 3.6 Italia 3.0 R. Unido 2.7 R. Unido 2.4

9 R. Unido 3.6 Brasil 2.8 Italia 2.5 Corea 2.2

10 Brasil 3.1 Rusia 2.7 Brasil 2.2 Canadá 2.1

Subtotal 64.0 Subtotal 64.9 Subtotal 65.2 Subtotal 70.1

Nota: Supuesto de las proyección: se aplicó una tasa de crecimiento anual equi-
valente al promedio de los últimos 5 años para cada país.

Resulta evidente que de una participación del 19.8% que acumulan en 1990, los
países asiáticos pasarían en 2022 a representar el 38.9% del PBI mundial.

La paulatina incorporación de los restantes países al Acuerdo del Mercosur no


estará exenta de dificultades, de confrontación de intereses, de dudas y de con-
troversias, pero debe prevalecer sobre todo ello el imperativo histórico de la inte-
gración. Una integración que no se expresa en un documento formal sino en las
dimensiones compartidas de producción, trabajo, cultura, tecnología, legislación,
sistemas educativos, complementación científica, comercio exterior, migraciones,
construcción de infraestructura, protección del medio ambiente común, diseño de
políticas homogéneas, desarrollo de regiones fronterizas aledañas, creación y con-
solidación de un espíritu de creciente confraternidad.

Ese trabajo cotidiano, esa búsqueda de espacios compartibles, encuentra en la


producción un ámbito no sólo propicio, sino ineludible. Los tratados de Integra-
ción son una expresión genuina de esa necesidad y de la decisión política para
darle respuesta.

Esta capacidad depende hoy de las herramientas que forjen los países sudameri-
canos para su funcionamiento en un mundo radicalmente distinto del que existía

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cuando se definieron los límites básicos entre los países de la región e, incluso,
del que conocimos hasta apenas ayer.

Las actividades de la producción pueden constituir enclaves aislados pero, mejor


aún, pueden convertirse en poderosas palancas inductoras de desarrollo en sus
áreas de influencia, según las políticas que la Nación, las provincias y hasta los
municipios involucrados sepan diseñar, coordinar e implementar para posibilitarlo.

Un desarrollo regional equilibrado constituye un factor fundamental para el bien-


estar de nuestros pueblos, tanto como para la misma cohesión y consistencia de
las naciones, su potencial económico y su capacidad real para alcanzar su pleno
desarrollo.

Pero resulta indispensable resaltar que los beneficios que cada país podría espe-
rar de estos emprendimientos dependen en medida considerable de la concreción
de los acuerdos de integración.

Y es que las fronteras sudamericanas, lejos de dividirnos, materializan la proximi-


dad de pueblos, recursos e infraestructuras aptos para muy concretas comple-
mentaciones y sinergias en beneficio común.

Asimismo, el tendido de gasoductos y de redes eléctricas, viales y ferroviarias que


requieren estos emprendimientos, tiene costos y horizontes que dependen en
medida decisiva de la conjunción de nuestros respectivos recursos y particulari-
dades, tanto por razones físicas y geográficas como de umbrales críticos de
demanda y complementación financiera.

Lo mismo sucede con el abaratamiento de la energía eléctrica, ya que ello permi-


tirá que numerosas actividades regionales queden en condiciones de incorporar
“in situ” a sus productos un valor agregado apreciablemente mayor en su etapa
de procesamiento.

Como toda decisión transformadora genera preocupaciones y esperanzas, supone


riesgos e incertidumbres pero, por sobre todo, plantea la apertura de nuevas opor-
tunidades, de horizontes más amplios de comprensión y colaboración para cons-
truir un destino mejor para países y pueblos hermanos que, por fin, estrechan sus
manos en las cumbres de los Andes, junto a las costas de los océanos, a lo largo
de los ríos que bañan el continente.

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El proyecto nacional

I. Argentina en el mundo
La globalización
La integración
Lo local como espacio de desarrollo
Mercosur y Alca
Fortalezas y debilidades de la Argentina
La nueva configuración internacional

Lineamientos nacionales
El Estado como orientador y promotor del desarrollo
La regulación como salvaguarda del mercado y de la competencia real
Costo económico y social del cortoplacismo sin proyecto.
El sistema educativo, científico y tecnológico en la sociedad del conocimiento

II. Repensando el territorio


La Unión Sudamericana: requisito de sobrevivencia
El puente bioceánico entre oriente y occidente
La columna vertebral andina
El océano la frontera recuperada
Hidrovía, el camino al Mercosur
Infraestructura, transporte, energía y comunicaciones para un país equilibrado

III. Los actores sociales e institucionales


La distribución del ingreso
El trabajo
El rol del Estado
Los efectos sobre el trabajo
Las micro, pequeñas y medianas empresas
Los efectos sobre la empresa
Hacia una nueva cultura empresarial
Los programas de emergencia social

IV. El proyecto productivo de la Argentina


El granero y la góndola
Productos orgánicos para una demanda creciente
Del bosque maderable a un ecosistema integrado
Turismo. El paisaje y la cultura como producto
Argentina con minería: el despertar de los Andes
Patagonia: la energía y el futuro
Economías regionales: el aprovechamiento de la diversidad
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El Océano: la otra frontera


La inteligencia y la creatividad como producto
- Biotecnología
- Prestaciones médicas
- Energía atómica
- Diseño industrial
- Desarrollo de sistemas e Informática

V. Argentina: nostalgia, resignación o esperanza

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