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Este número está ilustrado con

fotografías (o fragmentos de
fotografías) de Roberta Vasallo
(Roma, 1969), de sus series “Buenos
Aires” (1999-2002) y “Acueductos
de Roma” (2000-2003).

Consejo de dirección:
Revista de cultura

77
Carlos Altamirano
Año XXVI • Número 77 José Aricó (1931-1991)
Buenos Aires, Diciembre de 2003 Adrián Gorelik
ISSN 0326-3061 / RNPI 159207 María Teresa Gramuglio
Hilda Sabato
Sumario Beatriz Sarlo
Hugo Vezzetti
1 Idelber Avelar, La experiencia del PT y la
superación del populismo en Brasil Consejo asesor:
Raúl Beceyro
5 Fernando Gabeira, Un discurso de ruptura Jorge Dotti
Rafael Filippelli
Un estado del arte: el fenómeno Kuitca Federico Monjeau
Ana Porrúa
8 Adrián Gorelik, La producción de un artista Oscar Terán

11 Beatriz Sarlo, Una escenografía para Directora:


“El holandés errante” Beatriz Sarlo

15 Quintín, Kuitca, la película Diseño:


Estudio Vesc y Josefina Darriba
19 Osvaldo Aguirre, Daniel García Helder. Episodios Difusión y representación comercial:
de una formación Darío Brenman
27 Ana Porrúa, Poesía y pobreza Distribución: Siglo XXI Argentina
31 Nora Catelli, La cuestión americana en Composición, armado e impresión:
“El escritor argentino y la tradición” Nuevo Offset, Viel 1444, Buenos Aires.
37 Alberto Giordano, Cortázar y la denegación de la Suscripción anual
polémica Personal Institucional
Argentina 24 $ 50 $
43 George Steiner, Un grave júbilo. “Mimesis” de Países limítrofes 20 U$S 40 U$S
Resto del mundo 30 U$S 50 U$S
Erich Auerbach
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correspondencia, giros y cheques a nombre de
Beatriz Sarlo, Casilla de Correo 39,
Sucursal 49, Buenos Aires, Argentina.

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La experiencia del PT y la superación
del populismo en Brasil

Idelber Avelar

1
populistas y estalinistas en Brasil. A
principios de los 70, militante del PCB
en la clandestinidad, Frei Chico le re-
galó a Lula uno de los primeros libros
leídos por el futuro presidente, O que
é a Constituição. En 1975, Lula ya
pertenece a la directiva del sindicato
de metalúrgicos de São Bernardo do
Campo, atraído por un sindicalista tra-
dicional que esperaba cooptarlo y ca-
pitalizar su carisma. La prisión y tor-
tura de Frei Chico le producen una
impresión poderosa: “¿Cómo le podí-
an hacer eso a un trabajador, a un pa-
dre de familia?”, rememora Lula en el
discurso indirecto libre con el cual re-
lata su experiencia.
El encarcelamiento de su hermano
coincide con el primer viaje interna-
cional de Lula, a un congreso de la
Toyota en Japón. Recibe en Estados
Unidos una llamada del Secretario de
Trabajo de São Paulo, aconsejándole
...me quedé en la máquina del partido. ¿Por qué me quedé en la máquina?… Milité que no vuelva, ya que hay sospechas
en el PCB más de 20 años. Fui de la Ejecutiva Nacional y de la Dirección Nacional de que él también pertenecería al PCB.
un buen tiempo, fui responsable de los sindicatos. Me invitaron a hacer un curso Al desoír el consejo, regresar al país y
en Moscú pero terminé no yendo… Eso fue el 89, más o menos, yo estaba aún visitar a Frei Chico en las cárceles de
dentro de la máquina. Pero no quise ir. Si hubiera ido, me habría ayudado bastante
la dictadura (acompañándolo después,
desde el punto de vista teórico. Mi teoría es muy poca… El único curso que hice
en el PCB fue en el 1971, sobre la plusvalía. Fueron dos horas de curso durante dos cuando sale en libertad), Lula no pue-
o tres noches, eso fue lo que hice. de saber que a través de él se escribirá
Frei Chico, hermano mayor de Lula1 la historia del entierro definitivo del
partido por el cual su hermano había
soportado torturas. En la segunda mi-
Es instructivo leer las memorias del curso de teoría para la izquierda se tad de los 70, a medida que crece la
hermano de Lula, Frei Chico, militan- realizaba no en Moscú, sino en su pa- popularidad de Lula entre los meta-
te del Partido Comunista Brasileño tor- ís, un curso práctico intensivo lidera- lúrgicos, Frei Chico insistentemente lo
turado por la dictadura en 1975. Co- do por Lula. En su mezcla de admira- invita a que se reúna (en un departa-
mo un personaje novelístico, Frei Chi- ción por el hermano, melancolía y re-
1. Testimonio recogido en Denise Amaral, O
co es definido por lo que no ve: el sentimiento, las memorias de Frei Filho do Brasil: De Luiz Inácio a Lula, São
hecho de que, en 1989, el verdadero Chico cifran la crisis de las izquierdas Paulo, Xamã, 1996, p.173-4.
mento, en una plaza) con un “compa- que la práctica insistía en contradecir. dores del sector más moderno y tras-
ñero” para “discutir la coyuntura”, eu- La reacción defensiva de los partidos nacional de la economía, ellos son la
femismo con el cual el PC designaba comunistas a la constitución del PT y matriz fundamental; su gran expresión
sus sesiones de adoctrinamiento. “Yo la furia con que apoyaron a la oposi- metonímica es el sindicato de los me-
contestaba: si tu amigo quiere conver- ción oficialista y liberal del PMDB, y talúrgicos liderado por Lula en São
sar conmigo, dile que venga al sindi- no al PT, en las parlamentarias de Paulo, pero también hay grupos im-
cato. Soy el presidente del sindicato y 1982, indicaban que ya se sentían portantes de Río Grande (dirigidos por
atiendo a quien quiera hablar conmi- arrastrados por un movimiento que los el bancario Olivio Dutra) y Minas Ge-
go. No hay secreto”.2 superaba en representatividad. rais (por el metalúrgico João Paulo).
El PT, en el momento de su con- A pesar de su crecimiento y de su 2. Organizaciones de la izquierda, fun-
cepción, representa una gran crítica a rápida conversión en partido de ma- damentalmente trotskistas, pero tam-
la política del secreto, la política en- sas, el PT sigue una ruta antipopulis- bién escisiones anteriores de los par-
tendida como conspiración y complot. ta. La representatividad y la voluntad tidos comunistas, a los que se critica-
La relación conspirativa de los parti- de la mayoría han sido mecanismos ba por el autoritarismo y, en el caso
dos estalinistas con lo que llamaban de operación internos al PT desde su del PCB, también por su entreguismo,
“las masas”, iba de la mano con el fundación, pero la representatividad no así como de la aventura guerrillera de
mesianismo que veía en la revolución se convierte en fetiche, en brújula que fines de los 60 y principios de los 70.
2 una toma del palacio de invierno, ini- define lo que el partido le propondrá Se trata aquí de grupos como Libertad
cio del fin de la historia. Si las “ma- a la sociedad a lo largo de su trayec- y Lucha (Libelu), vinculado con la Or-
sas” aún no estaban preparadas para toria. De allí la doble intervención del ganización Socialista Internacional,
realizar su “tarea histórica”, cabía a la PT: lanzar un partido de masas donde Convergencia Socialista (CS), relacio-
autodesignada vanguardia decidir qué las decisiones de programa sean de- nada, en cierto momento, con el mo-
decirles y cuándo, siempre cuidando mocráticas, decididas por la mayoría renismo argentino, y Democracia So-
de que permaneciese un margen que después de largo debate (y ofrecer así cialista (DS), cuya referencia es el Se-
hiciera posible las maniobras poste- una alternativa al comunismo tradicio- cretariado Unificado de la IV
riores. Esta política manipulatoria del nal), pero al salir a la calle, a la socie- Internacional. De éstas, la primera y
cálculo se derrumba con la llegada del dad, no tenerle miedo a la condición la última se mantienen en el partido,
PT, aunque, obviamente, el partido tu- de posición minoritaria (postulándose pero sólo la DS, fuerte en Río Gran-
viera después que reintroducir (otra como una alternativa a la ética y la de, adhiere temprana e incondicional-
forma de) cálculo al pasar a adminis- política populistas). La invención de mente y sin entrismo al PT, y a lo
trar ciudades, provincias y, hoy, el pa- mecanismos de gobierno y democra- largo de décadas cosecha los frutos:
ís. El mérito del PT es haber realizado cia interna, inauditos en la política la- la administración de Porto Alegre
la crítica de la relación parasitaria, es- tinoamericana, se ancló en este doble (Raul Pont) y luego el Ministerio de
talinista, con los movimientos socia- movimiento. La respuesta al estalinis- Desarrollo Agrario (Miguel Rosetto).
les, sin hacer concesiones al populis- mo fue que el PT se proponía ser un 3. Una intelectualidad de izquierda in-
mo, ni creer nunca que la mayoría de partido de masas, hospitalario a todos dependiente, con alguna presencia par-
la sociedad tiene siempre razón. los que compartieran un horizonte de lamentaria hacia fines de los 70, que
El carácter radicalizado del movi- lucha por la justicia social, fueran los se separaba de la oposición liberal a
miento sindical del 78/79 y su dispo- que fueran los énfasis particulares. La la dictadura. Buena parte de este gru-
sición a la huelga, se debían a años de respuesta al populismo varguista y po se quedó en el PT, otra parte flirtea
concentración, fortalecidos por la postvarguista consistió en que, inclu- con él pero sigue en el MDB para lue-
abundancia de empleo entre ese sec- so a costa de condenarse a la posición go fundar el PSDB (Cardoso y José
tor calificado de la clase obrera. El minoritaria durante un largo tiempo, Serra, por ejemplo, llegan a participar
movimiento pro-PT (forma que tomó no se intentó reformar desde adentro de reuniones con el movimiento pro-
el encuentro de varias fuerzas políti- ningún aparato, partidario o sindical, PT). 4. Grupos católicos vinculados a
cas entre el 78 y 80, cuando se fundó si se lo juzgaba podrido.3 la teología de la liberación, cuya ver-
oficialmente el partido) pudo lanzar la El PT inventó una coexistencia de tiente urbana (metonimizada en el va-
semilla de una idea frente a la cual diferencias desconocida en los parti- liente obispo de São Paulo, Don Pau-
tanto el PCB, prosoviético, como el dos liberales y conservadores, popu- lo Evaristo Arns) había alcanzado con-
PC do B, prochino/albanés, estaban listas, comunistas o demócrata cristia- siderable repercusión con la masiva
condenados a reaccionar con pánico: nos, porque en él se reúnen, en un campaña por la aclaración de la muer-
un partido obrero de masas, heterodo- encuentro accidental, por lo menos seis te bajo tortura del periodista Wladi-
xo, post y antiestalinista (pero habita- fuerzas sociales: 1. Un núcleo de jó-
do por marxistas), plural y democráti- venes sindicalistas que destrona la an- 2. Denise Amaral, O Filho do Brasil, p.130.
co, negro, verde y promujer. El páni- tigua burocracia sindical; refractarios 3. La gran reflexión sobre el papel del PT en
el desmontaje del populismo trabalhista (inau-
co se originaba en que los dos partidos al gradualismo dominante en los par- gurado por Vargas y continuado por Brizola) es
comunistas se consideraban el verda- tidos comunistas, radicalizados y con la de Raul Pont, Da Crítica do Populismo à
dero partido del proletariado, teoría influencia sobre milliones de trabaja- Construção do PT, Porto Alegre, Seriema, 1985.
mir Herzog en 1975. 5. Los campesi- sindical precisamente en el momento recoge frutos electorales de su cohe-
nos sin tierra, que pasan a organizar en que la dictadura había terminado rencia programática: la quinta ciudad
centenares de miles de trabajadores ru- de diezmar la guerrilla urbana, impo- de Brasil, Fortaleza, escoge a una al-
rales en favor de la reforma agraria. 6. nía su control sobre la transición y re- caldesa petista, Maria Luiza Fonte-
Sectores de varios movimientos socia- ducía la izquierda organizada al aisla- nelle, y los candidatos petistas reci-
les identitarios (mujeres, negros, gays) miento? El sindicalismo independien- ben fuertes votaciones en Porto Ale-
que ven en el PT una forma de expre- te le dio a esa izquierda una lección gre, Belo Horizonte, São Paulo y
sión no ofrecida en ningún otro parti- sobre la imprevisibilidad, la apertura Goiânia. En 1986 se elige el Congre-
do, y terminan consolidándose en diá- radical de la política. Si había algo so Constituyente, en el cual el PT, ya
logo con él.4 que la existencia del movimiento con- con 16 diputados (todavía una minús-
Ni la izquierda organizada, ni los firmaba era que lo accidental y lo inan- cula minoría) deja su marca en una
sindicalistas, ni los campesinos, ni los ticipable operaban en la historia de una serie de conquistas laborales, aunque
parlamentarios, ni los movimientos fe- forma que las corrientes marxistas más sus representantes hayan votado “no”
minista o negro, tenían respuesta a la heterodoxas no habían percibido. a la constitución (e incluso conside-
pregunta acerca de cómo construir una Todavía bajo la dictadura, en 1982, rado no firmarla), dejando un claro
subjetividad partidaria que incluyera el PT disputa sus primeras elecciones mensaje a la sociedad: el de que to-
a todos. No había ni siquiera un acuer- provinciales y parlamentarias. Lula só- das las votaciones importantes se ha-
do sobre la deseabilidad de una es- lo alcanza el cuarto puesto en la elec- bían perdido. 3
tructura partidaria. Para algunos sec- ción de gobernador de São Paulo, pe- En 1990, los frutos electorales de
tores, de hecho, la forma de estar en ro recibe más de un millón de votos. la actuación en la Constituyente le rin-
aquel encuentro era argumentar e in- En 1983, el PT lanza la campaña por den al PT otra duplicación de la re-
sistir que la confluencia debía termi- elecciones presidenciales directas, asu- presentación parlamentaria nacional:
nar, que jamás debería constituirse un mida por la oposición liberal hasta la 35 diputados y un primer senador.
partido, que lo que allí se reunía no derrota de la enmienda constitucional Contemporánea a la promulgación de
debía seguir existiendo como colecti- que las reglamentaría. Mientras la opo- la Constitución (1988) es elegida al-
vo político. La fundación del PT es sición liberal pasa a negociar con un caldesa de São Paulo Luísa Erundina,
un curioso relato en el que esos secto- sector disidente de la dictadura un migrante nordestina, lesbiana y mino-
res son derrotados e inmediatamente “candidato de consenso” (Tancredo ritaria en el partido, quien asume en
convencidos a no irse, a quedarse a Neves), el PT insiste en la campaña una ciudad fracturada, enfrenta gue-
construir un partido que, para ellos, popular, y la mayoría de sus afiliados rras partidarias internas, lentamente re-
por lo menos hasta entonces, no debía le encomiendan a los escasos 8 dipu- cupera las finanzas del municipio y
existir. Quienes proponían un frente tados del partido el boicoteo al Cole- termina su gobierno con amplia apro-
sin muchas precisiones organizativas gio Electoral. De ellos, 5 siguen esa bación popular. En 1989 el PT lleva a
son derrotados y también ellos, en su orientación y 3 participan del Colegio Lula casi hasta la presidencia; en 1994
gran mayoría, deciden quedarse a Electoral apoyando la coalición opo- amplía su representación parlamenta-
construir el partido en contra de cuya sitora oficial. Por contradecir la opi- ria a 49 diputados y 5 senadores; y en
constitución habían votado. nión de la mayoría en el ejercicio de 2002 asume el poder, después de dos
En todo caso, el choque entre las su función parlamentaria, estos 3 di- intentos fracasados en una década en
experiencias traídas por cada grupo fue putados son expulsados del PT. En este la que el país fue literalmente vendido
intenso. Los movimentos sociales in- punto se consolida el mecanismo de
4. La documentación sobre la evolución del
trodujeron banderas respecto de las la democracia interna: las intervencio- PT es amplia. Ver las entrevistas a los protago-
cuales el núcleo sindicalista mayorita- nes arriesgadas –mientras sean respal- nistas compiladas en Marta Harnecker, O Son-
rio tenía una relación ambigua: por dadas por una decisión interna demo- ho Era Possível: A História do Partido dos Tra-
balhadores Narrada por seus Protagonistas, São
ejemplo, el derecho al aborto, tema crática– son defendidas ante la socie-
Paulo/La Habana, América Libre/MECLA,
que también ponía a prueba los lími- dad, sin miedo a la condición minoritaria. 1994; Mario Pedrosa, Sobre o PT, São Paulo,
tes del catolicismo progresista. Por No se ensanchan los horizontes de lo Ched, 1980; Partido dos Trabalhadores. Reso-
otro lado, la mayoría sindicalista le im- posible sin insistir en la bandera que, luções de Encontros e Congressos 1979-1998,
São Paulo, Fundação Perseu Abramo, 1998;
puso a la izquierda organizada una en cada momento histórico, lleva la
Partido dos Trabalhadores: Trajetórias, São
drástica revisión de sus conceptos, del marca de lo imposible. Paulo, Fundação Perseu Abramo, 2002; Moacir
carácter muchas veces formulaico de El éxito de los partidos liberales y Gadotti y Otaviano Pereira, Para que PT: Ori-
sus esquemas históricos, y su ingenua de derecha en 1984, canalizando la le- gem, Projeto e Consolidação do Partido dos
Trabalhadores, São Paulo, Cortez, 1989; Mar-
creencia en la teoría como caja de he- gitimidad del movimiento popular por
garet Keck, PT: A Lógica da Diferença: O Par-
rramientas para la toma de decisiones. las elecciones directas (al que habían tido dos Trabalhadores na Construção da De-
La emergencia de aquel movimiento traicionado) hacia el binomio Tancre- mocracia Brasileira, São Paulo, Ática, 1991.
sindical con aquel líder era inexplica- do-Sarney, hace que el PT quede se- El relato de la memorable alcaldía de Luísa
Erundina en San Pablo se encuentra en Cláudio
ble según los esquemas marxistas de veramente marginado durante un año.
Gonçalves Couto, O Desafio de Ser Governo:
comprensión de la historia: ¿cómo en- Ya en 1985, sin embargo, disputando O PT na Prefeitura de São Paulo (1989-1992),
tender el derrumbe de la burocracia las alcaldías de las capitales, el PT São Paulo, Paz e Terra, 1995.
4

al capital transnacional por un gobier- za significó siempre perder, en segun- tica Brasília en gran teatro orgiástico
no presuntamente socialdemócrata. da vuelta, ante un frente antipetista del popular el 1 de enero de este año). No
Cuando Lula es elegido presiden- centro y de la derecha aliados al PSDB es fácil administrar esta expectativa en
te, el PT ha multiplicado su representa- de Cardoso. Para las elecciones de un país hipotecado al capital transna-
ción parlamentaria a 91 diputados 2002 la mayoría del partido decidió cional, donde la izquierda sólo con-
–20% del congreso nacional, traduc- asumir la alianza con un sector del trola el 35% del Congreso, el poder
ción aún distorsionada (dadas las idio- centro (Partido Liberal, partido-mez- judicial sigue siendo fuertemente con-
sincrasias de una legislación electoral colanza como todos los partidos tradi- servador y cada una de las reformas
no proporcional) de la representativi- cionales en Brasil, y controlado en São necesarias (fiscal, agraria, de jubila-
dad del partido en la sociedad, que Paulo por un lobby evangélico, en Mi- ciones, político-partidaria) depende de
oscila entre 30 y 35% (porcentaje que nas Gerais por un sector del empresa- aliados que tienen considerable poder
sube a 65-75% cuando se trata de apo- riado nacional, etc.). La alianza pre- de negociación, y en muchos casos in-
yo a Lula y la confianza que despierta serva la hegemonía del PT sobre el tereses coincidentes en una de las re-
su figura como presidente). Llegar al bloque de izquierda y sobre el poder formas pero no en las otras tres.
poder federal ha sido el resultado de ejecutivo, pero implica concesiones. El “giro pragmático” de Lula y del
un cálculo meticulosa y matemática- El cuadro se complica todavía más PT no es, entonces, oportunista, sino
mente probado en los 90: el PT es la por la presencia de un espectro: “no que se viene anunciando y discutien-
principal fuerza política del país, pero podemos fallar, ésta es la única opor- do desde hace diez años, en el apren-
nacionalmente no puede elegir a Lula tunidad”, que condicionó la práctica dizaje de las derrotas anteriores. El
si no unifica toda la izquierda (PPS, del PT desde antes de la asunción, ya programa de victoria presuponía alian-
PC do B, PV, PSB) y además de ello que Lula asume despertando una ex- zas y el programa de gobierno reco-
constituye una alianza con algunos pectativa sin precedentes (emblemati- nocía la necesidad de una estrategia
sectores del centro. No hacer la alian- zada en la transformación de la asép- gradualista. En otras palabras, no hay
“giro”. De allí que sólo por mala in- en casi todas las otras áreas (la rela- reglas del comercio, de la política y
formación se pueda atacar a Lula “por ción con el parlamento, con la justi- de la diplomacia en el mundo. Gran
cambiar de posición después de llegar cia, la política externa, la cultura) el parte de la nueva política interna, y
al poder”. Por otras cosas, quizás, pe- salto cualitativo respecto de la social- toda la política externa (emblematiza-
ro no por un supuesto giro oportunis- democracia neoliberal de Cardoso es da en el liderazgo compartido con In-
ta. En los últimos años, la opción por visible. En la política externa, donde dia en la lucha dentro de la Organiza-
la cautela –en un partido como el PT, –apostamos muchos– se juega gran ción Mundial de Comercio, reunida en
de credenciales radicales innegables– parte de la posibilidad de éxito, las Cancún), hacen vislumbrar lo que an-
ha sido discutida en detalle por la so- prioridades inequívocas son el Mer- helábamos al elegir a Lula: la trans-
ciedad civil organizada, y las posicio- cosur (anclado en la relación priorita- formación de Brasil en un país menos
nes representadas por Lula son las po- ria con Argentina) y la constitución desigual, más justo y más democráti-
siciones elegidas por la mayoría. Se de un gran bloque comercial y políti- co, tarea inseparable del establecimien-
puede discrepar con ellas, pero el pro- co entre naciones como Brasil, Sudá- to de un orden internacional alternati-
ceso por el cual se las ha alcanzado es frica, India, Rusia y China, capaz de vo tanto al imperio como a su enemi-
intachable. alterar la correlación de fuerzas y las go fundamentalista.
La elección de Lula inaugura otra
relación con el aparato político, ahora
concebido como aparato del que pue- 5
de apropiarse la subjetividad ciudada- Un discurso de ruptura
na. Por primera vez, en uno de los
países políticamente más cínicos y es-
Fernando Gabeira
cépticos del mundo, se empieza a es-
cuchar en la calle ya no la pregunta “a
ver qué va a hacer este gobierno” sino
“qué está a nuestro alcance hacer para
que este gobierno tenga éxito”. Por pri-
mera vez, en la historia del país del
fútbol, el presidente entiende de fút-
bol y sabe la alineación de su equipo
–dato para nada menor, que ha signi-
ficado ya algunas derrotas reales para
el corrupto establishment que coman-
da el negocio (y patrimonio) del fút-
bol. También de modo inédito, reco-
nocemos en el gabinete nacional nues-
tra cara: negros, mujeres, obreros. Por
primera vez, el ejecutivo está inequí-
vocamente alineado con los que bus-
can la reforma agraria, la justicia y la
equidad en el campo, y no con los
terratenientes ilegalmente armados.
Es cierto que ha habido, más allá
de las concesiones gradualistas en el Fernando Gabeira (nacido en 1941) fue redactor del Jornal do Brasil, entre
terreno de la política económica, erro- 1964 y 1968, año en que pasó a la guerrilla y se convirtió en responsable del
res o elecciones preocupantes, como secuestro del embajador norteamericano que salvó a varios prisioneros polí-
la liberación (por 12 meses) de los gra- ticos brasileños. Estuvo exiliado durante diez años (1969-79) en Suecia, don-
nos transgénicos, la omisión diplomá- detrabajó como periodista. Es autor deuno de los grandes best-sellers del
tica durante la negociación de Kirch- periodo, O que é isso, companheiro? (1979), testimonioy crítica de la guerri-
ner con el FMI, la truculencia de la lla de los años 60/70 en Brasil. Otros libros de Gabeira son Crepúsculo do
Casa Civil de la Presidencia al lidiar macho (1980), Hóspede da utopia (1981), Diário da crise (1984), Nós que
con la resistencia de la izquierda del amávamos tanto a revolução (1985), Goiânia, Rua 57 – O nuclear na terra do
partido a la política económica, la im- sol (1987). Fue líder del movimiento por la fundación del Partido Verde,
perdonable anteposición de recurso a dirigente del ecologismo brasileño yautor de la ley que descriminaliza al
la decisión judicial de que las Fuerzas usuario de drogas. Su candidatura en 1986a gobernador de Río de Janeiro
Armadas divulgaran lo necesario para por el PV (apoyado por el PT), fue considerada un hito renovador de las
el entierro de los 60 cadáveres clan- campañas electorales brasileñas. Es una de las principales autoridades del
destinos de la guerrilla del Araguaia país en política ambiental. Ingresó al PT a fines de los años 90 y se despide
(1972-73). Pero también es cierto que en 2003, con el discurso que publicamos.
Señor Presidente, señoras y señores mente, se vería que no se trata de una de circulación”. Eso hizo Canadá: du-
diputados, posición brasileña, sino de una acción rante la discusión sobre un alimento
ocupo la tribuna para comunicar que realizada entre amigos y compadres. transgénico ya autorizado y otro en
he abandonado el Partido de los Tra- La relación de Brasil con Cuba no pue- examen, surgió la noticia de que se
bajadores. En consecuencia, salgo del de ser reducida a una relación de ami- habían encontrado, en el medio am-
gobierno para encarar una acción in- gos y compadres; es mucho más com- biente, vestigios del no autorizado. El
dependiente. Dudé mucho en presen- pleja y mucho más importante para gobierno obligó a quienes lo habían
tar a los señores un discurso escrito. nuestra estrategia. sembrado a cosecharlo y ello les sig-
En los últimos días las ideas desfila- Nuestra política exterior vive so- nificó pérdidas por 12 mil millones;
ban rápidamente por mi cabeza y tam- bresaltada por la falta de pago a em- Monsanto tuvo una pérdida de 24 mi-
bién los textos resultaban superados bajadores y funcionarios. No existe po- llones.
con igual velocidad. lítica exterior que resista este tipo de ¿Cuál era el mensaje implícito?
Dejo el PT por las razones divul- presión cotidiana. En este momento de El mensaje era el siguiente: Canadá
gadas en la prensa y no las repetiré la globalización, necesitamos buenos autoriza la producción de los trans-
todas. Esta salida o cualquier otra no funcionarios en el extranjero, necesi- génicos que pasen por todos los con-
debe ser un rosario de lamentaciones. tamos ampliar y mejorar las condicio- troles del Estado. Acá no se tuvo en
También es preciso celebrar algunas nes de nuestra diplomacia. Embajado- cuenta esta cuestión fundamental. En
6 victorias en común. La más importan- res y funcionarios asediados por acre- verdad, cuando el gobierno cede en
te –a pesar de la distancia física, mi edores no son el tipo de cuerpo este tipo de cuestiones, además del
corazón estaba con el gobierno– fue diplomático que queremos. mensaje perturbador que emite, ya
cuando Brasil decidió condenar la gue- Pero existe, en el campo de los de- que está poniendo en peligro el me-
rra en Irak. rechos humanos, una cuestión funda- dio ambiente, también se muestra re-
Muchos temieron que los Estados mental que también me separa del go- almente incapaz de entender los tiem-
Unidos se sintieran confrontados, pero bierno. Se trata de la guerrilla de Ara- pos modernos.
se trataba de una aventura militar con- guaia y del derecho de las familias a La generación de políticos que ha
denada a un fracaso demostrado coti- tener acceso a los restos de sus seres llegado al gobierno se rige por los cri-
dianamente en los noticieros de la tele- queridos. La cuestión incluye los tér- terios de producción y distribución de
visión. Hoy podemos decir que gran minos de acceso a los documentos his- bienes materiales; pero no comprende
parte del pueblo norteamericano, sobre tóricos de este país. Y es, por supues- que dirigir hoy una sociedad, además
todo los sectores informados, conside- to, una cuestión democrática. El dere- de trabajar en la producción, la distri-
ra el rechazo de la guerra como un gesto cho de las familias a los restos de sus bución y la administración de bienes
de verdadera amistad de Brasil con Es- miembros es una cuestión de civiliza- materiales, implica la distribución y
tados Unidos. Para eso sirven, señor ción brasileña. la administración de los riesgos. Esto
Presidente, las decisiones tomadas con Las fuerzas Armadas lo saben, y es, precisamente, lo que no le perdo-
una visión de largo alcance. sólo un pequeño grupo de militares namos al gobierno brasileño, no se lo
Sin embargo, fue grande nuestra no lo acepta. A este grupo nosotros perdonamos a la élite de Rio Grande
desinteligencia sobre una cuestión tam- debemos decirle claramente que no do Sul.
bién de política exterior: Cuba. Era ne- negociamos con los principios de la Obligar al pueblo brasileño a co-
cesario denunciar las violaciones de civilización brasileña. Se trata de un mer soja transgénica, sin poner una
derechos humanos; reclamar por el po- grupo de militares insatisfechos. “Que etiqueta que alerte que lo es: y no ven-
eta Raúl Rivero y por periodistas e salga el toro”, como dicen los espa- gan a decirme que previeron eso en
intelectuales presos; condenar la eje- ñoles. Hagamos como hicieron los los artículos –porque eso está previs-
cución sumaria de los dos secuestra- chilenos y los argentinos, que ajusta- to. Estoy hablando de la realidad que
dores de una embarcación. Era preci- ron como se debe las cuentas con el todos conocemos. Si alguien quisiera
so también hablar con la oposición cu- pasado. rotular la soja transgénica en Río Gran-
bana. No se hizo nada de esto. Y, en De todas las cuestiones ambienta- de do Sul, bastaría con controlar quin-
mi opinión, eran intereses nacionales les que me separan en este momento ce empresas y el trabajo estaría he-
los que estaban en juego. No tengo del gobierno, elegí una, señor Presi- cho. Pero no se hizo nada. Y no hay
nada en contra de los afectos y de las dente. Se trata de la medida proviso- derecho a obligar a los brasileños a
gratitudes personales. Son admirables ria que autoriza la siembra de semi- consumir un producto sin que estén
facultades humanas, pero no deben llas transgénicas introducidas clandes- enterados de lo que consumen real-
prevalecer sobre nuestros intereses de tinamente en Brasil. Si pudiéramos mente.
Estado. ahora realizar una teleconferencia con El presidente de la república, en
Aceptar que se expulsara a dos pe- cien estadistas del mundo entero y les un cierto momento, dijo que querría
riodistas sin fronteras del Consejo de preguntáramos qué harían si se sem- discutir la cuestión de los transgéni-
Derechos Humanos, en Ginebra, tam- brara un alimento transgénico clandes- cos sólo científicamente. Pero, seño-
bién entristeció mi corazón. Si pudié- tinamente en su país, responderían al res, al reducir la cuestión de los trans-
ramos discutir el asunto democrática- unísono: “Lo secuestraría y lo sacaría génicos a la cuestión científica, abs-
traemos la cuestión económica, y la pezamos a preocuparnos sólo por las enfrentar los temas urgentes, como la
cuestión política; abstraemos la cues- elecciones y por conservar el gobier- cuestión de los transgénicos, que ya
tión social y el hecho mismo de que no; pero nuestra generación no pue- mencioné.
el alimento es una cuestión cultural. de contentarse sólo con estar en el Como sabe Vuestra Excelencia,
Desde el punto de vista estrictamente gobierno y afirmar que quiere conti- yo presenté un proyecto de ley para
científico, señor Presidente, no existe nuar allí. Ella debe decir por qué está crear un territorio federal en Panta-
contra-indicación del canibalismo. Sin en el gobierno, qué hace con el go- nal, que se separaría de Mato Gros-
embargo, no comemos carne humana. bierno, qué queremos del gobierno. so. Escucho, señor Presidente, que
O por lo menos no hubo contraindica- Eso, desgraciadamente, no se hizo. existen proyectos de industrializa-
ción del canibalismo hasta el mal de Podría haberme dado cuenta an- ción, de exploración minera y otros
la vaca loca. tes, pero me dejé llevar por el entu- para Pantanal. Esas visiones diver-
Encaro la cuestión de los transgé- siasmo popular y por mi propio entu- gentes son importantísimas para el
nicos con el principio de prudencia y siasmo. Pensé que había una salida futuro de Brasil. El triunfo de una u
no con el síndrome del pánico. Esta- para el Estado, pero yo sabía que el otra concepción es decisivo para
mos en condiciones de ofrecer al go- Estado está en dificultades, que el nuestro futuro. Cuando ingresé en el
bierno los caminos, pero es necesario gran capital nos dejó un margen mí- PT trabajé con los Verdes para que
que el gobierno quiera corregir su nimo de acción; sin embargo pensa- se unieran a los trabajadores; yo ra-
error. Por ahora, lo que se ve es que ba que era posible crear. Hoy no di- zonaba todavía como un cuadro eu- 7
el gobierno no se da cuenta de que, go que mi sueño acabó por completo. ropeo, pensando que el PT podría
precisamente, cometió un error; y es Sólo digo que soñé un sueño equivo- desempeñar el papel de la socialde-
incapaz de discutir con sus adversa- cado: confié en que podríamos hacer mocracia. Pero ahora, con el PT en
rios una salida honorable de la impas- rápidamente todo lo que nos prome- el gobierno, se ve que la perspectiva
se en la que se colocó. tíamos y creí que podíamos hacerlo de los dirigentes es parecida a la de
Me gustaría usar algunas de mis en un período de cuatro años, o de los dirigentes comunistas del Este de
palabras finales, señor Presidente, pa- modo inmediato. El sueño fue peor Europa: una visión estrechamente
ra examinar críticamente mi pasaje por todavía, porque confié en que era po- productivista.
esta experiencia común. Intelectual- sible transformar Brasil a partir del La sucesión de estos desencuen-
mente, tengo la visión de la precarie- Estado y no comprendí que el Estado tros con muchos compañeros del go-
dad del Estado y de las circunstancias había perdido dinamismo y que el di- bierno me fue llevando a comprender
en que nos movemos. El dominio de namismo estaba ahora en la sociedad. que esa experiencia de izquierda sólo
la política por la economía, la trans- Si Brasil logra transformarse, lo hará podría ser bien calificada con una fra-
formación de los gobernantes en ad- a través de la sociedad; será la socie- se de mi querido compañero y elector
ministradores del caos, son rasgos que dad la que impondrá las vías y el Es- Cazuza: “Es un museo de grandes no-
provienen del proceso de globaliza- tado girará, tal vez cansado, tal vez vedades”.
ción. Lo que se vio en este Parlamen- lento, pero girará acompañando nues- Por tanto, hoy dejo de pertenecer
to puede compararse con lo que suce- tro camino. a un partido y a un gobierno, pero no
de en las bolsas de valores. Las bolsas Quiero decir que me sentí muy tris- tengo ningún sentimiento de separa-
son espacios donde la gente grita y, a te los días anteriores porque me di ción. De algún modo, todos estamos
veces, tienen una psicología de orden. cuenta de que formaba parte de ese juntos en la trama de la historia de
Sin embargo las bolsas de valores em- error de la sociedad brasileña, el error Brasil. A veces cambiamos de papel o
pezaron a prevalecer sobre las decisio- de esperar un gobierno salvador y en- de vestuario, pero seguiremos forman-
nes que tomamos en el Parlamento. tristecerse y amargarse porque el go- do parte de ella. Y como parte, quiero
La irracionalidad prevalece sobre bierno salvador no tomaba las medi- decir a aquellos que, a veces, se olvi-
la racionalidad y nosotros, los políti- das que esperábamos. dan del largo camino de esa historia,
cos, pasamos a ser funcionarios del Pero recuperé mi alegría cuando que estaré abierto y dispuesto a ayu-
gran capital, intentando mitigar sus so- me dije: “Me voy a ir y voy a buscar dar en la sociedad al gobierno, si no a
bresaltos, sus neurosis y sus miedos. otros caminos”. Allí se abrió un claro, reencontrar su camino, por lo menos a
Yo no quería recorrer ese camino. respiré por primera vez, estoy respi- perder ese ritmo lento y exasperante
Existe una autonomía de lo político, rando ya fuera del clima sofocante de al cual nos sometió durante estos pri-
existen políticos del siglo pasado que las esperanzas negadas. meros meses.
tienen una visión de conjunto, de lar- Me gustaría presentar un cuadro Muchas gracias, señor Presidente.
go alcance y la aplican a cada circuns- más amplio; prometo nuevos pronun- Muchas gracias a todos.
tancia de lo cotidiano. Pero cuando un ciamientos a través de mi actuación, y
gobierno administra los intereses del quedará más iluminada la visión del
gran capital, de la bolsa de valores, momento histórico que vivimos. Cuan-
cuando se transforma de ese modo, do más se prolongue la ceremonia del
perdemos la visión de futuro. adiós, menos tiempo tendremos para [Fuente: Folha Online, 14 de octubre
Al administrar lo cotidiano em- ocuparnos del próximo paso, y para de 2003].
Un estado del arte: el fenómeno Kuitca

8
de sentido. El resultado es un paisaje
artístico proliferante y, sin embargo,
monótono, una dispersión de obras y
discursos sin centro ni dirección, en la
que todo puede ser dicho sobre toda
obra, y en la que, por lo tanto, todo
parece haber sido ya hecho o dicho
sin que, al mismo tiempo, genere nin-
guna consecuencia. Es sabido que al-
gunos teóricos han asociado esta si-
tuación de proliferación y gratuidad a
la emergencia de un nuevo estado de
democracia artística radical, pero sim-
plemente habría que recordar que se
trata de uno de los mercados más po-
derosos y selectos de la actualidad: si
es cierto que las fronteras entre lo que
es y no es arte se han disuelto por
completo, esta ausencia de criterios ge-
nerales ha vuelto mucho más exclusi-
vo al grupo de los habilitados para ins-
taurar algún criterio cada vez.
Por supuesto, aspectos de este diag-
Entre junio y agosto de 2003 el MALBA de Buenos Aires presentó una muestra nóstico afectan el conjunto de la pro-
retrospectiva de Guillermo Kuitca, que no exponía en la Argentina desde 1986; ducción artística contemporánea. Sin
el regreso de Kuitca –uno de los hechos del año cultural porteño– estuvo embargo, me interesa señalar algo muy
acompañado de su participación como escenógrafo en la puesta de “El holandés específico en el estado actual de las
errante”, en el Teatro Colón, y de la proyección de la película “El joven Kuitca”, artes visuales que explica, a mi juicio,
como una de las actividades que rodearon la muestra. Sobre estos aconteci- un particular tipo de relación entre dis-
mientos, escriben Adrián Gorelik, Beatriz Sarlo y Quintín. curso crítico y producción artística. Es
difícil imaginar en otras disciplinas un
La producción de un artista análogo del suceso crítico de artistas
Adrián Gorelik como Jenny Holzer, que ha puesto en
los principales museos del mundo sus
diferentes clases de carteles (lumino-
sos, en placas, posters o stickers, le-
1. Todo indica que las artes visuales radicalmente cualquier comunidad de treros rodantes, etc.), como parte de
contemporáneas son una de las dimen- criterios en la que diferentes voces y una “investigación de los sentidos de
siones de la cultura que, en una época diferentes juicios de valor puedan in- la diseminación de sus ideas en espa-
ya de por sí relativista, ha disuelto más teractuar en una construcción social cios públicos” (lo que aparentemente
logra con frases como “Morir por amor sa o Caro Diario de Moretti, el uni- gún tipo de expresión pictórica “vi-
es bello, pero estúpido” o “Por tu pro- verso problemático de la memoria y tal”, ni rechazo la imprescindible pre-
pio bien debes encontrar un modo de la biografía es apenas uno de los as- sencia de ideas y conceptos en la obra
ser muy tierno”); o Damien Hirst, a pectos que forman la obra, porque pa- de arte, sino que busco señalar el pro-
quien la Tate Modern de Londres le ra que ese universo tome cuerpo en ceso por el cual ésta tiende a conver-
dio una sala completa para que “inter- ella no ya como mero programa, la tirse en un mero vehículo para aqué-
venga” con una de sus “farmacias”, es obra debe ser escrita o filmada, y la llas. Tampoco pongo en duda la im-
decir, para que cubra las paredes con literatura y el cine (y cabría agregar la portancia y la eficacia estética y
vitrinas de farmacia llenas de medica- música) operan todavía dentro de tra- política de este proceso en la propia
mentos, en una manifestación que se diciones, técnicas y lenguajes que ha- tradición de arte conceptual (esa tra-
supone contestataria del paralelo que cen que cada obra sea a la vez espe- dición definida más específicamente
existiría entre la medicina y el arte, ya cífica y multidimensional, y que pue- por la reflexión en la obra sobre el
que los dos presentan un “sistema de da ser valorada también de acuerdo a propio hacer, sobre sus moldes insti-
creencia tan seductor como ilusorio” criterios que tienen su propia legitimi- tucionales y/o políticos). Pero me pa-
–y agréguese a esto todo el universo dad, es decir, que exceden largamente rece reconocer un proceso de exten-
de referencias críticas sobre la medi- el programa, como parte inescindible sión de sus fórmulas al resto de las
cina, el cuerpo y la civilización occi- pero insustituible de su capacidad de prácticas de las artes visuales, que an-
dental que pueda caber en la imagina- encarnarlo. En casos como los de Bol- gosta las posibilidades del arte y que, 9
ción.1 tanski o Rennó, en cambio, la obra al mismo tiempo, termina rutinizando
Pero pongamos ejemplos más com- queda reducida necesariamente al pro- esas mismas fórmulas, volviéndolas un
plejos, de elevada elaboración estética grama, en tanto se trata de una recon- cliché para consumo exclusivo de un
e intelectual, para que el problema pue- figuración conceptual de materiales circuito autosostenido de artistas, crí-
da analizarse en su punto más intenso. que no enfrenta, en sí misma, mayo- ticos, curadores, galeristas y directo-
Pienso en artistas como Christian Bol- res desafíos técnicos ni supone diálo- res de museo, como bien probó la edi-
tanski o Rosângela Rennó; ambos tra- gos dentro de alguna tradición disci- ción de la Documenta de Kassel que
bajan sobre fotografías realizadas sin plinar densa. En estas obras-instala- le dio celebridad a la misma Catheri-
una originaria finalidad artística con ciones fotográficas, la fotografía como ne David, con la enésima reunión de
las que componen series de gran ca- documento se ha convertido en docu- instalaciones cuyo carácter novedoso
pacidad de sugestión, operando una re- mento de otra cosa: ésa es la principal y hasta revolucionario sólo emergió
colocación de la fotografía como “ar- operación del artista, una operación en el discurso de la curadora. La idea
chivo”, huella de memorias individua- que supone una organización de las de que determinados soportes mate-
les o colectivas. En el primer caso, a formas, pero que se coloca en el casi riales y procesos creativos tienen en
través de “álbumes de familia” que exclusivo terreno de los significados. sí la clave de la actualidad, no sólo
buscan “guardar una traza de cada ins- Podría objetarse que tal limitación prolonga algunas de las fórmulas más
tante de nuestra vida, de todos los ob- se restringe a casos como éstos, en los agotadas del modernismo, sino que en-
jetos que nos han rodeado”; en el se- que la experiencia artística está con- mascara el hecho de que, en el estado
gundo, mediante archivos fotográficos ducida por un programa conceptual; presente del sistema institucional del
de trabajadores o presidiarios brasile- pero justamente, uno de mis puntos arte, cada uno de los gestos más re-
ños, o de la “Bibliotheca”, una colec- de partida es que lo que caracteriza de vulsivos tiene garantizado su museo
ción de fotografías armada con mues- modo dominante las prácticas de la aun antes de haber sido concebido.
tras de decenas de álbumes de desco- mayor parte de las artes visuales con- Hechas estas aclaraciones, me in-
nocidos que Rennó ha reunido a lo temporáneas es el peso de la dimen- teresa puntualizar dos consecuencias
largo de años de recorridas por mer- sión conceptual. Por supuesto que si-
1. Una buena cantidad de las muestras de Hol-
cados de pulgas de todo el mundo.2 gue habiendo artistas que se dedican a zer se pueden ver en www.artcyclopedia.com;
Estos casos me interesan, además, por- realizar su obra con programas inser- las citas están tomadas de su sección dentro de
que creo que la voluntad de registro, tos dentro de diversas tradiciones pic- adaweb.walkerart.org; las de Damien Hirst, de
la preocupación por el testimonio y tóricas o escultóricas, pero no son ellos www.tate.org.uk/pharmacy.
2. La cita de Boltanski está mencionada en
los espacios (auto)biográficos que los que marcan el estado actual del Leonor Arfuch, “Album de familia”, Punto de
comparten, permitirían, sin demasia- arte (y de la crítica), como señaló cru- Vista Nº 56, diciembre 1996, citada a su vez de
do forzamiento, poner su obra en pa- damente Catherine David en una de “Recherche et présentation de ce qui reste de
ralelo a la de artistas de otras discipli- sus giras de reclutamiento estelar por mon enfance 1944-50”, en L. Gumpert, Chris-
tian Boltanski, Paris, Flammarion, 1992. Para
nas, como W. G. Sebald o Nanni Mo- Buenos Aires, condenando la pintura la obra de Rennó, ver Bibliotheca, Gustavo Gi-
retti, de modo de avanzar en nuestro –una vez más– al desván reaccionario li, Barcelona, 2003, especialmente la introduc-
razonamiento sobre la especificidad de de la historia. Por mi parte, debo acla- ción de María Angélica Melendi, “Recuerdos
los problemas que actualmente presen- rar que cuando señalo el dominio y ajenos”, así como la entrevista que Melendi y
Wander Melo Miranda le hicieron a la artista:
tan las artes visuales. los límites de la dimensión conceptual “Rosângela Rennó. Un mundo paralelo”, revis-
No cabe duda de que en las nove- en las artes visuales contemporáneas ta Márgenes/Margens Nº 1, Belo Horizonte-Mar
las de Sebald o en films como La co- no estoy proclamando un regreso a al- del Plata, mayo de 2001.
de la reducción programática de la su vez al programa que los propios tauran la figura de artista como Rey
obra producida por la preeminencia de artistas ofrecen para explicar su traba- Midas, que tanto puede convertir de-
la dimensión conceptual. En primer lu- jo, ya que esta dimensión conceptual sechos en oro puro como simplemen-
gar, la dificultad de trazar una línea demanda que las obras porten sus pro- te hace pasar lo primero por lo segun-
entre las búsquedas artísticas genui- pios discursos preconstituidos, como do.4 Aquí se tocan diferentes mitos
nas y las ocurrencias ingeniosas. En ecos a su vez de motivos prestigiosos vanguardistas: el del artista prestidigi-
la estela archivística de un Boltanski en la crítica cultural o la filosofía, que tador y el del artista encantador de ser-
o una Rennó, para seguir con el mis- no pueden sino banalizarse por la mo- pientes, pícaro estafador de la moral y
mo ejemplo, pueden caber operacio- da, la repetición o en muchos casos la el gusto burgueses. Pero el problema
nes mucho menos densas, como la de insuficiente comprensión. Al punto de la actualidad es un poco diferente.
Marcelo Brodsky, que trabajó sobre que ha desaparecido para las artes vi- Porque durante el período de expan-
fotografías de una promoción del Co- suales cualquier diferencia entre estas sión de las fronteras de la experencia
legio Nacional Buenos Aires, señalan- realizaciones, su reproducción gráfi- modernista (que ya en la década de
do las figuras de los adolescentes que ca, los relatos que puedan hacerse so- 1920 conoció buena parte de sus lími-
luego desaparecerían (su hermano, en- bre ellas o la inclusión de relatos pa- tes, pero que continuó todavía con in-
tre otros); o la del colectivo de artistas recidos en textos literarios, como aque- novaciones y giros hasta el pop y el
que montó la exposición “Coleccio- lla historia de Paul Auster cuyo arte conceptual en la década de 1960),
10 nes encontradas” con fotografías se- protagonista repite durante años la to- el elemento de provocación, de nove-
leccionadas entre los montones de ro- ma de una fotografía diaria de su ca- dad por tanto en el efecto de la obra
llos que quedan en las casas de reve- lle, a la misma hora y con el mismo sobre el público, el impacto, la sor-
lado a la espera de los clientes que encuadre; o la historia vertebradora de presa y hasta el escándalo, proveían
nunca vuelven a buscarlos. Es induda- La vida instrucciones de uso, de Ge- una legitimidad basada en la eficacia
ble que las fotos trabajadas por orges Perec, en la que el excéntrico que hoy ha quedado cancelada. Expo-
Brodsky tienen una significación his- Bartlebooth traza un programa que hoy ner un mingitorio en un museo puede
tórica de primer orden, descubriendo seguramente permitiría ganar una be- hacerse una sola vez; luego, el mingi-
un aspecto muy conmovedor de la pre- ca en la Fundación Dia de Nueva torio se convierte en una “obra de ar-
sencia/ausencia de los desaparecidos, York: una serie de quinientas acuare- te” que, por añadidura, no ofrece para
lo que las coloca en una dimensión las con registros paisajísticos tomados el arte más que el recuerdo de la no-
radicalmente diferente de las “fotos en- a lo largo del mundo entero, enviadas vedad que produjo.
contradas”, con su aire de divertimen- una a una por correo a un carpintero En este sentido, la consagración
to sin consecuencias. Pero desde el que las va convirtiendo en puzzles de institucional excluyente de una de las
punto de vista de la operación estética setecientas cincuenta piezas cada uno, posibles herencias de la tradición de
e intelectual, también Brodsky tiene los que serían utilizados por el autor vanguardia –Duchamp procesado por
el exclusivo mérito del hallazgo for- una única vez para ser destruidos lue- Warhol y el pop americano (y buena
tuito, y lo que buscamos calificar con go en cada uno de los lugares en que parte de las más osadas instalaciones
la palabra ocurrencia en ambos casos las correspondientes acuarelas fueron contemporáneas encuentra algún an-
es la densidad intrínseca de la opera- pintadas. Como obra conceptual, tam- tecedente explícito, vergonzante, o a
ción artística. De todos modos, me ha- bién estos relatos merecerían su lugar veces simplemente ignorado, en expe-
go cargo de que la distinción misma en la saga archivística, sin importar, riencias de aquella tradición)– ha de-
entre creación y ocurrencia puede ver- nuevamente, si, por fuera de su fun- jado un territorio desolado para las ar-
se como un anacronismo, una preocu- ción literaria, se trata de ocurrencias tes visuales, en el que se combinan:
pación externa a la lógica que preside ingeniosas o irónicas respecto del pro- una definición sociológica del arte co-
estas operaciones. En definitiva, bas- pio estado del arte (por el contrario, mo convención institucional (la tan so-
taría decir en todos los casos que se esta ironía ratificaría su definición de nada “muerte del arte”); una interpre-
trata de experiencias “interesantes”, obra conceptual). tación artística “de vanguardia” sobre
esa palabra que Susan Sontag identi- ¿Experimentación u ocurrencia? La esa convención, en tanto trabajo ex-
ficó como la coartada mediante la cual pregunta recuerda otra: ¿arte o frau- plícito sobre ella; y una interpretación
se elude el problema del valor en las de?, que nos coloca frente a una di- crítica sobre esa interpretación artísti-
artes contemporáneas.3 mensión intrínseca a la experiencia del ca, que se dedica a ilustrar con jerga
La segunda consecuencia de la arte moderno, como muestra Rosalind de la filosofía o la crítica cultural aque-
reducción programática es la delibe- Krauss en su estudio sobre los colla- llo que el artista ya sabe que está ha-
rada confusión –y la no tan deliberada ges de Picasso y como mostró antes ciendo, no entonces para comprender-
saturación– que se produce entre dis- Orson Welles en su (falso) documen-
curso crítico y práctica artística, adel- tal Fake (en el que también terminaba 3. Ver Susan Sontag, “Acerca de la belleza”,
gazando las potencialidades de cada involucrado Picasso en una desopilante La Nación, Suplemento Cultura, Buenos Aires,
21 de julio de 2002.
una. Es notable la circulación de mo- intriga de amor y falsificación): la pér-
4. Ver Rosalind Krauss, Los papeles de Pi-
tivos comunes en las críticas de todas dida de referencialidad y el acento en casso, Gedisa, Barcelona, 1999; y Orson We-
estas obras-instalaciones, comunes a la creación pura del arte moderno, ins- lles, Fake, 1973.
lo, sino para reinvestirlo de significa-
do (reponiéndoles a la obra de arte y Una escenografía para “El holandés errante”
al artista, por otra vía, el aura que Beatriz Sarlo
aquella definición institucional había
dado por cancelada). En Tannhauser, Venus es dueña de un cabaret parisino; Las Criadas son
Una de las mejores señales del ca- representadas por hombres; un negro neoyorkino recita en latín los parla-
mino sin salida al que lleva esta com- mentos de la Medea de Séneca; todos los personajes de Salomé van ves-
binación es que la pregunta que po- tidos como jugadores de béisbol de los años veinte; los actores de una
dría hacerse un crítico comprometido comedia de Marivaux llevan caretas de mono. La lista puede ser intermi-
por la distinción entre experimentación nable. No hay asombro para quien se haya permitido ir al teatro o a la
y ocurrencia, termina encontrando la ópera en las últimas décadas. Probablemente se diga con justicia que el
Teatro Colón, en general, se abstuvo de tales cosas, pero sería injusto decir
misma respuesta que dan las institu-
que su público no las conoce ni por haberlas leído en los diarios.
ciones y el mercado en su propia de- Esto tiene una ventaja: permite no exagerar demasiado. Permite, en el
finición del arte: por diferentes razo- caso de El holandés errante, examinar una escenografía. Hablamos, por
nes para cada uno, la clave no puede supuesto, de la escenografía de Guillermo Kuitca, para la puesta en escena,
residir más en la obra, sino en la figu- en el teatro Colón, de Daniel Suárez Marzal, con la dirección musical de
ra del artista. Para el crítico compro- Charles Dutoit.
metido, porque sólo el hilo de una tra- Lo primero es no abrir puertas abiertas. Tanto la escenografía como la 11
yectoria puede otorgar sentido a expe- puesta en escena hace ya décadas que se han apartado de una fidelidad a
riencias en las que es siempre la representación arqueológica o histórica. Hoy, una representación arque-
complicado definir un valor intrínse- ológica de Shakespeare o de Wagner sería considerada o una puesta de
co; para las instituciones y el merca- museo o una puesta de vanguardia. Atenerse a la época en que transcurre
el argumento ha dejado de ser un imperativo, aunque, a decir verdad,
do, porque la definición relativista del
nunca lo fue (y bastaría para probarlo examinar los grabados de viejas
arte como convención a la que adhie- representaciones teatrales o líricas, comenzando por las del mismo Wag-
ren, supone la tautología duchampia- ner). Atenerse a una representación “realista” es una opción, simplemente,
na de que es arte todo lo realizado por entre otras, y no la opción más habitual. Lo “normal” en el teatro y en la
alguien que ha sido definido previa- ópera son diferentes sistemas de convenciones que incluyen, quizás en
mente como artista por ellos.5 primer lugar, el acercamiento en el tiempo entre la época de la obra y el
Esta aporía excede los ejemplos momento de la representación. En sí mismo, ese desplazamiento no es un
que presenté hasta ahora y permite in- rasgo de originalidad. No señala un mérito, ni una equivocación.
troducirnos al caso de Guillermo Kuit- La cuestión, entonces, no es si el holandés errante puede llegar en otro
ca, a pesar de que en muchos aspectos medio de transporte diferente al de su barco maldito. Puestas en escena
su obra es tan diferente. Porque quie- memorables, como la muy reciente de Harry Kupfer en la Staatsoper de
Berlín, no sólo ponen un barco en escena, sino tres. Pero eso no es indis-
ro proponer una lectura de Kuitca co-
pensable, en la medida en que prescindir del barco signifique una interpre-
mo el primer artista argentino que tación más inteligente de la obra, y por más inteligente quiero decir que
cumple cabalmente con el aspecto cen- la interpretación muestre que la ha comprendido mejor, o que puede con-
tral de este programa de las artes vi- tradecirla porque la ha comprendido bien.
suales contemporáneas, esto es, el pri- El holandés errrante presenta dos mundos: el del protagonista, un mal-
mer artista argentino en haber mostra- dito, capitán de un barco fantasma condenado a no poder permanecer en
do que la producción de la figura de ningún puerto y condenado a no morir. Se trata del mundo de la leyenda,
artista es previa a la producción de la por eso el holandés es, como queda bien en evidencia en el primer acto,
obra, porque es lo único que puede un hombre que viene de otra parte, y digo otra parte en el sentido más
explicarla y justificarla. Si ya es muy fuerte. El otro mundo es el de Daland: marino y mercader hanseático,
habitual hablar de la “muerte del arte” prefiguración del burgués conquistador, que demuestra ambición, debili-
dad por la riqueza y ninguna vacilación en casar a Senta, su hija, con quien
(Kuitca va a tematizar recurrentemen-
le parezca el mejor partido. Senta es alguien que vive en el mundo de su
te esta cuestión, caracterizando su obra padre pero está fascinada por la leyenda: su destino es fatal, porque impor-
como un ejercicio de duelo), pocas ve- ta una contradicción entre dos dimensiones incompatibles.
ces se analiza, en cambio, cómo al ar- Este conflicto de ideas y de sensibilidades es la línea que divide la
te lo han sobrevivido los artistas, más ópera de Wagner. Podría decirse que esta línea es su columna vertebral.
poderosos que nunca. Porque además Si esto es así, el holandés puede llegar por cualquier medio, en tanto
de ser el artista quien, de acuerdo con este medio siga asegurando su excepcionalidad. Llega a puerto no simple-
aquella tautología, define el arte por mente desde el mar, sino desde un espacio de condenación. Por lo tanto,
el simple procedimiento de marcar con como figura legendaria (porque es legendario, Senta está enamorada antes
su nombre un objeto o una acción, lo de verlo) puede usar cualquier medio, con una sola condición: que ese
medio no lo integre a una normalidad burocrática y administrada.
5. Ver el análisis de este tópico que presenta Este es el error principal de la escenografía que preparó Kuitca para el
Beatriz Sarlo en “El relativismo absoluto o có- Colón. Se equivoca porque no comprende que, si quería, a toda costa, usar
mo el mercado y la sociología reflexionan so- sus propios motivos para Wagner, en todo caso, debía haber pensado a
bre estética”, Punto de Vista Nº 48, abril 1994.
interesante es que una vez que alguien menos un punto de contacto directo vertirlo en “obra de arte”, ponen en
se ha ganado ese lugar, luego todo le entre estos argumentos y su obra: los evidencia que el artista no tiene que
está permitido. “Diarios”. Los “Diarios” de Kuitca son descartar nada, porque todo lo que pa-
Esto también es específico de las telas comenzadas a pintar y descarta- sa por su mano (y en especial si “re-
artes visuales en relación al resto de das que el artista coloca como “man- gistra” algún aspecto de su vida, con-
las artes contemporáneas –si se me teles” sobre una mesa circular de su vertida también en obra de arte) ya ha
permite insistir una última vez en este taller (de 120 cm de diámetro) duran- encontrado valor en ella. En definiti-
comparatismo silvestre. Aunque el fe- te un período más o menos prolonga- va, si el tiempo demostró que los pro-
nómeno por el cual los artistas se han do (de tres a seis meses cada una), de ductos de vocación efímera de la ex-
vuelto objeto de culto mediático y mu- modo que en ese tiempo funcionan co- perimentación vanguardista se conver-
seográfico es universal, los modos en mo anotadores en los que inscribe las tían en obras de arte, ¿por qué no
que eso afecta la propia obra y los trazas de su cotidianeidad: comenta- producirlos directamente, ahora que el
juicios sobre ella es muy diferente en rios circunstanciales, pruebas de co- arte ha muerto, para que sean, ab ini-
cada disciplina. Por ejemplo, no es po- lor, listas de compras, números de te- tio, obras de arte?
co frecuente que una nueva obra de léfono, garabatos inconscientes como Hay una enorme acumulación de
un novelista o un cineasta consagrado los que se suelen hacer mientras se evidencias acerca del funcionamiento
encuentre algunas voces críticas que tiene una conversación o se está pen- de la figura de artista en el caso de
12 la juzguen de modo muy severo: en sando en otra cosa, etc. “Diario” es un Kuitca. Desde el hecho inaudito en
estos casos, la existencia de una tra- nombre irónico, por cierto (y Kuitca nuestros hábitos culturales de que exis-
yectoria artística no da validez auto- es, ante todo, uno de los pintores más ta desde hace años una beca que lleva
mática, más bien lo contrario, ya que inteligentes en el plano de la relación el nombre de un artista joven y vivo
ofrece claves que mejoran la legibili- discursiva con su obra), y le confiere (la “Beca Kuitca”, organizada por el
dad pero también afilan la exigencia. a esas telas el valor de un registro de artista en 1991 con la Fundación An-
La inflación museográfica del culto al las marcas personales del artista: si al- torchas y continuada con diversas ins-
artista, aunque genera un enorme ne- go muestra el nombre “Diario” es la tituciones), hasta el afiche para la re-
gocio y una enorme confusión crítica conciencia de que es el propio artista trospectiva de su regreso triunfal a
en todas las artes por igual, no reem- el objeto interesante para el arte. Pero Buenos Aires, que difundió como úni-
plaza por completo la valoración de la aquí es importante hacer una distin- co dato elocuente la cara del artista en
obra singular en la literatura o la cine- ción. Porque, como vimos, esta cen- enormes dimensiones por toda la ciu-
matografía, porque, como vimos, el tralidad del artista recorre todo el arte dad, no porque esa cara fuese ya co-
sistema de reglas y de tradiciones que moderno; se trata de un problema que nocida por el público, sino porque el
le dan sentido (y que dan sentido tam- surge en el romanticismo y al que, co- “megaevento” había sido concebido
bién a la posibilidad de su transgre- mo en tantas otras cosas, la vanguar- con esa marca personal: además de las
sión) puede asordinarse en determina- dia le dio una resolución paradójica, pinturas, el MALBA proyectó filmes
dos contextos, pero siempre existe la que lejos de cancelarlo, lo potenció. elegidos por Kuitca y filmes sobre
posibilidad de regresar a él. Por men- Esto se ha analizado con mucha clari- Kuitca; presentó al propio Kuitca en
cionar el ejemplo más trivial, es in- dad en el caso de las obras telefónicas conversaciones públicas; ofreció reco-
concebible que una servilleta garaba- de Moholy Nagy, en las que el artista rridos guiados por diversos intelectua-
teada por un escritor o un cineasta sea dictaba por teléfono las instrucciones les, etc.; es decir, más que presentar
considerada con la misma entidad que para que un operador las realizara, con la retrospectiva de un pintor, permitió
un poema o un film. Puede llegar a el resultado de que, en el mismo pro- que el público tomara contacto con uno
exponerse en un museo, pero no co- ceso por el cual creía actuar a favor de esos grandes artistas universales,
mo una obra del artista, sino como un de la pura tecnología para liberar la no ya por su resonancia global, sino
fetiche. Mientras que una servilleta ga- obra de la carga histórica del autor, por su capacidad de intersectar una
rabateada por un artista visual se trans- no hacía sino confirmar su preeminen- diversidad de dimensiones de la
muta inmediatamente en “obra de ar- cia, ya que era lo único que podía ha- cultura.
te”, que se expone (y se vende) como cer pasar aquel resultado como una Una vez que esta figura de artista
tal, produciéndose una completa su- obra de arte.6 Pero en ejemplos como entra en funcionamiento, se vuelve
perposición entre obra y fetiche. Así éste (y en toda la tradición del arte irrelevante la discusión sobre cada una
que podemos completar la sentencia conceptual), aun con resultados para- de sus obras, porque lo que se les
anterior: puede ser que el arte haya dójicos, el objetivo era un cuestiona- demanda es simplemente testimoniar
finalmente muerto, pero nunca el ar- miento de esa centralidad de la figura la presencia del artista; y en el caso
tista tuvo tanto poder y nunca la obra de artista, mientras que en los “Dia- de Kuitca, que trabaja con series y con
de arte estuvo tan fetichizada. rios” de Kuitca esa dimensión crítica marcas iconográficas muy potentes y
se ha abandonado por completo: los reiteradas (camas, mapas, planos, etc.),
2. Quien haya visitado en el MALBA “Diarios” son, ante todo, cuadros per-
la muestra retrospectiva de Guillermo fectamente Kuitcas, que al registrar lo 6. Cfr. Francesco Dal Co, Abitare nel moder-
Kuitca habrá podido establecer ya al que el artista descarta y volver a con- no, Laterza, Roma, 1982.
esa función “testimonial” aparece en
cuál de los personajes de El holandés errante ese motivo era más adecua-
toda su desnudez.
do. Si hay alguien que puede llegar en una cinta transportadora, ése es
Llegados a este punto, cabe hacer Daland, el marino hanseático para quien las riquezas y su hija forman un
algunas aclaraciones, porque hay mu- sistema de equivalencias. Daland puede circular en una cinta transportado-
chos elementos en la obra de Kuitca ra como podrían circular sus mercancías. El holandés jamás. Una vulgata
que le agregan ambigüedad a su posi- que mezcla los “no lugares” de Augé con el módico inconveniente de la
ción en el panorama de las artes vi- valija perdida en un aeropuerto, que permanece en la cinta sin un dueño
suales contemporáneas, volviéndolo un que la reclame, confundió a un personaje endemoniado y maldito, a un
caso de especial interés para el análi- personaje de fábula, como lo llama Heine, con el objeto seriado que sufre
sis. En primer lugar, su repercusión un inconveniente menor dentro de su serie.
internacional nos enfrenta con cues- La ópera separa el mundo del holandés y el de Daland de manera
tiones principales en el funcionamien- precisa, justamente porque el holandés no es un capitán desdichado, sino
un hombre que pertenece a otra dimensión. Es un fuera de serie y, por la
to del mundo artístico contemporáneo:
maldición que lo condena, se inscribe dentro de lo excepcional. La leyenda
lo que nos preocupa en la obra de Kuit- lo abstrae de la dimensión mercantil, que está claramente presente en
ca no es el resultado de un malenten- Daland. Y Senta, antes de conocerlo, escucha el llamado de un amor
dido provinciano que puede despejar- también excepcional que no puede tener otra salida que el sacrificio.
se con facilidad, sino un problema que Es obligatorio recordar estos rasgos bien conocidos de la ópera en el
hoy se experimenta en los principales momento de juzgar su escenografía. Kuitca los pasa por alto. Su propósito 13
museos del mundo. En segundo lugar, no es el de contradecirlos o interpretarlos de manera nueva, lo cual hubiera
Kuitca todavía pinta cuadros, algo que, sido perfectamente aceptable según sus resultados. Más bien, hace lo con-
como vimos, debe considerarse hoy trario: la escenografía no muestra lo que Kuitca puede decir de El holandés,
paradójicamente un gesto de resisten- sino lo que puede decir de sí mismo. Al recurrir a sus motivos iconográficos
cia frente al mainstream de las insti- (cinta transportadora, cama) la escenografía exhibe una especie de cansancio
condescendiente, como si Kuitca, desganado, no pudiera pensar en otra cosa,
tuciones del arte (y nunca la expre-
o como si cualquier otra cosa fuera poco importante frente a las potencia-
sión “paradójicamente” debería tomar- lidades que descubre en su propia obra, convertida en un microcosmos auto-
se más en serio, porque junto con el referencial, donde se reproduce de modo incesante el valor-Kuitca.
reconocimiento de esa resistencia de- El otro elemento central de la iconografía, la cama, un logo de Kuitca
be entenderse que parte del fenómeno desde hace veinte años, no suscita las mismas objeciones que la cinta
Kuitca radica en su éxito de mercado, transportadora. Esa cama es el espacio de la ensoñación y una condensa-
un mercado cuyo sentido sigue sien- ción de la domesticidad, aunque esto segundo, de todos modos, presenta
do, en gran parte, la circulación de sus problemas cuando la domesticidad es la de una legendaria muchacha
esa mercancía tan particular que son virgen. La cama no tiene la patente inadecuación de la cinta transportadora
los cuadros). En tercer lugar, la pre- aunque, como elemento escenográfico, marque una fuerte discontinuidad
sencia excluyente de temas de la alta visual y plantee demasiadas dificultades a la puesta (invirtiendo la relación
habitual entre puesta y escenografía, sin que el quiebre de lo acostumbrado
cultura en su imaginario pictórico y
produzca un resultado más convincente).
en sus propias reflexiones sobre su pin- Podría decirse que El holandés del teatro Colón no tuvo un puestista que
tura, a contramano de las diversas va- hiciera saber al escenógrafo cuáles eran sus ideas. Incluso podría hipotetizar-
riantes de populismo que han resulta- se que el puestista no tenía fuerza para enfrentar no ya la leyenda del ho-
do de la crítica al canon realizada por landés, sino la leyenda moderna y sociológica del propio Kuitca, a quien,
la tradición dadaísta-pop o por el mul- naturalmente, no se puede responsabilizar de que el puestista no haya podido
ticulturalismo; una de esas variantes, dialogar con su escenógrafo. Todo indica una verdadera fuga de ideas a
decisiva en las posibilidades de inser- partir de la presencia dominante de una iconografía que despierta una espe-
ción internacional de los artistas vi- cie de temor supersticioso frente al artista que la colocó sobre el escenario.
suales de países periféricos, es el en- Esa ausencia de decisiones del puestista se manifiesta no sólo en las
casillamiento en una identidad nacio- grandes opciones, sino en detalles completamente menores que hubieran
requerido soluciones no tan drásticas como las de pelearse con el esceno-
nal o regional al que Kuitca se ha
gráfo. Doy un ejemplo: Senta, en lugar de contemplar un retrato del Ho-
resistido con elogiable persistencia. landés, abraza su cabeza, una escultura en yeso blanco que, sobre un
Asimismo, soy de los muchos que escenario lírico, la convierte, al borde de la comicidad, en una especie de
creen que la obra de Kuitca de los Salomé que, por algún defecto, ha trasmigrado desde la ópera de Strauss.
años ochenta está entre lo mejor de la De todos modos, la imposición de la escenografía sobre la puesta era
pintura argentina de aquel tiempo, inevitable en las condiciones de marketing que rodearon esta versión de El
identificable con esa suerte de neo- holandés. Cualquiera que manifestara una diferencia fue rápidamente re-
expresionismo característico del con- conducido a la estupidez de quien no comprende y, en una noche donde
tingente que formaron Armando Re- todos éramos Bouvard y Pécuchet, tanto los plateístas del gran abono que
arte, Alfredo Prior, Duilio Pierri, Mar- abuchean las innovaciones como quienes tuvieran otros motivos de desa-
cia Schwartz o Martín Reyna, entre cuerdo quedaron desterrados a una especie de retaguardia poco distinguida.
Juntados estos datos, el caso de El holandés da mucho más para la socio-
otros –y en estos días puede recordar-
logía del arte que para la estética.
se la fuerza colectiva que tuvo la pin-
tura de esos años, gracias a la muestra
que organizó Pierri en el Centro Cul-
tural Recoleta con una voluntad de de-
claración de principios que surge del
propio título, “Las manos en la ma-
sa”, ya que coloca aquella experiencia
en la línea de una genuina tradición
pictórica argentina. Desde mi punto de
vista, dentro de aquella producción de
Kuitca debe destacarse especialmente
la serie “Nadie olvida nada”, de 1982,
quizás porque la rusticidad de las su-
perficies de madera potencia muy bien
el laconismo de esas camas y esas mu-
jeres apenas trazadas, produciendo una
intensidad dramática mucho mayor (di-
ría mucho más pictórica) que cuando
14 el cuadro comience a poblarse de es-
cenas metafóricas y citas más o me-
nos explícitas de la literatura, el cine
o el psicoanálisis, como ocurrirá en lerías fue una de las consecuencias del ties y los lobbies, las negociaciones
“El mar dulce”, de 1984, o en la serie boom especulativo en arte que marcó con los agentes, etc., se vuelven una
“Siete últimas canciones”, de 1986. los años ochenta en los Estados Uni- parte sustancial del trabajo del artista,
Pero a finales de los años ochenta dos, la burbuja financiera que estalló al punto de que alguien como Lucien
Kuitca enfila su interés hacia la esce- en la década del noventa aunque mu- Freud, que todavía a sus ochenta años
na artística y el mercado neoyorqui- chos de sus efectos en el campo artís- simplemente pinta diez horas diarias
nos, y allí comienza a experimentar tico se mostraron más duraderos (y, en su taller, es visto como una figura
un giro notable, en el sentido en que como tantas otras cosas, se extendie- anacrónica. Y la elección de las técni-
va a dejar de ser progresivamente un ron desde los Estados Unidos al mun- cas y los motivos más específicamen-
pintor, para convertirse en un artista. do entero). Robert Hughes ha deno- te artísticos no puede escapar de esta
Como bien señala Inés Katzentstein, minado todo ese proceso la “década lógica, inyectando una dimensión
en un artículo imprescindible para del Hype”, cuando solamente entre el “conceptual” por el costado menos
comprender “la creciente notoriedad Soho y el East Village había más de pensado. Hoy la carrera del artista se
de la figura personal del artista” Kuit- cuatrocientas galerías y el mercado del ha vuelto una obra conceptual: el arte
ca, una de las claves de su circulación arte se volvía una parte decisiva de la y la vida finalmente se han reunido,
internacional fue la desatención que vida fashion neoyorquina, convirtien- pero sólo en la figura del artista. Este
sufrió por parte de curadores o muse- do a los artistas en verdaderos pop- es el clima en que comienza la circu-
os, que hubieran inscripto su obra en stars. Una asociación entre mercado, lación internacional de Kuitca hacia
discursos contextualistas respecto de artistas y medios masivos que aparece 1989, con las series de los mapas, dan-
la realidad argentina o latinoamerica- como explicación de la reputación de
na, ya que son los curadores y las ins- muchos de los típicos protagonistas del
tituciones museográficas quienes han mundo del arte de los ochenta, como 7. Inés Katzenstein, “Algunas consideraciones
impuesto esas políticas multicultura- Julian Schnabell, Jeff Koons o Jean- sobre Guillermo Kuitca en Buenos Aires”, en
Guillermo Kuitca, obras 1982 / 2002, catálogo
les que condenan a los artistas perifé- Michel Basquiat, y que instaló una se- realizado para la retrospectiva mostrada en el
ricos a “los beneficios de la naciona- rie de prácticas características de la Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía,
lidad”; la obra de Kuitca, en cambio, aceleración bursátil, como que artistas Madrid, 6 de febrero al 28 de abril de 2003, y
sigue Katzenstein, “se dio en un mo- que andan recién por sus veinte o sus en el Museo de Arte Latinoamericano de Bue-
nos Aires (MALBA), Buenos Aires, del 6 de
mento en que el rol de los ‘descubri- treinta años pongan su “retrospectiva” junio al 28 de agosto de 2003, pág. 72 de la
dores’ de nuevos artistas era cumpli- en un museo principal, como si ya fue- versión argentina. En el sentido del éxito del
do mayormente por las galerías”.7 ran parte de la historia del arte, o que carácter universal de la obra de Kuitca frente a
Pero si la “protección” de curado- los dealers logren vender a ansiosos las tendencias dominantes a favor de la identi-
dad de los artistas periféricos, Katzenstein esta-
res hubiera significado una pérdida de clientes los cuadros todavía no pinta- blece un paralelo muy acertado con el caso del
independencia respecto de los conte- dos de un nuevo genio, porque ya to- mexicano Gabriel Orozco y la función, en am-
nidos de la obra, la promoción de las da su producción está comprometida bos casos, de la referencia a Borges como mo-
galerías incidió sin duda en los proce- y amenaza dispararse a las nubes.8 delo alternativo (pero que, en definitiva, tam-
bién se sostiene en una identidad local).
dimientos con que se iba a realizar la En ese clima, las tácticas de cons- 8. Robert Hughes, American Visions. The Epic
carrera del artista. Porque hay que re- trucción de la figura, las largas horas History of Art in America, The Harvill Press,
cordar que el protagonismo de las ga- dedicadas a las presentaciones, los par- Londres, 1997, pp. 591 y ss.
do lugar en breve tiempo a la “leyen-
da” de la separación del artista y su Kuitca, la película
obra (Kuitca vive en Buenos Aires pe- Quintín
ro su obra circula, se expone y se ven-
de afuera, con centro estratégico en
Nueva York), en un modelo de pro-
ducción, siguiendo una vez más a Kat- En 1994, Alberto Fischerman inició un documental sobre Guillermo Kuitca.
zenstein, de “implícitas ‘ventajas com- Tras rodar unas pocas escenas en 16 mm, la filmación se interrumpió. En
parativas’” (el artista se produce des- marzo del año siguiente, Fischerman murió dejando el film inconcluso. En
de el inicio como un “artista global”, abril de 2001 se presentó en el Festival de Cine Independiente de Buenos
que disfruta de condiciones de trabajo Aires una película llamada El joven Kuitca. En ella, sobre el final, la voz de
no marcadas por las restricciones ma- Kuitca explica que tras la muerte de Fischerman, sus hijos Pablo y Ruth,
teriales del medio local).9 No es im- Graciela Speranza y él mismo decidieron terminar el film. En los créditos
portante saber aquí si esto fue produc- Alberto Fischerman aparece como único director, pero tanto el metraje fil-
to de una estrategia consciente en la mado en video como el montaje final dejan en evidencia que los autores del
construcción de la figura de Kuitca, o film son esas cuatro personas, lo que tiene la peculiaridad de convertir a El
si simplemente fue ocurriendo, pero joven Kuitca, al menos en algunos aspectos, en un autorretrato.
sí es interesante tratar de entender las El film comienza con una lámpara que hace cortocircuito y queda 15
consecuencias que tuvo en su obra y parcialmente destruida, con sus partes dispersas en el suelo. Se trata de un
lo que ésta nos dice del estado de las regalo que Kuitca acababa de recibir de un artista que muere casi inme-
artes visuales contemporáneas. diatamente. Al pintor no le gustan las luces de colores de la lámpara y las
En principio, es notable que con la cambia por otras blancas. En el final de la película, Kuitca cuenta que una
circulación internacional se define la vez le relató a Alberto Fischerman la historia de la lámpara. Para su
dimensión conceptual en la obra de sorpresa, dice Kuitca, Fischerman lo llamó por teléfono al otro día y le
Kuitca, tal cual aparece en las series dijo que quería hacer de esa historia, la de un artista que reconstruye la
de mapas. Este tipo de serie alberga obra de otro a partir de sus fragmentos, el hilo conductor del film. Agrega
en sí una dimensión conceptual, en Kuitca que aunque él “no cree en las coincidencias” le resulta de algún
tanto produce por acumulación un sig- modo significativo que finalmente haya terminado reconstruyendo la pe-
nificado que está fuera de cada obra lícula inconclusa de Fischerman a partir de sus partes separadas, tal como
singular. Y, paradójicamente, este én- lo habia hecho con la lámpara.
fasis en el significado general termina Kuitca fija el film en ese metarrelato, aunque cabe describir lo ocu-
por volver insignificante cada obra sin- rrido siguiendo las líneas de otro: Alberto Fischerman intentaba armar el
gular. Porque, ¿qué diferencia un ma- retrato de Kuitca a partir de las declaraciones del pintor, pero al final son
pa de otro de las decenas que Kuitca Kuitca y sus correalizadores los que terminan armando una película de
ha pintado? No es que los mapas sean Fischerman a partir de una frase del realizador (efectivamente, el hilo
iguales, aunque muchos lo parecen, si- conductor del film es el asunto de la lámpara). La descripción se exten-
no que no se plantean ningún proble- dería diciendo que, al igual que con la lámpara, a Kuitca no le interesa-
ma pictórico entre uno y otro: en este ron algunas luces de colores en la propuesta de Fischerman y las cambió
sentido son pinturas “literarias”, de- por luces blancas.
pendientes por completo de un conte- Tengo algunos motivos para sospecharlo, aunque no estoy hablando de
nido –una “idea”– que está fuera de una adulteración intencional. Durante la época en la que Fischerman se
ellas. En un mapa Kuitca le ha puesto ocupó del retrato de Kuitca, hablé varias veces con él. Confío en que se
a todas las principales ciudades el mis- disculpe y se acepte el carácter testimonial de estos recuerdos. En las
mo nombre; en otro, ha puesto nom- conversaciones que mantuvimos entonces, Fischerman se manifestaba ob-
bres de personas; otros son mapas del sesionado por un rasgo de su retratado. Aunque lo valoraba como artista,
centro de Europa, y el efecto se pro- no eran la particularidades estéticas de su obra las que lo movían, sino una
duce en el título, que alude al nazis- comparación que Fischerman no dejaba de hacer entre ella y la suya pro-
mo; otros tienen los nombres en dife- pia, o mejor dicho, entre la persona artística de Guillermo Kuitca y la de
rente escala, por lo que producen una Alberto Fischerman. Lo que a Fischerman lo acechaba era la certeza de
superposición abigarrada. Hay un cam- que Kuitca sabía algo, conocía una especie de secreto que a él se le había
bio de otro tipo, sí, cuando comienza escapado durante toda su vida. Y ésta era la manera en la que el pintor
a pintarlos en colchones, pero luego programaba su carrera para asegurarse el éxito. Fischerman intuía que
son decenas de colchones, o de tapi- Kuitca había sido educado no solo para pintar sino también para triunfar.
zados, o de plásticos acolchados. Ca- Fischerman no postulaba que el pintor hubiera aprendido las técnicas del
be imaginar a Perec dotando a un ar- arte junto con las del mercado, sino que ambas eran, de algún modo,
tista del siguiente programa concep- inseparables. No solo que cada cuadro de Kuitca era también un paso en
su carrera, sino que cada pincelada llevaba en sí su posicionamiento en el
9. Op. cit., pág. 69.
tual: pintar un solo cuadro con un ma- ran entre los predilectos de las revis- ros en suscribir el fin de este otro gran
pa (o, incluso, simplemente poner un tas dominicales (no lugar, soledad y relato occidental, no se privan de acu-
mapa) y acompañarlo de un manual nomadismo contemporáneos, etc.), sin dir a todo el arsenal de explicaciones
de instrucciones que enumere todas es- que su realización pueda por sí agre- que tenían sentido cuando todavía se-
tas posibilidades de reproducción y gar algún comentario específico en el guía con vida. Así, de la decisión de
transformación. arte, la cultura o la trayectoria perso- trabajar con ayudantes se ha podido
Desde el punto de vista temático, nal de Kuitca: una forma banal, reali- afirmar que con ella Kuitca “denuncia
por otra parte, es indudable la atrac- zada banalmente, para ilustrar un dis- el fetichismo del arte y de la autoría”;
ción poderosa que ejercen los mapas curso banalizado.10 de los “Diarios”, que Kuitca convoca
sobre la imaginación social, y esto ha A su vez, en términos pictóricos, “las nociones hegelianas de trabajo”
disparado buena parte de las interpre- dentro de cada serie o como parénte- denunciando “la complicidad entre lo-
taciones de la obra de Kuitca (alusio- sis entre ellas, Kuitca, “experimenta”, gocentrismo y el fetichismo de la co-
nes al viaje individual, las migracio- en el sentido que podría darle a esa nexión entre dinero y mercancía, in-
nes y los exilios, la condición trashu- expresión un pintor de vanguardia: de- cluso en el arte”.11 Las dos citas son
mante del hombre global, etc., etc.). ja en manos de ayudantes buena parte de Paulo Herkenhoff, crítico brasileño
Pero también es innegable que en los de la realización material de algunas de relevancia internacional, ex cura-
años ochenta esta cuestión estaba ya pinturas, pinta sobre proyecciones de dor del MOMA y co-curador (junto a
16 muy extendida como motivo en las ar- slides, tira pelotas manchadas en tinta Sonia Becce) de esta última muestra
tes visuales (como se hizo evidente en sobre la tela, pinta con los ojos cerra- retrospectiva de Kuitca en Madrid y
la muestra Mapping en el MOMA en dos, se moja los pies en pintura y ha- Buenos Aires. Y lo cito a él porque
1994). Más aún, toda una zona temá- ce unos pasos de tango, escribe pala- parece estar muy próximo a Kuitca (ha
tica e iconográfica de la obra de Kuit- bras a todo lo largo de la tela, etc. El introducido varios catálogos suyos), y
ca, las series de mapas, de planos de catálogo de “temas interesantes” se porque entre los muchos que han es-
ciudades y de edificios instituciona- cruza a voluntad con un catálogo de crito cosas similares, es quien con ma-
les, se cruza, veinte años después, con “técnicas interesantes”. Porque se tra- yor impudicia las reúne todas, cum-
procedimientos artísticos característi- ta de una experimentación sin conse- pliendo este papel imprescindible pa-
cos (y en ese entonces de efectos muy cuencia, que no carga de experiencia ra la figura del artista, que es el crítico
sorprendentes) del imaginario visual temporal la obra, ya que no se pueden que aprueba ex post cada ocurrencia,
“postmoderno” en la arquitectura, des- reconocer en la pintura de Kuitca las ingeniándoselas para colocarlas cada
de el gesto pop de Venturi, Izenour y preocupaciones que llevan de la pelo- vez en una saga “filosófica” prestigio-
Scott Brown montando una foto de Las ta al tango, de las proyecciones en sli- sa mediante una jerga incomprensible.
Vegas sobre el Plano de Roma de No- des de los mapas al pseudo hiperrea- Nada más comenzar su largo estu-
lli, hasta las “ciudades análogas” de lismo de las cintas transportadoras. La dio sobre Kuitca, Herkenhoff nos dice
Aldo Rossi, con su fascinación por las búsqueda experimental, que en la van- que su pintura “es como el libro El
plantas neoclasicistas –y hay que re- guardia conducía a probar los límites nacimiento de la clínica de Foucault:
cordar que en la cultura arquitectóni- de lo posible en el arte, en la actuali- ‘trata del espacio, del lenguaje, de la
ca de los años setenta se generaliza- dad –“después del fin del arte”–, cuan- muerte; trata de la mirada’”. El proce-
ron, simultánea y paradójicamente, el do todas esas técnicas están inofensi- dimiento de la asociación libre coloca
discurso de Foucault y el gusto por vamente disponibles, sólo puede con- estas piezas literarias en plano de
las imágenes de los edificios institu- ducir a producir cuadros singulares, en igualdad con cualquier experimento
cionales y neoclasicistas que criticaba su carácter más descarnado de fetiche- dadaísta. Previsiblemente, no hay au-
en su análisis del Panóptico; exacta- mercancía, que por una inversión cu-
mente igual a lo que ocurre en la re- riosa de la teoría de la mercancía, lo- 10. Sobre la realización pictórica de las cintas
transportadoras habría bastante que decir: es evi-
lación entre discurso foucaultiano y te- gran serlo gracias a que manifestan dente la intención hiperrealista en algunos deta-
mas iconográficos en estas series de (testimonian) la singularidad del artis- lles (la crítica Lynne Cooke y el propio Kuitca
Kuitca. ta. Porque si el valor de ese cuadro hablan de un efecto “ilusionista”), pero justa-
Si colocamos juntas (como en la singular realizado con los impactos de mente por eso es imposible no notar los proble-
mas eminentemente técnicos de su realización.
muestra del MALBA) sus series prin- una pelota manchada no es, no puede Por supuesto, esta discusión es muy complica-
cipales –además de las mencionadas, ser, el valor de un work in progress, da (y muy resistida) en el arte contemporáneo,
los diagramas y plantillas de los ma- una performance o la pura novedad, si como si la crisis de la representación y del pre-
nuales técnicos Neufert, los teatros, las la propia experimentación se ha vuel- ciosismo de sus técnicas naturalistas impidiera
preguntarse cuándo un pintor contemporáneo
tapas de discos de ópera, las cintas to un concepto, el recuerdo de otro pinta como pinta porque quiere o porque senci-
transportadoras de valijas–, lo que des- momento del arte, ¿qué otro valor pue- llamente no puede hacerlo de otro modo. Ver
cubrimos es algo así como un catálo- de tener sino la firma que lo sustenta? Lynne Cooke y Guillermo Kuitca, “Terminal”,
go de “temas interesantes”. Temas que, Muchos críticos prefieren no ha- intercambio de e-mails publicado en milpala-
bras Nº 2, Buenos Aires, verano de 2001.
en casos como el de las cintas trans- cerse cargo de estas aporías que plan- 11. Ver Paulo Herkenhoff, “La pintura de Gui-
portadoras, cargan con el problema tea la figura del artista que ha sobre- llermo Kuitca”, en Guillermo Kuitca, obras 1982
adicional de que sus tópicos ya figu- vivido al arte, y si bien son los prime- / 2002, op. cit., pág. 28.
tor más o menos à la page que no esté
citado, en una abigarradísima secuen- mundo de los museos y las galerías. Esta idea del arte fascinaba a Fischer-
cia, para sostener, por ejemplo, que man en la medida en que le era completamente ajena. Lo que el cineasta
en las Obras sobre papel (donde re- (que también era músico) observaba no era una especulación sino una
presenta estructuras arquitectónicas pa- lógica, una estructura que ampliaba lo que para él era hasta entonces la
ra luego aplicarles chorros de agua que definición del arte. La elucubración de Fischerman llegó en un momento
las desmaterializan) Kuitca “expone la al punto de creer que el documental que estaba haciendo era solo un
posibilidad de constituirse en la ver- primer paso que se debía completar necesariamente con una película de
sión pictórica de aquello que Deleuze ficción que tratara sobre el encuentro entre un artista viejo y otro joven en
y Guattari, tal vez, inscribieron en la el que el joven le transmitía al viejo su sabiduría. Fischerman, a diferencia
categoría de las ‘máquinas bárbaras de Kuitca que ascendió en línea recta desde la precocidad a los grandes
despóticas’ antiedipianas. Si estos pro- centros de exposición, había comenzado a hacer cine desde la experimen-
yectos se tradujeran al mundo real, ello tación y la vanguardia (The players vs ángeles caídos, Gombrowicz, La
resultaría en una especie de arquitec- pieza de Franz) y había terminado con películas crasamente comerciales
tura hedionda: pensar el monumento (Las puertitas del señor López Ya no hay hombres) que, ciertamente, no
y su desastre, pensar el lenguaje y su habían aumentado su prestigio como artista. Pero el tema Kuitca no tenía
deconstrucción. El pintor potencia bru- que ver solamente con una elección de los proyectos más astuta que la
talmente el ‘energisme imaginaire’ ba- suya, sino con los mecanismos de construcción pública de la figura de un 17
chelardiano. Al final, este artista no artista al mismo tiempo que se desarrolla su obra. Su investigación sobre
es el ‘alma bella’ hegeliana de la Fe- Gombrowicz, después de todo, podía considerarse una escala en la misma
nomenología del espíritu…”.12 dirección.
Por supuesto, Kuitca no es respon- Resulta interesante ver El joven Kuitca a partir de esta información.
sable de lo que se escriba sobre su En el film hay muy poco de lo que le interesaba a Fischerman, que
obra, y no estoy intentando transferir- alguna vez me comentó la reticencia del pintor a hablar de esos temas.
le, vía Herkenhoff, un carácter grotes- Es que el film se encarga de cerrarse sobre sí mismo: aunque transcurre
co que no tiene. Me interesa la cita, mayormente en la casa de Kuitca, la opacidad del retratado contrasta
en cambio, por dos razones: porque con la aparente naturalidad de sus intervenciones. Aunque el ambiente
obliga a preguntarse sobre los efectos, y la narración son ralos en revelaciones, no se percibe que esconda
en un artista todavía joven, de que to- algo, y menos un secreto sobre la naturaleza del arte en la era posmo-
do lo que haga sea celebrado aun an- derna. Un mensaje de la curadora de una de sus exposiciones en el
tes de que su pintura haya podido re- contestador telefónico da sin embargo una pista. Dice la mujer que
flexionar sobre ello; y porque Herken- llegó a la conclusión de que no necesita conocer el atelier de Kuitca
hoff lleva a sus últimas consecuencias para interiorizarse del sentido de su obra, porque ha comprendido que
el problema de la falta de autonomía Kuitca pinta desde una especie de limbo espacial y temporal, lo que el
de la obra respecto de los discursos artista ratifica con un comentario sobre lo extraño que resulta pintar en
que demanda la dimensión conceptual la Argentina para exponer en el exterior (lo que hizo durante mucho
a la que ha quedado reducida. Y esto tiempo, antes de su exposición en el MALBA). Ese limbo de luces
se ve muy bien en la actitud ambigua siempre blancas es el horizonte que a Fischerman (un tipo más bien
de Kuitca frente a esos discursos, co- gregario y muy contradictorio, siempre dispuesto a hablar de su obra
mo muestra la serie de intercambios y de la ajena) se le puede haber escapado en parte. Porque el mundo
de faxes o e-mails que realizó con de Kuitca y el suyo no se tocaban. No parece haber un secreto en
Lynne Cooke o las conversaciones que Kuitca, ni siquiera una táctica oculta de manipulación. Se trata, creo,
mantuvo con Graciela Speranza.13 de una estrategia automática de preservación, de la que la película es
Kuitca reacciona inicialmente negan- un excelente ejemplo. Ese limbo es un espacio aséptico donde no pue-
de entrar, por definición, el único elemento capaz de desestabilizarlo.
Ese elemento es la crítica, entendida como un intercambio en el espa-
12. Ibid. pág. 31.
13. Además del intercambio de e-mails ya ci-
cio público, del que el proyecto de Fischerman era una versión posible.
tado –en el que la autocomplacencia de Cooke Lo que al director lo encandilaba era la idea de un artista que tiene el
y Kuitca respecto de sus propias ideas y del poder de ser el único en dar cuenta de su propia obra. Una práctica
modo de intercambiarlas alcanza niveles de solipsista que requiere de una única contrapartida: la fijación externa
escándalo, ver Lynne Cooke y Guillermo Kuit-
ca, “Iteraçoes” (cartas 15-5-1994 / 10-10-1994
de un precio. Me parece que lo que Fischerman no lograba entender es
y 03-02-1999 / 25-02-1999), en Guillermo Kuit- que existiera un mundo (aunque en esa casa de Belgrano enorme y
ca, catálogo de la exposición realizada en el despojada intuía una representación del misterio) en el que la diferen-
Centro de Arte Hélio Oiticica, Rio de Janeiro, cia entre valor y precio (una manera elemental, si se quiere, de enten-
9 de abril a 23 de mayo de 1999; y Guillermo
Kuitca. Obras 1982-1998. Conversaciones con
der la actividad crítica) hubiera sido abolida por eliminación de uno de
Graciela Speranza, Editorial Norma, Bogotá, los polos de esa dialéctica que a alguien de la generación de Fischer-
1998; especialmente, pp. 92 y ss., donde la man le debería parecer inevitable.
propia ambigüedad es tematizada.
do la referencialidad conceptual que pia música ofrece para explicar esta car”?16 ¿Y cómo seguir hablando en
plantean los críticos en sus diversas disposición favorable a la interpreta- esos términos después de Aqua?
interpretaciones, pero en seguida se ción conceptual (empezando por la fa- Para que se entienda mejor, con-
preocupa por alentarlas todas y desa- mosa obra de John Cage). Pero lo que viene precisar el tipo de encargo que
rrollar él mismo las propias, aunque busca probar Silvetti es que su errada supone realizar la imagen identificato-
el continuum monocorde de motivos conclusión fue el resultado de la con- ria de Aqua. No sólo es un proyecto
sobre su obra que ya se ha generaliza- dición bajo la cual operan hoy sus jui- meramente comercial en el centro mun-
do, en los discursos de los críticos y cios estéticos, predispuestos por la do- dial de la especulación inmobiliaria; el
los de él mismo, hace imposible saber minante conceptual que se ha extendi- empresario que lo lleva adelante es el
quién empezó cada una. do en y desde las artes visuales. Una organizador de la edición norteameri-
obra que se anule a sí misma, que nie- cana de la feria internacional de arte
3. En un artículo reciente sobre el es- gue todo lo que un arte específico, en europea Art Basel (una vez más, el
tado de la arquitectura y las artes vi- dominio de ciertas técnicas y ciertos vínculo entre especulación y arte), y
suales contemporáneas, Jorge Silvetti procedimientos, tiene todavía para ex- los arquitectos a los que les encargó el
narra una anécdota muy significativa.14 plorar en sus posibilidades expresivas emprendimiento son Andrés Duany y
Comienza con la adquisición en una como parte del avance en el conoci- Elizabeth Plater-Zyberk, autores de un
librería de una pieza de Ligeti (Silvet- miento del mundo humano: lo que le libro crítico de la “Suburban Nation”
18 ti es un músico amateur) que le pare- preocupa es que, con esta predisposi- norteamericana, pero que se traduce en
ció sencilla, pero que luego frente al ción automática, dejemos consolidar su práctica en una concepción urbanís-
piano descubrió como una cifra her- estas tendencias en el resto de las ar- tica neo-romántica que postula la recu-
mética: además de complicadísima, las tes como el único destino ineludible. peración de la comunidad perdida co-
notas y los pasos que la partitura pres- En términos generales, esta anéc- mo una receta, de aplicación en todo
cribía para ejecutarlas se anulaban mu- dota de Silvetti sintetiza muy bien mi suburbio y condominio que se precie,
tuamente, por lo que no se producía impresión sobre la escena de las artes al gusto del más rancio american way
ningún sonido. A la sorpresa inicial visuales contemporáneas, en la que of life. Quizás el artista o sus apólogos
frente a tal descubrimiento, le siguió Kuitca ocupa un lugar relevante. Pe- vayan a apelar, para explicar este tra-
casi inmediatamente un reflejo inter- ro, en términos más específicos, me bajo de identificación corporativa, a to-
pretativo, de modo que comenzó a gustaría terminar con un ejemplo en da la retórica vanguardista sobre los
pensar “que tal vez esta pieza no tra- que la obra de Kuitca produce, a mi usos revulsivos del cinismo en la rela-
taba en realidad sobre el sonido, la juicio, una anulación de sentido simi- ción con el mercado, en un ejercicio
melodía, o cualquiera de esas cosas lar a la que Silvetti le atribuyó erróne- que, aun más que Warhol, Dalí supo
anticuadas que encontramos en la mú- amente a la partitura de Ligeti. Se tra- llevar a las últimas consecuencias en
sica [sino] sobre la creación de pat- ta de la obra que realizó Kuitca para sus apariciones publicitarias en los años
terns, de diseño gráfico, de una narra- identificar el emprendimiento inmobi- setenta. Y, ya lo sabemos, haber sobre-
ción visual, una metamorfosis pictóri- liario Aqua, un condominio en una is- vivido al arte también permite adoptar
ca, una forma visual que de pasada la de South Beach, Miami. El artista sin contradicciones todo el catálogo de
también producía algun sonido”, que- realizó una serie de “conceptualizacio- actitudes de los artistas modernos. Pe-
dando “a la vez fascinado y perturba- nes” (según el artículo de La Nación ro no es sólo un problema de coheren-
do por esta astuta jugarreta”. Pues que da cuenta de ello) a partir del plan cia en las actitudes o los discursos, si-
bien, la anécdota termina con el nue- urbano diseñado por los arquitectos: no que en Aqua aparece la disponibili-
vo descubrimiento (gracias a la inter- una estilización de la planta del em- dad de la iconografía de Kuitca en toda
mediación de amigos músicos) de que prendimiento para ser usada en mura- su funcionalidad convencional y deco-
todo había sido un malentendido, ya les y solados, con la resolución pictó- rativa. Como una partitura “interesan-
que la partitura era para un instrumento rica habitual en las obras de Kuitca te” que ya no permite interpretar nin-
con dos teclados, y por lo tanto sus sobre planos de ciudades.15 Un solo guna música. Efectivamente, ése pare-
compases podían tocarse y sí producí- plano, un solo gesto, pero que anula, ce ser el problema de las artes visuales
an sonido. de modo más poderoso que el agua en contemporáneas.
Lo interesante, nos dice Silvetti, no sus Obras sobre papel, todos los dis-
es tanto el error como la presteza con cursos que sus planos y cartografías 14. Jorge Silvetti, “Las musas no se divierten.
que estuvo dispuesto a aceptar que la anteriores produjeron. Porque, ¿qué se- Pandemonium en la casa de la arquitectura”,
obra de Ligeti podía ser un “disposi- ría de aquellos planos sin los discur- discurso para la “Gropius Lecture”, Escuela de
Diseño de Harvard, abril de 2002, versión cas-
tivo conceptual”, no para producir mú- sos sobre la “desterritorialización”, la
tellana en la sección Arquitectura de www.Ba-
sica, sino para probar una idea: “El “nueva soledad” de los habitantes mo- zarAmericano.com, agosto de 2003.
sentido era alguna Gran Idea, en al- dernos, las “cartografías conjeturales”, 15. Ver La Nación, Suplemento Arquitectura,
gún lado. Esto es Música como Arte. los “diagramas de territorios descono- Buenos Aires, 23 de julio de 2003.
16. Las citas podrían ser interminables e
Está bien, es astuto, es inteligente. Es cidos y descentrados, realizados por
intercambiables; las que seleccioné son de
interesante, ¿o no?”. Desde ya, son co- un sujeto que se marea, que se está Herkenhoff, Cooke y Katzenstein, de sus
nocidos los antecedentes que la pro- perdiendo, o que ya ha dejado de bus- trabajos ya citados.
Daniel García Helder
Episodios de una formación

Osvaldo Aguirre

19
por los objetos, las virtudes de la pro-
sa como meta del poema y la concep-
ción del poema como otro objeto. El
faro de Guereño (1990) y El guadal
(1994) fueron los títulos que formali-
zaron la ruptura con la generación an-
terior; al respecto, García Helder ha-
bía ajustado cuentas previamente en
“El neobarroco en Argentina”, una im-
pugnación disfrazada de informe pe-
riodístico. Su lugar ya fue visualizado
por Edgardo Dobry en “Poesía argen-
tina actual: del neobarroco al objeti-
vismo” (1999): el “mirar que no se
eleva por sobre la chatura de la reali-
dad, sino que deliberadamente se po-
ne a la misma altura” y “una lengua
que renuncia a registros cultos y pro-
cedimientos retóricos para filmar la re-
alidad en el mismo caos y en los mis-
mos chirridos con que se manifiesta”,
dos de los presupuestos básicos de la
nueva poesía argentina, son sus con-
La producción de Daniel García Hel- go la formación y difusión de poetas tribuciones personales.
der constituye probablemente el prin- más jóvenes. El desarrollo de García Helder es-
cipal centro de gravitación de la poe- Nacido en Rosario en diciembre de tuvo muy ligado a Diario de Poesía,
sía que se escribe hoy en la Argenti- 1961, García Helder suele ser inclui- publicación que integró desde su pri-
na. Esa posición se ha definido en la do entre los poetas del 90. Su ubica- mer número, en el invierno de 1986, y
convergencia de una serie de opera- ción en ese campo, sin embargo, es en la que ocupó la estratégica secreta-
ciones desarrolladas en forma simul- particular: está al mismo tiempo aden- ría de redacción hasta fines de 2001.
tánea: la realización de una obra en tro y afuera de la corriente, es uno de La columna de opinión como cuader-
verso, hasta ahora recogida en tres vo- sus integrantes pero sobre todo la con- no de notas y laboratorio de poesía; el
lúmenes, con el valor de inaugurar una ciencia y el lenguaje de un nuevo pun- rescate y la reinstalación de poetas ol-
poética; la reflexión sobre el arte, en- to de partida, el objetivismo. Quince vidados o desconsiderados, con la
tendida por el autor como articulación poemas, libro que escribió en socie- atención focalizada a menudo en au-
del análisis crítico de obras del pasa- dad con Rafael Bielsa (1988), fue le- tores “bajos”, en un movimiento que
do con el de obras en curso y que se ído al momento de aparecer como la evoca el método de conocimiento de
despliega en un sólido corpus de en- primera publicación que postulaba con la propia escritura; las intervenciones
sayos, y la actividad como periodista claridad una poética en esos términos, drásticas sobre el mapa de la poesía
cultural y docente, tomando a su car- que en principio aludían a la obsesión argentina (reasunción de Juan L. Or-
tiz, recolocación de Joaquín Giannuzzi, mo si hubiese querido colar una voz co ahora, se podría describir como un
Francisco Urondo señalado como “pun- extemporánea en el “Coloquio de los verso libre que se apoya en la métrica
to central de la poesía argentina” de la Centauros”, donde Darío pone en bo- tradicional, pero que se guía con las
segunda mitad del siglo XX, entre otras ca de un cuadrúpedo su profesión de nociones de tiempo más que de canti-
proposiciones) y el apoyo a las propues- fe esotérico-simbolista: “Las cosas tie- dad, de velocidades más que de ritmo,
tas de renovación de los poetas de la nen un ser vital: las cosas/ tienen ra- de fraseo más que de cadencia. En es-
generación siguiente, a través de con- ros aspectos, miradas misteriosas;/ to- te sentido, el poema del que sale el
cursos y acciones de política cultural, da forma es un gesto, una cifra, un título del libro se presenta como un
aparecen como las líneas dominantes de enigma”, etc. Ahí se insertaría imagi- prototipo: modula tres oraciones cor-
ese trabajo. Sin embargo, los orígenes nariamente mi poema en prosa –luego tadas en unidades de 5, 7, 9 y 11 sí-
poéticos de García Helder remiten a un en verso– bajo la forma de acotación labas, lo que remite a la combinación
tiempo anterior, en Rosario, cuando marginal de un sujeto dado: de medidas impares –típica de la silva
abandonó estudios universitarios en bus- desde el Siglo de Oro en adelante–,
ca de las lecturas que solicitaba una po- Puede que cada forma sea un gesto, sólo que el ritmo de mi poema es irre-
esía entonces emergente. A ese período una cifra, y que en las piedras se oiga gular, o sea que la distancia entre los
decisivo en su hacer se refiere el escri- perdurabilidad, fugacidad en los insec- acentos internos no está pautada por
tor en este reportaje. tos y la rosa; incluso cada uno de no- las normas métricas sino por los usos
sotros podrá pensarse sacerdote de es-
20 locales del habla media, instancia co-
Osvaldo Aguirre: Me gustaría comen- tos y otros símbolos, cada uno capaz
de convertir lo concreto en abstracción, loquial que de todos modos no me im-
zar a hablar desde el punto de parti- pidió colar –al borde del sacrilegio–
lo invisible en cosa, movimientos. Pe-
da de tu historia como escritor. No ro de rebatir o dar crédito a tales razo- un endecasílabo de Calderón: “a pie,
desde el momento en que empezaste a nes, sé que ahora, al menos, no me solos, perdidos y a esta hora”, que en
escribir sino del primer texto o de los conviene interpretar mensajes en na- La vida es sueño sigue “en un desier-
primeros textos de los que te hacés da, ni descifrar lo que en las rachas to monte/ cuando se parte el sol a otro
cargo, los que señalarías como el prin- del aire viene y no perdura (la imagen horizonte”, pero que yo rematé con
cipio de tu recorrido. nítida, pestilente, de los sábalos exan- este par de heptasílabos: “en la noche
gües sobre los mostradores de venta,
nos guía/ el faro de Guereño”.
Daniel García Helder: Mientras el ori- en la costa).
gen permanece incierto, me remito a ¿Cómo se dio el proceso de escritura
los ocho poemas made in Rosario que La nota naturalista, debidamente en- de El faro de Guereño?
publiqué en el número 4 del Diario de tre paréntesis, no contradice la teoría
Poesía, marzo de 1987. Con algunas simbolista, como tampoco lo hace la Se dio en el marco de una experiencia
modificaciones, que ahora en general descripción de un objeto apestoso en generacional y una búsqueda grupal,
desapruebo, esos poemas integraron “Una carroña”, el poema de Baudelai- como no cuesta mucho comprobar si
después El faro de Guereño, que pu- re que, como dijo Rilke, sentó las ba- se leen de corrido los primeros libros
blicó José Luis Mangieri en 1990. ses de la poesía moderna en su evolu- de Martín Prieto, Oscar Taborda y mí-
Comparando las versiones se notan bá- ción hacia un lenguaje objetivo. En bo- os. Los poemas de El faro de Guere-
sicamente cambios en la puntuación y ca de un sujeto hiperestésico que sabe ño se amasaron entre 1983 y 1988, y
en los cortes de verso, que yo veo co- lo que no le conviene, el mini parla- el título hace referencia a una fábrica
mo un registro mínimo de las sucesi- mento de mi poema da cuenta, si da de jabón en la periferia sur de Rosa-
vas pruebas de ajuste del fraseo y la cuenta de algo, no tanto de un cambio rio, cruzando el Saladillo, un paraje
versificación a la que sometía los tex- en el orden de las ideas como en el de que ubico imaginariamente más o me-
tos en esa época; es sintomático, in- los sentimientos; lo significativo está nos donde queda en la realidad, pa-
cluso, que en la revista aparezca en en esa negativa a la interpretación, en sando el frigorífico Swift, cerca de un
prosa un argumento que en el libro la suspensión –nunca del todo posible– barrio de monoblocks, empalmes de
vuelve al verso, porque esa costumbre de una lectura simbólica del mundo en ruta, puentes ferroviarios, un campo
de chequear por medio de la prosa la favor de una posición más bien crítica, de golf que se extiende hasta las ba-
materia semántica del poema todavía objetiva o, si se quiere, formalista. rrancas del Paraná, lotes de tierra re-
me dura, a lo mejor debido a que me Eso en cuanto a la prosa, y a cierta cién arados o con hortalizas, ranchos
vivo preguntando –en mi escena in- versión realista y naturalista del sim- de madera, cartón y chapa separados
trospectiva, un poco sobreactuada– si bolismo modernista, que implica una entre sí por muchos metros, y al final
tengo o no derecho a emplear el mis- serie de analogías y oposiciones entre un monte de eucaliptos atrás del que
mo medio de composición de Rubén los “paisajes de cultura” de Darío y el no llega a verse pero se sabe que hay
Darío. Justamente el poema al que me entorno físico inmediato de un poeta un viejo casco de estancia, intrusado.
refiero, “Sobre la corrupción”, que pa- rosarino a mediados de los 80. En Puede ser que todo eso haya cambia-
só del verso a la prosa y de la prosa cuanto a la versificación, el tipo de do, porque hace tiempo que no voy,
al verso, supone un diálogo platónico verso en el que me ejercitaba en esa pero en cualquier caso el título alude
con el autor de Prosas profanas, co- época, y que determinó el que practi- a un sector –como podría haber sido
otro– del ex cordón industrial del Gran formado en el Parque Alem, el edifi- Y están esos otros
Rosario. cio de la Aduana, las islas El Paraíso puestos a secar, en hileras,
A Taborda y a mí nos siguen atra- y La Invernada, la Avenida del Huer- encima de un tablón.
yendo ese tipo de paisajes más bien to, etc. Si hubiese agua de lluvia en el lugar
de donde fueron excavados,
suburbanos y casi sin gente, las zonas Esta propensión por localizar los
no muy lejos, en la tarde,
portuarias, los silos y elevadores de enunciados es indicativa, me parece, habría sobre el agua
grano, ex estaciones del ferrocarril to- de una tendencia más general que se polvo de ladrillo.
madas por familias numerosas, basu- fue acentuando a medida que se desa-
rales municipales, los grandes desar- rrollaban nuestras poéticas a lo largo El uso del condicional es irónico.
maderos y corralones de maquinaria de la década del 80, pero que sin duda La primera oración –los seis primeros
agrícola, la vegetación achaparrada de nos precedía y se dio en otros poetas versos– es asertiva y se rige por un
las islas del Paraná, las ciudades chi- más tarde: de lo indeterminado a lo verbo tan básico y poco expresivo co-
cas y los campos a los lados de la determinado, de lo abstracto a lo con- mo “estar”, teniendo de sujeto grama-
Ruta 9 –entre Rosario y Buenos Ai- creto, de lo general a lo particular, del tical “esos ladrillos”; el contenido pro-
res– y la Ruta 11 –entre Rosario y adjetivo al sustantivo, del nombre co- posicional es bastante simple: esos la-
Santa Fe–; grosso modo y extendien- mún al nombre propio, del sujeto al drillos están ahí, en tal lugar, de
do el área se podría decir que el refe- objeto (para volver del objeto al suje- determinada manera, y a pesar del es-
rente geográfico de nuestro imagina- to), del sentido figurado al propio, de fuerzo insumido de un hombre y una 21
rio es el frente fluvial-industrial del lo ficticio a lo acreditado por los refe- mujer y su prole –índice de baja con-
Paraná y el Río de la Plata, donde se rentes, de lo universal a lo municipal, dición social al que no se añade nin-
fue concentrando la mayor cantidad etc. gún signo de compasión–, defraudan
de población y de establecimientos in- Volviendo a mis poemas, el pri- no se sabe qué expectativas de un “al-
dustriales del país, y que se extiende mero que aparece en la página de ese ma” confinada a la posición de sujeto
desde la ciudad de Santa Fe hasta La número 4 del Diario se llama “Rojo de una subordinada con función de ob-
Plata, Berisso y Ensenada, abarcando sobre el agua”: el título es un calco jeto directo del predicado de otra su-
muchas ciudades y puertos, entre las consciente –pero velado, que revelo bordinada. La segunda oración es un
que se destacan obviamente Rosario y ahora– de “Smoke on the water”, el apéndice de la primera, no agrega na-
Buenos Aires. tema más popular de Deep Purple; en- da substancial a la proposición: los la-
Sin entrar en el análisis del conte- tre el segundo y el tercer verso se en- drillos siguen ahí, como cosa en sí,
nido simbólico o el origen psicológi- cabalga el título traducido de una no- útiles en potencia, recién amasados y
co de esta predilección por esa clase vela de Faulkner (Light in August); el horneados secándose al aire libre bajo
de paisajes, al mismo tiempo urbanos, sintagma “polvo de ladrillo” del verso aleros de chapa acanalada; si bien ejer-
rurales e industriales, me limito a su- final remite al tenis. A semejanza y cen un principio de sugestión, ense-
gerir que gran parte de los motivos diferencia de Darío, en cuyos “paisa- guida se revelan refractarios a la este-
referenciales y rasgos formales de la jes de cultura” –el concepto es de Pe- sis y a la catarsis, ya sea porque care-
poesía que empezamos a desarrollar dro Salinas y lo retoma Ángel Rama– cen de valor estético especial o porque
en Rosario entre principios y media- se combinan y recombinan como en no son oportunos para corresponder a
dos de los 80 deriva de la fisonomía y un bricolage todo tipo de artículos cul- un estado anímico o una pasión; en
el acontecer de esa triple zona, con su turales del depósito indoeuropeo y última instancia, la escena inmóvil de
repertorio de objetos inagotable y mo- oriental, mis poemas refunden referen- los ladrillos sería el correlato de una
nocorde (mil distintos tonos de ma- cias a la cultura alta, media y baja, profunda apatía. Finalmente, ante la
rrón y verde). Un indicio superficial pero la identidad de esas referencias insuficiencia estimulante de lo que se
de esta correspondencia puede verse permanece en secreto, en tanto las cua- presenta a los sentidos, el alma pare-
en el gusto, que se iría desarrollando lidades y los elementos del entorno ciera reaccionar eyectándose de su
cada vez más, por aludir o directamen- físico real pasan a primer plano, como confinamiento gramatical para, en sub-
te nombrar lugares concretos de la ciu- en este caso el paisaje periurbano ro- juntivo, suspirar por un retoque de la
dad y sus alrededores. Prieto en su pri- sarino con los ladrilleros que se veían escena...
mer libro nombra la Barranca David a la salida de Rosario cuando se via- Prieto tiene un poema, de la mis-
Peña y alude al puerto y a la zona de jaba en el tren del Ferrocarril Mitre ma época, que retoma el asunto desde
chacras. Taborda en La ciencia fic- con destino a Retiro: un punto de vista más teórico:
ción nombra la Estación Fluvial, el
Hospital Italiano, el Arroyo Ludueña, Rojo sobre el agua
el barrio Las Flores, la Costanera, el Acerca del alma
Están esos ladrillos, atrás,
restaurante La Bella Napoli, la Cir- en el atardecer con luz Nada más quisiera el alma:
cunvalación, etc. En El faro de Gue- de agosto, que apilados por un hombre una percepción emocionante,
reño yo menciono el portón de He- y una mujer, o por un hombre materiales levemente corruptos
braica, el Arroyo Ludueña, la Coope- y una mujer y sus hijos, de eso que llamamos “lo real”,
rativa de Pescadores que se había no provocan lo que el alma quisiera. y no estas construcciones de fin de siglo
en el bajo, galerías desde las que miro de Jorge Isaías, del 78, y las compa- el 87 él tendría 34 y nosotros 25; nos
los mástiles enjutos de un barco griego. ramos con unos poemas de Taborda gustaba su poesía, sobre todo la de
Tampoco el agua ni, más allá, del 82, se puede evaluar en concreto a sus dos últimos libros: Palabra con-
eso que dicen es la provincia de EntreRíos. lo que me refiero. Dice Isaías en la tra palabra (1982) y Tendré que vol-
“Carta a Sydney”: “Te cuento de aquí:/ ver cerca de las tres (1983). Bielsa ya
Otra vez un sujeto que se refiere, algunas cosas no funcionan:/ mi en- vivía en Buenos Aires para esa época,
en tercera persona, a los requerimien- cendedor a nafta y el termo trizado/ por lo que la escritura de esos poemas
tos de un alma que deplora la insufi- en un descuido”. Dice Taborda en su estuvo condicionada por el ritmo del
ciencia emotiva de lo circundante, aun- poema “Cartas”: “Podría decirse que correo argentino. Reconstruyendo ese
que ya no sean las afueras de Rosario acá todo sigue igual:/ Nombres de ge- proceso, diría que fue así: partimos de
sino el bajo, a cuadras del centro y del nerales desconocidos reempla-/ zan a una base de cuarenta poemas, en su
Monumento a la Bandera. Taborda, otros,/ y la enredadera está roja/ y cae”. mayoría de Bielsa; quedaron un tiem-
por su parte, tiene un poema que po- Isaías en otra carta: “Hace dos años, po en mi poder, no se sabía bien qué
dría incluirse a la cabeza de esta serie, te escribí a Sydney/ repleto de opti- debía hacer yo con eso, si escribirle
aunque no contenga una sola alusión mismo (salvo la lluvia, te previne)/ pe- un prólogo, si adjuntarle algunos po-
al paisaje local: ro hoy todo marcha con exceso hacia emas míos, si seleccionarlos o qué; al
el descuido”. Y Taborda arranca su mes le remití en un sobre once o doce
Tao
22 poema “Serie” con un rotundo “No versiones y refundiciones de sus poe-
contés con el futuro ni nada/ ahora mas y esbozos míos de nuevos poe-
Pienso, al verla,
con esta lluvia por televisión/ Nues- mas en esa línea que señala Prieto en
que su culo me defrauda.
No está la firmeza tras pocas ganas de ser más optimis- la reseña, y cuyos modelos eran –al
que había esperado, tas”, etc. En ambos el tono coloquial, menos para mí, porque Bielsa y yo no
y los pantalones que lleva la segunda persona, la lluvia como co- mantuvimos una correspondencia teó-
no le marcan rrelato melancólico, la carta como for- rica sobre el trabajo– básicamente Ka-
seguridad mato que supone un doble exilio (en vafis (sobre todo sus poemas de tema
ni perdurable emoción. sentido estricto y en sentido lato: el histórico), Girri, la Antología de Spoon
“exilio interior”); pero en Taborda se River de Edgar Lee Master y los Nue-
En su defensa, advierte una dicción más seca, más vos poemas de Rilke, esos poemas-
mis días opacos deshaciendo
ajustada al habla (“no contés”), un lé- cosa de su período objetivista marca-
el olvido,
y cielo y tierra xico más llano (no “aquí” sino “acá”), do por los ejemplos de Rodin y Cé-
que no tienen y un cierto desencantamiento de lo na- zanne, poemas de los que Angel
afecciones humanas. tural (la lluvia mediatizada). Me gus- Battistessa dice que son “el signo de
taría postular, en este cotejo paradig- una tendencia hacia un arte más aten-
O sea: el sujeto de la cita a ciegas mático del optimismo derrotado de Isa- to al panorama de lo objetivo”.
–según yo deduzco– declara frustrada ías con el pesimismo asumido de Lógicamente, en los Quince poe-
su expectativa anatómica; pero en de- Taborda, un cambio rotundo en la con- mas abundan las máscaras o perso-
fensa del objeto está la propia opaci- tinuidad de la poesía rosarina del 70 nae, fragmentos de monólogos inte-
dad y apatía del sujeto, que se trans- en la del 80. riores de un cura confesor, un pensa-
fieren al tiempo y al espacio. Los tres dor ocioso, un paciente de hospital,
poemas –y las respectivas poéticas que En una reseña aparecida en el núme- una mujer en el casino, un cónyuge
actualizarían– emergen del mismo pla- ro 11 de Diario de Poesía, Martín Prie- melancólico, un tipo feo fumando al
no de inmanencia donde a un mundo to describió Quince poemas como “el lado de una joven bella, un soldado
desencantado no se le opone la volun- emergente más sólido” de la poética griego y un sirviente medieval, mien-
tad –rasgo sobresaliente de la “poesía objetivista, “que pareciera (sucede tras en tercera persona se narran esce-
comprometida” del 70– sino la per- que no hay nada escrito al respecto) nas parciales de un travesti cruzando
cepción en tanto “instrumento del de- se define por la presencia de peque- un bulevar a la madrugada, un viejo
seo, y no de la verdad” (Prieto). ños cuadros dramáticos, descriptos marmolista y su hermana que toman
Los indicios de estoicismo, pesi- por un ojo de pintor, a través de una té en el patio, una mujer que habla
mismo, nihilismo, escepticismo, desi- cadencia no rítmica pero sí musical y hasta por los codos mientras se ma-
lusión, melancolía, decepción, desáni- que deja suceder, como en un cuento, quilla y un novelista norteamericano
mo o lo que sea que manifiestan, con una breve historia de personaje”. ¿Có- (Faulkner) charlando con el personal
distintos matices y modalidades, nues- mo se definió, en tu práctica, esa po- de un prostíbulo.
tros poemas de los 80, tan escuetos, ética entonces en germen? Ambos recursos (monólogo inte-
circunspectos, críticos, objetivos o si rior de un personaje y tercera perso-
se quiere fríos, están hablando de una Esos Quince poemas fueron escritos na) ya estaban presentes en ese par de
serie de cambios respecto de los poe- en colaboración por Rafael Bielsa y libros de Bielsa que cito, pero su len-
tas rosarinos de los 70. Si tomamos, por mí en 1987. Bielsa era y es algu- guaje era recargado y preciosista, y en
por ejemplo, las Cartas australianas nos años más grande que nosotros, en general se advertía una inclinación al
barroquismo que sus libros posterio- sobre la nueva poesía rosarina de los no y máquina”, “Carta a Carlos Car-
res fueron acentuando; cuando él me 70, publicado en 1980, sin dejar de lino”, “El cadete te ama, telefonista”,
contactó a principios del 87 para pro- ser descriptivo era al mismo tiempo etc. El estilo de Pedroni no se termina
ponerme hacer un libro en colabora- programático, ya que se aplica mucho de adecuar a ese programa implícito
ción, se topó con un artesano de un más a nuestra poesía posterior que a en los títulos; un solo ejemplo: el pri-
desmedido afán restrictivo: ansias de la de nuestros precursores rosarinos. mer verso de “Accidente” presenta una
cortar, ceñir, desbrozar, objetivar, aco- El artículo de D’Anna se llamaba suerte de plano-detalle truculento (el
tar la imagen, controlar el ritmo, etc. “Fenicia revisited. Nueva poesía de dedo cortado de un peón en la viruta),
El resultado del cruce es de una frial- Rosario” (Arte Nova, 5, Buenos Ai- pero enseguida toda esa crudeza se
dad necesaria, ya que el proyecto no res, mayo de 1980), y apuntaba cinco prorratea en la candidez de la estrofa
dejaba mucho margen para la expre- características: 1) ironía y distancia- rimada: “El dedo está en la viruta;/ en
sión de sentimientos personales; la miento, en oposición a la efusión po- el montecillo de viruta blanca;/ el de-
“conciliación obligatoria” respecto a ética; 2) predominio del tono narrati- do con su anillo;/ el dedo con su alian-
las imágenes, las palabras, las histo- vo o argumental sobre el lírico; 3) in- za./ Veinte obreros lo buscan./ Nadie
rias, los cortes de verso, etc., impusie- clinación por lo antipoético en los lo halla./ Todos tenemos miedo/ de la
ron un principio de objetividad muy temas y los referentes; 4) lenguaje de- montaña”. Es un poema de un poeta
grande. finitivamente coloquial; y 5) predomi- ingenuo, pero esa misma ingenuidad
Pero esta poética objetivista se ins- nio de los datos objetivos sobre los es la que potencia un acercamiento a 23
cribe –en mi propia experiencia for- subjetivos. lo real más allá de su estatuto estético
mativa y en mi afán revisionista– en Es interesante que, después de de- y patético.
una corriente realista y antirromántica tallar los rasgos característicos de la Fruttero y su “Canto al dedo gor-
que en poesía tiene un origen moder- poesía de los 70, y sin querer la de los do del pie” de la primera mitad de
no y remoto en los poemas en verso y 80, D’Anna se refiera a tres precurso- los 40: “Ya no tu gordura, tu belle-
en prosa de Baudelaire. Dejando de res: Arturo Fruttero (1909-1963), Be- za,/ Tu adecuación perfecta, tu armo-
lado por obvios a autores como Bal- atriz Vallejos (1922) y Felipe Aldana nía/ Connatural y antigua,/ Canto” –
zac, Flaubert y Zola, Proust, Joyce, (1922-1970). Yendo más lejos, forzan- así arranca; la elección del leit motiv
Faulkner y Beckett, creo que las que do un poco la visión de conjunto del es osada, por pedestre, pero el objeto
dejaron en nosotros una impronta más patrimonio de la poesía rosarina, san- es realzado por sus atributos apolíne-
específica en lo que respecta a esta tafesina y del Litoral –que empieza a os, no por su grosor popular, con lo
corriente realista y objetivista fueron reverse ahora con las ediciones y ree- cual se lo coloca a la altura de los
las lecturas de –en el orden en que diciones de las obras de Juan L. Ortiz, objetos más clásicos y plenos de sen-
más o menos se fueron dando– los po- José Pedroni, Fruttero, Aldana, Irma tido convencional y dignos de ala-
etas norteamericanos (Eliot, Pound, Peirano, Hugo Padeletti y demás–, ha- banza, como la roca y la rosa. Con
Moore, Williams, Creeley, etc.) y la ciendo una lectura deliberadamente in- todo, a pesar de no haber podido sus-
poesía rosarina del 70 (Hugo Diz, tencionada de esas tradiciones conver- traerse a los presupuestos estéticos de
Eduardo D’Anna, Isaías, Francisco gentes y divergentes se podría resaltar la época, en mi revisión intencionada
Gandolfo, Alejandro Pidello, etc.), la cierta veta realista. su intención es lo que vale; primeros
narrativa de Arlt, Quiroga, Onetti, Di Pedroni trabajó más de treinta años versos de su largo “Ars poetica” fe-
Benedetto y Saer paralelamente a como contador en una fábrica de ma- chado en el 42, que tiene ecos del
Robbe-Grillet y los ensayos que le de- quinaria agrícola de Esperanza, en la estilo ultraísta de Girondo, pero en
dica Barthes, Juan L. Ortiz, Trabajar llanura del norte santafesino, donde se clave humanista.
cansa y El oficio de poeta de Pavese, asentó la primera colonia agraria del
Girri como poeta y traductor, Monta- país; de esa experiencia laboral extra- Anhelo un verso que pueda ser leído
le, Kavafis, Rilke, Giannuzzi, Gottfried jo temas y asuntos concretos, los que entre el estrépito.
Benn, Francis Ponge, etc., etc. trató con un estilo que, para simplifi- Un verso con el que se pueda ir de la
mano por la calle,
La del realismo, como se sabe, es car, se podría denominar sencillismo
Un verso que resista, sí, la prueba de
una problemática crónica en la histo- provinciano, en relación al sencillis- la calle.
ria de las corrientes estéticas, y las dis- mo urbano de Baldomero Fernández Un verso que no se incomode por el
tintas épocas y sociedades inspiran en Moreno, ambos en la onda general del ruido de carros y tranvías,
sus autores diversas modalidades de postmodernismo. En tanto los poemas Y que tampoco se sobresalte si a su
representación; el lenguaje poético, de El pan nuestro (1941) son idealis- vera precipita estentóreo un
que corre la misma suerte respecto de tas, en el sentido de que enaltecen can- cajón de sifones.
las condiciones históricas, demanda dorosamente sus temas y objetos refe-
periódicamente un reajuste en su dic- ridos, los títulos anuncian ya un tono Juan L. Ortiz. Su obra, que es vas-
ción para dar cuenta más fielmente de diferente, mucho más directo, casi un ta y compleja, admite –entre otras– una
lo que pasa, sea por la calle, por la programa poético: “Certificado de tra- lectura en clave realista, o en todo ca-
cabeza o por la televisión. En este sen- bajo”, “Ruego de la mujer del herrero so yo se la hago. Juanele retoma la
tido, el artículo de Eduardo D’Anna a San Eloy”, “Muela esmeril”, “Sere- prosodia modernista, particularmente
la estilística lugoneana, pero las cruza cera parte de Poemas 1960/1980, que En 1982 salió Con uno basta, Edi-
experimentalmente con el paisaje en- está encabezada por este: ciones La Hoja de Poesía (es decir M.
trerriano y las subordina a su ideolo- Prieto y Eugenio Previgliano), selec-
gía socialista, de lo cual resulta una Pocas cosas ción y prólogo de Daniel Samoilovich.
de las maravillas de la poesía latinoa- El volumen incluye poemas de –en or-
mericana del siglo XX. La técnica de y sentido común den alfabético– Bielsa, míos, Ricardo
y la jarra de loza, grácil,
representación de ese paisaje suele til- Guiamet, Prieto y Taborda. A la luz
con el ramo
darse con acierto de impresionista, es resplandeciente. del presente, el prólogo de Samoilo-
decir que su modelo literario viene vich tiene, como el artículo de D’An-
a ser el simbolismo francés y belga La difícil na, tanto carácter de predicción como
–Rimbaud, Mallarmé, Maeterlink, etc.–, extracción del sentido de inventario, ya que concuerda en ma-
pero el contenido social que interrum- es simple: yor medida con el tipo de poesía que
pe todo el tiempo la contemplación desarrollaríamos en los años posterio-
angelical de ese paisaje se manifiesta El acto claro res que con la de ese momento. Los
con versos de un naturalismo conmo- en el momento claro rasgos que apunta Samoilovich como
y pocas cosas–
vido: “familias errantes que duermen “la línea central del libro” coinciden
verde
debajo de los carros” o “incorporán- sobre blanco. básicamente con los que apuntaba
24 dose de debajo de los carros con cria- D’Anna: tendencia a lo preciso, len-
turas de pecho en el escalofrío del guaje coloquial, acercamiento a la pro-
amanecer” o “agitándose unidos con- Aventuras con usted, libro de D’An- sa, temas cotidianos, ironía, distancia-
tra la vigilia ante el frío asaltante de na de 1975, cierra con un largo poema miento, etc. (Valga aclarar que, para-
los ranchos”, etc., todas citas de El fechado en el 73, muy distinto estilís- dójicamente, mis poemas son los más
álamo y el viento, libro de 1947 que ticamente del resto, y que se llama “La discordantes del volumen, ubicados
marca un punto de inflexión en la obra poesía no es una isla”, donde se enun- más bien en la tradición vanguardista
de Ortiz. cia la siguiente pregunta: “¿Por qué de Vallejo.)
De ese mismo año son los Versos confundir/ lo que pensamos con lo que A consecuencia de esta antología
de juntadores de Aldana, en los que estamos pisando?”. Uno creería que el se da la relación de Prieto y mía con
se “pinta” la zona maicera, que no poeta apuesta por lo que está pisando Samoilovich. En el 84 Prieto y yo co-
debe confundirse con la zona del tri- (la isla), pero salvo en ese poema, y a rrespondimos a esa selección y prólo-
go ni la del lino: “La zona maicera medias, los resultados demuestran que go con una presentación en Rosario
de nuestro país tiene su característi- al final opta por lo que está pensando de El mago y otros poemas, su segun-
ca, no fija, pero que enfocada en un (la isla como metáfora de lo imagina- do libro, al que le encontrábamos mu-
momento dado nos ofrece un cuadro rio poético). Una vez más, D’Anna ofi- chos puntos en común con nuestra bús-
rico en pinceladas y una trama de pro- ciaba de profeta inconsciente de la co- queda grupal de estilos personales;
blemas vitales que tienden sus guías rriente realista u objetivista de la poe- puntos que a su vez coinciden con la
a las más difíciles incógnitas del hom- sía rosarina de los 80. caracterización general que hace Sa-
bre”. Ahí vemos cómo Aldana, tra- La primera edición de la Cróni- moilovich de la nueva poesía rosarina
tando de hacer foco en un lugar y un ca gringa de Isaías es de 1976, a la de los 80 en el prólogo a Con uno
tiempo determinados (la zona maice- que seguirían las del 78, 83, 90 y basta. Cuando leíamos en los poemas
ra santafesina y “la juntada”, tiempo 2000, siempre ampliadas. Por un la- de El mago tiradas de versos como
de recolección del maíz), tiene sin do, la crónica se asocia a los Versos esta
embargo como presupuesto cierta de juntadores de Aldana y a otros
esencialidad del género humano, ten- casos de poesía rosarina cuyo refe-
rente geográfico no es la ciudad ni El charlatán del embarcadero
dencia a lo sublime típica de la poe- alzando la voz entre el estruendo de
sía neorromántica de los 40. Algunos su periferia sino la zona agrícola-ga-
los loros
títulos de Aldana –que sin relación nadera de la pampa húmeda. Isaías
que algún otro vende, promete
con algunos de Nicanor Parra se le escribe con Pedroni de modelo, pero una extraordinaria bajamar que se
parecen en lo que tienen de antipoé- su representación del motivo real, dará en segundos.
tico– señalan una dirección distinta, aunque siempre nostálgica, es mu- Pero el milagro
que los poemas siguen de manera in- cho más cruda: no existe en las islas: habrá bajante
dice el patrón del barco–
constante: Felipe adentro, Galería
Don Gaetano era un hombre duro, pero lenta y todavía
contemporánea, Un poco de poesía, soplan las últimas rachas del sudeste.
Poema materialista, etc. terco, pero muy trabajador. Se murió
lo mismo. Con palizas diarias a su mujer
Más tarde tenemos a Hugo Pade- o como esta otra
estólida y sufrida. No le valieron
letti y sus poemas de estilo objetivista la urgencia sexual de sus hijos numerosos
de los años 60: “A una verbena”, “La- –mezcla de locos y de torpes– ni todo Sobre las latas, la tarde brilla enferma
ca china”, “A Flora Millar” y en ge- el invierno sudando ginebra de vigilia mientras el viento empuja los pastos y un río
neral los poemas agrupados en la ter- sobre la virginidad de su hija medio tonta. infecto ofende el aire.
Las imaginadas, rectilíneas [el neobarroco] se contrapone con al- un ascendente prosaico, es la manía
avenidas de un barrio obrero go que es prácticamente simultáneo: que teníamos Taborda, Prieto y yo
van haciéndose villa, el objetivismo; bueno, de alguna ma- de arrancar con sangría el primer ver-
y hay cubiertas, botellas, pedazos de fábricas nera Samoilovich y Freidemberg son so del poema, como si fuera un pá-
tiradas como dados de una apuesta fallida.
objetivistas a pesar de que ellos lo nie- rrafo en prosa; posteriormente la fui-
guen, como muchos neo-barrocos nie- mos abandonando.
sentíamos que en ese estilo y esa fa- gan ser neo-barrocos”. Transcribo una
milia de referentes –aunque todavía parte de la intervención de Samoilo- A propósito de tu poesía se ha obser-
mezclados con otro estilo y otras fa- vich, donde acepta el término, pero vado la preeminencia de la imagen
milias– había muchos rasgos que nos con reparos: “No se puede pensar el sobre el comentario, la mirada obse-
identificaban: la entonación coloquia- arte como un envase cuya verdad y siva sobre los objetos y la atención
lista, el léxico llano, cierta tendencia cuyo sentido están en su contenido. hacia lo bajo y antipoético, tanto a
descriptiva y un criterio de objetivi- Más allá del éxito, de la fuerza de evi- nivel de lenguaje como de asunto. As-
dad en la representación tanto del mun- dencia que esa metáfora tuvo, es hora pectos que definen la poética objeti-
do físico como del imaginario. Por otra de darse cuenta de que es sólo una vista. “Lo único real y más creíble/
parte, el paisaje del delta del Tigre, metáfora, y posiblemente una no per- son los acontecimientos”, se lee en
muy referido en el libro de Samoilo- tinente. Frente a la crisis de esa metá- uno de los poemas de El faro de Gue-
vich, se emparenta –como en sentido fora, la respuesta del barroco es una reño: esta frase podría ser el credo de 25
geológico– con el de las islas de en- posible, no la única posible. Hay otras, un narrador.
frente de Rosario, tan mentadas en como la que pasa por cierta detención
nuestros primeros poemas y en las que ante las cosas y los sucesos, ante lo No estoy muy de acuerdo con la pri-
más tarde Taborda ambienta su nove- que Bruno Schulz llamaba ‘la consis- mera observación. Mis poemas, por
la Las carnes se asan al aire libre tencia mística’ de los materiales, es- donde se los examine, son tanto o más
(2000). pecialmente de los materiales fuera de discursivos que imaginistas, en el sen-
uso, ante la dificultad de ubicar un pai- tido de que las referencias a imágenes
El cruce de poesía y narrativa es un saje, una forma, un acontecimiento ópticas y otros datos sensoriales gene-
articulador del objetivismo. ¿En qué dentro de un discurso cualquiera. Esto ralmente no se presentan aisladas sino
sentido cabe entenderlo en tu opinión? debe ser lo que Rojo dice que yo no articuladas con razonamientos y co-
¿Qué puede tomar la poesía de la na- quiero decir y que sin embargo no ten- mentarios –por ejemplo– sobre el tiem-
rrativa? go problema en decir: no me molesta po, el espacio, la percepción y las apa-
que se hable de objetivismo, a condi- riencias, o especulaciones sobre –por
Bueno, nunca me convenció el térmi- ción de que me dejen poner un par de ejemplo– lo que haría, vería y pensa-
no “objetivismo”; daría la idea de un notas al pie: que objetivismo no se ría un bonzo en lugar del sujeto del
movimiento sostenido y coherente refiere a la presunción de traducir los enunciado, como en el caso del poe-
conformado por cierto número de au- objetos a palabras –tarea químicamente ma de donde provienen los versos ci-
tores en base a un programa común inverosímil–, sino al intento de crear tados en la pregunta:
explícito, y no se dio nada de eso, si- con palabras artefactos que tengan la
no más bien la confluencia electiva de evidencia y la disponibilidad de los Barranca del este
poetas de distintas edades y proceden- objetos”.
cias hacia una poética que –con mani- En cuanto al elemento narrativo Sentado como un bonzo
sobre mis talones,
festaciones muy diversas, tantas como en mi poesía, nociones como la de
una barcaza verde y otra blanca
las que se daban por entonces en la personaje, tercera persona omniscien- se alejan en sentidos contrarios.
tendencia neo-barroca– empezó a ha- te y acción determinan la estructura Sólo que extendiendo un mantel
cerse cada vez más visible a medida de muchos de mis textos, más que el en la hierba salpicada de tréboles
que avanzaba la década del 80. En sep- arsenal tradicional de la lírica con su el bonzo no vería, como yo,
tiembre del 89 se desarrolló en Bue- repertorio de entonaciones y formas conexión entre los instantes,
nos Aires un encuentro de poesía con estróficas. Lo que rige el encadena- decididamente no mezclaría
varias mesas de lectura y discusión; miento de los versos en mi caso no unas cosas con otras en el espacio
fue en una de ellas, “Barroco y neo- es la cadencia sino el período sintác- sino en la mente despejada.
“Lo único real y más creíble
barroco”, de la que participaron Artu- tico. Mucho antes de leer el prólogo
son los acontecimientos”, diría
ro Carrera, Daniel Freidemberg, Ri- a las Baladas de Wordsworth me di descorchando una botella.
cardo Ibarlucía, Darío Rojo y Samoi- cuenta de que “el lenguaje de la pro- O bien: “Picos de montañas azules
lovich, donde se habló por primera vez sa puede adaptarse muy bien a la po- o nubes en el horizonte
de “objetivismo”. esía” y que “una buena parte del len- es una falsa disyuntiva”.
En esa mesa, que fue editada en el guaje de todo buen poema puede no En efecto, disueltas como el humo
dossier “El estado de las cosas” en el diferir en absoluto del de una buena las apariencias, no hay paisaje.
número 14 del Diario (1989), Darío prosa”. Un detalle que podría resul-
Rojo arroja el término: “Yo creo que tar trivial, si no fuera porque acusa Yo diría que en este poema, que
no es una excepción, los comentarios bos debía operarse –en el trabajo mis- Si un verso de Calderón, de Trakl
superan a las imágenes, en el caso de mo de la escritura– una simbiosis: lo o de Villasandino, una imagen de Pla-
que puedan separarse con nitidez. percibido (la imagen, el acontecimien- tón, la escena de un cuento de Borges,
Acepto en cambio lo de “la mirada to) adquirir cualidades de lo concebi- una letra de Pappo, un cuadro de Rem-
obsesiva sobre los objetos”, porque esa do (la idea, el concepto), y a su vez lo brandt, la leyenda de Lady Godiva,
expresión pone el énfasis en el carác- concebido recibir el mismo tratamien- etc. dejaron alguna huella en un texto
ter obsesivo de la mirada más que en to realista que los datos aportados por mío, no se dio a consecuencia de una
los objetos. Como sea, en El faro de los sentidos. En mis poemas de esa decisión elitista –en el sentido de apun-
Guereño el factor descriptivo está me- época, como en los de Taborda, Prie- tar a la competencia del lector– sino
nos desarrollado que el discursivo, ar- to y Samoilovich –a quienes están de- de un régimen de vida cotidiana con
gumental, narrativo o especulativo. dicadas cada una de las partes de El un alto consumo de bienes culturales.
Debería hablarse más bien de una dis- faro de Guereño–, son recurrentes las De todos modos, no hablaría nunca de
posición figurativa al registro de cons- alusiones al estatuto problemático del erudición, y no por falsa humildad; mi
telaciones de objetos y acontecimien- mundo exterior: casi no se describen formación fue y sigue siendo informal
tos ínfimos y anodinos: el polvillo que o refieren objetos ni acciones separa- y bastante errática, obsesiva pero po-
flota y brilla en un cono de luz solar, dos de su observador (el sujeto del co metódica, y mi biblioteca refleja
el vello rubio en la piel tostada de una objeto). menos el canon occidental que las me-
26 bañista meciéndose con la brisa como sas de saldo, las librerías de viejo y el
–valga la amplificación– un campo de Pero a la vez los poemas están atra- trato con otros escritores. Si reordena-
trigo, el paso del tiempo cuando no vesados por otros textos, los incorpo- ra mi biblioteca por editoriales, para
pasa nada, el cortejo y la cópula de ran, son procesamientos de ideas y lo cual no veo razón, seguramente el
dos gorriones en un tapial, el reflejo lecturas que apuntan a un lector es- Centro Editor de América Latina ocu-
de unas columnas de humo industrial pecializado y que a veces, incluso, es- paría más espacio que ninguna otra.
en el ojo de un pescado pudriéndose tán diciendo a qué tipo de valores po- Fluctúo, digamos, entre el conoci-
al sol, la disposición de los objetos de éticos adscriben. ¿Cómo se compade- miento puntual y la divulgación, y
una habitación desde el punto de vista cen la erudición y la atracción hacia cuando escribo o leo poesía debo ser
del que está en la cama, etc., etc. lo vulgar, la extremada conciencia de lo suficientemente distraído, ingenuo
Fijando la mirada en actitud de au- la escritura y la composición poética y desprejuiciado como para percibir
tista, lo objetivo de esas formas –de- como registro de una mirada? valor estético o meramente interés en
tenidas o en movimiento– no tardaban un montón de elementos que conven-
en cargarse de expresión, carácter y En efecto, en mis poemas ciertos pro- cionalmente estarían por debajo de la
emoción. El antropomorfismo no es cedimientos intertextuales, que reve- línea del “buen gusto”. Me remito una
una función psíquica privativa de las larían una cultura alta, se compaginan vez más a Rilke, carta de 1907: “He
etapas infantiles ni de los poetas inge- con cierta predilección por un lengua- llegado a pensar que sin ese poema
nuos, sino que, como demuestran los je y asuntos no elevados; yo diría que [“Una carroña”] toda la evolución ha-
neurocientíficos, existen patrones neu- esa mezcla se dio muy naturalmente cia el lenguaje objetivo, que ahora cre-
ronales innatos por los cuales atribui- en el marco de un proceso biográfico emos reconocer en Cézanne, no ha-
mos inconscientemente sentimientos y que insumió dosis parejas de estudio, bría podido empezar nunca; era preci-
estados anímicos a los seres inanima- lectura placentera, trabajo asalariado, so que existiera, así de despiadado.
dos. Enrique Lihn sostenía en 1968 ocio programático y vida cotidiana en Hizo falta que la mirada artística se
que la poesía “tiende naturalmente a compañía de otros sujetos pertenecien- atreviera a ver los seres existentes in-
desrealizar lo objetivo y a objetivar lo tes a la misma clase media argentina. cluso en lo que tienen de terrible y en
subjetivo, centrándose en un tercer Por otro lado, con la tendencia realis- apariencia sólo repugnante, porque es-
campo, de transición entre lo real y lo ta del siglo XIX, los estilos y objetos tos seres tienen valor tanto como to-
fantástico”. En ese sentido, las cuali- de representación literaria dejaron de dos los demás. Igual que no tiene li-
dades objetivas de los objetos y acon- clasificarse en altos, medios y bajos, bertad de elección, el espíritu creador
tecimientos operaban como modelos como prescribía la rueda de Virgilio; tampoco tiene derecho a apartarse de
del poema, cuya factura tenía que ser una carroña apestosa en la vía pública ninguna cosa existente: con solo que
precisa, meticulosa y seca. No habría era para Baudelaire un objeto de re- lo haga una vez, pierde su estado de
entonces un privilegio de lo percibido presentación tan serio como la esen- gracia, y se hace culpable para siem-
sobre lo concebido, ya que entre am- cia divina del amor. pre”.

el sitio de
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Vista on-line BazarAmericano.com
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Poesía y pobreza

Ana Porrúa

27
do a lo largo de su producción, el del
jardín. Una presencia esplendorosa que
se separa de la naturaleza salvaje pero
no deja de ser parte de ella: “El jardín
mata/ y pide ser matado para ser jar-
dín” (El jardín, 1993). Allí, en este
topos, se juega el tema de la contem-
plación poética y también la relación
de pertenencia del sujeto al paisaje; el
jardín es un pequeño edén y permite
recuperar o avizorar una edad dorada,
cuya marca es la abundancia, como
en la primera edad “áurea” de la Me-
tamorfosis de Ovidio: “las crías del
madroño y las montanas fresas reco-
gían,/ y cornejos, y en los duros zar-
zales prendidas las moras/ y las que
habían desprendido del anchuroso ár-
bol de Júpiter, bellotas./ Una prima-
vera era eterna, y plácidos con sus cá-
lidas brisas/ acariciaban los céfiros, na-

1. Sobre las variables que articulan esta poéti-


Un jardín para los pobres –figura o verso– se retoma, ciertas fi- ca, ver Jorge Monteleone, “Formas de la gra-
guraciones se amplifican o se trans- cia”, prólogo a La edad dorada de Diana Be-
¿Está mal? ¿Es tarea equivocada forman. Entonces, los piqueteros, las llessi, Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora,
2003, pp. 3-16.
bordar la página capturada siempre cholas y los mestizos no pueden apa- 2. Se retoma aquí la idea de paisaje de Fer-
por un detalle del monte o del jardín? recer separados de la naturaleza, o de nando Aliata y Graciela Silvestri: “Para que exis-
algunos de sus atributos, ya que el pai- ta paisaje no basta que exista ‘naturaleza’; es
Diana Bellessi necesario un punto de vista y un espectador; es
saje los incluye de modos diversos.
necesario, también, un relato que dé sentido a
1. ¿Por qué los piqueteros de la poe- La poesía de Diana Bellessi pue- lo que se mira y experimenta; es consustancial
sía de Diana Bellessi son bellos? ¿Por de ser pensada como una lírica del pai- al paisaje, por lo tanto, la separación entre el
qué resplandecen como el fuego, co- saje,2 se trate de las montañas o las hombre y el mundo. No se trata de una separa-
ruinas recorridas en Crucero ecuato- ción total, sin embargo, sino de una ambigua
mo la luz de la tarde, como el agua forma de relación, en donde lo que se mira se
clara? Responder esta pregunta supo- rial (1981), del delta ajaponesado, lle- reconstruye a partir de recuerdos, pérdidas, nos-
ne recorrer toda la producción de Be- vado a sus mínimos indicios en Tri- talgias propias y ajenas, que remiten a veces a
llessi y reconocer allí los rasgos de buto del mudo (1982), o del campo larguísimos períodos de la sensibilidad huma-
siempre presente como evocación de na, otras a modas efímeras. La mirada paisajis-
una poética que se construye, paso a ta es la mirada del exiliado”, en “Prefacio”, El
paso; así, dice Monteleone,1 unos tex- la infancia. Sin embargo, hay un pai- paisaje como cifra de armonía, Buenos Aires,
tos reenvían a otros, un hilo suelto saje que está especialmente construi- Nueva Visión, 2001, p.10.
cidas sin semilla, a las flores”. Cierta- llero”; la ropa de la chola en “Y con to lindo”, los piqueteros aparecen ca-
mente, el jardín de Bellessi es un es- chamal andaba”, hecha de retazos, si como una epifanía, “desgreñados y
pacio pródigo: “miro/ las hortensias “trocitos de tela tomados de prestado” bellos”, como “hermosura viva/ negri-
primero, virar lentas/ hacia el violeta,/ se convierte en flor: “¿Qué ve/ un co- tos de extramuros”.
las suntuosas hojas/ del banano des- librí si liba/ en espléndida flor?”. Es- Volvamos al jardín, a los labrados
pués y un alud,/ un velo de verde en tas resoluciones en realidad explican paisajes de la abundancia en los que
el espacio/ cortado por los pájaros, por los versos que interrogan retóricamente prevalece la luminosidad, el resplan-
tenues/ mariposas y avispillas, todo/ en el epígrafe de estas notas. El jardín dor, el aura que instaló fuertemente la
vivo, respirando. Aérea galería/ que se expande, trama a los sujetos o es su poesía de Juan L. Ortiz. Lo áureo y el
me ata al cuerpo del edén/ y desata”.3 analogía. La naturaleza, podría decir- aura se unen en los jardines de Belles-
Hay, sin embargo, una diferencia im- se, recubre todas las figuras, con un si como “el instante incandescente”;6
portante con el tópico clásico o con el efecto inverso al de los jardines mo- en el que están “los jacintos, racimo y
tan mencionado edén bíblico; se trata dernistas (los de Rubén Darío, por aura/ de un rosa pálido, las raíces/ flo-
del tiempo y de la pérdida –experi- ejemplo) en los que la cultura repuja tando en agua clara”,7 o las “ramas/
mentados por una conciencia moder- a la naturaleza y los sujetos. Sólo des- desnudas de los robles/ aladas en la
na– que están presentes en el cierre de este costado poético, la mirada pue- luz”.8 Desde aquí hay que partir aun-
del mismo poema: “Inhóspita piedra/ de pasar a ser mirada histórica. El po- que el paisaje esté ausente en los po-
28 del alero donde ya no miro a/ las hor- ema “En la caricia dulce del mundo emas de los piqueteros. Si no, la vi-
tensias primero, virar lentas/ hacia el acunada...” comienza con una serie de sión se transforma en un artilugio im-
violeta, estoy en el concierto/ y soy preguntas y aserciones sobre la dupli- posible, extraño e inquietante, dado
dueña, en minúsculo espacio/ del ho- cidad de la naturaleza (“como entibia que el ojo mira la belleza. ¿Mira la
rror o la belleza de afinarlo”. El jardín la lluvia fría/ de primavera al invierno belleza en la miseria? Sí, exactamente
es el lugar de esta conciencia porque helado”) y “la inocente fiesta de los eso es lo que hace. Pero hay unos ver-
es un espacio construido; podría de- sentidos” y termina con los siguientes sos de “La edad dorada” de Sur, que
cirse que el jardín es un fragmento de versos: “Salimos/ a la Plaza sin los deben ser recuperados: “Mientras/ ha-
paisajes mayores, un fragmento con- cuerpos, siluetas/ en nuestros brazos. ya detalles/ que nos acompañen/ ha-
densado de la naturaleza, en el que Memoria y justicia,/ no cadáver, sos- brá edén”. El jardín ya era una recons-
Bellessi expone como problema la tuvieron aquellos// años. Resurrección trucción, un fragmento y ahora, en la
cuestión del paisaje en su costado po- de la carne en/ los detalles de la fe. mirada sobre los piqueteros, los deta-
ético y en su costado filosófico, de Eucaristía,/ el nuevo mundo descansa lles serán imágenes que encuentran su
relación del sujeto con la naturaleza. en el antiguo/ y no sólo de palabra forma como constelación de lo incan-
porque viviente/ la ilusión y siempre descente. Así, en el primero de los tres
2. El tópico de la edad dorada, es el falsa de la edad/ de la razón, cuando poemas, aparecerán “los rostros// su-
que da título al último libro de Belles- al frente o detrás,// se yergue la edad fridos, sombreados rostros/ bajo sudor
si (Adriana Hidalgo editora, 2003), y dorada”. Como la naturaleza, la histo- y fuego de hogueras/ encendidas en la
ya era, además, el título de un poema ria tiene la posibilidad de resurgimien- cruz que corta/ las carreteras”.9 Aso-
de Sur (1998): “Cascada de oro/ de- to, el pasado podría aparecer transfi- ciados desde el principio a la luz, la
rramada al aire,/ en el aromo/ el in- gurado en el futuro. Si bien algunos luz propia de las fogatas, serán perci-
vierno marca/ hoy su cenit/ antes de términos del poema remiten al imagi- bidos luego a partir de metáforas que
partir”. Desde esta visión que recupe- nario cristiano, la edad dorada aquí se trabajan esta misma secuencia: “sere-
ra un instante, desde el detalle del aro- diferencia, como noción, tanto de éste
mo, el poema pasa a la figura del mes- –por la conciencia histórica– como de 3. Diana Bellessi, “La bella descripción”, La
tizo y dice “¿Sos de aquí? ¿Lo eras?/ la tradición clásica. Aquí estaría pre- edad dorada, p. 68.
sente el romanticismo inglés o ale- 4. Fernando Aliata y Graciela Silvestri, “Vol-
El monte acoge/ tu hermosura” y re- ver a Arcadia”, cit., p. 96. Este capítulo desa-
cupera finalmente una totalidad, “este mán y sus ideas de la naturaleza orgá- rrolla las configuraciones del paisaje románti-
paisaje/ se avala a sí/ mismo. Silves- nica (donde “todo habla de todo”)4 y co.
tre/ o menos rico/ siempre es un jar- donde la belleza y el horror son dos 5. Ver Federico Schiller, “De lo sublime. Am-
caras de un mismo fenómeno, tal co- pliación de algunas ideas de Kant”, en De la
dín”. Es el cuadro del jardín, enton- gracia y la dignidad, Buenos Aires, Editorial
ces, el que contiene la figura del mes- mo lo explica Schiller en “De lo su- Nova, 1962, pp. 97-125.
tizo y por eso se remarca su cualidad blime”.5 6. Diana Bellessi, “El preciado secreto”, La edad
poética, su carácter de espacio cons- dorada, p. 34. Sobre la cuestión del paisaje en
la poesía contemporánea es interesante leer “La
truido y –por qué no– de artificio. 3. Hay tres poemas de La edad dora- tentación del paisaje” de Daniel Samoilovich,
En La edad dorada esta operación da cuyo título es “Piqueteros”. ¿Có- en Diario de poesía, Nro. 19, 1991.
de integración se repite de distintos mo son los piqueteros de la edad áu- 7. Diana Bellessi, “No es edad de la razón”, La
modos. El “chino aindiado/ cruzando rea, de la edad del oro? ¿Cómo re- edad dorada, p. 67.
8. Diana Bellessi, “Nada eterno, noche”, La edad
manso el patio/ con su machete. Cor- suelve Bellessi esta contradicción entre dorada, p. 80.
ta/ aquí, sostiene suave/ macizos de miseria y belleza? Porque así como a 9. Diana Bellessi, “Piqueteros”, La edad dora-
azucenas”, en el poema “Mauro caba- “Mauro caballero” se lo llama “negri- da, p. 89.
mos/ las gemas brillantes de lo huma- neros como “un campamento/ de des- dida de sentido simbólico y la idea de
no/ alzados en medio del desecho”, o harrapados al pie de los muñones/ de reciclaje: “en el cordón sentados, taci-
bien en “Piqueteros, 3”: “Un collar de la antigua muralla” (11). La elección turnos,/ Ho Chi Minh, Mao y Lao Tsé,
piedras/ deshiladas, finas/ y preciosas, de la épica, dice Samoilovich, se ex- sin que siquiera/ una cerveza los ani-
¿ven/ sus caras?” (93). plica por las posibilidades realistas de me. Exhalan apenas/ al azar, una que
Bellessi, de algún modo, ve a los este género y está acompañada por otra palabra,/ palabras que desde aquí
pobres en el jardín y dice “No renun- operaciones extremas de transforma- no llegamos/ a percibir, y que, proba-
ciaré, no,/ a nombrar esta belleza/ ción de la Eneida que suponen la de- blemente,/ tampoco ellos escuchan,
cuando esté sostenida con el cora- gradación y su puesta en clave iróni- apagadas/ que quedan por el aire tur-
zón”.10 Contra la edad de la razón, la ca: “el otro,/ el de los miembros gi- bio, húmedo” (13). Todos dejaron de
del corazón; allí reside la ética ya men- ganteos/ que está a su derecha mano, significar lo que alguna vez significa-
cionada por Monteleone, entre otros, con un buzo negro/ ornado de tres ra- ron; Menelao tiene como insignia las
de estos poemas. Las imágenes de los yas en las mangas,/ excelente falsifi- rayas de un buzo que es una imitación
piqueteros son parte del “Enigma/ cación de los buzos Adidas de Hong- de una imitación, Hernán Cortés usa
transparente, retablo del edén”, por- Kong/ realizada también en Hong- su espada para rajar “unas bolsas ver-
que –había dicho antes la poeta– “Si Kong, ese/ es el nunca medroso des”. Por supuesto, el periplo del hé-
recuerdo el diamante/ bajo la mierda, Menelao,/ ayer nomás el rey entre los roe, también está sometido a la degra-
el/ diamante relucirá guardado/ en su griegos” (14). En el “campamento de dación. El Eneas virgiliano viaja para 29
escapulario de seda”. desharrapados” están también Aquiles, fundar Roma y el de Samoilovich pa-
Héctor, Agamenón, Casandra, Cástor ra recolectar basura, o los restos de
y Pólux. Estos, más que haber perdi- una historia.
Una heráldica para los pobres do su heroicidad, son los despojos de
un relato épico actualizado. De este 2. Varios son los escudos de la épica
1. Daniel Samoilovich, en un repor- modo puede comprenderse el linaje de clásica. El de Eneas fue forjado por
taje que le hizo Osvaldo Aguirre, dice cartoneros en el que se incluyen, ade- Vulcano, a pedido de su madre, Ve-
que escribió El carrito de Eneas (Bue- más de los héroes clásicos, figuras co- nus, y contiene todo el futuro de Ro-
nos Aires, Bajo la Luna, 2003) “con- mo Ho Chi Minh, Mao, Lao Tsé, Sta- ma. Desde la imagen de la fundación
tra el temor de estetizar la miseria”.11 lin y Hernán Cortés. El linaje de la –los mellizos y la loba–, hasta las ba-
El gesto es diametralmente opuesto al pobreza, más que literario es político. tallas con los galos, la gesta de César
de Bellessi y se resuelve en un largo Y la clave para leer este linaje es el Augusto, los inmolados novillos, las
poema épico que habla de los carto- centro de El carrito de Eneas, la pér- ofrendas, la “larga fila de naciones
vencidas, tan diferentes en trajes y ar-
mas como en lenguas; aquí Vulcano
había representado la raza de los nó-
madas y los desceñidos africanos; allí
los lelegas, y los caras, y los gelonos,
armados de saetas”. Esta última gale-
ría de vencidos inscripta en el escudo
del Eneas virgiliano pareciera estar re-
tomada por Samoilovich en el cierre
de “Héroes y naciones cartoneras”, la
segunda parte del libro: “Vuelve, Mar-
forio, los ojos a estotra parte/ y verás
une entera familia de gentes/ nacidas
en el Chaco, tan blancas como crue-
les,/ descendientes de los salvajes ger-
manos/ que se untan el pelo con man-
teca rancia./ Mira, los hay de todas las
naciones:/ esos que juntan hierro, cual
tácito/ homenaje a su sangre goda; nú-
mides de Chile,/ dudosos en sus pro-
mesas; obsequiosos/ paraguayos, de

10. Diana Bellessi, “Tomo y obligo”, La edad


dorada, p. 125.
11. Osvaldo Aguirre (reportaje a Daniel Samoi-
lovich) “Escribí mi libro contra el temor de es-
tetizar la miseria”, en La Capital, Rosario, do-
mingo 3 de agosto de 2003.
modales jesuíticos y preferencia/ por sotros sabemos que allí adentro bulle/ 3. La edad dorada de Diana Bellessi
las pequeñas monedas extraviadas/ y la actividad sindical; en torno a la la- propone una distancia frente a la po-
aún talento para lograr que se extraví- tita;/ y de lata son los barrios aleda- breza que es, a la vez, su forma de
en;/ colombianos cordiales./ Esos de ños/ al puerto y la envasadora, allí en integración: “yo soy tú, la música gi-
allí, los de cetrina frente/ y cejas pron- La Plata/ Berisso y Ensenada. Aquí me y balbucea mas no encuentra/ el
tas al enojo y la venganza,/ llevan itá- estuvo lo más duro/ del socialtroyis- metro, la imagen, las palabras/ de
licos nombres y fueron,/ soldados mar- mo y el comunismo troy,/ del peroyis- aquello, de aquellos// que a la única
sios, de los más valientes/ y mejores mo después:/ como si la lata y sus noche/ verdadera del alma atraviesan”
ciudadanos de Roma, esclavos luego/ industrias, en el cruce mismo/ del cam- (90). Si la pobreza no puede decirse,
del invasor ostrogodo, más tarde mí- po chúcaro, el matadero, el mar,/ con- la mirada estética, la mirada del jardín
seros/ campesinos calabreses, migran- citaran y resumieran en sí los asuntos como espacio construido de la belle-
tes a América,/ exitosos pequeños in- latitudinales/ de la libertad, el impe- za, será lo que pauta el cuadro.14 El
dustriales, con hijos dentistas” (15). rialismo, el infinito,/ la pampa asiáti- artificio de El carrito de Eneas de Sa-
Aunque el poema diga explícita e iró- ca y el hacinamiento/ del latoso con- moilovich es distinto; sí, situarse en la
nicamente “Fue voluntad divina que ventillo. A la lata, al latero,/ pero ni el línea de un género, la épica, y trans-
Troya palmara/ trayendo igual desgra- estaño ni el mismísimo espíritu santo/ formarlo fuertemente es el inicio de
cia a sitiadores y sitiados” (16), esta libraron a todo esto del orín y la co- este gesto. Sin embargo, y a diferen-
30 sucesión que termina con las primeras rrosión” (48). También en el grabado cia del texto de Bellessi, la mirada so-
inmigraciones a la Argentina, habla de la Plaza Miserere, a pesar de la bre los cartoneros parece ser históri-
también de los vencidos que ingresa- superposición temporal que indicaría ca, es la mirada del ángel de Benja-
ron a Buenos Aires en sucesivas ole- una serie de hechos repetidos, se lee min que “Tiene el rostro vuelto hacia
adas. Samoilovich caricaturiza la idea la recuperación del pasado como pér- el pasado. En lo que a nosotros nos
del crisol de razas, del mismo modo dida: “Acá los húsares de Pueyrredón aparece como una cadena de aconte-
que establece un diálogo burlesco con persiguieron/ al enemigo por toda la cimientos, él ve una sola catástrofe,
Sarmiento que aparece ya en uno de estación, y nosotros los infantes,/ al que incesantemente apila ruina sobre
los epígrafes de El carrito de Eneas: son de los tambores,/ freímos en acei- ruina y se las arroja a sus pies”.15 Por
“Esta extensión de las llanuras argen- te al invasor, le llenamos/ de molo- eso el “narrador” ve en las basuras del
tinas imprime a la vida interior cierta tovs los patrulleros, (...)/ Acá agita- presente, en las materias que recoge
tintura asiática”. En un tono sarcásti- mos la bandera del Vietcong y el ros- el cartonero, el pasado de nuestro pa-
co el “narrador” retomará esta idea pa- tro hierático/ de Guevara, antes de que ís; y por eso le dice a Marforio, sobre
ra explicar sucesos de distinta índole, se hiciera camiseta”.12 Y la nostalgia el final del libro: “El futuro es lo que
como cuando dice : “otra vez, Marfo- aparece en términos de aniquilación más rápido envejece/ dejando una plé-
rio,/ la tendencia asiática al derroche,/ de bienes simbólicos en el grabado de tora de residuos excelentes”.
a la ganancia fácil” (24). la secuencias del vidrio, a partir de las
El escudo hecho por Vulcano es que el “narrador” recuerda los usos
retomado, además, como figura poéti- antiguos de este material: los frasqui- 12. Daniel Samoilovich, “La base: Plaza Mise-
ca, ya que el carrito del nuevo y de- tos de esencias que se encontraron en- rere”, El carrito de Eneas, Buenos Aires, Bajo
gradado Eneas también está grabado terrrados junto a damas babilónicas, la Luna, 2003, p. 51. El subrayado no está en
con escenas diversas. Lo que en el el cristal de Murano, las joyas y los el texto.
13. La segunda parte de El carrito de Eneas
escudo era proliferación de mitologí- vitraux.13 lleva como título “Primer elogio del papel”.
as y actos heroicos, serán ahora ins- La pregunta que no está contesta- Aquí se desarrolla in extensis la idea del reci-
tancias del periplo cartonero –Consti- da en El carrito de Eneas es quién claje y hay una pauta clara; si bien el papel
tución, Retiro, Plaza Miserere– y es- puede ver más allá de las secuencias sobrevive ante las voces apocalípticas, en la ta-
rea de reciclar se pierde todo valor estético: allí
tampas de aquello que se recolecta grabadas. En la Eneida el héroe “re- conviven los bestsellers y el libro de poemas de
para la venta, vidrio, papel y lata. Lo gocijándose con la vista de aquellas Saverio de Urruchúa, “ periodista y psicólogo,/
que se lee en el carrito de Eneas no es imágenes, cuyo sentido ignora, écha- lector de Lacan y en posesión de decenas/ de
el futuro sino el presente y el pasado se al hombro la fama y los hados de paréntesis y una notoria habilidad/ para evoca-
dores juegos de pal-abras” (19), con ensayos
de este presente. A pesar de la mirada sus descendientes”; en el texto de Sa- de Eco, clásicos y tapas satinadas que reprodu-
y el relato irónico del pasado argenti- moilovich el que relata el pasado, in- cen cuadros de Hopper.
no, podría rastrearse en el texto de Sa- terpreta la situación actual e incluso 14. Me parece importante destacar que en Ma-
moilovich cierta nostalgia crítica. A abre una idea precaria de futuro, es te cosido de Diana Bellessi (Buenos Aires, Nue-
vo Hacer, 2002) la primacía del jardín desapa-
partir del motivo de las latas que re- “el narrador”: “el futuro está siempre rece. Tal vez este cambio se deba a que La
cogen los cartoneros, el “narrador” re- bastante limpio,/ noventa y nueve por edad dorada es anterior en la escritura, aunque
cupera la historia política propia de ciento de papel y un poco/ de telgo- haya sido publicado después.
un mundo del trabajo hoy inexistente: por, arbolitos de madera balsa/ que ni 15. Walter Benjamin, “Sobre el concepto de
historia”, La dialéctica en suspenso. Fragmen-
“En todo caso, el artista no muestra sombra,/ casi ni sombra, Marforio, tos sobre la historia, Santiago de Chile, Arcis/
del frigorífico/ y elaboradora, más que echan” (56). El resto, los cartoneros, Lom, s/f., p. 54. Traducción, introducción y no-
la puerta de entrada/ y salida, pero no- tal vez sean ciegos. tas de Pablo Oyarzún Robles.
La cuestión americana en “El escritor argentino
y la tradición”

Nora Catelli

31
página; pero Mahoma, como árabe,
estaba tranquilo. Sabía que podía ser
árabe sin camellos. Creo que los ar-
gentinos podemos parecernos a Ma-
homa, podemos creer en la posibili-
dad de ser argentinos sin abundar en
color local.
Jorge Luis Borges,
“El escritor argentino y la tradición”1

I
En el Corán hay camellos. Como el
cordero, la abeja, la vid, la palmera
–vegetal que Borges hubiese podido
considerar, junto con el camello, su-
ma del color local– las codornices, los
ajos, las lentejas y las cebollas, las cri-
nes, las pieles, la lana, los rebaños y
las tiendas y las murallas, el camello
forma parte del registro de la expe-
riencia de sus destinatarios y de su
representación en este libro sagrado.
Por eso, la lista de versículos en los
Soy americano por nacimiento; lo con- ramente nativo suele y puede prescin- que aparecen tales animales es abun-
sidero una gran bendición y creo que dir del color local; encontré esta con- dante; por eso mismo, el camello es
ser americano es una excelente pre- firmación en la Historia de la declina- término –como el rebaño o las pieles,
paración para la cultura. Como raza, ción y caída del Imperio Romano de
por ejemplo– de múltiples significa-
poseemos exquisitas cualidades, y me Gibbon. Gibbon observa que en el li-
parece que superamos las razas euro- bro árabe por excelencia, en el Alco- ciones religiosas y rituales. Por ejem-
peas en que, en mayor medida que rán, no hay camellos; yo creo que si plo una compartida con los Evange-
cualquiera de ellas y con toda liber- hubiera alguna duda sobre la autenti- lios, que viene de San Marcos (10,25):
tad, podemos enfrentarnos con formas cidad del Alcorán, bastaría esta au-
de civilización que no son las nues- sencia de camellos para probar que Para quienes hayan desmentido nues-
tras; en que podemos tomar, escoger, es árabe. Fue escrito por Mahoma y tras aleyas y se hayan enorgullecido
asimilar y, en suma, afirmar que nos Mahoma, en cuanto árabe, no tenía ante ellas, no se abrirán las puertas del
apropiaremos de ellas dondequiera por qué saber que los camellos eran
1. Conferencia pronunciada el 7 de diciembre
que las hallemos. especialmente árabes; eran para él
de 1951 en el Colegio Libre de Estudios Supe-
Henry James, carta parte de la realidad, no tenía por qué riores, publicada en Cursos y conferencias, nº
a Sargeant Perry, 1867. distinguirlos; en cambio, un falsario, 250-252, enero-marzo de 1953, y en Sur, enero
un turista, un nacionalista árabe, lo y febrero de 1955. Incluida en la segunda edi-
He encontrado días pasados una cu- primero que hubiera hecho es prodi- ción de Discusión [1932] de 1957 y en las O.C.,
riosa confirmación de que lo verdade- gar caravanas de camellos en cada vol. I, Barcelona, Emecé, 1989, p. 267.
cielo ni entrarán en el Paraíso hasta Leída ahora la frase parece perder, eficacia visual que Borges, sabemos,
que penetre el camello por el agujero hasta cierto punto, tanto la pasión del conocía bien, sino que apela a un lec-
de una aguja. Así recompensaremos a cosmopolitismo como la del rechazo tor dispuesto también a olvidar presta-
los criminales.2 del costumbrismo. Leída ahora, en mente cualquier relación del Corán con
efecto, la afirmación acerca de la au- las Biblias –tanto la judía como la cris-
En otros casos el noble animal sirve sencia de camellos parece menos el tiana–; cualquier vínculo entre el texto
como sede de una prohibición: motor eficaz de un razonamiento que radicalmente no leído y los otros dos
un punto ciego de este texto. Casi po- conjuntos de textos, leídos y saturados;
Enviamos a los tamud [una tribu] a su dría decirse que es su falla: hasta pro- más aún, utilizados muchas veces por
contríbulo Salé. Dijo: “¡Gentes mías!
duce cierta incomodidad. Y no sólo el mismo Borges, quien por otra parte,
¡Adorad a Dios! No tenéis otro Dios,
fuera de Él. Os ha venido una prueba
porque con la mera enumeración de algunas veces menciona el Islam.
procedente de vuestro Señor: Ésta es las azoras (o suras) en que hay came-
la camella de Dios. Será una aleya pa- llos en el Corán desfile ante nuestros
ra vosotros. ¡Dejadla comer en la tie- ojos una caravana de esos animales II
rra de Dios! ¡No le hagáis mal, pues venerables. Así, el punto ciego puede ser pensado
os cogería un tormento doloroso!”.3 Sucede además otra cosa; algo que como recordatorio ejemplar de la in-
tiene que ver con los horizontes –o lí- suficiencia de toda pretensión de ver-
32 De modo que una de las más cita- mites culturales– de un proyecto que, dadera universalidad. No sólo nues-
das frases de “El escritor argentino y como se ve en la cita de Henry James tra, sino de cualquiera: Borges respecto
la tradición” contiene un error que a que encabeza este trabajo, fue común a de los camellos de Mahoma, o los es-
lo largo de estos cincuenta años mu- todas las élites americanas al menos pecialistas norteamericanos de los es-
chos lectores han podido subsanar por desde Ralph Waldo Emerson (de he- tudios culturales respecto, por ejem-
el mero acto de consulta de un libro cho, tanto Emerson como Whitman son plo, de Latinoamérica o Hispanoamé-
que, evidentemente, está al alcance de citados en el texto de Borges) y, por rica, conjuntos a los que se aplica un
cualquier interesado; incluso lo estaba supuesto, desde Rodó y sus derivados. esquema de subalternidad que presu-
en la Argentina de los 40 y 50: el Co- Lo que muestra este ensayo es que el pone unos vínculos de ida y vuelta,
rán no ha sido ni es de difícil acceso. Corán estaba fuera de esos límites, por entre metrópolis y colonia, caracterís-
La observación acerca de la ausencia lo cual se podía utilizarlo como si fue- ticos de los imperios francés y sobre
de camellos en el libro sagrado de los se posible no leerlo. Algo asombroso, todo inglés del siglo XIX y en abso-
musulmanes –que esa voz que se sien- si se tiene en cuenta que se trata de la luto adecuados al complejo y multifa-
te con tanto vigor a lo largo de este derivación última del tronco judeocris- cético devenir de la modernidad en
texto abiertamente político atribuye tiano e, incluso, que grandes partes del nuestras Américas, a partir de las in-
primero a Gibbon, para a continuación, libro sagrado de los musulmanes son dependencias alcanzadas, en su ma-
desembarazándose de la fuente de au- similares, a veces casi idénticas, en per- yor parte, a principios del siglo XIX.
toridad, hacerse cargo de ella– no pa- sonajes, historias y fuentes, a los otros Si nos obstinamos no obstante en con-
rece formar parte de la variada mues- dos cuerpos de escritos –la Biblia judía siderar el punto ciego como dispara-
tra de estilos argumentativos que Bor- y la cristiana– que en parte lo origina- dor retórico que pasa por ocurrencia,
ges ensayó a partir de atribuciones ron y del que es el heredero más re- entonces seguramente afirmaremos a
caprichosas o citas apócrifas y que es ciente. Ese tronco común hace que, co- continuación que se trata de un acto
uno de sus rasgos más conocidos. mo sus ilustres antecesores, el Corán de voluntaria estrategia periférica, una
Evidentemente, su eficacia retóri- se alimente de los mundos de pastores, astucia con apariencia de casualidad
ca ha sido completa, a pesar de que se nómades y guerreros de los que surgie- persuasiva. Borges, como todos noso-
presenta casi como una ocurrencia; re- ron, con intervalos de siglos, las tres tros, vive al borde de los grandes cen-
cordemos que este artículo de Borges religiones: sus figuras operan con ex-
es, según nota al pie conservada en traordinaria intensidad y riquísimos de-
las Obras completas de Emecé, una talles, a través de objetos, animales y 2. Azora VII, 38/40.
“Versión taquigráfica de una clase dic- plantas de esa vida por ende pastoril, 3. Azora VII, 71/73. Juan Vernet comenta que
en este segundo versículo la camella tiene el
tada en el Colegio Libre de Estudios nómade, guerrera y de sus redes sim- sentido de un tabú. Para ambas citas he utiliza-
Superiores”. Pero ya fuese un proce- bólicas y rituales. Esa concreción ex- do su edición: El Corán, Introducción, traduc-
dimiento que se complace en la más- traordinaria, de una nitidez cegadora, ción y notas de Juan Vernet, catedrático de Len-
cara de la ocurrencia, ya fuese un sen- que el Corán comparte con sus fuentes gua Árabe de la Universidad de Barcelona, Pla-
neta, Barcelona, 2001, p. 126-134. Respecto de
cillo error, la afirmación se ha con- previas, surge de una necesidad intrín- otro versículo en que se considera aborrecibles
vertido en uno de los más socorridos seca de estas escrituras: la experiencia a las monas, dice Vernet: “El Corán distingue
argumentos a favor del carácter cos- de la realidad, evocada como si hubie- entre animales de mayor o menor mérito. Aben-
mopolita de la cultura argentina y en se sido vivida, es necesaria para poner házam (traducción de Asín IV, 48-49) dice: ‘la
camella del profeta Salé fue distinguida sobre
contra del localismo y el costumbris- en marcha un movimiento interpretati- las demás camellas, incluso las de otros profe-
mo, tanto léxico como genérico y te- vo que conserve lo sagrado. El ejem- tas más altos en dignidad que el profeta Salé’”,
mático. plo falso no sólo desdeña este rasgo de p. 134-35.
tros y por eso puede (podía) mantener verbial acto de elegante desautoriza- nocía y que difundieron programas se-
una postura lúdica, de niño bricoleur, ción, la tradición española y a mostrar mejantes al de “El escritor argentino
de permanente inimputabilidad respec- su rechazo, en general, por algo que y la tradición” hay dos que no se pue-
to de la seriedad filológico-religiosa, había estado, como todos sabemos, en den ignorar, porque son más que im-
central de la cultura occidental. Nues- el espíritu de la época: el auge de los pulsos, más que deudas. Permiten leer
tro género, deberíamos aducir aquí, es nacionalismos beligerantes. Podría de- su texto despojándolo del tono paró-
la parodia: de las fuentes, de la filolo- cirse que hasta aquí la oportunidad de dico e irreverente: son fuentes en el
gía, de la exégesis religiosa o filosó- la conferencia puede analizarse por re- sentido más estricto de este término
fica. El ágora es un espacio carnava- sortes históricos intrínsecamente ar- anticuado, casi perimido dentro de la
lesco en nuestras latitudes; epítome de gentinos: tiene que ver con el peronis- crítica. Y, además, son tramas ameri-
esta carnavalización serían los inexis- mo, con su ocupación del espacio pú- canas en la acepción más clara de este
tentes camellos del texto borgiano. No blico e institucional, con las tensiones término, como horizonte y como polí-
se lo puede refutar demostrando que derivadas del triunfo del justicialismo tica: las de Pedro Henríquez Ureña y
en el Corán hay camellos; sólo se pue- en las urnas…4 Alfonso Reyes. Permiten además atri-
de reír con él. Pero entonces, antes de clausurar buirle a este texto un papel revelador
Antes de coincidir necesariamente la conferencia con la respuesta a la dentro de un episodio peculiar de la
en tan conocida observación, quiero célebre pregunta (“¿Cuál es la tradi- vida cultural americana que, durante
seguir el desarrollo de la conferencia ción argentina?”), la voz del ensayo años cruciales de la historia europea, 33
y preguntarme si de este desarrollo se abandona la escena nacional y se co- entre 1930 y 1945 –y a veces antes,
desprende del todo ese tono de juego loca en la internacional: “Todo lo que desde 1918-20, durante todo el perío-
al que he aludido antes, o si este tono ha ocurrido en Europa, los dramáticos do de entreguerras– señaló una vía ve-
se ha sobreimpreso, de manera retros- acontecimientos de los últimos años rosímil e incluso probable, por la cual
pectiva, a este ensayo en particular. de Europa, han resonado profunda- las Américas hubiesen debido hacerse
Un apunte acerca de su hilo argu- mente aquí”. Desde este horizonte del con el centro irradiante de la tradición
mental se impone aquí. Tras la afir- colapso europeo Borges responde a la occidental.
mación acerca de la inexistencia de pregunta: “Creo que nuestra tradición
los camellos, en “El escritor argentino es toda la cultura occidental...”. Com-
y la tradición” se efectúa una contra- para a los argentinos con otros habi- IV
prueba: se arguye que en “La muerte tantes de los intersticios de la cultura A pesar de que este episodio tiene lu-
y la brújula” el mismo Borges cambió europea, como los judíos y los irlan- gar durante los años treinta y finales
los nombres de calles y barrios porte- deses: hay que observar que ninguno de los cuarenta, uno de los preludios
ños por calles y barrios parisinos y de los dos términos de esta comenta- significativos, en 1917, está en Visión
que no obstante sus lectores celebra- da analogía posee una lengua exclusi- de Anáhuac de Alfonso Reyes, con su
ron que por fin hubiese encontrado, va, nacional. Como los judíos; es de- epifanía del valle de México ante los
en ese cuento, el sabor de Buenos Ai- cir, como quienes exhiben las huellas españoles y su evocación del “arte de
res. Por supuesto, quien recorra el –y las terribles cicatrices– de una di- la naturaleza” que alumbraron los con-
cuento encontrará que algunas de esas fícil y ubicua posición histórica y so- quistadores al hacer coincidir los sen-
“palabras locales” que la voz dice cial, pero no lingüística. Como los ir- tidos y oficios renacentistas con la ve-
desdeñar en “El escritor argentino...” landeses; es decir, como quienes han
–por ejemplo, “tapia”– son las que dan, perdido su lengua, han debido adqui-
precisamente, en “La muerte y la brú- rir una ajena y hacerla propia, com- 4. “Aunque Borges siempre trató de preservar
jula”, esa sensación difusa pero nítida partiéndola con otros: “los argentinos, su literatura como espacio libre de pasiones in-
de localización porteña. De modo que, los sudamericanos en general estamos mediatamente políticas, excepto en el caso de
dos o tres cuentos suscitados por el peronismo,
hasta cierto punto, la contraprueba in- en una situación análoga”. Y respon-
sus cuentos de los años treinta y cuarenta pue-
valida su propia estética, como la ca- de como otros antes que él y en idén- den ser leídos como una respuesta hiperliteraria
ravana de camellos del Corán invali- ticos términos: “Creo que nuestra tra- no sólo a los procesos europeos, donde el sur-
da la primera afirmación borgiana. dición es toda la cultura occidental, y gimiento del fascismo y la consolidación de un
régimen comunista en la URSS preocupaba a
Tras estas dos oscilaciones –en un creo que también tenemos derecho a
todos los intelectuales liberales, sino también a
texto sagrado, en un cuento del mis- esta tradición, mayor que el que pue- las desventuras de la democracia en la Argen-
mo Borges– entre ausencia postulada den tener los habitantes de una u otra tina, escandida por golpes militares, y a la ma-
y presencia probada, Borges se dedica tradición occidental”. El argumento es sificación de la cultura en una sociedad donde
la modernización parecía no haber dejado nada
a organizar la tradición argentina a par- brillante, aunque no original.
en pie” dice Beatriz Sarlo, en “La fantasía y el
tir de la gauchesca, a poner en el cen- orden”, capítulo V de Borges, un escritor en
tro de la tradición el Martín Fierro las orillas (1993), Buenos Aires, Ariel, 1998,
contra los excesos léxicos del género, III p. 129. Junto con esos cuentos de las años treinta
y cuarenta de los que habla Sarlo, yo situaría
a mostrar las raíces simbolistas y las Otros antes que él y en idénticos tér-
aquí el tipo de intervención política –nacional e
deudas de Güiraldes respecto de Ki- minos lo habían propuesto: de las mu- internacional– de “El escritor argentino y la tra-
pling y de Twain, a desdeñar, en pro- chas respuestas previas que Borges co- dición”.
getación del mundo desconocido.5 To-
davía en 1917 Reyes quiere fundir en
un grado superior de sensibilidad las
fuerzas desacompasadas que chocaron
en el valle de México:

El poeta ve, al reverberar de la luna en


la nieve de los volcanes, recostarse so-
bre el cielo el espectro de doña Mari-
na... o piensa que escucha, en el des-
campado, el llanto funesto de los me-
llizos que la diosa vestida de blanco
lleva a las espaldas: no le neguemos la
evocación, no desperdiciemos la leyen-
da. Si esa tradición nos fuere ajena,
está comoquiera en nuestras manos y
sólo nosotros disponemos de ella. No
renunciaremos –oh, Keats– a ningún
objeto de belleza, engendrador de eter-
34 ra nivelar todas las pretensiones –in- Henríquez Ureña? Cualquiera pensa-
nos goces.6
cluso las europeas– respecto de ese ría que para acometer la titánica em-
núcleo único que, desde Europa, con- presa de la absorción de lo peninsular
Reyes une la Malinche con los geme-
fería legitimidad a la identidad occi- en lo americano el modelo de la con-
los de Popol Vuh y reivindica su dis-
dental.7 Por eso, en “El descontento y trahispanidad debía basarse exclusiva-
frute con un verso traducido –“a thing
la promesa”, enlaza lo americano con mente en los grandes maestros conti-
of beauty is a joy forever”–: estetiza
la historia occidental en su conjunto, nentales de la lengua americana. Pero
la experiencia del repertorio indígena
y advierte que ha llegado la hora po- esta expectativa se frustra si nos dete-
para hacerlo comprensible, para incor-
lítica de lo nacional, similar en todo nemos en la serie de ejemplos de ac-
porarlo. Puede decirse que el esfuerzo
el orbe occidental: titudes, aspiraciones y tradiciones que,
se centra aún, en 1917, en el dominio
vinculadas a la tarea de construcción
armónico de las destrezas americanas
Sobrevino al fin la rebelión que asaltó de una expresión propia, lo hacen me-
como esfera específica de una identi- [...] en todos los frentes, desde Rusia diante la experiencia de la incomodi-
dad occidental preñada de una para- hasta Noruega y desde Irlanda hasta dad más que de la posesión absoluta
dójica “tradición ajena”, la indígena: Cataluña. El problema de la expresión del medio lingüístico y del paisaje.
en realidad, la única propia y, no obs- genuina de cada pueblo está en la esen-
Respecto, por ejemplo, del inventario
tante, la más difícil de poseer. cia de la revolución romántica. Cada
pueblo afila y aguza sus teorías nacio- de la naturaleza: un exiliado, el Inca
Este modelo cargado de tensiones
nalistas, justamente en la medida en Garcilaso; un viajero alemán, von
internas, dentro del proyecto america-
que la ciencia y la máquina multipli- Humboldt; el inventor francés del pai-
no mismo, sigue vigente a lo largo de
can las uniformidades del mundo.8 saje romántico americano, Chateau-
los años siguientes. Pero si bien el do-
briand; el señorito de Buenos Aires a
minio armónico de las destrezas ame-
Y concluye con que la urgencia de quien le molestan las alturas, Miguel
ricanas como esfera peculiar dentro de
la definición nacionalista ha llegado a Cané; el señor estanciero que desarro-
la tradición occidental todavía preva-
América y a sus élites gobernantes y lla una suerte de pastoral tardía, Güi-
lecía en 1928, cuando Pedro Henrí-
pensantes: “Contagiados, espoleados, raldes; una chilena que afirma que la
quez Ureña publicó en Buenos Aires
padecemos aquí en América urgencia pampa no existe, Gabriela Mistral; y,
Seis ensayos en busca de nuestra ex-
romántica de expresión”.9 Esto redo- por último, José Mármol y Sarmiento,
presión, hay en esta reunión de escri-
bla la dificultad de una reivindicación, un pampeano y un cuyano, a los que
tos una variación notable respecto del
en el marco de la modernidad, de un el trópico agobiaba.11
ecumenismo periférico de Reyes en
elemento supranacional como el cas-
1917. Se trata de una voluntad visible
tellano continental:
de apropiación del centro, movimien- 5. A. Reyes, Visión de Anahuac (1519), (1917)
to que garantizaría, después, el derro- en Última Tule y otros ensayos, Caracas, Bi-
No hemos renunciado a escribir en es- blioteca Ayacucho, 1992.
tero hacia lo propio. Porque Henríquez pañol y nuestro problema de la expre- 6. Ibid., p. 17.
Ureña advierte la crisis del Viejo Mun- sión original y propia comienza ahí. 7. P. Henríquez Ureña, Seis ensayos en busca
do y la utiliza: se vale precisamente Nuestra expresión necesitará doble vi- de nuestra expresión, Buenos Aires-Madrid, Ba-
de la eclosión de los nacionalismos gor para imponer su tonalidad sobre el bel (Biblioteca Argentina de Buenas Ediciones
rojo y el gualda.10 Literarias), 1928, p. 33-34.
europeos –de raíz romántica pero que
8. Ibid., p. 36.
se revitalizan y cambian dramática- 9. Ibid., p. 37.
mente de signo en los años posterio- ¿De qué dispone para “imponer” 10. Ibid., p. 39.
res a la Primera Guerra Mundial– pa- esa tonalidad a “el rojo y el gualda” 11. Ibid., p. 38.
En realidad, más que una lista de gar una reflexión característica de Hen- ción sola, hija de nuestra vida, a veces
exaltaciones de lo americano se trata ríquez Ureña, que quizá presintiese que con herencia indígena”.
de una combinación de extrañezas y se le escaparía ese mundo americano
hasta de miradas ajenas. Así, Henrí- con que había soñado (una armonía
quez Ureña construye, a partir de la ilustrada, clases dirigentes responsa- V
voluntad occidental de reafirmación de bles, atenuados conflictos). Y que, a Por fin, entre 1928 y 1942 se irá mo-
las nacionalidades, una tradición de ex- pesar de intuirlo, con sublime despre- dificando la relación entre el centro
cepciones, como si intentara demos- ocupación, apostó por la eternidad:15 irradiante y la “porción sola” indíge-
trar que lo nacional americano resulta na: el relieve de la Europa fracturada
precisamente de su rechazo, parcial o Cada obra grande de arte no es una y salvaje convertirá al viajero o visi-
total, por parte de los propios ameri- suma sino una síntesis, una invención: tante europeo en refugiado, en exilia-
canos y, al unísono, de su descubri- crea recursos propios y peculiares de do. No se puede disminuir la impor-
miento y aceptación por parte de lo expresión. Nuestros enemigos, al bus- tancia ideológica que tuvo esta crisis
car la expresión de nuestro mundo, son
extranjero. para las élites americanas. Los sueños
la pereza y la incultura, el disturbio de
Y aún más reticente se muestra res- la guerra y la política.16 y presentimientos renacentistas, la reu-
pecto de lo indio: nión de la insuficiencia geográfica eu-
En un punto, sin embargo, el dis- ropea con la inmensidad generosa
¿Ir hacia el indio? Poco hemos agre- curso de Henríquez Ureña, más que americana cambiaron de signo: si en 35
gado a aquella fuerte visión de Cortés, 1928 todavía Henríquez Ureña va se-
imaginar, ensaya la predicción lin-
Ercilla, Cieza de León, Las Casas, con ñalando de modo paulatino el curso
sus dos tipos; el “hábil y discreto” con güística: “No tendremos por qué te-
mer al sello ajeno del idioma en que de un pensamiento y una representa-
su saber de su civilización propia; y el
escribimos, porque para entonces ha- ción propias que quieren sumarse a la
“salvaje virtuoso” que carece de ella.
[...] Cien años después del romanticis- brá pasado a estas orillas del Atlán- cultura occidental, ahora ésta, herida
mo, salvo Una excursión a los indios tico el eje espiritual del mundo espa- de muerte en Europa, es invitada a
ranqueles (impar y delicioso libro), só- ñol”.17 Y, por fin, la política de la abrazar la periferia como promesa de
lo en Uruguay se registra Tabaré; en lengua, en cuya preconización no pue- otro renacimiento. En Última Tule Al-
Uruguay, donde el aborigen de raza de escaparse Henríquez Ureña del fonso Reyes delinea este curso:
pura persiste apenas…12
molde romántico:
Sin duda el primer paso hacia Améri-
Tras el intento de despejar la exi- Hay dos nacionalismos en la literatu- ca es la meditación sobre aquella mar-
gencia –persistente y episódica a la ra; el espontáneo (al que nadie escapa) cha inspirada y titubeante con que el
vez– de una definición “hacia lo in- y el perfecto: la expresión superior del hombre se acercaba a la figuración ca-
dio”, la conclusión es también ecumé- espíritu de cada pueblo, al que aspira- bal del planeta.19 [...] Antes de ser des-
nica, aunque ahora tiende hacia la ni- mos desde la independencia. Nuestra cubierta, América era ya presentida en
historia literaria de los últimos cien los sueños de la poesía y en los atis-
velación de la jerarquías. Pero puede
años podría escribirse como la historia bos de la ciencia. A la necesidad de
serlo –puede postular una universali- completar la figura geográfica, respon-
dad en parte igualitaria– no porque una del flujo y reflujo de aspiraciones y
teorías en busca de nuestra expresión día la necesidad de completar la figu-
constante ahistórica ofrezca a Améri- ra política de la tierra. El rey de la
perfecta, y deberá escribirse como la
ca este papel sino porque la Historia historia de los renovados intentos de fábula poseía la moneda rota: le falta-
le entrega una oportunidad: expresión y, sobre todo, de las expre- ba el otro fragmento para descifrar la
siones realizadas.18 leyenda de sus destinos. Ora se habla-
Concedamos que todo aislamiento es ba, como en la Atlántida de Platón, de
ilusorio y a la vez tranquilicemos al ¿Qué hecho captó en 1928 Henrí-
criollista [...] Tenemos derecho a to- quez Ureña, un hecho singular que mar-
mar de Europa lo que nos plazca: te- 12. Ibid., p. 42.
có entonces su diseño del campo ame- 13. Las cursivas son mías. Nadie dejará de ad-
nemos derecho a todos los beneficios
de la cultura occidental.13 Y en litera- ricano? Advirtió sobre todo el surgi- vertir que a Henríquez Ureña se debe la prime-
miento, de drásticas consecuencias, de ra formulación de esa frase seminal que Borges
tura estará presente en el arrastre his-
desarrolló en “El escritor argentino y la tradi-
tórico del idioma. Aceptemos franca- las murallas internas europeas; eso le
ción”.
mente como inevitable la situación permitía oponer al damero trágico de 14. Ibid, p. 41.
compleja: al expresarnos habrá en no- ellas derivado y que se abocará al de- 15. Me atrevería a decir más: se le escapa el
sotros, junto a la porción sola, hija de sastre a lo largo de la década siguiente, mundo de la soñada armonía americana que él
nuestra vida, a veces con herencia in- inventó, clasificó y sumó, con insuperable sabi-
la idea de una América que fuese Ro-
dígena, otra porción sustancial, aun- duría, desde Seis ensayos... hasta Las corrien-
mania: la Romania de los comparatis- tes literarias de la América Hispánica.
que sólo fuere el marco, que recibi-
tas, la Romania ideal de los archivos y 16. Ibid., p. 47.
mos de España. Pertenecemos a Ro-
los libros, la Romania inclusiva de los 17. Ibid., p. 45.
mania. Pertenecemos, según la frase 18. Ibid., p. 45.
de Sarmiento, al Imperio Romano.14 eruditos y humanistas como círculo
19. Alfonso Reyes, Última Tule (Selección),
concéntrico cuya energía absorbiese el dentro de Última Tule y otros ensayos, op cit.,
Después de la afirmación, tiene lu- rasgo diferencial americano, esa “la por- p. 191-248.
un continente desaparecido en el vór- luntad de la inclusión de las diferen- característicos de un pensamiento ame-
tice de los océanos; ora, como en la cias de lo americano en la red común ricano redentorista –diverso, de ma-
última Tule de Séneca, de un conti- a Occidente, sino el deseo de ocupar nera bastante notoria, a los distintos
nente por aparecer más allá de los ho- un centro que el desastre europeo momentos anteriores del arielismo y
rizontes marinos. Antes de dejarse sen-
–advertido y presentido en 1928, en el modernismo– que no había de com-
tir por su presencia, América se deja-
ba sentir por ausencia.20 [...] En el curso en 1942, cumplido cuando Bor- placerse del todo con las estrategias
lenguaje de la filosofía presocrática, ges pronuncia la conferencia– había de utilización “salvaje” –de los bor-
digamos que el mundo, sin América, dejado vacío: el centro cultural de Oc- des y en los bordes– de la tradición
era un caso de desequilibrio en los ele- cidente. occidental. Más bien, desde esta pers-
mentos, de extralimitación, de Hybris, pectiva26 puede decirse que en “El es-
de injusticia. América, por algún tiem- critor argentino y la tradición” se ac-
po, parecía huir frente a la quilla de VI tualizó –y se modificó– de manera re-
los fascinados exploradores.21 [...] Hoy Quise detenerme en los camellos de alista una fantasía de redención
por hoy, el Continente se deja abar-
Mahoma, punto ciego de “El escritor histórica. Esa fantasía retomaba el sue-
car en una esperanza, y se ofrece a
Europa como una reserva de la hu- argentino y la tradición”, para mostrar ño del acceso a toda la cultura occi-
manidad.22 La cultura americana es la que este ensayo puede leerse como un dental a la vez; acceso por otra parte
única que podrá ignorar, en principio, texto fracturado, no del todo conse- limitado, como indican, elocuentes, los
36 las murallas nacionales y étnicas. En- guido, con grietas abiertas más que con camellos de Mahoma en el Corán, tex-
tre la homogeneidad del orbe latino y una unitaria orientación. Suele argüir- to que no por azar siempre ha estado
la homogeneidad del orbe anglosajón se que debajo del tono casual –debido dentro y al tiempo fuera de Occiden-
–los dos personajes del drama ameri- a su hipotético carácter oral– existe te. Pero no sólo retomaba ese sueño
cano– la simpatía democrática oficia en la argumentación borgiana una es- para crear su parodia y abismar iróni-
de nivelador.23 Entre las lenguas lati-
trategia férrea, que necesita la ausen- camente su sentido, sino que, en este
nas del continente, el portugués es una
telaraña permeable para el español, el cia de camellos para librar una batalla lapso al menos, se trataba de otorgar
francés es conocido y practicado fa- interna al debate intelectual y literario una garantía de supervivencia a la exis-
miliarmente por los directores de la argentino. Pero puede sostenerse tam- tencia amenazada de la tradición en
cultura en los demás pueblos, las len- bién que la grieta por donde reapare- su conjunto. Entre los años treinta y
guas autóctonas son reliquias arqueo- cen los camellos de Mahoma –grieta los cincuenta América debió parecer
lógicas, y el sentido continental con- que en su oscuridad señala la frontera realmente un espacio común –en lu-
siste en atraer a los poblados que aún de cualquier ambición de totalidad– gar del “espacio vital” de la jerga hit-
las hablan hacia el disfrute de las gran- opera de caja de resonancia de una leriana– con lenguas de intercambio y
des lenguas nacionales.24 [...] Y hoy,
urgencia seriamente intervencionista no de exclusión, con ciudadanos y no
ante los desastres del Antiguo Mundo,
América cobra el valor de una espe- de alcances continentales, que surge con esclavos; con todos aquellos prin-
ranza. al final del ensayo de Borges y que se cipios de los que la cultura europea
enlaza de inmediato con el sentimien- había abdicado.27
El continente es la reserva de la to casi irreversible de un final de épo-
humanidad; su permeabilidad de len- ca. No sólo de época: un final de con-
guas oficia de invitador sustrato de- tinente; el final de Europa. Por eso
mocrático y, finalmente, ante los de- creo que la frase, que Borges toma 20. José Lezama Lima –otro gran saqueador
de Reyes y de Henríquez Ureña– reproduce li-
sastres del Antiguo Mundo, América prestada –en parte– de Reyes y –lite- teralmente esta frase en La expresión america-
“cobra el valor de una esperanza”. Ad- ral y completamente– de Henríquez na (1957).
viértase hasta qué punto el tono es re- Ureña para hacerla célebre, no supone 21. Ibid., p. 226.
dentorista; la función que Reyes atri- sólo una apelación a la libertad de 22. Las cursivas son mías.
23. Ibid., p. 226.
buye a América no es de complemen- cualquier creador argentino, o una ce- 24. Ibid., p. 246.
tariedad, sino, en parte, de sustitución: lebración de la ausencia de ilación his- 25. Adviértase que en los tres autores hay una
frente a la eclosión de los nacionalis- tórica y filosófica clásica como méto- extrema cautela acerca del papel que cumpliría
mos excluyentes que ha estallado en do de conocimiento americano, sino América del Norte en este nuevo cometido. No
obstante, tanto Reyes como Henríquez Ureña
Europa, América es la única que pue- que pertenece a un episodio político son explícitos respecto del papel residual que
de ignorar “las murallas nacionales y de una ambición hoy quizás extingui- atribuyen a las culturas y lenguas indígenas.
étnicas”. da:25 la de sustituir a Europa en la ta- 26. “El escritor argentino y la tradición” es uno
Puede decirse que Reyes y Henrí- rea de ser Occidente. de los escritos de Borges que ha generado más
bibliografía; mi perspectiva sólo intenta dar
quez Ureña ofrecen a Borges el entra- Para postular que en este ensayo cuenta de ciertas fracturas del texto, sin agotar,
mado argumental de una común y sin- Borges compartió con Reyes y Henrí- naturalmente, su inmenso potencial hermeneú-
gular apetencia histórica, distinta de quez Ureña esa idea –convertir Amé- tico.
las formulaciones americanistas del rica en el centro de Occidente– hice 27. Conferencia pronunciada en mayo de 2003
en el Coloquio Internacional sobre “El escritor
arielismo y del modernismo y de sus un mínimo ejercicio –anacrónico– de argentino y la tradición” organizado por el De-
derivados de las primeras décadas del rastreo de fuentes. Eso permite situar partamento de estudios ibéricos e iberoamerica-
siglo XX. Ahora no se da tanto la vo- a Borges dentro de pautas y discursos nos de la Universidad de Bretagne-Sud.
Cortázar y la denegación de la polémica

Alberto Giordano

37
bajo que deberé tomarme en esta se-
mana ya cargada para hacerlo, me
abruma.”1 El estado de depresión es
la máscara que adopta el enojo, el pla-
cer de sentirse indignado frente a las
acusaciones injustas y fácilmente re-
batibles de un adversario inferior, pa-
ra volverse moralmente aceptable.
¿Por qué no dejar pasar, sobre todo en
una semana de por sí complicada, so-
bre todo cuando la polémica no hará
más que agravar las complicaciones
del exilio, las afrentas de un “seudoin-
telectual” dogmático y xenófobo con
el que no hay posibilidad alguna de
diálogo? ¿Por qué, si lo que tenía para
decir sobre Senghor ya quedó dicho y
publicado, tomarse el trabajo de vol-
ver sobre el tema para discutir contra
la mala fe de un antagonista que no
merece el mínimo respeto, “la garru-
lería revolucionaria de los bares, pro-
totipizada”? A estas preguntas, que
La práctica de la polémica es uno de los intelectuales, pero disimulado, co- acaso se haya hecho, Rama hubiese
los fenómenos en los que con mayor mo si se tratase de un vicio que su respondido seguramente apelando a la
claridad suele manifestarse una con- moral reprueba, bajo la coartada del necesidad ideológica de intervenir so-
tradicción, acaso insalvable, acaso cumplimiento del deber. “Artículo de bre la opinión pública para contribuir,
constitutiva, del modo en que los in- Barreto sobre el mío –anota Angel Ra- con material auténtico, a una compren-
telectuales realizan sus intervenciones ma en su diario de exilado, el lunes sión lo más justa posible del proble-
públicas: a la vez que dan curso a las 14 de noviembre de 1977–: el jefe re- ma en cuestión. Aunque no hay razo-
arrogancias y los resquemores de un volucionario que me reprende y seña- nes para dudar de la sinceridad de tal
narcisismo exacerbado, se proponen la a la vindicta pública porque no soy respuesta, se podrían encontrar otras
discutir en nombre del bien (teórico, suficientemente revolucionario al es- menos morales, más ambiguas y, por
ideológico o político) común, trascen- cribir de Senghor. Es oír con tono lo mismo, más interesantes, en la ex-
diendo el plano de los mezquinos in- adusto y en hombre ya mayor, los ra- traordinaria novela del “mal querido”
tereses personales. Algo, o mucho, de zonamientos esquemáticos que hacía- que narran las páginas del Diario si-
la convicción en el carácter excepcio- mos y hacen los estudiantes. Más que guiendo los avatares de un narcisismo
nal de la propia subjetividad y de la enojarme me deprime, porque no pue- siempre soterrado, el del intelectual la-
función social que les toca cumplir do dejarlo pasar dadas sus groseras 1. Angel Rama, Diario 1974-1983, Montevi-
aparece siempre en las discusiones de inexactitudes y acusaciones, y el tra- deo, Trilce, 2001, p. 89.
tinoamericano como último héroe mo- dose de él me desconcierta. Incluso su mo escritor-faro dentro del campo la-
derno.2 entrega a la causa propagandística chi- tinoamericano, para ser más precisos,
Si se lo aprecia desde el punto de lena se me hace también entrega a la cuando la legitimidad de esa posición
vista de los afectos que moviliza su causa personal, apoyada en la otra.4 empieza a ser cuestionada.
relación con el acto de polemizar, el La lectura de los dos primeros vo-
caso de Cortázar es, en algún sentido, El malestar que siente Rama, lo que lúmenes de su Obra crítica,6 los que
semejante al de Rama. Narcisismo y por razones de afecto prefiere llamar reúnen los ensayos y la reseñas publi-
denegación son también las claves pa- desconcierto, tiene que ver con la cer- cados antes de Rayuela, muestra que
ra interpretar la contradicción que sin- tidumbre de que alguien como Cortá- en Cortázar conviven desde el comien-
gulariza los vínculos del autor de Ra- zar difícilmente reconocería que el in- zo la figura del escritor con la del crí-
yuela con una práctica que se le apa- terés en sí mismo (un sí mismo volca- tico interesado no sólo en teorizar su
rece como indisociable de las do al mundo como espectáculo, práctica, sino también en confrontar
resonancias bélicas que transmite la olvidado del auténtico sí mismo del es- de un modo vehemente con las estéti-
etimología de su nombre. Porque de- critor) prevalece en sus intervenciones cas y las poéticas dominantes, para de-
riva de “polemos”, guerra, Cortázar públicas sobre los intereses de la causa nunciar sus limitaciones y su carácter
declara en numerosas ocasiones su re- chilena, y que esa falta de reconoci- reaccionario.7 A la vez que intenta una
nuncia a la polémica como modo de miento no podría atribuirse a un estra- conceptualización, ética más que esté-
38 confrontar posiciones encontradas, pe- tégico ocultamiento de la verdad, sino tica, de la forma literaria en la que se
ro esas declaraciones se encuentran ca- a un auténtico efecto de desconocimien- está ejercitando (la “novela existen-
si siempre al comienzo de una inter- to. Lanzado al mundo para cumplir con cial”, la única capaz de revelar y con-
vención que el destinatario del texto y dedicación y generosidad con los im- quistar plenamente la realidad de lo
los lectores que asisten a la discusión perativos morales que le prescriben, en humano), y define una imagen de es-
(y después los críticos y los historia- tanto intelectual, las causas revolucio- critor con la que espera ser reconoci-
dores de la literatura) identifican ine- narias a las que ha adherido, por un do (la del “rebelde” que recela de la
quívocamente como polémica. No que- efecto que parecería paradójico, Cortá- literatura y quiere destruirla para cum-
rría abrir una polémica, pero (sin de- zar se va encerrando cada vez más, sin plir cabalmente con las exigencias del
cirlo ni reconocerlo) polemizo... Al saberlo, en la celebración narcisista de
desenvolvimiento de esta contradic- su figura de escritor comprometido. 2. Para una lectura del Diario de Rama en
ción, en la que se condensan la mayor La imagen que creyó entrever Ra- esta dirección novelesca, ver Alberto Giordano:
parte de las tensiones que recorren las ma en las páginas de Octaedro de un “Unos días en la vida de Angel Rama” (en pren-
autofiguraciones de Cortázar como in- deseable “reintegro a sí mismo”, un sa en la revista Estudios, Caracas, 2003).
3. Uso deliberadamente este cliché setentista,
telectual revolucionario,3 se puede en- reintegro que no supondría el ensimis- en el que se yuxtaponen dos términos heterogé-
trar, precisamente, desde otra anota- mamiento y el abandono de los com- neos (intelectual y revolucionario), más un ter-
ción del diario íntimo de Rama. promisos públicos, sino más bien una cero presupuesto (escritor), para recordar uno
auténtica apertura a los otros, nos ha- de los contextos que delimitan las intervencio-
nes cortazarianas y al que estas intervenciones
17 de octubre de 1974 bla de su añoranza por el Cortázar de contribuyeron a definir, el de los discursos ide-
un tiempo pasado, un Cortázar no ne- ológicos fundados en la “supresión casi total de
Repentina llegada de Julio Cortázar, cesariamente menos político, pero sí las mediaciones entre el campo literario y el
menos teatral. Entre aquel pasado de campo político” que instituían “simbiosis” ide-
invitado a un coloquio de periodistas ológicas tan eficaces retóricamente como acrí-
al que decidió asistir, dice, porque le búsquedas rigurosas y exigentes, que ticas (cf. José Luis De Diego, ¿Quién de noso-
informaron que consideraría el tema se cumplían sin las presiones del diá- tros escribirá el Facundo? Intelectuales y es-
chileno. logo con expectativas multitudinarias, critores en Argentina (1970-1986), La Plata, Al
(...) Curiosamente está muy desconec- y este presente de autenticidad “som- Margen, 2001, pp. 25 y ss.).
tado de los amigos comunes, dedicado 4. Angel Rama, op. cit., p. 54-5.
breada”, que Rama inscribirá un tiem- 5. Entrada del 23 de diciembre de 1977 (ed.
al ‘dossier noir’ chileno, y en general
po después bajo el signo del “confor- cit., p. 97).
lo encuentro extrovertido, más en el
mundo que en sí mismo, contrariamen- mismo”,5 se extienden los años de la 6. Obra crítica/1, Edición de Saúl Yurkievich,
consagración literaria de Cortázar y de Madrid, Alfaguara, 1994 y Obra crítica/2, Edi-
te a la impresión que me causara el ción de J. Alazraki, Madrid, Alfaguara, 1994.
Octaedro que había visto días pasados la institucionalización de su figura de 7. La primera frase de la reseña a la traduc-
y donde me había parecido que co- intelectual solidario con las revolucio- ción de La náusea, publicada en el número 15
menzaba su reintegro a sí mismo. nes socialistas. Por razones que no es de Cabalgata en enero de 1948, testimonia con
(...) es su autenticidad (la cosa que más difícil imaginar, y que el insidioso sen- elocuencia cuán vehemente podía ser el joven
he admirado siempre en él) la que aho- Cortázar en la descalificación de las posiciones
tido común condensa en una regla de adversas: “Hoy, que sólo las formas aberrantes
ra se me presenta sombreada. No sé fácil comprobación: algunos sujetos, de la reacción y la cobardía pueden continuar
bien por qué ha venido, ni sé en qué
cuanto más reconocimiento tienen, subestimando la tremenda presentación del exis-
está (...) y por momentos pienso que tencialismo en la escena de esta posguerra y su
está en plan de difundirse a sí mismo, más lo necesitan, o peor, menos tole-
influencia sobre la generación en plena activi-
cosa que no tiene por qué parecerme ran su falta, las polémicas de Cortá- dad creadora, la versión española de la primera
mal y la he visto en muchos escritores zar aparecen recién después de que se novela de Sartre...” (reproducida en Obra críti-
cumplida cabalmente, pero que tratán- cumple el proceso que lo instala co- ca/2, ed. cit., p. 106).
acto poético),8 Cortázar busca conti- zos en las páginas de Marcha ya fue plica se abre con la denegación del
nuamente la discusión, la promueve o contextualizada e interpretada con efi- acto que la sostiene:
trata de mantenerla abierta, fiel a la cacia en varias ocasiones.13 Como se
moral de la transgresión que orienta sabe, el ensayo con el que Collazos Quede desde ya entendido que no es-
sus intervenciones críticas en el senti- abrió la polémica no se limita a enjui- cribo con ánimo de polémica, puesto
do de una política de choque vanguar- ciar el distanciamiento de “lo real cir- que me parece excelente que un ensa-
dista. Por lo común, el cuestionamien- cundante” que se habría operado en yista tan animoso y bien dotado como
Collazos aborde cuestiones capitales
to está dirigido a una instancia gene- 62. Modelo para armar, ni a denun-
para nuestra cultura, sino que lo hago
ral e impersonal (el “pozo romántico- ciar el “profundo menosprecio por la para incitar al lector a que analice nues-
realista-naturalista-verista” 9 en el que realidad” que entrañarían algunas iro- tros puntos de vista y llegue a conclu-
cayó la literatura argentina y del que nías sobre la literatura “comprometi- siones que nos beneficiarán a todos.15
no parece querer salir), pero a veces da” de La vuelta al día en ochenta
la discusión presupone un antagonista mundos; pero esos momentos de su Esta declaración de buenas inten-
preciso, fácilmente reconocible aunque intervención fueron seguramente los ciones, que reaparecerá luego cada vez
no se lo nombre (Eduardo González que más afectaron a Cortázar y lo mo- que Cortázar se implique en una polé-
Lanuza, autor de una lamentable rese- vieron a una réplica en la que, más mica, resulta tan poco creíble como
ña sobre Adán Buenosayres publicada allá del plano general en el que se for- innecesaria. ¿De dónde proviene la ne-
en Sur, sobre cuya lectura Cortázar iro- mulan los argumentos, la enunciación cesidad de aclarar que sólo se discute 39
niza en su propia recensión de la no- apunta continuamente a una persona- para el bien común? ¿De la suposi-
vela de Marechal).10 En una sola oca- lización de los problemas tratados. Co- ción de que hay algo malo en las dis-
sión, en “Irracionalismo y eficacia”, mo Collazos nunca abandona en sus cusiones, y sobre todo en las discusio-
la interpelación crítica toma la forma críticas el registro de reconocimiento nes por motivos personales? ¿Del te-
de una réplica puntual y rigurosamen- y admiración que lo pone, frente al mor, entonces, a que se confundan las
te argumentada a las afirmaciones del maestro, en la posición de un “princi- buenas intenciones que guiarían esta
texto de un autor reconocido.11 piante”, el narcisismo de Cortázar se réplica con algún impulso “oscuro”,
Aunque manifiestan claramente inquieta levemente y reacciona con sin fundamentos morales, digamos, por
una voluntad de imponer el propio una violencia moderada, la que trans- dar un ejemplo, la irritación que des-
punto de vista sobre el de los otros, y miten los gestos de condescendencia.14 piertan las críticas o los malentendi-
la vehemencia del tono, el que corres- De todos modos, quizás porque el con- dos alrededor de la propia obra? ¿Y
ponde a un ensayista que “no vacila y trol que el otro ejerce sobre su agresi- por qué sería precisamente la polémi-
[que] cuando se acalora es contunden- vidad no garantiza el dominio sobre ca el modo de discutir bajo el imperio
te”,12 prueba que no se trata sólo de los propios impulsos agresivos, la ré- de esas pasiones que se temen tan po-
imponer ideas, sino, de algún modo,
de imponerse a sí mismo, las discu- 8. Cf. Teoría del túnel. Notas para una ubi- cido en Obra crítica/2, ed. cit., pp. 189-207).
siones que promueve Cortázar antes cación del surrealismo y el existencialismo (en 12. Saúl Yurkievich, “Un encuentro del hom-
Obra crítica/1, ed. cit., pp. 31-137), “Notas so- bre con su reino”, en Julio Cortázar: Obra crí-
de su consagración no corren el ries-
bre la novela contemporánea” (en Obra crítica/ tica/1, ed. cit., p. 16.
go de plantearse en un terreno perso- 2, ed. cit., pp. 141-155) y “Situación de la no- 13. El primer ensayo de Collazos, “La encruci-
nal. Se las puede leer como jugadas vela” (Ibid., pp. 215- 241). jada del lenguaje” apareció en los números 1460
estratégicas de alguien que se está ha- 9. En la reseña a Sin embargo, Juan vivía de y 1461 de Marcha (30 de agosto y 5 de setiem-
Alberto Vanasco, publicada en el número 18 de bre de 1969, respectivamente); la respuesta de
ciendo un lugar pero que todavía no
Cabalgata de abril de 1948 (reproducida en Cortázar, “Literatura en la revolución y revolu-
tiene un lugar por el que responder. O Obra crítica/2, ed. cit., p. 132). ción en la literatura: algunos malentendidos a
también, lo que parece más justo, co- 10. La reseña de Cortázar se publicó en la liquidar”, en los números 1477 y 1478 (9 y 16
mo gestos de un “rebelde” al que le revista Realidad en 1949 (está reproducida en de enero de 1970, respectivamente); el segundo
Obra crítica/2, ed. cit., pp. 167-176) y es uno ensayo de Collazos, “Contrarrespuesta para ar-
interesa menos el reconocimiento de
de sus ensayos más interesantes del período mar”, en los números 1485 y 1486 (13 y 20 de
los otros que la coherencia entre sus anterior a Rayuela. Contra la estética del de- marzo de 1970). El conjunto de la polémica
actos y las exigencias morales del pro- coro siempre vigente en Sur, Cortázar valora está recogido en V.V.A.A.: Julio Cortázar. Al
grama literario y vital que se impuso. Adán Buenosayres como un “acontecimiento término del polvo y el sudor, Montevideo, Bi-
extraordinario en las letras argentinas” en tan- blioteca de Marcha, 1987 (de donde citamos).
Como sea, recién a fines de los sesen-
to abre “un camino ya ineludible” para la no- 14. En una carta a Fernández Retamar de ma-
ta el nombre de Cortázar aparece aso- vela nacional, un camino en el que, como deja yo de 1970, Cortázar considera que el diálogo
ciado a una verdadera polémica, y es- entrever la sólida convicción del reseñista en (también aquí se resiste a llamarlo polémica)
to por varios motivos, pero sobre todo la superioridad de sus criterios de valoración, con Collazos resultó provechoso porque su ré-
Cortázar supone que ya se ha aventurado con plica ayudó a que el joven escritor colombiano
porque lo que entró en discusión, el
miras a logros todavía mayores que los de Ma- afinase “bastante mejor la puntería en su segun-
valor ideológico de su última novela rechal. do trabajo, y eso solo bastaría para justificar
y el alcance de algunas afirmaciones 11. Cortázar responde al contenido “poco cla- nuestro cambio de opiniones” (Cartas 1969-
enunciadas en sus ensayos recientes, ro” de un capítulo de Valoración literaria del 1983. Edición a cargo de Aurora Bernárdez,
existencialismo en el que Guillermo de Torre Buenos Aires, Alfaguara, 2000, p. 1387).
compromete su nombre.
descalifica esta filosofía por sus componentes 15. “Literatura en la revolución y revolución
La polémica que entre 1969 y 1970 irracionalistas. El ensayo se publicó original- en la literatura: algunos malentendidos a liqui-
sostuvieron Cortázar y Oscar Colla- mente en la revista Realidad en 1949 (reprodu- dar”, ed. cit., p. 106.
co generosas? Porque “polémica” se sus supuestos diálogos, su ánimo de ra las imposturas del provechoso diá-
emparienta con “polemos”, responde polemizar en el sentido, que solo él logo público: lo que quiso hacer con
Cortázar, y la discusión entre intelec- sostiene, bélico del término. Viñas fue neutralizarlo inmediata y
tuales y artistas tiene que renunciar al Si la favorable disimetría entre las drásticamente, “pararle el carro”.)18
espíritu belicoso para poder ser cons- posiciones del principiante y el maes- Más que un “narcisismo al revés”,
tructiva. ¿Pero de dónde, además del tro consagrado atemperan las reaccio- el que Cortázar exhibe en esta polé-
recurso a la etimología, sale semejan- nes del narcisismo intelectual herido, mica es un narcisismo satisfecho con-
te identificación de la muy civilizada cuando la discusión se plantea entre sigo mismo, impermeable a los cues-
práctica de la polémica, la más exi- pares, aunque el otro sea más joven y tionamientos y no demasiado toleran-
gente dentro del orden retórico, con el no goce del mismo reconocimiento, la te. Por eso casi no hace ningún
ejercicio de una agresividad extrema? hostilidad se declara y fluye con me- esfuerzo para desarmar desde dentro
Cuando dice que no va a polemi- nos disimulo. Es el caso de la carta a los argumentos del antagonista, ope-
zar, cuando pretende diferenciar sus Saúl Sosnowski en la que Cortázar res- ración sin la cual no puede haber una
intenciones y sus modos argumentati- ponde a las críticas con las que David auténtica discusión intelectual, y pre-
vos de los de la polémica mientras po- Viñas embistió contra su obra y su fiere limitarles de un plumazo el dere-
lemiza, Cortázar desconoce lo que ha- imagen en un momento de la entre- cho a la existencia. “Todo va muy rá-
ce para poder hacerlo. No se trata de vista publicada en el número 1 de His- pido en América Latina y el nivel en
40 que engañe al otro, porque no miente pamérica.17 Las críticas de Viñas sin- que se sitúan las reflexiones de Viñas
cuando declara sus buenas intencio- tetizan rápidamente los argumentos so- me parece hoy bastante rebasado por
nes de diálogo, sino más bien de que bre las contradicciones ideológicas y cosas que están sucediendo en plena
necesita engañarse a sí mismo para estéticas del autor de Rayuela expues- calle o en la secretaría de la presiden-
darse un gusto que previa y arbitraria- tos en De Sarmiento a Cortázar. Co- cia.” La presencia del estilo cortaza-
mente se prohibió. Cuando se anticipa mo no leyó el libro, a Cortázar no le riano, su manera de polemizar a gol-
a declarar su falta de ánimo guerrero, parece bien abrir una polémica a par- pes de ironía, digresiones humorísti-
en esa anticipación innecesaria (por- tir de un reportaje, pero igual lo hace, cas y eficaces fórmulas coloquiales,
que nadie, salvo él, teme entrar en gue- a través de una pirueta retórica poco no alcanza a disimular que esta vez el
rra por el hecho de discutir), Cortázar convincente que redobla el gesto de- lugar de las réplicas razonadas quedó
revela, a la vez que disimula, la carga negatorio. No leyó el libro, dice, por- vacante y que las ocurrencias verbales
de agresividad que lo tensiona y a la que Viñas, que “es un compañero a destinadas a provocar la irritación del
que quiere darle, soterradamente, cur- pesar de nuestras discrepancias”, no otro y a encausar la propia no sirven
so. Si tiene que conjurar el fantasma se lo envió y porque él, “por una es- para ocuparlo.
de la violencia exorbitante que ace- pecie de narcisismo al revés”, no anda Lo que al denegar la polémica Cor-
charía en la polémica, primero tuvo buscando lo que otros escriben sobre tázar desconoce y afirma es su autori-
que inventarlo, y tras esa invención se su obra ya que esas lecturas lo abu-
pueden conjeturar la huellas de un de- rren, y, además, porque prefiere ocu- 16. Juan Ritvo: “La negación está estructurada
como un palimpsesto”, en Conjetural 2, 1983,
seo, inconfesable para la moral huma- par su tiempo en cosas más provecho- p. 54.
nista, que busca su realización en el sas, “como mi último libro y algunas 17. Ver: Mario Szichman: “Entrevista a David
“polemos” denegado: el de imponerse otras en terrenos prácticos que por ra- Viñas”, Hispamérica 1, 1972, pág. 66 y Julio
sobre el otro por el goce mismo de la zones obvias no se dicen por escrito”. Cortázar: “Respuesta”, en Hispamérica 2, 1972,
pp. 55-58.
imposición. El gesto denegatorio pa- Cortázar posa de distendido, pero no 18. Se trata de una carta a Jean L. Andreu fe-
rece responder en principio a la nece- deja de resultar curioso que quien no chada el 25 de mayo de 1973, en la que, des-
sidad de protegerse de los arrebatos tiene tiempo ni interés para leer un pués de recordar que ya “le paró el carro” en la
de intolerancia propios y ajenos que libro en que se lo critica, los tenga revista de Sosnowski, da rienda suelta a su ren-
cor y fija una imagen degradada de Viñas, nada
podrían manifestarse durante la discu- para responder a una versión simplifi- fraterna ni generosa. “Me dio un poco de pena
sión, pero su eficacia final tiene que cada, y necesariamente menos riguro- comprobar en Buenos Aires hasta qué punto
ver con que algo del temible y exci- sa, de esas críticas. El recuerdo de las los ‘pensadores’ tipo Viñas, Sábato, etc., son
tante deseo de imposición se realice muchas y entusiasmadas cartas en las olímpicamente ignorados por gente que está en
otra cosa más inmediata e importante. Curiosa-
sin desestabilizar la imagen moral que que comenta a sus críticos (los favo- mente, la indiferencia de la gente alcanza si-
Cortázar tiene de sí mismo. Según una rables, por supuesto) cómo lo leyeron, multáneamente a gente tan dispar como Mure-
perspicaz fórmula psicoanalítica, el hace evidente su voluntad de “sobrar- na y Viñas; esas secuelas ideológicas de Mar-
“no” de la denegación (el de “no es- lo” a Viñas, de plantear la réplica en tínez Estrada, aunque polarizadas y antagónicas,
huelen en ambos casos a puro racionalismo abs-
cribo con ánimo de polémica”) “des- un terreno menos respetuoso que el tracto, construcciones mentales geométricas que
conoce lo que, sin embargo, reconoce que suponen las preventivas invoca- no reemplazan las verdaderas intuiciones sobre
para mejor desconocer”.16 Cortázar re- ciones a la “honradez”, la “inteligen- la realidad latinoamericana, mucho más presen-
conoce en el Otro (teme en los otros cia” y el carácter “bien intencionado” tes en cualquier frase del Che o en los versos
de algunos poetas que en las famosas teorías
y en sí mismo) la implicación entre del interlocutor. (En la intimidad de viñescas del ‘viaje y retorno’, de ‘París-Argen-
polémica e intolerancia, para mejor otra carta, Cortázar enuncia la verdad tina’, y otras geometrías bien gratuitas” (en Car-
desconocer la agresividad polémica de de su ánimo polémico, y desenmasca- tas 1969-1983, ed. cit., p. 1523).
tarismo, su voluntad de imponerse, en que exige “Apocalipsis de Solentina- partir de su experiencia, como si la
tanto autor, como autoridad inapela- me”,21 y es su modo de decir que ineptitud para el análisis fuese en su
ble cuando lo que se discute concier- quién, más que él, puede saber cómo, caso una facultad superior y no una
ne al sentido de su obra. A esa volun- con qué acierto, su literatura fantásti- carencia y, lo que definitivamente la
tad de dominación remiten la intole- ca se inscribe eficazmente en un con- irrita, que ese discurso moralizador in-
rancia frente a los lectores que no texto revolucionario (un modo poco cursiona con voluntad de dominio en
aceptan sus pactos de complicidad y elíptico de decirle al crítico que lo pu- un campo sumamente sensible del que
la agresividad disfrazada de condes- so en discusión que mejor se calle). sabe poco: la situación de los escrito-
cendencia cada vez que sanciona una res e intelectuales argentinos no exila-
interpretación desfavorable como una Para un autoritarismo bien intencio- dos durante la dictadura militar. En-
prueba más de “la diferencia que va nado, nada puede resultar más fasti- tonces le discute casi todo: los alcan-
de los saltos de la creación al avance dioso que un interlocutor que polemi- ces de las expresiones “exilio” y
forzosamente más retardado del lector za sin aceptar las reglas de juego que “exilio cultural”, la posibilidad de apli-
y del crítico”.19 Forzosamente: para amablemente quiere imponerle y que carlas a su situación y, con agresivi-
Cortázar, los juicios negativos sobre desenmascara la violencia retenida en dad, la supuesta mayor eficacia políti-
su literatura se fundan, antes que en los ademanes de generosidad. Por eso ca del exilio respecto de la resistencia
otros criterios estéticos e ideológicos la polémica más dura, la que más mo- activa y riesgosa en el medio que se
tal vez más “avanzados”, en el retraso lesto dejó a Cortázar, fue la que sos- pretende modificar. 41
constitutivo de la posición de quienes tuvo a comienzos de los 80 con Lilia- La dureza del ensayo de Heker sor-
los enuncian. Collazos lee mal 62. Mo- na Heker sobre el por entonces muy prendió a Cortázar ya que en el mo-
delo para armar porque los lectores conflictivo tópico exilio y literatura. mento en que se desencadena la polé-
suelen reaccionar con desconcierto y Heker no sólo no aceptó ponerse en el mica contaba a la escritora entre las
fastidio cuando “un autor que admira- lugar de “cordial interlocutora imagi-
19. “Literatura en la revolución y revolución en
ban y que de golpe se sitúa en una naria” que dialoga con un compañero la literatura: algunos malentendidos a liquidar”,
posición diferente” no les da lo que de ruta a propósito de algunos desa- ed. cit., p. 123. El más espectacular de los gestos
esperan, lo que se acostumbraron a le- cuerdos coyunturales, sino que pateó condescendientes es el que se realiza en la enun-
er (otra Rayuela). Viñas se equivoca el tablero del supuesto diálogo para ciación de lo que Cortázar considera “un corola-
rio” de sus argumentaciones: “ningún creador au-
cuando señala las limitaciones litera- hacer aparecer las estrategias del nar- téntico reprochará a lectores y críticos que tar-
rias y políticas de su proyecto porque cisismo solapado. den en aprehender el sentido de su obra; tal vez
se obstina en interponer entre él y lo Cortázar había publicado en 1978, sería justo que lectores y críticos no se apresura-
que lee su propia imagen: “es la vieja en la revista Eco, una comunicación ran tanto a imaginar escapismos, traiciones y re-
nuncias en obras que no entran ya de rondón por
exigencia del lector al escritor, ese di- titulada “América Latina: Exilio y li- las puertas de su casa” (Ibid.).
rigismo inoperante pero que sigue teratura”22 en la que abordaba los pro- 20. “Respuesta”, ed. citada, p. 58.
siendo irreductible, y que en el fondo blemas actuales que supone la reali- 21. “Para Solentiname”, en Obra crítica/3, Ma-
no pasa de una mera proyección per- dad del exilio para los escritores lati- drid, Alfaguara, 1994, p. 158. En este ensayo,
publicado originalmente en 1978, en el número
sonal en una obra ajena”.20 Cuando noamericanos desde “una visión muy 15 de Vuelta, Cortázar responde a la reseña de
no son “cómplices” y aceptan la mó- personal”. Lo primero que molestó a Torres Fierro a Alguien que anda por ahí, pu-
dica libertad que les concede el autor, Heker, y la movió a abrir una polémi- blicada un año antes en el número 11 de la
los lectores son “frustrados” o “resen- ca desde las páginas de El ornitorrin- misma revista. En la más personal de sus polé-
micas, Cortázar exhibe con menos discreción
tidos” que se quieren apropiar de lo co,23 fue que justificase la asunción su narcisismo (la satisfacción por los propios
que no les pertenece y tiene un legíti- casi excluyente de esa visión personal logros, el fastidio porque no se los reconozca
mo dueño. Tanto cree Cortázar que el en el reconocimiento de su falta de como tales) tal vez porque antes, en un claro
autor es el propietario de su obra que “aptitud analítica”, cuando en realidad gesto denegatorio que anticipa la intensidad con
la que ejercerá su autoritarismo, lo negó con
hasta supone que de él, y no más bien lo que su intervención transmitía era, espectacularidad: “En materia literaria creo que
de su desaparición, depende, tablero no exclusiva pero sí notablemente, la nunca he respondido públicamente a mis críti-
de instrucciones mediante, la plurali- intención de servirse de un tema con cos; en parte porque no me gustan las polémi-
dad de las lecturas, que podrán ser más semejantes implicancias sociales para cas, que casi siempre terminan not with a bang
but a whimper, y también porque prefiero se-
de una pero nunca contradecir sus pre- hablar de sí mismo, para celebrar su guir aventurándome por mi cuenta en vez de
visiones. Un exabrupto en otra inter- exitosa “experiencia personal” como quedarme en la esquina atendiendo a las luces
vención polémica revela que las raí- exilado. Cortázar se propone en su tex- verdes o rojas. Si hoy me concedo esta excep-
ces narcisistas de la actitud con la que to como ejemplo de lo que hay que ción, los motivos son graves y no puedo pasar-
los por alto, precisamente en la medida en que
Cortázar enfrenta a sus críticos son to- hacer para superar el exilio como dis- no me conciernen personalmente sino que to-
davía más profundas que las que su- valor y convertirlo en un principio po- can la raíz misma de la literatura latinoamerica-
pone esta superstición de la propie- sitivo para asumir e intentar transfor- na de nuestros días.”
dad: antes que el dueño, el autor es la mar la realidad política latinoamerica- 22. Recogida en Obra crítica/3, ed. cit., pp.
161-180.
obra. “Porque el relato soy yo...” le na. Aunque acuerda con este programa 23. Liliana Heker: “Exilio y literatura. Polémi-
dice a Danubio Torres Fierro, para res- de superación, lo que Heker no deja ca con Julio Cortázar”, en El ornitorrinco 7,
ponder por la verdadera interpretación de advertir es que Cortázar moraliza a 1980, pp. 3-5.
filas de sus camaradas políticos y de ción es un monólogo autosatisfecho, negados entraña esta candorosa auto-
sus lectores “cómplices”. El tono de la algo que un auténtico ejercicio polé- percepción. Es cierto que la respuesta
carta pública con la que de hecho acepta mico, no importa cuán aviesas sean de Heker fue encarnizadamente per-
el intercambio polémico, denegándolo las intenciones de los polemistas, vuel- sonal, y que abundó en chicanas e iro-
en el primer párrafo, se parece por mo- ve necesariamente imposible. nías descalificadoras, pero algunos ar-
mentos al de un padre fastidiado por gumentos merecían ser atendidos y
las actitudes de un hijo desagradecido, Yo basaba mi nota en algunas opinio- evaluados, dada la importancia del te-
que quiere devolverlo a su lugar de res- nes suyas de “América latina: exilio y ma, aun al costo de tener que suspen-
peto sin perder el buen humor y la com- literatura” con las que no coincidía y der por un momento la confianza en
postura que le debe, y se debe a sí mis- que citaba rigurosamente. Si a su vez la propia autenticidad.
usted hubiera discutido mi texto nos
mo, por ocupar un lugar superior. No sabemos cuál fue, si la hubo,
habríamos aproximado un poco más a
la verdad. En eso reside la virtud de la respuesta de Rama a la carta de Cor-
Querida Liliana Heker, las polémicas: nadie las gana o las pier- tázar, ni cuál su opinión sobre la po-
tu artículo “Exilio y literatura” (...) lle- de, ni matan a nadie, como ocurre con lémica que mantuvo con Heker, pero
va como subtítulo “Polémica con Cor- las guerras: permiten conocer una opi- otra entrada del Diario registra una
tázar”. Nunca he olvidado que ‘polé- nión y sus objeciones. impresión más o menos contemporá-
mica’ se emparenta con ‘polemos’, la
nea de aquel intercambio que dice, con
guerra, y por eso detesto la palabra y
42 A fuerza de no haberla citado, ni, dolida lucidez, algo de la verdadera
prefiero sustituirla mentalmente por
‘diálogo’; del tono de tu texto deduz- lo que más teme Heker, haberla leído posición que ocupó Cortázar en el de-
co que también esa es tu intención, y con atención, Cortázar puede suponer bate sobre literatura y exilio:
que lo de ‘polémica’ es más bien una que los acuerdos son mayores que las
ranada del ornitorrinco, si se me per- diferencias y ponerse por encima de Domingo 27 [1980]
mite la hibridación, para que los lecto- la discusión, desatender las objecio-
res más belicosos se relaman las fau- nes e insistir cómodamente en lo que Desagrado, cólera y más tarde una lar-
ces anticipando sillas rotas, tirones de ya había escrito. A su conciliador “se ga, larga depresión, cuando oí a Cor-
camiseta y otras demostraciones pro- me ocurre que no tenías demasiadas tázar en el acto de presentación de la
pias de intelectuales ansiosos de ver- revista Sin Censura que él patrocina
críticas que hacerme”, Heker respon-
dad. No les daremos el gusto, pero des- en París.
de luego buscaremos la verdad, tan le- de profundizando la discusión: sus de- (...) a pesar de que sigue siendo un
jos el uno del otro en el espacio pero claraciones sobre la realidad cultural “literato puro” opina sobre política con
desde un terreno común que, lo sé de argentina le parecen “negligentes”, tal simpleza, ignorancia de los asuntos y
sobra, compartimos y queremos.24 fundadas en “recursos lírico-demagó- elementalidad del razonamiento, que pro-
gicos” más que en razonamientos po- duce o descorazonamiento o cólera. A
El humor y la cordialidad no sólo líticos; cuando sugiere que el auto-exi- mí las dos cosas y concluyo abominan-
no disimulan, sino que ponen de relie- lio es la única actitud de combate po- do de los escritores metidos a políticos:
ve, la condescendencia que entraña, sible, lo que hace, y no debería, es concluyen haciendo mal las dos cosas.
(...) La extrapolación es evidente:
en el contexto de una discusión como “erigir su decisión personal en pro-
aprovechando la autoridad ganada en
la que planteó Heker, el uso del “no- grama político”. el campo de la ‘literatura pura’ se la
sotros”, un modo de intentar apropiar- En una carta que le escribió a Ra- usa para impartir una doctrina sobre
se del otro para reducirlo a una figura ma en enero del 82, Cortázar confiesa asuntos que le son enteramente ajenos
complementaria de sí mismo, que que la polémica con Heker le “deja y donde no ha habido prueba de nin-
quiere más o menos lo mismo y está mal gusto en la boca... Tanta mala fe gún tipo de competencia o de conoci-
en el mismo lugar que uno (teniendo acaba por quitarte las ganas de poner miento serio. Desgraciado equívoco.
en cuenta el eje de la polémica, más cosas en claro, pero la verdad es que He conocido sus desgraciadas conse-
que una declaración de camaradería, entre los escritores que siguen en la cuencias en el pasado y nada parece
que ellas hayan contribuido a hacer
esto último parece una ironía involun- Argentina hay muchos que, por razo-
más serias y responsables las palabras
taria). La poco amable “Respuesta de nes de mala conciencia o de puro re- políticas que hoy siguen pronuncian-
Liliana Heker”,25 con su premeditada sentimiento, multiplican sus ataques do los intelectuales.27
y distanciadora elusión del tuteo, para contra los exilados”.26 Para su incon-
dejar en claro desde la primera línea movible narcisismo, la mala fe y el
que se propone como una interven- resentimiento son siempre faltas del 24. “Carta a una escritora argentina”, en El or-
ción pública y no como una carta per- otro, que no acepta las verdades que nitorrinco 10, 1981, p. 3.
25. En el mismo número de El ornitorrinco,
sonal, desarma violentamente los ima- tiene para decirle, pero nunca pasio-
pp. 4-7.
ginarios acuerdos previos que presu- nes que pudiesen gobernar su propio 26. Cartas 1969-1983, ed. cit. p. 1759. El resto
pone el “nosotros” cortazariano. Para ánimo. Aunque no hay razones para de la carta es una espectacular descarga de su
Heker, Cortázar esquivó la discusión dudar de la honestidad de Cortázar propio resentimiento contra “los argentinos”, que
“ahora que les regalan (casi no hay otra pala-
sobre el exilio y su condición de exi- cuando se juzga tan generosamente,
bra) un poco más de libertad, empiezan a sacar
lado que ella sí quería dar. Más que tampoco se puede dejar de señalar pecho...”.
una tentativa de diálogo, su interven- cuánto de resentimiento y mala fe de- 27. Diario 1974-1983, ed. cit., p. 153-4.
Un grave júbilo
“Mimesis” de Erich Auerbach

George Steiner

43
mesh o de la Ilíada? ¿Esta pregunta,
en esencia, no incluye todos los inter-
cambios lingüísticos, semióticos, in-
cluso en la propia lengua y entre con-
temporáneos?
En Occidente, el primero que ar-
ticuló estos interrogantes fue el genio
solitario de Giambattista Vico en su
Scienza nuova. El interés de Erich
Auerbach por Vico comenzó, por lo
menos, en 1922. Vico había señalado
que la historia y el espíritu de las na-
ciones estaban en su literatura y, so-
bre todo, en su poesía épica. Asignó a
la filología y, sobre todo, a la inter-
pretación textual (que Auerbach lla-
ma verstehende Philologie) el privile-
gio y la tarea de interpretar la peculiar
humanidad del hombre. Esta humani-
dad es, al mismo tiempo, generosa-
mente diversa (sólo puede ser leída
“comparativamente”), y universal. Un
sensus communis generis humani ya-
“Filología” quiere decir “amor por la curso. “Dios está en los detalles”. Pe- ce bajo la multiplicidad de los lengua-
palabra”. Las doctrinas y metáforas ro las implicaciones son grandes. La jes y las circunstancias históricas, y
cristológicas del helenismo sobre la en- filología no puede escapar de la cues- hace posible la comprensión. Mucho
carnación enriquecieron ese significa- tión filosófica y psicológica de lo que antes que Feuerbach y Marx, Vico
do. La “Palabra” (Logos) se “hace car- significa “entender”, ni tampoco pue- consideraba la historia como un pro-
ne”. Da cuerpo y comunica un sentido de alejarse de los presupuestos (¿teo- ducto humano del que la literatura y
y una sustancia. No obstante, la filo- lógicos?) que subyacen en toda posi- los mitos daban testimonio legible.
logía conserva una denotación secu- bilidad de interpretación y de consen- Lo que sigue es un axioma, un cre-
lar, técnica y profesional. El filólogo so entre lectores sucesivos del mismo do hermenéutico poco refutado en el
estudia, edita y compara textos a par- texto o “acto de discurso”, aunque sea legado intelectual de Occidente hasta
tir de los niveles léxico, gramatical y aproximativa y susceptible de revisión. la modernidad. Si los lenguajes cons-
semántico del lenguaje. Ubica la pala- ¿Cómo es posible que la poesía o la truyen nuestro mundo, también se re-
bra escrita en sus contextos etimoló- prosa de hace miles de años, en len- lacionan con él en términos que son,
gicos, históricos y sociales. Los ins- guas que sólo conocemos en parte y en última instancia, “realistas”, térmi-
trumentos filológicos, rigurosamente dificultosamente, nos interpele y nos nos que desafían el maligno demonio
especializados, se concentran sobre el conmueva? ¿Qué significa captar, pa- cartesiano que falsificaría el significa-
tejido diacrónico y sincrónico del dis- rafrasear, traducir un verso del Gilga- do y la evidencia. Aunque conscientes
del acertijo metafísico que implica el mica (Wissenschaft). Goethe traducía, Esta cartografía es propia del ca-
concepto de significado, de designación a menudo indirectamente, unas veinti- non de la literatura comparada. Ex-
verificable, y conscientes también de siete lenguas y su orientalismo tardío plora eventualmente el extremo
esas patologías, a menudo creativas, que cambió el mapa de referencia; Goethe Oriente, como Etiemble, y las litera-
merodean el lenguaje, suponemos que creó la fecunda palabra Weltliteratur turas eslavas, como Roman Jakobson.
sabemos de qué estamos hablando (aun y afirmó que no puede tenerse una vi- Pero, en esencia, la investigación y
cuando debamos revisar ese conoci- sión informada de la propia lengua si la hermenéutica comparatista fueron
miento) y que el mundo, tan problemá- no se estudian y conocen lenguas ex- eurocéntricas o, más precisamente,
tico como sea, se relaciona con los des- tranjeras. Fue Herder, después de Vi- continental-europeas. Las contribucio-
cubrimientos del lenguaje. Desde el co, quien expuso las conexiones orgá- nes británicas han sido débiles y, del
principio, Auerbach fue convencido por nicas entre lengua, literatura y nación. mismo modo, la literatura inglesa y
la confianza de Vico en el poder radi- (Auerbach escribió sobre Vico y Her- norteamericana fueron mantenidas a
calmente creativo y generativo del sen- der en el ominoso año 1932.) Schleier- distancia. Cuando se le pidió a de
tido común (“il senso commune della macher estableció, en relación con Pla- Gaulle que nombrara los tres mayo-
nostra medesima mente umana”). tón y también con la Biblia, las bases res escritores europeos, dijo: “Dante,
El segundo diapasón fue Dante. metodológicas de la hermenéutica mo- Goethe, Chateaubriand”. “¿Qué se ha-
Auerbach volvió a Dante sin cesar y derna y de las artes de la compren- ce con Shakespeare?”, preguntó su
44 le dedicó la más aguda y original de sión. La universidad alemana, a partir asombrado interlocutor. La respuesta
sus monografías: Dante als Dichter de Humboldt, y el Gymnasium alemán de De Gaulle fue lapidaria: “Usted
der irdischen Welt (1929). Más lejos desarrollaron una inigualable máqui- me dijo europeos”. Precisamente la
aun que Shakespeare, Dante alcanza na de aprendizaje de griego y latín, de soberanía y el enigma de la provin-
niveles que son, al mismo tiempo, su- historia del arte y de crítica textual. ciana universalidad de Shakespeare se
prema poesía y argumentos teológico- Tanto como sus pares, Karl Vossler, escurrió siempre a las aproximacio-
filosóficos de primer orden. En Dan- Leo Spitzer y E. R. Curtius, Auerbach nes comparativas, encerradas en la ro-
te, las dos vertientes que determinan fue educado por la más refinada pai- manitas.
la conciencia occidental, la de la anti- deia de toda Europa. A esto debe agregarse un factor
güedad clásica y la de la herencia de Comenzó estudiando derecho y fue complicado y casi trágico. El compa-
las Escrituras, se conectan con una pro- alistado en el ejército durante la pri- ratismo, sus publicaciones, cátedras y
ductividad y una tensión inextingui- mera guerra. Después Auerbach pasó revistas, surgió del exilio, de los des-
bles. No existe un verso en la Com- a la filología romance en la universi- plazamientos personales. Sismondi, un
media, afirma Auerbach, que no ex- dad de Greifswald. En 1929 alcanzó refugiado político, creó la primera cá-
prese la convicción de que la la prestigiosa cátedra de romanística tedra que llevó como nombre el de
excelencia poética es una revelación de la universidad de Marburg (donde Littérature générale, en la universidad
de la verdad divina, de que verdad y planeaba la sombra del joven Heideg- de Ginebra. (Tuve el honor de ocu-
belleza son inseparables. Más que nin- ger). Su entrenamiento como romanis- parla durante un cuarto de siglo.) El
gún otro, Dante poseyó el don de la ta determinó sus perspectivas, su con- espíritu del comparatismo es el del po-
gratitud hacia sus maestros y predece- centración en las literaturas italiana y líglota, el hombre del límite, el pere-
sores, por el milagro que fue Beatriz, francesa, en la latinidad de la Edad grino. Salvo algunas excepciones dis-
y que fue Virgilio, el “amado guía”, Media y en las continuidades entre las tinguidas –Curtius, Mario Praz, Con-
y, sobre todo, la gratitud hacia Dios letras clásicas y modernas. De allí pro- tini–, los comparatistas han sido judíos,
que le había concedido el peregrinaje viene la abundancia de publicaciones a menudo mal recibidos en los tradi-
maravilloso. La potencia poética de sobre Dante, Vico, el público literario cionales departamentos de literatura in-
Dante, escribió Auerbach en 1953-4, francés del siglo XVII. Hasta el fin de glesa de las universidades británicas.
“no hubiera alcanzado su más alta per- su vida, Auerbach se ocupó de textos Allí se los críticó muchas veces por
fección si no se hubiera inspirado en franceses. Escribió sobre La Fontaine, no tener una relación interna (una acu-
una verdad visionaria que trasciende Pascal, Racine, Montaigne, sobre el lu- sación típica de East Anglia) con la
el significado inmediato...Por eso pu- gar de Rousseau en la historia euro- lengua. En este aspecto, la carrera de
do hablar a sus lectores, y a nosotros, pea, sobre Stendhal y Baudelaire. Su Auerbach fue ejemplar.
con la autoridad y la urgencia de un descubrimiento de Proust data de 1927. Como “no ario”, Erich Auerbach
profeta”. Como T. S. Eliot, hermano El rol de Montesquieu y del Ancien fue expulsado de Marburg en 1935.
en esta sensibilidad virgiliana y cris- Régime lo ocuparon durante los años Su percepción del nazismo y de las
tiana, Auerbach colocó a Dante en el cuarenta. Auerbach experimentó la ló- complicadas relaciones con el antise-
centro de la cultura europea. gica profunda del desarrollo del rea- mitismo cristiano le inspiró su famoso
Así, Auerbach pudo reclamarse de lismo desde la literatura clásica, me- trabajo “Figura” y el estudio de las
dos espíritus tutelares italianos, pero dieval y renacentista hasta la novela implicaciones histórico-políticas de la
también arraigar en el suelo del ro- francesa del XIX y comienzos del XX, interpretación figural. Una investiga-
manticismo alemán, así como adoptar de Balzac, Stendhal y Flaubert hasta ción filológica detallista se abrió a una
los criterios de la investigación acadé- la summa summarum de Proust. enormidad histórica. Auerbach se re-
fugió en la universidad estatal de Es- estilo homérico, y su eterna interpela- citados por la ambigüedad del regreso
tambul, donde sucedió a Leo Spitzer ción a nuestra imaginación. al hogar de Odiseo. Esos aspectos del
como profesor de lenguas y literaturas La narración bíblica es por com- poema a muchos la parecieron sufi-
románicas. Cuenta la leyenda que, pri- pleto diferente. Rasgos esenciales del cientes para considerarlo la primera
vado de su magnífica biblioteca, de su contexto y de la causalidad permane- “novela” occidental. Auerbach elige
patria y de su lengua, de sus recursos cen ocultos. El concepto judío de Dios descartar, como lo hará en otras mu-
académicos y del prestigio intelectual no es explicable. “No era tanto una chas ocasiones en Mimesis, los aspec-
que rodea al Ordinarius en una univer- causa como un síntoma de su modo tos lingüísticos de la interpretación. Pe-
sidad alemana, Auerbach sufrió depre- de concebir y exponer las cosas”. La ro ¿es posible comparar estos dos tex-
siones agudas. Las fuentes de las que diferencia con el diálogo entre dioses tos sin entrar en la diferenciación
dependían sus trabajos históricos y fi- y mortales en Homero no podría ser radical, aunque en parte escurridiza,
lológicos le eran inaccesibles. Lo que más pronunciado: “Los ademanes y las entre la lengua de Homero y la del
podían proporcionarle las bibliotecas en palabras de Abraham se dirigían a la Antiguo Testamento? ¿Hasta qué pun-
Estambul, muy poco. Estaban allí las imagen interna o hacia la altura, hacia to la claridad y la temporalidad uni-
ediciones Tauchnitz de la “biblioteca un sitio indeterminado, oscuro –en nin- forme de la épica homérica son sepa-
del viajero”, sin notas. ¿Este académi- gún caso situado en primer término, rables de los recursos de un estilo for-
co, cuya carrera había comenzado co- de donde la voz llega hasta él”. En lo mulaico, que llega de muy lejos, cuyo
mo bibliotecario en la biblioteca del es- que se dicen Abraham e Isaac “todo suelo es la oralidad? Los recursos pa- 45
tado prusiano, en Berlín, sería capaz queda sin expresión”. El relato bíbli- ratácticos de la narración bíblica –la
de escribir para un lector no académi- co sólo muestra lo indispensable de elisión de los conectores e interme-
co y producir con casi ningún medio los fenómenos, aquello absolutamente diarios–, la oscura inmediatez de la
una obra que, precisamente, prescin- necesario para sus fines; todo lo de- interpelación divina están a su vez re-
diera de las notas? El desafío ocupó a más, se oculta. Lo que sucede entre lacionados con formas del hebreo que
Auerbach desde mayo de 1942 hasta los momentos cruciales no existe. “Los siguen desafiando nuestra compren-
abril de 1945 (emigró a Estados Uni- sentimientos e ideas permanecen mu- sión.
dos en 1947). Su libro “generalista” fue dos, y están nada más que sugeridos No hay un pasaje de Mimesis que
publicado en alemán, en Berna, antes por medias palabras y por el silencio; sea más hipnótico en su virtuosidad
de ese viaje. la totalidad, dirigida hacia un fin con que la triangulación de Petronio, los
Mimesis fue amorosamente tradu- alta e ininterrumpida tensión y, por lo Anales de Tácito y la denegación de
cida al inglés por Willard R. Trask y mismo, tanto más unitaria, permanece Pedro del Evangelio según Marcos. La
apareció en 1953, de modo que ha pa- misteriosa”. Por eso es imprescindible representación de la vulgar esposa de
sado medio siglo desde entonces. Su el comentario incesante y la interpre- Trimalción “marca el límite extremo
primer capítulo sigue siendo el más fa- tación. El texto homérico busca sim- que alcanzó el realismo en la antigüe-
moso (me pregunto si muchos lectores plemente que olvidemos nuestra pro- dad”. Pero se trata de un realismo li-
avanzan más allá). Compara las repre- pia realidad por unas horas; su objeti- mitado, que excluye todo lo que sea
sentaciones narrativas de la realidad en vo es vencer esa realidad. El Libro de problemático, “todo lo que, desde un
la Odisea y el Génesis, tomando el epi- Moisés ejerce su autoridad sobre nues- punto de vista sociológico o psicoló-
sodio en que Euriclea reconoce a Odi- tras vidas. El contraste es evidente: gico, sugiera lo serio, ni, mucho me-
seo, pese a su disfraz, por una cicatriz, “Todos los asuntos de Homero per- nos, la complejidad trágica”. La con-
y el momento en que Abraham se dis- manecen en lo legendario, mientras cepción trágica y compleja del perso-
pone a sacrificar a Isaac. que los del Antiguo Testamento, a me- naje, en maestros como Balzac,
Homero, argumenta Auerbach,”re- dida en que avanzan en su desarrollo Flaubert o Tolstoi (Auerbach omite a
presenta los objetos acabados, visibles se van acercando a la historia”. A par- Dickens) es “totalmente imposible en
y palpables en todas sus partes, y exac- tir de esta diferencia, Auerbach plan- la Antigüedad”. No existe allí un tra-
tamente definidos en sus relaciones es- teó su análisis de las representaciones tamiento serio de las ocupaciones co-
paciales y temporales. Con respecto a de la realidad en la literatura europea. tidianas ni de las clases que las reali-
los procesos internos, se comporta en El tour de force es emocionante y zan. Y, sin embargo, “precisamente en
idéntica forma: nada debe quedar ocul- muy sugestivo. Pero ¿logra convencer las condiciones intelectuales y econó-
to y callado”. La procesión épica de del todo? Más que la Ilíada, de la que, micas de la vida cotidiana se revelan
los fenómenos se desarrolla en un pri- en algunos puntos, puede ser una crí- las fuerzas que subyacen a los movi-
mer plano, en un presente espacial y tica sutil, la Odisea incluye sombras y mientos históricos” –un argumento que
temporal absoluto. El recuerdo de las un fondo. Considérese el encuentro de habla de la deuda de Auerbach con
cosas pasadas se manifiesta “en un pre- Odiseo con Ayax y Aquiles en el más Dilthey. Una indiferencia semejante
sente exclusivo e independiente”. Nin- allá, o su encuentro con Nausicaa (don- respecto de las dimensiones sociales
guna motivación psicológica, ninguna de Goethe señala uno de los idilios caracteriza el relato de Tácito sobre la
actitud está oculta ni pasa inexpresa- más discretos y no declarados de la revuelta de las legiones estacionadas
da. Esa “puesta en primer plano” y la literatura mundial). Considérese el re- en Germania después de la muerte de
serena claridad definen el genio del pertorio de comentarios y debates sus- Augusto. Este episodio pone en evi-
dencia que Tácito no comprende los son familiares sólo al especialista. La un eco entre Auerbach y aquel otro
reclamos ni los sufrimientos de los sol- Historia de los Francos de Gregorio apóstol del realismo y la densidad so-
dados rasos. “El punto de vista ético y de Tours está escrita en una lengua cial, György Lukács.
retórico son incompatibles con una “mal equipada” para organizar los he- El episodio de Farinata y Caval-
concepción que tenga su foco en la chos. Sin embargo, trasmite de mane- cante en el canto X del Inferno le per-
realidad”. ra admirable “las ambiciones e intere- mite a Auerbach volver a territorios
El Evangelio de Marcos es dife- ses materiales, mitigados por el mie- conocidos y amados. Sus páginas can-
rente en su tratamiento de lo local y do entre los hombres y de éstos hacia tan con felicidad y reverencia. ¿Cómo
de las dramatis personae. “Tremen- las fuerzas sobrenaturales”. Pese a su hace Dante para fundir en una unidad
da” es la mirada sobre esta gente del pathos y a su energía poética, el Can- polifónica coherente las voces indivi-
común, en la humildad de su vida co- tar de Roldán no alcanza la trágica duales y muy diferentes de los cuatro
tidiana. “Este acontecer temporal en humanidad que Auerbach encuentra en protagonistas? (Virgilio está siempre
medio de la vida cotidiana es, para el la épica germánica, en el Hildebrands- presente, aunque en esta instancia só-
autor de los escritos del Nuevo Testa- lied o en los Nibelungenlieder. La es- lo en el margen.) ¿Cómo logra esa
mento, un acontecer revolucionario tructura de valores y coerciones feu- transición aparentemente inevitable en-
universal, y posteriormente lo será dales que pesa sobre el destino de Rol- tre “la calma teorética y la delicadeza
también para todos”. Como Proust, dán y de su aborrecido Ganelón psicológica” del preludio y la explo-
46 concluye Auerbach, Petronio escribe construye un mundo a la vez dramáti- sión imperiosa de Farinata en su ata-
“desde arriba”, mientras que Marcos, co y “estrecho y limitado”. Falta “la úd ardiente? Las respuestas pueden ha-
inocente de toda retórica, es un realis- fricción y la resistencia de la vida re- llarse en lo que Blake hubiera llama-
ta desde adentro. al”, porque “ prevalecen las limitacio- do “la sacralidad del detalle particular”.
Los capítulos siguientes muestran nes de clase, la idealización, la sim- Auerbach muestra cómo las subordi-
la capacidad de Auerbach para sacar plificación y el brillante velo de la le- nadas relativas de Virgilio, que siguen
conclusiones importantes de textos que yenda”. Por momentos hay más que a un vocativo “son perfectamente her-
mosas y armónicas”, pero nunca “tan especiales de la consumación propia sis, via una escena de Hal tomada de
apretadas y arrebatadoras” como las en el más allá, con más fuerza, más Henry IV Part Two y algunos pasajes
de Dante. Nunca nadie antes de Dante concreción y más peculiaridad que en de Macbeth. La mezcla de estilos le
había trabajado el drama del allor (el la misma poesía antigua. Pues un de- permite a Shakespeare no sólo articu-
sarrollo histórico-individual forma par-
entonces) y el golpe que produce den- lar la realidad en su plenitud terrestre
te de la consumación propia, que com-
tro de un relato. El único precedente prende toda la vida pasada, tanto obje- y en su coherencia, sino también tras-
posible es el et ecce, cuando Abraham tivamente como en el recuerdo; una cenderla. “Pesado es el destino”, gran-
levanta su cuchillo sobre Isaac. La len- historia peculiar en cada caso, cuyo des personajes como Hamlet, Macbeth
gua de Dante, declara Auerbach, “es resultado aparece ya acabado ante no- o Lear maduran en “obras escritas por
casi un milagro incomprensible”. Sus sotros, pero cuyos estadios nos son re- un desconocido e incomensurable Po-
fuentes son innumerables y comple- presentados a veces con gran detalle. eta Cósmico” (una vez más, el panóp-
jas, pero sólo su oído pudo escuchar- Nunca se nos oculta por completo, y tico del Bildungsroman). La trascen-
las. En consecuencia, en ninguna otra percibimos, con mucha mayor exacti- dencia y la madurez, sin embargo, so-
tud de la que la antigua poesía podía
parte una mezcla de estilos “se acerca portan limitaciones sociales. Cuando
proporcionarnos, el devenir histórico-
tanto a la transgresión de todo estilo”. interno en el ser atemporal. se trata de gente del común, “siempre
De allí el rechazo miope de Goethe se recurre al estilo bajo, en algunas de
cuando, en 1821, se refirió a“la gran- las muchas variaciones de lo cómico”.
deza repulsiva y muchas veces desa- En síntesis, un Bildungsroman ante Sancho Panza queda fuera del alcance 47
gradable” de Dante. Los humanistas Dios. de Shakespeare. Su registro dichoso,
tardíos y los ciceronianos del Renaci- Después de Dante, el movimiento incluso absurdo, sus niveles de soli-
miento se sentían incómodos frente al del libro (su moto spirituale) se acele- daria diversión nunca “se multiplica-
“tremendo fenómeno” de la Divina ra. Chaucer no figura ni en el índice, ron tanto”. Una dicha tan universal,
Comedia. aunque perteneció al desarrollo del re- tan benevolente y no problemática “no
Heredero de una página resplande- alismo europeo, pero hay una mirada ha sido alcanzada por ningún otro per-
ciente de la Estética de Hegel, Auer- sobre Bocaccio y su manejp de “datos sonaje europeo”. Resulta de allí una
bach afirma que el “realismo” de Dan- fácticos complejos”, y la sutil habili- ruptura profunda con la tradición po-
te sumerge la dinámica de la acción dad con la que adapta el tempo narra- pular cristiana milenaria, la tradición
humana y los hechos y destinos indivi- tivo y los niveles de tono al flujo ex- de la mezcla de estilos. Pasarán siglos
duales en una “existencia que no cam- terno e interno de los sucesos. “Los antes de que se supere la separación
bia”, haciendo que el tiempo detenga personajes de Bocaccio viven en la tie- entre la seriedad trágica y lo cotidia-
su pulsación. El mecanismo esencial es rra y sólo en la tierra”. Su inmanencia no, entre lo sublime y lo vulgar. En
teológico. El secreto evidente de la len- realista, sin embargo, es todavía de- un capítulo especialmente brioso,
gua múltiple de Dante “consiste preci- masiado insegura, demasiado endeble Auerbach demuestra cómo esta sepa-
samente en la integración de lo que es para proponerse “al modo de la inter- ración es funcional a la crónica sobre
característicamente individual, y mu- pretación figural en Dante, como base la vida cortesana de Saint-Simon, y,
chas veces horrible, feo, grotesco o vul- sobre la cual puede ordenarse un mun- al mismo tiempo, irónica.
gar, con la dignidad del juicio de Dios, do, interpretarse y representarse como Como Lukács, Auerbach confía en
una dignidad que trasciende los límites una realidad y un todo”. En Rabelais, la maestría filosófica y técnica del re-
de nuestra concepción terrenal de lo esa totalidad es enciclopédica, cómi- alismo que alcanza toda su altura en
sublime”. Como lo muestra el canto camente pedante, paródica de cual- la novela europea. También en este
XIII del Paradiso, toda creación, in- quier jerarquía metafísico-teológica. caso, la perspectiva es francesa. No
cluso la más humilde o repetitiva, es Pero esos elementos, comunes en la menciona a Defoe, a Fielding se lo
una reduplicación constante, y una ema- baja Edad Media, se ensamblan para alude sólo de paso. Sólo con Balzac y
nación, del amor activo de Dios. Esta alcanzar un objetivo nuevo. Cuando Stendahl, el “realismo existencial y la
convicción es elocuente en la “concep- muestra a sus lectores fenómenos en- seriedad trágica” penetran la represen-
ción figural” de Dante sobre materias vueltos en un barro turbulento, Rabe- tación y la narración en prosa del mun-
políticas e históricas. La Commedia es, lais se aproxima “al gran océano del do. Por su “profunda fe en la verdad
finalmente, un texto en el cual los se- mundo, donde nada libremente, co- del lenguaje empleado de modo res-
res humanos aprenden a ver y a cono- rriendo sus propios riesgos”. Tal libe- ponsable, cuidadoso y no artificioso”,
cerse: ración y liberalidad de la observancia Flaubert alcanzó niveles desconocidos
aventurera se manifiesta también en de profundidad psicológica y objetivi-
Montaigne. Pero pagando un precio, dad sociológica. Madame Bovary per-
Aun en el Infierno hay grandes almas,
nos dice Auerbach, el de evitar lo trá- mite experimentar un “prolongado es-
y en el Purgatorio algunas almas olvi-
dan el camino de la purificación du- gico, en un “peculiar equilibrio” que tado crónico” de la realidad privada y
rante algunos momentos atraídas por es al mismo tiempo atrayente y limi- pública. “Los maestros saben que el
la dulzura de un poema, de una obra tado. terreno político, económico y social
humana. Y la figura humana se impo- Era previsible que fuera rutinaria parece comparativamente estable y, al
ne, a consecuencia de las condiciones la aparición de Shakespeare en Mime- mismo tiempo, intolerablemente car-
gado de tensiones”. Flaubert logra una representa la auténtica realidad. Si su auténticas y verificables, aunque sean
“concreción de la duración”, cuyo en- panorama es selectivo, lo es porque vulnerables y requieran una constante
cierro banal y estúpido es, en verdad, Auerbach eligió textos y paralelos reevaluación, son anteriores al movi-
explosivo. No se encuentra en Dickens “cercanos a su corazón”: “Mimesis es, miento modernista. El juego de pala-
“casi ni rastro de la fluidez del fondo muy concientemente un libro de al- bras nihilista de la deconstrucción o
político e histórico” (¿no había un guien en particular, que vive una si- la anarquía del postmodernismo, que
ejemplar de Barnaby Rudge en las bi- tuación particular, y escribe a comien- viene de modo tan inequívoco de Da-
bliotecas de Estambul?), mientras que zos de los años cuarenta”. da y el surrealismo, contradice el sen-
Thackeray mantiene “un punto de vis- Sesenta años después, ¿todavía se tido común ontológico de Auerbach.
ta a medias satírico, a medias senti- lee Mimesis? La pregunta es difícil. Los gritos de batalla del feminismo
mental, muy similar al que había reci- Su inclusión ritual en bibliografías y todavía no se escuchaban en su hori-
bido del siglo XVIII”. Y esta obra ma- citas no confirman su lectura, espe- zonte, que se inscribía, paradójicamen-
jestuosa, que simplemente omite cialmente fuera de la academia. Co- te, en el siglo XIX en medio del ano-
Middlemarch, en tantos aspectos la mo lo sugerí antes, la alta jerarquía de checer del XX. Estas limitaciones de-
más adulta, la más inteligente novela la literatura comparada es propia de bilitan muchas de las observaciones
europea, se encamina hacia su desen- un período y de determinadas circuns- de Auerbach, en referencia a Joyce,
lace via Germinie Lacerteux de los tancias personales y profesionales, mu- por ejemplo. La única alusión a Kafka
48 Goncourt y la feroz captación de lo chas veces sombrías. En su zenit, la en todo el libro es penosamente ina-
real, muchas veces fotográfica, de Zo- disciplina produjo media docena de decuada. Es difícil adivinar lo que en
la. Auerbach anota el impacto de los clásicos –entre ellos, Literatura euro- Mimesis se podría haber discurrido so-
gigantes rusos pero se excusa de tra- pea y edad media latina de Curtius, bre Borges o Beckett. La doble fuente
tarlos porque carece de competencia sobre el que Auerbach arroja una mi- de la cual Auerbach deriva la valida-
lingüística. rada distorsionada. Hoy, los estudios ción de la narración figural y realista,
Una impaciente diseminación mar- literarios comparados, en primer lugar Atenas y Jerusalem, está hoy lejos del
ca el último capítulo, que debió de ser en Estados Unidos, se han profesiona- reconocimiento incluso de los cultos.
escrito en momentos de mucha ten- lizado; están atravesados por la correc- El mapa de lo que los franceses desig-
sión (las noticias del holocausto que ción política –que rechaza las lenguas nan como mentalités, el alfabeto de
empezaban a recorrer el mundo). Co- clásicas y el etnocentrismo europeo– una cultura compartida, ha cambiado
mienza con Mrs Ramsay tejiendo la y muchas veces reducidos a la lectura profundamente desde 1945.
media parda en Al faro de Virginia antologizante de “grandes libros” en Sin embargo, Mimesis sigue tenien-
Wolf. Las variadas focalizaciones, la ediciones populares y traducciones de- do una dimensión excepcional. Es un
interrupción de procesos externos por ficientes. Sólo en Europa oriental la libro necesario por razones bien especí-
internos, con las correspondientes ines- visión del comparatista todavía está vi- ficas. Nada está tan ausente en nuestro
tabilidades de la voz narrativa, son una va, como heredera de la tradición de encuentro y comprensión de la gran li-
síntesis de las complejidades inextri- los estudios eslavos. En los demás lu- teratura como la felicidad. La maravilla,
cables de la vida, en las que la delica- gares, tiende a ser ocasional y frag- la risa incluida también en la creación
deza de Mrs Ramsay “se manifiesta y, mentaria. La encontramos cuando Um- de lo trágico –quizás sólo Nietzsche tu-
al mismo tiempo, se oculta”. Una mi- berto Eco estudia la traducción y sus vo las palabras adecuadas para descri-
rada no intencional nos lleva a las pro- problemas filosófico-semánticos que birla– irradian del saber de Auerbach.
fundidades de la conciencia. Y de allí son cruciales para cualquier empresa Sabe que las obras de los maestros son
partimos hacia un excursus sintético comparatista; brilla en las monografí- un don, impredecible, muchas veces di-
sobre Proust. El Ulises de Joyce es as de Pierre Brunel sobre el juego me- fícil, pero en cierto sentido milagroso.
“un burlón torbellino de la tradición tamórfico entre texto literario y pues- Homero y Dante podrían no haber exis-
europea, inspirado en un odio cordial; ta en escena musical; en Charles Ro- tido, o haberse perdido. Un júbilo grave
su cinismo es chillón y doloroso, su sen, sobre el romanticismo; o en los que celebra nuestra buena fortuna mue-
simbolismo, indescifrable”. Ojalá esta vínculos establecidos por Anne Car- ve este libro. Somos sus deudores.
nueva edición de Mimesis1 hubiera po- son entre Simónides y Paul Celan. Pe-
1. Steiner se refiere a la nueva edición en in-
dido pasar por alto estas páginas fina- ro ¿quién hoy, salvo en el nivel de la glés de Mimesis; The representation of reality
les, reteniendo solamente el emocio- haute vulgarisation, se atrevería a in- in Western Literature, traducción de Willard R.
nante epílogo. Auerbach se pregunta tentar el repertorio cronológico, lin- Trask, Princeton University Press, cuya publi-
si los lectores en los que deposita su güístico y formal de Mimesis? cación suscita el presente artículo aparecido en
el Times Literary Supplement, septiembre 19,
esperanza están todavía vivos, si re- El leviatán de Erich Auerbach es 2003. En esta traducción del artículo de Stei-
encontrará amigos de otras épocas. Se inocente del reduccionismo arrogante ner, realizada por B.S., las citas de Mimesis han
remonta hacia las raíces de su obra, del psicoanálisis. Su tranquila confian- sido tomadas de la versión castellana, de I. Vi-
hasta el Platón de la condena de la za en el lenguaje, tanto en el propio llanueva y E. Imaz, Fondo de Cultura Econó-
mica, México, 1950. Como se ve, la traducción
mimesis estética en el Libro X de la como en el de los textos que glosa, su al castellano se anticipó en tres años a la ingle-
República y la orgullosa reivindica- presupuesto axiomático de que las re- sa, de 1953, cuyo cincuenta aniversario conme-
ción de Dante de que la Commedia laciones entre mundo y palabra son mora el ensayo de George Steiner.
1978 Punto de Vista cumplió 25 años
y edita un CD con sus primeros
2003 75 números
Textos e imágenes completas, índices, base de datos e historia de la revista

Con el CD se lanza una edición especial de 99 carpetas de artista,


numeradas, con grabados y serigrafías originales de Adolfo Nigro,
Félix Rodríguez y Eduardo Stupía

Precios
CD: CD en carpeta de artista:
Argentina, 15 $ Argentina, 80 $
Países limítrofes, 10 U$S Exterior, 60 U$S
Exterior, 15 U$S (con entrega puerta a puerta)

El CD está en venta en las librerías de todo el país donde habitualmente


se encuentra la revista. También en los kioscos de Marcelo T. de Alvear y
Uriburu, y de Corrientes 1585 (La Paz), en Buenos Aires.

Las carpetas numeradas, con grabado o serigrafía de Adolfo Nigro,


Félix Rodríguez o Eduardo Stupía, se adquieren directamente en Punto de
Vista: (54 11) 4381 7229 / email: info@bazaramericano.com

25 años
números 1 al 75
1978 - 2003

Inicio Historia Números 1-25 /26-50 /51-75 Base de datos Créditos

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