Nuestros sueños son la voz del centro psíquico interno que nos capacita para alcanzar la
totalidad. La estrecha relación existente entre los sueños y nuestros problemas religiosos
más acuciantes justifica el que les hayamos calificado como "el lenguaje olvidado de Dios".
John Sanford
l hecho de prestar atención a los sueños supone el principio del fin de las ilusiones que
encarcelan al alma. Los sueños, por ejemplo, nunca mienten sobre nuestros sentimientos, de
modo que, cuando nuestra alma se siente inquieta, nuestros sueños pueden llegar a ser tan
angustiosos que llamen nuestra atención sobre el sufrimiento interno que se halla
enmascarado detrás del mundo del ego. Y aunque el ego pueda identificarse con las
ilusiones de cambio manipulando el mundo externo, el alma, sin embargo, nunca se queda
satisfecha con ello.
Existe un viejo proverbio chino que dice: "Si quieres ser feliz por un día, mata un cerdo; si
quieres ser feliz por un año, despósate; pero si quieres ser feliz el resto de tu vida, planta un
jardín".
El cuidado de un jardín constituye una adecuada metáfora del cultivo de la conciencia
onírica y del mundo del alma. Son muchas las cosas que podemos hacer para proporcionar
a las plantas un entorno favorable pero, en última instancia, no podemos obligarlas a crecer
puesto que ellas crecen por sí solas y, del mismo modo, tampoco podemos manipular la
liberación de nuestra alma. Lo que sí podemos hacer, en cambio, es escucharla y tratar de
comprender y responder a sus llamadas. La atención a los sueños y los ensueños de la vida
de vigilia nos permite profundizar la conciencia de nuestra alma.
Desde la más remota antigüedad, el ser humano ha venerado a los sueños como
revelaciones o mensajes de Dios, o del mundo espiritual, procedentes del inconsciente
personal o colectivo. Y aunque en ocasiones el inconsciente colectivo se equipare al mundo
del alma, no todos los contenidos del inconsciente colectivo son espirituales ni tampoco
todos los sueños son mensajeros del alma.
Los sueños y las fantasías diurnas pueden estar preñados de tensiones y deseos encontrados.
Pero el trabajo con los sueños nos permite transformar nuestras pesadillas si somos capaces
de pedir ayuda en él como partes proyectadas de nosotros mismos. El role playing debilita
las rígidas barreras existentes entre uno mismo y los demás. Cuando nos demos cuenta de
que los sueños revelan las facetas enajenadas de nuestro psiquismo, podremos comenzar a
reapropiarnos conscientemente de ellas, fomentando de este modo una reintegración tan
curativa como liberadora; un proceso que demuestra claramente que estamos más en
contacto de lo que suponemos con aquello que parece sernos ajeno y que la fisura, en
consecuencia, existente entre el sujeto y el objeto no es tan real como creemos.
Los contenidos del sueño -sueños, visiones o dioses- son objetos sutiles que poseen luz
propia y cuya forma cambia de continuo. Los dioses, los cielos y los infiernos constituyen
lo que podríamos denominar el aspecto cósmico de sueño. El sueño, por su parte, es el
aspecto personal del mito… Del mismo modo que somos uno con nuestros sueños, también
somos uno con nuestros dioses."
Joseph Campbell
El trabajo con los sueños nos permite acceder directamente a los cielos, a los infiernos y a
las regiones intermedias existentes entre ambos. En este sentido, el significado del sueño
suele ser relevante para el viaje del alma y su interpretación puede servir para el desarrollo
del espíritu. Y el diálogo con alguien que se halle familiarizado con el significado de los
símbolos sagrados puede facilitar este tipo de interpretación. Cuando estamos dispuestos a
profundizar en los sueños utilizando diversas técnicas -como la asociación libre, la
amplificación la imaginación activa y la interpretación simbólica, por ejemplo-, éstos
pueden tener un efecto saludable sobre el bienestar psicológico independientemente del
hecho de que tratemos, o no, de desentrañar su significado espiritual.
La asociación libre consiste en explorar los recuerdos, imágenes o ideas que afloran en la
mente. La amplificación, por su parte, se centra en las propias imágenes del sueño y en lo
que pueden evocar. La imaginación activa puede utilizarse para revisar el sueño y darle un
final diferente, o para proseguirlo de manera imaginaria. La interpretación simbólica
implica aprender a leer el lenguaje de los símbolos. Un símbolo siempre apunta más allá de
sí mismo hacia la realidad que, al mismo tiempo, revela y oculta. En este sentido, su
significado despende del contexto en el que se manifieste. En consecuencia, símbolos
universales tales como el fuego, el aire y el agua, por ejemplo, no siempre tienen el mismo
significado.
EL SUEÑO LUCIDO
Los sueños nos demuestran que tenemos la capacidad de construir el mundo que nos
gustaría simplemente con desearlo. Y mientras lo vemos no dudamos de su realidad. Dentro
de nuestra mente existe todo un mundo que parece independiente…, y el mundo al que
creemos despertar no es sino otra forma del mismo mundo que vemos en los sueños. Todo
nuestro tiempo lo pasamos soñando."
-Un curso de Milagros
En un sentido real, todo lo que vemos en nuestra vida es como un gran sueño. Cuando los
examinamos detenidamente, el gran sueño de la vida y los pequeños sueños de cada noche,
son tan diferentes, ya que, si nos damos cuenta de la naturaleza esencial de ambos, veremos
que realmente no existe ninguna diferencia entre ellos. Cuando podamos liberarnos de las
cadenas de las emociones y de los apegos del ego, esta comprensión nos brindará la
posibilidad de alcanzar la iluminación".
-Namkhai Norbu
Una de las diferencias existentes entre estar despiertos y estar dormidos es que , en este
último caso, no solemos saber que estamos soñando. Tal vez pensemos incluso que lo que
ocurre en los sueños no tiene nada que ver con nuestra mente. Pero cuando logramos
despertar y cobrar lucidez dentro de un sueño, nos damos cuenta de que estábamos soñando
y tenemos la oportunidad de transformar el sueño y elegir deliberadamente la creación de
una experiencia diferente.
La práctica del sueño lúcido -que implica seguir soñando mientras somos conscientes de
ello-, nos permite actuar sin miedo al daño físico. En los sueños, por ejemplo, podemos
atravesar los objetos sólidos, volar o respirar bajo el agua. Hollywood ha descrito este tipo
de experiencia en películas como Ghost, por ejemplo, cuando el personaje descubre que ha
muerto y ya no puede seguir actuando en el mundo físico hasta que desarrolla la
psicokinesis (la capacidad de mover objetos a distancia recurriendo
l yoga tibetano del sueño comienza tratando de alcanzar la lucidez onírica durante la noche
y, a través del recuerdo de que toda percepción es un sueño, prosigue intentando hacer lo
mismo en la vida de vigilia. Los monjes de esta tradición se adiestran en mantenerse
continuamente lúcidos, tanto en el estado de vigilia como en el estado de sueño sin
ensueños. Según se dice, cuando el yogui ha aprendido a estar lúcido o atento a los sueños
durante las veinticuatro horas del día, también permanecerá despierto en el estado más sutil
posterior a la muerte.
Cuando una persona se da, por vez primera, cuenta de la posibilidad de permanecer
consciente de los sueños, es probable que se lance a satisfacer cualquier fantasía -de placer,
sexo y aventura- que atraiga su atención durante el sueño. Al cabo de un tiempo, sin
embargo, el soñador comienza a aburrirse de la reiteración de los mismos viejos temas y a
tomar en consideración otras aspiraciones más elevadas. A partir de entonces, el objetivo
deja de girar en torno a la gratificación egoica de los deseos mundanos y se centra en la
exploración de las posibilidades que nos brinda este nuevo estado. A lo largo de su
investigación acerca del sueños Stephen LaBerge aprendió que la entrega al yo superior -a
lo que él denominaba "lo más elevado"-, resultaba mucha más satisfactoria que la reiterada
escenificación de los deseos del ego. Según LaBerge:
LaBerge concluye diciendo que este sueño lúcido fue muy significativo para él.
Según él, el yoga tibetano del sueño atraviesa varias etapas, que se inician con la lucidez,
prosigue con el control de nuestras reacciones ante los posibles contenidos oníricos,
continúa con la comprensión de que su contenido es maya o ilusión y con su
transformación en los contenidos opuestos y concluye, cuando uno ha adquirido la
suficiente destreza, con la comprensión de que todas las apariencias son un "mero juego de
la mente"
Cada uno de nosotros es libre de elegir los sueños que aspira a realizar. Rara vez, sin
embargo, reconocemos que ya disponemos de esta libertad interior y creemos que debemos
alcanzarla en algún supuesto futuro. Cuando los placeres sensoriales, que nos proporciona
el mundo onírico dejan ya de ser satisfactorios, el soñador puede aspirar a algo más
significativo, invocando, para ello -como hizo LaBerge en el sueño que acabamos de
relatar-, una experiencia transpersonal o espiritual; otras personas, por su parte, emprenden
la búsqueda de un símbolo, un maestro o una deidad. Una forma alternativa de utilizar los
sueños como despertadores espirituales consiste en orientarlos hacia un poder superior,
tratando de ser plenamente conscientes de cualquier cosa que pueda revelárselos. Una
tercera posibilidad consiste en rezar o meditar durante el sueño. Y todos estos métodos
pueden resultar sumamente liberadores porque, cuando el alma de quien sueña es
consciente de la luz durante el sueño, está en condiciones de disolverse en la vacuidad.
Cuando logremos mantener nuestra lucidez durante el sueño habremos alcanzado la libertad
para ser creativos y propiciar cambios en función de nuestra sabiduría interna y de las
aspiraciones de nuestro corazón. Y, en el caso de que no sepamos bien lo que queremos,
siempre podremos pedir ayuda o consejo, tanto en el estado de sueño como en el de vigilia.
Una psicoterapeuta, por ejemplo, dijo que, cuando se hallaba ante un paciente difícil, solía
pedir en silencio la guía del Espíritu Santo. Y, cada vez que lo hacía, experimentaba una
sensación de seguridad que le permitía ver las cosas de manera diferente y le ayudaba a
afrontar la situación con mayor confianza. El hecho de solicitar ayuda puede aumentar la
lucidez y capacitar al soñador para que convierta el trabajo onírico en una práctica
espiritual.
Es recomendable practicar el siguiente ejercicio, originalmente concebido por Laberge,
cuando estamos acostados en la cama antes de dormir o cuando el insomnio nos impide
conciliar el sueño;
Cuenta cada respiración y, al inspirar, di "uno"; al expulsar el aire, afirma "estoy soñando".
Al inspirar nuevamente di "dos" y, cuando espiras, repite "estoy soñando". Luego continúa
del mismo modo diciendo "tres", "estoy soñando"…etcétera.
¿Es un sueño tu vida? Física Cuántica experimentada
:: Silvia Malamud ::
Una de las cosas que nos define la realidad tal como la conocemos es la
percepción de la continuidad de tiempo y espacio. Solemos distinguir lo que es
sueño de lo que es realidad cuando estamos en estado de vigilia.
Nuestra lógica lineal y percepción material, entre otras cosas, sirven para no
perdernos en un universo cuántico de posibilidades infinitas. Cuando
despiertos nos situamos entonces en el colapso de la materia como dicen los
físicos cuánticos y no en ondas de posibilidades como supuestamente ocurre
en los sueños.
Evita, por tanto, cometer equivocaciones, pues los más variados rumbos de
vida son ofrecidos desenfrenadamente. Desde los que tienen algún sentido, a
los que están literalmente fuera de rumbo… Seducción y orientación sobre lo
que es importante seguir, no faltan. Dogmas religiosos, sociales, estrategias de
marketing, en fin, todo parece ser una venta y/o imposición sobre cómo
deberías llevar a cabo la experiencia de tu jornada terrena.
Las más diversas crisis suelen ocurrir cuando no vamos por el camino del
corazón. Las insatisfacciones, cuando deflagradas, promueven corrección de
metas y en esas ocasiones los escenarios conocidos suelen cambiar de modo
sorprendente. A veces aterrador.
Podemos poner los más variados ejemplos. Desde personas que se aseguraron
evitando la transformación de lo que literalmente sufrieron y aún sufren…
Hasta las personas que se abrieron a lo nuevo y pudieron pasar por el extraño
camino del no lo sé abriéndose para que el sentido mayor cruzase con la
sabiduría de siempre por sus caminos.
¿Dónde entran los sueños en esa cuestión existencial? Y a fin de cuentas ¿para
qué soñamos? ¿Qué ocurre en nuestra mente, en nuestro mundo interior
cuando soñamos? ¿Cómo queda la percepción de realidad y por qué cuando
estamos soñando todo tiene una lógica diferente de esta nuestra de aquí, pero
que en el sueño forma sentido?
Obsérvese que según este precepto, un vidente puede ver algunas de esas
ondas de posibilidad, las que están más cerca de materializarse, y a partir de
ahí hacer su videncia sobre un factor concreto a colapsar, ello antes de que sea
efectivamente elegido por el observador para este intento.
Hay mucha especulación sobre el arte del soñar. Están los sueños lúcidos, los
sueños compartidos, los sueños premonitorios, las experiencias extra-físicas y
por ahí va.
Creo que siempre que “soñamos” estamos vivenciando realidades tan vividas
como estas nuestras.
Pienso que en esas experimentaciones se incluyen nuestros sueños/vida de
aquí, o sea, nuestras experiencias. En resumen, estamos experimentándonos
ahora y siempre. Estar lúcidos, con acciones deliberadas y sin miedo a entrar
en contacto directo y responsable con todo cuanto podemos, parece ser
nuestra cuestión mayor. Y mientras eso no ocurre continuamos en la rueda,
perteneciendo a los sueños de otros, despertando de cuando en cuando en
crisis para rectificar, en la suerte de que cuando eso ocurre, hacer buen uso de
esos momentos.