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*** Una supervaloración de la fuerza de su ataque nos lleva al defecto

contrario, al de sentirnos perdidos en una de esas posiciones en que, según la


gráfica expresión popular, " no hay nada que hacer"

*** El jugador mira el tablero; pero evoluciona con las piezas, previendo
jugadas, y debe ser capaz de retener claramente la posición resultante y de
pensar sobre ella cual si estuviese efectivamente dada sobre el tablero. No hay
posibilidad de combinar si no se puede considerar las posiciones posibles
como si fuesen actuales y verlas claramente como tales.

Es perjudicial pretender analizar hasta los detalles de posiciones


excesivamente complejas, pues esa tarea insumiría mucho tiempo y exigiría
un desgaste excesivo. La posición ideal es siempre el justo medio. El
aficionado debe forzar su atención un poco y combinar hasta donde empiece a
sentir dificultades. Cumple el rol de economía del pensamiento la experiencia
acumulada para determinar lo que el oponente “debe” hacer.

La verdadera postura del ajedrecista es en realidad la de buscar siempre la


iniciativa, minar la posición rival por medio de jugadas que al crear problemas
permanentes provoquen debilidades que más tarde permitan llevar a efecto un
ataque ganador. Atacar sin debilidades en la posición rival es muy heroico,
pero carece de inteligencia.

“La habilidad para valorar una posición es tan esencial como la habilidad para
analizar variantes” Botvinnik El proceso de valorar una posición se forma de
dos maneras: analizando los elementos y sintetizando estos factores

Steinitz: “Quien tiene ventaja debe atacar o perderá dicha ventaja”

**¿¿Cómo se mide la habilidad de un jugador??** La habilidad de un


jugador se mide por tres factores: la capacidad de su visión mediata, el
conocimiento de las posibilidades, debilidades y potencias de los diversos
elementos del juego (lo concreto: las piezas; lo abstracto: líneas, puntos,
cadenas de peones, enroques, centros, etc.) y su capacidad de actualizar todo
este conocimiento en cada jugada y formar un certero juicio de la posición,
que conduzca y guíe su visión mediata.
Todo error es, en definitiva, una omisión . Al pensar en nuestras jugadas y sus
respuestas, omitimos una o varias movidas que alteran todos nuestros planes.

Ambos jugando para conseguir simples ventajas posicionales, lo que se llama


juego de posición, hemos dejado de ver jugadas muy sencillas, pero que no
son propias de este juego. Suele pasar lo mismo a la inversa. Los errores
pueden ser omisiones de mi jugada o de su respuesta

El juego de ajedrez es mucho más rico en posibilidades de lo que


generalmente creen los jugadores, que tienden a considerar, en general, las
posiciones mucho más claras de lo que realmente son. Es por lo general, una
sola jugada equivocada puede significar la pérdida de la partida más
evidentemente ganada.

Ahora bien: el 99% de los errores de análisis son una o más jugadas
excepcionales.

Hay Jugadas equívocas (contrarias a las univocas): tiene dos intenciones, muy
distintas entre sí, de las cuales la más oculta pasa inadvertida. Según esto, para
depurar la visión y aumentar su agudeza evitando estas omisiones, el mejor
camino es trabajar para dominar y manejar los elementos excepcionales del
juego, de modo que no se los pierda nunca de vista en los análisis.

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