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i t • • * *' t .
ENSAYO
SOBBB
LA INDIFERENCIA
EN MATERIA DE RELIGION.
OBRA ESCRITA
pob F. DE LA MENNAIS , pbesbítebo
T TRADUCIDA DE LA CUARTA RhiCiON FRANCESA
#or ft. 3obc tíüatia Sano it la Vtga .
DOCTOB EN SAGBADA TEOLOGIA, y LECTOB EN I. PBAKC1SCO
DB LA OBSEBvANC1A DB CADIZ.
REVISTA , COTEJADA , Y CONTINUADA SOBRE LA
OCTAVA EDICION
pOR DON J. M.,
DOCTOS TKOI.O6O DEL CUMIO T CLACBTHO DI L|
TNIVEMIDID DB AMAU
píu», ttun in profundum venerit... tootiuunt.
PROV. XVIII, 3.
TOMO CUARTO.
PARIS , MEJICO,
LIBBEBIA DE BOSA. UBBEBIa DE CALViiN.
183S.
1 3 > I
»
ADVERTENCIA
DEL AUTOR.
\
ADICION
EK u EDiaon DE 1825.
LA INDIFERENCIA
EN MATERIA DE RELIGION.
PARTE CUARTA.
EL CRISTIANISMO ES LA UNICA RELIGION REVELADA
I'OR 1)108, O LA SOLA VERDADERA.
CAPITULO PRIMERO.
pbimeba consecuencia del pbincipio de autobidad i . .
LA VEBDADERA BELIgION ES NECESiBiAME
BEvELADA pOB DIOS.
Hemos probado que existe una verdadera
ligion, que no hay mas que una, que es abso
lutamente necesaria á la salud , y que la auto
ridad es el medio general dado á los hombres ,
para discernirla de las religiones falsas. Nos
i.
2 PARTE CUARTA.
queda, pues, que demostrar que en efecto,
desde el origen del mundo, la mayor autoridad
visible, ha pertenecido constantemente á una
sola Religion, cuya verdad siempre ha podido
ser reconocida por este carácter.
Antes de entrar en las explicaciones y porme
nores que exige una materia de tan universal im
portancia, debemos suplicar á todos los que lean
este escrito, alejen de su entendimiento toda
clase de preocupaciones , todas las opiniones va
nas que , envolviéndole como en una densa nie
bla, impedirían penetrase en él la luz. Ella se
derrama en los corazones sinceros : y he aquí
porque , mientras que todo parece obscuro á la
razon disputadora y altanera , todo es claro para
las alinas rectas , al menos , todo lo que interesa
verdaderamente al hombre. Del orgullo, es de
donde nacen las tinieblas , del orgullo , padre de
las prevenciones, de las secretas repugnancias
contra la verdad , dé las dudas desoladoras , y de
las pasiones innumerables, que tiranizan el en
tendimiento y le arrastran lejos del Sol de las
inteligencias , lejos de la fuente de la vida , lejos
de Dios. EL nos ha hecho para conocerle; pero
CAPITULO PRIMERO.
ha querido que nuestra fe fuese libre; y sobre
todo, humillando la presuncion de nuestro espí
ritu , tiene á bien hacerle sentir su saludable de
pendencia : lo ha criado flaco por sí mismo , y
fuerte por la sociedad; y, señalando á la virtud
mas dificultosa la recompensa mas elevada , ha
fundado la certeza sobre la desconfianza de sí
mismo, y toda nuestra entera felicidad sobre
una humilde obediencia.
Así hemos visto que no se desechan las creen
cias necesarias , sino separándose de todos los
pueblos, y negando el testimonio del género hu
mano, poniendo la propia razon en lugar de la
razon general , y proclamándose , á sí mismo y
solo, infalible en medio de todos los hombres,
que se supone han errado por espacio de cua
renta siglos. Si, por el contrario, se sigue fiel
mente el principio que hemos establecido, y que
no se puede trastornar sin echar por tierra la
base de nuestros conocimientos y juicios, se
avanza con un paso seguro en la senda de la ver
dad , y esta se manifiesta plenamente ; las som
bras que la obscurecían se desvanecen. Entre las
diversas religiones que dividen el mundo , se
4 PARTE CUARTA.
discierne la verdadera con la misma facilidad
que estamos seguros de nuestra existencia , y so
mos cristianos por los mismos medios que somos
hombres, creyendo lo que atestigua la mayor
autoridad '. t No hay, » dice San Agustín,
' « Cuando una vez los hombres han llegado á sacudir el yugo
« de la autoridad, ¿ hay entre ellos alguna regla fija é inmutable
« acerca de la Religion? » {Quest. sur iIncrédulite, par M. l'é-
réque du Puy, cuest. IV, pág. 260.) « No se establece el pirro-
« nismo fijándose en la tradicion constante, uniforme, universal
« de todos los pueblos en su origen, que atestigua una revelacion. '
« Por el contrario, siguiendo un camino diferente, dándoselo todo
« al raciocinio y nada á la tradicion, es como los filósofos han he-
« cho nacer el pirronismo. Todos aquellos que quieren,seguir el
• mismo método, vendrán á dar en el mismo término : Dios ha
« querido instruirnos por la tradicion y por la vía de la autoridad,
« no por el raciocinio. » (BEBfiiEB. Traite de la vraie Beligion,
tom. I, p. 316. Edic. de Desaniori, 1820.) El primer autor que
emprendió, despues de la restauracion de las letras, defender la
Religion cristiana contra los ateos, deist is y bereges, estableció el
principio de autoridad, como la única base sobre la cual sea posi
ble elevar, con solidez, el edificio de nuestros conocimientos,
sean de la clase que fueren. « Por la inclinacion natural de los
a hombres. » dice, « ellos trabajan continuamente buscando la
« evidencia, la verdad y la certeza, y no se pueden saciar ni con-
<i tentar, á menos que no lleguen á estar cerca del último punto
« de su poder. Mas, hay grados en la certeza y en la prueba, que
« hacen que unas pruebas sean mas fuertes , otras mas débiles,
« una certeza mayor, otra menor. La autoridad de la prueba
t y la fuerza de la certeza se engendran de la fuerza de los
CAPITULO PRIMERO.
t ningun camino cierto por el cual las almas
< puedan alcanzar la sabiduría y la salud , á me-
t nos que la fe no Ies prepare á la razon '. »
Los sistemas falsos de filosofía , adoptados su
cesivamente desde Aristóteles, y cuyo influjo se
extendió hasta las escuelas cristianas, tenían to
dos una tendencia comun. Dejaron los espíritus
en una obscuridad inconstante, substituyendo
puras abstracciones á la realidad de las cosas. No
considerando nunca al hombre sino aislado, y
privándole de este modo del apoyo de la tradi
cion , le obligaron á buscar en si mismo todas
las verdades necesarias y la certeza de estas ver
dades , atribuyendo á la razon de cada individuo
los derechos de la razon universal, de la misma
■ Icsiigos y de los testimonios, de los cuales depende la rei -
« dad; y de aquí nace que cuanto mas verdaderos, claros, é in-
« dubitables sean los testigos, tanta mas certeza habrá en lo que
■ ellos prueban. V si ellos son tales, que sus testimonios por su
• evidencia no pueden ofrecer duda alguna, todo aquello que
« ellos atestigüeu como verdadero, será para nosotros certísimo,
« evidentísimo y muy manifiesto. » Théologie naturelle de Ray-
mond de Sebonde, cap. i, p..í y 2. Paris, I6H.
' Nulla certa ad sapientiam salulemque animis vía rst,
niii cúm eos rationipra'colil fides. Dentilít. crcdendi,cap. xtii,
Opee, tom. VIII, col. 69.
6 PARTE CUARTA.
razón divina , y libertándola así de toda depen
dencia como de toda autoridad. Desde este ins
tante, el hombre quedó único dueño y arbitro
de sus creencias y obligaciones : fué infalible, fué
Dios, pues que se arrogó la plenitud de la sabi
duría intelectual, y, en vez de decir, como la
Religión y el sentido comun le dictan : Hay Dios,
luego yo existo , se colocó insolentemente á la
cabeza de todas las verdades y de todos los se
res, diciendo : Yo existo, luego hay Dios.
No es este el lugar oportuno, en que conviene
desenvolver las consecuencias de este error
grande y fatal. Debemos, sin embargo, observar
una , que está enlazada con la materia que ahora
tratamos. Despues de haber separado al hombre
sistemáticamente de la sociedad, ha sido pre
ciso, ó abandonarle á un ateismo irremediable,
ó sostener que tiene en sí una ley moral y reli
giosa , independiente de la tradición ; ley cierta y
conocida de todos, sin revelación primitiva, y
sin enseñanza exterior que la perpetúe. Un hor
ror justo al ateismo ha hecho á la mayor parte
de los filósofos , abrazar este último partido. Han
imaginado , pues , una religión que llaman natu
CAPITULO PRIMERO. 7
ral , porque la naturaleza , dicen ellos , la enseña
á todos los hombres, de modo, que cada uno de
por sí , consultando su sola razon , descubre en
ella todo lo que debe creer y practicar. Se han
habituado desde luego á distinguir dos religiones
diferentes por su origen, la una natural y nece
saria , la otra contingente y revelada , oponiendo
de este modo la naturaleza á la revelacion ; como
si la revelacion , que no es mas que Ja manifes
tacion de Dios al hombre , el Criador que habla
á su criatura inteligente, el poder ó autoridad á
sus subditos , el padre á sus hijos , no fuese lo
que se puede concebir mas conforme á la natu
raleza del hombre, que nada sabe fuera de lo
que se le ha enseñado , y á la naturaleza de Dios,
que no ha criado al hombre mas que para que le
conociese, amase y sirviese. .
Pero las ideas mas simples , y que han sido
comprendidas por todos los pueblos, son preci
samente aquellas con que choca el espíritu filo
sófico. El filósofo no admite ni quiere maestro
alguno en la indagacion de la verdad : ella debe
ser su propia posesion , una conquista suya , so
pena de desecharla con menosprecio. Nadie tiene
3 PARTE CUARTA.
derecho para decirle : Creed; y, si consiente en
reconocer alguna cosa superior á él , si se digna
admitir un Dios , es preciso que él se haya eri
gido á sí mismo en este Dios, y que su razon de
un dia haya creado al Eterno.
Ciertamente, hay razon para asombrarse de
que la absurda hipótesis de una religion que cada
uno halla en sí, sin instruccion precedente,
haya podido ser adoptada por algun cristiano.
Esta religion , que no es otra cosa que el deís
mo ', no tendría alguna base, ó se apoyaría,
bien en el sentimiento , bien en el raciocinio in
dividual, y tambien siempre, y en último análisis,
en el raciocinio; porque, ¿qué se haria, y qué
se debería hacer, si lo que se piensa estuviese
discorde con lo que se siente? ¿Y no es la razon
quien juzga , quien decide, quien afirma? La re
ligion natural, pues, no seria ni cierta, ni obli
gatoria * : no seria cierta , pues que su certeza
xxt yxp uScctos Ttpo%ocá, xat t« óiXXx fura tíís yí5s pl&i e*no-
Demopbil. Sententice pythagoricce, p. 40, Lipsix, 1744,
y Plít6. De legib., lib. III, y STbAb., lib. XVI.
CAPITULO PRIMERO.
naturaleza, y la religion natural es necesaria
mente revelada. ¿Cómo conocemos nosotros los
nombres mismos de religion, Dios, eterno, infi
nito , justicia , obligaciones , etc. Sino porque los
habernos aprendido , porque forman una parte
del idioma que se nos ha enseñado? ¿Los habría
mos inventado nosotros ? ¿ó, sin ellos, tendría
mos las ideas que ellos expresan ? Y si es impo
sible que hayan sido inventados jamas, por ne
cesaria consecuencia, es preciso que el primer
hombre que nos los ha transmitido, los recibiese
él mismo de boca del Criador ; y así es como en
contramos en la palabra infalible de Dios el orí-
gen de la Religion y de la tradicion que la con
serva '. . . < .
' I.a palabra retigion no se llalla mas que seis veces en el Pen
tateuco, y tres en los demas libros del Testamento antiguo. Nun
ca tiene allí el sentido que los cristianos la apropian, es decir, no
significa la reunión de las obligaciones del hombre, de lo que
debe creer, amar y obrar. Nunca significa otra cosa que los pre
ceptos y ceremonias de la ley mosáica, y, en muchos lugares, tal
ó tal rito particular.
" No podemos asegurar absolutamente que ningun Padre, con
especialidad de los menos antiguos, no haya jamas empleado esta
palabra, mas no nos acordirnos de ningun pasage que pueda ser
vir de ejemplo : y esta expresión será siempre muy rara vez
cuando se encuentre en sus escritos.
"' Por ejemplo, el sacrificio es una parte del culto universal
debido á Dios ; pero losjudíos, en fuerza de la ley, estaban obliga
dos además, como observa Sto. Tomas, á ofrecer tales sacrificios
particulares. liti qui sunt sub lege, lenentur ad determínata
48 PARTE CUARTA.
mayor ó menor número de hombres dispersos
en las naciones , y que instruidos por la revela
cion primitiva, cuya memoria jamas se borró en
el mundo , obedecían fielmente á esta ley general
. y conocida por todos. No se ve que el pueblo
santo haya tenido nunca un símbolo particular,
ó mas extenso; ni aun habia símbolo alguno, ó
profesion de fe determinada por una autoridad
pública, y mas adelante severa el por que. Las
verdades necesarias se conservaban en él , como
en los demas pueblos, por la tradicion '. Lo que
le distinguía era, en primer lugar un conoci
miento mas extenso y claro del Mediador espe
rado; en segundo una ley ritual, á un mismo
tiempo religiosa , política y civil , que le preser
vaba de la idolatría , y conservaba en medio de él
un culto agradable á Dios.
Esta ley era tanto menos la Religion propia-
1 Ego sum Domirus Deus tutu .... tton habebis dtes alit-
»o« tvram me. Exod., XX, 2j S.
CAPITULO TERCERO. 53
nian poco que temer los errores especulativos :
no era entonces el abuso de la razón la enferme
dad grande del género humano. No se negaba la
verdad ; rara vez la corrupción del corazón lle
gaba basta el entendimiento ; pero los hombres ,
esclavos de los sentidos , se dejaban arrastrar con
una especie de furor brutal á los desórdenes mas
excesivos , y mostraban , en la ceguedad de sus
pasiones, tanta osadía en violar la ley moral,
cuanta inclinación á abandonarse á todos los
cultos falsos.
Dios, proporcionando el remedio al mal, pro
mulgó de nuevo la ley que se desconocía ; unió ,
íntimamente y con vínculos indisolubles, esta
ley á las leyes políticas y civiles que impuso al
pueblo, constituyéndose su gefe inmediato y úni
co Soberano. Prescribió á este pueblo un culto
digno de su santidad : lanzó sus anatemas contra
los adoradores de la criatura, y les amenazó con
sus venganzas : les condenó tambien sobre la
tierra al último suplicio; sacrificó por la espada
naciones enteras , para hacer conocer á los hom
bres groseros la grandeza de unos crímenes, que
habian merecido castigo tan horroroso. Con el
54 PARTE CUARTA.
fin de contenerles en su deber, empleó ya el ter
ror del castigo, ya la esperanza de la recompen
sa ; y quiso que estas recompensas, tan durade
ras como la felicidad á que estaban prometidas ,
estos castigos tan prontos como la ofensa, fuesen
como la sanción siempre presente de sus manda
mientos, y sirviesen para darle á conocer en to
do el mundo por aquel Dios del universo , solo
eterno, solo justo, solo poderoso, cuya existen
cia proclamaba en todas partes la tradición , y
que casi nadie se acordaba de honrar y darle
culto '.
' Nunc igitur Dominas Deus noster , satvos nos fac de manu
fjus, ut sciant omnia regna terrce, guia tu es Dominus Deus
sotus. (IV. Reg. XIX, 19.) — Nosotros vemos en efecto los pueblos
con quienes los judíos estaban en relacion , reconocer á su Dios
por el soberano Señor de cielos y tierra, como lo observa el abate
Le Balteux. « Cuando Salomón subió al trono, el rey de Tiro dio
« gracias at Señor Dios porque habia dado á David un sucesor
t digno de él (IIl. Reg. V. 7.) Ciro en sus edictos reconoce que suj
« victorias son un don del Diosdel cielo (i. Esd, I. 2.) Darío quiere
i que los judíos ofrezcan votos por él al Dios del cielo. (/. Esd.
« V. 10.) Artaxerxes se expresa en Esdras casi del mismo modo.
« Asuero reconoce al mismo Dios, en el decreto que dirige i las
« ciento veinte y siete provincias de su imperio , desde la India
« á la Etiopia. (Es(ft. XVI., 16.) » ¿ Cuál hubiera sido el sentido de
« estos decretos , si las naciones hubiesen ignorado , que habia un
CAPITULO TERCERO.
El objelo pues de la segunda revelación ó de
la ley mosaica, no era fundar una nueva religión,
sino recordar y afianzar aquella que se apoyaba
en la primera revelación , constituyendo un pue
blo encargado especialmente de conservar en
toda su pureza las tradiciones antiguas , un pue
blo que sirviese de modelo, cuyas creencias, ley
moral, y culto fuesen una protestacion continua
contra la idolatría y los desórdenes que la acom
pañaban '.
Tenia tambien otro destino este pueblo, en
los designios de Dios. Se le habian confiado las
promesas : de él era de quien debia nacer el De
seado de las naciones', anunciado cada vez con
mas claridad, á proporción que se acercaba la
(.poca de su advenimiento. La ley de Moises, co-
I
CAPITULO TERCERO. 57
como una cosa nueva ; no se vio en ella mas que
el desarrollo, la explicación de la religión anti
gua , y pudo decir , con una verdad profunda ,
estas palabras que solamente a él era dado pro
nunciar : Yo no he venido á destruir la ley, sino
á cumplirla ' .
He aquí lo que eran los judíos antes de Jesu
cristo, un pueblo milagroso en su establecimien
to ; en el poder que le gobernaba, en los medios
que empleaba para gobernarle, en los aconteci
mientos de su historia, en su grandeza y en sus
humillaciones , en una palabra, en toda su exis
tencia. Testigo por sí mismo y por sus antepa
sados de las tres revelaciones, desecha la última,
como sus profetas se lo habian anunciado', y,
sin embargo, conserva los títulos que son su
fundamento, con una fidelidad incorruptible. Sin
duda, su religión era verdadera y visiblemente
divina ; mas, en el fondo, no era esta una reli-
IV. 4
CAPITULO IV.
« Apocatips ,>XU . 7.
' Danibl. X , XIII , XXI , y XXII , I,
3 /Md . X , I , 20.
* Ibid. \ ,2i.
SO PARTE CUARTA.
« expresamente : Miguel un gran principe , que
t ha sido encargado de velar sobre tos hijos it
« vuestro pueblo
t Cuando yo veo en los profetas y en el Apo-
« calipsis , y en el mismo Evangelio , este ángel
« de los Persas , este ángel de los Griegos , esie
« ángel de los judíos, el ángel de los niños , que
« toma su defensa delante de Dios contra afe
lios que los escandalizan, el ángel del fuego,
el ángel de las aguas, y así de los demás •. v,
cuando yo veo entre todos estos ángeles,
aquel que pone sobre el altar el celestial in
cienso de las oraciones, reconozco en estas
palabras una especie de mediación de los san
ios ángeles. Yo veo tambien el fundamento
que ha podido dar ocasión á los paganos, pan
distribuir sus divinidades' por los elementos y
reinos, para que presidan en ellos; porque
todo error está fundado en algunas verdades
de que se abusa.
« Veo tambien en el Apocalipsis, no solamente
Daniel, XII
CAPITULO CUARTO. 81
t una grande gloria, sino tambien un grande
< poder en los santos ' . »
La existencia de los espíritus buenos y malos
que concurren, aunque de un modo diferente,
á la ejecucion de los designios de Dios , y son
como los insirumentos de su providencia en el
gobierno del universo, aun del material * ; la in
mortalidad del alma , y el estado de gloria y de
poder, á que los justos son elevados despues de
esta vida : estas creencias , tan antiguas como el
género humano , pertenecen pues á la tradicion
universal, y he aquí porque, consagradas por el
Cristianismo, forman parte de la doctrina de la
sociedad universal ó católica.
Un hombre que sabia mucho 3 ha probado que
i
' f Los Indios dan culto á los animales, porque creen que las
« almas de los muertos están encerradas en ellos, {Mém. de Ber
nia; t. III, p. 134.) Véase tambien Petb. Maffei, Hist. Ind.,
lib. I, p. 36.
> Inte) que deos habent beneficos, alias maleficos, eosque sibi
muluo adversantes constituunt- {Alphabet. thibet., 1. 1, p.!6S).
— Voyage á Pékin, Manille, etc., por M. de Guignes, t. II,
p. 230 y sig.
3 Mémoires sur la vie et les opinions de T.ao-Ueu, por
M. Abel Remusat, pág. 27.
1
CAPITULO CUARTO. US
nocen también la existencia de los ángeles de su
guarda y de los ángeles tentadores del hombre 1 .
La idolatría propia del Japon es el culto de los
dioses Kamis. « Sin y Kami , dice Kaempfer , son
• los nombres de los ídolos , objeto de su culto...
e Estos nombres significan almas ó espíritus. Los
« Japoneses tienen dos genealogías de sus dioses.
' Basta abrir las obras de los antiguos, para reconocer la ver
dad de loque dice aquí el abate Le Batteux. En una de sus trage
dias. Esquiles hace hablar así al coro : t ¡ Dioses poderosos, santos
• y santas de esta tierra, vosotros que guardais nuestras torres
t no entregueís esta ciudad guerrera ¿ un ejército de hombres
« que hablan un idioma extrangero ! Oid a las vírgenes, atended
• como es justo las oraciones de los que os suplican. Genios ami-
« gos de esta ciudad, vosotros que sois sus libertadores, sus protec-
« lores, haced ver que la amais. Vosotros amais el culto que se os
« tributa, defendedle pues ; acordaos de nuestras pompas sagta-
i das y de nuestros sacrificios. «
iw nzvaXxsi; Ssol,
iói zéXsioi zéXetcf.i xs yaí
Tas nupyofuXxxsí,
nóiiv Zopinmov fiñ vpoi Si-
0' krepovúvte fiot otg(t6¡.
KXusre napdevíúv, xXüsts 7ravSíxcu;
XtipOTÓVOVS ¿£T«S.
I¿i fiXoi Sat/AoVsí,
Ed. Schutz. Bat., 1800.) — Óti cs'Sov rat. . . ¡tai rem» éyxwpiou;
Sxi/¿ovaí. (Stbab., lib. XV, p. 494.) — Algunos Borgoñeses i quie
nes S. Colutubano predicaba el Evangelio, le maltrataron dicten '
do : t Estos son nuestros antiguos -dioses, los custodios de este
« pais, que nos han socorrido hasta este dia. » (A lemán, rerum
scriplores, tom. I. p. 256, 237.) —Los viageros dirigían oraciones
al Dios tutelar del lugar de donde sallan. Tenian otras para los
dioses, bajo cuya protección estaban los lugares por donde pasa
ban ; otras finalmente para las divinidades del lugar en que aca
baba su viage. Se ha conservado en las inscripciones la fórmula
de estas oraciones : Pro satute, itu, el reditu. (Hist. de l'Acad,
des Inscript., t. II, p. 19 y 20.) — El dios tutelar es llamado en
Virgilio, genium loci. (JSneid.. lib. VII, v. 136.) — Nultus enim
locus sine genio est, dice Servio, In Mneid., V.
' Histoire des causes premieres, par l'abbé Le Batteux,
p. 148y 149.
PARTE CUARTA.
« al Padre y autor de todas las cosas , bastaos
e por ahora admirar sus obras y adorarle en lo
f que ha hecho, en su progenitura, que es nu-
t merosísiraa y de diferentes especies. Hay mu-
« chos mas diosesque los que los poetas de Beocia
« cuentan. No hay solamente tres mil hijos ó
« amigos de Dios ; su número es incomprensible :
t hay tantos, cuantas estrellas en el cielo, y
t genios en el éter '.»
Lactancio , que conocía perfectamente la ido
latría , pues que habia sido criado en ella , habla
de este modo : * Los paganos que admiten mu-
« chos dioses , dicen sin embargo , que estas di-
« vinidades subalternas presiden de tal modo á
« todas las partes del universo , que no hay mas
« que ;un solo gobernador supremo. Los otros
« pues no son dioses, sino servidores ó ministros
« de este Dios único , muy grande y todopode-
« roso , que les ha encargado el ejecutar sus vo-
t luntades \ »
' Oí yap 5*j t6ts &vOpomii £¿vot /ai by.orpánt^oí SeoU 'hwj
Otó 8«aio™v»s xxl lvisísi/i, x. t. X. VkVSkX., lib. VIH. p. 4J7.
Kdic. Hanov., 1613.
» CiCEn., De Nat. Deor., Itb. III. cap. xxi. — Luciin., De Sa-
trificiis. t. 1, p. 367. F.d¡c. Amstelod., 1687.—Celso conviene ra
este hecho. (Obigen. conti: Ccls., lib. III, n. 43.)—Se veialodma
en tiempo de Dioduro los restos de este sepulcro. (Diod., lib, IU.
CAPITULO CUARTO. 147
su madre , dice un personage de Plauto. En otra
pieza del mismo autor, un criado , un esclavo ,
se mofaba, en presencia del pueblo romano, de
la abuela , de la hija , y del tio de este dios ', que
presidia al Capitolio ; y puede verse en Tertu
liano hasta donde llegaba en Roma el público
menosprecio de las divinidades paganas'.
230. Ed. Wesset.), sobre el cual Pitágoras grabó este verso, que
nos conservó Porfirio :
íiot Suvoiv xelrai Zccv, ¿v Ac'z xuíXr¡oxouaiv.
Aqutyace muerto Zan, á quien llaman Júpiter. (Vii Pythag.
|i. 1 87. Edic. Cantab., 18550—Segun Evhémero.'se leia esta inscrip
ción sobre su tumba : záv K/jóvoü, Zan, hijo de Kronos. (I.íctas. ,
Epitom., t. II, c. xm, p. \0.) — Suidas (voz. zijxos) refiere otro
epitafio de Júpiter, el cual, dice, mandó al morir que se le enter
rase en la isla de Creta.
« Cistellaria. act. II, escen. I. —En el Plutus de Aristófanes
el poeta se burla tambien de este dios nuevo tou véou toútcu
9«oú. Despues que él ha comenzado á ver, dice uno de los per-
sonages, paso yo una vida mas miserable. Ají' ou yap b $¡b;
cutos -¡¡pioiTO pXénetv, áSíojTov sivai fioi mnotrixt tov y3tov.
(Act. IV, escen. IV.) Pero él me las pagará desde hoy ¡ To»
íoyujoov toutov 9íóv iyoi 7roir)aw -rófiepov SoOvai St'xtjv. Jbid.,
esceo. III.
" Calera lascivice ingenia rtiam votuptatibus vfstris per
dtoiurn di decís oprrantur. Dispicite Lentulorum el Hostilio-
148 PARTE CUARTA.
Hesiodo representa las cuatro edades de los
dioses y semidioses de la Grecia, como cuatro
generaciones de hombres '. Isis, Osiris, Hernies
y otros muchos dioses de Egipto, eran reconoci
dos del mismo modo por hombres 2. Los sacer
dotes egipcios se jactaban tambien de tener lo
dos los cuerpos de sus dioses. Anadian que sus
almas brillaban en el cielo, y que ellas eran las
estrellas 3.
Los pueblos del norte de Europa quemaban
1 Plat., De Legib., lib. XI, tom. IX, pág. 130. Edif. Bipont.
2 Toivj poipa., fipor&v fiXamsi fp¿vas. Oí os xuXivZpois.
aAAot' ¿tt1 ¿¿Ha. tpÉp0vrai ánstpova. trr¡p.9<t> e^ovres...
Zeu tiónsp) >¡ noXX&v ts xuxo»v Xuoeius «trotvrats,
Hv na.viv Zst;<ai;, Ó'íw r& Zaif/ovc xpoivrat.
A.XX<x ou Supon, ¿nú Srüov yt'vo; ¿fftí fiporoiatv...
H« S1 ánoXsbpst; odfju i; alOsp* iXsu9spov tX&ns,
CAPITULO CUARTO. 157
Uno de Jos objetos principales de los misterios,
era recordar á los iniciados el origen mortal de
la mayor parte de los dioses 1. Nadie podía igno
rarlo : así los primeros Padres, que vivian en
medio de paganos , que, casi todos, liabian sido
ellos mismos educados en el paganismo , provo
caban confiadamente en este punto el testimonio
de los idólatras. « Nosotros apelamos á vuestra
« conciencia; juzguenos ella, condénenos, sipue-
Eaffsxt á$ávaTOí S-fóí, upSpotos, oua ¿tí S-v^tóí.
Carmina áurea.
Hasta los mismos cristianos emplearon la palabra Dios en el
mismo sentido, y la Escritura los autorizaba para ello. Sinesio en
uno de los himnos que tenemos suyos, habla asi á. su alma : « Sube,
t no tardes, deja á la tierra lo que pertenece á la tierra ; y al
« punto reunida á tu padre, serás un Dios. «
A váSaivíj fiy$k piXXs
X$ovl t« %$ovo; Xmotax,
Tá^a 8s av piystaa ntttpl
©sis ¿v S-E6Í xopsuaots.
Hymn., I, y. 131 .
En otra parte, llama á Dios el Criador de los dioses, bxtvrr/*.
GiSiv, A uToupyk 0eíiv. Hymn., III, y. 166 y 266.
' Ciceb. Tuscut., lib. I, c. Wli, y De nat. Deor., lib. I, c. xlii.
— Diodob. Sicul., lib. I, p. 24. Ed. Wess. — S. AvC, De civit.
Dei, Kh. VIII, cap. v. — S. Cvpbian., De Idot. vanit. — Juuvs
Fiimicus, p. 13.
138 PARTE CUARTA.
t de negar que todos vuestros dioses no han sido
f mas que hombres '. » Así hablaba Tertuliano;
y entre los antiguos apologistas de la Religion ,
no hay siquiera uno que no se haya expresado
del mismo modo '.
Deduzcamos ahora las consecuencias de los he
chos que acabamos de establecer, observando lo
primero la necesidad del culto, de la adoracion,
de ia oracion y del sacrificio, probada por el con
sentimiento unánime de los pueblos.
¿Qué otra cosa vemos además, en la idolatría,
que sea constante y universal ? ¿En qué se fundó
siempre? En primer lugar , sobre la creencia
&EoÍVI S1 ¿/xoí'úJs
Tí/jtáffSw s¿Sets ífxtiópoiv,
Kai tís ZoxpIxv xiXtuOov
Éxfia/vtúv, to 5' IptV
Aütá ttot£ npouOavev ávZpb;,
NúvS1 íití pÁxaipa Saí/jtwv,
Toisi vuv npooEpouat f7¡[iai.
Alcest., act. IV.
1 La palabra misma se lee en Esquiles y en Virgilio :
Sequimur te, sanete, deorum
Quisquís es.
Mneid., IV, v. 876.
Id est, sequimur te, sanete, deorum quisquís es; dice un co
mentador. ; O santo ! nosotros te seguimos, seas tú el dios que
fueres. (Véase Vibgil., Oper., cum notis Abrami el variar,
p. 2*0.) Divus era la expresion ordinaria, y nosotros la emplea
mos en el mismo sentido. Clemente de Alejandría explica, confor
me á este pensamiento, un pasage de Empédocles. < Si vivimos, >
CAPITULO CUARTO. 161
mundo, doctrina que forma todavía, y que for
mará perpetuamente, parte del símbolo de la ver
dadera Religion ?
* Suscipienda igitur Dei lex est, quce nos ad hoc iter diri-
gat, illa sanela, illa calestis, quám M. Tullius, in libro de
Republicd tertio, pené diviné voce depinxil, cujus ego, ne
plwa dicerem, verba subjeci. « £st quidem vera lex recta ra-
t tío naturoz congruens, diffusa in omnes, constans, sempi-
« tema, qua vocet ad officiumjubendo, vetando d fraude de-
« terreat : qum lamen neque probos frustré jubet, aut vetat,
t nec improbos jubendo, aut vetando movet. Huic legi nec
t obrogari fas est, neque derogari ex hác aliquid licet, neque
« tota abrogari potest. Nec vero aut per senatum, aut per po-
i pulum solvi hác lege possumus. Ñeque est quarendus ex-
« planalor, aut interpres ejus alius. Nec erit alia lex Rama,
« alia AtheniSf alia nunc, alia posthdc, sed et omnes gentes,
« el omni tempore una lex et sempiterna, etimmutabilis con-
« tinebit; unusque erit communis quasi magister, et impera-
« tor omnium Deus; Ule hujus legis inventor, disceptator, la-
« tor, cui qui non parebit ipse se fugiet, ac naturam hominis
« aspernalus, hoc ipse luet máximas pomas, eliam si cestera
« supplicia, qum puluntur, effugerit. » Quis sacramentum
Dei sciens lam significanter marrare legem Dei possit, quám
CAPITULO QUINTO. 207
¡ Cosa digna de atencion ! los bracmanes tenían
tambien una tradicion semejante, fundada en
una antigua profecía. Decían como Ciceron que
vendría un tiempo , en que una sola ley reinase
.en toda la tierra '.
No hay quien no haya conocido, hasta el
mismo Celso , que la verdadera Religion debia
ser una : él desea que todas las naciones de Eu
ropa , Asia y Africa se reunan bajo una misma
ley , pero no queriendo someterse al maestro y
señor comun , al monarca soberano de que habla
Ciceron, y no quedando ya por este hecho
regla alguna , con razon juzga esta unidad im
posible \
tladera religion, no debe ser mas que una. < Entre Untas rcligio-
« nes diversas, que reciprocamente se proscriben y se excluyen,
t una sola es la buena, si hay alguna que lo sea. » Emilio,
lib. IV. ... *
CAPITULO QUINTO. 209
« sino que provee á la salud del género humano
i por medios exteriores y públicos...., ella ha
« dispuesto que esta última dispensacion fuese
« conocida por la historia y por las profecías.
< En las cosas del tiempo , sea pasadas , sea fu-
« turas , la fe consiste menos en comprender que
« en creer. Pero es una obligación nuestra el
«. considerar á qué hombres y en qué libros de-
« bemos creer , para dar á Dios el culto verda-
t dero , que es la única senda de salud. Con res-
t pecto á esto , la primera cosa que se presenta
« al examen es saber , á quien creeremos : á
t aquellos que nos empeñan en servir á muchos
« dioses, ó á aquellos que nos estrechan para
« que no adoremos mas que un solo Dios. ¿Y
i quién podría dudar, que se debe seguir con
f preferencia á aquellos que nos llaman al culto
i de un solo Dios , con especialidad cuando
t aquellos mismos que adoran muchos convienen
« iodos en que este Dios único es el Señor y el
t dueño soberano de todos los otros ?... En primer
t lugar, pues , se debe seguir á aquellos que di-
i cen que no se debe dar culto sino al Dios
« único, supremo, y solo Dios verdaderamente. . . .
IV. 10
210 PARTE CUARTA.
« Porque así como , en el orden de las cosas na-
« turales, la mayor autoridad es la autoridad
« una que lo Reduce todo á la unidad , y en el
« género humano la multitud no tiene poder sino
« por su unión , ó por la concordia de senlimien-
t tos; así en la religion la autoridad de aquellos
f que nos llaman á la unidad , es la mas grande
t y mas digna de fe ' . »
' Clrm. Alex.. Strom., lib. VI, p. 63S y 636. Ed. París, 1641 .
« Psalm. XCVll. 2. — Isíl.XL., 5, etc. — Era doctrina cor-
rie nte entre los doctores judíos, antes de la venida de Jesucristo,
que el Verbo divino era el Mesías ó el Redentor prometido. Véase
S. Justin., Diatog. cum Tryph. Jud., p. 279, y Apolog. II, pág.
73. Ov o», pueft., p. 52. Compárese Targum. Jouath. et Hye-
roso/., ad cap. XLIX, v. 18. Genes.
3 Hit isi fitias meus ditv-tus, ipsum audite. Luc. IX, 35.
10.
218 PARTE CUARTA.
señarnos ', lo que es el Padre y el Espíritu, que
procede del Padre y del Hijo. Sin esto, pregunto,
¿tendríamos una idea justa de la redencion?
¿Podríamos coger su fruto, ignorando en qué
consiste el verdadero sacrificio? ¡Qué digo yo!
¿ Si no supiésemos como se cumplió esta reden
cion maravillosa , estaríamos ciertos de que ella
está realmente cumplida? ¿No la esperaríamos
todavía como los judíos, cuando ya no nos que
daba razon alguna para esperarla ? En efecto ,
¿se concibe un medio posible , entre la esperanza
que consolaba á los antiguos justos y la realidad
de lo que ellos esperaban, entre la fe obscura de
los primeros tiempos y la revelacion completa
del Hombre-Dios? Y, si esta fe antigua no care
cía de fundamento, si esta esperanza no era en
gañosa, era indispensable por tanto que el Mesías
viniese, que una nueva luz iluminase al mundo,
que el género humano viese el cumplimiento de
lo que se le habia anunciado desde su origen *,;
' Ne qui vero prceter rationem, ad eorum quce nos edocti su-
mus eversionem dicant, anté annos centum quinqüaginta nos
asseverare Christumsub Cyrenionatumesse;docuisse autem
quce docuit fostertiit sub Pondo Pílato : et proindé noxá so
lutos ntque insontes esse, per appellationem atlegent, qui unté
ra tcmpora extitére mortates omnes : qucestionem eam anti-
eipatiter sohemus. Christum primogenitum Dei esse instituti
sumus, et rationem atque Verbum esse; cujns univeisum ho-
minum genus est particeps, anteá ostendimus. Et quicumque
cum ratione et Verbo vixére christiani sunt, quamvis oiOíct
et nulltus numinis cultores habiti sint. Quates inter Grcecos
futre Sócrates, Heractitus, atque iis simites : inter barbaros
autem Abraham, et inanias, et Azarias, el Misact, et Etias,
et atii comptures; quorum facía simul et nomina in presen
tid recensere, quia longum esse scimus, supersedemus. Per-
indé atque ex veteribns, quiitidem tempere Christum preces-
sére, et absque ratione ac Verbo cetatem exegére, inimicí
Christo fncrunt, eorumque qui secundúm rationem et Ver-
2ií PARTE CUARTA.
San Juan CrisóstoIno, un tan grande doctor,
no se expresa con menos fuerza. Despues de ha
ber hablado de la necesidad de confesar á Jesu
cristo : t ¡Qué , pues! » añade, « ¿es Dios injusto
t para con aquellos que vivieron antes de su ad-
« venimiento ? No sin duda ; porque ellos podian
i salvarse sin confesar á Jesucristo. No se exigia
« de ellos esta confesión , sino el conocimiento
« del verdadero Dios , y que no diesen culto á
« los ídolos; porque está escrito : El Señor (u
« Dios es el único Señor Entonces pues,
« como acabo de decir, bastaba para alcanzar la
t salud conocer solamente á Dios; ahora esto no
t es bastante ; es preciso conocer tambien á Je-
€ sucristo.... Y por lo que haced la conducta de
« la vida; entonces el asesinato perdía al homi-
« cicla , hoy está prohibida hasta la cólera. En-
t tonces el adulterio atraia el último suplicio ;
« hoy las miradas impuras producen el mismo
' Quid ergo injusté ne agitur cum iis qui ante adoentum
rjus vixerunt? Nequaquam;jpoterant enimnec Chrístum con-
fessi satutem consequi. Non enim hoc ab ittis exigebatur, sed
ne ídolo colerent, el ut verum Beum noscent. Dominns enim,
inquit. Deas tuus, Dominns unos est Tune enim ad satutem
sufficiebat, ut dixi, Beum tantúm cognoscere, nunc veró id
satis non est, sed Christumnósseoportet Sicet de vttce ins
tituto putandum. Tune ccedes homieidam perdebat; nunc vel
irasci vetitum est. Tune mcechari et cum atiend mutiere Com-
misceri suppticium afferebat, nunc autem impudicis ocutis
respiccre idem affert... Quod enimii qui Christum non nove-
t'unt anté earnatem adventum, et qui ab idolatrid resitientes
Deum unum adordrunt, et probam duxére vitam, omnia
bona consecuturi sint, audi quomodó dicat : Gloria autem, ho
nor et pax, omui operanti bonum, Judseo primüm et gentili.
(S.JOan.Cbbys., Homit. XXXVIat.XXXVIImMatth.Oper ,
t.VH, p.4H y 412. Edic.Bened.)— Sixto senense explica muy bien
este pasage, que debe entenderse, asi como los demas que lleva
mos citados, segun la doctrina comun de los padres y teólogos.
246 PARTE CUARTA.
No es menos cierto, lo repetimos , que jamas
los hombres han podido salvarse sino por la fe ,
- t'y&i fiyi ttsív zb yeyovbí, xal ov, xat ¿iápsvov xkí to'v
C/aov ireíT/ov ouosii nw ^vvito; «ttíxküu^sv. (Plut., De Isid, et
Osir., Opee, t. II, p. 33*.) Pan era uno de los nombres que los
Egipcios daban al Dios supremo. Esta voz no viene de la palabra
griega omnis. sino de la antigua egipcia, Pan-os, nuestro
Senor, Adonai. Mém. de l'icad. des Inscript. , t. LXVI,
p. 188. t
' Esta coojetura se concilla perfectamente con todo lo que sa
bemos de la teologia de los antiguos egipcios. Tot ergo deos, lut
semideos gentium reges ab obitu consecratos fuisse, esseque
ubortus humani ingenii, conceptos c semine primigenia! veri-
latis, sciticet ex historié primorum hominum in sacrispan-
dectis memoratorum : ñec atiundé, quám ex hdc fonte Mgyp-
tiorum reges deos et semideos ortos esse, et primum Pana fuisse
mundi spiritiim omnem universi molem agitantetn, cum hoc con-
junrlos septem planetarum prcesides, hisque successisse duo-
decim reges, propter beneficia et artes inventas, virtutesqur
264 PARTE CUARTA.
t número, ni orden, ni conjunción.... es una
c entera salutación y apelacion del Dios , la cual ,
t pronunciando las palabras , induce al lector á
« pensar en la grandeza y poder de aquel , que
t parece saluda á todos y cada uno de nosotros ,
• cuando entramos , con estas palabras : conócete
i i tí mismo , que no significan nada menos que
« Dios te guarde ; y nosotros correspondiéndole,
« decimos, Et, es decir, tú eres; dándole la verda-
t dera y de ningun modo falsa apelación y título
« que á él solo pertenece , de Ser ; porque en
t realidad , nosotros no tenemos ninguna partici-
t pación del verdadero ser, porque toda natura-
« leza humana está siempre en el medio , entre
< el nacer y el morir, no dando de sí mas que
t una obscura apariencia y sombra , y una opi-
*« nion incierta y débil *. »
La tradición de un Dios único , omnipotente ,
eterno , Criador del universo , jamas se perdió
< se le creía superior á los otros. > (P. Anselhe, Mém. de l'Acad.
des Inscript., tom. VI, p. 307. Ed. de La Haye, 1724.) Véase tam
bien Vatbeb. V» Miscell., IX, 90, y Beins., In Exercit.. VIH,
ad hunc loe. Act.
■ npmSúrarov ffiiv ovtmv, <9EON, áy-vvnitüv yap. DlOGER.
Laebt., In Thalel. —Thales Milesius ... aquam dixit esse ¡ni*
tium rerum; Deum autem eam mentem, quceex aqud cuneta
fingeret. (Cíe, De nal. Deor., lib. I, cap. i.) Tales, que podía,
como los demas filósofos griegos, baber recogido tradiciones anti
guas, parece qne habla como Moises, cuando dice que una fuerza
divina penetraba en el agua elementaría y primordial, y le
daba el movimiento. AíiJxsiv Sii toú aioixiUuiouí iiypou 5úva-
■xiv Oiiav xtvr]t«»¡v áuroü. Véase una carta de Huet á Gib. Cu-
per, en el Hecueil de Tilladet, tom. II, pág. 222.
• « El alma, » decia, < el espíritu es el principio de todo, la
« causa y el Señor del universo. > Djoií. Liebt., in Anaxag.
J ABISTOT., De Generat., lib. I. —VOSS., De Idulolat.. cap. i.
— «Se dice que Anaxágoras hizo observar que los cuerpos celes-
« tes no eran dioses ; que, en vez de gobernar el mundo, eran
« eltos mismos gobernados por la inteligencia que los había for-
« mado. y que el sol en particular na era mas que un globo de
■ Tuego; que por poco le pierden estas palabras, y que necesito.
« para escapar del último suplicio de todo el crédito de Fer»eles.
capitulo sexto. 267
Heráclito y Arquelao profesaban la misma doc
trina '.
« Dios favorece á aquel que obra bien : él es
« rey y señor de todas las cosas, y de los mis-
< mos inmortales, ninguno hay que le iguale en
t poder '. • Estas son las palabras de Solon
Deo qui solus est, Dei vocabulum loium est. Ergo urnts al,
et ubiqué totus diffusus est. Nam et vulgus in multis Deum
natuialiter confitelur, etijn. mens et anima sui autoris et priu-
eipis admonetur. Dici frequmter audimus ,. O Deus, et Dens
ridet, et Deo coinmendo, et Deus tibí reddat, et quod vult Deas,
«t si Deus dederit. Alque hcec est summa delicti, nolle agnos-
sa e quem ignorare non possis. S. Cypbun., De Idolor. nonti.,
Oper., t. I, p. 409 y 410. Wirceburg., 1782.
' HoXXoI yotp oí xtXtuovrt; ypaipstv, ou; oú pa&tov favsp&;
ZtuOtUOai. T«¡j ph yap amúZalas ¿niarjA?; 0:6,-
Si rij; írrov. Oper., t. XI. p. 177.
CAPITULO SEXTO. 273
• sino por su propia naturaleza, posee en sí
t mismo una vida y una eternidad perpetua ",
t así como un poder infinito. Se le dan diferentes
< nombres , aunque él no sea mas que uno : se
t le llama Zeus y Dios, como para expresar que
« por él es por quien vivimos; Kronos, de una
• palabra que significa el tiempo , para denotar
« que él existe de eternidad en eternidad **.
Vil, cap. I, Md., pág. ¡Bt.) e's Si ¿ív, .noXuúnup¿i ion... xa-
Xouat Si aurárt», xal Zijva, xai A¿a. . w; x«v ti X4yttfx*v, Si h
t&psv. Kp¿vov Si xat xp¿vou Xiystou, Sí>íxwv ¿£ atfiivos Ár¿p-
fxovos úi irtpov «t&voi {De Mundo, cap. vil, t. I, pág. 473.)
— El abate Le Batteux reasume asi la doctrina de Aristóteles :
• E">ste necesariamente una esencia inmóvil y eterna {Phys.
« VIII, c. vil, y VII, c. 11 y vu. — Met., XIV, c. vi), entera-
■ mente diferente de lo que está al alcance de nuestros sentidos
« {Phys., VII, c. v) : ella no tiene extension, y por consiguiente
« es indivisible é infinita {Met., XIV, cap. vn, y Phys.. VIII,
« cap. xv) : ella es Dios, es decir, un Ser vivo, eterno, soberana-
« mente bueno, cuya vida forma el pensamiento, z&ov ulilo*
' ¿ipinov {Met., XIV. cap. vi); ella mueve sin ser movida, por-
« que es un acto puro {Ibid.), y hasta sin moverse ella misma.
• porque si ella se moviese, se juzgaría que pasaba de la potencia
« al acto. Esta esencia eterna, inteligente, es la que da el movi-
« miento á todo, y de toda eternidad. • Mém. de l' Mead, des
Inseript., tom. LVH, pág. 109 y 110.
' Ji ini 0íos ; iSiÓttAaiTov d/aOby... «jsí/vohto» uf'w/¿*..,
CAPITULO SEXTO. 275
Nada sucede sin su voluntad \ dice Demófilo ; el
sabio le honra basta con su silencio Solo pia
doso, solo sacerdote verdaderamente, él es el
único que sabe orar; porque Dios no oye á
aquel que tiene usurpado el bien de otro \ La
virtud es el mayor de todos sus dones 4. No se
le honra con víctimas , ni con ofrendas , sino con
pensamientos santos y sentimientos piadosos que
nos unen sólidamente con él 5. Si , en cualquier
negocio que os ocupe , os acordais siempre que
1
CAPITULO SEXTO. "279
el mundo >. Luciano reconoce que este Dios
único ha sacado al hombre de la nada. Desde los
cielos que ha escogido para morada suya mira
á los hombres justos é injustos, y, en el dia
que ha señalado, dará á cada uno segun sus
obras \
¡ O autor del universo ! no ; jamas vuestra me
moria se borró entre los mortales. Todos han
oido la voz poderosa que, como un soplo de
vida', atraviesa los tiempos, para animar las
Inteligencias, revelándoles vuestro ser. Mas, des
lumhrados por vuestra gloria, asombrados de
vuestra grandeza, apartaron los hombres sus
miradas de vos. Bajaron sus cabezas para no ver
á aquel á quien no se puede ver sin morir *. Ator-
i Zeu;
Ioíoíí vóy.oi; xpocrúvtav, ,
Xntpfjfa.vov Ssoioi
^ESCBYL., Prom., v. 402—(03. tom. I, p. 35.
Ed. Schütz.
i íl Zeú narí^ travtsWs.
Ibid., Septem ad Theb., v. 3. Ibid., p. 90.
3 íl •Ka.yxpa.ts; Zsú.
Ibid., V. 240, p. 99.
4 EXsüOspoí yúp oütis ¿ari ttí^v Aí¿s.
Ibid.. Promelh., v. 30. Ibid., p. 7.
5 EúSúv*i A i2>s tu ttavaAvjS^s.
íMcí., Supplie., y. 83, p. 240.
6 Míffet yá^o ¿ 0sos ty¡v /St«v.
EvaiF., Belen., act. III, p. 339. Ed. Basil
T Nt'/xfí toí Sí'xav 0£&;, oravtú^ijJ.
ITtecír., act. V, p. 656.
CAPITULO SEXTO. 301)
un don de este Dios « , muy grande * , sapientísi
mo \ protector de los que le invocan \ señor de
los tronos5; de este poder eterno 6 que dispone
de nuestra suerte 7 , y de quien dependemos en
teramente8. Inaccesible á nuestro espíritu 9, Dios
KCtp1totfÁÍ¡ Se tflí
/,su; imxptuv¿tu
<bipfjta.ri yoi* uotv&pu.
Up¿vopa. Sí /3orá
II ws noXi/yova TiXiOor
T¿ tt«v o' ix. Zatjxávoév XÁ€oifv.
,-Ksgbyl. Supplic., v. 671—673 y 688—693. Ibid., p. 281 yl
' ñ 'vaf
SOpHOC Trachin., v. 1087, ton». 1. p. 2fi7.
J A XV w x/jxrúvwv, ti'nsp opS1 ebtoúttí,
Zei», tt«vt' dváoouv, píi¡ XáOr¡
S¿, t«v t£ aotv áOavarov aikv áp^otv.
Ibid. OEdip. I6X, v- 93—93. Ibid., p. 43.
3 Attavr1 ¿npÁxOv} ttA*¡v Sso'nt xoipavsiv.
/KsciivL., Prcmteth., v. 49, 1. 1, p. 7.
312 PARTE CUARTA.
« ofrecen sacrificios, les consagran fiestas, figu-
• rándose que en esto consiste la piedad*. »
No era solo Sófocles , el que reconvenía así á
los Griegos por sus vanas supersticiones. Algu
nos poetas cómicos hablan del mismo modo.
« Si alguno, » dice Menandro, tcree hacerse á
« Dios favorable, con numerosos sacrificios y
i ricos presentes , se engaña , y su espíritu está
« obcecado. La obligación del hombre es de ser
« bueno, respetar el pudor de las vírgenes y de
« las esposas, abstenerse del asesinato y del
< robo, no desear ni aun la mínima parte del
> bien ageno; porque Dios está cerca de noso-
o.iusa y fin ile todas las osas, rey. señor, ser primero, supremo,
superior á toda substancia, á toda esencia, y á todo espíritu; que
no está sujeto á ninguna pasion, y que se basta á si mismo. {Al-
rtelan., Qucest., lib. H, cap. 11, p. tO'2 y sig ) Véase tambien CUD-
WOBTH, System, mund. inteUect., cap. iv, S 1», p- 333 y sig.
CAPITULO SEXTO. 3*7
« les insensatos. Concillando los principios con-
t !rarios, fijando á cada uno sus límites, mez-
« ciando los bienes con los males, es como tú
• mantienes el conjunto y la armonía; de tantas
« partes diversas tú formas un solo todo , some-
t tido á un orden constante , que los desventu-
« rados y culpables humanos turban por sus
« ciegos deseos. Ellos apartan su vista y pensa-
< micntos de la ley de Dios , ley universal , que
« hace dichosa y conforme á la razón la vida de
« aquellos que la obedecen. Mas, precipitándose
« á gusto de sus pasiones por sendas opuestas ,
« unos buscan la gloria, otros las riquezas, ó los
« placeres. Autor de todos los bienes, tú que
« lanzas el trueno del seno de las nubes*, Pa-
< dre de los hombres, líbralos de esta triste ig-
« norancia , disipa las tinieblas de su alma , haz-
« les conocer la sabiduría con que gobiernas el
« mundo, para que nosotros te honremos digna-
Odiumalque regnum
Senec. Tbau., Thebais., v. 635.
Véasetambien Hercul. fur., v. 299, 383 y643. Hercul. OEteus.,
v. I ylJOO; Oclav., v.228.
Mague pater divúm, sozvos punire tyrannos,
Haud alia ratione velis, ciim dirá libido
Moverit ingenium, ferventi Unela veneno :
Virtulem videant, intabescantque relictd.
FE18., Satyr. III.
(Juas {aquas) Ule Creaior
Alque opifex rerum cerlo subjure eoercet.
Llcas.. Pharsal., lib. X.
El triplicis mundi summum quem scire nefastum est,
lllum sed laceo
STAT., Theb. IV, v. 516.
Forma Dei mentes habitare ac numina gaudet.
Ibid.
Principem el máxime Dcum.
Lact., Ethn. ad Slat., Theb. IV, v. 356.
Impcrator divúm atque hominum.
Plaut., In Rud., Prolog., v. ti.
• Dtus oplimus maximus. — Se ha encontrado esta inscrip
cion en una lámpara antigua : Deo qui est maximus. véase Antv-
chita di Ercolano,tom. VIII,p.264.
CAPITULO SEXTO. 521
Ja vida , el gobernador y moderador del uni
verso'.
Abrid las obras de los antiguos ; á cada ins
tante hablan en ellas de Dios de un modo abso
luto*, porque tenían realmente la misma idea
PAul, Hist. geiier. des Voyages. t. XXVII. p. 121 , 122, 361, 365.
—Voyage de Purchass, et d'Oléarius.—Vogages de Le Bruyn ,
far ta Moscovie, tum I. p. 1*2. — Voyag. de M. Isbrants.
cap. xtib, xxi, xxix.— Cérém. retig. t. VI, p. 69. y 71 . — Voyag.
(TAutermony, t. I. p. 133, 182, 183, 185.
' Relat. de Guiñee par Satmon ; en su Histoire moderne.
' Relat. de Des Marchais, p. 66.
5 Voyage d'Issiny. p. 17, 242 y sig.
4 Pubcbass, Pitgrim., t. I, 180.
CAPITULO SEXTO. 367
tantes del Dios supremo 1 , llamado por los Ca
fres y Hotentotes , el grande Invisible , el Padre
y el capitán de los dioses'. M. Bowdich ha en
contrado la misma doctrina entre los Asean-
tas3 , Stedman entre los nebros transporta
dos á América 4 , y otros viageros en las islas
Hn del irsigc.