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INTRODUCCIÓN

Una de la instituciones jurídicas más relevantes, que día a día crece en


importancia en el derecho es la Jurisprudencia, porque con base en ésta se
resuelven los juicios, que presentan dificultad en su solución, Por esta razón
elegimos la jurisprudencia como tema de análisis, para conocer sus
antecedentes, sus definiciones y su desarrollo a través de distintas épocas,
incluyendo la actual.

El propósito de este trabajo no es desentrañar o escribir la historia sobre


la jurisprudencia, ya que se ha dicho bastante acerca de ésta, la idea es buscar
y relatar los eventos relevantes que dieron origen a esa figura jurídica para
comprender su desarrollo en el derecho y analizar su evolución.

Partimos del hecho de considerar a la ciencia jurídica y a la jurisprudencia


como términos que van de la mano, porque constituyen un conocimiento, tanto
técnico como metodológico para estudiar la estructura interna de las instituciones
jurídicas que permite trabajar con ellas; sin embargo, también es posible
valorarlos como conceptos distintos, ya que la ciencia jurídica es la teoría, y la
entendemos como aquellos conocimientos desarrollados por los juristas
mientras que la jurisprudencia la identificamos como la práctica, por la que se
solucionan los casos sometidos a juicio. Es por tanto importante y relevante
discurrir sobre el origen de la jurisprudencia, para tener una idea mejor del
porqué de su importancia y aplicación en los asuntos sometidos a conocimiento
de los juzgadores.

El trabajo consta de dos capítulos. En el primero se desarrolla los


conceptos generales, definiendo la jurisprudencia, así como también como
fuente del derecho. En el segundo capítulo se desarrolla la evolución de la
jurisprudencia pasando desde Roma, la época medieval, y la moderna.
CAPITULO I
CONCEPTOS GENERALES

1.1 Concepto de Jurisprudencia


Para Clemente de Diego no consiste simplemente en el conocimiento
teórico y en la combinación abstracta de las reglas y principios del
Derecho, sino también, y sobre todo, “en el arte bien difícil de aplicar el
derecho al hecho, es decir, de poner la ley en acción, de restringir o
extender su aplicación a las innumerables cuestiones surgidas en el
choque de los intereses y en la variedad de las relaciones sociales”1. En
este sentido amplio, la jurisprudencia ha de considerarse la “Ciencia del
Derecho”. Pero en uno menos amplio, se entiende la jurisprudencia como
la doctrina que establecen los jueces y las magistraturas al resolver una
cuestión que se les plantee, o serviría para designar la doctrina y criterios
de interpretación de las normas establecidas por los tribunales ordinarios
de justicia, cualquier sea su clase o la jurisdicción a la que pertenezcan.
En el sentido más estricto es el criterio constante y uniforme de aplicar el
derecho mostrado en las resoluciones del Tribunal Supremo, que es el
máximo órgano jurisdiccional de todos los órdenes, y en consecuencia,
aquel al que corresponde la labor de controlar la aplicación del derecho
hecha por los tribunales de justicia, mediante la unificación de los criterios
de interpretación de las normas utilizadas por los mismos.

La jurisprudencia en definitiva seria aquella norma contenida en el fallo


mismo o conjunto de ellos; en sentido formal, es el modo de juzgar, el
hábito o criterio de apreciación, interpretación y subsunción que en el fallo
o conjunto de fallos se contienen.

1.2 Jurisprudencia como fuente del derecho


Se ha debatido ampliamente acerca de sí la jurisprudencia es o no fuente
directa o formal del derecho. En esta materia la doctrina se encuentra
dividida, encontramos un grupo de autores que mantiene una tesis

1CLEMENTE DE DIEGO; Felipe (1925): La jurisprudencia como fuente del Derecho. Madrid,
Revista de Derecho privado. Pág. 49.
positiva, que dan a la jurisprudencia el carácter de fuente formal del
derecho, y al contrario, quienes mantienen una tesis negativa.

1.2.1 Tesis que consideran la Jurisprudencia como fuente del


derecho
Se afirma que la jurisprudencia debe ser considerada fuente directa del
derecho. Entre quienes mantienen esta postura, existe la discusión en
tanto en cuál sería el fundamento de la fuerza obligatoria que ésta tendría,
especialmente, en la medida que se relacione con otras fuentes de
derecho. Algunos de los argumentos propuestos son los siguientes:

La Jurisprudencia como costumbre


Un primer fundamento lo encontramos en quienes sostienen que se debe
asimilar ésta a la costumbre, ya sea como una subclase de costumbre o
derechamente como una especie de derecho consuetudinario. La
importancia de la labor de la jurisprudencia judicial radica en la dictación
de sentencias en los casos concretos. Las decisiones de casos análogos
o idénticos tienden a modelarse, hasta fijarse en determinada cuestión.
Para Colin y Capiíant, a partir de ese instante fijador, es como una
disposición nueva de un derecho consuetudinario y práctico que brota a
la vida2. De manera que aunque no se trate de precedentes vinculantes
para los jueces, como los del derecho de la Common Law o el judicial
inglés, éstos los inspiran de un modo fatal. El derecho judicial adquiere
reconocimiento ante la repetición de sus sentencias, y siendo una forma
consuetudinaria de derecho tendrá características particulares. No se
llamará jurisprudencia, sino a aquella aplicación del derecho repetida y
constante, uniforme y coherente, por tal modo que revele un criterio y
pauta general, un hábito y modo constante de interpretar y de aplicar las
normas jurídicas.

Los principios jurídicos en la jurisprudencia

2COLIN, Ambrosio y APITANT, H, (1952). Curso elemental de Derecho Civil, Tomo I. 3ra.
Edición. Madrid, Instituto Editorial Reus.
Hay quienes encuentran la fuerza obligatoria de la jurisprudencia en la
aplicación que ésta hace de los principios jurídicos. Se ha pronunciado en
ese sentido también De Buen, quien cree que la interpretación hecha por
el Tribunal Supremo Español de los principios generales del derecho se
asimila a la doctrina legal, y como tal mantiene el carácter de fuente del
derecho español3. Para esta doctrina ni la ley ni los códigos están
terminados para dar la solución precisa a la totalidad de los casos
prácticos que llegan a su conocimiento. Se producen las lagunas legales
y la pauta que han de seguir los jueces para llenarlas es la que les
presentan los principios jurídicos. Para esta tesis positiva ve en la
aplicación de los principios jurídicos la jurisprudencia. En este único
sentido para Gastan Tobeñas, nos señala: "Por otra parte, el sentido dado
por el Tribunal Supremo a los principios generales del derecho equivale a
confundirlos e identificarlos con la antigua doctrina legal, y, por ende, a
facilitar a la jurisprudencia un camino para volver a ingresar en la categoría
de las fuentes directas"4.

Estimación de la jurisprudencia como fuente del derecho sin


necesidad de reconocimiento legal que la justifique
Tanto Gastan Tobeñas como Puig Peña reconocen la existencia de una
tesis avanzada para la cual poco importaría el reconocimiento formal de
la jurisprudencia como fuente del derecho. Por el simple hecho de que la
jurisprudencia se imponga incontrastablemente en la vida judicial, se
demuestra de forma indiscutible que es una fuente jurídica. Sería esta
circunstancia una perfecta demostración de una costumbre contraria a la
ley, derivaría de este supuesto su legitimidad.

3 DE BUEN, Demófilo (1932) Introducción al Estudio del Derecho Civil. Madrid, Editorial Revista
de Derecho Privado. Pág. 334.
4 CASTÁN TOBEÑAS, José (1654). La Formulación Judicial del Derecho. Madrid, Editorial Reus

S.A., pág. 26.


1.2.2 Tesis que no consideran la jurisprudencia como fuente del
derecho.
Frente a las tesis que le dan a la jurisprudencia la categoría de fuente del
derecho, la doctrina mayoritaria reconoce la importancia de la labor del
juez, sin embargo, niega a la jurisprudencia la labor creadora de derecho
propia de las fuentes formales, directas. Son variadas las razones que se
sostienen en dicho sentido:

No corresponde a los tribunales de justicia el desarrollo de la labor


normativa
Por disposición constitucional e igualmente por disposición de la ley, la
labor de los tribunales de justicia se encuentra limitada al conocimiento y
la resolución de los casos que se le presenten. No le compete al juez
determinar la organización social a través de la dictación de leyes de
carácter general, escapa de sus funciones la de crear derecho, estaría
con ello contraviniendo la organización del Estado. Por tanto, se proclama
la sujeción del Poder Judicial a la ley, lo que implica la prohibición del
desarrollo judicial del derecho. No puede haber invasión del Poder
Legislativo por parte del Judicial, como corresponde a un sistema de
separación de poderes. Lo señalado anteriormente tiene su fundamento
en el principio de separación de ¡os poderes que caracteriza a las
democracias actuales.
Ahora bien, ello quedaría claramente definido, a nivel normativo, si fuese
reconocido expresamente, sea por el constituyente o legislador; en este
sentido, es preciso establecer cuáles en definitiva son las fuerzas
creadoras del derecho y la enumeración y jerarquía cíe ellas está
condicionada por el sentido histórico y actual de cada ordenamiento
jurídico.

No contienen las sentencias de los tribunales de justicia ¡a


generalidad y la abstracción propia de ¡as normas jurídicas
La sentencia no propone ni manda un modelo de conducta a seguir. La
sentencia determina a través de un juicio razonable cuál es el derecho
aplicable a un caso concreto que ha llegado a su conocimiento. Señala
Clemente de Diego, que jurisprudencia no se llama a cualquier aplicación
del derecho aislada, ésta debe revelar en su actuación un criterio, una
pauta general, en la aplicación de las normas jurídicas30. Se trata, por
tanto, de una declaración no abstracta, sino concreta con fuerza de ley
para el caso que resuelve; es por tanto fuente de derechos subjetivos,
pero no de derecho objetivo. En este mismo sentido, entonces, la
jurisprudencia judicial no es propiamente una fuente formal del derecho,
es más, las fuentes del derecho son lo que la jurisprudencia interpreta y
aplica. Para esta doctrina la jurisprudencia carece de los requisitos
básicos que han de considerarla fuente directa del derecho, carece de los
supuestos de abstracción y generalidad que caracterizan a la norma legal,
su producción a través de sentencias estaría limitada por hechos relativos
a un caso concreto, limitada a la creación de derechos subjetivos. En
cuanto al papel que tiene la jurisprudencia en el desarrollo del derecho,
señala Vallet de Coytisolo que antes que "aplicación" o "creación" sería
correcto "determinación" y "concreción", o cualquiera otra denominación
equivalente o semejante que se prefiera, resultan más ajustadas y
expresan mejor el significado de la función judicial, que sin duda es la de
resolver lo más justamente posible al caso enjuiciado.

Falta efe seguridad jurídica: la jurisprudencia es cambiante y


contradictoria
Otro de los argumentos utilizados es la de la seguridad jurídica en el
sentido de que ésta exige estabilidad que no es proporcionada por la
jurisprudencia en la misma medida de como lo hacen otras fuentes del
derecho como la ley o la costumbre. La jurisprudencia es mutable,
dinámica, se presenta flexible, fecunda y llena de vida. Al ser una
condición del derecho la de la seguridad jurídica, no podría ser la
jurisprudencia fuente directa, toda vez que su producción queda
entregada a la arbitrariedad del juez en la resolución del caso concreto.
No puede haber derecho sin orden, sin fijeza: el ciudadano debe encontrar
en el derecho la garantía de que el ordenamiento jurídico no solo reconoce
los derechos, sino además el auxilio del juez ante la pretensión de
cumplirlos y para ello ha de tener la confianza y hasta la certidumbre de
que la decisión del juez confirmará su pretensión en términos coincidentes
con el precepto positivo que la fundamenta. He aquí el problema del
arbitrio judicial que atenta contra la segundad jurídica e impide que se
pueda dar la categoría a la jurisprudencia de fuente directa del derecho.
Tanto las tesis positivas, que proponen considerar la jurisprudencia fuente
formal o directa del derecho, como aquellas negativas que le quitan todo
valor, presentan fundamentos para respaldar sus posturas. Pero para
poder analizar el papel de la jurisprudencia en nuestro ordenamiento
jurídico, objeto del presente trabajo, debemos determinar si a nuestro
juicio se puede considerar la jurisprudencia como fuente directa del
mismo.

1.3 El papel de la jurisprudencia


Sin perjuicio de que la jurisprudencia sea una fuente secundaria, indirecta
o como bien señala Peña Puig una verdadera norma semioficial5, la
importancia de la labor jurisprudencial es innegable y nadie discutiría el
papel fundamental que juega en la interpretación y armonización del
ordenamiento jurídico, como veremos a continuación. No nos ha de
sorprender que Alcalde Rodríguez nos haya ilustrado la posible crisis del
sistema judicial haciendo una comparación gráfica de nuestros tiempos y
la vulgarización sufrida en el postclásico por el derecho romano. Señala
así, "pues mientras e! efecto de la vulgarización romana se tradujo en
crear un nuevo derecho legislado, la vulgarización del derecho que hoy
contemplamos resulta la consecuencia directa del anacronismo imputado
a los códigos" y citando a Del Vecchio continúa, tengan que retomar el
papel, que jamás debieron dejar, de abordar y permitir la adaptación de
las normas ya vigentes a una sociedad en constante cambio, pero, y lo
que es más importante, han debido asumir una labor creadora de
instituciones y normas jurídicas, labor que les era ajena y extraña (por no
decir desconocida) y que es el principal efecto de esta vulgarización".
CAPITULO II

5PUIG PEÑA, Federico. (1957) Tratado de Derecho Civil Español, Tomo I, Vol. I. Madrid, Editorial
Revista de derecho Privado. Pág. 367.
EVOLUCIÓN HISTÓRICA

2.1 Jurisprudencia Romana


2.1.1 Los orígenes de la jurisprudencia romana.
Los orígenes de la jurisprudencia romana los conocemos, en parte,
gracias al discutido “enquiridion” o “manual” de historia del Derecho
romano escrito por el jurista Pomponio, a mediados del siglo II d.C., con
el que ciertamente se inauguró un modelo de literatura jurídica en el que
ha de enmarcarse esta misma obra sobre juristas universales. En esta
historia elemental, recogida en el título II del libro I del Digesto de
Justiniano, Pomponio afirma que de la llamada Ley de las XII Tablas manó
el Derecho civil (lege duodecim tabularum ex hs fluere coepit ius civle). De
ahí que esta importante y peculiar ley de en torno al 450 a.C., que Tito
Livio calificó como fons omnis publici privatque iuris, caída ya por tanto la
monarquía (753 a.C.-509 a.C.) y en periodo de formación de la república,
pueda ser -paradójicamente, pues los romanos no se caracterizan como
legisladores- el más genuino punto de partida.
Pero hay fundamentos del us civile más antiguos. En efecto, una tradición
de los llamados posteriormente mores maiorum así como de las leyes
regias recopiladas por el pontífice Sexto Papirio existen ya desde el siglo
VI a.C. Estos mores maiorum son como la constitución no escrita de un
pueblo, por lo que propiamente nunca fueron derogados, aunque sí
adaptados a los nuevos modos de vida.
La Ley de las XII Tablas, al reproducir ciertos principios del ius antiquum,
vino a limitar el amplio poder discrecional del colegio pontifical, que fue
verdaderamente quien, al adaptar las formalidades jurídicas a las
prácticas sociales, se erigió en la fuente principal de creación del Derecho
y guardián de este nuevo saber práctico. En efecto, los comienzos de un
conocimiento jurídico técnico se corresponden con la actividad
desarrollada por el colegio pontifical concretada en la interpretación del
Derecho vigente (interpretandi scienta) y en la elaboración de fórmulas
judiciales (actones). Esta conexión entre la religión y el Derecho, en virtud
de la forma constitutiva que los vivifica, justifica plenamente la
competencia pontifical. A esta interrelación entre Derecho y religión, que
no llegó empero nunca a una plena identificación, como sucedió en otros
Derechos de la antigüedad, se refiere el propio Cicerón: “...ius nostrum
pontificium, qua ex parte cum iure cvili coniunctum est...”. Esto explica la
definición ulpianea de jurisprudencia como divinarum atque humanarum
rerum notitia, recogida siglos después por Justiniano al inicio de sus
Instituciones. Por lo demás la auctoritas que revistió a los pontífices no
fue de distinta naturaleza que la que posteriormente revistió a los juristas
laicos.

2.1.2 La primera jurisprudencia clásica.


La ordenación y más plena interpretación del Derecho, precisamente en
un periodo crítico de la república romana, viene unida al nombre de tres
juristas, de mediados del siglo II a.C., conocidos tan sólo por citas, que
son considerados por Pomponio como sus fundadores, quizá por haberlo
consolidado definitivamente: Manio Manilio, cónsul el año 149 a.C., Marco
Junio Bruto, pretor en torno al 140 a.C., y Publio Mucio Escévola, cónsul
el 133 a.C.
De gran modestia y equidad, amigo de Escipión Emiliano (185-129 a.C.)
y recordado con admiración por Cicerón, Manio Manilio gozó de gran
autoridad como jurisconsulto, tanto por sus responsa como por su
actividad cautelar. Entre su obra escrita fueron famosos sus formularios
negociales para la compraventa. Perteneciente a una ilustre familia cuya
nobilitas se remontaba al siglo IV a.C., el segundo fundador del ius civile,
Marco Junio Bruto, puede ser tenido por precursor de la fuerte influencia
helenista que sufrirá al poco la jurisprudencia romana. Fue autor de una
colección de responsa en forma dialogada con su hijo, que aparece como
interlocutor, conforme al más genuino estilo griego. El tercero de los
fundadores fue Publio Mucio Escévola, cónsul el 133, como se ha dicho,
y pontifexmaximus desde el 131 hasta su muerte el 115 a.C. Pertenecía
a una estirpe de juristas insignes como su hermano P. Licinio Craso
Muciano -que Pomponio confunde con el orador L. Licinio Craso-, su primo
Quinto Mucio Escévola, el Augur, cónsul el año 117 a.C., y sobre todo su
hijo, cónsul el año 95 a.C., Quinto Mucio Escévola, el Pontífice. No se nos
ha conservado el título de ninguna de las diez obras que al parecer
escribió Publio Mucio Escévola.

2.1.3 El apogeo de la jurisprudencia romana.


El máximo esplendor de la jurisprudencia romana coincidió con el
“Principado” instaurado por Octavio (63 a.C.-14 d.C.), el año 27 a.C.,
cuatro años después de la victoria en Actium contra Marco Antonio, y se
prolongó hasta el final de la dinastía severiana, el 235 d.C. Como
simbólico del fin de la jurisprudencia clásica se puede destacar el
asesinato del último gran jurista clásico, Domicio Ulpiano, quizá el año
223, a consecuencia de una conjuración de la guardia pretoriana que no
pudo ser controlada por el emperador Alejandro Severo.
Octavio, sin pretender como César instaurar una monarquía helenística
(pero sin olvidarse completamente de ella), restauró la vieja república
romana, otorgando poderes al Senado y al Pueblo y encubriendo su
personal potestad en su auctorias Principis Ésta lo consagraba como guía,
protector de la república y como “Augusto” que daba plenitud al augurum
augustum de la fundación de Roma.
La instauración del Principado, al desvirtuar a radce la fórmula SPQR, no
dejó de afectar también a las fuentes de producción del Derecho. En
efecto, sabemos por Pomponio que, para que el Derecho tuviera una
mayor autoridad, Augusto dispuso que los juristas pudieran responder
exauctoritate Pincipis siempre y cuando así les fuere concedido (pro
beneficio). Es posible que, en contra de lo que se ha dicho, Augusto
pretendiera con esta medida menos el control de la misma jurisprudencia
que la selectiva protección con su auctoritas de unos cuantos juristas
insignes a los que poder involucrar en la causa del Principado. En época
augusta, sin embargo, no llegó a funcionar organizadamente este
beneficio imperial sino que hubo que esperar a Tiberio (42 a.C.-37 d.C.),
que concedió el ius respondendi por vez primera al jurista Masurio Sabino,
que dio nombre a una de las más importantes escuelas jurídicas.

2.1.4 La literatura jurídica clásica.


La jurisprudencia clásica logró altas cotas de perfección doctrinal y
creatividad, pero no una ordenación sistemática precisa. La pasión
magisterial de los juristas -Labeón dedicaba seis meses a la enseñanza
en Roma - dejó una literatura jurídica fecunda y variada, que se concreta
en extensos comentarios a leyes, senado-consultos, edictos, obras de
casuismo jurídico, colecciones de fórmulas, monografías y otras obras de
literatura isagógica, así como libros de reglas, definiciones, sentencias y
opiniones.
Gran parte de esta literatura nos resulta fácilmente accesible gracias al
esfuerzo de Otto Lenel por reordenar por autores en su Palingenesia Iuris
Cvilis los fragmentos jurisprudenciales que conocemos principalmente por
el Digesto de Justiniano.

2.1.5 La jurisprudencia posclásica.


El último periodo de la jurisprudencia romana -llamado posclásico-
comprende desde el final de la dinastía de los Severo y comienzo de la
anarquía militar (235 d.C.) hasta la compilación de Justiniano, en torno al
530. A nuestros efectos, ni la división del imperio de Oriente y Occidente
consumada definitivamente tras la muerte del emperador Teodosio I, en
el año 395, ni la caída de Roma el año 476 en manos de Odoacro, rey de
los Hérulos, alteraron la esencia de la ciencia jurídica posclásica, marcada
por “the complete victory of bureaucracy”. Esta burocratización, sinónimo
a todas luces de decadencia jurídica, sí que produjo una profunda
transformación de la ciencia jurídica, en términos equiparables a la
reciente ocasionada por el positivismo legalista como culminación del
Estado de Derecho. En efecto, los ya lejanos independientes juristas
republicanos que pronunciaban sus tan sencillos y solemnes responsa en
servicio de jueces, magistrados y particulares, y que, con el tiempo,
pasaron a constituir el consilium Principis de un Adriano, un Marco Aurelio
o de los mismos Severo, se convirtieron en simples funcionarios a las
órdenes de emperadores soldados muy poco interesados por las
cuestiones jurídicas, consideradas un límite de su potestad imperial. Por
lo demás, a partir del emperador Constantino (306-337 d.C.)
desaparecieron los rescriptos como fuente del Derecho por lo que la ley
imperial se erigió en única fuente del Derecho.
Representantes de esta época posclásica son Hermogeniano y Arcadio
Carisio. Al primero se atribuye una colección de rescriptos de los años 293
y 294, en un solo libro, continuadora de otra anterior de un tal Gregorio o
Gregoriano (Codex Gregorianus), que compiló los rescriptos desde
Adriano al 292, ya pertenecientes a Diocleciano. Escribió también
Hermogeniano un epítome en seis libros. Aurelio Arcadio Carisio, en el
siglo IV, escribió tres libros: sobre los testigos, las cargas civiles y sobre
el prefecto pretorio.

2.1.6 La compilación de Justiniano.


La obra jurídica que más ha influido en la configuración de la cultura de
Occidente es, sin duda, el denominado, a partir del siglo XVI, Corpus Iuris
Civilis, es decir, la compilación de leges y ius promulgada por el
emperador Justiniano I en torno al 530. Tanto es así, que este hito jurídico
justifica por sí mismo la prolongación de esta importante etapa de la
ciencia jurídica hasta mediados del siglo VI, e incluso el inicio de la ciencia
jurídica medieval con el redescubrimiento, en Pisa, el año 1050, de un
manuscrito del Digesto justinianeo del s. VI.
Ambicioso, vigoroso y con talento, tras unos meses de gobierno con su tío
Justino I, el 1 de agosto de 527, Flavio Justiniano tomó las riendas en
solitario del Imperio romano de Oriente. Fue deseo suyo recuperar la
esplendorosa unidad política, religiosa y jurídica del Impeium Romanum.
Para satisfacerlo, reconquistó parte del Imperio de Occidente (el norte de
África, Italia y una parte del sur de España), construyó el templo mayor de
la cristiandad en Constantinopla, como expresión de la unidad entre su
Imperio y la Iglesia, y ordenó una compilación del ius Romanorum.

2.1.7 Valoración de la jurisprudencia romana.


Muchas y fecundas son las lecciones que ofrece la jurisprudencia romana
en la hora presente, pues es inagotable tesoro. Entre ellas, sin embargo,
destacaría, en estos momentos, la “armonía” de su elegante composición.
Halló la jurisprudencia romana un profundo equilibrio entre lo privado y lo
público, entre lo natural y lo civil, entre la ley (lex) y el Derecho (ius), y,
dentro de éste, entre su sentido objetivo y el subjetivo, entre la flexibilidad
de la fides y la seguridad de la forma, entre lo propio (ius cvile) y lo
universal (ius gentium), entre la tradición jurisprudencial romana y la
innovación edictal, entre la abstracción y la causalidad, entre lo personal
y lo territorial, la justicia y la equidad, la moral y el derecho, lo teórico y lo
práctico, sin pretender nunca dividir en partes iguales, uniformar, limitar la
libertas, tradicional del alma romana. Esto fue posible porque fue el
romano, sobre todo y ante todo, un “Derecho de juristas”, muy poco
legislado, que construyó ese pilar de nuestra civilización piedra a piedra
(caso a caso), es decir, jurisprudencialmente, por fiarse más del
argumento de autoridad que de la fuerza de la potestad. Aquí radica
precisamente su carácter imperecedero, es decir, clásico, de modelo para
otros muchos sistemas jurídicos y base necesaria para la formación de un
tan deseado Derecho global.

2.2 La codificación de Justiniano


El 1 de agosto del año 527, Justiniano fue emperador romano de Oriente
y emprendió una nueva codificación de las constituciones imperiales, cuya
novedad consistió en el hecho de compilar tanto el código teodosiano, las
novelas y el código gregoriano y el hermogeniano, y formar un solo código,
Codex Iustinianus, por lo que mantenía la unidad formal de su contenido.
Según las órdenes del emperador se tenían que eliminar las
contradicciones y las repeticiones, modificar los textos, precisarlo o
conservar su claridad en el nuevo contexto y sobre todo adaptarlos al
derecho vigente, fue un trabajo de gran envergadura que se le conoce
como el Corpus iuris civilis. Fue promulgado el 16 de noviembre del 534 y
entró en vigor el 29 de diciembre. Dicha denominación fue dada al
conjunto de la legislación de Justiniano (Instituciones, Digesta, Codex,
Novellar), por los glosadores boloñeses.6

6CANNATA, Carlo Augusto, (1996) Historia de la ciencia jurídica europea. (trad. Laura Gutiérrez-
Masson), Madrid, Tecnos.
A mediados del siglo VI, en el Imperio Bizantino, se lleva a cabo la gran
obra codificadora de Justiniano, compuesta por el Código, que era una
recopilación de las leyes vigentes: El Digesto o Pandectas, que recogía
las obras de la Jurisprudencia; las Instituciones, que era una obra
didáctica escrita para el aprendizaje del Derecho; y las Novelas,
consistentes en las leyes emanadas después del Código. El
descubrimiento del Corpus iuris (así se llamó después al conjunto de la
recopilación), al final de la Alta Edad Media (lo que fue posible, en gran
medida, por la obra de conservación de la cultura desarrollada por la
Iglesia) fue el hecho determinante de la aparición de una Jurisprudencia
europea a partir del siglo XI.7
En el Corpus Iuris Civilis se encuentra el clásico concepto de
jurisprudencia de Ulpiano, como: “la noticia o conocimiento de las cosas
humanas y divinas, así como la ciencia de la justo y de lo injusto”.8

2.3 La jurisprudencia medieval


El paso de la Antigüedad hacia la Edad Media se forjó desde el siglo III
hasta comienzos del siglo VIII.
Con la caída del imperio romano por los germanos, cambiaron las
condiciones políticas, económicas y sociales que impidieron el desarrollo
de la jurisprudencia, por lo que no tuvo ningún avance importante.
En la Edad Media no existía un “orden jurídico”, pero ello no significaba
que no hubiera derecho, pues predominaba la costumbre en la solución
de los conflictos, ya que era la fuente más importante del derecho. Las
instituciones jurídicas tenían carácter consuetudinario y local. El derecho
se estudió con base en el Corpus Iuris Civilis.
La tradición científica de la jurisprudencia romana quedó efectivamente
interrumpida en Occidente durante la alta Edad Media. Para que pudiera
reanudarse, hacía falta el redescubrimiento del Digesto, y, cuando ese
redescubrimiento aconteció, la actividad científica volvió a ponerse en

7ATIENZA Manuel. El sentido del derecho. Ariel Derecho, España, 2004, p. 228.
8V. JOAQUÍN ESCRICHE y Martín, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, México,
Editorial Cárdenas, 1978, p. 1131. Voz Jurisprudencia.
marcha de repente para pronto alcanzar un nivel digno de la tradición a la
que se ligaba.
Según Tamayo: los juristas europeos “redescubren” los antiguos textos
del “derecho romano”. Nacen las universidades y, con ellas, la enseñanza
de la jurisprudencia.
El resultado de todos estos sucesos e innovaciones fue el nacimiento de
una ciencia jurídica europea, cuyos postulados seguramente han
sobrevivido, sin grandes desafíos, hasta nuestros días.9
A finales del siglo xi se fundó la escuela de Bolonia, que representa el
origen de la jurisprudencia moderna. En esta escuela se desarrolló la
lectura de los textos seguida por la glossa que eran inserciones en la línea
del texto o al margen.
Los glosadores tenían como punto de partida el texto, y lo asumían como
un libro infalible, que consideraban como fuente de toda verdad, perfecto
y exento de contradicción (ratio scripta), por ejemplo, la Biblia, la obra de
Aristóteles y del Corpus Iuris Civilis. Este último les proporcionaba los
presupuestos dogmáticos, los elementos inmutables a los que aplicar sus
instrumentos filológicos (fijación del texto, exégesis según los principios
de la gramática) y lógicos (análisis según el método dialéctico).
El método dialéctico es una forma de análisis y síntesis de la doctrina del
Corpus Iuris Civilis, que comienza con una pregunta para dar la respuesta
mediante una conclusión en forma de proposición o principio primero, por
lo que Tamayo opina que:
Los juristas medievales concibieron el razonamiento dialéctico no sólo
como método para llegar a los primeros principios (como un procedimiento
inductivo), sino como método de análisis de argumentos y definición de
conceptos, mediante la distinción y síntesis de género y especie.
Y anota que “La jurisprudencia medieval fue, pues, la metodología jurídica
esencial en la sistematización consciente del derecho”.
La importancia de los glosadores fue el redescubrimiento de las fuentes
romanas, y su inclusión en el saber jurídico europeo, de manera especial
del Digesto, que representa la obra más relevante de la jurisprudencia

9Rolando Tamayo y Salmorán, “Prólogo”, en Jorge Mario Magallón Ibarra, El renacimiento


medieval de la jurisprudencia romana, México, UNAM, 2002, pp. XII-XIII.
clásica. Por la enseñanza de las glosas lograron acercar la teoría a la
práctica, lo que implico una nueva forma en el desarrollo de la
jurisprudencia, que llevaron a cabo los postglosadores o comentaristas de
los siglos XIV y XV. Refiere Cannata, que los juristas italianos de esos
siglos fueron los verdaderos fundadores de la jurisprudencia continental,
a saber, de la ciencia del derecho que tiene por objeto las técnicas que
permiten resolver los casos prácticos. Se distinguen de los glosadores por
el hecho de hacer de la ciencia su herramienta de trabajo, pues predomina
el método deductivo, que utilizaron en la aplicación cotidiana del derecho,
y así extraían la solución por vía del silogismo, hasta llegar a los principios
que la razón descubre. Ya no se apoyaba en la experiencia, sino en los
principios jurídicos generales para la resolución de los problemas
planteados.

2.4 La edad moderna


Posteriormente, con el surgimiento del Renacimiento, en el siglo XV, los
humanistas volvieron al estudio de los textos romanos con la finalidad de
analizarlos y dar dirección a la ciencia jurídica, y superar a los
comentaristas, pues los primeros reconocían la autoridad del conjunto del
pensamiento antiguo, su valor estético, y lo que pretendían era revivir la
antigüedad bella y refinada. En suma, querían reconstruir en sus formas
originales el antiguo derecho romano sobre la base de los textos de que
disponían, a estos estudios se les conoció con el nombre de Escuela de
culti o de Jurisprudencia Elegante.
En Francia, con el Siglo de las Luces, (siglos XVII y XVIII), apareció el
derecho natural que postulaba la existencia de una ética social conforme
a la naturaleza, y su metodología del saber residía en el rechazo del
autoritarismo que reino en la Edad Media. Entonces el Corpus Iuris Civilis
dejó de aplicarse y se redujo a un simple dato de la realidad social.
La idea de que existía un derecho racional conforme a la naturaleza y
búsqueda de la felicidad humana, justificaba los esfuerzos para
descubrirlo y para fijar su contenido y promulgarlo como derecho vigente,
esto ocasionó las tendencias a la codificación. Se trataba de reducir el
sistema de derecho natural a un conjunto de normas.
Los juristas del derecho natural observaron que el defecto del Derecho
Romano era la ausencia de sistematicidad, de un orden, por lo que se
dieron a la tarea de sistematizar las fuentes romanas, lo que trajo como
efecto, la codificación.
Con la Revolución francesa, que culminó con la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, se puso fin a la antigua
jurisprudencia, y ante la desconfianza en los jueces quienes no motivaban
sus sentencias, surgió el Tribunal de Casación en 1790, cuya misión era
mantener la unidad de la legislación y prevenir la diversidad de
jurisprudencia, lo que impulsó el surgimiento de una jurisprudencia
uniforme con las leyes promulgadas. Los jueces del citado tribunal
disponían de libertad para determinar la norma antigua a aplicar ante las
lagunas de las nuevas leyes, lo que les posibilitó extraer un derecho
común consuetudinario basado en los principios generales, pues ante los
conceptos recientes de los códigos, tuvieron que precisar el sentido de los
vocablos, de ahí que se desarrollara un análisis para explicar cuál era el
verdadero o exacto contenido de las nuevas normas, lo que trajo como
resultado la elaboración de teorías jurisprudenciales, con la idea de
extraer los principios o máximas contenidos en la ley.
Como dato importante señalemos que en esta época fueron publicados
los libros de Francis Bacon (Novum organum), René Descartes (Discours
de la méthode), Thomas Hobbes (El Leviatán), Charles de Secodant,
barón de Montesquieu (Del esprit des lois), que fueron juristas que
influyeron en el desarrollo de la ciencia que practicaban.
De manera particular sobresale la obra de Huigh de Groot, llamado
Grocio, quien escribió el De mari libero y el De iure belli ac pacis libri tres,
considerados como los fundamentos del derecho internacional público
moderno, que tuvieron gran importancia para la historia de la
jurisprudencia del derecho privado porque Grocio creó un sistema de
reglas jurídicas para un campo desprovisto de normas positivas.
Grocio extrajo esas reglas de los conceptos, principios y estructuras del
derecho existente, deduciéndolos del análisis estructural de los conceptos
mismos, conceptos que a su vez estaban sacados no sólo del derecho
romano del Corpus Iuris, sino también del bagaje cultural humanista.
A partir de la promulgación del Código Civil francés de 1804, que en su
artículo 4º prohibía a los jueces dejar de juzgar en caso de silencio,
oscuridad o insuficiencia de la ley, se desarrollo la tendencia en la
fundamentación de las sentencias, con base en razonamientos que
explicaran el porqué de la decisión tomada, lo que originó el avance de
una jurisprudencia al servicio de la ley, así mediante aquella se aplicaba
la ley, y de ninguna manera pretendía sustituirla.
Magallón Ibarra explica que los maestros del derecho civil de aquella
época agrupados en una especie de Escuela, a la que llamaron de la
Exégesis, concentraron sus estudios y enseñanzas en el examen
exhaustivo del Código, de ahí su apelativo de “exegetas”, quienes
explicaban su contenido, analizaban su articulado y lo interpretaban
limitadamente, todo dentro del propósito de esa ley y de acuerdo con el
sentido de sus preceptos.
En este periodo predominó, de manera rigurosa, la aplicación estricta de
la ley, el culto al texto de la ley, su supremacía. El intérprete se sujetaba
al texto de la ley, no se podía dejar nada al arbitrio, de ahí que el jurista
estaba impedido para interpretar y aplicar la ley discrecionalmente, por
tanto, la intención del legislador estaba por encima de toda interpretación.

2.5 El derecho inglés y el norteamericano


En los primitivos pueblos ingleses que estaban formados por tribus y
clanes no existía un conjunto normativo, sino que todo se regulaban con
base en sus costumbres y usos, recordemos que imperaba el sistema
feudal, en el cual el poder absoluto lo tenía el rey, quien lo delegaba a los
señores feudales.
Fue el rey Eduardo II, a quien se le considera el fundador del sistema
jurídico inglés, ya que centralizó la justicia y organizó el régimen judicial.
Estableció jueces en todo su reino para administrar la justicia en nombre
de la corona, creó el Consejo del Rey o Curia Regis que se convirtió en la
columna vertebral del sistema jurídico y político inglés. También fundó la
Real Inquisición que es el antecedente del juicio por jurados, característico
del procedimiento angloamericano, por el cual los vecinos, en ausencia
del juez, son los responsables de regir los juicios. De estos antecedentes
nació el sistema del Common Law.
Para impartir justicia los jueces se basaban en ciertas disposiciones
generales de tipo legislativo llamados writs o decretos reales; éstos no
tenían las características que en la actualidad distinguen a las leyes y
códigos. Los magistrados fundaban sus veredictos en las costumbres
generalmente reconocidas y aceptadas por la población, de modo que
cuando éstas se empezaron a reflejar en los fallos, adquirieron validez y
fuerza legal al ser reiteradas una y otra vez en las sentencias; fue así
como se les dio el nombre de procedents. Así, los precedentes servían de
referencia a futuros juzgadores para la solucionar nuevos casos análogos,
y con el tiempo llegaron a adquirir el carácter de obligatorio,
caracterizados en virtud de la doctrina del stare decisis que es la
costumbre de respetar la autoridad moral de las decisiones tomadas por
los jueces en los asuntos anteriores, sobre todo cuando esas decisiones
provienen de los juzgadores de alto rango. Asimismo los precedentes
lograron homogeneizar ya por completo las normas consuetudinarias del
reino, y como consecuencia surgió el particular sistema jurídico propio del
Common Law.10
La característica del derecho ingles a diferencia del romano es que
incorpora el elemento casuístico como factor de decisión de los asuntos
por los precedentes judiciales. Para resolver una controversia se toma en
cuenta la forma en la que se resolvieron casos similares, ya que contienen
experiencias jurisdiccionales, que deben tomarse en consideración, para
alcanzar una mayor equidad.
La fuerza de los precedentes es muy parecida a la ley porque no sería
correcto combatir una decisión anterior, debido a que se entendería como
una contradicción, ya que casos similares, se deben resolver con afinidad.
En el derecho anglosajón ha habido mayor estima por las sentencias, que
en el common law revisten la fuerza de un procedente en virtud de stare
decisis, y así adquirieron un carácter cuasilegislativo, pues son
obligatorios erga omnes.

10Miguel Acosta Romero y Alfonso Pérez Fonseca, Derecho jurisprudencial mexicano, México,
Porrúa, 1998, pp. 3-16.
El sistema angloamericano se caracteriza por el respeto al derecho
escrito, el Common Law, mediante el reconocimiento de los precedentes
judiciales. También la llamada “Equity”, que se muestra como la noción
interpretativa de una norma, para buscar la mejor en base a motivos reales
y producir un resultado justo. En el sistema norteamericano las decisiones
o precedentes judiciales son indispensables y se divulgan a través de
repertorios o colecciones denominadas Law reports, que constituyen un
verdadero sistema de derecho judicial al lado del derecho legislativo,
donde el primero tiene aun mayor valía que el segundo. Las colecciones
de precedentes más importantes en el derecho norteamericano son el
Annotated Report System y el National Reporter System.
Cabe hacer la observación que a finales del siglo XIX, se presentó en la
actividad judicial norteamericana, una transformación, que la doctrina
llamó “revuelta contra el formalismo”, porque en la aplicación del derecho,
por el peso de los precedentes, ya no se avanzaba en el campo jurídico,
por tanto, la ciencia jurídica emanaba de la resolución de casos, más no
de doctrinas, lo que significaba un retroceso, siendo que el derecho debía
progresar a la par de la sociedad.
Ante lo cual surgieron las ideas del Juez Holmes, quien hizo hincapié en
los elementos empíricos y pragmáticos del derecho (enfoque sociológico),
con la noción de que el derecho no es solamente una idea lógica, sino una
idea de fuerza, por lo que cambio la gran influencia del precedente judicial
y ahora se tiene la posibilidad de desaplicar una norma cuando sea
contraria al pacto federal, pero en todo momento respetar los principios
de la supremacía constitucional de esa nación.
CONCLUSIÓN

 Si bien el concepto de jurisprudencia engloba varios significados, desde


los más amplios que asimilan la jurisprudencia a la "Ciencia del Derecho"
hasta los más restrictivos que entienden la jurisprudencia como el
conjunto de sentencias dictadas por los tribunales de justicia para lograr
resolver los casos prácticos de los que tienen conocimiento. La
entendemos como el conjunto de resoluciones de los tribunales
superiores de justicia, que son los llamados a unificar el derecho a través
cíe la dictación de sus sentencias

 Como tal entendemos que la jurisprudencia es una fuente del derecho.


Pero es una fuente de derecho que opera en la práctica, es indirecta o
bien complementaria. No puede ser considerada dentro de las fuentes
primarias, directas o formales. Justamente la labor de la jurisprudencia
será la de interpretar, integrar y completar las fuentes formales del
derecho de manera de lograr dar perfecta armonía al ordenamiento
jurídico.

 La jurisprudencia se originó en Roma antigua, como una ciencia secreta,


sólo conocida por los sacerdotes, por eso el nombre de jurisprudencia
pontifical, pues ellos eran los únicos que tenían la facultad de resolver los
conflictos, de acuerdo con el designio de los dioses, además de que
únicamente ellos, podían acceder a los archivos pontificales, donde
celosamente se guardaban los dictámenes que originaron la práctica
procesal, de ahí que el concepto original de la jurisprudencia fue la forma
que, en justicia, los sacerdotes resolvían los casos, con base en la
reflexión prudencial, según lo justo.

 Podemos afirmar que la jurisprudencia evolucionó de la siguiente manera:


primero como una virtud, segundo, como jurisprudencia, el actuar con
sabiduría prudencial y tercero, a la fecha, como función interpretativa de
la ley.

OPINIÓN PERSONAL

En la actualidad existen cambios significativos en la sociedad, que van a


significar también transformaciones grandes en el Derecho y en la forma de
aplicarlo. Por ellas, probablemente, la jurisprudencia será cada vez más
necesaria. Las principales pero en modo alguno las únicas son las siguientes a
nuestro juicio:
El Derecho, hasta ahora, redujo fuertemente sus soluciones para los
conflictos personales a los resultados económicos: las sanciones, las
indemnizaciones fueron los instrumentos más importantes, si excluimos las
penas y las nulidades (cuando ellas son posibles). Hoy por hoy encontramos un
mundo en el que las aspiraciones no patrimoniales de las personas empiezan a
ser importantes en sí mismas: no siempre se desea sustituir un derecho por una
indemnización. Las soluciones que el Derecho deberá aportar tendrán que ser
más creativas y diversificadas. Aquí, la función del juez será central.

El Derecho siempre contó con una realidad dada para regularla. Se


trataba de conocerla bien y de dictar las normas que condujeran mejor a los fines
pretendidos. Así se establecieron diversas reglas como por ejemplo: el ser
humano está fuera del comercio; la madre siempre es cierta, el documento
prueba, etc. Hoy, estos principios tienen que ser drásticamente revisados porque
los hechos ya no permiten su vigencia permanente y universal. La técnica cambia
a la realidad y la hace distinta y diversa para muchos aspectos del Derecho. Aquí
algunos de los casos más resaltantes.

Las técnicas de transplante han creado un mercado de partes del cuerpo


humano inexistente hasta la primera mitad del siglo XX y, en esto, poco importa
que las leyes prohíban la onerosidad y exijan la gratuidad de las transacciones
correspondientes. El ser humano, o al menos sus partes, están en el comercio
todos los días. Al juez le tocará resolver los conflictos que puedan presentarse
en este aspecto tan sensitivo del Derecho.

La reproducción humana asistida trae grandes complejidades al


nacimiento de nuevos seres humanos: hay tres madres (genética, biológica y
legal) y dos padres (genético y legal, al menos por ahora). Además, la ciencia
permite cambiar ciertas cualidades del embrión aunque todavía se actúa como
aprendiz de brujo en esta materia. Ya no hay madre cierta pero tampoco padre
cierto ni hijo cierto. Todo el andamiaje de los conceptos de persona, familia y
parentesco estaba construido sobre la necesidad del acto sexual para la
reproducción humana. Hoy eso ya no es necesario en absoluto y los problemas
jurídicos que emerjan serán variados y complejos. Las leyes han demostrado su
imposibilidad de ir al paso del desarrollo de la técnica. Por tanto, la labor del juez
será determinante para decir el Derecho en estos casos.

Para el Derecho las cosas eran materiales e inmodificables: un documento


era un documento y si era alterado, como regla general había forma de
determinarlo. Hoy la informática ha digitalizado muchos documentos y siempre
existe la posibilidad de que voluntaria o involuntariamente sean alterados sin que
quede huella alguna de dicha modificación. En casos como ése el juez será
determinante para solucionar los problemas que emerjan de los conflictos que
se produzcan en la sociedad por estos hechos: la ley no puede prever todas las
posibilidades ni estar actualizada al ritmo de cambio vertiginoso de la tecnología.

Por su parte, la digitalización del mensaje ha transformado completamente


las posibilidades de regulación de los yerros y de las intenciones torcidas porque,
en realidad, ya no se puede probar siempre que hubo comunicación (en el
sentido de emisor-mensaje-receptor) sino, a lo sumo, la existencia de una
emisión y de una recepción. Pensemos solamente en un mensaje que, en el
camino, sufrió la influencia de un virus electrónico que convirtió los adverbios
“no” en adverbios “sí” y que no es detectado sino mucho después de que los
efectos de esta comunicación se hayan producido.

Lo esencial del Derecho es su aplicación en la vida diaria, pues existe para


ello. ¿Qué consecuencias prácticas trae esta nueva situación en el plano
aplicativo y en especial a la jurisprudencia que es la que nos ocupa en este
documento? Entre las varias encontramos las siguientes:

 Las normas jurídicas irán siendo menos precisas y reglamentarias cada


vez. Más bien, irán tomando forma de principios de carácter general que
servirán para resolver diversas situaciones concretas.

 Correspondientemente a lo anterior, el juez irá creciendo como órgano


que da la aplicación práctica de los principios generales a través de sus
fallos y, con ello, será un emisor cada vez más importante de contenidos
normativos concretos.
 Se desarrollarán significativamente las reglas internacionales,
particularmente para las transacciones económicas de todo tipo. El juez
deberá fallar en relación a ellas, amalgamando el Derecho Internacional y
el interno.

 Para saber de lo que trata en su ejercicio jurisdiccional, el juez (como


también el abogado) deberá conocer la sociedad, la técnica, los
instrumentos esenciales de la vida diaria, pues sólo así podrá darles un
tratamiento jurídico adecuado, sobre todo ante la creciente generalidad
de las normas jurídicas o, simplemente, ante su incapacidad para regular
eficientemente la sociedad con los nuevos y rápidos cambios de la
tecnología. La jurisprudencia será esencial para este proceso.
BIBLIOGRAFIA

CLEMENTE DE DIEGO; Felipe (1925): La jurisprudencia como fuente del


Derecho. Madrid, Revista de Derecho privado.

COLIN, Ambrosio y APITANT, H, (1952). Curso elemental de Derecho Civil,


Tomo I. 3ra. Edición. Madrid, Instituto Editorial Reus.

DE BUEN, Demófilo (1932) Introducción al Estudio del Derecho Civil. Madrid,


Editorial Revista de Derecho Privado.

CASTÁN TOBEÑAS, José (1654). La Formulación Judicial del Derecho. Madrid,


Editorial Reus S.A.

ATIENZA Manuel. El sentido del derecho. Ariel Derecho, España, 2004.

JOAQUÍN ESCRICHE y Martín, Diccionario razonado de legislación y


jurisprudencia, México, Editorial Cárdenas, 1978, p. 1131. Voz Jurisprudencia.

TAMAYO Rolando y Salmorán, “Prólogo”, en Jorge Mario Magallón Ibarra, El


renacimiento medieval de la jurisprudencia romana, México, UNAM, 2002.
GLOSARIO

JUICIO. Capacidad o facultad del alma humana que aprecia el bien y el mal y
distingue entre la verdad y lo falso. Comparación intelectual de ideas o cosas.
Salud o normalidad mental, opuesta a la locura, demencia, imbecibilidad, delirio
u otros trastornos de intensidad y duración variables. Opinión, parecer, idea,
dictamen acerca de algo o alguien. Sensatez, cordura. Moderación, prudencia.
Honestidad en las mujeres. Conocimiento, tramitación y fallo de una causa por
un juez o tribunal. Sentencia, resolución de un litigio.

JURISDICCION. Genéricamente autoridad, potestad, dominio, poder. Conjunto


de atribuciones que corresponden en una materia y en cierta esfera territorial.
Poder para gobernar y para aplicar las leyes. La potestad de conocer y fallar en
asuntos civiles, criminales o de otra naturaleza, según las disposiciones legales
o el arbitrio concedido. Territorio en que un juez o tribunal ejerce su autoridad.
Término de una provincia, distrito, municipio, barrio, etc.

JURISPRUDENCIA. La ciencia del Derecho. El Derecho científico. La ciencia de


lo justo y de lo injusto, según parte de la definición justinianea, que luego se
considerará. La interpretación de la ley hecha por los jueces. Conjunto de
sentencias que determinan un criterio acerca de un problema jurídico omitido u
obscuro en los textos positivos o en otras fuentes del Derecho. La interpretación
reiterada que el Tribunal Supremo de una nación establece en los asuntos de
que conoce. La práctica judicial constante. Arte o hábito de interpretar y aplicar
las leyes. La Academia agrega una acepción pedagógica: "Enseñanza doctrinal
que dimana de las decisiones o fallos de autoridades gubernativas o judiciales".
Y otra de jurisprudencia analógica: "Norma de juicio que suple omisiones de la
ley, y que se funda en las prácticas seguidas en casos iguales o análogos.
Justiniano definió la jurisprudencia en estos términos, repetidos como pocos:
"Divinarum atque humanarum rerum notitia, justi injustique scientia". (El
conocimiento de las cosas divinas y humanas, la ciencia de lo justo y de lo
injusto).
NORMA. Regla de conducta. Precepto. Ley. Criterio o patrón. Práctica. Jurídica.
Regla de conducta cuyo fin es el cumplimiento de un precepto legal. Para Gierke,
"la norma jurídica es aquella regla que, según la convicción declarada de una
comunidad, debe determinar exteriormente, y de modo incondicionado, la libre
voluntad humana".

LEY. Genéricamente, modo de ser y obrar los seres. Propiedades y relaciones


entre las cosas, según su naturaleza y coexistencia. Regla, norma, precepto de
la autoridad pública, que manda, prohíbe o permite algo. La expresión positiva
del Derecho. Regla de conducta obligatoria dictada por el Poder legislativo, o por
el ejecutivo cuando lo sustituye o se arroga sus atribuciones. Ampliamente, todo
reglamento ordenanza, estatuto, decreto, orden u otro mandamiento de una
autoridad en ejercicio de sus atribuciones.
ANEXO

HISTORIA E INSTITUCIONES DEL DERECHO ROMANO

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