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Estructura anatómica y funcional de los lóbulos cerebrales

I. Lóbulo frontal

Maduración anatómica del lóbulo frontal.

Está separado del lóbulo parietal por el surco de Rolando (o Fisura Central) y del lóbulo
temporal por el surco de Silvio (o Fisura Lateral). Como ya hemos apuntado, el lóbulo
frontal es la última estructura cerebral en alcanzar la madurez.
Las principales áreas del lóbulo frontal son las siguientes:
1. Corteza pre motora
Ayuda a elaborar y automatizar secuencias de movimientos para ejecutar una tarea
en forma correcta. Ayuda a integrar las ordene motoras que se transmitirán al área
motora.

2. Corteza motora
La corteza motora es la parte del lóbulo frontal involucrada en los procesos de
planificación, ejecución y control de los movimientos voluntarios. La corteza
motora está situada justo al lado de la fisura de Rolando, y por lo tanto recibe mucha
información proveniente del área somato sensorial que se encuentra justo al otro
lado de esta "frontera", en el lóbulo parietal.
3. Corteza prefrontal
Controla la capacidad de planificación, juicio moral e interiorización de las normas
sociales. Es la región de la corteza que ha evolucionado más recientemente.
4. Área de Broca
Esta zona está involucrada con la producción de movimientos concretos
para articular el habla. Por lo tanto, desde aquí se emiten señales que
irán a parar a la lengua, la laringe y la boca.

Maduración funcional del lóbulo frontal


Los lóbulos frontales del cerebro destacan especialmente por el hecho de estar muy
involucrados en las llamadas funciones ejecutivas como son: el uso de la memoria, la
planificación, la selección de objetivos, la resolución de problemas y el control de la propia
conducta.

Las funciones ejecutivas van evolucionando durante toda la infancia y la adolescencia.


A partir del segundo año, la planificación y el control de la conducta, tienen un nivel muy
reducido, pero irán perfeccionándose durante el desarrollo. Por ejemplo todavía se
presentan las perseveraciones o tendencias a repetir acciones que desaparecen
progresivamente.

Entre los tres y los cinco años los niños ya pueden autorregularse y adaptarse a situaciones
sociales.

A los seis años se consigue una adecuada inhibición motora, pueden resolver problemas
sencillos tanto desde el punto de vista intelectual como del emocional y social, a los diez
los niños ya no presentan perseveraciones.
Así mismo, a los 12 años la atención es equivalente a la de los adultos.
Es en las fases finales de la adolescencia, cuando culmina la adquisición de las funciones
ejecutivas coincidiendo con la etapa final de adquisición de las operaciones formales
propuesta por Piaget. No obstante cabe destacar que no todos los individuos consiguen
desarrollar plenamente el pensamiento formal, pues algunos factores como la educación
y las necesidades adaptativas parecen ser necesarias para su completa adquisición.

II. Lóbulo parietal

Maduración anatómica y funcional del lóbulo parietal.


La división entre el lóbulo frontal y lóbulo parietal está a cargo del surco central o de
rolando. La porción que está detrás del surco de rolando es una estructura importante para
la percepción de nuestro propio cuerpo, es el área somato sensorial primaria. Se trata
de la zona cerebral que está encargada especialmente de recibir las sensaciones de tacto,
calor, frío, presión, dolor, y coordinar el equilibrio. Cuando se lesiona, da anestesia en el
brazo y pierna del lado opuesto, a veces con dolores y epilepsias sensitivas, y
desequilibrios de balance. La lesión del lado izquierdo da trastornos en el lenguaje,
dificultad para leer y dificultad para realizar cálculos matemáticos

El lóbulo parietal madura desde muy temprana edad, sobre todo el área somato sensorial
primaria, siendo las primeras zonas de la corteza en desarrollarse. Desde el nacimiento
hasta los dos o tres años se produce una gran actividad metabólica en el lóbulo parietal,
sobre todo en el derecho. El volumen máximo se alcanza a los diez años en las niñas y a
los doce en los niños, lo cual puede deberse a que ellas llegan a la pubertad más temprano
y a la influencia de las hormonas gonadales.
Se ha observado que la percepción táctil mejora con la edad, con una gran mejora en sus
capacidades entre los ocho y los doce años. A estas edades obtienen mejor rendimiento
al utilizar la mano dominante, mientras que la mano no dominante muestra puntuaciones
muy variables, lo cual desaparece entre los doce y los catorce años, momento en que
alcanzan la misma competencia que los adultos (Baron, 2004). La discriminación táctil en
los dedos no se alcanza hasta los nueve años aproximadamente.

III. Lóbulo occipital

Está ubicado en la parte del cerebro más cercana a la nuca. Es un lóbulo dedicado
exclusivamente a la percepción visual. Esto quiere decir que la especie humana es una
especie sumamente visual ya que su cerebro ha destinado gran cantidad de materia a la
capacidad para percibir de manera visual el mundo que nos rodea.
Las áreas visuales son las segundas en madurar después de las somato sensoriales. El
lóbulo occipital no alcanza su desarrollo definitivo hasta los 36 años. Su desarrollo es
bastante lineal, sin que se produzcan muchos altibajos.

El desarrollo de las funciones visuales de los niños se produce con cierta lentitud en
comparación con los cachorros de otros animales. Hasta ahora se pensaba que entre los
nueve o diez años de edad se fijaba la capacidad visual de la persona. Sin embargo, una
nueva investigación de la Universidad de McMaster (Canadá) ha dado un giro completo a
esta teoría después de realizar un estudio en el que se analizó el tejido cerebral de 30
personas fallecidas entre los 20 días de vida y los 80 años de edad. El estudio ha
descubierto que el córtex visual primario (V1), la zona del cerebro encargada de procesar
e interpretar la información que arroja la retina, sigue madurando hasta que el individuo
tiene 36 años de edad.
IV. Lóbulo temporal

Es la región cerebral fundamental para habilidades tan importantes como el habla o la


percepción auditiva, además de estar muy vinculado a la afectividad, la memoria y el
reconocimiento. Está ubicado en La zona lateral inferior del encéfalo a la altura de los
oídos. Esta región está anatómicamente separada del lóbulo parietal, por la cisura de
Silvio, y está en estrecho contacto con el lóbulo occipital. Asimismo, se trata del lóbulo
con mayor conexión con el sistema límbico, teniendo pues gran influencia en las
emociones y estados de ánimo, así como con la memoria.
Algunas de las partes del lóbulo temporal más relevantes son las siguientes.

1. Corteza auditiva
En el lóbulo temporal se encuentran la cortezas auditivas primaria, secundaria y
asociativa. Estas zonas del cerebro son las encargadas de, además de percibir los
sonidos, realizar la codificación, descodificación e interpretación de la información
auditiva, siendo un elemento indispensable para la supervivencia y la comunicación.
2. Área de Wernicke
Esta área es la principal encargada de la comprensión del lenguaje, permitiendo la
comunicación verbal entre individuos. Sin embargo, la producción del lenguaje se da en
otra área conocida como área de Broca, situada en la corteza frontal.
3. Giro angular
Esta área resulta de especial relevancia, debido a que es la que permite la
lectoescritura. En ella se asocia la información visual con la auditiva, permitiendo
asignar a cada grafema su correspondiente fonema y haciendo posible que se produzca
un cambio en el tipo de datos con los que trabaja el cerebro, de imágenes a sonidos con
un componente simbólico.
En personas con lesiones en esta zona, la lectura suele estar afectada, siendo muy lenta
o inexistente.
4. Giro supramarginal
Forma parte del área sensitiva terciaria. Este giro participa en el reconocimiento táctil,
además de participar en el lenguaje. Gracias a ella somos capaces de reconocer el
relieve de letras mediante los dedos y asociarlas a sonidos.

El lóbulo temporal alcanza su máximo volumen sobre los dieciséis o diecisiete años. Las
áreas del lenguaje situadas en zonas posteriores del lóbulo parietal siguen madurando
hasta bien entrada la edad adulta.

Entre el primer y el cuarto mes los niños ya discriminan los sonidos del lenguaje,
existiendo lateralización funcional pues el hemisferio izquierdo se ocupa de los sonidos
lingüísticos y el derecho de los no lingüísticos y la música (Molfese y Molfese, 2002). No
es hasta el final de la adolescencia cuando se desarrollan completamente las funciones
asociadas al lóbulo temporal, como la memoria o los procesos emocionales.

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