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Entendiendo la

composición de las
palabras
- Carla Salinas Martínez
Aunque entendamos como disgrafía aquel trastorno en el cual las personas presentan una
dificultad que para recordar y dominar la secuencia automática de movimientos motores que son
necesarios en el momento de escribir letras o números y formar palabras, y dado que hay
autores que incluyen la ortografía en el análisis de la disgrafía, dedicaremos este módulo a
analizar la evolución de las faltas ortográficas según la edad.

Debemos partir de la concepción de que la primera unidad de correspondencia que hacen los
niños es la sílaba. Esto es debido a que, la sílaba, es una unidad natural de segmentación. El
detalle es importante porque ayuda a explicar la razón por la cual, el estudiante, intenta
representar una sílaba mediante el uso de una sola letra, por ejemplo, la palabra «casa» (ca-sa),
podemos observar que escriben «om» o « cs». Y vosotros os preguntaréis ¿por qué estas y no
otras letras? Es debido a que, en un inicio, cuando todavía no reconocen la correspondencia
grafema – fonema y en el intento de escribir tantas letras como sílabas contenga la palabra, el
niño usa las letras que conoce aun no estando incluidas en dicha palabra. Por ejemplo, «om»
significa «ca(o)-sa(m)» (dos letras para dos sílabas). Cuando el estudiante ya tiene
conocimiento de la correspondencia grafema – fonema o identifica algún fonema de la palabra,
es cuando nos podemos encontrar con «cs» de «ca(c)-sa(s)». Nos daremos cuenta de este
proceso evolutivo porque el niño escribe dos letras para dos sílabas, tres letras para tres silabas,
etc.

En todo este proceso de aprendizaje de la escritura, que no es más que el inicio, entran en juego
la ortografía, la facilidad con la que el estudiante aprende, la educación que haya recibido y las
oportunidades que tiene de practicar y usar tanto la escritura como la lectura, entre otros
factores.

En realidad, uno de los pasos que podréis observar en los niños que empiezan a escribir es que
verbalizan la palabra por unidades siendo, ésta, una forma de regular y guiar la escritura, por
ejemplo, al escribir «casa», irán pronunciando: ca /ca:[1]/, cas /ca:/ /s/…

Así, siguiendo a Tolchinsky (2013), se pueden distinguir los principales errores ortográficos:

• Errores fonográficos (que se resuelven mediante la correcta correspondencia entre grafema –


fonema):

• Escribir una vocal por otra de distinto sonido.


• Una consonante por otra de distinto sonido.
• Omisión de letras.
• Errores morfológicos (se corrige al darse cuenta que está escribiendo un sufijo o prefijo[2]).
• Errores ortográficos (por desconocimiento de las normas de ortografía):
• No usar reglas de contexto.
• Omitir tildes gráficas.
• Escribir secuencias ilegitimas en la ortografía (ejemplo: vlanco por blanco.
• Usar letras que no pertenecen al alfabeto de la lengua usada.

• Errores léxicos (se cometen por no saber la ortografía de memoria):


• Omitir la [h].
• Usar una consonante fonológicamente plausible en un contexto que no sería ilegitimo
(ejemplo: biento por viento).

Hay errores que son típicos de la edad dado que todavía no se han trabajado en el colegio.
Como sabéis, el curriculum está dividido de manera que cada grado debe adquirir unos
conocimientos de las distintas áreas. Así pues, en el siguiente documento del Ministerio de
Educación de Ecuador, a partir de la página 117, podréis encontrar un resumen de las
competencias lingüísticas que deberían tener asumidas al finalizar cada uno de los grados.
Aunque nosotros anotemos todos los errores que los estudiantes cometen, es importante que,
después de detectarlos, separemos los errores que son típicos de la edad de aquellos que no lo
son. Pues sólo los que no lo son, requerirán de una intervención inmediata.

[1] Por decirlo de alguna forma, y para que nos entendamos, los dos puntos significan que el
fonema que le precede se alarga: /ca:/ seria “caaaaaa”.

[2] Como nos indica la autora: «identificar los componentes morfológicos de las palabras que
escribimos puede ser de gran ayuda a la hora de evitar faltas de ortografía […] es mucho más
económico que no recordar una por una las muchísimas palabras flexionadas o derivadas
mediante sufijos».
Separando
las palabras

En un inicio, enseñamos a los niños a escribir palabras aisladas de modo que no debemos
preocuparnos de si detecta (o no) el inicio o final de la palabra. No obstante, cuando debe
escribir más de una palabra es cuando aparece esta complicación. El espacio entre palabras es
la forma gráfica (Tolchinsky, 2013) que nos indica el límite gráfico de una palabra. La
complicación está en que, cuando hablamos, no existen pausas entre a las palabras, de modo
que a los niños les cuesta identificar, al principio, cuando inician y cuándo acaban. Por ello es
por lo que nos podemos encontrar que escriben palabras, o incluso frases, juntas, sin ningún
tipo de espacio entre ellas. Además, ¿osimagináistenerqueleertodalateoríaasí? Los espacios
en blanco, ayudan a que el texto sea, por lo tanto, más leíble: ¿os imagináis tener que leer toda
la teoría así? (daros cuenta de esa diferencia. Más sencillo, ¿verdad?).

Como dato curioso, la misma autora, citando un estudio realizado por Clemente (1984), se
dieron cuenta de lo siguiente: sabiendo que las palabras de contenido se refieren a los
substantivos, verbos y adjetivos, y que las palabras de función hacen referencia a
determinantes, conjunciones, preposiciones y pronombres, pidieron a niños de 5 y 11 años que
escribieran cuentos cortos y dividieron luego las partes más pequeñas.

Comenta que encontraron dos niveles de desarrollo: «los niños de 5 a 7 años de edad,
intentaban dividir los cuentos en palabras, pero no producían blancos en expresiones como
<aviaunavez[1]> o <superrito>. Como regla general, mostraban dificultades para separar los
determinantes de los nombres, los verbos de los pronombres reflexivos. Sólo después de 2º
grado, después de los 7 años, consiguieron la separación convencional entre palabras».
(Tolchinsky, 2013, p.56). Además, sabemos que cuando se inician en la escritura, lo normal es
que escriban en cualquier parte de la hoja sin importar los márgenes o la orientación, por ello,
debemos insistir tanto en que los respeten y sigan la línea correcta de la escritura (de izquierda
a derecha, en nuestro caso).

[1] La omisión de la [h] es frecuente en estas edades, razón por la que se obvia en la
explicación.
Además, ¿sabíais que la tipología de letra con la que se enseña a escribir influye en el
aprendizaje de la separación gráfica? La misma autora nos comenta: «parece ser que la letra de
imprenta (en la que las letras se separan entre ellas), facilitan la correspondencia fonográfica,
mientras que la letrea cursiva, facilita la identificación de palabras gráficas (cuando inicia y
finaliza una palabra)».

Evidentemente, el hecho de que el estudiante conozca la palabra que está escribiendo, facilitará
la separación gráfica de la palabra, de aquí la importancia de la riqueza de vocabulario (¡aunque
tampoco debemos agobiarles!).

Empezando a visualizar las


regiones cerebrales

Como veréis a continuación, hay muchas regiones del cerebro que están implicadas en el
proceso de lectoescritura. Cada región influye, o es la encargada, de uno o varios de los
procesos o movimientos necesarios para poder escribir correctamente. Cualquier daño en
alguna de estas regiones, conllevará dificultades en la lectoescritura.

El cerebro es muy complejo, de modo que os dejo este cuadro, cortesía de Tolchinsky a modo
de curiosidad y más información para los interesados.
Bibliografía

Extraído y traducido de Tolchinsky (2013). Más allá de la escritura de palabras.

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