PRELUDIO
1
teólogos de esa religión, no se trata propiamente del perdón del pecado, reservado
a Dios, sino de un mecanismo de reconciliación con la Iglesia, que se obtiene en
virtud de determinados actos -como oraciones, dádivas o peregrinajes- o de la
gracia de los obispos. Se afirma que dicha reconciliación exime de la sanción
terrenal (¿penal?) dispuesta para quienes han pecado (¿delinquido?) e incluso
ayuda a las ánimas del purgatorio a acortar su estancia allí (¿en esa “cárcel”?) y
acceder más rápidamente al cielo. Actualmente, este concepto de indulgencia no
tiene mayor relevancia fuera de la religión católica, pero conserva una especial
importancia histórica y, sin duda, como se observa, tiene una clara referencia
jurídica que explica la denominación dada al mecanismo y el título de esta
ponencia.
2
legalmente puede ser objeto de modificación o eliminación por las respectivas
autoridades, en procura de algún interés alterno y legítimo. En el ámbito penal
colombiano actual, por ejemplo, se encuentran mecanismos que permiten la
renuncia total o parcial a la persecución penal y a la pena, como el principio de
oportunidad o los preacuerdos, respectivamente.
Son de variada entidad las causas que dan lugar a esta remisión o disminución de
las sanciones penales en los sistemas occidentales, buena parte de ellas referidas al
comportamiento postdelictivo del sujeto pasivo de la persecución2. Como se señaló
antes, una de esas causas, que habitualmente ha justificado políticamente la
consagración y puesta en práctica de las “indulgencias” en materia penal, es la
colaboración que puede prestar el ciudadano perseguido penalmente para
desarticular bandas criminales, para prevenir delitos o para lograr condenas contra
otras personas por la comisión de delitos. Esto se ha integrado a lo que se conoce
genéricamente como “derecho penal premial” y ha tenido diferentes niveles de
incorporación en sistemas de persecución penal en el mundo entero.
Aunque en Colombia con cierta ligereza suele asociarse la existencia del derecho
penal premial o de “indulgencias” por colaboración con la justicia, con la
incorporación constitucional del llamado sistema acusatorio entre los años 2002 y
2005, la historia de este modelo en nuestro país tiene manifestaciones anteriores a
dicha reforma3 y, sobre todo, tiene referencias comparadas en sistemas que no
buscaron incorporar el sistema acusatorio sino principalmente luchar contra la
criminalidad organizada. Así, en varios países de Europa y en Estados Unidos se
ha utilizado el llamado derecho penal premial para atacar con más contundencia a
las organizaciones criminales, cuyos miembros y líderes eran tradicionalmente
juzgados sobre la base de evidencias meramente circunstanciales, que no
proporcionaban suficiencia probatoria para una condena, lo cual conducía a uno
de dos resultados, ambos igualmente indeseables: por una parte, la absolución o
incluso el no procesamiento de estos connotados criminales o, por la otra, el
3
relajamiento judicial en la valoración probatoria para poderlos procesar y
condenar, en detrimento de las garantías fundamentales y de la presunción de
inocencia.
4
Algunos de los problemas que trae consigo la práctica de indulgencias por
colaboración con la justicia son de carácter netamente teórico; los otros tienen una
definida implicación práctica. Los teóricos se refieren a cuestiones filosóficas, éticas
y, en ocasiones, como en la edad media, hasta teológicas; los prácticos se refieren a
cuestiones de regulación, de contexto, de presentación y de percepción, que
pueden ser atendidos mediante procesos de adecuación legislativa y regulatoria o
interpretativa y estrategias de comunicación. En todo caso, todos ellos deben ser
analizados por la academia pues están causando disputas y descontento y, como
en las épocas de la reforma protestante, pueden afectar gravemente la
institucionalidad y desmoronar, no ya a la Iglesia Católica, sino a nuestro Estado
Social y Democrático de Derecho.
5
Sin perjuicio de ello, hay sectores doctrinales que se oponen radicalmente a la
posibilidad de relativizar o instrumentalizar la sanción penal que se establece
legalmente como consecuencia del delito. En primera línea, están los defensores de
las llamadas teorías absolutas de la pena, quienes profesan concepciones
punitivistas rígidas y opuestas al pragmatismo, los seguidores de movimientos
fundados en expresiones retóricas como “tolerancia cero”, “ley y orden” o “mano
dura” y, en general, los partidarios del paradigma del orden (por oposición al
paradigma de gestión de la conflictividad, como lo denomina Binder5) quienes
concluyen que no es posible ser indulgente con quien comete un delito, pues la
pena establecida legalmente es una consecuencia necesaria de la respectiva
conducta. Estos planteamientos se asemejan mucho a los de Lutero, quien afirmaba
que solo Dios podía remitir las culpas y que el clero (¿jueces y fiscales?) actuaba
abusivamente al otorgar indulgencias. En cualquier caso, estas posiciones radicales
tienen cada vez menos adeptos en la ciencia jurídica y en la academia y solo son
usadas retóricamente en escenarios políticos para hacer ilusorias declaraciones de
intención o para acallar a la opinión pública ante circunstancias coyunturales6.
Infortunadamente, este uso retórico ha sido suficiente para expandir el derecho
penal7 y para sobreestimar su importancia y la de la pena de prisión, aun cuando
ello no resista un análisis científico serio y detenido.
5 ANÁLISIS POLÍTICO CRIMINAL. Binder, Alberto. Editorial Astrea. Buenos Aires - Bogotá, 2012.
Pág. 154 y ss.
6 El problema no es menor, pues el populismo punitivo se afianza. Un interesante análisis del caso
latinoamericano en LA POLÍTICA LEGISLATIVA PENAL IBEROAMERICANA A PRINCIPIOS DEL SIGLO
XXI”. Díez-Ripollés, José Luis. En Revista Política Criminal, Nº 5, 2008, A7-5, Pág. 1-37.
[http://www.politicacriminal.cl/n_06/a_7_5.pdf]. También muy acertado análisis en POPULISMO
PUNITIVO. Larrauri, Elena. Revista Jueces para la democracia, núm. 55. Información y debate, marzo de 2006.
7 La expresión, con toda su carga semántica, por supuesto es tomada del magnífico libro LA
EXPANSIÓN DEL DERECHO PENAL. Silva Sánchez, Jesús María. Tercera Edición. Edisofer. Madrid, 2011.
8 Así la denomina Binder en ANÁLISIS POLÍTICO CRIMINAL. Obra citada. Pág. 159 y ss.
6
Bajo este prisma, la pena no es una finalidad en sí misma, sino un medio, un
instrumento para alcanzar un fin o una serie de fines considerados legítimos.
Aunque la discusión sobre las finalidades de la pena desborda el espectro de esta
ponencia, sí se hacen pertinentes algunas alusiones puntuales a ciertos aspectos
críticos, para poder afirmar la legitimidad de la concesión de indulgencias por
colaboración con la justicia. A continuación, se plantearán algunos apuntes sobre
esta cuestión en cuanto resultan pertinentes para el tema.
En primer lugar, debe reiterarse que las posturas netamente retribucionistas que
asignan a la pena un carácter necesario y absoluto, por poseer un supuesto valor
axiológico intrínseco, no son compatibles con los actuales desarrollos de la ciencia
jurídica, con los acuerdos políticos internacionales de los últimos decenios 9, ni con
las normas internas que cada vez con más frecuencia consagran indulgencias
legales y judiciales (por oposición a las indulgencias discrecionales, como se
precisará más adelante) con ocasión de conductas postdelictuales del autor o
partícipe del delito10. No es propio del derecho penal actual fundamentar la
sanción penal en estas ideas cuyo origen no es propiamente democrático, sino
anclado en tradiciones superadas, no necesariamente por erróneas sino por
impertinentes para este análisis. Como recuerda Roxin, “La teología cristiana de
ambas confesiones sustenta predominantemente, hoy como ayer, este punto de vista
[retribucionismo], considerando la realización de la justicia como mandato de Dios y la
pena como ejecución de la función judicial divina”11. Si bien la sanción penal siempre
implicará infligir un mal al autor de la conducta, esa no es la finalidad política y
social de la misma. Como consecuencia de ello, los argumentos derivados de esta
7
posición no resultan adecuados para controvertir la legitimidad de las
indulgencias por colaboración con la justicia.
Por otra parte, las teorías de la prevención especial se centran en el propio autor o
partícipe del delito a quien se impone la pena, para que no vuelva a delinquir.
Ciertas expresiones como corrección e inocuización, que se suavizan con otras
como rehabilitación y protección social, adquieren relevancia para explicar el
porqué de la sanción penal y particularmente de la cárcel. Autores tan valiosos
como Franz Von Liszt y todo un movimiento doctrinal, denominado de defensa
social, soportan esta tesis con innegable vigencia académica y social, más allá de
las críticas pertinentes. En su seno, las indulgencias por colaboración con la justicia
no están del todo desechadas. Particularmente en casos de delincuencia
organizada, resulta claro que el arrepentimiento activo que conduce a la
desmantelación de la banda, a la evitación de ciertos delitos o a la efectiva sanción
de otros, muestra de alguna manera la menor necesidad del “tratamiento”
penitenciario y el abandono del vínculo que en algún momento existió con las
actividades ilícitas. Por ello, por regla general para quienes soportan estas tesis, se
encuentra que las indulgencias resultarían proporcionadas a la respectiva
necesidad de la pena.
Por último, dentro de las posturas que asignan a la pena una función preventivo
general, especialmente la positiva, que son las de mayor aceptación actual, se ha
presentado una disputa, pues la posibilidad de ausencia o reducción de pena en
virtud de las indulgencias no es una realidad que de manera directa afirme
socialmente la protección del bien jurídico como se pretende. Sin embargo, en este
escenario se concluye la legitimidad de las indulgencias por dos vías. Por una
parte, se entiende que la imposición de sanciones penales de prisión no es la única
manera de afirmar la protección del bien jurídico, sino que hay otras que se deben
explorar y valorar por su potencial generador de condiciones de paz en la
sociedad. Por otra parte, se entiende que el fin de la sanción penal se sigue
cumpliendo, sino que se mediatiza, en el sentido de hacerse menos inmediato, ya
que se deja de imponer una pena o ésta se ve reducida, con el fin, a su vez, de
imponer otra pena que sí se oriente al fin preventivo general aludido.
12 Cfr. LA ÉTICA DEL DELATOR. Aristizábal, Luis H. En Revista Universitas. No. 86. Pontificia
Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Jurídicas. Bogotá, 1994.
8
Garro lo explica muy bien, así: “Sin embargo, y aunque es evidente que la lealtad
constituye un modelo de conducta en relaciones familiares, amicales o laborales, este
esquema no puede trasladarse sin mayores aditamentos a cualquier ámbito”13. La delación
es desleal, pero la mayor falta a la ética es la comisión de delitos o la conformación
de bandas criminales, que es lo que se quiere atacar, por lo cual dichas objeciones
no parecen suficientemente sólidas.
9
Así por ejemplo, casos de pequeña criminalidad –dimensión que debe ser
suficientemente discutida y definida en escenarios legítimos de política pública- o
incluso de criminalidad de gran trascendencia (si las circunstancias lo aconsejan y
lo permiten) en los que el victimario repara integralmente los daños a las víctimas,
pueden ser atendidos para solucionar el conflicto, reafirmar la vigencia de las
normas protectoras y romper el ciclo violento, sin necesidad de que el Estado
emplee la violencia para ello. Por eso la ley o, en su caso si hay debida
autorización, la Fiscalía como órgano de persecución, pueden disponer que el
proceso penal no es la vía de solución sino, por ejemplo, un proceso restaurativo16.
De manera similar, casos en los que la causa de la violencia y del delito es una
enfermedad del autor, como la adicción a una sustancia, la embriaguez o alguna
condición médica, siquiátrica o sicológica, pueden ser manejados con una solución
terapéutica que minimice la violencia y se acerque con más efectividad a la
finalidad buscada17. Como la pena no es un fin en sí misma, sino un instrumento,
pueden surgir otros mecanismos para lograr las mismas finalidades con mayor
efectividad y, seguramente, con menos violencia y mayor respeto por la dignidad
humana.
16 “Todo proceso en que las víctimas, el delincuente y, cuando proceda, cualesquiera otras personas o miembros de
la comunidad afectados por un delito, participen conjuntamente de forma activa en la resolución de cuestiones derivadas
del delito, por lo general con la ayuda de un facilitador”. ONU-Consejo Económico y Social, Informe de la reunión
de expertos sobre Justicia Restaurativa, Enero 7 de 2002, E/CN.15/2002/5/Add.1.
17 Cfr. Wexler, David. THERAPEUTIC JURISPRUDENCE: AN OVERVIEW. Public lecture given on
October 29, 1999 at the Thomas M. Cooley Law Review Disabilities Law Symposium. En
http://www.law.arizona.edu/depts/upr-intj/
10
problemas de legitimidad. Lo mismo ocurre con los delitos de corrupción estatal y,
cada vez más, con los de corrupción privada18.
Desde la perspectiva pragmática y utilitaria, así como bajo el prisma del principio
de proporcionalidad19, para que se permita el trato indulgente en graves delitos de
corrupción o de los cometidos por criminalidad organizada se requiere que la
indulgencia provea beneficios más provechosos que la pena, en términos de las
finalidades legítimas que se pretenden alcanzar. Ello tiene diferentes matices que
se hacen pertinentes tanto en macro-procesos de reconciliación, como en
problemas de convivencia de cualquier nivel de conflictividad, llegando hasta el
más bajo. Así pues, lo que hace legítimas las eventuales indulgencias en estos casos
es la bondad del beneficio que se pretende obtener, en relación con el beneficio
dejado de obtener a través de la sanción penal sobre la que puede recaer la
indulgencia.
11
Por lo anterior, en ocasiones, aunque se logre la desmantelación de la banda o de
la red, se puede requerir, además, de sanciones penales efectivas que afirmen la
protección de los bienes jurídicos y disuadan a otros de utilizar la violencia y el
delito como mecanismo de solución de conflictos o de satisfacción de intereses.
Con todo, buena parte de los delitos premeditados -especialmente, los de
corrupción y aquellos cometidos por la criminalidad organizada- afronta
dificultades investigativas para las autoridades de persecución penal, ya que
algunos de los miembros de la red criminal suelen estar encargados precisamente
de labores de ocultación del delito y de protección de sus integrantes, además de la
existencia de pactos tácitos o expresos de silencio 20, encaminados a que la
persecución penal no sea efectiva. En ese contexto, precisamente para favorecer la
persecución penal es que se hacen pertinentes el derecho penal premial y las
indulgencias por colaboración con la justicia.
Como resumen de este aparte puede afirmarse que, salvo que se asuman
posiciones absolutistas y totalitarias, la posibilidad de ser indulgente con quien ha
cometido un delito no es necesariamente ilegítima. Igualmente, eso no quiere decir
que la entrega de beneficios penales a los delincuentes es siempre legítima. La
clave de su legitimidad se encuentra en la razonabilidad de las normas que las
12
diseñen, en la relevancia e importancia de las finalidades que se busquen y en el
buen criterio y ponderación con que se usen por las autoridades, en los casos en
que a ellas se les otorgan márgenes de actuación para la toma de decisiones.
Como se viene planteando, una de las múltiples circunstancias que –en abstracto-
puede justificar la existencia de indulgencias es precisamente la colaboración con la
justicia. Con todo, la regulación específica de la cuestión resulta trascendental para
que –en concreto- se preserve la legitimidad del instrumento.
23 También se utilizan mecanismos como el agente encubierto y la entrega vigilada, entre otros.
13
ahora con suficiente fortaleza para ser defendidas en juicio. Por supuesto, la
fiabilidad de los resultados suele ser menor, pues la información no proviene de
las autoridades oficiales de investigación sino de un particular, obviamente
interesado y con disposición y experiencia para ser partícipe en delitos, muchas
veces incluso contra la fe pública y contra la administración pública. Si bien este
asunto será abordado más adelante con mayor profundidad, puede decirse que,
con independencia de su fiabilidad, la colaboración ofrecida por el perseguido
penalmente puede ser de dos clases: información soportada documentalmente o
simplemente información trasmitida directamente por el colaborador.
24 Sin perjuicio de la posible categorización del colaborador como informante, con las características
especiales que implica este mecanismo de investigación.
14
impugnación de credibilidad. La prueba es, o propiamente será, el respectivo
testimonio practicado en la audiencia de juicio oral con inmediación y
contradicción ante el respectivo Juez de conocimiento. En consecuencia, esta
colaboración está sujeta a una serie de circunstancias que hacen menos aconsejable
su utilización. Además de la probabilidad de falsedad en la información proveída
por el colaborador, que se abordará después, se hacen pertinentes circunstancias
como la posibilidad de retractación para el momento de la práctica del testimonio,
la existencia de circunstancias paralelas que puedan ser utilizadas por el
contrainterrogador para desvirtuar el dicho del testigo, las cualidades de expresión
oral, claridad y asertividad del testigo colaborador e incluso las posibles
habilidades en técnica de interrogatorio cruzado de la contraparte.
15
testigos para él. Este es el modelo propio de Alemania, Suiza, Austria y Holanda; y también
del Derecho español”27.
Igual venía ocurriendo en Colombia con las regulaciones de finales del siglo
pasado. La ley 30 de 1986 en su artículo 45 ofrecía beneficios penales a los
narcotraficantes que “denuncie mediante pruebas idóneas” a los partícipes en el delito;
el decreto 264 de 1993, en su artículo 2, que fue declarado inexequible, disponía
que los beneficios se otorgaban por la finalidad de “obtención de pruebas necesarias
para determinar la responsabilidad penal de los autores o partícipes de los hechos punibles a
que hace referencia este Decreto”. Por su parte, el decreto 1833 de 1992 sí planteaba
beneficios a cambio de declaraciones, bajo el sistema inquisitivo de la época. En
cualquier caso, debe tenerse claro que la colaboración se puede prestar de varias
maneras y que el legislador puede regularlas diferenciadamente, de acuerdo con
su naturaleza.
Por otra parte, las indulgencias diseñadas para los colaboradores de la justicia en
los diferentes sistemas de persecución penal pueden ser de diversa estirpe. No se
refieren acá los mecanismos y estrategias de protección a su integridad, que
pueden implicar beneficios en sí mismos, ni a otros posibles beneficios
extrapenales que se podrían ofrecer a los colaboradores. Bajo ese entendido, los
beneficios netamente penales pueden referirse básicamente a tres aspectos: la
renuncia total a la persecución penal, la atenuación de la pena a imponer o la
posibilidad de contar con condiciones especiales de ejecución de la pena.
16
Como se mencionó con anterioridad, normalmente, las indulgencias penales se
conceden por conductas postdelictuales positivas como la admisión de
responsabilidad, la colaboración con la justicia o la reparación a las víctimas. Si la
incursión en estas conductas tiene establecida en la ley una consecuencia
autónoma, independiente de la valoración que de ella pueda hacer la Fiscalía, será
una indulgencia legal. Tal es el caso de las rebajas de pena por confesión o por
aceptación de la imputación que operan automáticamente frente a la conducta
unilateral del perseguido penalmente. Si, por el contrario, se requiere de la
conformidad o anuencia de la Fiscalía para que el mecanismo opere, se trata de
una indulgencia discrecional. Tal es el caso icónico de la aplicación del principio de
oportunidad, en el que el cumplimiento de los lineamientos de la respectiva causal
no obliga sino faculta a la Fiscalía, dado el caso, a renunciar a la persecución penal.
29 A partir del fallo de la sala de casación penal de la Corte Suprema de Justicia dentro del proceso
número 35946, de abril 13 de 2011, con ponencia de María del Rosario Gonzalez de Lemos.
30 Como las causales 1, 13, 14, 16 y 18 del artículo 324 de la ley 906.
31 Así lo sugiere, entre otros, Enara Garro: “Al enfrentarse el potencial colaborador con una atenuación
facultativa, y, por lo tanto, incierta, no parece improbable que esta circunstancia le determine a no colaborar”.
COMPORTAMIENTO POSTDELICTIVO POSITIVO Y DELINCUENCIA ASOCIATIVA. Obra citada. Pág. 14.
17
eventuales dificultades probatorias existentes y de la trascendencia de la estructura
criminal perseguida, valore la importancia de la colaboración ofrecida por el
respectivo sujeto para tomar una decisión adecuada teniendo en consideración los
criterios pertinentes para ello. En estas condiciones, las indulgencias por
colaboración con la justicia normalmente están reguladas como indulgencias
discrecionales y no como indulgencias legales.
Aunque los beneficios por colaboración de la legislación anterior33 también son una
manifestación de este fenómeno y aunque actualmente se siguen utilizando
ultractivamente en los procesos por delitos cometidos antes de la vigencia de la ley
906 y en otros casos, como en el juzgamiento de Congresistas de la República, por
razones de espacio solamente se analizarán los preacuerdos y el principio de
oportunidad.
18
Los preacuerdos, que han venido a remplazar con mayor extensión de eventos y
posibilidades a los antiguos beneficios por colaboración34, reúnen una serie de
características de gran interés porque a diferencia del principio de oportunidad no
están sobre regulados. Sus problemas, de hecho, emergen de la escasa regulación y
de la indebida imbricación con figuras diferentes como la aceptación unilateral de
la imputación35. A pesar de la aludida escasez de normas, la ley sí se detuvo a
regular expresamente las finalidades de la figura, indicando que son humanizar la
actuación procesal y la pena, obtener pronta y cumplida justicia, activar la solución
de los conflictos sociales que genera el delito, propiciar la reparación integral de los
perjuicios ocasionados con el injusto, lograr la participación del imputado en la
solución de su caso, aprestigiar la administración de justicia y evitar su
cuestionamiento36. Como se observa, salvo por la alusión a la necesidad de
aprestigiar la administración de justicia, la ley no incluyó como finalidad expresa
de los preacuerdos el propiciar la colaboración con la justicia por parte de los
perseguidos penalmente. Sin embargo, en la práctica y en la labor de orientación
interna que se lleva a cabo desde las altas jerarquías en la Fiscalía General de la
Nación37 sí aparece como uno de los factores relevantes para evaluar su
procedencia y concreción.
34 Una diferencia importante es que mediante los preacuerdos no se pueden otorgar beneficios por
colaboración a los condenados, lo cual está siendo objeto de revisión normativa. Cfr. BENEFICIOS POR
COLABORACIÓN EFICAZ EN EL MARCO DE LA LEY 906 DE 2004. Parra, María Victoria. Ponencia XXXIII
Congreso Colombiano de Derecho Procesal. Cartagena, 2012.
35 Cfr. LA EFICACIA DE LOS PREACUERDOS. Mestre Ordóñez, Jose Fernando. En Memorias XXIX
Congreso Colombiano de Derecho Procesal. Medellín, 2008.
36 Ley 906 Artículo 348.
37 Directiva 001 de septiembre de 2006. Por medio de la cual el Fiscal General de la Nación emite
directrices internas para la celebración de preacuerdos. En particular, resulta pertinente la directriz segunda.
19
Desafortunadamente para la Fiscalía, los preacuerdos no suelen ser objeto de
interés de los eventuales colaboradores, pues este mecanismo compite –en
condiciones no muy favorables- con la aceptación unilateral de la imputación, que
ofrece similares indulgencias con menos requisitos, sin mediación de una
negociación con la contraparte y, por supuesto, sin necesidad de prestar
colaboración a las autoridades y traicionar –con los riesgos que eso implica- a los
demás partícipes en el delito. El inadecuado diseño normativo de las indulgencias
legales por aceptación de responsabilidad ha hecho que la Fiscalía pierda buena
parte de su posición negociadora para propiciar la colaboración con la justicia a
cambio de menores indulgencias que la renuncia total a la persecución.
Debe mencionarse que esto ha generado una de las múltiples malas prácticas
acusatorias que rodean todo el sistema de indulgencias legales y discrecionales,
pues la Fiscalía, para retomar de alguna manera su posición negociadora, ha
optado bien por “inflar” la acusación a sabiendas de que los hechos y las
evidencias no la respaldan (incluyendo más delitos de los cometidos, cambiando la
modalidad subjetiva de culposa a dolosa, cambiando la modalidad de
participación a autoría, tipificando de una manera más gravosa la conducta, etc.), o
por descomponerla o disgregarla, formulando imputaciones separadas y sucesivas
contra la misma persona, para que tenga que abrir varios frentes de defensa y de
esa manera debilitarla y aturdirla en el marco de posibles escenarios de
negociación. Por ello, se hacen pertinentes varias reformas: las que buscan que la
Fiscalía retome legítimamente su posición negociadora – principalmente mediante
el ajuste normativo de los requisitos y consecuencias de la aceptación de
imputación- y las reformas que tienden a hacer un control sustantivo a las
imputaciones, que probablemente pondrían límite a estas malas prácticas
acusatorias y potenciarían la utilización de los preacuerdos en este contexto.
38 En esa ley, la obtención de una pena alternativa de 5 a 8 años de prisión para crímenes de lesa
humanidad cometidos por miembros de grupos armados al margen de la ley se condiciona, entre otras, a la
colaboración con la justicia. ARTÍCULO 3o. ALTERNATIVIDAD. Alternatividad es un beneficio consistente en
suspender la ejecución de la pena determinada en la respectiva sentencia, reemplazándola por una pena alternativa que se
concede por la contribución del beneficiario a la consecución de la paz nacional, la colaboración con la justicia, la
reparación a las víctimas y su adecuada resocialización. La concesión del beneficio se otorga según las condiciones
establecidas en la presente ley. (Sentencia C-370-06 declarado exequible, en el entendido de que la colaboración
20
diferencia de los preacuerdos, no tiene una norma que regule expresamente sus
finalidades y simplemente se hace alusión genérica a la sujeción a la política
criminal del Estado. En cambio, tiene una regulación mucho más descriptiva en
cuanto a las causales y los procedimientos, que ha dificultado su nivel de
utilización por parte de la Fiscalía39, siendo recientemente utilizado con mayor
frecuencia precisamente en el marco de la colaboración con la justicia.
Tres de los numerales del artículo 324 y una de las condiciones planteadas en el
artículo 326 de la ley 906 se refieren a esquemas de colaboración con la justicia,
como requisitos para la aplicación del principio de oportunidad. En últimas, todos
tienden a la remisión total de la pena, es decir, a la impunidad frente a la persona
concreta que obtendrá la indulgencia, aunque hay circunstancias diferenciadoras
que se señalan a continuación. Antes de ello, baste simplemente mencionar que
todos estos mecanismos, salvo la causal 18 del artículo 324, sin justificación teórica
o práctica suficiente, requieren que la Fiscalía formule previamente la imputación
contra el respectivo colaborador para poder ser beneficiario de la indulgencia.
Las causales del artículo 324 de la ley 906, en principio, se refieren a la renuncia
definitiva a la persecución penal. Es decir, en caso de procedencia y aplicación del
principio de oportunidad por estas causales, el efecto será la extinción de la
respectiva acción penal, como lo dispone el artículo 77 del CPP. Sin embargo, debe
precisarse que las causales 540 y 1841 tienen una regulación especial que las
diferencia de las demás del artículo 324, debido a que su segundo inciso ambas
disponen que los efectos quedan en suspenso hasta que el procesado cumpla con
su compromiso de testimoniar en el juicio, so pena de revocación. En virtud de
estas disposiciones, se ha entendido que estas causales no establecen casos de
con la justicia debe estar encaminada a lograr el goce efectivo de los derechos de las víctimas a la verdad, la
justicia, la reparación y la no repetición).
39 En el año 2011 no alcanzaba medio punto porcentual (0,3%) de las llamadas salidas del sistema.
BALANCE DE FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA PENAL ACUSATORIO. Boletín de actualización 2010 –
2011. Corporación Excelencia en la Justicia. Bogotá, Febrero de 2012.
40 Artículo 324. Causales. El principio de oportunidad se aplicará en los siguientes casos: //5. Cuando
el imputado o acusado, hasta antes de iniciarse la audiencia de juzgamiento, se compromete a servir como
testigo de cargo contra los demás procesados, bajo inmunidad total o parcial.// En este evento los efectos de la
aplicación del principio de oportunidad quedarán en suspenso respecto del procesado testigo hasta cuando
cumpla con el compromiso de declarar. Si concluida la audiencia de juzgamiento no lo hubiere hecho, se
revocará el beneficio.
41 Artículo 324. Causales. El principio de oportunidad se aplicará en los siguientes casos: // 18. Cuando
el autor o partícipe en los casos de cohecho formulare la respectiva denuncia que da origen a la investigación
penal, acompañada de evidencia útil en el juicio, y sirva como testigo de cargo, siempre y cuando repare de
manera voluntaria e integral el daño causado.//Los efectos de la aplicación del principio de oportunidad
serán revocados si la persona beneficiada con el mismo incumple con las obligaciones en la audiencia de
juzgamiento.//El principio de oportunidad se aplicará al servidor público si denunciare primero el delito en
las condiciones anotadas.
21
renuncia a la persecución como sería la causal 442, sino de interrupción, dado que
es viable su revocatoria y la reanudación de la persecución.
42 Artículo 324. Causales. El principio de oportunidad se aplicará en los siguientes casos: // 4. Cuando
el imputado o acusado, hasta antes de iniciarse la audiencia de juzgamiento, colabore eficazmente para evitar
que el delito continúe ejecutándose, o que se realicen otros, o cuando suministre información eficaz para la
desarticulación de bandas de delincuencia organizada.
43 Artículo 324. Causales. El principio de oportunidad se aplicará en los siguientes casos: // 7. Cuando
proceda la suspensión del procedimiento a prueba en el marco de la justicia restaurativa y como consecuencia
de este se cumpla con las condiciones impuestas.
44 Artículo 326. Condiciones a cumplir durante el período de prueba. El Fiscal fijará el período de
prueba, el cual no podrá ser superior a tres (3) años, y determinará una o varias de las condiciones que deberán
cumplir el imputado o acusado hasta antes de la Audiencia de juzgamiento, entre las siguientes: (…) m) La
cooperación activa y efectiva para evitar la continuidad en la ejecución del delito, la comisión de otros delitos y
la desarticulación de bandas criminales, redes de narcotráfico, grupos al margen de la ley, o aquellas
organizaciones vinculadas con los delitos a los que hace referencia el parágrafo 2° del artículo 324.
22
La causal 18, por su parte, incluida por el Estatuto Anticorrupción de 2011 (ley
1474), está redactada de una manera que no resulta adecuada para las indulgencias
discrecionales por colaboración con la justicia. Requiere tantas condiciones que,
ante su cumplimiento pleno, casi que podría afirmarse que el perseguido
penalmente tendría derecho a que la persecución cese. Este numeral revive, de
alguna manera, la disposición del parágrafo que la ley 190 de 1995, Estatuto
Anticorrupción de la época, adicionó al delito de cohecho por dar u ofrecer,
extinguiendo la acción penal a favor de quien denunciara rápidamente el cohecho
cometido y que la Corte Constitucional declaró inconstitucional en una sentencia
ampliamente susceptible de críticas en la actualidad45. Ahora como causal de
principio de oportunidad exige: 1) que el beneficiario sea el denunciante, 2) que
acompañe a la denuncia evidencia útil para la demostración del cohecho
(información soportada documentalmente), 3) que sirva como testigo de cargo en
el juicio y 4) que repare de manera voluntaria e integral el daño causado. Como se
observa, no hay mucho margen de negociación para las partes y su alta exigencia,
plantea muchas dudas respecto de su utilización práctica.
Volviendo a las dos causales originales (aunque también fueron objeto de reforma
con la ley 1312 de 2009), la colaboración eficaz de la causal 4 comprende tanto la
información soportada documentalmente, como la información trasmitida
directamente por el colaborador cuando ella no va a ser usada en el juicio oral, sino
que va a servir para orientar la investigación o para soportar motivos fundados o
causa probable en audiencias preliminares. Esta colaboración ofrecida por el
perseguido penalmente, según la causal 4, para dar lugar a la aplicación al
principio de oportunidad debe reunir dos condiciones: 1) ser eficaz y 2) tener como
finalidad evitar que el delito continúe ejecutándose o desarticular bandas de
delincuencia organizada. Es decir, en principio, esta causal no puede utilizarse
para colaboración respecto de delitos ya consumados no cometidos por
delincuencia organizada46, como podrían ser los de corrupción, lo cual es
ampliamente inconveniente, pues seguirá afirmándose la mayor conveniencia de la
colaboración frente al testimonio. Pero más que esta alusión a las finalidades,
resulta interesante la caracterización de la colaboración como “eficaz” dentro de
los requisitos de la causal.
23
deseado, siendo éste evitar la ejecución del delito o desarticular la banda47. Esta
alusión a la eficacia plantea la pregunta de si la aplicación del principio de
oportunidad solo se puede materializar después de que se haya alcanzado el
efecto, para cumplir la condición de eficacia establecida en la norma, como parece
entender la Corte Constitucional48. Sin embargo, no parece probable que los
perseguidos penalmente estén dispuestos a convertirse en colaboradores de la
justicia si las posibles indulgencias que pueden recibir no son más que una mera
expectativa que no se les ha garantizado adecuadamente. En consecuencia, la
aplicación del principio de oportunidad por esta causal parece estar planteada
sobre la base de un pronóstico de eficacia realizado por la Fiscalía y la pregunta es
si el Juez de Control de Garantías puede participar y controlar ese pronóstico de
eficacia adelantado por la Fiscalía. Por supuesto, si ya se obtuvo el resultado, no se
presentaría esta dificultad, pero de lo contrario, es probable que el Juez entre en
inconvenientes discusiones con la Fiscalía, originadas en diferencias de criterio y
no de legalidad al realizar el control.
24
riesgos como la posibilidad de retractación para el momento de la práctica del
testimonio, la existencia de circunstancias paralelas que puedan ser utilizadas por
el contrainterrogador para desvirtuar el dicho del testigo, las cualidades de
expresión oral, claridad y asertividad del testigo colaborador e incluso las posibles
habilidades en técnica de interrogatorio cruzado de la contraparte. Pero el riesgo
más grande que existe, sin duda, es que el perseguido penalmente falte a la verdad
en sus declaraciones, por lo cual la legislación debe contemplar esta posibilidad y
regularla adecuadamente.
25
posibilidad de que surjan los falsos testigos en este contexto. El profesor Enzo
Musco, catedrático de la Universidad de Roma y defensor de la regulación sobre la
materia, afirma: “Si de un lado el legislador ha incentivado el recurso al instrumento de la
colaboración, de otro lado no ha olvidado que con frecuencia los pentiti son desleales, son
manipuladores de la verdad, son buscadores de despistes, son simuladores empedernidos,
están sedientos de venganza, son contaminadores de la realidad”49. Es decir, la opción de
otorgar indulgencias por colaboración con la justicia, no quiere decir que se haga
caso omiso de las condiciones especiales de esta colaboración.
26
En España, donde tampoco hay principio de oportunidad y donde el mecanismo
de indulgencias por colaboración se introdujo esencialmente para controlar el
problema del terrorismo en los últimos lustros del siglo pasado, también se ha
limitado judicialmente la eficacia probatoria de los testimonios de los llamados
“arrepentidos”. De alguna manera, se ha seguido la jurisprudencia relativa al
testimonio del coimputado, que de antaño reconoce la menor fiabilidad de estas
declaraciones53. Isabel Sánchez García de Paz hizo un interesante estudio sobre el
tema y concluyó lo siguiente: “Las declaraciones del coimputado no pueden dejar de
suscitar dudas acerca de su fiabilidad, de modo que tiene sentido exigir garantías para
calificarlas de idóneas para enervar el derecho a la presunción de inocencia. A este respecto,
y como veremos posteriormente, doctrina y jurisprudencia - también del Tribunal Europeo
de Derechos Humanos- vienen a exigir que la eventual condena debe apoyarse en otros
medios probatorios que corroboren la declaración del arrepentido”54. El profesor José Luis
De la Cuesta, como crítico de las indulgencias por colaboración con la justicia,
propone una serie de límites al mecanismo, que se pueden resumir así: “En cuanto
al sistema de arrepentidos, no se tiene por recomendable, pero de aplicarse ha de serlo en el
modo legalmente previsto, contando con la aprobación judicial y sólo en relación con
infracciones penales graves; el inculpado no debería ser condenado con base únicamente en
el testimonio de arrepentidos, los cuales no deberían beneficiarse del anonimato”55.
53 Hay una amplia línea jurisprudencial sobre el testimonio del coimputado, exigiendo su confirmación
por otros medios de prueba para poder fundamentar una condena. Así, por ejemplo, desde la S.T.S. de 12 de
mayo de 1986 se exigía que tal declaración no haya sido prestada por alguien "guiado por móviles de odio
personal", "por obediencia a una determinada persona" o "con ánimo de autoexculpación".
54 EL COIMPUTADO QUE COLABORA CON LA JUSTICIA PENAL. Obra citada. Pág. 9.
55 PRINCIPALES LINEAMIENTOS POLÍTICO-CRIMINALES DE LA ASOCIACIÓN
INTERNACIONAL DE DERECHO PENAL EN UN MUNDO GLOBALIZADO. De la Cuesta Arzamendi, José
Luis. En Eguzkilore, Cuaderno del Instituto Vasco de Criminología. San Sebastián, No. 20 – 2006. Pág. 12.
56 COMPORTAMIENTO POSTDELICTIVO POSITIVO Y DELINCUENCIA ASOCIATIVA. Obra citada.
Pág. 15.
27
toda vez que el sujeto que encontrándose en una situación de desventaja y accede a la
“negociación” con las autoridades no da garantía de la fiabilidad de sus declaraciones”57.
Así, no solo se critica el usar una fórmula de costo beneficio para sopesar
cuestiones éticas y garantías procesales, sino que se plantea que la relación costo
beneficio no alcanza a justificar la adopción de esta clase de indulgencias,
justamente por la baja credibilidad de estos testigos58.
Podría pensarse que las anteriores críticas y desarrollos tienen origen en cuestiones
filosóficas y, si se quiere, éticas, que por no comulgar con el pragmatismo y el
utilitarismo que subyace al derecho penal premial ofrecen una resistencia casi
ciega al sistema de indulgencias por colaboración con la justicia. Sin embargo, debe
resaltarse que la doctrina estadounidense, afín a esas posturas éticas y filosóficas
que sustentan el sistema, también recoge censuras y cuidados similares y la
jurisprudencia en ese país se ha ido ajustando a la exigencia de mayores soportes
frente a las declaraciones ofrecidas por estos colaboradores o informantes.
28
En efecto, buena parte de los falsos testimonios que se propician a partir del
sistema de indulgencias por colaboración provienen de malas prácticas policiales o
acusatorias. Por ejemplo, la práctica de mencionar detalles del delito o aspectos
que generan duda a los investigadores, ayuda a los colaboradores a diseñar una
declaración que parezca real o que resulte de utilidad para las autoridades,
allanando un camino para la obtención de beneficios que de otra manera no serían
otorgados al delincuente. En algunas oportunidades, esta práctica puede ser
“inocente”, pero se ha detectado que en muchos casos es una conducta sugestiva
de policías y fiscales para orientar al colaborador61. De cualquier forma, la
habilidad y competencia de los investigadores62, así como sus condiciones éticas
resultan fundamentales para evitar la generación oficial de falsos testigos.
En ese mismo sentido, ante una situación de crisis investigativa, como la que se
presenta con frecuencia en casos de delincuencia organizada o corrupción, los
investigadores suelen acudir a potenciales colaboradores para presionar la
obtención de resultados que destraben la investigación. Así lo expone Sandra
Guerra: “La policía, o incluso los fiscales, pueden utilizar las entrevistas a potenciales
informantes como un medio para generar evidencia contra ciertas personas que ellos creen
que son culpables. La policía puede tratar de presionar a los potenciales informantes a
"cooperar" a través de diversos tipos de incentivos, incluidas las amenazas de
encarcelamiento o deportación, si se niegan a proporcionar información”63. Una de las
principales fuentes de su estudio es el trabajo de la profesora Alexandra Natapoff
quien ha sido una importante crítica de los efectos del “snitching” o delación, en el
sistema americano de justicia64. Y con ella, concluye que, por ejemplo “las personas
inocentes con señalamientos delictivos o con antecedentes penales se encuentran en un
61 Esto es efecto de lo que la doctrina norteamericana ha denominado “visión de túnel”, según la cual
los investigadores se apegan tanto a sus hipótesis que dejan de ver las evidencias que controvierten su
posición e incurren en conductas inadecuadas para “probar” su hipótesis. Cfr. THE MULTIPLE DIMENSIONS
OF TUNNEL VISION IN CRIMINAL CASES. Findley, Keith y Scott, Michael. Wisconsin Law Review. Num.
291. 2006.
62 Sobre las cualidades de los investigadores para evitar la influencia de los falsos testigos, hay múltiples
referencias. Una de ellas es: “Un investigador experto sabe bien que la colaboración con la justicia es un punto de
partida, que su validez exige verificación, que las revelaciones necesitan confirmaciones objetivas, pero también sabe que a
veces un acusado puede simular voluntad de colaborar para desviar, confundir o despistar”. LOS COLABORADORES
DE LA JUSTICIA EN ITALIA. Santos Alonso, Jesús y De Prada Rodríguez, Mercedes. En Revista de Derecho
de la Universidad de Montevideo. Nº 20. Montevideo, 2011. Pág.79.
63 JUDICIAL GATEKEEPING OF POLICE-GENERATED WITNESS TESTIMONY. Obra citada. Pág.
345. Traducción libre. El texto original es el siguiente: “Police, or even prosecutors, may initiate similar government-
dominated interviews with potential informants as a means of generating evidence about certain individuals they believe
to be guilty. Police may attempt to pressure potential informants to "cooperate" by means of various types of
inducements, including threats of incarceration or deportation, if they refuse to provide information”.
64 SNITCHING: CRIMINAL INFORMANTS AND THE EROSION OF AMERICAN JUSTICE. Alexandra
Natapoff. New York University Press. 2009.
29
riesgo especial de ser blanco de los falsos informantes porque "las fuerzas del orden y los
jurados están predispuestos creer en su culpabilidad"”65.
Esta misma problemática que advierte los riesgos de generación de falsos testigos a
partir del ofrecimiento de beneficios por colaboración ha sido percibida en
diferentes contextos, por ejemplo en el ya aludido sistema italiano. Así, Musco
señala que “Testimonio de esta distorsión sería la inclinación siempre creciente de ciertas
Fiscalías a plantear a los pentiti preguntas sugestivas relativas a ciertos personajes
políticos, a los cuales el pentito, comprendiendo el interés del Ministerio Fiscal a culpar a
aquel político, responde con noticias a menudo inventadas e infundadas y/o repetitivas de
acusaciones formuladas por otros –y ya conocidas- frente al mismo personaje”66. Por esta
misma causa, los falsos testigos no suelen venir solos, sino que directamente o a
través de las autoridades buscan colegas que afiancen su versión y disminuyan las
suspicacias frente a lo declarado, lo que en Colombia se ha denominado cartel o
carrusel de falsos testigos.
Todos estos problemas generaron que a los diez años de vigencia del pentitismo,
en el año 2001, el Estado Italiano decidiera hacer unas reformas y ajustes que, sin
atacar la eficacia del mecanismo, redujeran de alguna manera ciertos de los riesgos
analizados y advertidos67. Algunas de las medidas tomadas se relacionan con el
impedir el encuentro y la comunicación entre colaboradores, la prohibición para
los abogados defensores de asumir la defensa de varios colaboradores en temas
30
conexos y la limitación temporal de los asuntos respecto de los cuales se ofrece la
colaboración. Este último tema se implementó con la necesidad de redactar la
llamada acta ilustrativa en un máximo de seis meses desde que el pentito
manifiesta su intención de colaborar. “El nuevo texto prevé que no habrá más
“arrepentidos a plazos”. Los colaboradores de la justicia sólo tienen seis meses de tiempo
para decir todo lo que está en su conocimiento. Se excluyen del acta las noticias y las
informaciones que el sujeto ha reunido de forma indirecta por rumores o en situaciones
análogas”68.
b. El caso colombiano
31
referirse a las causales originales de principio de oportunidad con ocasión de la
colaboración con la justicia, expresa lo siguiente: “puede pensarse perfectamente en la
inclinación del procesado a aportar información no veraz para así hacerse acreedor de los
beneficios procesales, aunque estos sean transitorios, pues si él con un testimonio falso
responde a las expectativas de las autoridades frente al caso concreto, muy seguramente se
beneficiará a costa de otros, quienes incluso pueden estar ajenos a cualquier reproche por el
hecho”69.
32
indulgencias por colaboración con la justicia72. Adicionalmente, en el mismo
contexto, ha manifestado una serie de recomendaciones a sus funcionarios y ha
hecho un llamado a la administración de justicia para que reaccione frente al
problema.
72 Periódico El Tiempo. Sábado 17 de agosto de 2013. Artículo de Redacción Justicia titulado: 'Hay que
evitar la arbitrariedad judicial': Fiscal.
73 “Al momento de valorar las declaraciones se deben tener en cuenta varios criterios y circunstancias como la
credibilidad del declarante, para lo que hay que partir de la apreciación de su misma personalidad (condiciones socio-
económicas, historia personal, relación con el acusado, razones que lo han llevado a colaborar, etc.), verificar la veracidad
de las declaraciones que realiza (seriedad, precisión coherencia, espontaneidad, etc.), y una vez verificados los criterios
anteriores, proceder al control de la existencia y consistencia de los hechos externos a los que las declaraciones afectan.
Asimismo, a fin de verificar la espontaneidad e independencia de los hechos declarados sobre factores externos, deben
observarse con atención los aspectos de credibilidad subjetiva del declarante y la veracidad genérica de sus afirmaciones.
33
La mayor de todas las garantías que ofrece un sistema acusatorio es, sin duda, que
la decisión final sobre la responsabilidad penal no la toma una persona con interés
en perseguir a los criminales y proferir condenas, sino un Juez, esencialmente
independiente e imparcial, que debe apreciar las pruebas con sana crítica y que
solo puede condenar cuando tenga certeza en ese sentido. En estas condiciones,
por regla general, los falsos testigos de cargo no deberían ser efectivos, pues la
simple declaración de un delincuente interesado en obtener indulgencias de la
Fiscalía, en principio no reúne las condiciones necesarias para desvirtuar la
presunción de inocencia de otra persona. Pero debe reconocerse que la asociación
de diferentes colaboradores para sustentarse mutuamente sus respectivas
versiones y el conocimiento que ellos tienen de ciertos detalles y particularidades
de la comisión del delito, así como de los resultados de las investigaciones, los
cuales hábilmente utilizan para soportar fácticamente su testimonio, dificultan la
noble tarea de los juzgadores que pueden resultar atropellados por el ardid de los
falsos testigos.
Las circunstancias externas deben consistir en hechos autónomos a la declaración, incluir la participación de cada
acusado, y no ser una mera descripción del hecho. Debe contener especificaciones y no generalidades, y en el caso que
coincida con la declaración de otra persona, las declaraciones no deben estar convenidas ni influenciadas entre los mismos
declarantes. En todo caso, ambas declaraciones deben ser sometidas a un análisis de credibilidad”. LOS
COLABORADORES CON LA JUSTICIA EN ITALIA. Obra citada. Pág. 79.
34
la Corte Constitucional en la sentencia C-979 de 2005. Con ello, en virtud de los
principios de unidad de gestión y jerarquía se pueden establecer unas directrices y
medidas concretas que limiten el alcance de la problemática de los falsos testigos y
razonabilicen el sistema de indulgencias por colaboración con la justicia.
74 Originalmente, las resoluciones 6657 y 6658 de la Fiscalía a finales del año 2004 le dieron la
competencia exclusiva al Fiscal General para hacer uso de las dos causales de principio de oportunidad por
colaboración. Posteriormente, la resolución 3884 de 2009 dispuso que únicamente tenía la competencia
exclusiva para la causal 4. Así, hoy no hay centralización al Fiscal General en la causal que genera los falsos
testigos, ni en la causal 18 ni en la suspensión del procedimiento a prueba. Con todo, hay que reglamentar bien
el asunto, pues más allá de la competencia el dominio lo siguen teniendo los fiscales encargados del caso, pues
son los que hablan directamente con los colaboradores y tienen la posibilidad de filtrar la información que
reciben las altas jerarquías en la Fiscalía.
35
evitar y sancionar las malas prácticas acusatorias. Por ello también parecería
recomendable el control material a la imputación o acusación).
g. En principio de oportunidad, se debe preferir la suspensión a la renuncia,
porque implica reparación.
Por supuesto, también son pertinentes reformas legales, como permitir la revisión
in malam parte de la condena al colaborador cuando se pruebe la falsedad de su
testimonio, entre otras interesantes cuestiones que existen en los países que han
adoptado las indulgencias por colaboración con la justicia, pero es importante
lograr una reacción inmediata de parte de las instituciones cuya imagen se ve
perjudicada por propiciar los falsos testimonios en Colombia. La problemática es
grave y está afectando la legitimidad del sistema de persecución penal en
Colombia. La academia, la Fiscalía y los jueces debemos seguir generando las
alertas, para generar respuestas legislativas, pero también aportando en la urgente
solución en la medida en que cada quien puede reducir las malas prácticas que
propician los falsos testigos.
V. Conclusiones
36
circunstancias que propicia la problemática es precisamente la existencia de las
indulgencias por colaboración con la justicia. Las normas y las instituciones deben
adaptarse a las realidades que la práctica pone de manifiesto, para que su indebida
aplicación y utilización no comience a formar parte de su esencia. Las indulgencias
por colaboración con la justicia no implican necesariamente la existencia de falsos
testigos, pero para no perder definitivamente la legitimidad del mecanismo se
necesita con urgencia una reacción, no solo del legislador, sino de los jueces y
esencialmente de la Fiscalía, con una transformación que aleje a sus funcionarios
de la negligencia y las malas prácticas acusatorias que propician esta grave
situación en el sistema de persecución penal colombiano.
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