Anda di halaman 1dari 70

UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS

CENTRO DE ESTUDIOS DE POSTGRADO

ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO Y POLÍTICA INTERNACIONALES

LAS CORRIENTES DE LA SOCIEDAD GLOBAL CONTEMPORÁNEA EN


LA POLÍTICA INTERNACIONAL

Trabajo Especial de Grado que se presenta para optar al Título de

Especialista en Derecho y Política Internacional

Autor: Lic. Alvaro A. Faría. Clavaud

V.- 20.228.173

Tutor: Prof. Carlos S. Luna Ramírez

V.- 13.638.099

Ciudad Universitaria de Caracas,

Marzo de 2018
DEDICATORIA

En primer lugar, a mi familia. Mis padres: Alvaro Faría E. y Evelyn


Clavaud, quienes me ayudaron dándome su amor incondicional, esfuerzo a
través de los días y su paciencia infinita para guiarme por el camino correcto.
Mis hermanas Gilvelyn Hernández y Evelyn Faría, quienes me brindaron
siempre una palabra de aliento en los momentos claves de mi vida.
A Carlos Luna, un profesor, tutor en este Trabajo Especial de Grado,
pero antes que todo, un amigo incondicional que me brindó su apoyo a lo largo
de toda mi carrera universitaria y post universitaria.
De igual forma a una profesora que marcó un antes y un después en
mis estudios académicos: Rosa María Pérez, la cual me brindó su apoyo
incondicional a través del tiempo, siempre con la mejor sonrisa y disposición.
Una dedicatoria especial a mis amigos y compañeros de la
especialización: Vanessa Guerrero, Hellen Barrios y Jorge Hindoyan, que sin
duda hicieron este viaje algo especial.
AGRADECIMIENTOS

A la Universidad Central de Venezuela (UCV), la casa que vence las


sombras, y a mi querida Escuela de Estudios Políticos y Administrativos, por
haberme formado profesionalmente y darme las herramientas para crecer y
desarrollarme en el mundo académico, así como en el profesional y a ser una
mejor persona en todos los ámbitos de mi vida.
Un agradecimiento especial a cada uno de los profesores que hicieron
mi viaje por la Especialización de Derecho y Política Internacional una
experiencia inolvidable.
CONTENIDO GENERAL
Dedicatoria………………………………………………………………………….1
Agradecimientos………………………………………………………………......2
Contenido General…………………………………………………………….…..3
Resumen………………………………………………………………………........4
Introducción…………………………………………………….……………….....6
CAPÍTULO I: EL FENÓMENO DE LA GLOBALIZACIÓN Y LA
MUNDIALIZACIÓN………………………………………………………………..16
1.1 La globalización (visión optimista y visión pesimista)……….....…...16
1.2 Globalización desde el punto de vista de la civilización
occidental…………..……………………………………………………………..21
1.3 Globalización desde el punto de vista Oriental (Medio Oriente,
Cercano Oriente, Lejano Oriente) …………………………..………………..22
1.4 La mundialización……………………………………………….…………..24
CAPÍTULO II: LA SOCIEDAD MULTICULTURAL Y EL
MULTICULTURALISMO…………………………..…………………………......27
2.1 La sociedad multicultural.......................................................................27
2.2 El multiculturalismo (visión optimista y visión pesimista)…………...30
CAPÍTULO III: CONTRASTE ENTRE CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL E
ISLÁMICA………………………………………………………………………….34
3.1 Valores en conflicto entre la civilización occidental e
islámica…………………………………………………………………………….34
3.1.1 El Daesh como respuesta a las corrientes de la sociedad global
contemporáneas………………………………………………………….….......41
3.1.2 Grupos musulmanes en 2011 exigen que se cambie la bandera
suiza, símbolo de la nación suiza……..…………………………………..… 53
CONCLUSIONES………………………..……………..…………………………58
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS…………….…….…..……………………66
UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS

CENTRO DE ESTUDIOS DE POSTGRADO

ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO Y POLÍTICA INTERNACIONALES

LAS CORRIENTES DE LA SOCIEDAD GLOBAL CONTEMPORÁNEA EN


LA POLÍTICA INTERNACIONAL

Autor: Lic. Alvaro A. Faría. Clavaud

V.- 20.228.173

Tutor: Prof. Carlos S. Luna Ramírez

V.- 20.228.173

RESUMEN
Los conflictos entre dos civilizaciones (Occidente e Islámica) se ha
vuelto maniquea y ha despertado incertidumbre e incomprensión en todo el
mundo, pero ¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Comprender los fenómenos de
las corrientes de la sociedad global contemporánea en la Política Internacional
tales como la globalización, la mundialización, la sociedad multicultural y el
multiculturalismo, darán un acercamiento para comprender problemas que
están afectando nuestra convivencia como especie humana.
El proceso de conflicto va más allá de lo que veía Samuel P. Huntington
en su libro “El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial”,
porque no hay solo un choque entre civilizaciones, sino que dentro de la misma
cultura hay choques intra-civilizacionales. Son visiones del mundo que
generan fricciones, donde los Estados se ven en la necesidad de actuar,
porque sus propios valores y hasta su supervivencia están en juego.
Palabras claves: Globalización – Mundialización – Sociedad
Multicultural – Multiculturalismo – Civilización – Estado.
ABSTRACT
The conflicts between two civilizations (West and Islamic) have become
manichean and have aroused uncertainty and incomprehension throughout the
world, but how did it get here? Understanding the phenomena of the currents
of contemporary global society in International Politics such as globalization,
worldwidelization, multicultural society and multiculturalism, will provide an
approach to understand problems that are affecting our coexistence as a
human species.
The process of conflict goes beyond what Samuel P. Huntington saw in
his book " The clash of civilizations and the remaking of world order", because
there is not only a clash between civilizations, but within the same culture there
are clashes intra - civilizational. They are visions of the world that generate
frictions, where States are in need of action, because their own values and
even their survival are at stake.
Keywords: Globalization - Worldwidelization- Multicultural Society -
Multiculturalism - Civilization - State.
Introducción

El siguiente trabajo aborda el fenómeno de las corrientes de la sociedad


global contemporánea en la Política Internacional, teniendo como foco el
contraste entre la civilización occidental y la islámica.

Este estudio pretende demostrar cómo las corrientes de la sociedad


global contemporáneas, como la globalización, la mundialización, la sociedad
multicultural y el multiculturalismo, han ocasionado una reacción por parte de
las civilizaciones de occidente e islámicas; un choque que va desde el conflicto
entre-civilizaciones, como también intra-civilizacional.

Hoy, todo el mundo habla y tiene presente la globalización, como un


término axiomático que debe ser entendido por el simple hecho de nombrarlo;
pero que es mucho más complejo de lo que nos imaginamos. Según la Real
Academia Española, la globalización es “la tendencia de los mercados y de las
empresas a expandirse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa
las fronteras nacionales”.

El principal discurso dentro de la globalización, es la integración de las


economías locales a una economía mundial en la que los modos de
producción y los movimientos de capital se producen a una escala global.

La globalización es un fenómeno que no entiende de fronteras, que


sigue profundizándose, pero como todo proceso, ha encontrado diferentes
resistencias, debido a que es, principalmente, el pensamiento de la cultura
occidental la que se quiere imponer sobre las demás y es por ello que choca
directamente con las otras culturas que no quieren perecer.

Este trabajo no tiene como interés saber cuándo se dio el primer


proceso de globalización. Tampoco interesa la discusión si se han producido
varias de ellas o si es un continuo proceso en expansión. Tampoco tiene la
intención de brindarle al lector una profundización sobre el tema; lo que
interesa es que hoy nadie puede negar su existencia, y que los Estados,
organizaciones internacionales, organizaciones no gubernamentales, así
como individuos, tienen que adaptarse a su existencia, teniendo en cuenta que
no pocos han tratado de combatirla, aun cuando muchas veces se da la
paradoja de utilizar las herramientas que brinda el proceso de la globalización
para exportar sus ideas anti-globalización.

La idea de agrupar pensamientos, culturas y hasta sentimientos, en


torno a una sola “corriente”, como es la mundialización, ha llevado a muchos
enfrentamientos, principalmente entre civilizaciones tan diferentes, como la
occidental y la islámica.

El proceso de conflicto va más allá de lo que veía Samuel P. Huntington


en su libro “El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial”,
porque no hay solo un choque entre civilizaciones, sino que dentro de la misma
cultura hay choques intra-civilizacionales.

La conflictividad en África y Medio Oriente, donde Estados occidentales


han intervenido sobre una cultura ajena, como la musulmana, ha generado
que múltiples grupos extremistas tengan un rechazo cada vez mayor a la forma
como sus respectivos gobiernos enfrentan la situación; cómo los países
occidentales intentan establecer sus principios dentro una sociedad que no los
comparte; cómo las actuaciones de tropas occidentales dentro de los territorios
se desenvuelven, violando, numerosas veces, derechos humanos. Muchos
ciudadanos, temerosos de los peligros que corren, se ven obligados a emigrar
a nuevos territorios, buscando su supervivencia, en países que parecen más
estables. En este último lustro, las migraciones de África y Medio Oriente hacia
Europa o Estados Unidos han sido importantes.

Este éxodo de personas no solo descalabra cualquier economía que no


está preparada para recibir tal cantidad de gente, sino que trae un problema
del cual los Estados están tratando de conseguir respuestas, debido a que esa
marea de gente, trae consigo una preconcepción del mundo, que muchas
veces va en detrimento de los propios valores de los Estados.

Son valores contrapuestos, muchas veces irreconciliables, por ejemplo,


cabe preguntarse cómo unificar una sociedad, un Estado tan diverso
culturalmente, cuando hay una parte de ella que cree en los valores
democráticos y la libertad de culto, con otra que manifiesta que las leyes deben
ser guiadas por la ley divina y que el que no comparta su religión es, en
ocasiones, un enemigo que merece la muerte.

Estos son nuevos retos que surgen en un mundo globalizado, donde el


multiculturalismo se ha impuesto en la mayoría de los Estados del mundo, y
los valores de civilizaciones diversas están en constante fricción.

Los Estados occidentales muchas veces se encuentran en el dilema de


reformar sus leyes para tratar de que una cultura foránea atente en contra de
su propia supervivencia y en contra de sus valores, pero son esos mismos
valores que intenta proteger los que aparentemente son semillas de su propia
destrucción. Para ejemplificar el punto anterior se presenta el siguiente caso:
un grupo musulmán se conforma en un partido político, jugando con las reglas
democráticas que le ofrece su entorno político para poder llegar al poder, pero
una vez instalado, cambia las reglas de juego e impone medidas no
democráticas.

Por lo tanto, aunque se han tomado múltiples medidas de seguridad, no


se sabe si estas mismas medidas van o no en detrimento de la propia
concepción del Estado democrático que aseguran ser; es decir, el detrimento
de la libertad por la seguridad. Son concepciones, de mundos diferentes que
tratan de protegerse unos de otros. Estados como Francia, prohíben la burka
en sitios públicos; presidentes como Donald Trump de los Estados Unidos,
quieren prohibir la entrada de los musulmanes; Austria levanta muros para
evitar la entrada de refugiados. Cómo entonces respondemos a preguntas
como: ¿Dónde quedó la libertad de culto? ¿Dónde está el respeto a las
garantías individuales consagradas en el Derecho Internacional?

Estas son algunas de las razones por las cuales se observa el auge de
movimientos de extrema derecha en Estados democráticos, circunstancia que
está creciendo aceleradamente al ver la poca eficacia que tiene el sistema
democrático para combatir, no solo el terrorismo, sino diferentes culturas que
se fortalecen ante la inactividad de los Estados y, como consecuencia de ello,
perder hasta sus propias tradiciones. Los movimientos de derecha ofrecen,
entre otras cosas, darle respuesta no solo al problema de la inmigración, sino
al problema del terrorismo y darles a sus ciudadanos una percepción de
seguridad frente a una cultura exógena.

Del otro lado de la moneda, hay una parte de la sociedad islámica que
se afinca en sus preceptos religiosos y trata de no permitir que una cultura
foránea permee dentro de su rígida estructura, pero que muchas veces resulta
imposible.

“The American Way of Life”, que intenta crear patrones comunes,


valores unificados y hasta sentimientos arraigados, en torno al mundo
occidental, pero con la visión principal de los Estados Unidos, el cual ha
construido medios de comunicación y de difusión para lograr invadir todos los
aspectos de la vida en el mundo. La globalización y la tecnología dependen y
se combinan en la actualidad con los avances en la conectividad humana.

De este modo, la globalización ha generado una visión optimista dentro


de la civilización islámica, la cual observa los beneficios y los avances que se
han logrado con este fenómeno globalizador, principalmente apalancado en
los beneficios científicos y tecnológicos, pero también una visión pesimista,
con la cual algunas sociedades se sienten agredidas e intentan sobrevivir ante
una cultura más poderosa, materialmente hablando, donde se ha creado el
occidentalismo, “la imagen deshumanizadora de Occidente”, como definen Ian
Buruma y Avishai Margalit, en su libro “Occidentalismo. Breve historia del
sentimiento antioccidental”, de 2005. En los dos casos, optimista o pesimista,
las sociedades buscan adaptarse y no perecer, donde hay una especie de ley
darwiniana del más fuerte que se pone a prueba continuamente en el mundo.

Un país uniforme completamente no existe, y en él viven personas que


tienen valores y preconcepciones del mundo diferentes a las tradicionales del
país que los acogió. No hay país del mundo que no haya ido hacia sociedades
multiculturales, y que trate de adaptarse a nuevas realidades.

Los Estados son menos homogéneos; en otras palabras, cuentan con


una diversidad cultural tan amplia, producto de muchos factores, pero
principalmente de las grandes movilizaciones humanas, donde, en la mayoría,
los valores hacia la patria se han diluido poco a poco; es decir, el apego de los
ciudadanos hacia los valores tradicionales del país es cada vez menor. Para
librar una verdadera batalla, se necesita una población homogénea, dispuesta
a respaldar las políticas que haga el Estado y así se pueda llevar a cabo una
estrategia que cuente con la voluntad de sus ciudadanos para desarrollarla.
En la actualidad se nota, cómo, constantemente, los Estados están puestos
en jaque, por una población que contradice cada una de las actuaciones de
sus gobernantes y que protesta ante medidas, muchas veces necesarias por
cuestión de seguridad, para que prevalezca la integridad física de los
ciudadanos, pero, claramente, en detrimento de las libertades de las cuales
gozaban sus ciudadanos anteriormente.

Grupos de personas que se juntan dentro de cada Estado, provenientes


de diferentes latitudes, pueden agruparse y reconocerse como un grupo dentro
de un territorio dado. Estas comunidades imaginarias, como diría Cornelius
Castoriadis, se están reproduciendo en todo el globo, lo que representa un
problema para los Estados, debido a que muchas veces estos grupos quieren
implantar el modo de vivir de sus países de origen los cuales chocan con el
del país que los acoge, ya sea de manera legal o ilegal.

Jorge Armand, en su artículo "Mundialización versus globalización”,


disponible en la página del Instituto de Altos Estudios de América Latina
(IAEAL) de la Universidad Simón Bolívar, expone además un problema
conceptual, en los que diferencia entre globalizar, que para él significa “hacer
global cualquier cosa o incorporar cualquier cosa dentro de algún conjunto no
especificado”; mientras que mundializar “tiene un significado más concreto que
denota hacer mundial a algo, es decir, transformar algo para que sea parte del
mundo”. Cambiar el principio de esta frase, la mundialización “implica la
solidaridad y la unión entre los miembros de la aldea global”.

Si tomamos esta definición en cuenta, la dificultad de la mundialización


es que implica cierto consenso, es por ello que la globalización es mucho más
fácil que se establezca, debido a que simplemente se impone y los Estados, y
su cultura, deben adaptarse, transformarse o perecer.

La cultura, como una expresión de la sociedad, evoluciona, se


transforma con el paso del tiempo. Desde el punto de vista sistémico, la
cultura, recibe influencias de otras sociedades, de otras culturas, algunas más
dominantes que otras, pero de todas recibe algo, pues no es un sistema
aislado, cerrado, sino que es dinámico. Es poco probable que una cultura
desaparezca por completo, pero sí que se adapte. También la cultura de una
sociedad puede cambiar debido a factores como la guerra, las catástrofes
naturales, o incluso la tecnología.

Bhikhu Parekh en su libro “Repensando el Multiculturalismo” señala las


relaciones entre los individuos y sus estructuras. En civilizaciones como la
islámica, su estructura de sociedad está montada bajo el esquema de la
religión, es decir, la religión influye en la cultura, y esta se ve reflejada muchas
veces en las instituciones, por lo que hay una retroalimentación, una influencia
entre ambas.

Parekh, además expone que hay tres formas en la que los individuos
se relacionan con su cultura: aceptan su cultura sin resistencia, él la llama “la
vida cultural auténtica”; otros, que aunque aceptan su cultura, la nutren de
otras creencias y prácticas, que él las denomina “vida cultural innovadora”; y
la última, es el rechazo a su cultura, creando su propio estilo de vida.

De lo anterior se puede expresar que cuando un individuo se relaciona


de manera casi obligada con otra cultura surgen fricciones, es decir, cuando
una persona se inserta forzadamente en otra cultura, dándose como ejemplo
que puede ser producto del desplazamiento humano que se origina por una
guerra intestina, y termina en una cultura que rechaza activamente, tanto a sus
valores como sus creencias y aspiraciones.

Múltiples factores, como la afinidad a la ideología islámica (el yihadismo


ofrece ser “alguien” a un marginado por la sociedad), el desagrado por los
actos de Estados Unidos y de los Estados occidentales en el mundo
musulmán, ayudan a que actuaciones extremistas de un individuo salgan a
flote, demostrando que esos roces civilizacionales pueden derivar en una
respuesta violenta, como actos terroristas.

Sin duda, muchos Estados han volcado su política exterior en atacar


este flagelo del terrorismo que posee un poder descomunal dentro de la
psiquis de los pueblos que han tenido el infortunio de vivirlo en carne propia.

Will Kymlicka, en su libro “Ciudadanía multicultural. Una teoría liberal de


los derechos de las minorías” establece que:

“Así, minorías y mayorías se enfrentan cada vez más respecto de


temas como los derechos lingüísticos, la autonomía regional, la representación
política, el currículum educativo, las reivindicaciones territoriales, la política de
inmigración y naturalización, e incluso acerca de símbolos nacionales, como
la elección del himno nacional y las festividades oficiales. (pág. 4)

Cuando un individuo, con un arraigo cultural diferente al lugar de su


actual entorno, comienza a comparar, es inevitable que cuestione muchos de
los supuestos que gobiernan la vida política de ese entorno, y hasta puede
activamente tratar de cambiar esos patrones o cánones sociales.

Ese deseo de las minorías, como lo podría representar un grupo de


extremistas sunitas en un entorno occidental, tienen el deseo de seguir siendo
sociedades distintas respecto de la cultura mayoritaria de la que forman parte.
Es por ello que no solo intentan modificar las instituciones y las leyes de dicha
sociedad, sino que muchas veces actúan de manera ilícita, que podría ser
exteriorizado con actos terroristas, porque las leyes del hombre (en este caso
las del Estado) no pueden estar por encima de las leyes de Dios (Alá para este
caso).

Como se evidencia, es necesario analizar cómo las corrientes de la


sociedad global contemporánea (globalización, mundialización,
multiculturalismo, y sociedad multicultural) han incentivado diferentes
manifestaciones en las civilizaciones occidentales e islámicas. Esto permitirá
tener una mejor comprensión de nuestro mundo y definir políticas para estar
mejor preparado para los cambios que están en pleno desarrollo.

Es acercarnos un poco más al conocimiento, a entender el mundo en el


que vivimos, donde el Islam, que se contempla a sí mismo como una religión
de paz, es ahora asociado al asesinato y al caos por una parte importante del
mundo, mientras que Occidente se proyecta como la cuna de la libertad, la
democracia y libre mercado, pero se percibe por las demás civilizaciones como
materialista, carente de humanidad y que todo lo envenena. Los conflictos
entre estas dos civilizaciones (Occidente e Islámica) se ha vuelto maniquea y
ha despertado incertidumbre e incomprensión.
Estudiar las principales características de las sociedades occidentales
e islámicas respecto al impacto que ha tenido la globalización en ellas como
civilizaciones y en el marco de la Política Internacional contemporánea, dará
una mejor comprensión de muchos de los problemas que se están originando
en los diferentes Estados alrededor del mundo.

Para abordar esta investigación se estructuró de la siguiente manera:


tres niveles de análisis con consideraciones en cada uno de ellos.

En el primer nivel de análisis se estudió el fenómeno de la globalización


(tanto su visión optimista como la visión pesimista) así como el punto de vista
de este fenómeno en el mundo occidental y el mundo islámico. Por medio de
estas dos civilizaciones, se pretendió comprender los problemas entre
civilizaciones e intracivilizacionales en las civilizaciones Islámica y su impacto
en la civilización Occidental y viceversa.

También se abordó el fenómeno de la mundialización, que denotará la


complejidad de un mundo en el que las fronteras son cada vez más porosas,
y los Estados enfrentan cada vez más dificultades para mantener y conservar
su potencial de poder, donde diferentes culturas están en constante roce, y
cada una intenta o imponerse o adaptarse, dependiendo de la fuerza que
tenga en determinado entorno, ya sea global, regional o nacional.

En el segundo nivel de análisis se desarrolló lo que es la sociedad


multicultural así como el multiculturalismo (visión optimista y visión pesimista)
para entender cómo es el proceso político-social que está viviendo el mundo
actualmente.

En el tercer nivel de análisis se enfocó en los conflictos civilizacionales


bajo el esquema de las corrientes de la sociedad global contemporánea, donde
se analizarán dos casos de estudio para ejemplificar las disputas entre la
civilización occidental e islámica y además los conflictos internos intra
civilizacionales. Los casos son:
1.- El Daesh como respuesta a las corrientes de la sociedad global
contemporánea

2.- Grupos musulmanes en 2011 exigen que se cambie la bandera de


Suiza, símbolo de la nación suiza.
Capítulo 1 – El fenómeno de la globalización y la mundialización

1.1 La globalización (positiva y negativa)

El mundo tiene presente la globalización como un término axiomático


que debe ser entendido por el simple hecho de nombrarlo, pero que es mucho
más complejo de lo que nos imaginamos.

Según la Real Academia Española (RAE), “la globalización se puede


definir como la tendencia de los mercados y de las empresas a expandirse,
alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales”.

Esta definición que nos ofrece la RAE se queda corta ante la magnitud
de lo que él significa hoy en día.

Veamos el concepto que nos da el Fondo Monetario Internacional:

"La globalización es una interdependencia económica creciente del


conjunto de países del mundo, provocada por el aumento del volumen y la
variedad de las transacciones transfronterizas de bienes y servicios, así como
de los flujos internacionales de capitales, al tiempo que la difusión acelerada
de generalizada de tecnología".

El principal discurso dentro de la globalización, como lo demuestran


estos dos conceptos, es la integración de las economías locales a una
economía mundial en la que los modos de producción y los movimientos de
capital se producen a una escala global. Hay que tener en cuenta que en sus
inicios, a la globalización se le asocia con la economía, pero esta va mucho
más allá, agrupando fenómenos sociales y culturales que tratan de implantarse
como universales.
Jorge Saborido, contextualiza la globalización “como una aceleración
de la interdependencia, una intensificación de las conexiones entre economías
y sociedades nacionales, de manera que eventos que tienen lugar en un propio
país tienen un impacto directo sobre otros” (Saborido, 2003, p.15).

Este concepto abarca además de la economía el ámbito social, en el


cual encontramos esas conexiones, tales como el intercambio de cultura,
tecnología, etcétera, que han generado un marco de interconexión e
interdependencia compleja entre las civilizaciones. Es decir, hay un proceso
parecido de mercados, sociedades y culturas y, ante eso, los Estados deben
prepararse, tanto para defender su idiosincrasia, como adaptarse para no
quedar rezagados.

Como se ha detallado anteriormente, aunque la globalización nació


como un término económico, su proceso afecta todos los aspectos de la vida.
Hay una reconfiguración de las ideas, las costumbres, los gustos, la música y
hasta la forma en la cual nos trasportamos o nos comunicamos. La
globalización no entiende de fronteras y llega a cualquier rincón de nuestro
globo terráqueo.

Para este trabajo no interesa saber cuándo se dio el primer proceso de


globalización. Tampoco interesa la discusión si se han producido varias de
ellas o si es un continuo proceso en expansión. Tampoco tiene la intención de
brindarle al lector una profundización sobre el tema; lo que interesa es que hoy
nadie puede negar su existencia, y que los Estados, organizaciones
internacionales, organizaciones no gubernamentales, así como individuos,
tienen que adaptarse a su existencia y no pocos han tratado de combatirla,
aun cuando muchas veces se da la paradoja de utilizar las herramientas que
brinda el proceso de la globalización para exportar sus ideas anti-
globalización.
Un claro ejemplo de globalización viene dado por los tratados de libre
comercio, que no solo se circunscriben a países de la misma región, sino que
pueden abarcar diversos Estados de muchas partes del mundo, donde la
circulación de mercancías y hasta de trabajadores se ponen de manifiesto para
beneficiar a los involucrados y conseguir ventajas en un mercado global cada
vez más competitivo.

La idea de homogeneizar pensamientos, culturas y hasta sentimientos,


ha llevado a muchos enfrentamientos, principalmente entre civilizaciones tan
diferentes, como la occidental y la islámica, por ejemplo. Pero además, hay un
proceso de conflicto que va más allá de lo que veía Samuel P. Huntington en
su libro “El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial”,
porque no hay solo un choque entre civilizaciones, sino que dentro de la
mismas culturas hay choques intra-civilizacionales.

Veamos unos ejemplos de lo anterior.

El cine. No cabe duda que Hollywood es uno de los grandes


exportadores de ideas, las cuales producen una inoculación mundial, con
películas donde el villano siempre es el enemigo de turno de la nación de las
barras y las estrellas. Imaginémonos la reacción que puede tener ese enemigo
cuando es inmortalizado en la gran pantalla de manera vulgar o hasta
deshonrosa muchas veces. Esto causa un resentimiento latente que va
creciendo a lo largo del tiempo, muchas veces por ideales encontrados o
dogmas religiosos que chocan entre las civilizaciones.

El mundo occidental, principalmente los Estados Unidos, ha construido


medios de comunicación y de difusión para lograr invadir todos los aspectos
de la vida en el mundo. La globalización y la tecnología dependen y se
combinan en la actualidad con los avances en la conectividad humana por
ejemplo, donde se intenta consolidar hábitos y rutinas determinadas, como es
el caso norteamericano de lo que se conocemos como “The American Way of
Life”, que intenta crear patrones comunes, valores unificados y hasta
sentimientos arraigados.

Las sociedades, “golpeadas” por la globalización, siempre están en


permanente renovación y cambio, en las cuales sus habitantes son
bombardeados constantemente por nuevos valores, identidades, que crean
resistencia en una parte de la población, que hacen que nunca se logre una
comunidad homogénea totalmente, lo que provoca conflictos éticos, sociales
y culturales.

¿Visión Optimista?

Sin duda la globalización ha mejorado las condiciones de vida de la


humanidad. Los avances tecnológicos así como sus prácticas en el sistema
de salud, cada día son más universales; sus avances son innegables; por
ejemplo, hoy las personas viven mucho más tiempo y con mejor calidad de
vida que otrora. Estos avances, gracias a la moderna tecnología,
especialmente internet, llegan a todas partes del mundo de manera inmediata.

El proceso de la globalización ha hecho que sea más fácil el dominio de


un Estado sobre sus ciudadanos hasta cierto punto, dependiendo de si son los
valores occidentales los que predominan en ese Estado. Es decir, que se
propenda al establecimiento de una misma cultura, lo cual afecta el grado de
gobernabilidad y el potencial de poder de ese Estado, que al tomar una
decisión, no sería tan cuestionada como si tuviera un grupo mucho más
heterogéneo dentro del espacio que gobierna.
La comunicación y la información han permitido la inmediatez en un
mundo en el cual las fronteras son casi inexistentes. Ese efecto en cómo se
relacionan los humanos ha cambiado, y ahora, cualquier noticia, cualquier
decisión de política exterior o incluso actos terroristas, llegan de un extremo
del mundo al otro en tiempo real.

Ha permitido que la calidad de vida de los ciudadanos mejore, porque


gracias a la información inmediata y a los medios de transporte que se han
desarrollado para conectar diferentes países con diversas realidades, las
comparaciones que hacen los ciudadanos ocasionan que se presione más a
los gobernantes para satisfacer nuevas demandas creadas por esa
comparación. Estas necesidades no solo se crean con una movilización activa
de un lugar a otro, sino que pueden manifestarse al alcance de un click, gracias
al internet y al estímulo que tengan los ciudadanos por importar a sus tierras
una nueva forma de hacer las cosas.

¿Visión Negativa?

La globalización también ha tenido un impacto importante a nivel local,


donde en muchos países del mundo la desigualdad ha aumentado en los
últimos años; sus impactos en los mercados a nivel global, afectan
sustancialmente a las economías de todo el mundo como lo ocurrido en la
crisis del 2008, gracias a la interconectividad e interdependencia de las
economías globales. Es decir, un pequeño impacto en la bolsa de valores de
Nueva York, puede generar un descalabro mundial.

Dentro de este proceso globalizador se encuentran los movimientos


migratorios, donde hay movilizaciones, no solo de mano de obra, sino de
varias culturas, varias formas de ver el mundo que ahora se encuentran en
ese tránsito que representa la migración. Esto trae como consecuencia que
los Estados tengan que adaptarse, ya sea para protegerse o para respaldar,
esta ola de personas que llevan consigo no solo sueños y esperanzas, sino
otra realidad del mundo que contrasta con la idiosincrasia de cada Estado.

De lo anterior se puede deducir que no hay país del mundo que no haya
ido hacia sociedades multiculturales, debido a que un país uniforme,
completamente, no existe, y en él viven personas que tienen valores y
preconcepciones del mundo diferentes a las tradicionales del país que los
acogió, de manera legal o ilegal. La resistencia al cambio siempre estará
presente.

1.2 Globalización desde el punto de vista de la civilización occidental

Hay que tener en cuenta que es la civilización occidental la que marca


la pauta en el proceso de la globalización.

Son los valores, creencias, las prácticas económicas, como el libre


mercado, los que tratan de imponerse en el mundo como única forma de
pensar y actuar.

Claro que en la misma civilización Occidental hay diferentes matices y


cada Estado, aunque se circunscribe al pensamiento Occidental, tiene su
propia forma de ver el mundo e interrelacionarse con él. Teniendo esto en
cuenta, es como surge la globalización o la resistencia a esos cambios
estructurales que vemos en la sociedad, tratando de adaptarse o protegerse
para así mantener viva su propia identidad. Así, la globalización evidencia un
choque intra-civilizacional donde por ejemplo, en muchas partes de
Suramérica, como Bolivia o Perú, se evidencia una resistencia al American
Way of Life que se intenta establecer como corriente de pensamiento idónea
y surge el nacionalismo contemplado como la preservación de la tradición
ancestral de los indígenas.

1.3 Globalización desde el punto de vista Oriental (Medio Oriente,


Cercano Oriente, Lejano Oriente)

Oriente no puede ser clasificado como un grupo homogéneo. La


diversidad de cada una de sus regiones se manifiesta al grado de resistencia
o no, que posee cada una hacia la globalización, pero también contra cualquier
cambio estructural que redefina sus valores tradicionales.

En este trabajo contemplamos tres puntos de vistas diferentes: el


Oriente Cercano, Medio Oriente y Lejano Oriente. Cada una de estas regiones
tiene cierta similitud entre los Estados que la congregan.

Utilizaremos el compendio de países para las zonas según lo que define


la RAE. Así en el Oriente Cercano están Israel, Líbano, Jordania, Iraq, Siria,
Bahréin, Chipre, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Kuwait, Libia, Omán, Qatar,
Sudán Yemen, Arabia y Egipto. En el Medio Oriente se encuentran Afganistán,
Pakistán e India. Y el Lejano Oriente estaría conformado por China, Corea del
Norte y del Sur, Japón y países del Pacífico (Australia, Camboya, Filipinas,
Hong Kong, Indonesia, Laos, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur, Tailandia y
Vietnam).

En la mayoría de estos Estados la religión predominante es el islam, su


profeta Mahoma, su Dios es Alá y se rigen por el libro del Corán. El alcance
de esta religión es bastante amplio y está en expansión. Abarca principalmente
una gran parte del Asia Central y de la África subsahariana, Oriente Cercano,
Medio Oriente y Lejano Oriente, además de países donde hay una gran
cantidad de creyentes (aunque en minoría) como Albania o Bulgaria.
Pero hay que destacar que dentro del mundo del islam, no se podría
hablar de una uniformidad de religión, debido a que dentro de ella se
encuentran variantes como los sunitas y los chiitas.

Según los datos publicados en la página de la Central Intelligence


Agency, de los Estados Unidos, en la sección “The World Factbook”, los
sunitas son la rama que más seguidores tiene dentro del mundo musulmán.
Según los datos que ofrece esta página, se estima que representan entre el
86% y el 90% del islam. Los sunitas son mucho más tradicionales que los
chiitas, esta última constituye una minoría en el mundo musulmán, aunque son
mayoría en países como Irán, Irak y son una importante fuerza en otros países
como Afganistán.

El islam, es una cultura que puede entrar en contradicción notablemente


con los valores de occidente, que han sido moldeados por el cristianismo.

El impacto de esos valores, gracias a la globalización, se hace sentir


con gran profundidad, y por ello, es predecible que haya generado un gran
rechazo, tanto de los occidentales con la civilización islámica, como en sentido
contrario. ¿El por qué? Ponemos en contexto la obligación religiosa de los
musulmanes, según los designios del Corán.

Un islámico, al igual que el cristiano, será juzgado por Dios luego de su


muerte. Este decidirá si va al Paraíso (Yanna para los musulmanes) o si por el
contrario irán al infierno (Yahannam para los musulmanes). Hay un punto de
contraste entre las dos religiones: el musulmán puede entrar al Yanna si es
considerado por Alá como un hombre bueno, pero lo tendría asegurado si su
muerte fue producto de la Yihad, que viene siendo efectiva cuando se mata,
en nombre de Alá, a los infieles.
El Corán en el capítulo 9:5: ”Cuando hayan transcurrido los meses
sagrados, mata a los idólatras donde quiera que los encuentres y tómalos
cautivos o asédialos”. También se ejemplifica el capítulo 9:123:”Combate a los
no creyentes que están cerca de ti y haz que sientan tu crueldad”.

Está práctica va en contra de los valores y creencias cristianas de


occidente, por lo cual se genera un choque entre civilizaciones, pero como
hemos expresado anteriormente, también hay un choque intra-civilizacional.
Ese enemigo interno, viene dado por los regímenes árabes que han adoptado
la democracia y no son teocráticos, regidos por las leyes islámicas. Estos
también son objetivos de la Yihad, pues los extremistas consideran que se
está aceptando la cultura de occidente, que vendría siendo para su visión del
mundo, como la cultura de los infieles, y por ello, merecen la muerte.

Los Estados, principalmente del Medio y Cercano Oriente tiene que vivir
con este choque constantemente, donde la supremacía de una cultura sobre
la otra genera grandes roces, que se pueden exteriorizar de manera violenta,
con un acto terrorista producto de las asimetrías de la cosmovisión de las
diferentes civilizaciones.

1.4 La Mundialización

Es importante también señalar lo que es la mundialización, que aunque


muchas veces es utilizado como sinónimo de la globalización, tiene su propia
identidad.

Como se ha dado a conocer en páginas anteriores, la globalización


conlleva a una relación entre las sociedades, donde cada una ejerce una
menor o mayor resistencia a esos cambios de patrones culturales,
económicos, sociales, etc. La interconexión que surge entre diferentes
sociedades, no solo económica, sino en todos los aspectos de la vida, como
el tecnológico, esa interdependencia que existe, la unificación del planeta
entorno a ello, es lo que se denomina “mundialización”.

Jorge Armand, en su artículo "Mundialización versus globalización”,


disponible en la página del Instituto de Altos Estudios de América Latina
(IAEAL) de la Universidad Simón Bolívar, expone que globalizar significa
“hacer global cualquier cosa o incorporar cualquier cosa dentro de algún
conjunto no especificado”; mientras que mundializar “tiene un significado más
concreto que denota hacer mundial a algo, es decir, transformar algo para que
sea parte del mundo”.

Según la definición de Jorge Armand, el “American Way of Life” que se


ha mencionado en la sección anterior sería parte de ese proceso globalizante,
porque se trata de imponer como única forma de pensamiento. Así la
mundialización “implica la solidaridad y la unión entre los miembros de la aldea
global; mientras que el concepto de globalización implica la rivalidad y la
proliferación de marginales y excluidos”. (pág. 25)

Viendo esta concepción, el proceso de mundialización comporta un


reconocimiento, a una igualdad de pensamientos y no algo impuesto como si
lo hace la globalización. Un intento de ello se puede ejemplificar en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, de 1948 y
ampliada progresivamente, pero no sería del todo cierto, porque su
elaboración estuvo controlada por las potencias occidentales y dejaron de
lado, por ejemplo, realidades que les eran contradictorias, como las
especificidades culturales que se encuentran en algunas partes del África. Esa
“ética cósmica”, como dice también Armand, sin distingo de ninguna raza o
civilización en particular, permite que cualquier hombre o especie se desarrolle
sin que otro hombre o especie salga perjudicado, y como hemos visto reflejado
en las líneas anteriores, un proceso de mundialización, en un mundo tan
complejo, y tan antagónico, parece imposible, por lo menos si se quiere
generar por algún tipo de consenso.
Capítulo 2 – La sociedad multicultural y el multiculturalismo

2.1 La sociedad multicultural

La RAE define multiculturalismo como la “convivencia de distintas


culturas”, pero entonces tendremos que definir cultura, que es el conjunto de
creencias y prácticas del ser humano, la cual moldea tanto al individuo como
al colectivo a actuar de una determinada forma, que se ve reflejada en todo lo
que hace una sociedad, incluyendo el arte, la cultura, o hasta su forma de
gobierno.

La cultura, como una expresión de la sociedad, evoluciona, se


transforma con el paso del tiempo. Viendo la cultura como un sistema, este
recibe influencias de otras sociedades, de otras culturas, algunas más
dominantes que otras, pero de todas recibe algo, pues no es un sistema
aislado, separado y sin conexiones. Es poco probable que una cultura
desaparezca, pero posible que sí se adapte. También la cultura de una
sociedad puede cambiar debido a factores como la guerra, las catástrofes
naturales, o incluso la tecnología.

Utilizando a Charles Darwin y su teoría de la evolución, podríamos decir


que una cultura que no se adapte va a ser desplazada por las creencias y
prácticas de otra cultura más dominante, siempre y cuando pueda satisfacer
las demandas de cierta sociedad.

Casi todos los países del mundo se han convertido en sociedades


multiculturales, gracias principalmente a la inmigración de diferentes culturas,
es decir, en un mismo espacio geográfico pueden convivir diferentes culturas,
diversas maneras de ver el mundo y relacionarse con él, lo que hace que para
un Estado sea más complicado lograr esa afinidad y marcar un destino común
que sea respaldado por todos sus ciudadanos.

Bhikhu Parekh en su libro “Repensando el Multiculturalismo” señala que


la sociedad es entendida por el conjunto de relaciones entre los individuos y
sus estructuras. Si esto es así, una estructura de la sociedad es la religión, es
decir, la religión influye en la cultura, y esta se ve reflejada muchas veces en
sus instituciones, por lo que hay una retroalimentación, una influencia entre
ambas.

Parekh además expone que hay tres formas en la que los individuos se
relacionan con su cultura: aceptan su cultura sin resistencia, él la llama “la vida
cultural auténtica”; otros, que aunque aceptan su cultura, la nutren de otras
creencias y prácticas, que él las denomina “vida cultural innovadora”; y la
última, es el rechazo a su cultura, creando su propio estilo de vida.

¿Por qué son importantes estas apreciaciones para este trabajo?


Porque hay que evidenciar cuando un individuo se relaciona de manera casi
obligada con otra cultura, es decir, cuando una persona se inserta
forzadamente en otra cultura, puede ser producto del desplazamiento humano
que se origina por una guerra intestina, y termina en una cultura que rechaza
activamente, tanto sus valores como sus creencias y aspiraciones, lo que
ocasiona conflictos internos que podrían generar actos terroristas.

Como ha demostrado la historia, la incorporación de diferentes naciones


en un solo Estado puede ser involuntaria (invasión o conquista), pero también
de forma voluntaria, cuando culturas diferentes convienen en formar una
federación para su beneficio mutuo.
Las emigraciones es uno de los factores que ha generado el
multiculturalismo que se presenta hoy en día en casi todos los Estados del
mundo (por no decir todos) donde en su territorio hay presencia de varias
culturas. Si son países democráticos, le ofrecen al inmigrante un respeto
institucional y legal, para que pueda expresarse, pero lo que queda en el papel
difícilmente se moldea en la sociedad y queda de manera concreta en el
accionar de todos los ciudadanos. Los inmigrantes sufren muchas veces
discriminación y son maltratados en distintos grados, circunstancia que ha
exacerbado el conflicto tanto entre civilizaciones, como intra-civilizacional.

En el libro de Joe L. Kincheloe y Shirley R. Steinberg, “Repensar el


Multiculturalismo”, exponen que Benedict Anderson propuso el concepto de
"comunidad imaginaria", para ejemplificar cómo un grupo determinado crea
sus propios mecanismos de exclusión diferenciándose de otra “comunidad
imaginaria”. Es decir, un grupo tiene la necesidad de autodefinirse para
diferenciarse de los demás grupos.

“La imagen del otro se concibe a partir de una representación mental,


de un imaginario colectivo, mediante imágenes, ritos y múltiples dispositivos
simbólicos, de manera que estos registros culturales no solo enuncien, sino
que, a la vez, reafirmen las diferencias”. (Pág. 12)

Es por esta razón que es tan evidente el multiculturalismo, debido a que


cada grupo, cada “comunidad imaginaria” se quiere diferenciar del “otro”. Ya
no estamos hablando de ciudadanos que se sienten parte de un Estado, sino
que dentro de los ciudadanos se evidencian grupos que se reconocen como
tales, y se excluyen de los otros grupos. Por ello vemos como se crean barrios
chinos, clubes árabes, etc.
El problema es cuando ese otro es identificado como un enemigo, y
activamente se trabaja para su destrucción.

2.2 El multiculturalismo (optimista y pesimista)

En este mundo multicultural que se plantea en casi en todas partes del


mundo, gracias a los avances de la tecnología en el tema de los transportes y
de las grandes migraciones humanas, el tema se hace más complejo, cuando
creemos que una persona puede considerar como válida su cultura y no así
su comunidad, y viceversa. Por otra parte, una cultura no tiene más autoridad
que la derivada del compromiso voluntario de sus miembros, y muere cuando
nadie apoya su sistema de prácticas y creencias. Además, debido a la
globalización, no existe una sociedad que pueda aislarse de las demás.

Es importante señalar los beneficios que podría tener una cultura


uniforme, parecida, debido a que mientras su diversidad no sea tan compleja,
hay un sentido de comunidad, un arraigo cultural más sólido, que puede ser
mantenido por mayor tiempo, sin que se generen cambios estructurales en ese
entorno. Además, las decisiones emanadas de esa sociedad serán menos
criticadas y su aquiescencia, su aprobación será más evidente. Lo malo de
estas sociedades es que se hacen muy cerradas, contrarias al cambio y su
adaptación a ellos es mucho más lenta y generalmente opresiva.

Si en toda cultura, como hemos dicho en líneas anteriores se sustenta


y se arraiga en instituciones, se puede decir que hay un conjunto de reglas,
escritas o consuetudinarias, que definen el actuar y las creencias de esa
sociedad. Si un individuo no está acorde con este sistema entra en flagrante
contradicción. Es inevitable que en estos casos los individuos que provienen
de otras culturas hagan comparaciones y muchas veces traten de influir en su
nuevo entorno para que se asemeje a su lugar de origen.
En el caso de las culturas de Medio Oriente o del Cercano Oriente,
algunas de ellas pueden calificar como traidores a aquellos miembros de la
sociedad que a su juicio no cumplen con las obligaciones de la comunidad
cultural a la que pertenecen. Los radicales sunitas por ejemplo, no contemplan
la convivencia ni con los chiitas, todo dentro del mundo islámico. Estos
individuos no creen en el multiculturalismo, sino que su cultura hay que
preservarla y defenderla contra interpretaciones erróneas y contra ataques
externos.

Will Kymlicka, en su libro “Ciudadanía multicultural. Una teoría liberal de


los derechos de las minorías” establece que:

“Así, minorías y mayorías se enfrentan cada vez más respecto de


temas como los derechos lingüísticos, la autonomía regional, la representación
política, el currículum educativo, las reivindicaciones territoriales, la política de
inmigración y naturalización, e incluso acerca de símbolos nacionales, como
la elección del himno nacional y las festividades oficiales. (pág. 4)

¿Qué nos está indicando Kymlicka? Que hay un enfrentamiento de


culturas, que como se ha indicado antes, la teoría darwiniana del más fuerte
trata de imponerse sobre la más débil, aunque esto no quiere decir que la más
débil no afecte a la más fuerte.

Cuando un individuo, con un arraigo cultural diferente al lugar de su


actual entorno, comienza a comparar, es inevitable que cuestione muchos de
los supuestos que gobiernan la vida política de ese entorno, y hasta puede
activamente tratar de cambiar esos patrones o cánones sociales.

En los Estados Occidentales, que se afanan de tener una cultura


democrática, de igualdad y de libertad, dan a sus ciudadanos la protección
necesaria para poder expresarse, para intentar mantener su herencia o
identidad étnica. Pero cabe preguntarse si los Estados democráticos están
creando las semillas de su propia destrucción al permitir que se desarrollen,
dentro del sistema una cultura antagónica que no contempla a la democracia
como sistema de gobierno. Si un partido islámico se conforma como partido
político y democráticamente es elegido para gobernar el país, utiliza las
herramientas del sistema para luego implantar una teocracia, en donde los
valores democráticos quedan supeditados a la religión.

Otro ejemplo se puede evidenciar con los neonazis, que utilizan el


derecho de ser escuchados, del derecho a las minorías que consagra la
democracia, para desarrollarse, con el objetivo de abolir la democracia en
algún punto.

Como se ejemplifica, la democracia está contra la pared, en una era de


cambios, donde los valores occidentales que han sido la fortaleza del
desarrollo de la civilización, son los mismos que lo ponen hoy en día en un
franco declive.

Kymlicka expone: “Las sociedades modernas tienen que hacer frente


cada vez más a grupos minoritarios que exigen el reconocimiento de su
identidad y la acomodación de sus diferencias culturales, algo que a menudo
se denomina el reto del multiculturalismo” (pág. 10). Parece que ese reto está
siendo perdido por los Estados que se ven lentos a la hora de dar respuestas
ante estos flagelos.

Ese deseo de las minorías, como lo podría representar un grupo de


extremistas sunitas en un entorno occidental, tienen el deseo de seguir siendo
sociedades distintas respecto de la cultura mayoritaria de la que forman parte.
Es por ello que no solo intentan modificar las instituciones y las leyes de dicha
sociedad, sino que muchas veces actúan de manera ilícita, porque las leyes
del hombre (en este caso las del Estado) no pueden estar por encima de las
leyes de Dios (Alá para este caso).
Capítulo 3 – Contraste entre la civilización occidental e islámica

3.1 Valores en conflicto entre la civilización occidental e


islámica

Como se ha evidenciado a lo largo del trabajo, tanto la civilización


Occidental como la civilización Islámica tienen como base concepciones
diferentes del mundo, una forma particular de desenvolverse en él, y como no,
de interactuar con otras civilizaciones.

Los conflictos entre estas dos civilizaciones no es algo novedoso, pero


sus diferencias se han exacerbado a partir de los ataques terroristas al World
Trade Center, el 11 de septiembre de 2001, un evento que moldeo
erróneamente no solo la percepción de Estados Unidos hacia el mundo
musulmán, sino la del mundo entero, principalmente a la civilización
Occidental, que en la búsqueda de su protección en torno a prevenir nuevos
ataques, puso en cuestionamiento los valores que son inherentes a ella.

Cabe preguntarse cómo los países occidentales han respondido ante


las diferencias que se han puesto de manifiesto en este último siglo XXI,
marcado por los avances tecnológicos y la inmediatez en casi todos los
sentidos de la vida. Una noticia puede llegar a todas partes del mundo, así
como una amenaza (ejemplo de Daesh a países occidentales o hasta a los
propios musulmanes que no están de acuerdo con sus prácticas), que crean
zozobra en todas partes del mundo.

Pero cuáles son los valores de la civilización Occidental que están


puestos a prueba con la civilización Islámica y viceversa. Trataremos de
ejemplificarlos para mostrar esos conflictos que están marcando una nueva
etapa dentro de las Relaciones Internacionales y que es menester tenerlas
presentes para tener un mejor abordaje de la realidad que vivimos.

Los valores Occidentales están basados en

- La Libertad
- El Cristianismo
- Racionalidad Cartesiana
- Visión civilizatoria (sus valores intentan ser universales)

La libertad en Occidente es indispensable para entender la civilización.


Es un concepto muy general, que en cada Estado se intenta proyectar de la
forma más cabal, sin caer en el libertinaje. La libertad de expresión, la libertad
de religión, libertades políticas, entre otras, todas tienen preponderancia y
están resguardadas bajo instituciones consolidadas en cada país, y donde sus
ciudadanos son conscientes de su existencia y trabajan bajo ese sistema para
preservarlas. La democracia es parte sustancial de la libertad, porque cada
ciudadano tiene la facultad de poder elegir a sus gobernantes y de cambiarlos
cada cierto tiempo bajo condiciones que permitan que el sistema se perpetúe.

El cristianismo, es la base en la que está montada la civilización


Occidental y sus valores están transmutados, es decir, los valores de los
cristianos, consagrados en la biblia han transcendido y han tenido un impacto
directo en las instituciones de la civilización. Esos valores también se han
fundido con la forma en cómo se relacionan los hombres en sociedad.

La racionalidad cartesiana, que es explicada como la visión utilitarista


que tienen los ciudadanos, donde se busca el máximo beneficio a menor costo.
Lo material tiene una gran importancia y la búsqueda del lucro y del poder se
ha convertido en el nuevo “vellocino de oro” que la mayoría quiere alcanzar
dentro de las relaciones de poder de una sociedad.

Todo lo anterior es proyectado por la misma civilización como la mejor


forma de vivir en sociedad, y son esos valores, fuertemente arraigados, que
intentan inocularse en las demás civilizaciones, y es por ello que intenta ser
universal, lo que conlleva inevitablemente a pugnas, no solo con la civilización
Islámica sino con otras (civilización Eslava, civilización China, etc.), en menor
o mayor medida.

En contraste a la civilización Occidental, hay que mencionar los valores


de la civilización islámica:

- El Islam como guía dentro de la sociedad.


- La racionalidad no utilitarista, sino arraigada en lo espiritual.
- Visión civilizadora.

Creer en un único Dios y en sus enseñanzas es el sustento primordial


de toda la civilización islámica. Esta premisa moldea cada una de las aristas
de la vida en sociedad, y por ende, su sistema político, sus instituciones, y el
modo en el que los ciudadanos se relacionan con estas. Las leyes del hombre
no pueden estar por encima de las leyes de Dios, y por ello que a los Estados
musulmanes son llamados Estados teocráticos, debido a que es la ley que
supuestamente está hecha por Dios la que rige los designios del pueblo, donde
la religión va de la mano con la política, con la economía y hasta con la ciencia.
De hecho, para los islamistas radicales, los países musulmanes que cuentan
con gobiernos laicos son acusados de idolatría y los instan a reestablecer la
soberanía de Dios en la tierra, que se traduce en tratar de instaurar un califato.
La sociedad islámica no busca el lucro, ni obtener ganancias onerosas
con un mínimo de esfuerzo, sino que se afinca en buscar una armonía que lo
acerque más a su Dios, viviendo de forma austera, que lo acerque a la
salvación individual, pero que ella pasa por lograr un trabajo social. La única
forma de agradar a Dios es cumplir con la ley que impuso, siguiendo el Corán
y la Suna. Algo muy distinto a lo que sucede con los principios cristianos de
Occidente, donde la salvación viene dada de manera individual.

Al igual que Occidente, la civilización Islámica también pretende ser


universal, y tiene una visión civilizadora, en busca de conquistar nuevos
creyentes, en lo que consideran la verdadera religión. Quieren ser percibidos
como la religión que crea una sociedad incluyente, donde todo ser humano
pueda vivir con dignidad y libre de toda opresión (incluso de la opresión del
consumismo).

Teniendo los valores fundamentales de estas dos civilizaciones, se


pueden evidenciar fácilmente dónde están los puntos de discordia y dónde
donde están las coincidencias.

Ambas civilizaciones pretenden ser ecuménicas, abarcar todo el


mundo, exponiendo que su forma de vida es la mejor. Cabe destacar que ha
sido la civilización Occidental la que ha marcado la pauta dentro de la historia,
siendo la civilización más poderosa por más tiempo, pero ahora, producto de
sus propias contradicciones, comienza a tener un declive, aunque no estamos
diciendo que haya relegado su puesto a otra civilización.

Como se evidencia, grandes valores que destacan en cada una de ellas,


y en un mundo tan interconectado, chocan, se toleran y hasta pueden
mezclarse. El mundo de hoy, complejo por demás, también está lleno de
ignorancia y de incertidumbre, donde la incomprensión y los falsos paradigmas
rigen muchas veces las decisiones de las personas en sociedad, desde un
simple ciudadano hasta el presidente de un país. El desconocimiento de otra
cultura, de otra forma de ver el mundo ha originado el exacerbo de una nueva
conflictividad política definida por las relaciones entre las civilizaciones.

Esas relaciones entre estas dos civilizaciones (Occidental e Islámica),


como se ha dicho reiteradamente, deben ser vistas desde los choques que se
originan no solo entre ellas, sino desde ellas mismas, es decir, choques entre
civilizaciones e intra-civilizacionales. Como toda ciencia social, no se dan
verdades absolutas, pero nos acercamos a la comprensión de un mundo lleno
de paradojas, contradicciones e ignorancia.

Para entender el contraste entre el mundo Occidental e Islámico,


teniendo en cuenta los valores principales de cada una de ellas, hay que
analizar cómo es proyectada y percibida cada una de ellas por su contraparte.

A partir del 2001 con el ataque al World Trade Center por parte del grupo
terrorista Al-Qaeda, la percepción del Islam se deterioró de manera dramática.
Todo aquel que utilizara una barba y un turbante estaba en la mira de una
sociedad temerosa, que no comprendía –ni comprende- la razón de ese
ataque terrorista.

Los musulmanes autodefinen al islam como una religión de paz, pero


gracias a innumerables ataques terroristas, es asociada con el caos, con la
muerte, y el asesinato.

Aunque grandes euritos musulmanes como Fethullah Gülen han manifestado


y hechos esfuerzos por mantener la imagen del islam y sus creencias fuera de
la concepción del terrorismo, incluso en el libro, “Fundamentos de la fe
islámica” de 2007, cuando se habla sobre el autor, se refieren a que Gülen
reafirmó que:

“El terror nunca puede ser usado en el nombre del islam o para la
consecución de ningún fin islámico. Un terrorista no puede ser musulmán y un
musulmán no puede ser terrorista. Un musulmán tan solo puede ser el
representante y el símbolo de la paz, el bienestar y la prosperidad”.

Gülen es un firme creyente de que terrorismo e islam son contradictorios


y por ello ha intentado a lo largo de su carrera exponerlo al mundo entero, pero
sin duda que gran parte de Occidente tiene una percepción diferente. Se ha
creado una islamofobia, un sentimiento de aversión y de ataque contra todo lo
relacionado al islam, producto del desconocimiento, miedo y de la ignorancia
que han originado los ataques terroristas, los cuales han puesto a los Estados
Occidentales a redefinir muchas veces esos valores inherentes de ellos, como
la libertad de religión. Por ejemplo, en Francia se prepondera la libertad de
culto, pero en 2011, la ley prohibió el uso de la burka en espacios públicos,
alegando que por cuestiones de seguridad, esa prenda evitaba que los
organismos de seguridad pudieran constatar si se llevaba alguna arma o
explosivo en sus ropajes. Esta medida evidencia cómo los ataques terroristas,
a veces efectuados muchas veces por los mismos ciudadanos franceses y no
como otrora, cuando eran realizados por personas de otras latitudes, pone en
entredicho los derechos de una parte de la sociedad francesa, que se sentía
discriminada al no poder ejercer cabalmente su religión.

El anterior caso es una muestra de la pugna en la que están los Estados,


que se debaten entre esos valores que son características de ellos, como la
libertad, pero que deben contrastarlo con la seguridad que ofrecen a sus
ciudadanos y de su misma supervivencia.
Pero el miedo, la ignorancia y hasta el maltrato no es solo desde
Occidente. En el libro de Ian Buruma y Avishai Margalit llamado
“Occidentalismo. Breve historia del sentimiento antioccidental” de 2005, los
autores hacen un recorrido histórico del desprecio que tienen diferentes
civilizaciones hacia Occidente, y como no, también el Islam, en lo que han
denominado el “occidentalismo”. Según Buruma y Maraglit: “La imagen
deshumanizadora de Occidente que pintan sus detractores es precisamente
lo que hemos denominado occidentalismo”. Pág. 15.

Buruma y Maraglit mencionan que ese sentimiento anti occidente,


puede venir de un mismo occidental, que no se siente representado por los
valores macro de su civilización, por lo que hay también un choque intra-
civilizacional. En la página 60 del libro, mencionan como Werner Sombart en
su libro Händler und Helden (Mercaderes y héroes) expuso que: “El
pensamiento alemán y el sentimiento alemán se expresan en primer lugar por
medio de un rechazo tajante a todo lo que se acerque siquiera al pensamiento
inglés, o al pensamiento y sentimiento del occidente europeo”. Es decir, este
personaje consideraba al pensamiento inglés y a los occidentales (apartando
Alamenaia que també es occidental) como cobardes, que eran adictos a la
comodidad y carentes de un sacrificio occidental, una visión que no se aparta
de cómo los islámicos también ven a los occidentales, que son seres
deshonrados y hasta inferiores por ser materialistas y superficiales,
apartándose de los valores religiosos, tan importantes para el Islam.

Buruma y Maraglit, exponen también que gran parte de ese rechazo a


Occidente viene de los Estados Unidos, no solo por el modo en cómo este país
ha regido su política exterior (realista si lo ponemos en el contexto de las
teorías de las RR.II), sino muchas veces por los celos, la envidia y el
resentimiento “más entre quienes consumen sus imágenes y sus productos
que entre quienes a duras penas aciertan a imaginar cómo es de verdad
Occidente” Pág. 25

Los autores también hablan de como las contradicciones, expectativas


y formas de ver el mundo entre la civilización Occidental y la Islámica se
evidencia fácilmente de manera práctica.

“Cuando el oriental viaja a Occidente, o cuando el occidental viaja a


Oriente, cada uno es sumamente consciente de haber cruzado una frontera
de índole social que es mucho más real y tangible que las fronteras geográficas
o las diferencias de lengua, nacionalidad y raza. Los sistemas sociales de
Oriente y Occidente se establecen sobre principios diametralmente distintos.
La diferencia crucial es la posición que en ellos ocupan las mujeres”. Pág. 132

Ahora que se tiene más claro el sustento de cada una de las


civilizaciones y sus choques entre e intra-civilizacionales, se presentarán dos
casos de estudio: el primero para evidenciar como el grupo terrorista Daesh
ha sido una respuesta a las corrientes de la sociedad global contemporánea,
donde se ejemplificarán principalmente los roces entre civilizaciones y el caso
de un grupo de musulmanes en 2011, los cuales exigieron que se cambiara la
bandera de Suiza, que dejará al descubierto los choques intra-civilizacionales.

3.1.1. El Daesh como respuesta a las corrientes de la sociedad


global contemporánea

Conocidas las corrientes de la sociedad global contemporánea


(Globalización, mundialización, la sociedad multicultural y el multiculturalismo)
se puede hacer un estudio de cómo estos elementos han influido en la creación
y hasta en el mantenimiento del ideal del grupo terrorista Daesh.
Primero hay que decir que el terrorismo es un flagelo complejo, que
debe ser entendido en su justa medida, por la importancia que tiene hoy en
día en nuestra sociedad. Pero, para comprenderlo, es necesario definirlo y
delimitarlo, diferenciarlo de otras formas de violencia política, y así saber
quiénes son terroristas y si el Daesh entra en esta categoría.

En este punto los investigadores se han encontrado con un problema


base: no hay una definición consensuada por la comunidad internacional sobre
qué es el terrorismo. Aunque muchos Estados o estudiosos de la materia
tienen su propia definición, todavía no se ha encontrado un concepto que
satisfaga a toda la comunidad científica.

Esta es la razón por la cual terrorismo se utiliza de manera laxa por


cualquier persona y es manejado de manera indiscriminada, todo depende del
lado en el conflicto en que se encuentre en un determinado contexto. Por
ejemplo, un gobierno puede definir como terroristas a un grupo de jóvenes que
protestan en la calle, pero este grupo se define a sí mismo como un grupo de
liberación nacional. Otro caso podría ser el de un grupo independentista que
quema pipotes de basura como medio de protesta, lo cual es considerado por
los medios de comunicación como terroristas.

La dificultad de definirlo es porque el acto terrorista ha aparecido de


muchas formas y bajo diferentes circunstancias, utilizadas de forma peyorativa
para la discriminación y la difamación del adversario dentro de un conflicto
dado.

Viendo estos ejemplos se hace necesario definir el concepto, por lo


menos en los términos que satisfagan a este trabajo.

Etimológicamente terrorismo es una palabra compuesta conformada


por los conceptos Terror e Ismo. El miedo es un sentimiento individual, una
respuesta subjetiva hacia una amenaza a cierto individuo, cuando este
sentimiento agrupa a una cantidad de gente determinada entra a la categoría
de pánico, y adquiere un carácter colectivo, pero si este sentimiento se
profundiza y adquiere un carácter societario, entonces sí estaríamos hablando
de terror, donde hay un alto grado de incertidumbre en ese entorno que genera
zozobra e inestabilidad.

La terminación ismo, es un sufijo formativo de sustantivos abstractos


(terror en este caso) que denota algún tipo de doctrina, tendencia, teoría o
sistema.

Uniendo estos dos conceptos tenemos terrorismo, que sería la


tendencia/doctrina/teoría/sistema del terror.

Ya definido etimológicamente el significado de la palabra, hay que


concretar ciertas bases para saber qué significa el concepto.

¿Cuáles podrían ser las características del terrorismo? Se definimos


sus peculiaridades, podríamos llegar a una definición base. Para ello
utilizaremos las características dadas por Fernando Falcón y Eduardo Iglesias
en su libro “Qué es el Terrorismo”.

La primera característica que señalan los catedráticos es que el


terrorismo “incluye la amenaza o el uso real de violencia no convencional”, es
decir, diferencian una violencia distinta a la utilizada por el Estado, que vendría
siendo la violencia convencional. Con estas prácticas se busca inocular miedo
en una sociedad.

Su motivación es política, debido a que intentan cambiar el statu quo, el


orden social que los rige. Muchas veces esta motivación política está
canalizada también por razones espirituales, como pasa con los extremistas
religiosos.

Normalmente los blancos de los ataque terroristas son fortuitos, con una
“relación indirecta con las metas generales de la organización que ejecuta
tales actos”, aunque también pueden ser líderes políticos o un símbolo de una
sociedad, como un cantante pop. El valor simbólico de los actos es crucial,
para así ganar audiencia o presionar para conseguir los objetivos planteados.

Los grupos que realizan las actividades terroristas no son estatales, y


muchas veces son grupos marginados dentro de su mismo territorio o por la
comunidad internacional.

Teniendo estas características claras, podríamos entonces diferenciar


un atentado terrorista y distinguirlo de un ataque criminal. Además, hay que
hacer la salvedad que el concepto de terrorismo no aplica a los Estados,
debido a que cuando un gobierno utiliza el terror en sus actuaciones, se
circunscribe en la categoría de un Estado totalitario, y este además no quiere
cambiar el statu quo, sino que su dominio depende de que la estructura política
se mantenga.

Falcón e Iglesias definen el terrorismo como:

“la amenaza, puesta en práctica o promoción de la violencia física


ilegítima como objetivos políticos o sociales, por parte de organizaciones o
actores individuales cuyas acciones están dirigidas a influir o modificar las
actitudes o disposiciones políticas y sociales de un tercer actor, siempre que
dichas amenazas o acciones violentas se orienten directamente hacia civiles
no combatientes o personal militar no involucrado directamente en
operaciones militares o en roles de preservación de la paz mundial”. (Pág. 22)

Viendo estas características que nos otorgan Falcón e Iglesias, más su


definición, nos podemos aventurar una propia definición instrumental, que nos
sirva durante la elaboración de este trabajo:

Siendo esto así, definimos al terrorismo como el uso sistemático de la


violencia no convencional, para así generar terror en una sociedad, en la cual
un grupo determinado está motivado políticamente, para obligar, influenciar u
obtener de parte de una población objetivo apoyo o neutralidad para sus fines.
Para el caso del Daesh, se tiene que especificar que está circunscrito bajo la
óptica de terrorismo donde la motivación es política y bajo matices religiosos.

Es importante hacer mención del grupo, una característica que


contempla la definición del libro antes mencionado, pero que es importante
destacar que un solo individuo caería dentro de la categoría de “lobo solitario”
y no dentro de la categoría del terrorismo.

Mary Kaldor en su libro "New & old wars: organized violence in a global
era” expone que anteriormente las guerras solo la podían hacer los Estados
contra otros Estados, con un ejército especializado, donde la función del
pueblo era apoyar a las fuerza armadas de su país, pero no participaba en la
conflagración.

El terrorismo está dentro de los conflictos catalogados de baja


intensidad, y su forma de hacer la guerra está supeditada a una guerra de
desgaste, es decir, imponer la voluntad del otro, en una situación de
disparidad, donde el débil no puede enfrentarse directamente a su oponente,
y por ello lo desgasta con el tiempo y trata de que el adversario se replantee
sus objetivos.

Kaldor manifiesta que en las nuevas guerras, la fuerza pasa a ser un fin
en sí mismo, donde existen múltiples comunidades imaginarias. En la Nueva
Guerra se utilizan las técnicas de la guerra de desgaste, donde las armas son
muy accesibles al ser armamento liviano, y su uso está enfocado a ganar
espacios de control sin importarle lo que piense la población anterior a ese
espacio. Además los recursos en la nueva guerra se obtienen casi todos de
manera ilegal, como la extorsión, secuestro, narcotráfico, trata de blancas, etc.

Para David C. Rapoport en su libro “The Four Waves of Modern


Terrorism” define cuatro olas del terrorismo, dado por periodos (todos los
periodos son de tiempo) en los que se desarrollaron prácticas comunes a lo
largo del mundo. La “oleada anarquista”, “oleada anticolonial”, “oleada de la
nueva izquierda” y la “oleada religiosa”.

Con nombres muy intuitivos, cada oleada tenía sus características


globales: la primera hecha principalmente por anarquistas, aunque también
hubo presencia de grupos nacionalistas, había una gran presencia de
asesinato a líderes prominentes. La segunda, la anticolonial (1920-1960)
definida por la lucha contra la metrópoli en la lucha de grupos por la
autodeterminación de sus pueblos; oleada de la nueva izquierda (1960-1980)
de violencia de grupos de izquierda en contra del modelo capitalista imperante.

La cuarta oleada, es la que más interesa a este trabajo, la oleada


religiosa (1980), que ha sido la característica del terrorismo moderno.
Rapoport señala que esta oleada está signada por la revolución iraní del año
1979-1980, que terminó con una Irán bajo la tutela del ayatolá Jomeini, con
una forma de gobierno teocrática, de carácter islámico. Esta oleada está
dominada por el radicalismo islámico, donde sus ataques y el número de
muertos son de un gran volumen.

Hay la voluntad de matar a un número mayor de personas, donde se


utiliza cualquier artefacto o arma para causar bajas. La estructura de
organización de estos grupos terroristas es mucho más horizontal, articulada
por redes ilícitas de financiamiento.

Lo característico del movimiento yihadista, es que intenta imponer su


visión del Islam entre los musulmanes, donde existe el deseo de restaurar la
grandeza originaria del islam, por ello tratan de recuperar espacios históricos
y simbólicos para su religión. Además propugnan que las estructuras políticas
sean islámicas dentro de una teocracia, que se expanda en todo el planeta.

Jeffrey Kaplan, utilizando las ideas de Rapoport, habla en su libro


“Terrorism’s Fifth Wave: A Theory, a Conundrum and a Dilemma” plantea una
quinta oleada. Este plantea que esas grandes fracciones como Al Qaeda, que
era uno de los representantes de ese radicalismo islámico se ha fragmentado,
y han surgido otras organizaciones como el DAESH. Para Kaplan el DAESH,
Boko Haram, representan esa nueva ola que está surgiendo, las cuales
pueden ser consideradas un proto-Estado, debido a que controlan territorio,
ejercen una burocracia sobre una población y ejercen el monopolio de la
fuerza, aunque no es legítimo.

Además Kaplan plantea que estos grupos (DAESH y Boko Haram)


tienen nuevas prácticas y ven al mundo de manera diferente, utilizando la
nueva tecnología, los medios de comunicación para conseguir nuevos adeptos
y propiciar nuevos ataques, donde la violencia esta exacerbada por lo que
representaban antes, así aterrorizan a sus enemigos, tanto locales como
internacionales.

Este trabajo, teniendo en cuenta esta propuesta, no contempla aun una


ruptura de la cuarta oleada propuesta por Rapoport, debido a que no son
prácticas que desarrollan en todas partes del mundo por muchos grupos, sino
que es muy cerrada, circunscrita a solo dos grupos.

Teniendo en cuenta la definición, cabe preguntarse quién cumple con


los requisitos para ser catalogado un grupo terrorista.

En la actualidad hay dos listas predominantes de quienes son


terroristas; tanto Estados Unidos como la Unión Europea poseen su propio
inventario de grupos a los cuales encasillan en esta definición. ¿Qué hace la
mayoría de la comunidad internacional? Compagina las dos listas y según su
conveniencia en determinado conflicto, también los incluyen en sus propias
listas como grupos terroristas.

Pero profundizando más en el tema, si partimos de la idea de que


siempre hay una motivación política para los actos terroristas, como definimos
en nuestro concepto de terrorismo, no se puede asumir que el terrorismo
proviene de personas con patologías, o de personas con problemas
económicos, poca educación, o segregación social. Aunque estos pueden ser
catalizadores del comportamiento violento, un elemento sustancial puede venir
de su cosmovisión; es decir, un pensamiento arraigado en otra civilización que
lo hace estar encasillado en una forma de ver el mundo, como los occidentales
tienen la suya.

Los individuos que podrían llegar a ser terroristas, deben exteriorizar su


disconformidad de manera violenta para cambiar el statu quo, suelen ser
personas que se sienten rechazadas por un entorno similar, que no le da
cabida para que se desarrolle su personalidad cabalmente, pero también
puede ser un grupo que es rechazado por su entorno. Esta discriminación hace
que estos individuos sean más proclives a realizar su propia justicia, debido a
que las instituciones no se las otorgan.

Esto pasa mucho en el mundo occidental con personas o grupos que


se insertan en una nueva sociedad, ya sea de manera voluntaria o involuntaria,
y no consigue adaptarse a su ambiente, o simplemente no quiere hacerlo. ¿Por
qué no pasa tan claro en otras civilizaciones? Tal vez porque las otras
civilizaciones, como la islámica, no permiten que se desarrolle una conducta
que pueda ir en contra de sus valores.

Así llegamos ahora a la explicación del Deash, comenzando por su


surgimiento. En el artículo de la BBC, "7 preguntas para entender qué es
Estado Islámico y de dónde surgió", publicado el 22 de marzo de 2016,
mencionan el periplo que ha transitado esta organización hasta convertirse en
una fuerza en la actualidad, en la cual su simple mención despierta miedo y
respeto en todo el mundo.

En el artículo mencionan que las raíces de la organización se remonta


a 2002, cuando Abu Musab al-Zarqawi creó el grupo Tawhid wa al-Jihad, el
cual luego le juraría lealtad a Osama Bin Laden, fundando Al Qaeda en Irak,
la cual combatió duramente contra la ocupación norteamericana en ese
Estado. En 2010, asumiendo las riendas de la organización y convirtiéndose
en el nuevo guía (califa), Abu Bakr al-Baghdadi ha comandado las riendas del
grupo, al cual bautizó como Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS, por sus
siglas en inglés) en 2006. Aprovechando la coyuntura de dificultades políticas
y sociales de Irak y Siria, lograron controlar diferentes ciudades y ejercer su
sistema de gobierno amparado en la Sharia (ley islámica), con aspiraciones a
tener un califato con el apoyo del mundo musulmán.

El Daesh, la organización terrorista más importante en la actualidad,


posee una vasta cantidad de combatientes que le han jurado lealtad y se ha
arrogado una gran cantidad de actos terroristas a lo largo del mundo, como en
Francia, Turquía o Estados Unidos. Aunque la organización no termina con
tantas víctimas fatales fuera de su área de influencia, su impacto simbólico es
muy fuerte en el mundo entero.

De acuerdo a estimaciones de las Naciones Unidas en su Misión de


Asistencia para Irak, el grupo terrorista tiene entre 12 mil y 15 mil miembros
para finales de 2016. Su red se extiende por más de 20 países, y con diferentes
grupos que le han jurado fidelidad, como el caso de Boko Haram.

Es un grupo terrorista que secuestra, mata y hasta abusa de mujeres y


niños, los cuales pueden ser vendidos como esclavos, muchas veces sin
importar la religión que sus víctimas tengan. En este punto hay que
preguntarse si los valores de la propia civilización islámica no están siendo
“desvirtuados” y manipulados para conseguir objetivos específicos del Daesh,
¿Por qué? Debido a que en la religión islámica los medios para conseguir los
fines deben ser dignos, estar acordes con las leyes de Dios, sino pierde todo
significado. Entonces, cabe preguntarse si con medios ilícitos puedan lograr
un objetivo digno y acercarse a Dios, teniendo en cuenta que muchos eruditos
dicen que los medios deben ser legítimos.
En su participación en el libro "Terrorismo y Ataques Suicidas: Una
Perspectiva Islámica", de 2005, Hamza Aktan escribió un capítulo titulado
“Acciones terroristas y ataques suicidas a la luz del Corán y la Sunna”. Ahí
menciona que “Es natural el hecho de que los terroristas deseen usar todos
los medios posibles, incluidos los valores islámicos para legitimar sus acciones
ante ellos mismos y para ganarse la simpatía de la gente” (Pág. 26), pero
ejemplifica que hacerse meritorio de la aprobación de Dios pasa por utilizar
medios legítimos, es decir, no se puede transgredir la palabra del Profeta para
llegar a un final deseado, tanto los medios como el objetivo deben ser
legítimos.

Los muyahidines (los que llevan a cabo la yihad), no se deben apartar


de los fundamentos de la Sunna o del Corán. Aktan explica que el Corán solo
establece que la lucha debe ser contra los que luchan y no atacar a objetivos
civiles ni a inocentes que no participen en la guerra. El Daesh aniquila
completamente este fundamento y reiteradamente ha matado a niños, mujeres
y civiles que nada tienen que ver con un conflicto bélico.

Aktan concluye que:

“Los actos de los que matan a civiles, mujeres, niños y ancianos en las
abarrotadas calles de nuestras ciudades, los que queman o hacen estallar
automóviles o edificios, los que torturan y matan a personas que han
secuestrad o tomado como rehenes, los actos de terrorismo suicidas que se
auto inmolan matando a inocentes con explosivo adheridos a sus cuerpos o
vehículos – todos estos actos, de los que ninguna autoridad legal es
responsable – no pueden ser considerados como yihad y los que los cometen
no pueden ser considerados muyahidines. (Pág. 40)

Lo que nos intenta mostrar Aktan es que si se permite la utilización de


cualquier medio para conseguir una meta como lo establece el Daesh por
ejemplo, se abrirá la puerta de otras actividades contrarias a los valores
islámicos, como el empleo de drogas o de la prostitución para destruir al
adversario, lo que en teoría lo alejaría de Dios, y por ello no puede ser
considerado como un acto correspondiente a la yihad. Todo musulmán tiene
que vivir su vida de acuerdo con los principios del Corán

En el mismo libro de "Terrorismo y Ataques Suicidas: Una Perspectiva


Islámica", de 2005, Ahmet Günes en su capítulo de “Opiniones sobre las reglas
de la guerra según el derecho musulmán” también refleja la imposibilidad para
un musulmán conseguir objetivos bajo medios ilegítimos: “Los ataques a
objetivos civiles están en desacuerdo con los principios del Islam, incluso en
tiempos de guerra, lo cual incluye los ataques suicidas. Los objetivos legítimos
no se pueden lograr a través de medios ilegítimos. (Pág. 122)

Estas perspectivas de los musulmanes que no están de acuerdo con


las prácticas ejercidas por grupos extremistas como el Daesh, una gran
disputa intelectual entre los que apoyan o no sus prácticas violentas. El
discurso de la organización comandada por al-Baghdadi está enfocada en la
destrucción del infiel, y el que no siga los designios de la organización, con lo
cual todo musulmán debe regirse por la palabra de este autoproclamado califa
y si no le espera la humillación y la muerte, incluso si es musulmán, algo
impensado para otras organizaciones.

El Daesh ha sacado provecho de los grandes flujos de migraciones


desde Medio Oriente y África para infiltrar células terroristas en Europa
principalmente, Estados que han tenido que reforzar sus medidas internas
para proteger su integridad.

La palabra de al-Baghdadi se enfoca en cómo su cultura tradicional está


siendo atacada por identidades contrarias, como el “American Way Of Life”
que ya ha sido mencionado anteriormente. El Daesh ha logrado inocularse en
el pensamiento de miles de musulmanes y despertar el occidentalismo como
ha dicho Buruma y Margalit, para que se cometan actos terroristas en su
nombre y de la concepción que ellos dan del Islam, desvirtuando la palabra de
su Profeta y convirtiéndola en una herramienta para sus intereses individuales.

Así logran despertar a ese individuo que se siente relegado dentro de


una sociedad que es diferente a lo que ha conocido o que lo rechaza por sus
raíces musulmanas. El Daesh ha logrado crear una comunicación bastante
efectiva utilizando los canales que le otorga la tecnología, y llega, de manera
inmediata, a un número inimaginable de personas.

Ciertamente el Daesh no se autodenomina un grupo terrorista, sino que


identifica a sus enemigos con tal connotación, poniendo como énfasis los
bombardeos de los países que se han unido en una coalición encabezadas
por Estados Unidos en contra del terrorismo que han generado bajas
importantes de no combatientes, que le da un sustento y un apego al discurso
del Daesh.

Como se ha ejemplificado, el Daesh es una respuesta a las corrientes


de la sociedad global. Es resistencia frente al cambio, trata de ser una pared
de contención para que prevalezcan sus raíces frente a los embates de la
globalización, de la mundialización, el multiculturalismo y la sociedad global.
Pero además utiliza la fuerza de esas corrientes para establecer células a lo
largo del mundo e inocular su mensaje en todo el globo terráqueo y ha puesto
en jaque a los Estados Occidentales, que ha tenido que sopesar dentro de sí
qué es más importante, si la seguridad de sus ciudadanos frente al terrorismo,
o coartar esa seguridad por la libertad que siempre han vociferado tener,
cimiento de su propia creación. Los Estados se debaten en qué tanta libertad
(libertad de culto, de expresión, etc.) se puede mantener dentro del sistema
sin que eso represente un problema para su seguridad nacional y su propia
existencia.

El Daesh se aprovecha de esas contradicciones e intenta explotar el


sentimiento anti occidental para perpetrar nuevos ataques y fortalecerse.
3.1.2. Grupos musulmanes en 2011 exigen que se cambie la
bandera de Suiza, símbolo de la nación suiza.

Bhikhu Parekh en su libro “Repensando el multiculturalismo”, de


2005, menciona que cuando hablamos de sociedad estamos haciendo
referencia a un conjunto de relaciones entre individuos y sus estructuras,
siendo así que la cultura es la que dota de sentido a estas relaciones. Parekh
exhorta que la cultura se ocupa del sentido y significado de las relaciones
humanas, por lo tanto se encuentra en estrecha relación con la religión,
asegurando que aunque una cultura no dependa exclusivamente de la religión,
ambas se pueden influir en una gran medida.

Los individuos pueden seguir la cultura predominante, otros la siguen


parcialmente y algunos solo muestran desapego a esos valores que rigen la
sociedad y le dan sentido a una estructura organizativa.

Parekh expone que un grupo de gente unida a través de una cultura


común constituye una comunidad cultural, pero entonces cabe preguntarse,
¿Con el proceso de las corrientes de la sociedad global, se está poniendo en
entredicho cada comunidad cultural? Teniendo en cuenta la diversidad de
culturas que se arraigan en diversos Estados y van transformando la cultura
común.

Si la cultura influye sobre las instituciones del Estado, se puede decir


que un cambio cultural en un territorio puede tolerar cambios institucionales.
Si un grupo de personas considera válida su cultura (como la cultura islámica)
y no así su comunidad (arraigada en valores occidentales), hay un choque de
intereses, que puede manifestarse activa o pasivamente. Claro que esto
ocurre de manera contraria, se puede encontrar una comunidad que pretende
conservar sus valores cuando está siendo amenazada.
El problema surge cuando todos son ciudadanos de un mismo Estado
y por lo tanto, todos tienen derechos y deberes. Si se trata de un Estado no
democrático, simplemente son los designios de una elite la que fija el rumbo y
mantiene los valores inherentes de esa sociedad, pero si se trata en cambio
de un Estado democrático, se está demostrando a lo largo de este siglo XXI
que surgen problemas muy serios, que han puesto en jaque a los mismos
Estados Occidentales y sus valores democráticos.

Suiza, un Estado Occidental y considerado ampliamente democrático


está debatiéndose en lo interno. Su sistema de reglas es modelo, y sus
ciudadanos han aprendido a buscar su destino a través de ellas. Pero cabe
preguntarse si son esas reglas de juego, consideradas democráticas las que
sean la semilla de sus propia destrucción.

El último censo de Suiza tiene datos de 2015, los cuales fueron


publicados en la página swissinfo.ch, donde, en sus cifras destacadas,
muestran una realidad de la nación suiza en cuanto a la religión: los católicos
representan la mayoría con 38,2%, los protestantes tienen un 26,9%, ningún
credo 21,4% y los musulmanes representan un 4,9%, de una población
residente de 8.327.126 de personas para 2015, donde 6.278.459 son suizos y
2.048.667 son extranjeros.

Con estos datos se puede decir que el Islam, en los ciudadanos suizos,
tiene una representación de casi 310.000 personas (en 1990 eran 2,2%, en
2000, 4,3%), lo que hace que el Islam sea la tercera religión más grande en
Suiza.

Ser una minoría importante en Suiza ha ocasionado que promuevan


cambios en la cultura y una de las más importantes por lo que representa la
idiosincrasia suiza, fue la de cambiar su propia bandera.

Recordemos que la bandera de Suiza consiste en un campo rojo


cuadrado, con una cruz blanca y equilátera en el centro de la bandera.
Oficialmente es la bandera de la nación desde el 12 de diciembre de 1889,
hace 128 años. Sin duda es un símbolo arraigado en la mayoría de sus
ciudadanos y hasta del mundo entero.

Los inmigrantes musulmanes en ese país, hicieron una campaña en


2011 para retirar la cruz blanca, debido a que es un símbolo cristiano que no
corresponde con la Suiza multicultural que hoy es. Se expresó que los
musulmanes se sienten ofendidos con la cruz y se debe seleccionar otro
símbolo.

Aunque la pretensión no prosperó, se abrió un debate muy interesante


sobre el tema. Una pregunta es que si se debe respetar ese tipo de peticiones
en Estados Occidentales donde rige la democracia; otra, si en aquellos países
donde hay minorías de otra religión, como la cristiana, no se ven
representados en las instituciones de esa cultura. Esto hace pensar que ¿Las
corrientes de la sociedad global deben ser respetadas y aupadas por unos
pero no por otros?

Otra pregunta: es que si estos mismos grupos, que por ahora son
minoría, tienen las herramientas para cambiar símbolos inherentes de esa
cultura, ¿Podrían cambiar además el sistema político y deslastrar por lo menos
el sistema democrático en un nuevo sistema de gobierno regido por leyes
religiosas?

Parece que estás preguntas podrían hacerse en muchos años, pero no


es así. Responder estas interrogantes ahora son las que le darán certidumbre
al devenir del sistema democrático, y viendo más allá, de los valores de
Occidente.

No se pretende crear la idea de que los valores de una civilización son


mejores que otra, simplemente se está dando la idea de que a largo plazo,
teniendo en cuenta la teoría darwiniana sobre la sobrevivencia del más apto y
el que logre adaptarse a los cambios, los valores de la civilización Occidental
tendrían que reformarse y adaptarse, si no quieren quedar rezagados ante
otros valores, incluida los de la civilización Islámica.

Suiza ha tratado de protegerse, tanto a nivel espiritual (tratando de


preservar sus símbolos) como a nivel de la seguridad nacional. En 2009
votaron a favor de una ley que prohibía construir nuevos minaretes y
recientemente, en 2016, un 65,4% prohíbe, de facto, el uso del burka en
espacios públicos, salvo que la ley obligue a ello, como por ejemplo, la
obligación de llevar casco si uno viaja en moto.

Cabe preguntarse, si sigue la expansión del islam en los Estados


occidentales, gracias a las prerrogativas del mismo sistema que intenta
proteger la libertad de culto y de expresión, podrán cambiar desde adentro
esos valores y podrán imponer su propia forma de ver el mundo. Todo ello
dependerá del peso demográfico que obtenga en cada territorio y de las
vicisitudes que logre sortear para imponer su doctrina o una mezcla de ella.

Parekh menciona que una cultura no tiene más autoridad que la


derivada del compromiso voluntario de sus miembros, y muere cuando nadie
apoya su sistema de prácticas y creencias, pero en el caso Suizo, una cultura
que está teniendo un auge tan marcado como la musulmana, ¿podrá sustituir
y cambiar los valores inherentes de ese Estado?

En el libro de Will Kymlicka: “Ciudadanía multicultural. Una teoría liberal


de los derechos de las minorías” de 1996, el autor menciona que:

“Así, minorías y mayorías se enfrentan cada vez más respecto de temas


como los derechos lingüísticos, la autonomía regional, la representación
política, el currículum educativo, las reivindicaciones territoriales, la política de
inmigración y naturalización, e incluso acerca de símbolos nacionales, como
la elección del himno nacional y las festividades oficiales”. (Pág. 4).

Kymlicka menciona que el reconocimiento de los derechos de las


minorías conlleva unos riesgos obvios, como el que puede representar un
grupo de neonazis, que utiliza las herramientas del sistema para manipularlo
e imponer otro diferente. Pero lo cierto es que en un mundo tan interconectado,
donde las corrientes de la sociedad global están a flor de piel, en palabras de
Kymlicka: “Las sociedades modernas tienen que hacer frente cada vez más a
grupos minoritarios que exigen el reconocimiento de su identidad y la
acomodación de sus diferencias culturales, algo que a menudo se denomina
el reto del multiculturalismo”. Pág 10

Ese es un reto que tendrán no solo Estados dentro de la civilización


Occidental, sino también de la Islámica, China o Eslava, porque es un
problema (u oportunidad) global. Las inmigraciones, los avances tecnológicos,
las nuevas relaciones comerciales, todo ello influye en un cambio en los
individuos que cada día están más correlacionados y que comparan su forma
de vivir y cómo se desarrollan los demás Estados para adquirir una mejor
calidad de vida. Algunos buscan dentro de las herramientas que le otorga el
sistema, otros actúan fuera de ella para imponerse, como el caso de los grupos
terroristas.
Capítulo 4 – Conclusiones

Este trabajo pretendió demostrar cómo las corrientes de la sociedad


global contemporáneas, como la globalización, la mundialización, la sociedad
multicultural y el multiculturalismo, han ocasionado una reacción por parte de
las civilizaciones de occidente e islámicas, un choque que va desde el conflicto
entre-civilizaciones, como también intra-civilizacional.

Se evidenció que la globalización es un fenómeno que no tiene


fronteras, y su “irrespeto” a la soberanía de cada nación ha ocasionado roces
importantes, donde el pensamiento de la cultura occidental principalmente,
quiere imponerse sobre las demás culturas y es por ello que choca
directamente con ellas, que no quieren perecer o adaptarse a nuevos cambios
y esto se revela de diferentes maneras, un ejemplo de esas respuestas es el
terrorismo, pero también están presente los nacionalismos, que han tenido un
auge importante en nuestra sociedad contemporánea.

Se vislumbró la visión optimista de la globalización, principalmente


apalancado en los beneficios científicos y tecnológicos que han hecho que las
sociedades del mundo vivan de manera más próspera. Los avances
tecnológicos así como sus prácticas en el sistema de salud, cada día son más
universales y sus avances son importantes e innegables, donde las personas
viven mucho más tiempo y con mejor calidad de vida. También se ejemplificó
como los medios de transporte se han desarrollado para que diferentes
personas de diferentes países se comuniquen, que a su vez crean
conocimiento a los ciudadanos, que luego en su patria, pueden exigirle a sus
gobernantes mejores prácticas que satisfagan sus demandas creadas por esa
comparación.

Pero también se constató la visión pesimista, que contempla a la


globalización de manera negativa, con base a la interconectividad e
interdependencia de las economías globales, las cuales afecta en
proporciones desmedidas a todo el mundo, es decir, los impactos en los
mercados se sienten a nivel global como se demostró en el 2008.

Pero además las facilidades para que las personas se trasladen de un


lugar a otro han originado diferentes dificultades. Gracias a la nueva tecnología
en el mundo del transporte, que permite no solo que gente de diversas latitudes
se conozcan, también trae consigo problemas de migraciones que los Estados
no consideraban otrora y que representan un descalabro para su economía
planificada. Así mismo, la migración de diferentes partes del mundo, ha traído
que se mezclen culturas diversas, con diferentes cosmovisiones, donde en
ocasiones los roces dentro de un mismo Estado han originado muchos
problemas, muchas veces por la incomprensión de sus habitantes que sienten
que su modo de vida puede ser afectado. Además estos avances en la
tecnología de la movilización han permitido a grupos terroristas poder insertar
en diferentes Estados, células de su organización para poder efectuar ataques.

Además algunas sociedades se sienten agredidas e intentan sobrevivir


ante una cultura que los arroya. Es en esta visión pesimista que se crea el
occidentalismo, “la imagen deshumanizadora de Occidente”, como definen Ian
Buruma y Avishai Margalit en su libro “Occidentalismo. Breve historia del
sentimiento antioccidental” de 2005. Por ello algunos pueblos intentan
establecer leyes o prácticas de vida para proteger su propia idiosincrasia,
siempre pensando que su cultura es mejor que las otras.

Del mismo modo, este trabajó explica cómo se han intentado implantar
patrones comunes, valores unificados y hasta sentimientos arraigados en el
mundo, como en el caso del “The American Way of Life” y como es la
percepción y la proyección del mundo islámico y del occidental sobre los
valores inherentes de cada uno, teniendo en cuenta que no solo los Estados
dentro de la civilización islámica ofrecen un rechazo a los valores de occidente,
sino también que se pueden encontrar personas dentro de los Estados de la
civilización occidental que pueden tener una aversión a sus mismos valores.
De igual forma, pasa en la civilización islámica, donde no solo encuentra
rechazo en la civilización occidental, sino que sus valores pueden ser
cuestionados por personas que comparten esa civilización. Muestra de ese
“occidentalismo” en el mismo occidente, es como una gran parte de los
franceses rechazan a los americanos y eso se ha percibido incluso como un
estereotipo del francés, que incluso en sus zonas turísticas no le gusta que le
hablen en inglés. Es decir, Buruma y Maraglit mencionan que el occidentalismo
puede generarse en la misma civilización occidental que no se siente
representado por los valores macro de la civilización, por lo que hay también
un choque intra-civilizacional.

En el caso de las culturas de Medio Oriente o del Cercano Oriente,


algunas de ellas pueden calificar como traidores a aquellos miembros de la
sociedad que se pliegan a prácticas ajenas a su cultura, y por ejemplo, se
pliegan al sistema democrático en vez de tener un Estado teocrático, lo que
origina una discriminación en la misma cultura. El ejemplo de los sunitas y los
chiitas en el mundo islámico también es una muestra fehaciente de esos roces
que pueden surgir por diferentes interpretaciones de mundo.

Este trabajo muestra esas contradicciones y roces que se han generado


entre ambas civilizaciones (occidental e islámica), e incluso dentro de cada
una de ellas. En el mundo islámico se ha desprestigiado y contradicho los
valores de occidente, que han sido moldeados por el cristianismo, pero es que
también sufren esas agresiones los grupos dentro del mismo islam, que le dan
cabido a que esos valores permeen su cultura.

Las sociedades, gracias a la globalización, siempre están en


permanente renovación y cambio, bombardeados constantemente por nuevos
valores, identidades, que crean aceptación o resistencia en una parte de la
población.
Sean Estados occidentales, islámicos, eslavos o de otra civilización, los
países deben prepararse, tanto para defender su idiosincrasia, como
adaptarse para no quedar rezagados ante un mundo competitivo y conseguir
ventajas en un mercado global. La teoría darwiniana da explicación para los
acontecimientos que nuestra sociedad está viviendo y muchas veces,
padeciendo.

Lo cierto es que todos los Estados buscan perpetuarse y sobrevivir, sin


perder su potencial de poder y más bien incrementarlo en la medida de lo
posible, pero ante la realidad de un mundo globalizado, multicultural, lleno de
diversidad y por ende, donde se crean comparaciones, los Estados están
puestos en jaque, por una población que contradice cada una de las
actuaciones de sus gobernantes, así sean contempladas para el beneficio de
la mayoría, pero donde las minorías, que deberían ser escuchadas, quieren
comportarse como el grupo dominante. Este ha sido un gran problema de las
sociedades democráticas que se rigen por el consenso de la mayoría tratando
de que no sea la “dictadura de la mayoría” que arrase con las poblaciones
minoritarias.

También se dio a conocer la mundialización, como la idea de agrupar


pensamientos, culturas y hasta sentimientos, en torno a una sola “corriente”.
Sin duda el consenso que se necesita para alcanzar en un mundo tan diverso
como el nuestro es muy complejo y hasta la Carta de la Derechos Humanos
de 1948, mayor ejemplo de mundialización, no cuenta con el aval de todas las
culturas, por no sentirse representados en esos escritos.

Se expresa cómo las migraciones han traído problemas de diversa


índole e intensidad en los Estados del mundo, los cuales no han podido
conseguir una respuesta contundente, teniendo en cuenta que esas personas
que llegan a un país residente traen consigo una preconcepción del
mundo, que muchas veces va en detrimento de los propios valores (muchas
veces irreconciliables) de los Estados que los acogen.
En muchas ocasiones, los Estados cambian sus leyes para protegerse,
tratando que los nuevos miembros de su población se ajusten a las reglas de
juego, pero algunas de ellas van en contra de sus valores. Este acontecimiento
sucede en demasía en el mundo occidental, donde en la búsqueda de que
nuevos emigrantes o nuevos ciudadanos no cambien la esencia de lo que es
el Estado, pero esto también ha originado que grupos nacionalistas hayan
tenido un auge relevante, ya que muchas veces sí ofrecen la percepción a la
población de poder dar soluciones al problema de la inmigración o al del
terrorismo, pero que curiosamente, también moldea la propia esencia del
Estado, teniendo en cuenta que esos grupos no contemplan la democracia
como medio de acción, sino de cierto grupo o élite que rija los designios y los
destinos del Estado.

Pero esa resistencia al cambio, comportamiento inherente al ser


humano, también se ve evidenciada en Estados islámicos, donde no se
permite que una cultura foránea permee dentro de su rígida estructura religiosa
y cambie su modelo social.

El problema sustancial de que un individuo, con un arraigo cultural


diferente al lugar de su actual entorno, es que comience a comparar, y en ese
análisis valorativo que hace a lo interno, sopese que su entorno actual no
satisface sus necesidades como lo hacía el anterior. Necesidades que pueden
ser de cualquier índole, tanto material como espiritual. Es inevitable que se
cuestionen muchos de los supuestos que gobiernan la vida política de ese
entorno nuevo, y hasta puede activamente tratar de cambiar esos patrones o
cánones sociales.

Se pudo deducir que no hay país del mundo que no haya ido hacia
sociedades multiculturales, debido a que un país uniforme, completamente, no
existe. Esta afirmación ha traído diferentes desafíos y oportunidades a los
Estados.
Se evidencia en este trabajo como las migraciones han sido factores
claves que han generado el multiculturalismo que se presenta hoy en día en
casi todos los Estados del mundo (por no decir todos) donde en su territorio
hay presencia de varias culturas y que han creado “comunidades imaginarias”
como explicaba Benedict Anderson, que se diferencian de otra “comunidad
imaginaria”, para así autodefinirse.

Se demuestra que una estructura de la sociedad es la religión, es decir,


la religión influye en la cultura, y esta se ve reflejada muchas veces en sus
instituciones, por lo que hay una retroalimentación, una influencia entre ambas,
como evidenciaba Bhikhu Parekh en su libro “Repensando el
Multiculturalismo”. Siendo así, un individuo se relaciona con esa realidad, pero
dependiendo si hay roces con esos patrones arraigados en su entorno, un
individuo, o un grupo de ellos, pueden reaccionar de manera activa en contra
de esa realidad que sienten que los oprime, esto significa que esa “comunidad
imaginaria” identifica a otro grupo como un adversario o enemigo
(dependiendo de sus intereses y necesidades), y activamente trabaja para su
modelaje o su destrucción.

Si bien se expuso los beneficios que podría tener una cultura más
uniforme en un Estado, es una realidad que cada vez los Estados son más
diversos. El sentido de comunidad se diluye ante diferentes intereses dentro
de la sociedad, pero al mismo tiempo se vuelven sociedades más dinámicas,
y más adaptables a los cambios, teniendo en cuenta que sociedades más
cerradas son contarías a nuevos paradigmas y se apegan a la resistencia de
los cambios. Conflictos éticos, sociales y culturales son problemas del día a
día de las sociedades contemporáneas actuales.

El libro de Will Kymlicka “Ciudadanía multicultural. Una teoría liberal de


los derechos de las minorías” evidenció como las minorías y las mayorías se
enfrentan en sociedades de todo tipo que permitieron la visualización de un
problema de la civilización occidental, donde la mayoría de sus países cuentan
con un sistema de gobierno democrático: ¿Los Estados están creando las
semillas de su propia destrucción? Esta es una pregunta que no podemos
dejar postergar.

Están permitiendo que se desarrollen, dentro del sistema una cultura


antagónica que no contempla a la democracia como sistema de gobierno. Si
un partido islámico se conforma como partido político y democráticamente es
elegido para gobernar el país, utiliza las herramientas del sistema para luego
implantar una teocracia, por ejemplo, en donde los valores democráticos
quedan supeditados a la religión. Esta realidad por ahora no contempla una
respuesta de los Estados que no los obligue a socavar sus propios valores
democráticos, de participación incluyente y de respeto a las minorías.

El trabajo patentiza que la democracia está contra la pared, en una era


de cambios, donde los valores occidentales que han sido la fortaleza del
desarrollo de la civilización, son los mismos que lo ponen hoy en día en un
franco declive.

Es que la cultura no es un sistema aislado, separado y sin conexiones.


Una cultura que no se adapte va a ser desplazada por las creencias y prácticas
de otra cultura más dominante, siempre y cuando pueda satisfacer las
demandas de cierta sociedad.

Los individuos pueden seguir la cultura predominante, otros la siguen


parcialmente y algunos solo muestran desapego a esos valores que rigen la
sociedad y le dan sentido a una estructura organizativa, pero el problema es
que hay otros que actúan activamente en contra del sistema de manera
violenta.

Se ejemplificó los valores Occidentales marcados por la libertad, el


cristianismo, la racionalidad cartesiana y la visualización civilizatoria, mientras
que los valores Islámicos es el Islam como guía dentro de la sociedad, la
racionalidad no utilitarista sino con arraigo en lo espiritual y al igual que la
occidental, una visión civilizadora.

Teniendo definido los valores se pudieron conocer sus similitudes y


diferencias cómo es proyectada y percibida cada una de ellas por su
contraparte.

Las fricciones entre estas las dos civilizaciones (occidental e islámica)


no es algo novedoso, pero sus diferencias se exacerbaron a partir de los
ataques terroristas al World Trade Center, el 11 de septiembre de 2001, donde
la islamofobia reinó en los Estados occidentales. La percepción del Islam se
deterioró y todo aquel que utilizara una barba y un turbante estaba en la mira
de una sociedad temerosa, que no comprendía –ni comprende- la razón de
ese ataque terrorista.

En esa proyección y percepción de cada una de las civilizaciones, se


comprueba que aunque los musulmanes autodefinen al islam como una
religión de paz, gracias a innumerables ataques terroristas de pequeños
grupos extremistas, es asociada con el caos, con la muerte, y el asesinato.

Es por ello que se examina en este trabajo lo que es el terrorismo,


donde se suministra una definición instrumental para poderlo clasificar y dar
algunas herramientas para su comprensión, pero además se explica cómo el
grupo Daesh ha generado un terror y una falsa percepción del islam en
occidente para conseguir intereses individualistas, y se demuestra cómo
muchas veces contradice los designios del Corán, que debería ser su libro
rector. Se pone de ejemplo para demostrar lo anterior las palabras de al-
Baghdadi (líder del Daesh) el cual manifestó que su cultura tradicional está
siendo atacada por identidades contrarias, como el “American Way Of Life”, y
con ello perpetuar ataques que solo lo ayudan a concretar sus aspiraciones de
conformar un Califato.
El trabajo analiza diferentes visiones del terrorismo, y da una
perspectiva islámica de este flagelo que no entiende de fronteras.

Se ejemplifica que el Daesh es una respuesta a las corrientes de la


sociedad global. Es resistencia frente al cambio, donde trata de ser un dique
para que prevalezcan sus raíces frente a los embates de la globalización, de
la mundialización, el multiculturalismo y la sociedad global. Pero
paradójicamente, utiliza la fuerza de esas corrientes para enviar su mensaje
violento y establecer células a lo largo del mundo, fortaleciéndose de
diferentes maneras y consiguiendo con ello grandes beneficios económicos.

Al final se trata de que los Estados Occidentales, han tenido que


sopesar qué es más importante: la seguridad de sus ciudadanos frente al
terrorismo, versus coartar esa seguridad por la libertad que los define. Los
Estados se debaten en qué tanta libertad (libertad de culto, de expresión, etc.)
se puede mantener dentro del sistema sin que eso represente un problema
para su seguridad nacional y su propia esencia.

También el trabajo muestra los problemas de identidad que las


corrientes de la sociedad global contemporánea han originado en Estados
como Suiza, considerado ampliamente democrático, que ha tomado medidas
para contener a una parte de la población musulmana, ciudadanos como
cualquier otro suizo, pero que pide reivindicaciones y quiere ser escuchado.

Sus reglas de juego están en cuestionamiento, donde un grupo


minoritario musulmán está intentando cambiar la bandera, símbolo de la
nación suiza, debido a que estos se sienten ofendidos con la cruz y exigen que
se debe seleccionar otro símbolo.

El trabajo no pretende dar la idea de que los valores de una civilización


son mejores que otra, simplemente se da la idea de que a largo plazo, teniendo
en cuenta la teoría darwiniana sobre la sobrevivencia del más apto y el que
logre adaptarse a los cambios, los valores de la civilización Occidental tendrían
que reformarse y adaptarse, si no quieren quedar rezagados ante otros
valores, incluida los de la civilización Islámica, que aprovecha las fisuras del
sistema democrático para ir consolidando su poder.

El mundo de hoy, complejo por demás, también está lleno de ignorancia


y de incertidumbre, donde la incomprensión y los falsos paradigmas rigen
muchas veces las decisiones de las personas en sociedad, desde un simple
ciudadano hasta el presidente de un país. Comprender los nuevos retos que
ya está viviendo nuestra sociedad nos dará las herramientas necesarias para
salir bien parados de los problemas que enfrentamos y que hoy no tienen una
respuesta.
Bibliografía

 Armand, J. "MUNDIALIZACION VERSUS GLOBALIZACION".


Consultado el 15 de diciembre de 2017. Disponible en la página del
Instituto de Altos Estudios de América Latina (IAEAL) de la Universidad
Simón Bolívar:
http://www.iaeal.usb.ve/Mundo%20Nuevo/Viejas%20ediciones/nro_87
_90/jorgeb.pdf
 Bauman, Z. (2008) “Tiempos Líquidos: Vivir en una época de
incertidumbre”. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
 BJill Carroll. (2009) “Diálogo de Civilziaciones. Los ideales islámicos de
Gülen y el discurso humanista”. Editorial La Fuente. New Jersey
 Falcón, F. y Iglesias, E. (2002). “Qué es el terrorismo”. Panapo de
Venezuela.
 M. Fethullah Gülen (2007). “Fundamentos de la fe islámica”. Editorial
The Light, Inc. New Jersey.
 M. Fethullah Gülen. (2005) “Terrorismo y ataques suicidas. Una
perspectiva islámica”.
 Horgan, J. (2006) “Psicología del terrorismo: Cómo y por qué alguien se
convierte en terrorista”. Gedisa Editorial.
 Ian Buruma y Avishai Margalit.( 2005) “Occidentalismo. Breve historia
del sentimiento antioccidental. Ediciones Península. Barcelona.
 Kaldor, M. (2012)."New & old wars: organized violence in a global era”.
Cambridge. Polity Press.
 Kaplan, J. (2008). Terrorism’s Fifth Wave: A Theory, a Conundrum and
a Dilemma. Perspectives
 Kincheloe, J y Steinberg, S. (1999) “Repensar el Multiculturalismo”.
Ediciones Octaedro. S.L.
 Kymilcka, W. (1996). “Ciudadanía multicultural. Una teoría liberal de los
derechos de las minorías”. Barcelona. Paidós
 Moghaddam, F. M. (1997). “The specialized society: The plight of the
individual in an age of individualism”. Westport, CT. Praeger.
 Parekh, B. (2005) “Repensando el multiculturalismo: diversidad cultural
y teoría política”. Istmo.
 Saborido, J (2003) El mundo frente a la globalización. Buenos Aires:
Eudeba.
Taylor, C. (2007) “La era secular”. Gedisa Editorial.
 Tourain, A. (2005) “Un nuevo paradigma para comprender el mundo de
hoy”. Grupo Planeta (GBS).
 Weinberg, L. Pedahzur, A. Y Hirsch-Hoefler, S. (2004). “The Challenges
of Conceptualizing Terrorism. Terrorism and Political Violence”.
Consultado el 15 de diciembre de 2017. Disponible en línea en Línea:
http://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/095465590899768?scroll=t
op&needAccess=true

Anda mungkin juga menyukai