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RED DE INVESTIGADORES EN EDUCACION

DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, RIEAC


UNIVERSIDAD LATINOAMERICANA Y DEL CARIBE, ULAC
POSDOCTORADO EN FILOSOFÍA Y PARADIGMAS DE INVESTIGACIÓN

TEORÍA CRÍTICA, HERMENÉTUCICA Y LA CONFRONTACION DE


MODELOS Y NIVELES EPISTEMOLOGICOS EN LA GÉNESIS E
HISTORIA DE LA INVESTIGACION SOCIAL

Dra. Elsy González de Hernández

La teoría crítica es un amplio campo de estudios que surge en la


primera mitad del XX, y que rápidamente se expande hacia el análisis de
distintas características de las sociedades contemporáneas, tanto a nivel
filosófico como histórico y político. Debido al contexto en el que emerge, y
las propuestas desarrolladas, impacta de manera importante la producción
de conocimiento científico y su potencial en las dinámicas sociales de
dominación y emancipación.
El término Teoría crítica agrupa un conjunto de estudios provenientes
de varias generaciones de filósofos y teóricos sociales de Europa occidental.
Esto se relaciona con los últimos adscritos a la Escuela de Frankfurt,
movimiento intelectual de tradición marxista, freudiana y hegeliana fundado
en Alemania a finales de la década de los 20.

Dos de los máximos exponentes de la primera generación de esta


escuela son Max Horkheimer y Theodor Adorno. De hecho, la obra de 1937
de Horkheimer, llamada “Teoría tradicional y teoría crítica” es reconocida
como una de las obras fundacionales de estos estudios.
En la segunda mitad del siglo XX, filósofos como Herbert Marcuse y
Jürgen Habermas continuaron los trabajos de la teoría crítica en una
segunda generación de la Escuela de Frankfurt, extendiendo sus intereses
hacia el análisis de distintos problemas de la sociedad contemporánea.

Esto último emerge en un contexto donde distintos movimientos


sociales ya venían luchando por lo mismo. De hecho, aunque en el contexto
académico se atribuye el desarrollo de esta teoría a la Escuela de Frankfurt,
en términos prácticos cualquier movimiento social o teórico que se inscriba
en los objetivos antes descritos podría considerarse una perspectiva crítica, o
bien, una teoría crítica. Tal es el caso, por ejemplo, de las teorías y
movimientos feministas o los decoloniales.

En términos generales, la teoría crítica se distingue por ser una


aproximación filosófica que se articula con campos de estudio como la ética,
la filosofía política, la filosofía de la historia y las ciencias sociales. De hecho,
se caracteriza precisamente por sustentarse en una relación de reciprocidad
entre la filosofía y las ciencias sociales. El desarrollo académico de la teoría
crítica tiene relación con tres de los antecedentes teóricos de la teoría crítica:
Marx, Freud y Hegel.

Por un lado, Hegel era reconocido como el último pensador de la


época moderna capaz de brindar herramientas históricas para la
comprensión de la humanidad.

Por su parte, Marx hacia una importante crítica al capitalismo, y al


mismo tiempo, defendía superar la filosofía puramente teórica para darle un
sentido práctico.
Sigmund Freud, al hablar de un “sujeto del inconsciente” aportó
críticas importantes el predominio de la razón moderna, así como a la idea
del sujeto no dividido (el individuo) de la misma época.

Así pues, la razón había quedado historizada y socializada, en un


importante vínculo con la ideología; lo que terminó por generar críticas
filosóficas importantes, pero también un amplio relativismo y escepticismo
sobre la normatividad, la ética y las distintas formas de vida.

Parte de lo que aporta la teoría crítica en este contexto es una visión


menos escéptica de lo mismo. Si bien la sociedad y el individuo son producto
de un proceso de construcción histórico y relativo; en dicho proceso también
hay lugar para cuestionar las normas (y generar nuevas).

Sin estos cuestionamientos, y si todo es considerado relativo,


difícilmente se podría producir a una transformación tanto de la historia como
de las condiciones sociales. Es así como finalmente se vincula la producción
de conocimiento en ciencias sociales con el proyecto filosófico de crítica
social.

Rupturas con la teoría tradicional


El desarrollo de la teoría crítica implica varias rupturas con la teoría
tradicional. En principio porque la producción de conocimiento en la teoría
crítica tiene un componente sociopolítico importante: más allá de describir o
explicar fenómenos, la intención es valorar dichos fenómenos, y a partir de
esto, comprender las condiciones de dominación y promover la
transformación social. Es decir, la producción de conocimiento científico tiene
un sentido político y moral, y no puramente instrumental.
Así mismo, toma distancia del proyecto cientificista y de objetividad
que había dominado la producción de conocimiento en ciencias sociales (que
a su vez, venía de las ciencias naturales). De hecho, en su perspectiva más
clásica, la teoría crítica tiene como objeto a los propios seres humanos
entendidos como productores de su forma de vida histórica. El objeto (de
estudio) es a la vez sujeto de conocimiento, y por lo tanto agente en la
realidad en la que vive.

Criterios clásicos de la teoría crítica


Horkheimer decía que una teoría crítica debía cumplir tres principales
criterios: por un lado ser explicativa (de la realidad social, especialmente en
términos de poder). Por otro lado, debía ser práctica, es decir, reconocer a
los sujetos como agentes del propio contexto e identificar su potencial para
incidir y transformar dicha realidad.

Finalmente, debía ser normativa, en tanto que debía dejar claro de


qué manera podemos formar una perspectiva crítica y delimitar objetivos
alcanzables. Al menos en su primera generación, y dado su tradición
marxista, esto último estaba principalmente enfocado en el análisis y la
transformación del capitalismo hacia una democracia real. Conforme la teoría
crítica se desarrolla dentro de distintas disciplinas, los matices y la diversidad
de aspectos que estudia varían.

La interdisciplinaridad
Lo anterior no podría lograrse a través de una única disciplina o
cuerpo de estudios, como venía siendo en gran parte de la teoría tradicional
en ciencias sociales. Por el contrario, debía promoverse la
interdisciplinariedad, de manera que fuera posible recabar información tanto
de los elementos psicológicos, como culturales, sociales e institucionales
implicados en las actuales condiciones de vida. Solo así sería posible
comprender procesos tradicionalmente divididos (como la estructura y la
agencia) y dar paso a una perspectiva crítica de las mismas condiciones.

que se funda en el año 1923 partió de la teoría marxista tradicional y,


tras realizarle una serie de críticas, desarrolló un nuevo cuerpo teórico,
calificado por algunos autores como neomarxista. Esta expresión se le debe
al filósofo y sociólogo judío alemán, Max Horkheimer quien acuña su nombre
para designar un tipo de reflexión sobre la actividad científica, interesada en
desvelar su función social.
Es una doctrina desarrollada por la llamada Escuela de Frankfurt, un
movimiento que tuvo su base en el Instituto de Investigación Social de la
Universidad de Fráncfort del Meno, Alemania.
Este instituto, cercano al marxismo, se creó en 1923 por un grupo de
pensadores partió de la teoría marxista tradicional y, tras realizarle una serie
de críticas, desarrolló un nuevo cuerpo teórico, calificado por algunos autores
como neomarxista. La teoría crítica, en este sentido, entendía que el
contexto económico, político y social vigente por aquellos años resultaba
diferente al planteado por el marxismo. Por eso se propuso reinterpretar la
teoría original, subrayando que el conocimiento se constituye en la realidad y
no mediante la reproducción de conceptos.
Uno de los principios de la teoría crítica es que se opone a la
separación entre sujeto y realidad. De acuerdo a esta postura, todo
conocimiento depende de las prácticas de la época y de la experiencia. No
existe, de este modo, una teoría pura que pueda sostenerse a lo largo de la
historia. A partir de estos razonamientos, la teoría crítica presta especial
atención al contexto de la sociedad y se opone a las teorías cerradas,
apostando por una construcción del saber de tipo dialéctico.
En este orden de ideas, la teoría crítica se distancia de las teorías
tradicionales centradas en la autonomía y objetividad del ideal de
conocimiento científico para imprimirle un nuevo sentido a la ciencia de la
vida social, tratando de subsumirse en la verdadera realidad de la sociedad
y su constitutiva dialéctica de fuerzas, con base esta concepción Horkheimer
trata de establecer la relación entre ciencia y sociedad en base al
descubrimiento de los intereses concretos impulsores de la ciencia de ese
entonces.
En resumen, Horkheimer plantea que la ciencia no es solamente es
aquella que trata los fenómenos como objetividad ahistórica a fin de
ajustarse a los postulados del positivismo y su concepción de poder burgués
de la época, ante lo cual plantea que el proceso de la ciencia no es sólo un
proceso intracientifico, sino también un proceso social.
La teoría crítica, gracias a los aportes de sus representantes; Adorno,
Marcuse, Habermas, Apel y otros es concebido como un aspecto de la praxis
social empeñada en hacer posible una sociedad mejor, un cambio histórico
que es, al mismo tiempo, un cambio social. No obstante, su crítica a la teoría
tradicional y al tipo de sociedad que le corresponde no puede ejercerse a
base de simples juicios de valor, sino que debe empezar determinada por la
conceptiva misma con la que se configura: categorías como las de ideología,
clase, opresión, sufrimiento, crisis, y otros tantos fenómenos, en cuanto
elementos de un todo conceptual cuya finalidad no es tanto reproducir la
sociedad existente sino cambiarla en la dirección correcta.
Creo pertinente resaltar que el análisis de la sociedad mediante
categorías abstractas, es en definitiva una crítica de la sociedad que
describe en cuanto teoría, que su desarrollo histórico es, al mismo tiempo,
una acción social, o sea, que es crítica, en sentido marxiano, dirigida a
promover una sociedad nueva en la que los hombres sean dueños de su
propio destino y no estén sometidos a necesidades extrañas.
Para Adorno y Horkheimer, los valores de su época, especialmente la
libertad humana habían perdido en la sociedad alemana su significado pues
se había desdibujados debido a la presencia de la deshumanización del arte
y de la ciencia, y al sometimiento progresivo de la Humanidad al fetichismo
de la mercancía.
Los filósofos prenombrados, contraponen su juicio a la de la ilustración
de Hegel, de quien tomó Marx muchas de sus ideas, por cuanto la postura
de Hegel al final llevaba a la instrumentalización de la razón, su
subjetivación y formalización lo cual a todas luces resultaba impotente a
para regir el proceso histórico-social, así como su degeneración en pura
instancia de dominio. No por casualidad se ve a Nietzsche y a Freud como
adelantados que han comprendido, como pocos después de Hegel, la
dialéctica de la ilustración, e indicado la relación contradictoria que la liga al
dominio de la ciencia social e histórica; por esta razón critican el idealismo
trascendental kantiano.
Frente a los acólitos del kantismo, Nietzsche y Sade cuestionan la
ciencia que se quiere hacer pasar por neutral, e insisten en la necesidad de
liberación de las utopías positivas implícitas en toda filosofía dogmática. En
ese entonces, Marcuse, propone un giro a la filosofía al volcarse en la
postura de que la ciencia debe dirigirse a la conservación de la vida social.
Posteriormente, Habermas, actualiza tanto la conciencia histórica-
social como la autorreflexión crítica de la teoría crítica, aportando nuevos
análisis, por ejemplo examinando las aportaciones de Hegel o Marx con
actitud reconstructiva. Por otra parte, con el propósito de superar la mera
negatividad de la pura crítica, Habermas intenta una reconsideración del
problema de la racionalidad en conexión con la discursividad y el significado
en el marco de su relación con el mundo de la vida, con la praxis
interpersonal y la acción comunicativa. Lo que, en concreto, plantea es la
cuestión de si será posible una teoría crítica capaz de explicitar reglas
pragmáticas de los procesos de constitución social e individual que dieran
cuenta de su racionalidad.
A través del concepto de razón-acción comunicativa, Habermas
intenta reconciliar este problema de la racionalidad con la preocupación de la
teoría crítica por la clarificación de la acción social, entendiendo ésta en el
marco de la interacción simbólica. En realidad, Habermas intenta reconciliar
este problema de la racionalidad con la preocupación de la teoría crítica por
la clarificación de la acción social, entendiendo ésta en el marco de la
interacción simbólica o comunicativa que tiene el diálogo la máxima
expresión de intersubjetividad.
En ese entonces emerge, como corriente interpretativa de los textos el
Método Hermenéutico. La idea de la hermenéutica es la sustentación de
una "ciencia o método universal" cuya finalidad es la interpretación y la
comprensión, léase el entendimiento crítico y objetivo del sentido de las
cosas en su generalidad. La Hermenéutica se decantó aplicándose a las
distintas ciencias, filología, teología, jurídica, a la historia, a la lingüística,
psicoanalítica y finalmente la hermenéutica filosófica como método general,
Sobre esta última expresa Ricoeur: "Es con Schleiermacher y Dilthey que el
problema hermenéutico se convierte en problema filosófico."
Para Schleiermacher "la hermenéutica es el arte de evitar el
malentendido. ‘‘. Partiendo de ese postulado, "Schleiermacher hace una
distinción exitosa entre la praxis relajada de la hermenéutica, según la cual
la comprensión se produce por sí misma, y esa praxis más estricta, que
parte de la idea de que lo que se produce por sí mismo es el
malentendido...la tarea que él se plantea es precisamente la de aislar el
procedimiento del comprender. Se trata de autonomizarlo como una
metodología especial."
La hermenéutica de Schleiermacher tiene como fin primordial el
comprender, sobre esa base se afirma: "El método del comprender tendrá
presente tanto lo común -por comparación- como lo peculiar -por
adivinación-, esto es, habrá de ser tanto comparativo como adivinatorio. En
uno y otro sentido seguirá siendo sin embargo 'arte', porque no puede
mecanizarse como aplicación de reglas... En principio comprender es
siempre moverse en este círculo, y por eso es siempre moverse en este
círculo, y por eso es esencial el constante retorno del todo a las partes y
viceversa. A esto se añade que este círculo se está siempre ampliando, ya
que el concepto del todo es relativo, y la integración de cada cosa en nexos
cada vez mayores afecta también a su comprensión.
Más tarde, Gadamer cuestiona el fundamento filosófico de la
hermenéutica de Schleirmacher, cuando dice: ''el interés que motivaba en
Schleiermacher, esta abstracción metodológica no era el del historiador sino
el del teólogo. Intentaba enseñar cómo debe entenderse el hablar y la
tradición escrita porque su interés estaba en una tradición, la de la biblia,
que es la que interesa a la doctrina de la fe. Por eso su teoría hermenéutica
estaba todavía muy lejos de una historiografía que pudiese servir de
organón metodológico a las ciencias del espíritu."
Dilthey, biógrafo de Schleiermacher, retoma la hermenéutica como una
forma de comprensión concepto cuya amplitud contiene a la interpretación.
La interpretación, para el entendimiento de Dilthey está limitada ya que se
atiende sólo a la escritura fijada en los documentos. En palabras de Dilthey:
"La comprensión cae bajo el concepto general del conocer, entendiéndose
por conocer, en el sentido más amplio, aquel proceso en el cual se busca un
saber de validez universal."
Estos principios filosóficos de la hermenéutica tienen, con sus
particularidades, algunas vertientes que buscan en la hermenéutica la base
metodológica del conocimiento. Heidegger es una de estas vertientes. En su
propuesta no podemos entender, de manera explícita, la proposición de una
"teoría de las ciencias del espíritu", en el sentido que le da Dilthey o una
"metodología de las ciencias sociales'' en el sentido generalmente aceptado.
La propuesta de Heidegger es una fenomenología hermenéutica cuya
finalidad es la renovación general del problema del ser.
Una manera de fundar la hermenéutica en la fenomenología es, según
Ricoeur, mediante el establecimiento de una ontología de la comprensión,
que no es otra cosa que una ontología del ser finito, en el sentido sugerido
por Heidegger, que lleva a la comprensión a través de un modo de ser. Así
entendida la comprensión tiene como finalidad la discusión tradicional entre
el sujeto y el objeto, en palabras de Ricoeur: ''Es preciso, entonces, salir
deliberadamente del circulo encantado de la problemática del sujeto y del
objeto, e interrogarse sobre el ser. Sin embargo, para interrogarse sobre el
ser en general, es preciso ante todo interrogarse sobre este ser que es el
'olla' de todo ser, sobre el Dasein, es decir, sobre este ser que existe en el
modo de comprender el ser. Comprender no es más, entonces, un modo de
conocimiento, sino un modo de ser, el modo de este ser que existe al
comprender."
En conclusión, la Hermenéutica es el arte o teoría de interpretar textos,
especialmente las escrituras sagradas y los textos filosóficos y artísticos. La
hermenéutica fue inicialmente aplicada a la interpretación, o exégesis, de las
escrituras sagradas, luego su uso se fue extendiendo transvesalizando
distintas disciplinas donde destaca su constitución en los enfoques de
investigación, a saber; Cuantitativo y Cualitativo, más recientemente la
emergencia de la complementariedad que de modo holístico abraza ambos
paradigmas, el positivista y el interpretativo. También puede incluir el
paradigma Sociocrítico. Integralidad que consideré y asumí en mi tesis
doctoral, Modelo teórico– praxeológico y emergente para la participación
comunitaria en sistemas de abastecimiento de agua potable y
saneamiento en zonas rurales. Caso: Unidad de Desarrollo Urbano “El
Esfuerzo”, Farriar, municipio Veroes del estado Yaracuy.
En cuanto proyecto pragmático, la ciencia social fue concebida en sus
orígenes como parte y consecuencia del proyecto ilustrado de
reconstitución, reforma o transformación del orden social europeo
moderno, tras la revolución burguesa de fines del siglo XVIII/principios del
XIX. De este modo, la ciencia social se alinea al positivismo burgués,
estrechamente asociado al corporativismo academicista y sus reglas de
jerárquica en la Universidad, la burocratizada racionalización de la cuestión
social concluye desembocando en una operativización metodológica que
tiende a sustituir los hechos por los datos y el análisis con la pretensión de
equipararse al status epistemológico y de respetabilidad académica de la
triunfante ciencia natural, e identificando los problemas metodológicos de la
(supuesta) medición de los problemas/fenómenos sociales con la medición
de aquellos fenómenos naturales a los que resulta aplicable el modelo
mecanicista newtoniano, el empirismo abstracto positivista culmina así con
un programa de cuantificación absoluta de la investigación social.
Sin embargo, paradójicamente, en el proceso real del desarrollo de la
investigación social, estudios de estratificación y actitudes, estudios de
opiniones y de mercado, estudios de comunicación social y publicitarios, y
otros, la propia aplicación abusiva de la encuesta estadística precodificada
representativa por muestreo conduce, finalmente (desde una perspectiva
praxeológica, al reconocimiento de sus límites.
Lo que va a suponer la recuperación de la reprimida dimensión
cualitativa de la investigación social. Recuperación a la que, entre otros
esfuerzos y aportaciones, contribuye en España en los años 1960 -tras la
primera fase de constitución de la sociedad de consumo- la obra pionera y
fundamental de Jesús Ibáñez y la posterior formación, entre otros núcleos,
de la que podemos denominar Escuela de Cualitativistas de Madrid, que
luego se extendió a otros ámbitos geográficos.
Semejante giro en el enfoque cuantitativo al cualitativo no emerge como
podría pensarse en la necesidad de acercar al sujeto al objeto
subsumiéndose en su modo implicado a la manera Bohm, sino que
constituye, tomando el espíritu de la Escuela de Frankfurt, una reacción
crítica en atención al avasallante positivismo que distanciaba al sujeto del
objeto del conocimiento.
El surgimiento de la complementariedad de los enfoques cualitativo-
cuantitativo en el análisis de la realidad social emerge para dar respuesta a
la evidencia cierta de que en la aprehensión de la realidad concreta de la
investigación social se presenta una insuficiencia abstracta de ambos
enfoques tomados por separado. Pues los procesos de la interacción social y
del comportamiento personal implican tanto aspectos simbólicos como
elementos medibles; de hecho sólo con considerar la constitución humana
nos damos cuenta de esta realidad.
En suma, en las investigaciones sociales depende de la naturaleza del
fenómeno y de las intenciones del investigador o propósitos de la indagación
se asumen uno de los dos enfoques o la complementariedad de ambos y de
este modo se tendría distintas visiones de un mismo fenómeno
atenderíamos así a las relaciones de indicación o designación de la
proposición investigativa, la existencia del universo de los discursos, donde
las significaciones no se establecen por extensión, sino referidas a sí mismas
en el cuadro de un sistema de signos y las motivaciones como fuerzas
motoras, pulsiones, deseos, que responden al porqué de la interacción
social; es decir la intencionalidad y sentido, consciente o no, que configuran
los procesos sociales signados por la riqueza de la complejidad.

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