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Escuela de Psicología

Facultad de Ciencias Sociales

Intervenciones Sistémicas en Pacientes con


Consumo Problemático de Alcohol

Por:

Monserrat Adriana Esquirol Espinoza

Abril, 2016.
1.- Introducción:

En el presente trabajo se dará a conocer sobre la intervención psicoterapéutica en


pacientes desde un enfoque sistémico en el “consumo problemático de alcohol”, cuyo
concepto es utilizada desde mediados de la década de los 60 en un sentido más general para
evitar hacer referencia al alcoholismo como enfermedad. Un bebedor problemático es una
persona que ha sufrido problemas de salud o sociales a causa de la bebida. (OMS, sin
fecha)

Desde lo cultural, su consumo en el mundo occidental es aceptado y valorado


socialmente. El consumo es milenario, se asocia con la cultura y expresiones ceremoniales
(Ardila M., Herrán O., 2008)

Además, el alcohol es la droga más utilizada en el mundo entero cuyo consumo


desencadena graves problemas sociales. En Chile, su uso supera por mucho el de cualquier
droga ilícita. (SENDA, sin fecha)

El consumo de alcohol en las Américas es aproximadamente un 40% superior a la


media mundial. En el año 2000 el alcohol fue el más importante de riesgo para la salud en
países de renta media baja y los países de las Américas. Fue segundo en los países
desarrollados de las Américas. Ocupó el octavo de drogas ilícitas entre los 10 principales
factores de riesgo para la región. (Organización panamericana de la salud, 2015)

Lo anterior se ha mostrado en nuestro país desde hace décadas, ya que, de acuerdo


con su población, en el año 1946 nuestro país ocupaba el primer lugar mundial en el
número de alcohólicos con complicaciones físicas y/o mentales. Por otro lado en 1968, un
estudio en 12 ciudades latinoamericanas situaba a Santiago de Chile en primer lugar
respecto de la mortalidad por cirrosis hepática. (Vargas W. 2009)

Según Vargas (2009), realizar intervenciones sistémicas en los pacientes con


consumo problemático de alcohol es altamente beneficioso ya que el abuso de drogas o
alcohol se transforma en un eje central alrededor del cual se organiza la vida de la familias,
y para que existan soluciones a largo plazo se requiere que la familia colabore y se implique
activamente en el tratamiento.

2.- Consumo problemático de alcohol:

2.1.- Historia y magnitud del consumo de alcohol en Chile.

Vargas (2009) menciona que el consumo excesivo de bebidas alcohólicas y del


alcoholismo es considerado como tema médico casi en la mitad del siglo pasado. De esta
forma, comienzan a realizarse conferencias y encuentros para comprender de mejor forma
este tema.
El consumo de alcohol es un hecho muy arraigado en nuestra cultura. Una mirada a
la cultura nacional, y a la legislación como parte de esta muestra que existe concordancia
entre la prevalencia del alcoholismo y la actitud cultural frente a la ingestión. Estudios
chilenos muestran que existe una fuerte influencia del grupo que presiona para que se logre
la embriaguez como signo de virilidad y es así que casi el 30% de los hombres mayores de
15 años se embriagaban regularmente los fines de semana o en las festividades cívico-
religiosas. (Vargas W., 2009)

Vargas (2009) explica que el impuesto creciente aplicado a las bebidas alcohólicas
se pensó como el método más útil para regular su consumo y proveer al estado de ingresos
constantes que a su vez sirven para paliar las consecuencias físicas y mentales, y del
tratamiento médico de los sujetos que se convierten en consumidores abusivos y habituales
de alcohol. Sin embargo ya en 1904 se demostró que más que disminuir el consumo en la
población, en especial los sujetos de más bajos ingresos, dedicaban mayor parte de su
salario en conseguir de igual forma alcohol.

En la década de los 70 aumenta considerablemente la producción de viñedos,


cervecerías y se disminuye el impuesto al pisco. Además de lo anterior, la publicidad
comienza a dirigirse, además del público masculino, a mujeres y jóvenes. Conjunto a lo
anterior se percibe un aumento en el consumo y aumento en la producción de alcohol.
(Vargas W., 2009)

Vargas (2009) señala que en 60 años de estudio del tema, la tasa de alcoholismo en
Chile no ha descendido, por lo que el consumo excesivo y el consumo problemático de
alcohol es considerado como una enfermedad endémica, contagiosa y de trascendencia
social lo cual afecta al individuo a su familia y a la sociedad.

El 2014, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó el Informe Mundial


de Situación sobre Alcohol y Salud, este informe identifica a Chile como el país de
América Latina con mayor consumo promedio de alcohol puro al año: 9,6 litros, en
comparación con 8,4 en la región de las Américas, que es la que tiene el segundo consumo
más alto per cápita de alcohol entre las regiones de la OMS, después de Europa. No es de
extrañar, entonces, que en décadas pasadas Chile haya figurado entre los países con mayor
mortalidad mundial por cirrosis. (Margozzini P., Sapag J., 2015)

El promedio de consumo por persona en gramos de alcohol puro en un día de


consumo habitual en Chile, por rango etario es de 55 gramos, siendo mayor en los hombres
y considerablemente más alto en la población joven. En la población de 15 a 24 años de
edad, la cifra supera en Chile los 80 gramos, sin diferencias significativas por sexo. .
(Margozzini P., Sapag J., 2015)
Se estima que en Chile, alrededor del 10% de las muertes se atribuyen al consumo
de alcohol. Esto implicaría unas 9.500 muertes anuales. (Margozzini P., Sapag J., 2015)

3.- Conceptos:

3.1.- Consumo problemático de drogas

El Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y


Alcohol (2013), del Ministerio del interior y seguridad pública de Chile, define al consumo
problemático de drogas como: “Uso recurrente de drogas que produce algún efecto
perjudicial, para la persona que consume o su entorno, esto es problemas de salud
(incluidos los signos y síntomas de dependencia), problemas en las relaciones
interpersonales, incumplimiento de obligaciones, entre otros”

El consumo problemático de drogas es apreciado como un signo de abuso de las


mismas. Dado lo anterior, se han identificado 4 áreas de problemas relacionados con el
consumo de drogas: incumplimiento de obligaciones (trabajo, estudios, familia), relaciones
sociales, consecuencias negativas a la salud física o mental y problemas legales. (SENDA,
2013)

Los estudios nacionales sobre consumo problemático de drogas considera que las
características de estos sujetos, se enmarcan dentro de los criterios diagnósticos de
consumidores abusivos o dependientes. (SENDA, 2013)

3.2.- Consumo problemático de alcohol

La definición de consumo problemático de alcohol, se desprende de un Glosario de


términos de alcohol y drogas, que proviene del ministerio de sanidad y consumo del
Gobierno de España, el cual se basa en lo estipulado por Organización Mundial de la Salud
(1995):“Patrón de consumo que provoca problemas, ya sean individuales o colectivos, de
salud o sociales”

3.3.- Alcoholismo

En el lenguaje cotidiano utilizamos el término alcoholismo para referirnos al


consumo “problemático de alcohol”, o “beber problema”. Sin embargo SENDA (2013)
menciona que este concepto ya no se utiliza en el ámbito clínico y sanitario, y este fue
reemplazado por el Ministerio de Salud chileno en 1990. Se debe diferenciar el bebedor
problema con y sin dependencia: “Bebedor problema sin dependencia; persona que
transgrede las condiciones del beber normal. Cualquier forma de ingestión de alcohol que,
directa o indirectamente, produce consecuencias negativas para quien consume y/o terceras
personas en los ámbitos de la salud, las relaciones familiares, laborales, la seguridad
pública, etc”.
Por otro lado, la noción de bebedor problema con dependencia es considerado como
un “concepto homologable a la idea tradicional de alcoholismo y se define de acuerdo a los
criterios planteados en el CIE 10” (SENDA, 2013)

Una definición similar, se desprende del Glosario de Términos de Alcohol y Drogas


del Ministerio de Sanidad y Consumo, Gobierno de España, editado por Organización
Mundial de la Salud (1994) bajo el título “Lexicon of Alcohol and DrugTerms”, como:
“Término de significado variable y usado durante mucho tiempo que se emplea
generalmente para referirse al consumo crónico y continuado o al consumo periódico de
alcohol que se caracteriza por un deterioro del control sobre la bebida, episodios frecuentes
de intoxicación y obsesión por el alcohol y su consumo a pesar de sus consecuencias
adversas”

3.4.- Bebedor problema:

Según criterios técnicos del Ministerio de Salud de Chile (sin fecha), "bebedor
problema" es una persona en la que cualquier forma de ingestión de alcohol provoca -
directa o indirectamente- consecuencias negativas sí misma o para terceros, en las áreas de
la salud, armonía familiar, rendimiento laboral (o escolar), seguridad personal y
funcionamiento social".

4.- Criterios CIE 10

4.1.- Síndrome de dependencia

“Conjunto de manifestaciones fisiológicas, comportamentales y cognoscitivas en el


cual el consumo de una droga, o de un tipo de ellas, adquiere la máxima prioridad para el
individuo, mayor incluso que cualquier otro tipo de comportamiento de los que en el
pasado tuvieron el valor más alto. La manifestación característica del síndrome de
dependencia es el deseo (a menudo fuerte y a veces insuperable) de ingerir sustancias
psicotrópicas (aun cuando hayan sido prescritas por un médico), alcohol o tabaco. La
recaída en el consumo de una sustancia después de un período de abstinencia lleva a la
instauración más rápida del resto de las características del síndrome de lo que sucede en
individuos no dependientes” (CIE – 10, 1992)

Pautas para el diagnóstico

El diagnóstico de dependencia sólo debe hacerse si durante en algún momento en


los doce meses previos o de un modo continuo han estado presentes tres o más de los
rasgos siguientes:

a) Deseo intenso o vivencia de una compulsión a consumir una sustancia.


b) Disminución de la capacidad para controlar el consumo de una sustancia o
alcohol, unas veces para controlar el comienzo del consumo y otras para poder
terminarlo para controlar la cantidad consumida.

c) Síntomas somáticos de un síndrome de abstinencia cuando el consumo de la


sustancia se reduzca o cese, cuando se confirme por: el síndrome de abstinencia
característico de la sustancia; o el consumo de la misma sustancia (o de otra muy
próxima) con la intención de aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.

d) Tolerancia, de tal manera que se requiere un aumento progresivo de la dosis de la


sustancia para conseguir los mismos efectos que originalmente producían dosis más
bajas (son ejemplos claros los de la dependencia al alcohol y a los opiáceos, en las
que hay individuos que pueden llegar a ingerir dosis suficientes para incapacitar o
provocar la muerte a personas en las que no está presente una tolerancia).

e) Abandono progresivo de otras fuentes de placer o diversiones, a causa del


consumo de la sustancia, aumento del tiempo necesario para obtener o ingerir la
sustancia o para recuperarse de sus efectos.

f) Persistencia en el consumo de la sustancia a pesar de sus evidentes consecuencias


perjudiciales, tal y como daños hepáticos por consumo excesivo de alcohol, estados
de ánimo depresivos consecutivos a períodos de consumo elevado de una sustancia
o deterioro cognitivo secundario al consumo de la sustancia.

Una característica esencial del síndrome de dependencia es que deben estar


presentes el consumo de una sustancia o el deseo de consumirla. La conciencia
subjetiva de la compulsión al consumo suele presentarse cuando se intenta frenar o
controlar el consumo de la sustancia. Este requisito diagnóstico excluye a los
enfermos quirúrgicos que reciben opiáceos para alivio del dolor y que pueden
presentar síntomas de un estado de abstinencia a opiáceos cuando no se les
proporciona la sustancia, pero que no tienen deseo de continuar tomando la misma.

El síndrome de dependencia puede presentarse a una sustancia específica (por


ejemplo, tabaco y diazepam), para una clase de sustancias (por ejemplo, opiáceos) o
para un espectro más amplio de sustancias diferentes (como en el caso de los
individuos que sienten la compulsión a consumir por lo general cualquier tipo de
sustancias disponibles y en los que se presentan inquietud, agitación o síntomas
somáticos de un estado de abstinencia, al verse privados de las sustancias).

5.- Criterios DSM IV

5.1.- Criterios para la dependencia de sustancias


Según DSM IV (1994), un patrón desadaptativo de consumo de la sustancia que
conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativos, expresado por tres (o más) de
los ítems siguientes en algún momento de un período continuado de 12 meses:

(1) tolerancia, definida por cualquiera de los siguientes ítems:

(a) una necesidad de cantidades marcadamente crecientes de la sustancia para


conseguir la intoxicación o el efecto deseado

(b) el efecto de las mismas cantidades de sustancia disminuye claramente con su


consumo continuado

(2) abstinencia, definida por cualquiera de los siguientes ítems:

(a) el síndrome de abstinencia característico para la sustancia (v. Criterios A y B de


los criterios diagnósticos para la abstinencia de sustancias específicas)

(b) se toma la misma sustancia (o una muy parecida) para aliviar o evitar los
síntomas de abstinencia

(3) la sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un


período más largo de lo que inicialmente se pretendía

(4) existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el


consumo de la sustancia

(5) se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la


sustancia (p. ej., visitar a varios médicos o desplazarse largas distancias), en el
consumo de la sustancia (p. ej., fumar un pitillo tras otro) o en la recuperación de los
efectos de la sustancia.

(6) reducción de importantes actividades sociales, laborales o recreativas debido al


consumo de la sustancia

(7) se continúa tomando la sustancia a pesar de tener conciencia de problemas


psicológicos o físicos recidivantes o persistentes, que parecen causados o
exacerbados por el consumo de la sustancia (p. ej., consumo de la cocaína a pesar de
saber que provoca depresión, o continuada ingesta de alcohol a pesar de que
empeora una úlcera)

6.- Ley sobre expendio y consumo de bebidas alcohólicas:

La Ley 19925, publicada el 19 de enero de 2004, en el título II; De las medidas de


prevención y rehabilitación, tiene suma importancia para comprender, las problemáticas a
nivel legal que surgen a partir del consumo problemático de alcohol. Se presentan ciertos
artículos, de forma acotada, los cuales se consideran necesarios para comprender como el
bebedor problemático tiene repercusiones a nivel legal, social y familiar, según la
legislación chilena.

Artículo 30.- El marido, mujer, padre, hijo, guardador o empleador de una persona
habituada a beber con exceso bebidas alcohólicas, podrá hacer notificar
judicialmente a los expendedores de estas bebidas para que no las suministre a dicho
individuo por un término que no podrá exceder de tres meses para cada notificación.

Artículo 33.- En todos los Servicios de Salud del país habrá un programa de
tratamiento y rehabilitación para personas que presentan un consumo perjudicial de
alcohol y dependencia del mismo, los que incluirán atención ambulatoria en todos
los establecimientos de salud de nivel primario, sean dependientes de los municipios
o de los Servicios de Salud y atención especializada ambulatoria o en régimen de
internación.

En estos programas podrán participar complementaria y coordinadamente,


Municipalidades, iglesias, instituciones públicas y personas jurídicas de derecho
privado, las que también podrán ejecutarlos, todo ello, bajo las normas, fiscalización
y certificación del Ministerio de Salud.

En los programas de tratamiento y rehabilitación para bebedores problemas y


alcohólicos, deberán establecerse actividades especiales para los menores de
dieciocho años.

El reglamento, expedido por intermedio del Ministerio de Salud, determinará las


acciones de reeducación preventiva, tratamiento médico o rehabilitación psicosocial,
que serán aplicables en cada caso, así como los procedimientos, plazos y entidades
responsables de llevarlas a cabo y su adecuada y oportuna comunicación al juez que
ordenó la medida.

Artículo 34.-. Deberán asistir a dichos programas las personas a que se refiere el
artículo 26 y los reincidentes en la conducción de vehículos bajo los efectos del
alcohol o en estado de ebriedad.

Lo anterior, salvo que el juez, en su sentencia, resuelva imponerles la medida de


seguir otro tratamiento médico, sicológico o de otra naturaleza, destinado a la
rehabilitación.

Artículo 35.- En las mismas condiciones, el juez de policía local también podrá
ordenar la asistencia a esos programas de tratamiento y rehabilitación del cónyuge o
del padre o la madre de familia que habitualmente se encontrare bajo la influencia
del alcohol, de modo que no le sea posible administrar correctamente sus negocios o
sustentar a su cónyuge e hijos.

Esta medida se dispondrá a petición de cualquiera de los miembros mayores de su


familia, oyendo personalmente al interesado y a sus parientes.

Artículo 36.- El juez podrá ordenar la medida de internación no voluntaria, en una


unidad de hospitalización del Servicio de Salud correspondiente o en otro
establecimiento hospitalario o comunidad terapéutica que proporcione tratamiento
para bebedores problemas y alcohólicos, respecto de las personas aludidas en los
artículos 34 y 35, en los términos descritos en esas disposiciones y en los incisos
tercero, cuarto y quinto del artículo 26.

Artículo 37.- Antes de terminar el período de atención establecido, el Director del


Servicio de Salud o su delegado enviará al juez y a la familia del paciente un
informe sobre el resultado del tratamiento o internación.

En ese informe podrá proponer el término anticipado de la medida o su prórroga,


por razones fundadas. En este último caso, el juez podrá extenderla hasta completar
ciento ochenta días.

Artículo 38.- A petición de cualquiera de los miembros de la familia del paciente,


podrá nombrársele un curador por el tiempo que dure la hospitalización. Los demás
tendrán por curador al director del hospital.

7.- Intervenciones Sistémicas en pacientes con consumo problemático de alcohol

7.1.- Relevancia de la intervención sistémica en paciente con consumo problemático de


alcohol

Según un estudio publicado el año 2013, por académicos de la Pontificie


Universidad Católica de Chile:

“El alcohol aporta aproximadamente 4% de la carga de mortalidad y 5% de la carga


de discapacidad a nivel global. En su informe anual de 2012, la Oficina de las
Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) ha
estimado que entre 3,4% y 6,6% de la población adulta mundial consumen drogas
denominadas ilícitas, de los cuales 12% pueden ser calificados como consumidores
problemáticos, estimándose además que una de cada 100 muertes en adultos es
atribuible al consumo de estas drogas”(Lefio LA, Villarroel SR, Rebolledo C,
Zamorano P, Rivas K, 2013)
Dado lo anterior se desprende de esta publicación una serie de intervenciones de
diversas metodologías y enfoques con distinta efectividad en el tratamiento del consumo
problemático de alcohol y otras drogas tales como intervenciones psicosociales y
tratamiento farmacológico: “El tratamiento farmacológico demuestra poseer efectos
terapéuticos positivos, particularmente el caso del acamprosato en la dependencia de
alcohol y las benzodiacepinas en síndrome de abstinencia alcohólica. La dosis única de
LSD aparece como una estrategia promisoria de apoyo al tratamiento de la dependencia de
alcohol”. En cuanto a las intervenciones psicosociales, específicamente de tipo familiar:
“Las intervenciones de tipo familiar también han sido evaluadas en un metanálisis de
población adolescente, comparando su efecto con intervenciones de tipo individual en
pacientes que usan alcohol. En estos casos, se ha reportado un efecto significativo en
retardar el inicio del consumo de alcohol y en disminuir la frecuencia de consumo,
mostrando un efecto significativo en el seguimiento a 36 y 48 meses (Lefio LA, Villarroel
SR, Rebolledo C, Zamorano P, Rivas K, 2013)

7.2.- Modelo sistémico:

Según Feixas (2012), el modelo sistémico es uno de los más utilizados en la terapia
familiar. Además ha llegado a ser uno de los modelos de más popularidad entre
psicoterapeutas, también en el campo de la asistencia y bienestar social, las organizaciones
y redes sociales, la salud, y los problemas escolares. Lo anterior se explica ya que pocas
cosas ocurren con independencia de la familia, en sus múltiples y renovadas formas,
entendida como grupo socio-afectivo primario. Las bases conceptuales no son ni la
personalidad y sus rasgos, ni la conducta individual, sino el sistema familiar como un todo,
como un organismo estructurado e interdependiente que se comunica con unas pautas de
interacción, y en las que el individuo sólo es uno de sus componentes, su valor tiene que
ver con la función y posición en el sistema.

Los síntomas son parte del patrón comunicacional, y por tanto una característica del
sistema y no únicamente del que lo sufre. Por tanto, se tiende a trabajar con toda la familia
y orientar la intervención al alterar los patrones de interacción familiar en los que el
síntoma cobraba su sentido. Desaparece así el paciente como objeto de la intervención
(Feixas, G., Muñoz, D., Compañ, V., Montesano, A., 2012)

De misma manera, Garrido (2009) menciona que la terapia familiar surge como
respuesta a las propias limitaciones del tratamiento individual: el fracaso de las terapias
centradas en el individuo para proporcionar una solución a los problemas de pareja y a los
problemas de padres e hijos; la observación de recaídas que a veces ocurrían cuando
pacientes que habían sido tratados regresaban a sus familias; el entorno inestable y
problemático que se observaba en una gran mayoría de pacientes; y la observación de que
este entorno se relacionaba estrechamente con la evolución del paciente, hasta el extremo
de que cuando las familias estaban pasando por una situación conflictiva, de crisis, sucedía
que la mejoría del paciente se acompañaba de un empeoramiento de la familia y viceversa.

Por otro lado, en un estudio de observación de familias con miembros que padecían
esquizofrenia; Bateson (1956) impulsó una nueva mirada, que otorgaba una gran
importancia al contexto familiar en las problemáticas humanas, y a la vez una intervención
terapéutica destinada a cambiar las pautas interacciónales que mantenían el patrón
disfuncional.

Dado lo anterior, Bateson (1956) observó que las interacciones ocurrían en ciclos
los cuales mantenían o aumentaban la conducta alterada en el paciente, y a la vez observó
que existía una cadena causal-circular que conectaba las acciones y reacciones de los
miembros de la familia. Asimismo, se comprobó que independientemente del tipo de la
intervención terapéutica individual, los síntomas tendían a reaparecer luego que el paciente
volvía a su vida familiar en casa.

7.3.- El papel de la familia en el tratamiento de las adicciones

Cancrini (1982) explica que el abuso de drogas se transforma en un eje central


alrededor del cual se organiza la vida de la familia, y para que existan soluciones a largo
plazo se requiere que la familia colabore y se implique activamente en el tratamiento

De igual forma, el abordaje se centra en un mayor número de aspectos; individuales,


familiares y relacionales, entregando mayor importancia a los modelos de organización y
comunicación familiar (J.A. Marcos y M. Garrido, 2009)

Por otro lado, Agrelo, M, A (2011), sostiene que la psicoterapia que tan solo se
dirige al individuo ha demostrado un nivel bajo de efectividad cuando se trata de trastornos
adictivos.

La familia se afecta de manera compleja durante todo el período en el que se


desarrolla la enfermedad por abuso y adicción a las drogas. Pueden encontrarse situaciones
extremas, en las cuales la familia ha perdido toda la credibilidad en la posibilidad de
recuperación de su familiar, que genera una posición negativa y de rechazo inicial a la
posibilidad de éxito en el tratamiento (Szapocznick et al, 1988). Lo anterior, debe
intervenirse a través de espacios que brinden información suficiente sobre el proceso de la
enfermedad, y en los cuales se busque recuperar los procesos críticos afectados de la
relación familiar, tales como la autoridad, la comunicación y la afectividad (Hoffman,
1993; Hundleby & Mercer,1987; Zapata & Segura, 2007).
Enfoque estratégico.

El marco epistemológico constructivista son la base en las terapias breves. Desde


esta perspectiva, se dice que la realidad en la cual nos relacionamos se construye a través
de las perspectivas de cada uno, desde el momento en que esta es nombrada y significada
(Agrelo, M, A 2011)

Agrelo (2011) describe la terapia estratégica desde la premisa que “es el terapeuta el
que define la dirección de la terapia y se encarga de hacer lo necesario para mantenerla”. Se
puede considera un terapia como estratégica cuando el terapeuta inicia lo que ocurre dentro
de ella y diseña un método de acción particular para cada problema. Sin embargo, la acción
que tendrá lugar será determinada por ambos. El terapeuta debe identificar problemas a
solucionar, fijar metas, diseñar intervenciones, examinar las hipótesis según los resultados
obtenidos y por último, evaluar la eficacia del proceso psicoterapéutico.

Desde del enfoque constructivista, se entiende que, toda experiencia, funcional o


disfuncional, es el resultado de la relación entre nosotros mismos y los acontecimientos. Lo
que llamamos “problema”, es una crisis de paradigma, ya que el sistema de construcción
actual, no acomoda acontecimientos en un sentido coherente de identidad. Es así, que desde
el punto de vista constructivista, la psicoterapia replantea el modo de en qué se construye la
realidad y de abordarla, entrega nuevas posibilidades. (Agrelo, M, A 2011)

Agrelo (2011) explica que; “La terapia de posibilidades reconoce la gravedad de la


situación del cliente: no la minimiza ni intenta contrarrestarla con un optimismo irreal. Y,
aunque también reconoce la posibilidad de que las cosas no puedan cambiar, se esfuerza
por producir un cambio en la dirección del viento que dirige la vida del cliente”.

Intervención estratégica.

Según Hirsch, H. y Casablanca (2011); “Por intervenciones estratégicas, nos


referimos en sentido tradicional, a aquellas conductas del terapeuta directamente
planificadas para el logro de su objetivo de cambio: circuito mantenedor del problema,
estructura o significado desde el modelo correspondiente”. Cabe destacar que toda conducta
del terapeuta tiene un efecto en el paciente.

Marcos J., y Garrido M. (2009) mencionan que los modelos estratégicos tienen foco
común en la situación social. Los problemas se ven como un síntoma y a la vez como una
respuesta interaccional de un disfuncionamiento familiar. Se debe conocer y comprender
como intentan resolver sus problemas de familia, esto debido a que las soluciones
intentadas ineficaces pueden aumentar el problema o convertirse en un problema más
grave.
Las familias no actúan de la forma en que lo hacen para mantener la problemática,
sino, porque esa es la forma en que saben hacerlo y en ciertos momentos de su historia
familiar se han quedado sin la posibilidad de visualizar otras formas más eficaces para
enfrentarlo. El foco de intervención, en este caso va dirigida a interrumpir las soluciones
intentadas que resultaron ineficaces y en muchos casos mantenedoras del problema y
buscar soluciones distintas para poder generar un cambio en las pautas de interacción. Para
que se genere lo anterior, se necesita conocer las creencias de cada familia, el lenguaje, las
ideas, tomando en cuenta sus valores y de esta forma se pueda visualizar la problemática
desde la visión de los miembros del sistema. (Marcos J., Garrido M., 2009)

Terapia centrada en soluciones.

Desde este enfoque se ignoran los patrones y problemas, y se centra en las


soluciones que pueden funcionar., de esta forma la búsqueda de soluciones se concentra en
los relatos de los pacientes, los cuales suelen mencionar comportamientos que ya tienen o
pueden tener generando excepciones al problema. (Marcos J., Garrido M., 2009)

Los supuestos básicos de este modelo son; 1) El cambio es inevitable. La estrategia


básica para estimular el cambio es fomentar conversaciones que traten de soluciones y no
tanto de problemas, 2) Sólo se necesita un pequeño cambio, se basa en el concepto
sistémico de que cualquier cambio en una parte del sistema repercute y produce
modificaciones en el resto de los componentes, 3) Los pacientes cuentan con la fuerza y los
recursos necesarios para cambiar, 4) Los problemas son intentos fallidos de resolver los
conflictos, 5) No es necesario saber mucho sobre el problema para resolverlo, 6) Existen
muchas maneras de enfocar una situación, y 7) Centrarse en lo que es posible y puede
cambiarse y no en lo que es imposible e intratable.(Marcos J., Garrido M., 2009)

Enfoque estructural.

Según el enfoque estructural, los síntomas, o las adicciones en el caso de este


trabajo, son reacciones desadaptativas a los cambios ambientales o evolutivos, como
pueden ser las transiciones de los ciclos vitales. Por otro lado, este enfoque centra su foco
en el equilibrio de la organización familiar, analizando muy las dificultades en la jerarquía
familiar y los problemas de límites inciertos o difusos entre los subsistemas de padres e
hijos. Es de esta forma que la adicción es vista como un síntoma de los problemas al
interior sistema, el cual actúa desviando los conflictos familiares, entre los progenitores o
cuidadores principales. (Marcos J., Garrido M., 2009)

Marcos J., y Garrido M. (2009) explican que en cuanto a la intervención


psicoterapéutica propiamente tal, lo fundamental es el fortalecimiento de las bases
estructurales que influyen en el funcionamiento familiar, dicho de forma más concreta, en
una jerarquía generacional adecuada, en la que los padres mantienen una unidad de
liderazgo, con fronteras claras, ni difusas ni rígidas. Lo anterior es útil en el tratamiento de
las adicciones, sobre todo cuando se observa que frecuentemente existe un funcionamiento
familiar caracterizado por la sobre implicación de uno de los progenitores del adicto
(generalmente el de sexo opuesto) un el papel periférico o lejano del otro padre.

De esta forma, el terapeuta estructural interviene en la modificación de los patrones


organizativos que no resultan funcionales en ese momento del sistema familiar, y de esta
forma apoyar a las familias a desarrollar eficazmente las tareas de su ciclo vital básicas y
afrontar exitosamente el estrés cotidiano. De esta forma, con la reorganización familiar, se
espera que el síntoma de la adicción en este caso, se mitigue. (Marcos J., Garrido M.,
2009)

Modelos sistémico-constructivistas

En sus inicios el enfoque sistémico se centró en la circularidad de las conductas de


los distintos miembros de la familia. Según Feixas, (1991), la perspectiva constructivista
tiene el interés en el plano de los significados familiares compartido.

La perspectiva constructivista, según Watzlawick (1988), propone que el sujeto


construye activamente el mundo externo y que la realidad puede ser interpretada de muchas
formas distintas, de modo que la idea de adquirir un conocimiento “verdadero” de las cosas
se convierte en una ilusión . Se debe poner énfasis sobre los significados compartidos por la
familia en vez de patrones de conducta. Son los mitos familiares, sistemas de creencias
familiares los que son acordes con las conductas sintomáticas. (Marcos J., Garrido M.,
2009)

Hoffman (1996) describe las principales características del enfoque sistémico-


constructivista; “a) No hay una creencia en la realidad objetiva. Los problemas existen en el
reino de los significados. b) Cambio del foco de conductas a ideas. c) El problema crea el
“sistema”. En este punto se postula la inexistencia de una unidad de tratamiento absoluta
como el “sistema familiar”, sino que se tiene en cuenta al grupo de personas que conversan
acerca del problema. d) El terapeuta está por todos y para todos. Desde esta posición el
terapeuta trata de encontrar el sentido a todas las posturas encontradas en el sistema
conversacional por encima de las posturas personales que tenga, adoptando una postura de
neutralidad, pluralidad o multiparcialidad. e) Relativa ausencia de jerarquía. La posición
acerca de la ausencia de una interpretación de la realidad más verdadera que otra hace que
el terapeuta se coloque como “otro más” en la conversación. f) Menor énfasis sobre
aspectos del poder y del control. Más bien se opta por aquellas posturas terapéuticas que
propician un reparto equitativo del control y del poder que a menudo se atribuye al
terapeuta y a la terapia. g) Tendencia a inhibir la intencionalidad.”(Marcos J., Garrido M.,
2009)

7.12.- Fases de intervención estratégica dirigida a un individuo adicto

Agrelo, .M.A (2011) en “Sistematización de intervenciones psicoterapéuticas”, describe


las siguientes fases en una intervención dirigida a un individuo adicto.

Fase inicial: Diagnóstica-Motivacional

Entrevista Psicodiagnóstica interactiva: el propósito de que sea interactiva es que el sujeto


aumente el protagonismo en el proceso terapéutico y así favorecer la motivación y
compromiso. En función de lo que surge, se construye con el paciente, el problema y los
objetivos terapéuticos.

Construcción del problema: a partir de qué es lo que lo ha llevado a hacer el tratamiento,


tratar el problema a resolver en términos operativos para evaluar logros.

Establecimiento de indicadores de logros: junto al paciente se determinan las conductas


observables que darán cuenta del cambio. Es fundamental que queden claro cuáles son esos
indicadores para miembros de su familia. En sesión, se trabaja comparando lo que se espera
de él, con lo que él pretende de sí mismo. Sin embargo, es más productivo si se realiza una
sesión con toda la familia presente, y se consensuan los indicadores de cambio,
estableciendo evaluaciones habituales.

Pronóstico-Futuro: realizar predicciones sesión acerca de qué pasará día a día hasta la
próxima sesión. Si el paciente consume o no consume durante los siguientes días seguido a
la sesión, podrá darse cuenta de cuáles fueron las decisiones que tomó para hacerlo (o no
hacerlo) y cuales pasó por alto.

Carta a mí mismo: es una forma de trabajar con la disociación del adicto.. Se le solicita al
sujeto, cuando está en un momento positivo del proceso, que se escriba una carta a sí
mismo cuando está a punto de consumir.

Imaginar el futuro sin el problema: apunta a que el sujeto pueda construir la imagen de su
vida sin el problema.

Intentando que lo haga de manera tan detallada como le sea posible: tareas, sentimientos,
pensamientos, rutinas. Esto favorece la activación de conductas positivas.

Pregunta de escala: Se le pide al paciente que, en una escala de 1 a 10, donde 10 representa
lo que él quiere lograr, que se ubique en ese momento respecto a la meta a alcanzar. A
partir de allí, se trabaja estableciendo indicadores de cambios mínimos y realizables los
cuales se irán evaluando sesión a sesión. También una variante de la pregunta de escala es
solicitar al paciente que haga la pregunta a dos personas significativas para él, y luego
establecer un promedio.

Afirmación: Afirmar y apoyar al paciente directamente durante el proceso terapéutico, a


través de comentarios directos o gestos.

Facilitar la verbalización de frases auto motivadoras: ayudar a los pacientes a resolver su


ambivalencia Para ello, es posible valerse de las siguientes técnicas:

Balance de decisiones: se le solicita al paciente que describa las ventajas y desventajas en


relación con seguir consumiendo, y lo mismo en relación con no consumir más.

Mirar el futuro: se guía al sujeto a imaginarse en un futuro como él lo desearía, para que
pueda vivenciar las discrepancias entre lo que él espera ser, y lo que está siendo en este
momento.

Resumen: Esto refuerza lo que ya se ha dicho, preparando al paciente para seguir


progresando.

Trabajo sobre la redefinición de constructos dependencia/autonomía: se relaciona la


dependencia a las sustancias, con todas aquellas conductas que denotan un comportamiento
dependiente, de esta forma, se construyen pautas para promover comportamientos
autónomos, que están focalizados en la abstinencia y en la inserción activa del sujeto a su
medio social.

Rastreo y reconocimiento de cambios anteriores: Se indaga sobre los logros previos y se


intenta descubrir y sistematizar las pautas de conducta que favorecieron tales cambios, para
potenciarlos.

Fase media: Elaboración-Acción

Intervenciones paradójicas basadas en el desafío: es paradójica la intervención que,


obedecida, tendrá como consecuencia lo opuesto de lo que parece pretender.

Redefinición del síntoma: Modificar o reencuadrar la percepción que el sujeto tiene del
problema.

Prescripción: Se predispone al sujeto a que se reproducirá el mismo ciclo que es el que


produce el síntoma. El terapeuta enumera las consecuencias del cambio y anticipa las
dificultades que habrán, predice como afectará al sistema, cautelosamente consiente que el
sujeto y su familia cambien a pesar de todo ello.

Prescripción de aumento de control familiar: La conducta familiar de desconfianza se


redefine como reconocimiento de su evolución interna.
Trabajar con la excepción: Se le solicita al sujeto que describa qué es lo que ocurre cuando
el síntoma no está presente. Esta intervención posibilita trabajar con lo que es posible para
el sujeto y reforzar las pautas y recursos a aquellas situaciones en que lo necesite.

Definición interactiva de la conducta de los otros: mediante el uso de metáforas, trabajar


con el sujeto para que logre descubrir qué conductas propias, influyen en la conducta de los
demás.

Protagonismo: Puede usarse la redefinición, o las intervenciones directas, siempre


apuntando a que el paciente se haga cargo de su proceso de cambio. La construcción
conjunta de indicadores del alta se puede utilizar para esto durante la fase ya que se está en
presencia de un sujeto que quiere cambiar, y junto con el terapeuta, pueden diseñar y
planificar el alta, construyendo indicadores.

Fase avanzada/final: Fortalecimiento y Seguimiento.

Prevención de recaídas: son técnicas del enfoque cognitivo conductual. Apuntan a prevenir
el consumo de sustancias una vez alcanzada la abstinencia. Se trabaja a partir de:

Identificación de estímulos de alto riesgo: el paciente personaliza las situaciones o


sentimientos que le generan deseos de consumo.

Identificación de factores protectores: el paciente personaliza aquellas situaciones o


sentimientos que le ayudan a sostener hábitos de vida saludables.

Estrategias de afrontamiento: construcción de conductas pertinentes a sostener la conducta


de no consumo ante situaciones de riesgo.

Toma de decisiones: el sujeto hace un rastreo detallado de las pequeñas decisiones (aunque
parezcan insignificantes) que realizó en los momentos previos a la recaída.

Modificación de patrones post-recaída: se apunta a cambiar las conductas del sujeto y del
entorno inmediato frente a las recaídas. Partiendo de la base de que lo que ocurría cuando el
sujeto consumía y no estaba en tratamiento, era parte del problema (soluciones
mantenedoras del problema).

Intervenciones directas: consejos, explicaciones, sugerencias, interpretaciones y tareas que


están destinadas a que se las tome literalmente y a que se las respete como se las prescribió.
Su objetivo es modificar de manera directa las reglas o roles del paciente y/o su familia.

Proyecto de vida: convertir los objetivos de vida en acciones concretas con itinerarios
específicos para su evaluación, y determinación de tiempos posibles para su concreción.
Certeza de Recaída: se le pide al paciente que imagine que existe la certeza de que, dentro
de una semana, él tendrá una recaída. A continuación, se le solicita que identifique en el
presente y futuro inmediato, cuáles serían los factores de riesgo que podrían favorecer la
conducta de consumo.

Otra técnica similar es:

Establecimiento de alertas de consumo y estrategias a utilizar: detectar aquellas situaciones


internas o externas que anticipan una posible recaída.

Autorregistro: posibilita que el sujeto pueda comprender lo que le sucede, relacionando


situaciones específicas con efectos específicos

Autorregistro del proceso de cambio: se orienta al paciente a que describa los diferentes
momentos por los que atravesado durante el tratamiento aquellas conductas que resultaron
efectivas para el logro de los objetivos.

Intervenciones transversales: Realizables durante todo el proceso de psicoterapia.

Uso de metáforas: comparamos una cosa y otra o hablamos de una cosa como si fuera otra,
hacemos una metáfora, esto nos ayuda a emplear conocimientos o experiencias que ya
poseemos para comprender nuevas experiencias.

Enfoque: el terapeuta organizará los hechos que percibe de manera que formen conexión
entre ellos y posean también pertinencia terapéutica.

Re encuadre: nuevas variables para la lectura de la realidad, incorporando nuevas, o


estableciendo prioridades o focalizaciones diferentes a la planteada.

Reformulación: La información del paciente se reformula de una nueva manera, vista de


modo que es más probable que sea de utilidad y contribuya al cambio. Uno de los
momentos del tratamiento más difíciles para el paciente, es aquel en donde, a partir de un
proceso arduo, logra mantenerse abstinente. En los sujetos adultos, esto se acompaña de un
nivel intenso de angustia por las pérdidas ocasionadas a sí mismo y a sus seres queridos.
Para aplacar esto es necesario, es reformular el dolor y la culpa como que no sería posible
avanzar si él no hubiera podido darse cuenta.

Escucha reflexiva: apunta a comprender el mundo del paciente y la construcción particular


que hace de él. Algunas técnicas para llevarla a cabo son: La Repetición, Refrasear,
Parafrasear, Reflejar sentimientos y Tareas entre sesiones

8.- Conclusión.
En el presente trabajo se describieron distintos tipos de intervenciones sistémicas
con pacientes que presentan consumo de alcohol problemático. De misma manera se pudo
entregar con fundamento que estas intervenciones son una de las más requeridas en estos
tratamientos.

Se destacan las intervenciones sistémicas por el carácter que presentan de incluir a


todo el sistema familiar, el cual lo entiende en un punto crítico en donde el paciente se
desarrolla socialmente y a la vez puede ser trabajado o potenciado por estos mismo
recursos.

9.- Referencias:

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http://psicopsi.com/modelos-sistemicos-en-terapia-familiar-psicologia-estructural-
estrategica

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