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AL OTRO LADO

(fragmentos)

En un pasado indeterminado, no muy lejano.


La acción transcurre en la celda común de un manicomio: una gran habitación de
paredes y suelo acolchados, todo forrado por una tela almohadillada que hace mucho
tiempo dejó de ser blanca.
Al fondo hay una puerta empotrada en el horizonte blando, y en lo alto de una de las
paredes laterales habría quizá una ventana enrejada por la que se cuela la fría noche con
su manto de niebla azulada.
Diversos trastos se acumulan en los rincones: algún colchón o jergón, alguna silla
coja, trapos, platos, cucharas...

(…)

MADAME RAGE: ¡Aaaah...! ¡Se muere!, ¡mi hijo se muere!...


MADAME OUBLIÉ: Vale que yo era la abuela feliz y...
MADAME RAGE: No.
MADAME OUBLIÉ: ...Y recibía a toda la familia con una fiesta estupenda que...
MADAME RAGE: No.
MADAME OUBLIÉ: Pero, ¿por qué?
MADAME RAGE: Porque no.
MADAME OUBLIÉ: ¿Por qué siempre tenemos que jugar a lo que tú quieras?
MADAME RAGE: (Señalando a PIERRE PLAINTE.)
Porque hoy ha venido mi hijo.
MADAME OUBLIÉ: ¿Y si él no quiere jugar?
MADAME RAGE: No digas tonterías, ¡es mi hijo!

(…)

MADAME RAGE: Es cierto, por eso estoy aquí, por cobarde.


NANCY AMANT: Por cobarde.
MADAME RAGE: Si hubiera hecho lo que tenía que hacer ahora estaría en la cárcel, feliz
y orgullosa.
MADAME OUBLIÉ: Al menos tú hijo está vivo, ¿qué más quieres?MADAME RAGE:
Sobrevivir no tiene ningún mérito.
(A PIERRE PLAINTE.)
Llegó un día en que sólo fuiste un lamento, apenas podías moverte de la cama, tan
debilitado por el dolor. ¿Y eso es vivir?... Él decía me duele, me duele...
LA NIÑA: Me duele...
NANCY AMANT: Me duele...
PIERRE PLAINTE: (Empezando a entrar en el juego, repitiendo, como hipnotizado.)
Me duele, me duele...
MADAME RAGE: Y daban igual las drogas o los calmantes, ya no servían para nada. Me
duele, me duele...
LA NIÑA: Me duele...
NANCY AMANT: Me duele...
PIERRE PLAINTE: Me duele, me duele... Pero, ¿y el médico?, ¿quién hace aquí el papel
del médico?
MADAME RAGE: ¡Huy, el médico! El médico no es como tú o como yo, hijo, no es
humano. El médico es un fantasma, hasta visten el mismo uniforme blanco: una bata, una
sábana, una mortaja. Con ellos no se habla y menos aún se discute, sólo se les escucha. O
se les reza. Ellos tienen la Razón y nosotros la sufrimos.
PIERRE PLAINTE: ¿Entonces?
MADAME RAGE: Te mueres, te mueres muy muy lentamente. La bestia te iba comiendo
el cuerpo, tirando de él hacia la tumba, hacia su guarida oscura para allí terminar de
devorarlo a mordisquitos de gusano.
PIERRE PLAINTE: No quiero morir, no quiero morir...
MADAME RAGE: No hables, hijo, no te esfuerces. De nada servían las drogas en los
momentos de crisis, sólo un lamento, un hilillo de voz, una llamita frágil que nunca se
apaga. Muere hijo, por favor, muérete.
PIERRE PLAINTE: Me duele, me duele...
LA NIÑA: A lo mejor tiene hambre.
MADAME RAGE: (Sacándose un pecho, dándole de mamar a PIERRE PLAINTE.)
Muere hijo, por favor, muérete.
MADAME OUBLIÉ: Cuando Dios lo quiera se lo llevará, recemos para que sea pronto, se
está ganando el Cielo.

(LA NIÑA y NANCY AMANT se arrodillan dispuestas, encantadas, improvisando ya un


rezo ininteligible.)

MADAME RAGE: ¿¡Rezar!? Deberíamos ayudarle.


MADAME OUBLIÉ: ¿Ayudarle? ¿Cómo?
MADAME RAGE: No sería más caritativo, más cristiano, ayudarle a morir.
MADAME OUBLIÉ: (Se santigua, o algo parecido.)
No digas barbaridades.
MADAME RAGE: ¿Pero no ve cómo sufre?
MADAME OUBLIÉ: El médico dijo que todavía podía aguantar varios meses.
MADAME RAGE: El médico no está en esa cama, agonizando.
MADAME OUBLIÉ: Son pruebas que nos manda el Señor.
MADAME RAGE: Dios hace tiempo que nos ha abandonado, sino no permitiría esto.
¿Dígame de qué le servirá aguantar varios meses o varios años? Sufre, sufre muchísimo. Él
lo dijo, quiere morir, usted también lo ha oído varias veces, nos lo pidió, quiere morir...
MADAME OUBLIÉ: (Se tapa los oídos, escandalizada.)
¡No te escucho!, ¡no te escucho!... No quiero saber nada. No quiero verlo, no quiero tener
nada que ver con eso...
MADAME RAGE: ...quiere morir, me lo pidió.
(A PIERRE PLAINTE.)
Varias noches fui hasta tu cuarto con paso firme y valiente, decidida a rescatarte, no de la
muerte pero sí del dolor injusto, repasando las posibilidades: ¿una sobredosis de morfina?,
¿la almohada en la cara?, ¿un cuchillo atravesando el corazón?, ¡qué más da!, cualquiera de
ellas valdrá, no notarás nada, hijo, será rápido... ¿Pero cuál?... Mira mis manos...
(tiemblan, las esconde),
...con este pulso se me caerá la jeringuilla, seguro, no acertaré con el cuchillo, excusas, no
tendré fuerza suficiente para sujetar la almohada hasta el final, excusas, ¡excusas!... No
pude hacerlo, no pude, perdóname...
(MADAME RAGE reprime su rabia, lucha contra ella, pasea por la celda como un
tigre enjaulado, a veces deja escapar una queja leve.)
¡Dios!... ¡Dios!... Llevo un grito aquí dentro, en esta cabeza que me estalla, esta cabeza que
rompería contra las paredes, ¡Dios!, calla hijo, calla un poco por Dios...
PIERRE PLAINTE: (En un susurro, a las demás.)
¿Qué pasa?, ¿qué pasa ahora?

(MADAME RAGE se detiene en el centro de la sala y hace un gesto o simplemente


dice:)

MADAME RAGE: Por favor.

(Y las demás obedeciendo esa señal se acercan con respeto y la visten como si vistieran
a una reina -una camisa de fuerza, una mordaza entre los dientes, una especie de casco de
goma en la cabeza-, y se apartan. Entonces MADAME RAGE da rienda suelta a su dolor y
a su rabia: grita, se golpea contra las paredes, se revuelca por el suelo... El ataque no
dura mucho tiempo pero el efecto es instantáneo para todos: relajación general, como tras
un cubazo de agua fría.
Silencio.)

(…)

AL OTRO LADO ,
1999
LA SOMBRA MISTERIOSA
(fragmentos)
ESCENA 1.

(En la oscuridad del teatro se oyen truenos, relámpagos y el agua de la lluvia cayendo
con fuerza. ¡Menuda tormenta!
Ahora se abre el telón para dejarnos ver el escenario iluminado, representa el salón de
una casa: es el salón de la casa de los hermanos TOM y PABLO. Hoy ha sucedido algo
curioso: de un lado al otro del salón hay dos sábanas y todo tipo de ropa colgando de una
o varias cuerdas.)

(…)

TOM: ¡Jo! Me aburro. Llevamos todo el día encerrados en casa por culpa de la lluvia.
PABLO: Zí, todo el zanto día.
TOM: (Se acerca a la ventana.)
¡Cómo me gustaría bajar a jugar a la calle!
PABLO: (Corre hacia donde está TOM y mira también por la ventana.)
¡A lo mejor vemoz a Greta!
TOM: ¡Seguro! Greta nunca se pierde una tormenta.
PABLO: Eztará pizando charcoz...
TOM: Con sus grandes botas de agua.
PABLO: ¡Qué divertido! Cuando ze pone a zaltar de charco en charco...
TOM: ¡Sí! Salpicándonos a todos...

(TOM se pone a saltar con los pies juntos, como si fuera de un charco a otro, PABLO
le sigue.)

TOM: ¡Chof! ¡Chof!


PABLO: ¡Choz! ¡Choz!

(Se ríen. PABLO se detiene tras un rato.)

PABLO: Ojalá eztuviera aquí Greta.


TOM: (Se entristece.)
Es verdad, ojalá.

(De pronto una de las sábanas que está colgada detrás de TOM y PABLO se mueve,
parece un fantasma que lentamente se acerca amenazador hacia los despistados
hermanos.)
FANTASMA: ¡Uuuuh!
TOM y PABLO: (Se dan la vuelta.)
¡Aaaah! ¡Un fantasma!
(Se abrazan asustados.)

(El fantasma sigue avanzando hacia ellos hasta que la sábana se queda atrás, colgada
de la cuerda, y alguien aparece debajo: una niña vestida con un inmenso impermeable y
unas grandes botas de agua. Es GRETA.)

GRETA: ¡Hola!
TOM y PABLO: ¡Greta!
TOM: Vaya susto que nos has dado.
PABLO: Zí, vaya zuzto.
GRETA: Venía a buscaros, vi la puerta abierta y entré.
PABLO: Ezo ha zido mamá que fue a caza de la vecina...
TOM: Y siempre se deja la puerta abierta.

(GRETA se ha sentado en el suelo y ha empezado a quitarse sus grandes botas para


vaciarlas de agua.)

GRETA: ¡Guau! ¡Cómo llueve...! Traigo en las botas el agua de los charcos de media
ciudad. ¿A qué jugabais?
TOM: A nada.
PABLO: Noz aburríamoz.
GRETA: (Sorprendida.)
¿Aburriros? ¿Con esta súper tormenta?
TOM: A mí la verdad, es que las tormentas me dan un poco de miedo...
PABLO: (Señala hacia la ventana.)
Eztá muy ozcuro y loz truenoz hacen un ruido...
GRETA: Mejor, más divertido.
(Habla con voz misteriosa.)
Los días de tormenta suelen pasar cosas mágicas.

(Los dos hermanos miran a su alrededor con temor. Hablan en voz baja.)

TOM: ¿Sí? ¿Como qué?


PABLO: ¿Qué cozaz pueden pazar, Greta?

(La luz, por efecto de la tormenta, parpadea varias veces y se apaga, dejando en
penumbra a nuestros protagonistas.)

TOM y PABLO: ¡Aaaah! ¡La luz! ¡La luz!


GRETA: (Intenta tranquilizarlos.)
No pasa nada, sólo se ha ido la luz.
PABLO: Volverá dentro de un rato, ¿verdad Tom?
TOM: Sí, claro... Bueno, eso creo.

(La escena, a veces, es alumbrada por los relámpagos.)

GRETA: Ya os lo decía yo, ahora empezarán a suceder cosas mágicas.


TOM: Yo preferiría que volviese la luz...
PABLO: Mejor, zí, que vuelva la luz y dezpuéz que ocurra lo que quiera.
TOM: (Recordando.)
¡A lo mejor mamá tiene alguna vela guardada!
PABLO: Mamá ziempre deja velaz por todaz partez, por zi acazo.
GRETA: ¿Y a qué esperáis?
TOM: No sé por dónde buscar.
PABLO: Eztá muy ozcuro.
GRETA: Vosotros buscar por ese lado y yo por éste.
(Tras un rato de búsqueda.)
¿Veis algo?
TOM: Yo no veo nada.
PABLO: Nada de nada.
TOM: ¡Esperad! ¡Aquí hay algo!
PABLO: (Ilusionado también.)
¡Zí, hay algo!
(En voz baja, dirigiéndose a su hermano.)
¿Qué ez, Tom?
TOM: ¡Una linterna!

(Un potente foco de luz ilumina a GRETA, deslumbrándola.)

PABLO: ¡Bien! ¡Luz!


(De pronto ve a GRETA iluminada y señalándola pega un grito de miedo.)
¡Aaaah! ¿Greta qué tienez detráz de ti?
GRETA: (Volviéndose.)
¿El qué?
TOM: (Sin comprender el miedo de su hermano, pero también algo asustado.)
¿El qué, Pablo?
PABLO: Eza mancha negra en la zábana, detráz de ti...
GRETA: ¿Eso...?
(GRETA se ríe.)
Pero si es mi sombra.
PABLO: ¿Tú zombra?
TOM: Claro Pablo, es su sombra.
PABLO: Pero..., ze mueve.
GRETA: Pues claro, mira, se mueve cuando yo me muevo...

(GRETA da saltos, baila delante de la luz jugando con su sombra en la sábana.)

(…)
TOM: Gre... Greta... ¿Y esa sombra...
PABLO: ...que..., que hay a tu lado?
GRETA: ¿Sombra? ¿Qué sombra?
(GRETA se da cuenta, la sombra se acerca a ella como queriendo tocarla.)
¡Aaaaah!
(GRETA sale corriendo de detrás de la sábana y se une a los dos hermanos.)
¡¡Es una sombra!!
TOM: ¡Ya te lo habíamos dicho!
PABLO: Zí, una zombra.
GRETA: ¡Pero es una sombra sola, no es de nadie!
TOM: ¿Quieres decir que no hay nadie delante de esa sombra?
PABLO: ¿O detráz?
GRETA: ¡Nadie! Es una sombra sola, sin dueño.
(De detrás de la sábana surge una voz.)
LA SOMBRA: Tranquilizaos, no os voy a hacer daño...

(Los chicos se miran extrañados, GRETA se separa del grupo y con cautela se acerca a
la sábana.)

GRETA: ¿Quién eres?


LA SOMBRA: Soy... EL GUIA.
TOM y PABLO: (Sin entender nada.)
¿El Guía?
GRETA: ¿De dónde vienes?
PABLO: ¿Qué quierez?
TOM: (En voz baja, regañando a su hermano.)
¡Cállate, Pablo!
EL GUIA: Vengo del encuentro de la luz y la oscuridad, y busco ayuda...
TOM: Mamá no está.
PABLO: Papá tampoco, zi puede venir máz tarde...
EL GUIA: Más tarde será tarde.
GRETA: No sé si nosotros podremos ayudarle.
TOM: Somos niños.
PABLO: Yo zoy el pequeño.
EL GUIA: Vosotros sois los únicos que podéis ayudarme.
GRETA: ¿Nosotros?
EL GUIA: Dice la leyenda, que sólo una niña con unas grandes botas y dos niños agarrados
de la mano, salvarán mi mundo de la oscuridad. Y creo que por fin los he encontrado.

(Los niños se miran: GRETA sus grandes botas, y TOM y PABLO sus manos unidas
que, rápidamente, sueltan asustados.)

(…)

ESCENA 3.
EL GUIA: Yo soy El Guía, el único que conoce la forma de salir o entrar en el país de las
sombras, por eso mi pueblo me encargó buscar ayuda en el exterior...
GRETA: ¡Nosotros te ayudaremos!
TOM y PABLO: ¿Nosotros?
EL GUIA: Otros lo han intentado sin suerte, ¿os atreveríais vosotros?

(Los hermanos dudan.)

TOM: Bueno, no sé, mamá estará al llegar...


PABLO: Y zi no noz ve en caza ze va a enfadar.
GRETA: (Decidida.)
¡Claro que le ayudaremos!
TOM: Pero Greta, ¿no has visto...
PABLO: ...como el dragón ze come a la gente?
GRETA: (Insiste.)
¡Tenemos que ayudarle!
TOM: ¿Por qué?
PABLO: Zí, ¿por qué Greta?
GRETA: Bueno, es alguien que necesita nuestra ayuda.
EL GUIA: (Triste.)
Quizá me equivoqué y no sois vosotros los niños de los que habla la leyenda, tendré que
seguir buscando...

(Pero antes de que EL GUIA se marche PABLO le detiene.)

PABLO: ¡Ezpere! No ze vaya...

(PABLO, TOM y GRETA se unen en un corro y reflexionan sobre qué hacer, y al final...)

TOM: Bien, te ayudaremos.


EL GUIA: ¡Estupendo!
GRETA: Pero hay un problema, ¿cómo podremos entrar en tú mundo?
EL GUIA: Es muy sencillo, sólo tenéis que recortar vuestras figuras en cartón y en mi
mundo ellas serán vuestras sombras, allí se moverán como si fuerais vosotros mismos.
PABLO: ¡Qué fácil! ¡Yo traigo el cartón...!
TOM: ¡Y yo las tijeras!
GRETA: ¡Venga, rápido!

(Los tres se ponen manos a la obra, recortando con cuidado sus siluetas en cartulina.
GRETA es la primera en acabar.)

GRETA: Yo ya estoy lista...


EL GUIA: ¡Pues seguidme...!

(EL GUIA entra en el mundo de las sombras y allí desaparece. Al pasar de una sábana
a la otra, EL GUIA empequeñece, se convierte también en una marioneta. El camino de
una sábana a la otra sería como el paso del mundo real al mundo fantástico de las
sombras.)

GRETA: ¡Allá voy!


(Sin pensárselo dos veces, da un salto y se mete entre las sábanas. Ahora es su silueta,
con sus grandes botas y todo, la que habla desde el mundo de las sombras.)
¡Tom! ¡Pablo! ¡Venga, animaros!... No tengáis miedo. ¡Esto es súper!... ¡Que se va El
Guía!... ¡Eh, señor, espere! ¡Qué prisas!
(Y sale siguiendo a EL GUIA.)
PABLO: ¡Ezpéranoz Greta!
TOM: Dame la mano, Pablo.
(Los dos hermanos se agarran de la mano y se miran.)
¡Uno!
PABLO: ¡Doz!
TOM: ¡Y tres!

(TOM y PABLO saltan detrás de la sábana y al otro lado aparecen sus siluetas
recortadas, también van de la mano.)

(…)

LA SOMBRA MISTERIOSA ,
1995
EL DIALOGO DE LA AGONIA
(fragmentos)
© Antonio de la Fuente Arjona

(El escenario está dividido en dos espacios entroncados, diferenciados sólo por la
iluminación y los colores.
Sería MAR en dos frentes:
-en el pasado, al borde de la cama de la ABUELA, en una habitación de hospital en
penumbra,
-y en el presente de una taza de café compartida con su HIJO, alrededor de una mesa
en el salón de una casa modesta.
La ABUELA no paró de hablar en toda la larga noche en un estado de
seminconsciencia lúcida, asustando, entristeciendo o regocijando a su hija con recuerdos y
desvaríos que MAR le describe ahora a su HIJO tomando el papel de la enferma, imitando
sus expresiones, repitiendo sus gestos: MAR, reencarnación de la ABUELA, con sus modos
exagerados y tiernos, sus cambios de humor constantes marcados por el delirio o el dolor
que la corroe, MAR relatando la atormentada noche y su diálogo con la fiebre.
Al final MAR también perderá el equilibrio, poco a poco, confundiendo sueños y
realidades en su agotamiento de insomnio, se alejará de su HIJO y del presente para irse
perdiendo de mano de la ABUELA y sus fantasmas en el tiempo y el espacio.)

(MAR y su HIJO conversan, de la oscuridad llega la voz de la ABUELA.)

ABUELA: “Éste es el cuento de María Sarmiento


que fue a cagar y se la llevó el viento
cagó tres pelotillas: una pa Juan, otra pa Pedro
y otra para el que hable el primero.
Yo como tengo las llaves del cielo
puedo hablar, puedo reír y decir lo que quiero.”
MAR: Así se pasó aquella noche tu abuela, alternando risas y quejas, a veces portándose
como una niña chica...
ABUELA: Hija, dile a Basilio que se esconda.
MAR: ¿Qué dice, madre?
ABUELA: Que le digas a tu tío Basilio que se esconda en el desván, que otra vez vienen a
buscarlo.
MAR: Pero madre...
ABUELA: Antes los rojos y ahora estos, esta guerra no hay quien la entienda. Hija,
ayúdame que voy a orinar.
MAR: Tranquila madre, ha dicho el médico que no se puede levantar de la cama, le decía
yo pero ella insistía, preguntaba que por qué, que ella estaba bien.
ABUELA: Estoy bien.
MAR: Decía casi gritando que se lo iba a hacer.
ABUELA: ¡Que me lo hago!, ¡que me lo hago!, ¡que me lo voy a hacer en la cama!
MAR: Tranquila madre, aguarde que enseguida le ponemos la cuña. Pero por qué, decía tu
abuela, como una niña.
ABUELA: ¡Ensuciaré las sábanas!
MAR: No se preocupe madre, le digo yo, y va y me dice, dijo:
ABUELA: ¿Y las enfermeras?, habrá que pagarlas.
MAR: Me dijo que le dijera a tu tía Trini que preparase el dinero, ¿tú te crees?
ABUELA: ¡Qué calor! Esto parece el infierno, tan blanco... Ya sé que le han dado el paseo.

(Y la ABUELA otra vez con lo mismo.)

MAR: ¡Y dale con la burra al trigo, madre!

(La luz ahora nos muestra también la habitación de hospital y a la ABUELA en su


cama. Cerca, sentado en un sillón, dormita DIMAS, el marido de MAR, roncando
ruidosamente. Los dos espacios se mezclan como el pasado y el presente en la
conversación de MAR. De vez en cuando se oyen sonidos apagados de voces, risas o
llantos, podrían ser del hospital pero más parecen ecos del pasado que se acerca.)
(…)

MAR: Yo lo que quería era salir de aquella casa, yo no sabía qué ocurría, nadie quería
decírmelo...
ABUELA: Mejor que no sepas, niña, no hurgues en el barro.
MAR: Allí se masticaba el odio, la amargura.
ABUELA: Pues tú no sabes lo que ha sido esta casa desde que te marchaste. ¿No
queríamos café? ¡Pues toma dos tazas! ¡Qué desafuero!
TRINI: Madre, otra vez está aquí el cura.
ABUELA: ¡Maldita sea!... ¡Espe! ¡Esperanza! ¡Baja del desván ahora mismo!
ESPE: Diga, madre.
ABUELA: Que otra vez está aquí el cura, que le devuelvas el San Sebastián
inmediatamente.
ESPE: Todavía no hemos acabado el bordado.
ABUELA: ¡Qué bordado ni qué niño muerto!
TRINI: Yo le estoy haciendo un pijamita con los agujeritos para las flechas y todo.
ABUELA: Que yo sepa el San Sebastián va en taparrabos de toda la vida. Además el cura
dice que los santos se visten en la iglesia, que no hace falta que te los traigas a casa, y tiene
razón, hija, ya está bien, ya está bien, todo porque alguien comentó un día en misa que el
Santo se parecía a Celso.
TRINI: ¡Pero es que es igualito, madre! ¡Es igualito!
ESPE: Es su retrato exacto.
ABUELA: Pero el cura dice...
ESPE: No es el cura, madre, son las demás mujeres del pueblo, esas brujas,...
TRINI: ¡Unas envidiosas!
ESPE: ...ya quisieran tener ellas el Santo en su casa.
ABUELA: Pasamos del odio y el remordimiento a la locura. Claro, tantos años de silencio,
cada una cosiendo a solas un mundo nuevo, falso, a la medida de los sueños frustrados:
Trini, la reina de la aguja, y Espe secuestrando santos. Así se arrascan los sabañones del
alma.
ESPE: Madre, es como si Celso hubiera vuelto, es un regalo de Dios.
ABUELA: Ya.
ESPE: (En trance místico-erótico.)
Los mismos ojos, los labios húmedos...
TRINI: La piel suave y sonrosada...
ESPE: ¿Qué sabrás tú?
ABUELA: ¡Otra vez están aporreando nuestra puerta!
MAR: ¿Igual que el día que se llevaron al tío Basilio?
ABUELA: Pero esta vez son las mujeres y no sé qué es peor: viudas, solteras, casadas,
fieras enamoradas que vienen a rescatar el Santo.
TRINI: Madre, Espe se ha atrincherado en el desván y no me deja entrar.
ESPE: ¿Para qué quieres tú entrar?
TRINI: A verle, a rezarle.
ABUELA: ¡A rezar a la iglesia! ¡Ya está bien!
TRINI: Al menos que me deje probarle las ropitas que le estoy haciendo...
ABUELA: Tú, Trini, deja ya de coser, por Dios, que los bordados y los encajes se salen por
las ventanas. Hija, Mar, como un manicomio, una jaula, una telaraña de hilo, en la casa se
instauró el imperio de los tapetes de ganchillo. ¡Coser y cantar, eso es lo único que sabe
hacer tu hermana! Cortinas, manteles, sábanas, cojines, un mareo de floripondios,
guirnaldas, cadenetas, vainicas, guarnición de animales extraños, paisajes disparatados,
palabras, nombres, hasta frases enteras mal copiadas de la Biblia, en esta casa cualquier
trapo se convertía en una pieza de lencería fina... ¡Espe, ya estás devolviendo el Santo a la
Iglesia!
TRINI: ¡No!
ABUELA: Tú, Trini, vete sacando todo el traperío a la calle que hoy se adelanta la hoguera
de San Juan.
ESPE: ¡No!
ABUELA: ¡Pero bueno!, ¿esto qué es...? ¿Te das cuenta, niña?: lo que Celso separó lo unió
el Santo. ¡Un milagro! ¡Éramos pocos y parió la abuela! ¿A ver quién pone orden en este
ovillo descompuesto, porque yo me rindo?, allá se apañen ellas con el cura y su ejército de
faldas. ¡Menuda rebatiña!
(La ABUELA se cruza de brazos...)
Pues todas al cuartelillo, ya verás. No pienso mover ni un dedo. Yo me rindo.

(...Se oyen los golpes en la puerta, nadie se mueve, tensión, todas pendientes del silencio
de la ABUELA.)

TRINI: Madre...
ABUELA: ...
ESPE: Madre...
ABUELA: ...
TRINI: ¡Madre!
ABUELA: Estoy dormida.
ESPE: ¡Pero madre...!
ABUELA: ¡Estoy muerta!
TRINI: ¡Van a tirar la puerta abajo!
ABUELA: ¡¡Rediós!! ¿Pero es que otra vez vamos repetir la misma historia? ¡Se acabó lo
que se daba, el San Sebastián a la puta calle!
ESPE: ¡No, madre, el Santo no!
ABUELA: Sí, hija, sí, el Santo sí, confórmate con una estampita como todo el mundo.
(Levantándose de la cama, viva de nuevo, resucitada, dispuesta a salvar a la familia
del naufragio.)
Y todo este ajuar inútil también...,
(Recogiendo sábanas, almohadas, cortinas...)
...¡al fuego!, se acabó la tontería, ya hace tiempo que tenía que haber terminado con esto...
TRINI: (Tratando de impedírselo.)
¡No madre, por favor!
ABUELA: ¡Y ese maldito vestido!
(Se lo intenta quitar, lo desgarra, TRINI huye, se refugia tras ESPE.)
¡Apártate Esperanza, no protejas a tu hermana!
TRINI y ESPE: ¡No, madre, por favor, no...!
ABUELA: ¡Ven aquí! ¡Te voy a liberar de esa mortaja! Ésta va a ser la última puntada que
se da en esta casa...
(Corretean. Forcejean. La ABUELA logra arrancarle el vestido dejándola medio
desnuda.)
¡A ver si os creéis que aquí sólo vais a estar locas vosotras, yo también quiero jugar! Ya
veréis qué divertido...
(Acumulando telas, haciendo un montón con el traperío, lista para prenderlo fuego.)
Siempre habéis hecho lo que habéis querido y por una vez se va a hacer lo que yo diga.

(…)

EL
DIÁLOGO DE LA AGONÍA , 1997
EL LADRON DE PALABRAS
(fragmentos)

ESCENA 1.

(El telón se abre, de fondo suena la famosa música televisiva del Telediario, en el
escenario vemos una pantalla gigante de televisión, en su interior, muy seria y como las de
verdad, la PRESENTADORA.)

PRESENTADORA: Suspendemos la programación habitual para informarles de un


importante suceso: desde hace varios días se viene observando en todo el barrio extrañas
desapariciones de palabras. Este hecho se caracteriza por ciertos síntomas: las personas
están hablando normalmente y de pronto pierden la memoria, les cuesta encontrar una
determinada palabra hasta que se dan cuenta que la han olvidado por completo. Este ha sido
el caso de la Señora de Gordillo que estando en el mercado, justo cuando le tocó su turno
en la cola de la verdulería de Don Paco, de pronto... pero mejor veánlo ustedes mismos...

(La PRESENTADORA señala hacia un lateral, fuera de la gran pantalla de televisión,


allí vemos la siguiente escena:)

SEÑORA DE GORDILLO: ¡Hola Paco!


DON PACO: Buenos días, ¿qué desea?
SEÑORA DE GORDILLO: Ponme un kilo de...

(Algo le pasa a la SEÑORA DE GORDILLO, parece como si no encontrara la palabra


que quería usar.)

DON PACO: ¿Un kilo de qué?


SEÑORA DE GORDILLO: De... de esto redondo... ¿Cómo se dice...?
DON PACO: (Pensativo, intentando ayudar a la SEÑORA DE GORDILLO.)
¿De esto redondo...? ¿Manzanas?
SEÑORA DE GORDILLO: No, esto que se usa para las ensaladas...
DON PACO: ¿Lechuga?
SEÑORA DE GORDILLO: No hombre, no. Esto rojo que...
DON PACO: ¡Ah ya sé! Usted quiere un kilo de remolachas.
SEÑORA DE GORDILLO: (Parece que la SEÑORA DE GORDILLO empieza a
enfadarse.)
¡No, no, no...!
PRESENTADORA: Pero el caso más grave de desaparición de palabras se ha producido
durante la inauguración de la fuente del barrio, y ha tenido como protagonista a nuestro
alcalde, que en pleno discurso...

(La PRESENTADORA señala hacia otro lado del escenario, fuera de la pantalla de
televisión, allí aparece el ALCALDE, acompañado de sus dos CONCEJALES, todos
trajeados para la ocasión.)

ALCALDE: Gracias al esfuerzo de todos ya tenemos esta bonita fuente en el barrio, por fin
veremos manar de ella ese precioso líquido: el... el...
(Parece que también se le ha olvidado lo que iba a decir, el ALCALDE se pone
nervioso porque todo el barrio le está mirando.)
El..., el...
(Mira a sus CONCEJALES pidiéndoles ayuda.)
CONCEJAL 1: ¿El coche?
CONCEJAL 2: ¿El pan?
ALCALDE: No, eso que todos esperábamos...
CONCEJAL 1: ¿Que nos tocase el gordo?
CONCEJAL 2: ¿Que ganara el equipo del barrio?

(Los CONCEJALES, clarísimamente, se están burlando de su ALCALDE.)

ALCALDE: ¡No, no, no!


(El ALCALDE se está poniendo furioso.)
Eso que debe salir de la fuente...
CONCEJAL 1: ¿Vino?
CONCEJAL 2: ¿Petróleo?
ALCALDE: (El pobre está a punto de llorar.)
No, no...
PRESENTADORA: Se sospecha que pueda tratarse de un ladrón de palabras. La última
vez que actuó este ser malvado fue en el colegio del barrio donde la profesora de música
tuvo que acabar la clase silbando al haberle sido robadas la mayoría de sus... sus... ¿cómo
era esto?, si lo he dicho antes..., sus... eso que se dice y se escribe... eso que está compuesto
de letras..., si lo tenía en la punta de la lengua...
(De pronto la PRESENTADORA cambia de cara, mira a todas partes asustada y sale
corriendo gritando.)
¡Me han robado! ¡Me han robado!
(Mientras se cierra el telón, vuelve a sonar la música del Telediario.)

(...)

EL LADRÓN DE PALABRAS , 1992

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