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UNIVERSIDAD ANDINA NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

TRABAJO ENCARGADO – MONOGRAFÍA

TEMA:

LA JUSTICIA EN EL FUTURO

CURSO:

TECNOLOGIAS DE LA INFORMACION Y COMUNICACIONES

DOCENTE:

Mgtr. BEJAR MUÑOS, PEDRO

PRESENTADO POR:

 PARILLO ESCOBEDO, Gabriela Alexandra


 REZALASO NABARRO, Ruth Noemi

SEMESTRE II – “B”

PUNO-PERU

2019

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A Dios, nuestras familias y seres queridos, que con su apoyo y
fe continuamos en nuestro camino

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AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a nuestras familias, seres queridos que siempre nos


apoyan en todo momento, con su ánimo y fe para realizarnos como
futuros profesionales del Derecho que necesita nuestro amado país.

También agradecemos a nuestros docentes, en especial un


agradecimiento al Mgtr. Bejar Muños, Pedro con su vasta experiencia
profesional y labor docente nos guía para lograr tal objetivo.

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INDICE

1.EL FUTURO DE LA JUSTICIA………………………………….………………pag. 5


2.ELECCIÓN PARLAMENTARIA………………………………………………...pag. 7
3.¿QUÉ FUTURO LE ESPERA A LA JUSTICIA?...................................................pag. 8
4.LA JUSTICIA ANTE CAMBIOS VERTIGINOSOS……………………………..pag. 8
5.LA DESJUDICIALIZACIÓN………………………………………………..……..pag. 12
6.TENDENCIAS EN EL HORIZONTE………………………………………….…...pag. 15
7.RETOS DE LA JUSTICIA A LOS QUE PUEDEN DAR SOPORTE LAS TIC..….pag. 16
8.LA NUEVA JUSTICIA DIGITAL……………………………………………….....pag. 23
9.LOS BENEFICIOS DE LA JUSTICIA ELECTRÓNICA………………………….pag. 24
10.LOS COMPONENTES DE LA JUSTICIA ELECTRÓNICA………………….…pag. 26
11.BIBLIOGRAFIA………………………………………………………..….……….pag. 28

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1. EL FUTURO DE LA JUSTICIA

Las aguas del Poder Judicial han bajado bastante revueltas en estos últimos meses. Jueces y
magistrados han sido una de las dianas preferidas del populismo y del secesionismo tratando de
desprestigiar a las instituciones del Estado en su afán por intentar su voladura. Como sucede
con cualquier obra humana, la regulación de este órgano judicial y su práctica jurídica, son
mejorables. Pero, antes de entrar en propuestas de futuro, quizá sería mejor reflexionar sobre el
pasado y el presente, para reforzar aciertos y tratar de encauzar deslices. Sobre todo, precisemos
conceptos, por mor de no caer en esas posverdades que la neolengua imperante construye.
Desde la Constitución, que fragua un Estado de las autonomías con doble nivel competencial
en cuanto al legislativo y el ejecutivo entre órganos centrales y autonómicos, el Poder Judicial,
se configura afortunadamente, como único, cuyo órgano de gobierno es el Consejo General del
Poder Judicial.

Aquí aparece la primera reflexión que es necesario hacer, puesto que la confusión entre ambos,
entre el Consejo por una parte y el Poder Judicial por otra, ha sido interesadamente manipulada,
no sólo entre nosotros sino incluso desde instancias
extranjeras, supuestamente expertas, cuestionando la independencia de jueces y magistrados
por causa de que el Consejo deriva, como en gran parte de los actuales Estados democráticos,
de una elección parlamentaria.
Lo primero que hay que tener claro al respecto es que, a tenor del artículo 117 CE, la justicia
emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por jueces y magistrados integrantes del
Poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio
de la ley. El Poder Judicial, pues, está formado únicamente por jueces y magistrados, que son
los únicos que pueden impartir justicia. Es decir, dictar sentencias y garantizar que se cumplan,
siendo seleccionados, en el acceso al cargo y en la promoción profesional, con criterios
meritocráticos y de especialidad.
Y el ejercicio de su función jurisdiccional se realiza en juicios que cuentan con todas las
garantías previstas en el artículo 24 de la Constitución y el artículo 6 del Convenio Europeo de
Derechos Humanos siendo, hasta el presente, uno de los Estados miembros del Consejo de
Europa que porcentualmente menos condenas ha recibido por parte del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, tal como demuestran las estadísticas que se contienen, comparativamente

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al respecto, en la página web del propio Tribunal. No en vano España se sitúa, en los índices
serios y objetivos, entre los 20 países que mejor responden a los indicadores universalmente
reconocidos como propios de las actuales democracias.
Independencia e imparcialidad

La independencia e imparcialidad de los jueces y magistrados, que es una garantía para toda la
ciudadanía, está también garantizada respecto de ellos mismos. Contamos con toda una batería
de recursos que podemos utilizar si es necesario, desde las recusaciones y abstenciones hasta
las apelaciones, el recurso de casación, el amparo ante el Tribunal Constitucional y el acceso al
Tribunal de Estrasburgo. Cualquier persona tiene acceso a ello para garantizar sus derechos e
intereses legítimos, gratuitamente, intérprete incluido, si no tiene recursos para litigar.

Y ello es tan así, que nuestro sistema está considerado como uno de los más
garantistas existentes en las actuales democracias. Que existan, a veces, resoluciones contrarias
entre magistrados, tribunales o salas, entra siempre dentro de lo que ocurre cuando son
posibles diversas interpretaciones sobre una norma y es normal que ello provoque inquietud.
Pero siempre, a través del sistema de recursos, existe un órgano superior que, ante las
diferencias de interpretación, dicta razonadamente una sentencia o resolución que nos devuelve
la seguridad jurídica, principio que es también básico en el Estado de Derecho.
El Consejo General del Poder Judicial, por otra parte, es el órgano de gobierno del Poder
Judicial. Sus miembros no dictan sentencias. Se encargan de la administración y gestión
necesarias para el funcionamiento de los juzgados y tribunales. Antiguamente, sus funciones
estaban atribuidas al Ministerio de Justicia y, con la Constitución, de manera similar a lo que
sucede en las democracias, pasaron a ser ejercidas por un órgano no dependiente del Poder
Ejecutivo.
La Constitución regula su elección en el artículo 122.3, exigiendo que lo presida el Presidente
del Tribunal Supremo, de un modo parcialmente abierto a la opción que decida el legislador
pues de los 20 miembros con que cuenta, cuatro son elegidos a propuesta del Congreso y otros
cuatro del Senado, siendo la ley orgánica reguladora del Consejo la que tiene que disponer de
qué modo se eligen los otros doce. En una primera etapa fueron los propios jueces, a partir de
sus asociaciones profesionales, quienes elegían a esa mayoría pero, posteriormente, la ley fue

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cambiada para establecer la elección parlamentaria de todos los miembros del Consejo. Todos
ellos, eso sí, deben ser juristas de “reconocida competencia” y tener más de 15 años de ejercicio
profesional.

2. ELECCIÓN PARLAMENTARIA

En muchos países, la elección parlamentaria es la norma. En otros, también intervienen otros


órganos constitucionales, como el Presidente, el Gobierno, el Consejo de Estado, etc.
Desconozco si en todos ellos –en varios me han reconocido que también– se plantean los
problemas de “reparto de cuotas” entre las distintas “sensibilidades políticas” que aquí tenemos.
Quizás sea éste el punto más crítico del sistema, pues es utilizado torticeramente, incluso por
supuestos órganos de evaluación internacional, que identifican el reparto de cuotas políticas en
la formación del Consejo, que es un órgano administrativo, con la misma composición de los
órganos judiciales, intentando desprestigiar, interesadamente a la democracia española.

¿En qué se basan? En que la Ley Orgánica del Poder Judicial encomienda al Consejo la
definición de la carrera judicial, es decir, el acceso y la promoción profesional de jueces y
magistrados, el régimen disciplinario de los mismos y lo que podríamos considerar el gobierno
interno de los tribunales y juzgados, es decir, la gestión de la impartición de justicia. Ello origina
que algunos confunden, o quieren confundir sesgadamente, la gestión de la impartición de
justicia con la impartición de justicia.
¿Prefieren que ello sea decidido desde el Ministerio de Justicia? Es una opción. ¿Preferirían
que la elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial correspondiera
únicamente a los propios jueces y magistrados? Es otra opción. Quienes pudieran defender la
primera opción, que existe en algunos países y es lo que sucedía en España durante el régimen
de Franco, otorgaría un margen de acción a la política mucho mayor del ahora existente, con el
inconveniente añadido de que la alternancia política no daría mucha seguridad jurídica a la
gestión que se realizara sobre jueces y tribunales.
Quienes defienden la segunda opción, que también existe en otros lugares, se verían sometidos
a la acusación de funcionamiento corporativo de un Consejo en el que únicamente los jueces
tendrían poder de decisión, al margen de que se tendría que estudiar muy bien cómo se

7
organizaría la elección de este órgano para evitar que, aunque la mayor parte de jueces y
magistrados no forman parte de ellas, las organizaciones judiciales que aunque no son
sindicatos ni partidos sí tienen afinidades de pensamiento, estuvieran exentas de tensiones
políticas.

3. ¿QUÉ FUTURO LE ESPERA A LA JUSTICIA?

En suma, ¿qué futuro le espera a la Justicia? Por una parte, continuar afianzando las garantías
de independencia e imparcialidad de los jueces en la función de juzgar y hacer ejecutar lo
juzgado, conforme a las previsiones constitucionales. Por otra parte, pero ello ya no depende a
veces ni del legislador, continuar con el sistema de elección de los miembros Consejo que ahora
tenemos o reformar el sistema para que sólo los jueces y magistrados puedan elegir de entre sus
pares a los miembros del mismo. O cambiar la práctica política haciendo que la apreciación de
la “reconocida competencia” profesional de los candidatos a formar parte del Consejo quede
exenta de un reparto de cuotas entre los partidos políticos, asegurando así una mejor neutralidad
objetiva en el funcionamiento de este órgano. No digo que el actual sistema impida tal
neutralidad, pero es aquello de la mujer del César, que además de serlo, es bueno que lo parezca.

4. LA JUSTICIA ANTE CAMBIOS VERTIGINOSOS

No hay la menor duda de que estamos viviendo cambios vertiginosos de dimensiones


planetarias, ritmos distintos, consecuencias profundas y causas múltiples. La sociedad y,
naturalmente, los operadores jurídicos se hallan inmersos en este proceso de consecuencias aún
muy abiertas. Pero, recordemos que la idea de cambio va asociada a la idea de conflicto.

La consecuencia inmediata es que los conflictos van a aumentar de hecho, esto ya sucede- de
forma muy acusada en los próximos años. Esta realidad, obliga a repensar si los mecanismos
de resolución de conflictos de los que están dotadas nuestras sociedades son los más adecuados
al momento presente.

Lo cierto, es que en nuestras sociedades occidentales hemos aprendido a resolver los conflictos
desde la idea de confrontación habiendo hecho del proceso judicial un factor determinante.

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Sin embargo, los operadores jurídicos se hallan cada vez más frustrados, a todos los niveles y
sobre todo en lo que a satisfacción personal y autorrealización se refiere. Lo mismo sucede en
los ciudadanos beneficiarios del sistema. Los índices de litigiosidad en todos los países
demuestran que el sistema actual va colapsando en una cadena que, metafóricamente hablando,
no tiene fin: a más gatos, más ratas

¿No estaremos haciendo algo mal? El Derecho como institución está fuertemente sometido a
presiones de todo tipo, ya que a su función reguladora se le exigen respuestas rápidas y eficaces,
ante múltiples y cada vez más variadas problemáticas sociales. Mientras, la Administración de
Justicia como institución, también está sometida en todos los países a un violento vendaval de
exigencia de cambio con distintos niveles de fuerza y operatividad. El paradigma de la sentencia
judicial como camino exclusivo y que pone fin a un proceso de solución de conflicto, está
actualmente en crisis.

Al proceso judicial actual, sea del tipo que sea, le resulta en términos generales difícil recoger
la alta complejidad que tiene el mundo moderno. Ni la especialización por temas: civiles,
penales, administrativos, etc., ni los ritmos de resolución de casos en el tiempo de acuerdo a las
necesidades, ni la misma calidad de las resoluciones judiciales parecen responder hoy, siempre
en términos generales, a las expectativas de la ciudadanía en una época en la que el tiempo está,
quizás, sobrevalorado.

Entretanto, los juristas en general y a todos los niveles, estamos ofreciendo una fuerte
resistencia al cambio específicamente profesional. Es posible que estas resistencias tengan tanto
un origen endógeno, como otro exógeno.

Si nos referimos a las dificultades endógenas, podemos afirmar que tanto los abogados, los
jueces, como los juristas de toda clase y condición estamos muy habituados a la aplicación de
referentes analógicos. Esto es la jurisprudencia.

La comparación de situaciones similares al caso concreto a partir de la doctrina asentada por la


cúspide judicial. Sin embargo, este ejercicio que se hace diariamente de manera natural,
constituye un marco referencial muy insuficiente en la época actual. En efecto, ver la
jurisprudencia no deja de ser un ejercicio de ubicar el conflicto “en el pasado”, mirando hacia
atrás. Cuando los juristas nos atrevemos a ir más allá, miramos el derecho comparado. Esto

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equivale a mirar hacia los lados. Sin embargo, legítimamente nos cuesta mucho mirar hacia
adelante. Ahí no hay norma.

El jurista es muy poco dado a la prospectiva, se siente incómodo, se bloquea. Este proceso
entraña dificultades para ver lo nuevo y emergente. Sin embargo, los juristas somos gente
experimentada en resolver conflictos. Cosa distinta es que las herramientas de que dispongamos
actualmente resulten inadecuadas o insuficientes. Nuestra experiencia nos dice que el tribunal
es una institución eficaz que merece respeto.

Nuestra experiencia también nos avisa de que las relaciones personales son altamente
complejas y que las soluciones tienden a no ser fáciles de conseguir si han de ser satisfactorias.
Nuestra intuición nos dice que más allá del derecho y, aún a veces especializado, desconocemos
mucho. De ahí nuestras resistencias exógenas a creer en soluciones milagrosas sean del tipo
que sean.

1.- El jurista es persona precavida y prudente. Estamos legitimados para no creer en todo.

2.- Los conflictos y su regulación Si examinamos la historia, aparecen tres grandes métodos de
resolver conflictos: la fuerza, el derecho y la palabra.

3.- El uso de la fuerza está presente en la naturaleza y en la condición humana a un extremo que
no es preciso insistir. Sin embargo, como el uso de la fuerza requiere utilización de recursos a
veces muy importantes (véase el caso de las guerras), aparece la norma que una vez legitimada
e integrada en el derecho permite una regulación mucho más eficaz. Sin embargo, además del
uso de la fuerza y el derecho, todas las sociedades y en todos los tiempos han usado la palabra
bajo distintas

instituciones no judiciales para resolver sus conflictos. La palabra siempre ha coexistido con
los otros dos sistemas y en según que sociedades o momentos históricos ha dominado uno u
otro método. Las soluciones negociadas de conflictos están en la base de la cultura de la
sociedad.

Además se trata de soluciones de alta calidad ya que satisfacen a todas las partes en conflicto,
mientras no ocurre así en las soluciones impuestas. El campo de la regulación de los conflictos
sociales está íntimamente relacionado epistemológicamente con el estudio previo de esos
conflictos. Ya muchos autores se han pronunciado en el sentido de que la investigación debe
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orientarse hacia los múltiples aspectos multidisciplinares de la conflictividad social. En
resumen, el conflicto y las formas de resolución del mismo deben ser abordados conjuntamente.
Esto está dando lugar a la aparición aún muy escasa- de la conflictologia como ciencia y
paraguas de todos los fenómenos de conflicto y sus vías de resolución. Una de las más
importantes es el Derecho. Si en la conflictologia ubicaríamos el conocimiento, la aplicación
del mismo corresponde al campo que denominamos conflict management.

En este campo, se halla desde la mediación en sentido estricto, hasta múltiples figuras como la
facilitación, el ombudsman, la evaluación neutral preventiva, la negociación, el arbitraje, el fact
finding, etc.7 En este campo, se halla la palabra como recurso de resolución de conflictos. Así
pues tenemos que, tratar de ver únicamente las soluciones jurídicas de un problema puede ser
una visión limitante y limitadora de soluciones que tal vez puedan alcanzarse y que resultarían
socialmente más asumibles, salvado el derecho necesario. La emergencia de la mediación
formalizada en muy pocas décadas ha abierto un fuerte debate en el campo jurídico.

¿Qué es, realmente? ¿Cual es su grado de efectividad? ¿Limita el campo profesional de los
abogados? ¿Es un recurso para los jueces? ¿Implica resolver casos más económicamente para
los estados?

Estas preguntas obligan a una reflexión poderosa. Estamos ante una deslegitimación social
importante de los sistemas judiciales clásicos. Ante una verdadera inflación legislativa que
muchas veces conduce a una gran inseguridad jurídica, ante la necesidad de resolver problemas
cada vez más interdisciplinares (medio ambiente, nuevas tecnologías, alimentación, etc.). La
mediación cuestiona al derecho y, a su vez, el mundo del derecho puede cuestionar y cuestiona
la mediación. Deberíamos ser capaces de distinguir entre lo que significa el campo amplio de
las soluciones no impositivas que debe ser maximizado siempre que sea posible y el campo de
las soluciones impuestas que debe ser minimizado cuando sea posible en una sociedad
democrática.

Desde nuestro punto de vista, es preciso encontrar los puntos de engarce entre Derecho y
Mediación. Esos que deben permitir mejorar la calidad de los sistemas judiciales en interés de
los ciudadanos. Opinamos que las dificultades actuales de desarrollo de la mediación se hallan
en los siguientes aspectos:

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a) El propio desarrollo del campo de la gestión de conflictos hoy sometido a fuertes debates.

b) Una cultura de litigio fomentada por los mas2 media y a veces la propia abogacía.

c) Muchos mediadores/as con escasa práctica.

d) Exceso de expectativas por desconocimiento de las dificultades de las distintas técnicas.

e) Ausencia de expectativas por déficit de divulgación de las ventajas.

f) Cultura jurídica poco propensa al cambio.

5. LA DESJUDICIALIZACIÓN

Es preciso plantearse como dar carácter institucional a las dos formas de regulación de
conflictos más básicas: el Derecho y la Palabra, ya que la Fuerza ha quedado reservada al Estado
en nuestras sociedades. Esto supone plantear que el debate proceso judicial/mediación es un
falso debate. Hay cosas que deben ser resueltas en el ámbito del proceso y cosas que deben
serlo en el campo de la gestión de conflictos con los distintos instrumentos de este campo de la
regulación social.

Planteamos que el acceso a la justicia por los ciudadanos debe ser visto como el derecho al
acceso a los medios apropiados de resolución de conflictos9 en función de las circunstancias
del caso. Esto supone la generación de una cultura de resolución de conflictos menos vinculada
exclusivamente al litigio y esta función corresponde a los poderes públicos. A título indicativo
y en lo que a la mediación con técnica standard se refiere, podemos indicar que las soluciones
extrajudiciales, en general, tienden a ser más eficaces en supuestos de este tipo:

a) La comunicación entre las partes es pobre.

b) Las relaciones entre las partes son constantes.

c) Hay necesidad de desahogar sentimientos.

d) Conexión de una disputa con otra

e) Múltiples partes en conflicto

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f) Complejidad tecnológica del problema de fondo

g) Valoración de la privacidad

h) Necesidad de rapidez en la resolución y cooperación de las partes

i) Minimización de gastos

j) Pequeñas reclamaciones Mientras, que en otros supuestos, lo más indicado es una solución
judicial.

Por ejemplo:

a) Supuestos de discriminación

b) Supuestos de derecho necesario

c) Defensa de principios o creencias importantes

d) Necesidad de sentar precedentes.

e) Maximizar o minimizar la reparación económica

f) Vindicación

g) Opinión neutral y pública

h) Diferente perspectiva del Derecho

i) Presión de términos legales Si esto es de esta manera, se hace necesaria una política que
articule el sistema en base a los objetivos generales de eficacia y satisfacciones de los intereses
de la ciudadanía y la sociedad.

Esto supone una visión más amplia que la exclusiva del derecho. Supone estudios
multidisciplinares y un importante ajuste del sistema.

Entendemos que el proceso de vinculación de la mediación al sistema judicial va a ser


imprescindible y que esto va a conllevar importantes problemas de regulación que deben estar
muy bien pensados. En líneas generales, estimamos que el proceso de la medicina oficial y la
medicina alternativa o natural, es una metáfora útil para entender lo que puede suceder en el
campo que estamos analizando. Así podemos decir que ocurren tres etapas:

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1) Los ADR como sistema no vinculado al sistema judicial En esta etapa la mediación y el
proceso judicial son dos realidades distintas. Así sucedió con la medicina oficial y la
homeopatía.

2) Los ADR en relación ambigua con el sistema judicial En esta etapa ambos sistemas cooperan.
Se produce mediación en entorno intrajudicial y Annexed Courts programs. En medicina, los
médicos recetan fórmulas homeopáticas, etc.

3) Los ADR penetran el sistema judicial En esta etapa el proceso se flexibiliza y se permiten
soluciones negociadas en diversas instancias del procedimiento. En medicina, para
determinadas enfermedades se respetan soluciones no típicas (derivación a balnearios en la
sanidad noruega, utilización de cannabis con fines terapéuticos, acupuntura, etc.).

4) Los ADR desbordan el sistema judicial que se reserva para casos muy relevantes En esta
etapa el proceso es un último recurso como ya sucede con los conflictos en nuevas tecnologías.
El juzgado y el litigio es un planteamiento excepcional de último recurso o recurso apropiado
en función de la naturaleza del caso. Esto plantea que la sociedad acepte y valore socialmente
el buen trabajo que puedan hacer los gestores de conflictos y devolver a la judicatura y a la
Administración de justicia en general el prestigio y reconocimiento que deben tener.

6. TENDENCIAS EN EL HORIZONTE

Se apuntan en el horizonte algunas tendencias que nos hacen pensar que está empezando ya un
cierto cambio de paradigma que quiere abrirse paso. Así tenemos:

a) Nuevos conceptos globales de Justicia La idea de Justicia Restaurativa, que suprime


parcialmente el rol del estado para pasarlo a la sociedad, es uno de estos supuestos. La idea de
Justicia de Proximidad, que trata de acercase al ciudadano y no quedar desmarcada del contexto

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social. La más moderna idea de Justicia Relacional10 que elabora las bases de la justicia desde
una visión mucho más multidisciplinar. Estamos pues, ante nuevos paradigmas.

b) Uso intensivo de nuevas tecnologías Las nuevas tecnologías están cambiando los cimientos
del tiempo del espacio y de la vida. La resolución de los conflictos sociales está afectada por
este intenso proceso. La firma electrónica de documentos, la videoconferencia, las bases de
datos, las virtual courts, etc., están propiciando tanto el cambio de los procesos judiciales para
adaptarse a esta realidad comunicativa como los extrajudiciales. Plataformas como e-
negotiation, cybersettle, o todo el campo del Online Dispute Resolution son muestras evidentes
de que las nuevas tecnologías están influyendo ya de manera más o menos amplia pero
irreversible, en el campo de la resolución de conflictos sea cual sea la vía elegida.

c) Internacionalización de la justicia La globalización cambia la forma de ejercer el derecho


porque el mismo debe operar sobre ámbitos geográficos muy diferentes y en contextos
culturales diversos. La época actual vive la eclosión lenta pero insidiosa del derecho
internacional público y privado. Al mismo tiempo, para personas alejadas en el espacio la
justicia de proximidad no existe y pleitear en otro país siempre es complicado. Este proceso
trabaja a favor de las formas extrajudiciales de resolución de conflictos.

d) Toma de consciencia de los operadores jurídicos. Tanto los jueces como los abogados, como
otros operadores jurídicos están tomando consciencia de la nueva situación. Seguramente aún
de forma minoritaria. Pero, la experiencia del grupo GEMME en Europa pone manifiesto esta
inquietud. Al igual, que los procesos actuales de formación de abogados que se dan tanto en
América como en Europa con respecto a habilidades comunicativas, negociación, solución de
problemas, etc., nos hacen ver que el proceso judicial como recurso único ya empieza a no ser
contemplado, excepto para casos específicos.

Cambios a operar Todo lo descrito hasta ahora indica que, redefinido el derecho al acceso a la
justicia como un derecho al acceso a los métodos apropiados de resolución del conflicto
concreto, la articulación proceso judicial/medios extrajudiciales de resolución de conflictos
debería estar en el eje de cualquier política que afronte la reforma de las estructuras de la
administración de justicia.

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Esto supone afrontar determinados problemas. Supone una intensa labor de formación efectiva
de todos los operadores jurídicos en conocimientos más fundados en la psicología que en el
derecho. Esta formación, en todo caso beneficiaría también toda la práctica del derecho porque
se trata de relaciones personales donde opera lo jurídico. Los operadores deben comprender la
importancia de este aspecto. Supone también la generación de una cultura de desjudicialización
en la ciudadanía al tiempo que la implementación efectiva de recursos adecuados para que los
medios hoy extrajudiciales pasen a ser valorados por el rol que efectivamente van a tener en
poco tiempo. La integración proceso/ADR debe hacerse a todos los niveles. La experiencia de
los Centros de Justicia Alternativa en México puede significar una cierta referencia. A estos
centros, les llegan los casos por vía de derivación judicial y por demanda social directa y podrían
ocupar un rol central en el proceso de transformación.

7. RETOS DE LA JUSTICIA A LOS QUE PUEDEN DAR SOPORTE LAS TIC

la Justicia se encuentra inmersa en un período de profundos cambios. Ante ella se presentan


numerosos desafíos, que han de entenderse no como amenazas, sino como oportunidades de
transformación y mejora. las Tecnologías de la información y de la Comunicación no van a
poder resolver todos los retos actuales, pero sí una gran parte de ellos y pueden ser los vehículos
adecuados para conducir al cambio. Sin lugar a dudas, las TiC son las aliadas perfectas para la
Justicia en este momento. Se detallan a continuación las áreas en las que pueden aportar un
valor esencial y por lo tanto canalizar la transformación que demanda tanto la sociedad como
sus profesionales.

1.1. Organización del trabajo y de los órganos judiciales uno de los principales retos a los que
se enfrenta la Justicia tiene que ver con la organización, tanto del trabajo como de los propios
órganos judiciales. está sobre la mesa la implantación del nuevo modelo de oficina judicial, por
lo que es el momento adecuado, para, aprovechando el tiempo de cambios, introducir las TiC
como elemento que mejorará la productividad, pero también como herramienta que ayudará a
configurar y hacer efectiva la propia organización. el fin no es introducir las TiC como un
objetivo en sí mismo, sino utilizar todo su potencial y conseguir mejorar los procesos, de
manera que:

• sea posible separar el trabajo estrictamente jurisdiccional del organizativo: apoyando el


concepto de independencia judicial pero sin hacer recaer en el juez todos los aspectos

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organizativos, ayudando así a implantar los principios de organización aplicables en una
estructura moderna en la que el que toma las decisiones sustantivas y de entidad no puede ni
debe estar encargado también de lo instrumental y accesorio. Se trata de, gracias a las TiC,
poder deslindar la función de juzgar de la dirección de la oficina judicial y el impulso procesal.
De aplicar en la organización las técnicas de gestión, pública y privada, que ya se han
experimentado con resultados positivos en otros ámbitos de la Administración y utilizar para
ello las nuevas tecnologías como habilitadoras del cambio.

• ayuden a gestionar las cargas de trabajo: las actuales oficinas judiciales son muy sensibles a
las circunstancias imprevistas que puedan recaer sobre el personal que las integra, provocando
situaciones de saturación y excesiva carga de trabajo. Gracias a las TiC las tareas repetitivas
pueden automatizarse y descargar de esas labores a los empleados para dedicarlos a tareas en
las que aporten más valor ayudando así a repartir las cargas de trabajo de una manera más
racional.

• Faciliten la delimitación de los cometidos del personal que integra la oficina judicial gracias
al uso de los sistemas y aplicaciones. tramitación claros que no dejen lugar a dudas sobre el
papel de cada uno de los perfiles de la oficina judicial (secretario, juez, funcionarios) y en la
medida en que faciliten la aplicación de las jerarquías establecidas (por ejemplo, bandejas de
entrada de firma electrónica para secretarios y/o jueces…).

• soporten un nuevo mapa judicial favoreciendo la especialización de los órganos judiciales,


de sus titulares y del resto del personal: debido a la evolución de las características demográficas
de la población española será preciso definir este nuevo mapa judicial que establezca el número,
tipo y distribución territorial de los órganos jurisdiccionales, a la vista de la carga de trabajo
que puede ser asumida razonablemente por cada uno de ellos. la tecnología nuevamente puede
ofrecer soporte a este nuevo modelo organizativo.

• Favorezcan la deslocalización (se independiza de un lugar físico) y la desintermediación,


haciendo posible acceder a la información1 desde cualquier lugar y en cualquier momento, por
lo que se incrementa la agilidad y se reducen las pérdidas de tiempo. Además, esta
independencia física permite optimizar a su vez los recursos (técnicos, materiales y humanos)
de manera que, por ejemplo, pueden evitarse traslados de funcionarios de unos órganos a otros
para atender picos de trabajo, etc.

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1.2. Profesionales de la Justicia los profesionales de la Justicia son los primeros interesados en
que se produzca el cambio que ayude a agilizar los procesos y a incrementar su productividad
y eficiencia, y son conscientes de que aplicando las TiC es posible:

• agilizar la gestión procesal y apoyar la gestión de los flujos de trabajo: la incorporación


masiva de las TiC dará pie a la redefinición de los procesos, lo que permitirá reducir el tiempo
y los costes económicos y esfuerzos de personal, aspecto que mejorará aún más cuando se
produzca un uso generalizado del expediente judicial digital. en este sentido es si cabe más
importante, teniendo en cuenta el esquema de la nueva oficina judicial, donde el expediente
recorrería muchos itinerarios, desde la unidad de apoyo directo al servicio común y viceversa,
produciendo un retraso considerable en la tramitación de no ser usadas intensivamente las
nuevas tecnologías

• mejorar la propia coordinación y comunicación entre los diferentes agentes: el sistema de


justicia es muy complejo; en él intervienen numerosos agentes y de diversos perfiles,
profesionales jurídicos y personal al servicio de la Administración de Justicia. la tecnología va
a agilizar notablemente la comunicación entre las partes y a favorecer la compartición de datos
entre diversas instituciones.

• Facilitar la supervisión y gestión de la propia actividad judicial, ayudando a implantar así un


modelo moderno de evaluación del desempeño. Gracias al uso de las nuevas tecnologías es
posible disponer de un sistema de indicadores de medición de actividad y de calidad de la
misma, que conectado con el sistema de medición de entrada de trabajo, permita el diseño de
un modelo profesional, fomentando las mejores prácticas con todo tipo de recompensas
asociadas a la excelencia en el desempeño.

• Trazar la actividad de manera sencilla y ágil al mismo tiempo que refuerza los mecanismos
de seguridad de acceso a la información: la incorporación de las TiC a los procesos facilitará la
trazabilidad, la auditoría de acceso a la información y el seguimiento de la información en
tiempo real. estas ventajas son muy valoradas en un ámbito como el de la Justicia, ya que apoyan
al control de gestión, facilitan el seguimiento del cumplimiento de los objetivos y refuerzan la
«fe pública» al dotar de mejores mecanismos de seguridad. Todo ello redunda además en la
configuración de un sistema de justicia cada vez más inmune a los errores y por lo tanto robusto.

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• Favorecer la formación continua específica de los magistrados, jueces, personal al servicio
de la administración de Justicia y en general de todos los agentes, ya que un sencillo y eficiente
acceso a la información beneficia notablemente a los profesionales en este sentido. Por otro
lado, gracias a las TiC es posible ofrecer a los jueces herramientas de apoyo a la decisión que
les permita consultar legislación, jurisprudencia, bibliografía y sobre todo conocer la opinión
de otros expertos. el objetivo es ir construyendo una verdadera comunidad jurídica virtual

1.3. Falta de medios uno de los problemas más importantes de la Justicia en la actualidad es la
falta de medios, tanto físicos como humanos y tecnológicos. Por ello, la incorporación de las
TiC viene a ser no sólo una manera de superar un reto en sí, sino de apoyar la superación de
otros:

• en la actualidad, los edificios y lugares de trabajo del ámbito de justicia cuentan con graves
carencias de espacio. Para lograr un ambiente de trabajo adecuado para los funcionarios, y una
debida atención a los profesionales del derecho y a los ciudadanos, es preciso resolver este
problema. una «justicia sin papel» es esencial para solucionar este problema, ya que se podría
recuperar más de una cuarta parte del espacio disponible en las oficinas y reutilizarlo
adaptándolo con flexibilidad a las nuevas necesidades. Sin duda, el expediente judicial
electrónico y el uso generalizado de la firma digital son esenciales en este proceso.

• el uso de las nuevas tecnologías en los procesos conlleva el incremento de la productividad,


por lo que es posible hacer más trabajo con menos recursos y por lo tanto permitiendo que el
personal de justicia pueda dedicarse a tareas que añadan un mayor valor al resultado.

• el acceso a la información es una tarea esencial en el trabajo del día a día de la Administración
de Justicia. Disponer de herramientas TiC que faciliten tanto el almacenamiento como la
recuperación y el acceso a la información desde cualquier lugar y en cualquier momento
favorecen un notable ahorro de tiempo, con todas las mejoras que ello conlleva.

1.4. Interoperabilidad la necesidad de interoperar es un reto en sí mismo lo suficientemente


importante para que tenga que ser abordado de manera independiente. en estos momentos es
vital conseguir que los órganos judiciales dispongan de forma ágil de toda la información
necesaria para desarrollar su labor con eficacia. Se trata de mejorar la interoperabilidad del
sistema en su conjunto, consiguiendo que los órganos judiciales puedan compartir datos e

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intercambiar información y conocimiento, en dos ámbitos distintos: • entre los propios juzgados
y tribunales (interoperabilidad interna): para ello, sin duda nuevamente el uso de las TiC es
vital, fundamentalmente el expediente judicial electrónico y los registros electrónicos de
Administración de Justicia.

• en la relación de los órganos jurisdiccionales con otras administraciones y entidades relevantes


así como con los profesionales jurídicos (interoperabilidad externa) en la actualidad, sistemas
como el Punto neutro Judicial y Lexnet son herramientas que ya están favoreciendo esta
comunicación, pero es necesario seguir avanzando.

La dispersión de competencias en el mundo de la Justicia nos ha llevado a un escenario


descentralizado en cuanto a la gestión de los planes de modernización, sus prioridades y el
desarrollo de los sistemas de gestión procesal que se utilizan en la Administración de Justicia.
este escenario ha supuesto indudablemente un factor de progreso en cuanto a la aplicación de
las nuevas tecnologías para la Administración de Justicia, pues los resultados logrados por las
primeras Administraciones que invirtieron en nuevos sistemas de gestión procesal sirvieron de
acicate a las restantes Administraciones Públicas para abordar proyectos de informatización de
la Justicia.

Sin embargo, por otro lado, es la causa de que en la actualidad coexistan múltiples sistemas de
gestión procesal diferentes, así como diferentes cartas de servicios electrónicos no homogéneos
ni basados en un plan coordinado, por lo que es necesaria esta interoperabilidad. y este
planteamiento de interoperatividad hay que resolverlo a tres niveles: a nivel organizativo, a
nivel semántico y a nivel tecnológico. la interoperatividad organizativa se refiere a los procesos
de trabajo, la semántica implica crear un consenso acerca de lo que realmente significan los
datos y, finalmente, la interoperatividad tecnológica nos debe permitir que sistemas distintos
puedan cooperar entre sí. es necesario que entre las distintas Administraciones Públicas los
acuerdos se lleven a cabo de forma ágil, ya que en muchas ocasiones ocurre que la tecnología
está disponible, y es posible interoperar, pero la dilatación en el tiempo de la firma de los
correspondientes acuerdos paraliza su aplicación. A todo esto hay que añadir la existencia de
problemas importantes cuya superación requiere igualmente un gran esfuerzo de coordinación,
como la compatibilidad de sistemas, la estructura de las propias bases de datos que deben

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aportar significados comunes a todos los usuarios, o la simplificación y estandarización de
procesos.

También hay que señalar que hay una cierta sensibilidad a la hora de compartir ciertos datos
entre instituciones (que en el caso de Justicia son muy sensibles) en gran medida por asegurar
el cumplimiento de la lGPD. en definitiva, el reto es disponer de plataformas de
interoperabilidad que permitan la integración y el intercambio de información entre los sistemas
de información de los organismos de la Administración Pública y promover una sólida base
tecnológica para la implantación de trámites en línea.

Este entorno de trabajo constituye el eje primordial para diseñar e implantar un mecanismo
transformador que mejore la situación actual de la Administración de Justicia. Tanto el Plan de
Modernización de la Justicia del Consejo General del Poder Judicial como el Plan estratégico
de Modernización del Sistema de Justicia elaborado por el Ministerio de Justicia fijan como
uno de los ejes básicos de actuación establecer los mecanismos adecuados para garantizar la
interoperabilidad de los sistemas puestos a disposición de la Administración de Justicia.

Estos planes de actuación han cristalizado en la suscripción del Convenio del esquema Judicial
de interoperabilidad y Seguridad (eJiS), firmado por el Consejo General del Poder Judicial,
Ministerio de Justicia y Fiscalía General del estado el 30 de septiembre de 2009, que prevé la
adhesión de todas las Comunidades Autónomas con competencias transferidas en materia de
Administración de Justicia. este convenio persigue incorporar un modelo de servicios
tecnológicos donde la interoperabilidad y la seguridad en la prestación de los servicios
tecnológicos de la Justicia sean los pilares fundamentales, en sus dimensiones organizativa,
semántica y técnica.

1.5. Ciudadanos la Justicia es un poder del estado, pero también un servicio público a los
ciudadanos y como tal ha de adaptarse a sus necesidades. el ciudadano está potenciando su
papel como objeto de derecho y pide más servicios, más eficientes y con menos costes a la
Administración Pública.

• La prestación de un nivel adecuado de tutela judicial efectiva, sin indefensión ni dilaciones,


que la Constitución establece como derecho fundamental de todos. Hay que tener en cuenta que

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la mayor parte de las críticas respecto al sistema de justicia están originadas en la lentitud de
respuesta.

• el rigor con el que debe llevarse a cabo el proceso, ya que gracias a las TiC es fácil seguir
todos los pasos realizados y además es posible configurar un sistema judicial más robusto frente
a posibles errores en su conjunto. De hecho, la ciudadanía no está dispuesta a primar la rapidez
sobre la rigurosidad, tal y como se muestra en la figura 1.2 y gracias a las TiC es posible atender
las dos demandas.

• La modernización de las relaciones con los ciudadanos, facilitando las relaciones con la
Administración de Justicia mediante medios electrónicos.

• el fortalecimiento de los derechos de protección de datos de carácter personal en el ámbito de


los procedimientos personales: mediante el uso de las TiC estos mecanismos pueden ser más
estrictos y por lo tanto es más fácil asegurar el cumplimiento de la legislación en este sentido.

• La mejora de la transparencia y proximidad del servicio prestado al ciudadano, informando


correcta y eficazmente de la marcha de los asuntos, haciendo inteligible las actuaciones de los
tribunales de manera que los ciudadanos tengan el conocimiento suficiente de la Justicia y de
su funcionamiento.

• La mejora de la formación de la sociedad en materia jurídica, para avanzar hacia una Justicia
más comprensible, más atenta, y adaptada a las necesidades específicas de las personas.

• La mejora en la atención al ciudadano en las oficinas judiciales, facilitando la accesibilidad a


esas dependencias y edificios, haciéndolas más ágiles y funcionales, contribuyendo así a la
construcción de una justicia moderna y abierta, accesible y mejor dotada.

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8. LA NUEVA JUSTICIA DIGITAL

La justicia es un componente esencial de la sociedad y el principal pilar de la democracia. Un


sistema judicial eficaz sustenta toda la arquitectura de libertades y derechos en los estados
democráticos.

La justicia no puede vivir de espaldas a la tecnología porque ésta ha moldeado un nuevo modelo
de relación entre los ciudadanos, las empresas y las instituciones.

El concepto de Justicia Electrónica engloba todas las transformaciones necesarias en el sistema


judicial para incorporar el uso de las tecnologías de la información. Hablamos de instalar y
utilizar sistemas informáticos; de adaptar las leyes para contemplar el uso de las tecnologías
dentro del procedimiento judicial para lograr una eficaz gestion despacho abogados y gestión
expedientes. Por ejemplo, las declaraciones por videoconferencia quedaron reguladas por el
artículo 229 en la reforma de la Ley Orgánica de Poder Judicial del año 2003.
Este cambio en la legislación permite transformar la forma en la que se realizan las vistas orales,
tanto en los procesos civiles como en los penales. Esto mismo se extiende a todos los
componentes tecnológicos que se están sumando al nuevo ecosistema tecno-judicial. La Justicia
Electrónica exige el trabajo cooperativo y sincronizado del poder legislativo, el poder judicial,
los profesionales del derecho y múltiples equipos de ingenieros de diferentes especialidades.
La atenta mirada de una sociedad híper-tecnificada a la que le cuesta entender que las
administraciones sean tan lentas en adaptarse a las nuevas tecnologías podría solventarse
mediante un software para la gestion de tu despacho de abogados.

9. LOS BENEFICIOS DE LA JUSTICIA ELECTRÓNICA

Existe cierto consenso acerca de los beneficios potenciales que debe proporcionar la justicia
electrónica. Algunos son patentes con el grado actual de desarrollo. Otros, empezarán a ser
visibles sólo cuando los cambios que se están introduciendo estén suficientemente
consolidados.

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9.1. REDUCCIÓN DE COSTES

La gestión de información digital es mucho menos costosa que la gestión de información en


papel. El ahorro se produce por dos factores principales:

1. Disminución del espacio físico necesario para almacenar los archivos.


2. Reducción drástica de las horas de trabajo necesarias para gestionar los expedientes.

La reducción de costes se extenderá por todos los actores del ecosistema judicial, beneficiando
a la administración de justicia, a los juzgados, a los despachos profesionales y a los clientes y
ciudadanos.

9.2. EFICIENCIA

Los sistemas informáticos automatizan tareas que son gestionadas manualmente en los juzgados
tradicionales. Lo que produce una disminución de las horas de trabajo necesarias en los
juzgados y en los despachos profesionales. Esta automatización posibilitará la reducción de los
plazos de los procesos judiciales. En derecho mercantil, la falta de eficiencia de la justicia
genera situaciones de impunidad en las que los infractores se benefician de los defectos del
sistema. La justicia electrónica proporciona mecanismos que acortan el tiempo transcurrido
entre la denuncia y la sentencia.

9.3. INTEGRACIÓN ENTRE TRIBUNALES

Al enlazar electrónicamente todos los juzgados será posible intercambiar instantáneamente la


información de los casos. En España la mayor parte de los expedientes no llegan a salir nunca
del juzgado en el que se tramitan por primera vez. Apenas se recurren el 10% de las sentencias
dictadas por los juzgados civiles de primera instancia. Por otra parte, la agilidad en la
transferencia de los expedientes entre los diferentes tribunales es esencial para mejorar la
imagen de la justicia ya que los casos que generan mayor alarma social requieren la
colaboración y transferencia entre diferentes juzgados.

La segunda ventaja es que permite realizar estudios más profundos sobre la casuística judicial.
Posibilita acceder a toda la información desde un único punto, lo que permitirá realizar estudios

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mucho más profundos sobre las necesidades y las tendencias de la justicia. El análisis global de
esta información, puede desvelar las claves para definir el modelo judicial del futuro.

9.4. FIABILIDAD
La gestión electrónica de los expedientes permite reducir errores derivados de la gestión manual
de los casos, como pérdidas de documentos, los errores en la gestión del archivo o el
incumplimiento accidental de los plazos de tramitación. Esta mayor fiabilidad se ve reforzada
por las características de trazabilidad que proporcionan los sistemas digitales. Los errores serán
menos frecuentes y más fáciles de encontrar. Los sistemas informáticos proporcionan
mecanismos de seguimiento que permiten identificar quién y cuándo ha introducido el error en
el sistema.

9.5. GARANTÍAS PROCESALES


La gestión digital de los casos permite automatizar los procesos de comunicación entre las
partes, proporciona mayor agilidad y trazabilidad en todas las interacciones entre el juzgado y
las partes. Esta automatización permitirá reducir los defectos de forma, mejorar la calidad del
sistema judicial y proporcionar mayores garantías procesales a los ciudadanos.

9.6. TRANSPARENCIA
En un sistema digital todo queda registrado y todo es auditable. Las vistas orales son grabadas
y pueden ser consultadas por el juez durante la deliberación y por las instancias superiores
durante la evaluación de los recursos. Las grabaciones de las vistas orales son una gran
herramienta para la formación de abogados y jueces. Constituyen el punto de contacto más
importante entre el sistema judicial y los ciudadanos.
Todos estos beneficios contribuyen a resolver el mayor problema de fondo de la justicia
española, es decir, la confianza de los ciudadanos hacia el sistema judicial. El avance de la
justicia electrónica aportará mucho valor al sistema judicial y al conjunto de la sociedad.

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10. LOS COMPONENTES DE LA JUSTICIA ELECTRÓNICA

El mapa global de la justicia electrónica está formado por un núcleo que contiene
las herramientas informáticas de los juzgados y dos áreas periféricas con los sistemas de la
administración y los despachos profesionales.
Se espera que los propios despachos profesionales tomen la iniciativa de desplegar sus propios
sistemas informáticos o adopten herramientas comerciales, como por ejemplo Kleos.
Entre las herramientas de los jueces y los tribunales se encuentran cosas tan básicas como
los procesadores de textos y el correo electrónico. Este área incluye la conexión de los juzgados
a Internet mediante banda ancha lo que posibilita el acceso a bases de datos de jurisprudencia.
La instalación de sistemas de grabación de vídeo y de videoconferencia ha sido el cambio que
ocasionará un impacto mayor a largo plazo. Las vistas orales se graban de forma rutinaria en
prácticamente todos los juzgados. Probablemente, a corto plazo, los tribunales dispongan de
herramientas de movilidad, acceso remoto y compartición de archivos a través de la nube.

Los sistemas de gestión de la justicia constituyen todas las aplicaciones informáticas diseñadas
para gestionar la actividad de los juzgados.

Los sistemas de registro, seguimiento y gestión de pleitos se utilizan para gestionar el proceso
judicial, desde la entrada de un expediente en el juzgado hasta su resolución final. Estos
sistemas, almacenan los documentos relacionados con el caso y agregan nuevos documentos a
medida que avanza el proceso, como por ejemplo las grabaciones de las vistas orales. Estos
sistemas tienen la controlan los plazos del proceso y deben asistir a los empleados del juzgado
mediante flujos de trabajo y procedimientos de control. Los sistemas de gestión del tribunal,
controlan aspectos las agendas de trabajo y los inventarios de materiales. Se incluyen los
sistemas de gestión económicade los tribunales, a través de los cuales se controlan los
presupuestos, los gastos y la contabilidad.
La información gestionada por el tribunal está protegida mediante una capa de protocolos,
aplicaciones y sistemas de comunicación con el exterior, englobados bajo la denominación de
sistemas de comunicación entre los tribunales y las partes. Incluye el envío y recepción de
notificaciones electrónicas a las partes y el acceso de las partes a la información de sus
expedientes. En España el componente más visible de esta área es el portal LexNet. La
visibilidad exterior de este portal es tan enorme que algunos profesionales de los mundos de la

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justicia y la ingeniería identifican el portal LexNet con el concepto de justicia electrónica. La
realidad es que LexNet es una pequeña pieza de un entramado tecnológico mucho más
complejo. En todas las naciones que han incorporado sistemas de justicia electrónica, el
desarrollo siguió una estrategia de expansión desde el núcleo. Primero se diseñaron los sistemas
de gestión de la justicia y sobre ellos comenzaron a desplegarse los sistemas de comunicación.
Han transcurrido quince años desde el inicio del proyecto durante los cuales la tecnología ha
avanzado considerablemente. El concepto de justicia electrónica ha evolucionado de forma
notable en los últimos años. Los grandes desarrollos informáticos requieren tiempo y
estabilidad tecnológica.

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