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PABLO Y LA MISIÓN

Un Breve Análisis de la Estrategia para la Misión en sus Tres Viajes

Christian Dionisio Torres Ruiz


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Christian Dionisio Torres Ruiz

Pastor, Escritor, Teólogo y Educador.


Blog personal: http://jesed.wordpress.com

Mis frases más usadas:


- El que no vive para servir, no sirve para vivir.
- La vida no consiste en esperar que pasen las tormentas, sino en aprender
de Dios a bailar bajo la lluvia.

Titulo Pablo y la Misión


Sub-Titulo Un Breve Análisis de la Estrategia para la Misión en sus Tres Viajes.

@2012 por Christian Torres / Epíteto: XTian TR ValHudos


1º Edición 2003/Sept-12.
Impresión 2012/Oct-31.
Editorial Ediciones Jesed

Impreso en Lima - Perú.

Publicación Electrónica disponible en:


http://www.obrapropia.com

Categoría Religión
Tema Teología / Eclesiología

Todos los derechos reservados.


Autorizada la reproducción de fragmentos citando autor y procedencia (fuente
bibliográfica).
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Yo nunca diría que se necesita de un llamado especial para ir a China. Con


los hechos frente a usted y con el mandamiento del Señor Jesús de ir y
predicar el evangelio a cada criatura, más bien usted lo que necesita
averiguar es si tiene un llamado especial para quedarse en casa.

James Hudson Taylor (1832-1905)


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PABLO Y LA MISIÓN
Un Breve Análisis de la Estrategia para la Misión en sus Tres Viajes

INTRODUCCIÓN

El tema de la Misión de Pablo a los gentiles, sus métodos y


sus estrategias, no es profundizado en nuestras Iglesias
locales, probablemente hay una falta de visión, por los no
alcanzados, o quizás no se ha llegado a entender el significado
real de la Misión, lo cual es lamentable, ya que es uno de los
aspectos más importantes dentro de la Iglesia.

Para los grupos cristianos la figura de Pablo adquiere una dimensión


y un significado especial por su testimonio de fe. Su gran fuerza
provenía de su fe en un creador, pero también en sí mismo, en su
propia capacidad de realizar una misión en esta tierra. Con humildad,
pero con firmeza, defendió sus ideales y tomó el camino de los
hombres libres que son capaces de entregar su vida en el servicio a
los demás.
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CONSIDERACIONES BIOGRÁFICAS

LA PERSONALIDAD DE SAN PABLO

Es tan compleja, tan rica y tan variada en matices, y por otra parte
es tan transcendental en la historia bíblica cristiana, que es necesario
un estudio afondo, no solo de su doctrina, sino también de su
persona, de la historia de su tiempo y de las circunstancias sociales y
religiosas en que vive.

La primera noticia que tenemos del apóstol Pablo en el Nuevo


Testamento se encuentra en el libro de los Hechos de los Apóstoles
con ocasión de la muerte de Esteban.

PRINCIPALES RASGOS DE SU VIDA

A Pablo lo conocemos mejor que a ningún otro apóstol o personaje


del Nuevo Testamento, por sus Cartas y por el Libro de los Hechos
de los Apóstoles, dos fuentes independientes, pero que se
complementan.

Según su propio testimonio nació en Tarso (Hch 22:3), capital de


Cilicia en el Asia Menor, hoy Turquía. Los padres de Pablo eran
judíos que vivían en Tarso; probablemente eran galileos que se
habían establecido allí a causa de alguna persecución.

No tenemos noticias precisas para determinar el año del nacimiento


de Pablo. Hay dos testimonios: en Hch. 7:58 se habla de un joven
llamado Pablo. En la carta a Filemón (9) se llama a sí mismo anciano.
Aunque no son dos datos determinantes, si que pueden servir para
calcular con cierta aproximación el año de su nacimiento que bien
pudo ser entre los años 5 y 10 de nuestra era. No sabemos el
nombre de sus padres. Sí que sabemos que tenía una hermana y que
un hijo de ésta le ayudaba en prisión.

EN TRES OCASIONES SE HABLA EXPRESAMENTE DE LA


CIUDADANÍA ROMANA DE PABLO
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- En Filipos, Pablo es azotado y amenaza con querellarse porque


han azotado a un ciudadano romano. Le piden excusas (Hch.
16:37-39).
- En Jerusalén, pronuncia un discurso ante el pueblo, y ante el
enfurecimiento de las masas apela a su condición de ciudadano
romano por nacimiento (Hch. 22: 25-29).
- En Cesárea del Mar, ante la lentitud del proceso que contra él se
sigue, ante Festo apela al tribunal romano (Hch 25, 11 -12).

EDUCACIÓN

Tarso gozaba de un ambiente cultural que le hacía rivalizar con


Roma y Atenas. También en el aspecto filosófico rivalizaba con
Atenas y Alejandría.

Cuando cumple la edad es enviado a estudiar a Jerusalén (Hch 22,


3). No sabemos el tiempo que le ocuparon los estudios. Tiene como
maestro al ilustre Gamaliel. Entre sus contemporáneos se distingue
por su celo por el judaísmo y por la fidelidad a las tradiciones
paternas que habían sido añadidas a la ley y a las que los fariseos
daban la misma importancia, el mismo valor, exigiendo su
cumplimiento (Gal. 1:4). Los saduceos, por el contrario, no
aceptaban las tradiciones, únicamente aceptaban lo que estaba
escrito en la ley.

Pablo, consciente de su fe y de sus exigencias, se ocupa de la


persecución de los cristianos, no tanto por odio hacia la nueva secta,
sino por el celo que le devora en ser fiel al judaísmo. Para ello recibe
cartas de sus jefes y se dirige a Damasco a fin de aniquilar al grupo
religioso recién nacido. Y en estas circunstancias es cuando tiene
lugar el milagro: su encuentro con Jesús en el camino de Damasco.
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CAPITULO I
ETAPAS DE LA MISIÓN PAULINA

Que Pablo haya sido un predicador itinerante no significa que haya


pasado de ciudad en ciudad en una carrera frenética. El esquema de
Hechos parece dejar esa impresión. Sin embargo se trataría más bien
de la idea teológica del biógrafo de Pablo que intenta mostrar la
realización del itinerario descrito al comienzo de su libro: "seréis mis
testigos en Jerusalém, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines
de la tierra" (Hechos 1:8). Por eso resulta suficiente decir, para
cerrar el relato, que Pablo había permanecido dos años en Roma
predicando con valentía y sin estorbo lo referente al Señor Jesús. No
importaba ya que había sido más tarde de la vida de Pablo, pues el
mensaje de la salvación ya había llegado gracias a él hasta la misma
capital del Imperio. Esta carrera apostólica podemos sintetizarla en
las siguientes etapas.

Su primer viaje misionero, junto a Bernabé y a Juan Marcos, abarca


la isla de Chipre, Panfilia y Licaonia. La característica de esta misión
viene dada por el público mixto al cual se dirige, formado por judíos
y prosélitos (por un lado) y paganos temerosos de Dios (por otro
lado). El éxito obtenido entre los no judíos desencadena la oposición
violenta de los judíos.

El segundo viaje abarca Licaonia, Tróade, Macedonia, Atenas,


Corinto, regreso a Antioquía por Efeso. Este viaje está motivado por
la visita de los centros ya evangelizados en el viaje anterior para
fortalecer la fe de esas comunidades. Pero es la ocasión de extender
la misión al suelo europeo. En medio de persecuciones y cárceles
funda allí las comunidades de Filipos, Tesalónica y Berea. Las cartas
a los Tesalonicenses muestran el entusiasmo de esas jóvenes
comunidades, y la dirigida a los filipenses muestra el cariño especial
que Pablo conservará por esa comunidad.

La predicación en el Areópago de Atenas es un ensayo de Pablo de


evangelizar a la religiosidad y filosofía pagana, dialogando en el
terreno de éstas. El discurso no es un fracaso y, pasando a Corinto,
Pablo se decide en adelante no predicar otra cosa que Jesús el
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Cristo, y éste crucificado (1 Co 2,2). Su permanencia en Corinto fue


muy importante, porque recién allí Pablo se tuvo que enfrentar con
la vida pagana, residualmente presente en los creyentes. Día tras día
Pablo tendrá que elaborar la moral cristiana.

En su tercer viaje se detiene largamente en Efeso. Allí encuentra a


un grupo de seguidores de Juan el Bautista, que fueron instruidos
parcialmente en la doctrina de Jesús por un alejandrino llamado
Apolo. Sin embargo, éstos no habían llegado al bautismo en nombre
de Jesús y a la recepción del don del Espíritu. Apolo será adoctrinado
por el matrimonio colaborador de Pablo: Aquila y Priscila (1 Co
16,12).

Hechos 19:23 ss relata el motín organizado en aquella ciudad por los


orfebres que veían en el apóstol una amenaza para su trabajo y para
toda la infraestructura implicada detrás del Artemision: "ese Pablo
persuade y aparta a mucha gente diciendo –que no son dioses los
que se fabrican con las manos. Y esto no solamente trae el peligro
de que nuestra profesión caiga en descrédito, sino también de que el
templo de la gran diosa Artemisa sea tenido en nada y venga a ser
despojada de su grandeza aquella a quien adora toda el Asia y toda
la tierra". La furia que habría tenido el motín descrito podemos
imaginarla a partir de la comparación con el fervor con que los
efesios habían reconstruido el presente Artemision después del
incendio que había destruido el antiguo. Dicho de otro modo, se
interpretó la predicación de Pablo como un atentado contra una de
las siete maravillas del mundo antiguo.
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CAPITULO II
ESTRATEGIA MISIONERA

Distinta es la impresión que deja el testimonio epistolar de Pablo. Los


viajes son solamente traslados de un centro urbano a otro, en donde
el apóstol se detiene largamente para anunciar el evangelio y poner
bases sólidas para que las comunidades lleguen a ser maduras y
autosuficientes. Más que por viajes, la misión está caracterizada por
la permanencia en algunas grandes ciudades, como Filipos,
Tesalónica, y sobre todo Corinto y Efeso, verdaderos centros de
irradiación del evangelio en las regiones respectivas.

Por tanto, debemos considerar en el modo de proceder de Pablo que


lo que él emprendió ha sido una misión exclusivamente urbana. No
podía ser de otra manera, pues únicamente las ciudades mediante
las calzadas romanas o por vía marítima. Además, sólo en los
grandes centros urbanos podía ser comprendida la koiné griega
hablada por los misioneros. Las ciudades importantes se
transformaban, luego, en centros desde los cuales se podía irradiar
el mensaje evangélico a localidades más pequeñas, como sucedió
con Cencreas, junto al importante puerto de Corinto, y Colosas y
Laodicea, junto a Efeso.

Hechos presenta toda la labor evangelizadora como una obra del


Espíritu, hasta el punto que lo hace responsable hasta del itinerario
seguido por Pablo: "Estando ya cerca de Misia, intentaron dirigirse a
Bitinia, pero no se lo consintió el Espíritu de Jesús. Atravesaron,
pues, Misia y bajaron a Troáda" (Hch. 16:7-8). Debemos reconocer
que, sin embargo, el itinerario respondía ciertamente a un proyecto
elaborado por el apóstol. La opción de Pablo recaía en localidades
donde no había llegado el anuncio del evangelio: "he tenido como
punto de honra no anunciar el evangelio sino allí donde el nombre de
Cristo no era aún conocido, para no construir sobre cimientos ya
puestos por otros" (Rom 15,20). Se sentía llamado a llevar el primer
anuncio y fundar nuevas comunidades, desplazando el señorío del
Resucitado cada vez más lejos.
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En efecto, su misión no era convertir a cada individuo, sino la de


establecer la nueva fe en los principales puntos de la oikoumene
grecorromana. Cuando proclamaba en una ciudad el nombre del
Señor Jesús, dándolo a conocer mediante su predicación, tomaba
posesión de esa ciudad para su Señor. Era secundario si los
ciudadanos lo sabían o no. El que lo reconocía se sumaba mediante
la alabanza a la proclamación ya realizada. En una palabra, la misión
paulina tenía como destinatarios a los pueblos, de los cuales, en lo
posible, ninguno debía quedar excluido.

Hechos nos muestra a Pablo comenzando siempre la evangelización


de cada ciudad a través de la predicación en la sinagoga local y, una
vez rechazado, dirigiendo su mensaje a los gentiles, mejor
dispuestos que los judíos. Pero muy probablemente estos gentiles lo
escuchaban en la misma sinagoga. Así sucede en Antioquía de
Pisidia: "Al salir les rogaban que les hablasen sobre estas cosas el
siguiente sábado. Disuelta la reunión, muchos judíos y prosélitos que
adoraban a Dios siguieron a Pablo y a Bernabé" (Hch. 13:42-43). Lo
mismo en Tesalónica: "Pablo, según su costumbre, se dirigió a ellos
y durante tres sábados discutió con ellos basándose en las
Escrituras, explicándolas y probando que el Mesías tenía que padecer
y resucitar de entre los muertos y que "este Mesías es Jesús, a quien
yo os anuncio". Algunos de ellos se convencieron y se unieron a
Pablo y Silas así como una gran multitud de los que adoraban a Dios
y de griegos y no pocas mujeres principales" (17:2-4).

No podemos extrañarnos, entonces, de las numerosas sanciones


sinagogales que sufrió Pablo, y que él mismo recuerda como gloria
de su apostolado: "cinco veces recibí de los judíos cuarenta azotes
menos uno. Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado" (2
Co 11,24-25). Estos azotes indican hasta que punto fue considerado
como un competidor desleal y peligroso al que se respondía con
agresividad.
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CAPITULO III
ASPECTOS SOBRE LA ORGANIZACIÓN

Qué implicaba ser predicador itinerante en los tiempos de Pablo


podemos saberlo a partir de sus propios testimonios, pero llegamos a
imaginarlo con más precisión cuando conocemos con más detalle las
condiciones de viaje disponibles por entonces.

Los romanos habían dado una perfección no igualada hasta el


momento a la red de caminos construida sobre las huellas de las
antiguas pistas de caravanas. Antioquía era un centro de primera
importancia en esta red. No es extraño, entonces, que haya sido la
plataforma operativa de la misión entre los paganos. Pablo partió de
allí, y allí regresó en sus distintos viajes misioneros. La Vía Egnatia
(que unía Roma con Bizancio) fue recorrida por Pablo en el tramo
Filipos - Anfípolis -Apolonia - Tesalónica. Y al llegar cautivo a Roma
transitó la célebre Vía Apia, pasando por Foro de Apio y Tres
Tabernas.

En los caminos, cada 25 millas (la distancia que se podía llegar a


recorrer a pie por día) un puesto de guardia garantizaba seguridad a
los viajeros, aunque no su comodidad. Eso apenas importaba,
porque lo únicamente temible eran los bandidos, que sobraban por
aquellos tiempos. Pero, de todos modos, cualquier medida parecía
insuficiente para frenar la delincuencia generalizada.

Había que contar, además, con las manadas de lobos que, en las
montañas entre Capadocia y Siria, obligaban a los viajeros a cerrar
filas. Por eso Pablo recordará sus viajes frecuentes como una fuente
constante de sufrimiento en su apostolado: "peligros de ríos; peligros
de salteadores; peligros de los de mi raza; peligros de los gentiles;
peligros en ciudad; peligros en despoblado" (2 Co 11:26).

Es preciso haber recorrido las vastas regiones de la planicie central


de Turquía para apreciar en su justo valor los esfuerzos físicos, sin
hablar de la tensión espiritual, que tuvo que desplegar Pablo para
llevar el mensaje de la salvación de provincia en provincia. Siria y
Anatolia imponen a los viajeros largos recorridos. El relieve tan
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accidentado, los cambios bruscos de temperatura entre la ribera del


mediterráneo y el clima continental del interior, con veranos tórridos
e inviernos helados, añadían nuevas dificultades al camino.

La navegación, tan intensa en todo el Mediterráneo, no ofrecía más


seguridad y comodidad a los viajeros. Algunas embarcaciones de alta
mar podían llevar varios centenares de pasajeros, como destaca
Hechos 27:37 respecto a las 276 personas que viajaban en el barco
que llevaba a Pablo prisionero a Roma.

Un viajero debía esperar para embarcarse a que el viento comenzara


a soplar, y de lo mismo dependía la velocidad que podía alcanzar la
nave. Por tanto siempre era muy difícil calcular el tiempo de duración
de los viajes. Así, de Ostia (el puerto de Roma) a Alejandría el viaje
duraba de 8 a 9 días con buen tiempo; con mal tiempo hasta 50
días. Y puesto que el invierno, era la peor época para embarcarse,
los barcos permanecían anclados donde los sorprendía el invierno.
Embarcarse era arriesgarse al naufragio, como le ocurrió a Pablo en
su viaje a Roma: "El centurión daba más crédito al piloto y al patrón
que no a las palabras de Pablo. Como el puerto no era a propósito
para invernar, la mayoría decidió hacerse a la mar desde allí, por si
era posible llegar a Fénica, un puerto de Creta que mira al suroeste y
al noroeste, y pasar allí el invierno" (Hch. 27:11-12).

Una vez llegado a su destino, se imponía la exigencia de encontrar


alojamiento. De hecho, el apóstol encontró a menudo familias que le
dieron hospedaje. Estas mismas casas, una vez que hubiese partido
Pablo, se convertirían en centros de reunión de las comunidades
formadas. Los saludos incluidos en las cartas nos permiten conocer a
algunos de los dueños de aquellas primeras casas - iglesias: desde
Efeso "envían muchos saludos, en el Señor, Aquila y Prisca, junto
con la Iglesia que se reúne en su casa" (1 Co 16,19); junto a
"Filemón, a la hermana Apfia, a Arquipo", se reunía una iglesia en su
casa (Flm 1-2).
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CAPITULO IV
VIAJES MISIONEROS DE PABLO

PRIMER VIAJE: ASIA MENOR VÍA CHIPRE

La Iglesia de Antioquía separó a Pablo y a Bernabé para un nuevo


ministerio, acompañados de Juan, salieron al primer viaje misional
(47-48 D.C.) del puerto de Seleucia hacia Chipre, donde ya se había
fundado la Iglesia. Luego navegaron a Perge de Panfilia y de allí
Juan regresó a Jerusalén. Haciendo una gran gira por Galacia al sur,
establecieron Iglesias en Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe.
Regresaron por las ciudades de Asia y volvieron a Antioquía de Siria
donde informaron a la Iglesia. Su estrategia durante esta misión en
Asia fue predicar primero en las Sinagogas de cada ciudad, y cuando
era necesario salían a predicar entre los gentiles. Así se añadían a la
Iglesia muchos miembros más. Algunos piensan que Pablo escribió
Gálatas en este tiempo.

SEGUNDO VIAJE: EUROPA VÍA ASIA MENOR

El segundo viaje lo emprendió con el objeto de confirmar las Iglesias


que habían establecido en el viaje anterior. En esta ocasión se hizo
acompañar de Silas, cuando llegaron a Listra invitaron a Timoteo a
unirse a ellos. Después de predicar en Frigia y Galacia del norte.
llegaron a Troas, donde Pablo tuvo la visión del varón Macedonio y
donde se les juntó Lucas el médico. Atravesaron Macedonia y
fundaron Iglesias en Filipos, Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto.
Desde Corinto Pablo escribió, 1 y 2 e Tesalonicenses a la joven
Iglesia donde había tenido un breve pero eficaz ministerio hacía
pocos meses. Después de un año y medio en Corinto, regresó a
Antioquía de Siria pasando por Efeso y Cesarea.

TERCER VIAJE: EFESO Y MACEDONIA

A pesar de las Iglesias que fundó, de los convertidos que congregó,


de los milagros que obró y de las innumerables pruebas que soportó,
Pablo no estaba dispuesto a dormir sobre sus laureles, y emprendió
su tenaz viaje. Comenzó volviendo a las regiones de Galacia y Frigia,
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donde confirmó a los discípulos y los instruyó respecto de la ofrenda.


Este tercer viaje misional (53-58 D.C.) tiene especial interés por el
prolongado ministerio del Apóstol en Efeso: "Todos lo que habitan en
Asia, Judíos y Griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús..." Hch.
19:10.

Seguramente el alcance del ministerio de Pablo se extendió a través


de los que se convirtieron en este importante centro comercial y
cultural de la provincia de Asia.

Algunos creen que en esta ocasión escribió Filipenses y tal vez otras
epístolas como las de Corintios y Romanos entre otras.

VIAJE A ROMA

En Jerusalén Pablo fue apresado por los Judíos quienes estaban


celosos por el ministerio que el gran Apóstol había realizado entre los
gentiles (58 D.C.), de allí fue trasladado a Cesarea donde presentó
su defensa ante el Gobernador Félix, ante su sucesor Festo y ante el
rey Agripa. Al fin apeló al Emperador Romano. (58-60 D.C.).

Después de un viaje azaroso en el cual naufragó la nave en que


viajaban, llegó a Melita donde los habitantes del lugar consideraban
que era un "dios" por cuanto había escapado al veneno de una
víbora. Por último llegó a la capital del Imperio y permaneció
prisionero durante dos años en una casa alquilada. Durante esta
reclusión recibió visitas, pudiendo así continuar su ministerio, en este
lapso es probable que escribiera Efesios, Colosenses, Filemón y
Filipenses. Hay una opinión de que Pablo fue puesto en libertad y
realizó visitas a otras ciudades como Colosa, Filipos, Nicópolis,
Mileto, Creta, Troas, Efeso. Finalmente fue nuevamente apresado
por Nerón y decapitado. (67 D.C.)
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BIBLIOGRAFÍA

BADENAS, Roberto. Pablo y la Ley.

BARCLAY, William. El Pensamiento de San Pablo (Trad. Teresa


Alvarado). Buenos Aires, Argentina: La Aurora, 1958.

GONZÁLEZ, Justo. Historia del Pensamiento Cristiano (Tomo


I). Buenos Aires, Argentina: Methopress, 1965, págs.
169-183.

MEYER, Frederick Brotherton. Pablo. El Paso, Texas: Casa Bautista,


1935.

POLLOCK, John. El Apóstol. Miami: Vida, 1989.

SANDERS, J. Oswald. Pablo el líder. Miami: Vida, 1986.

STALKER, James. Vida de Pablo. Costa Rica: Caribe: 1893.

RIDDERBOS, Herman. El pensamiento del Apóstol Pablo (Trad.


Juan Van Der Velde). Buenos Aires, Argentina:
Ediciones Certeza, 1979.
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Christian Torres

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COMISIÓN LITERARIA
Creada el 31-Oct/2002
Por la Asociación Benéfica ‘Mision Jesed’

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