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El sistema penitenciario.

Medidas preventivas y no privativas de


libertad.
Autores/as: Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito
Título completo: Medidas preventivas y no privativas de la libertad. El sistema
penitenciario. Manual de instrucciones para la evaluación de la justicia penal
Editorial: Organizaciones de las Naciones Unidas
País: Estados Unidos
Año: 2010
Nº de páginas: 62
Disponible en: http://www.unodc.org/documents/justice-and-prison-
reform/crimeprevention/The_Prison_System_Spanish.pdf
Palabras clave: administración penitenciaria, sistema carcelario, medidas preventivas y
no privativas de libertad.

Objetivo
Proporcionar las herramientas generales para la evaluación de los mecanismos
utilizados en el sistema penitenciario para su correcto funcionamiento en concordancia
con las Reglas mínimas para el tratamiento de reclusos establecidas por la Organización
de las Naciones Unidas, así como por los distintos tratados internacionales para el
tratamiento de personas en reclusión, incluyendo menores de edad y los códigos de
conducta de los funcionarios públicos encargados de hacer cumplir la ley.

Resumen del contenido


La prisión puede considerarse como la última fase del proceso de justicia penal, que
comienza con la comisión del delito, prosigue con la instrucción del caso, el arresto de
los sospechosos, su detención, el juicio y, por último, termina con la sentencia. La
magnitud de la población carcelaria viene determinada por la forma en que el sistema
de justicia penal enfrenta a los delincuentes, lo que a su vez repercute de manera
significativa en la gestión de los centros penitenciarios.

Por todo ello, al evaluar el sistema penitenciario será preciso tener en cuenta que
la gestión eficaz y las condiciones satisfactorias de las cárceles no dependerán
únicamente de las autoridades penitenciarias. Lo que ocurra en las cárceles estará
intrínsecamente relacionado con la gestión del sistema de justicia penal en su conjunto
y con las presiones que reciba dicho sistema de parte de los políticos y los ciudadanos
en general. Por esa razón, cualquier intento de reforma del sistema penitenciario
deberá formar parte de un programa amplio dirigido a hacer frente a los desafíos que
plantee la totalidad del sistema de justicia penal.
Ahora bien , todos los servicios penitenciarios deberían regirse por un conjunto
de principios claramente definidos, los cuales han de figurar en la legislación
fundamental a la que estén sujetos los servicios penitenciarios, es decir, la ley
penitenciaria u otras leyes equivalentes. La manera de aplicar esos principios en la
práctica debería quedar definida en el derecho derivado, como el reglamento de
prisiones, que pueden complementarse con otros reglamentos penitenciarios más
específicos. Cuando los orígenes de los servicios penitenciarios de un país se remontan
a la época colonial, es posible que conserven, íntegra o parcialmente, vestigios de la
“legislación colonial”. Muchas de esas disposiciones pueden haber quedado obsoletas
o resultar irrelevantes en el contexto actual. Además, la mayoría de ellas habrá sido
redactada antes de la entrada en vigor del marco de normas internacionales de
derechos humanos que rigen la detención y el tratamiento de los reclusos. Además,
para asegurar una gestión humanitaria de los sistemas penitenciarios, es preciso, que
las políticas y la legislación nacionales respeten las diversas normas internacionales
adoptadas, para garantizar la protección de los derechos humanos de los reclusos y
que el tratamiento dispensado a ellos esté dirigido a garantizar, con carácter prioritario,
su reinserción social.

Debido a ello, este manual se basa en las Reglas mínimas de las Naciones Unidas
para el tratamiento de los reclusos, junto con otras observaciones tomadas de los
siguientes manuales: “Manual de buena práctica penitenciaria” (Reforma Penal
Internacional: 2000); “Los derechos humanos y las prisiones, Manual de normas
internacionales de derechos humanos para funcionarios de instituciones
penitenciarias”, de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, Ginebra, 2000; “A Human Rights Approach to Prison
Management”, Centro Internacional para Estudios Penitenciarios, Andrew Coyle, 2002;
y “Managing Prisons in a Time of Change”, Centro Internacional para Estudios
Penitenciarios, Andrew Coyle, 2002.

El texto abarca todas las cuestiones relacionadas con la administración del


sistema penitenciario y el tratamiento de los reclusos. Se centra principalmente en los
reclusos ya condenados y en la gestión de las instituciones penitenciarias que los
albergan, en el marco de un sistema penitenciario formal. Por lo tanto el objetivo de
este manual es ofrecer una serie de instrucciones para la evaluación de la justicia
penal.

Para lograr dicho objetivo, el manual se divide en siete secciones, al final de los
cuales se adjuntan dos anexos, conteniendo éstos lo siguiente:

En el primer capítulo “introducción”, se presenta el contexto en el cual se crea


este manual y explicando una serie de consideraciones especiales relativas a las visitas
a las prisiones. La importancia sobre esto último, estriba en que las visitas a las
prisiones pueden arrojar luz sobre cómo se desarrolla la vida entre rejas. Sin embargo,
dicha visión no es completa y por ello se hace preciso verificar la información
abundantemente fuera de la prisión (con organizaciones no gubernamentales,
instituciones de defensa de los derechos humanos, personal médico de los hospitales,
capellanes de prisiones y otros grupos que visiten la cárcel, antiguos reclusos y
personal penitenciario). Con todo, un observador bien informado podrá descubrir
indicios que le permitirán hacerse una idea de las relaciones existentes dentro del
centro penitenciario y del enfoque adoptado por las autoridades respecto de las
personas a su cargo. Por lo tanto, las visitas a las prisiones resultan extremadamente
útiles para comprender el estilo de administración del servicio penitenciario, aun
cuando sea poca o nula la posibilidad de hablar con los reclusos.

En el segundo capítulo “sinopsis: estadísticas y datos generales”, partiendo de


que la recopilación de datos sobre la justicia penal puede aportar una idea general
sobre la población carcelaria y sobre la capacidad general del sistema de justicia penal
del país objeto de evaluación, se exponen las fuentes de información escritas que
pueden aportar este tipo de información así como los organismos que dispondrán de
ella. Cabe entender, que la elaboración de políticas y la formulación de estrategias de
intervención eficaces requieren datos de referencia precisos. En muchos países los
datos no son exactos, es decir, no es posible verificarlos objetivamente o no existen).
Conviene subrayar en todo momento la importancia de disponer de datos de probada
exactitud o de que al menos se indique cuando no lo sean. Por lo tanto, es
imprescindible obtener información de diversas fuentes y determinar la metodología
utilizada para la recopilación de datos y la cobertura geográfica de la información
facilitada. Por todo ello, el documento aporta una serie de datos que sirven para
fundamentar recomendaciones sobre intervenciones de asistencia técnica. Dichas
información hace referencia al panorama general del país y del sistema penitenciario, a
la población carcelaria y a su perfil, y a la calidad de los datos.

En el tercer capítulo, “Marco jurídico y reglamentario: el derecho y la práctica”, se


presentan algunos documentos que constituyen las principales fuentes de información
para conocer el marco jurídico y reglamentario por el que se rige el sistema
penitenciario. Se recomienda consultar esa legislación y remitirse al marco de derecho
internacional y regional para detectar cualquier discrepancia o incoherencia. Sin
embargo, lo que figura sobre el papel a menudo no se refleja en la práctica. En
numerosos países, se puede constatar que las leyes en sí mismas son buenas pero su
aplicación resulta deficiente.

El cuarto capítulo, “Administración de prisiones”, explora aspectos del sistema


carcelario, tales como el ingreso y la evaluación, las condiciones de vida: alojamiento,
higiene, vestimenta, alimentación; la asistencia sanitaria: el acceso, y el personal
sanitario; el contacto con el mundo exterior; el régimen carcelario: individualización,
educación, orientación, formación profesional, trabajo y programas de orientación y de
tratamiento de conductas delictivas. También el ocio, apoyo y asistencia religiosos o
espirituales, preparativos para la puesta en libertad; la vigilancia y seguridad: medidas
de seguridad, disciplina y sanciones; procedimientos de presentación de quejas.

El quinto capítulo “categorías especiales de reclusos” trata la temática de los


menores, las mujeres, enfermos mentales, grupos predominantes, presos condenados
a cadena perpetua o a penas de prisión de larga duración y presos condenados a
muerte.

El sexto capítulo “Sistema de administración”, orienta al evaluador en lo referente


a la administración del sistema penitenciario, más concretamente en lo que respecta a
la gestión de las instalaciones penitenciarias que acogen a reclusos condenados.

Finalmente, el capítulo siete “colaboración y coordinación” es fruto de la


necesidad de fomentar la coordinación entre los distintos órganos de justicia penal, así
como entre los servicios penitenciarios y los servicios públicos de protección social y de
salud del sector civil para que resuelvan de consuno las dificultades que plantea la
reforma penitenciaria.

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