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Locura y feminismo: viajes de sujecién y resistencia Dau Garcia Dauder", Grecia Guzman Martinez” Introduccién 18 viajes son recorridos 0 itinerarios que Jlevan de un lugar a otro; utilizados como metdfora, indican también un estado de “conciencia alterada”. La artista y enferme- ra inglesa Mary Bames ingresd a los 42 afios en la comunidad terapéutica Kingsley Hall a cargo de Ronald Laing, Tras afios de doloroso periplo con la “esquizotrenia” y su resurgimiento, en 1971, Bares docu- menté lo vivid en un elésico de la antipsi- quiatria que lleva el nombre de Viaje a tra vés de la locura, Dos décadas después, en 1990, se publicé The loony-bin trip (recien- temente traducido como Viaje al manico mio). En esta obra, Kate Millet, reconocida activista del feminismo radical de la segun- da ola, detalla su recorrido a través de mal- tiples violencias psiquitricas y medicacio- nes forzadas denunciando cémo “la psiquiatria se ha apoderado de la locura’ (Garcia Puig, 2019) Ambos viajes desvelan trayectorias, pero también relatos biogréficos y conscientes sobre los vaivenes entre lo individual y lo institucional; las opresiones y las resisten- cias de “sujetos-sujetados” (Butler, 2001) Tal como desde la psiquiatria fue posible sujetar histéricamente a las mujeres a tra- vés dela etiqueta de “locura”, ésta misma les permitié convertirse en sujetos de agencia. Bajo este “doble efecto”, alocu- raha sido comprendida como consecuen- cia de la opresién, pero también como una via de protesta En este contexto, utilizamos el témino “locura", no en el sentido que le ha otor- gado la medicina modema occidental, sino como un concepto cargado de hi ria, de biografias y de posibilidades de resignificacién que lo distancian de las connotaciones de la "patologia” ola “en- fermedad”. Ejemplo de dicha re-apropia- cién conceptual son las recientes celebra- Orgullo loco, colectivo 'sta feminista der@urjces ab.ca Bi Atopos 57 alocuraha sido des- definida conlo femenino. Cor no fue un tema ‘eministas 58 Atopos Ill ciones del Orgullo Loco, junto con la consigna de que “El orgullo (lo}cura”, por parte de sobrevivientes de la psiquiatria o istas “en primera persona”. Luego de siglos en aparente silencio, personas atra- vesadas por la etiqueta de la locura se po- sicionan como agentes criticos hacia sus propios procesos. Sin dud, parte de estas reivindicaciones son herederas del arduo trabajo de los mo- vimientos activistas que actuaron de la mano de la anti-psiquiata, la psiquiatia crttca y la psiquiatria democrética por aca- bar con la estructura manicomial. No obs- tante, tal esfuerzo se mantuvo generaimen- te omiso hacia una cuestidn también ignorada por la psiquiatria biomédica: mu- cho del malestar estaba provocado por opresiones estructurales de género, que no sélo se omitian en la clinica y en la interven- ién psiquidtrica, sino que se reprodcia Retomamos, pues, ala locura consideran- do sus lugares dentro de la institucién y sus ejercicios colectivos de resistencia, pero no como sise tratase de una historia eutra: resaltamos que la locura ha sido desde siempre definida en estrecha rela- cin con lo femenino. Con razén no fue un tema ajeno a los movimientos femini Si bien éstos no denunciaron firmemente las violencias sobre las mujeres en la insti- tucién psiquistrica, si potenciaron las po- sibilidades de agencia, resignificando la patologia como malestar, atendiendo di- rectamente alas experiencias atravesadas por el género y apostando por proyectos de emancipacion Partiendo de aqui, nos preguntamos, en primer lugar, gpor qué al feminismo le im- porta la locura? y, en el mismo sentido, {por qué a la locura le importa el feminis- mo? Tales cuestionamientos no podian sino llevamos a releer una de las grandes consignas del movimiento feminista: lo personal es politico; junto con sus derivas terapéuticas: los grupos de autoconcien- cia y la psicoterapia feminista. Concluimos nuestro propio viaje a través de la locura y el feminismo con una lectura de las. nativas politicas emergentes y resistentes a la psiquiatria biomédica desde las voces y experiencias en la primera persona del femenino plural Por qué la locura importa al feminismo Locura y feminidad! Alo largo de los siglos, el const cial patriarcal de la locura ha sido in mental en la subordinacién de las muje- res. Como el de brujeria, funcioné como régimen discursive que regulaba el ajuste de las mujeres a su rol. La enfermedad sustituyé al pecado 0 al demonio para controlar al "sexo débil” (Ussher, 1997), Desde la visién positivista cientifica, la lo- cura femenina era heredera del curso de ia bruja (Ussher, 1991). Asi, se puede esta- blecer un paralelismo, respecto al control social de las mujeres, entre la extensién de la brujeria y la epidemia de histeria, asi como entre la persecucién inquisitorial de las brujasy el tratamiento psiquiatrico mo- derno (Szasz, 1974). Dentro del pensamiento dualista occiden- tal, las mujeres han sido asociadas con lo rracional, la naturaleza, lo primitivo, el sexo y el cuerpo; mientras los hombres eran situados del lado de la razén, de la culturay de la mente, La asociacién de las mujeres con lo irracional ha contribuido al imaginario que ha enlazado la locura con la "naturaleza femenina”. A ello contribu y6 el pensamiento cientifico modemo y la institucionalizacién de la profesién médi- ca que, a través de sus practicas de exclu sién a mujeres, situaba a los hombres como tinicos sujetos legitimos de conoci- miento sobre el cuerpo y la salud. La per- secucién de sanadoras y comadronas, convertidas en brujas, eliminé los saberes y précticas de las mujeres, también su his- toria como “las madres” de la medicina moderma (Ehrenreich y English, 1988). Los médicos establecieron que las mujeres es- taban enfermas y que esa enfermedad era innata, derivada de la posesién de titero y ovarios. De este modo, habian eliminado la dualidad entre “enfermedad!” y “salud” en el sexo femenino (Ehrenreich y English, 1990). Si bien la época victoriana eliminé las ca- denas, el “experto cuidado del loco” legi- timé solo al experto médico masculine. A la vez que se excluia a las mujeres del po- der de sanar, la locura se convertia en si- nénimo de mujer: la “loca victoriana” (Showalter, 1985; Ussher, 1991), El mismo discurso que asociaba mujeres y locura (la relacién titero-cerebro), afirmaba su inca- pacidad e indeseabilidad para cualquier forma de ejercicio intelectual 0 practica profesional (especialmente si tenia que ver con la medicina). Asi, la mujer cientifi ca se convirtié en una "contradiccién en sus propios términos” (Rossier, 1992)... y en riesgo de enloquecer. ‘Como consecuencia de todo ello, la histo- ria de la ciencia y de la medicina es una narrativa de mentes masculinas que cono- cen naturalezas femeninas (Keller, 1991). E| modelo de salud, y de salud mental, ha sido androcéntrico, es decir, ha tomado como referente universal al sujeto mascu- lino; y, con ello, "Io femenino” se ha aso- ciado a Ia locura. Historiadoras y psicélo- gas 0 psiquiatras feministas han analizado a enferme! tituyé al pecad id suse El modelo de salud, y de salud mental, ha side androcéntri- co, es decir, ha to- no referen- te universal al sujeto Ilo, “lo femenino' se ha asc jiado a la Bi Atopos 59

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