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Prólogo1

Por Luciana A. Mellado

Como un árbol manco que da sombra, la poesía crece entre lo visible y lo invisible, entre lo
dicho y lo no dicho, y sobre todo en su intermitencia. Es ―sinónimo de vida, de vida en el
lenguaje; marca de intensidad suprema en el lenguaje, alejándolo de su ser primero: lenguaje
del poder‖ (Macky Corbalán, en Mellado, Maldonado y Baeza 2011: 1-2). Desde ese
distanciamiento, que tiende a ser conjuntamente lingüístico, epistemológico y político, se
rehúsa lo ordinario y se desconfía de los automatismos sociales de aquello que llamamos
realidad o normalidad. Por eso, en la lengua poética ―se pesa cada palabra, ya nada es común.
Ninguna piedra y ninguna nube sobre esa piedra. Ningún día y ninguna noche que le suceda.
Y sobre todo, ninguna existencia particular en este mundo‖ (Szymborska 1996: s.p.). Nada es
ordinario para la poesía que no cabalga con los estribos testimoniales del saber autoral. De
hecho, como en un iceberg, ―casi todo lo que sabe el autor queda por debajo del agua, no se
ve, sólo asoma una pequeña punta, pero lo que está debajo, lo no dicho, sostiene todo‖ (Cros,
en Mellado 2014: 7). Lo que no se dice es raíz de importantes sentidos que se precipitan en
torno a la pulsión comunicativa de esta antología, que espera dar a conocer la voz y la palabra
de poetas del sur argentino, pero sobre todo encontrar a nuevos lectores y lectoras dispuestos
a extraviarse y a volver la mirada hacia algunas luces y oscuridades de nuestro tiempo en
común, más allá de las geografías.

Los textos poéticos aquí reunidos pertenecen a cincuenta y un autores de la Patagonia


argentina, nacidos a lo largo del siglo XX, seleccionados según criterios subjetivos y
objetivos que se explican brevemente en este prólogo. La consulta por los escritores y
escritoras cuyas obras se consideran centrales para incluir en una compilación de la poesía
que se escribe en el sur de Argentina comenzó en el año 2017. Por distintos medios,
consultamos a poetas que son referentes por su trayectoria y producción en el campo literario
patagónico sobre los pares que no deberían faltar en una muestra de poesía. Las primeras
respuestas que recibimos, durante el primer semestre de ese año, estuvieron orientadas, en
gran medida, por el conocimiento y las preferencias personales. A través de ellas se trazó una
profusa nómina autoral que luego fue recortada y precisada bajo una pauta cuantitativa, la de
considerar y confirmar la cantidad de libros de poesía editados por los autores. Se decidió que
todos aquellos que integraran este volumen, tuvieran, además de la consideración de sus
1
En Patagonia literaria VI. Antología de la poesía del sur argentino, INOLAS: Potsdam 2019.

1
pares, al menos dos libros de poesía publicados.2 Así, la selección presentada da cuenta de un
filtro doble de validación: uno, conformado por el reconocimiento intersubjetivo de una
comunidad de escritores geoculturalmente situada; y otro, ajustado a la constatación objetiva
de la continuidad de un proyecto escritural público.3

Los nombres propios que figuran en este libro alumbran el rostro de sujetos que, múltiples y
escindidos, ofrecen en su escritura tanto sombras de ficciones como encarnaduras de lo real
(cfr. Mellado 2013: 3).4 Muestran que quienes vivimos en la Patagonia no somos aldeanos
ajenos al mundo, ni tampoco, en tanto sujetos, reclamamos una mismidad uniforme y
solitaria. Hablados por otros y otras, en permanente contacto, diálogo e intercambio, los y las
poetas de esta muestra integran una composición polifónica que resignifica la mundaneidad
de los textos escritos desde el sur de la Argentina, desde una perspectiva irreductible a
cualquier psicologismo.

Por su parte, la elección de los textos que integran esta antología implicó, además de la lectura
y la ponderación de la producción poética édita de los distintos autores, el contacto con todos
ellos, o con los familiares directos, en el caso de las poetas fallecidas, y el diálogo continuo
con la mayoría, que cooperó tanto para ofrecer el material bibliográfico, que no siempre es de
fácil acceso o disponibilidad, como para revisar la corrección de los poemas reproducidos. El
vasto corpus literario seleccionado permite, en parte, identificar distintas afiliaciones
discursivas. Por ejemplo, la que reúne la poesía de Liliana Ancalao con la de Viviana Ayilef,
por la compartida pertenencia a una semiosis espiritual y estética mapuche; la que liga la
escritura de Raúl Mansilla con la de Tomás Watkins y Sebastián González, tres integrantes
del histórico grupo literario neuquino llamado ―Celebrios‖, con coincidentes influencias de
lectura y juegos del lenguaje en los que sobresalen el sincretismo, la narrativización y la
experimentación poética; la que asocia la poesía de Macky Corbalán con las de Liliana

2
La inclusión de Irma Hughes de Jones constituye una excepción a este criterio cuantitativo ya que
esta autora, que nació y vivió en una zona rural de Gaiman, Chubut, no cuenta con dos libros
publicados, pero sí con un extendido reconocimiento de su obra entre los escritores de las primeras
generaciones, así como un documentado protagonismo en relación con la cultura y literatura galesa en
la Patagonia.
3
La accesibilidad de las fuentes constituye empíricamente un tercer filtro para la selección del
material, que incluye aquel que se encuentra disponible en distintos soportes y en lugares públicos,
para su consulta física o virtual.
4
Con el sintagma nombres propios, que aquí recupero, Graciela Cros da título originalmente a un
poema de su libro Mansilla (2010), donde advierte que ―detrás de un nombre propio / hay una
historia‖ (53), y detrás de ella ―hay elementos tangibles‖ (53), mientras que ―detrás de las
elucubraciones / suele haber paja / que arde / al primer fuego / que cruza‖ (53). Sus versos alientan la
reflexión sobre la historicidad y la abstracción como modos contrapuestos de abordar las experiencias
literarias, y expresan una preferencia compartida que le da sentido a este prólogo y a las breves
presentaciones bio-bibliográficas de cada autor incluidas en este libro.
2
Campazzo, Claudia Sastre y Fernanda Maciorowski, por la centralidad dada a la identidad de
género como temática, agencia y matriz de significación; la que relaciona la escritura poética
de Ariel Williams con la de Maritza Kusanovic, Andrés Cursaro y Martín Pérez, por el gesto
de intensa torsión del lenguaje en sus planos semánticos, fónicos y sintácticos, y los efectos
de implosión entrópica de la polisemia textual; o la que coliga la escritura de Rafael
Urretabizkaya con la de Julio Leite y Jorge Spíndola, por la inclinación conversacional
coloquial y la impronta social memorística de sus proyectos escriturales.

Más allá de estas relaciones, y de muchas otras que podrían advertirse desde distintos puntos
5
de vista, inmanentes, trascendentes o fenomenológicas, la muestra poética que este libro
ofrece exhibe la heterogeneidad como rasgo marcado y dominante; y dicha pluralidad afecta
las dimensiones temáticas, estilísticas y compositivas de los escritos. Esta reunión de voces,
como otra que he podido propiciar hace unos años, en carácter de compiladora, bajo el título
Máquina Sur. Poesía actual de la Patagonia (Buenos Aires: Poesía Argentina, 2013), no
busca, lombrosianamente, parecidos ni aires de familia entre poemas o poetas. Más que
arraigarse a la hipótesis de una uniformidad literaria, esta antología pretende propiciar
itinerarios de lectura que, plurales como el poder y los demonios, puedan problematizar
algunas categorías en torno a la escritura poética y a los modos de clasificarla y valorarla.

¿Qué tipo de poesía contiene este libro?, ¿poesía regional?, ¿poesía nacional?, ¿poesía
universal? ¿Qué significan estos términos? y ¿cuál es la fuente de su legitimidad
epistemológica? Más que dar respuestas unívocas que reincidan en la trivialización del tema,
apostamos a que cada lector y lectora ate y desate sus diccionarios desde la interpelación
siempre política a los mandatos de la lengua y a la escenificación posible de su libertad. La
Patagonia proyecta una imaginería histórica y discursiva, pero ello no replica forzosamente la
pertenencia de sus autores a una idéntica fratría. La patria, sí, es la infancia, pero es la lengua
materna quien nos pare, y la lengua literaria la que introduce la diferencia, la hendidura. El sur
tiene la densidad de lo real, pero solo madura en relaciones, en diálogos, en tensiones, en
tránsito. El otro que somos emerge en esta compilación como la zona de una experiencia
personal y colectiva que insiste en comunicar, con distintos resuellos, la distancia delirante
entre las palabras y las cosas, entre la boca que come y la que habla, desde la gravidez de un
suelo que expulsa y convoca, hiere y cicatriza, al mismo tiempo (cfr. Mellado 2013: 3-4).

5
Por ejemplo, una perspectiva que atienda a las imágenes de autor y sus políticas de escritura, en
relación con sus biografías, permitirá reconocer y distinguir, en la Patagonia, figuras raigales y figuras
nómadas, con diferenciales influencias de imágenes de la infancia y gravitaciones del suelo en el
pensar poético (cfr. Mellado 2018a: 101-118).

3
La multiplicidad de voces reunidas no deviene en atomización o aislamiento, sino en
contactos y cruces que conforman un potente entramado discursivo (cfr. Mellado 2018b: 301)
en el que la poesía de la Patagonia argentina emerge como la zona de un hacer comunicativo
que permite pensar la diferencia existente, tanto en términos epistemológicos como políticos,
entre hablar desde y hablar sobre, y más aún, la diferencia que existe entre decir y ser dicho o
dicha. El sur que se traza en las páginas de esta antología alude, más que a una referencia
territorial, al domicilio existencial desde donde múltiples sujetos discursivos desarrollan sus
potencialidades de enunciación poética, enmarcadas en su propia contemporaneidad (cfr.
Mellado 2015b: 269). Justamente, es la importancia de esta historicidad, personal y a la vez
social, el fundamento central para recuperar el criterio generacional en la organización del
material literario, que reúne los textos poéticos en dos grandes grupos: los pertenecientes a
autores de las ―primeras generaciones‖, y los producidos por las ―nuevas generaciones‖.

Si bien la literatura escrita en la Patagonia argentina tuvo tempranas expresiones ya en la


primera década del siglo XX, será recién en la segunda mitad de ese siglo, luego de la
provincialización de los territorios patagónicos y del acceso a los derechos de ciudadanía de
sus habitantes, cuando puede reconocerse un imaginario identitario regional y la
consolidación de un campo literario como escenario relativamente autónomo, que se
desarrolla según posiciones y reglas específicas, y un tipo particular de capital simbólico e
intereses (cfr. Mellado 2018a: 101). Los escritores del sur argentino construyen su propia
república de las letras desde afiliaciones con la cartografía literaria nacional e internacional.

Llamamos ―primeras generaciones‖ a aquellos escritores y escritoras de la Patagonia que


nacieron entre la primera y la sexta década del siglo XX, que comienzan a publicar en la
segunda mitad de ese siglo, manifiestan una creciente conciencia crítica respecto de la
escritura literaria como práctica estética con sus propias reglas de construcción y
funcionamiento, y se alejan progresivamente de la hasta entonces predominante heteronomía
o instrumentalización de la literatura, puesta al servicio de otras funciones discursivas, como
la testimonial, la etnográfica, la histórica o la didáctica. 6 Estas generaciones comienzan a
asumir, de distintos modos, la especificidad literaria en el trabajo con la materia verbal y en
sus contextos de producción, circulación y recepción. Ligados muchos de ellos al oficio
periodístico y al trabajo en la prensa, estos escritores llevan a cabo una importante tarea para
la formación de escritores más jóvenes, mediante la realización de históricos talleres, como

6
Los Encuentros de Escritores Patagónicos que comienzan a fines de los años 70 del siglo XX
constituyen uno de los espacios más relevantes donde los escritores de la región maduran, en diversas
reflexiones y polémicas, dicha conciencia crítica sobre sus producciones literarias.
4
los dictados por Graciela Cros y Luisa Peluffo en San Carlos de Bariloche, y por Bruno Di
Benedetto en Puerto Madryn, entre otros.7 También ejercen un importante rol en la difusión y
promoción literaria a través de proyectos y publicaciones encargados de divulgar
producciones artísticas patagónicas, como antologías, revistas y editoriales de la región.

Entre las antologías de poesía centradas en la producción de la región, y a cargo de los


escritores de estas generaciones, pueden nombrarse las siguientes: Poesía patagónica
(Neuquén: Subsecretaría de Educación y Cultura del Neuquén - Fundación Banco Provincia
del Neuquén, 1991), editada por Gerardo Burton; Marcas en el tránsito. Antología de poetas
jóvenes de Bariloche (Buenos Aires: Último Reino, 1995), coordinada por Graciela Cros;
Cantando en la casa del viento, poetas de Tierra del Fuego (Comodoro Rivadavia: EDUPA,
2001; y Editora Cultural Tierra del Fuego, 2014), recopilada por Niní Bernardello; Poesía/Río
Negro. Antología consultada y comentada. Volumen I (Viedma: Fondo Editorial Rionegrino,
2006) y Poesía/Río Negro. Las nuevas generaciones (Viedma: Universidad Nacional de Río
Negro y Fondo Editorial Rionegrino, 2015), compiladas y comentadas por Raúl Artola; y
Desorbitados. Poetas novísimos del sur de la Argentina (Buenos Aires: Fondo Nacional de
las Artes, 2009), coordinada por Cristian Aliaga.8

Por otra parte, entre las publicaciones periódicas creadas y dirigidas por estos autores se
encuentran: Hoja de Humo, que Juan Carlos Moisés edita, con títulos variables, entre 1977 y
1984, en la localidad chubutense de Sarmiento; Cavernícolas (No más ciudades planas), el
periódico mural bajo la dirección de Alberto Fritz, que se publica desde 1989 hasta 1996, en
la ciudad rionegrina de Viedma; Aldea, la publicación cultural y literaria aparecida en
Ushuaia, entre 1986 y 1994, con dirección de Alicia y Anahí Lazzaroni; la revista Coirón, que

7
Desde una óptica crítica, Ariel Williams reconoce que la experiencia de los talleres literarios ―fue de
todos modos muy enriquecedora para el movimiento poético patagónico. De esos talleres, de la trama
social productiva de prácticas innovadoras que en realidad constituyeron los talleres como fenómeno
colectivo, surgió una serie de excelentes poetas‖ (Williams 2008: s.p.).
8
La publicación de antologías crece notoriamente en la última década del siglo XX y primeras
décadas del XXI. Ellas trazan, además de la ponderación de corpus específicos, conceptualizaciones
de la literatura patagónica. A través de sus textos liminares, prólogos o epílogos, generalmente escritos
por poetas, se historiza la literatura del sur y se ofrecen claves y programas de lectura y escritura. Una
consideración aparte, aunque con obvias relaciones, merecen las antologías realizadas por
compiladores que no son poetas del sur argentino. Al respecto, pueden mencionarse, entre otras, las
siguientes cinco publicaciones, en orden cronológico de aparición: Abrazo austral. Poesía del sur de
Argentina y Chile (Buenos Aires: Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, 2000),
con selección a cargo de María Eugenia Correas y Sergio Mansilla Torres; Antología de poesía de la
Patagonia (Málaga: Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2006) y La frontera móvil.
Antología de poesía contemporánea de la Patagonia argentina (Barcelona: Carena, 2015), compiladas
por Concha García; Antología Federal de Poesía. Región Patagonia (Buenos Aires: Consejo Federal
de Inversiones, 2014), editada por Samuel Bossini; y Breve tratado del viento sur (Bogotá:
Escarabajo, 2016), publicada por Eduardo Bechara Navratilova.
5
se publicó en Neuquén, en 1983, con la dirección de Eduardo Palma Moreno; el sitio web
http://escritorespatagonicos.8m.com, que Raúl Mansilla dirigió desde el año 2000 al año
2005.9

Otro tipo de propuestas editoriales son las emprendidas, en la primera década del siglo XXI,
por Limón, en Neuquén, con la dirección de Andrés Kurfirst y la premisa de ―construir un
registro de la experiencia de la lengua‖;10 por El Camarote, que bajo la dirección editorial de
Ignacio Artola y la coordinación de Raúl Artola, publica la revista libro El Camarote. Arte y
Cultura desde la Patagonia, entre 2004 y 2010, en Viedma; y por Revuelto Magallanes
primero y luego por Espacio Hudson, a cargo de Cristian Aliaga, que, con sedes en distintas
ciudades de la Patagonia –entre ellas, Comodoro Rivadavia, Lago Puelo y Rada Tilly–, está
construyendo un profuso y valioso catálogo literario de escritores de la región. 11

De diferentes orígenes culturales y geográficos, nacidos o venidos al sur del país en diversas
coyunturas sociales, los poetas de estas primeras generaciones ―han dado ya obras de
relevancia que forman parte del corpus de la mejor poesía argentina contemporánea‖ (Aliaga
2009: 16). Sus biografías encarnan una pluralidad de sentidos biopolíticos y son atravesadas
por un fenómeno histórico: el exilio en Patagonia. El exilio interno o insilio, producto de la
última dictadura argentina y del terrorismo de estado, tiene un papel relevante en la
reconfiguración de los campos literarios del sur argentino, especialmente en la década de los
70. Los insiliados en la región, como Peluffo, Cros y Artola, entre otros, llegan a la Patagonia
siendo adultos, con experiencia formal en el ejercicio de la escritura, y deciden permanecer en
el sur argentino, donde producen la mayor parte de su obra. Estos insiliados, ―transplantados‖,
según Artola (2015: 327), son un importante componente en el desarrollo del campo cultural e
intelectual del sur del país, donde para ellos ―empezaba otro país‖ (Peluffo, en Mellado 2017:
3), ―la otra Argentina, la que no es Buenos Aires y es todo lo demás‖ (Cros 2013: 130). Las
experiencias y prácticas que ellos impulsan a partir de los años 70 con su llegada se enmarcan

9
Sobre las revistas literarias en el sur argentino, véase el dossier ―Un panorama de las revistas
literarias patagónicas‖. En El Camarote n.º 8, Viedma, diciembre de 2005-marzo de 2006, pp. 36 -51.
10
La cita de Kurfirst corresponde a una nota titulada ―La sociedad de los poetas insomnes‖, sin firma,
reproducida en el suplemento ADN Cultura del diario La Nación, el 5 de enero de 2008, disponible en
www.lanacion.com.ar/975580-la-sociedad-de-los-poetas-insomnes.
11
Actualmente, se ha ampliado el repertorio de editoriales patagónicas, entre las que pueden
nombrarse, sin ánimo de exhaustividad: ―Ediciones con Doble Zeta‖, de la ciudad de Neuquén,
dirigida por Mauricio Bertuzzi; ―Editorial La Grieta‖, de la ciudad de San Martín de los Andes,
conducida por Daniel Tórtora; ―Ediciones del Genpin‖, de la ciudad de Neuquén, coordinada por Raúl
Mansilla; ―Del Piche‖, de la ciudad de Trelew, a cargo de Celso Arancibia; ―Vela al Viento‖, de la
ciudad de Comodoro Rivadavia, encabezada por Rubén Gómez; ―Ediciones del Cedro‖, de la ciudad
de Gaiman, de Julia Chaktoura; ―Remitente Patagonia‖, de la ciudad de Trelew, dirigida por Pablo Lo
Presti, y ―Ruedamares‖, de la ciudad de Neuquén, fundada por María Cristina Ramos, entre otras.
6
en una pérdida de ingenuidad por partida doble: en un sentido político, pero también literario.
En esa década emerge en la Patagonia la ficción literaria, que aun con varios antecedentes no
era dominante hasta esos años (cfr. Uranga 2011: 69-70).

La migración política hacia la Patagonia de un gran número de integrantes de estas primeras


generaciones de escritores es un fenómeno importante cuantitativa y cualitativamente. Como
también lo es considerar que estos autores, nativos o migrantes, nacen cuando la cartografía
política administrativa del sur argentino era notoriamente lábil e inestable, ya en las figuras
legales con que la región se integraba al país, ya en el trazado de límites internos. En la
primera mitad del siglo XX, y ya entrada la década posterior, la Patagonia pasa de
considerarse territorio nacional a atravesar una provincialización tardía, iniciada a mediados
de los años 50 (cfr. Ruffini 2013), con las dos particulares situaciones del Territorio Nacional
de Tierra del Fuego, provincializado recién en 1991, y la Gobernación Militar de Comodoro
Rivadavia que, entre 1944 y 1955, incluye los territorios del sur de Chubut y del norte de
Santa Cruz.12 En 1960, ―el paralelo 42°, el que divide las provincias de Río Negro y Chubut,
se instala como un límite interno‖ (Núñez: 14), lo que deriva en dinamismos diferenciados
también en cuanto a las representaciones identitarias territorializadas.

Las primeras generaciones colaboran en una gradual autonomización relativa del campo
literario del sur argentino y favorecen condiciones para la profesionalización del escritor,
cuyas figuraciones son heterogéneas y abarcan desde la negación de cualquier especificidad
regional, patente en la idea de que escribir en el sur es ―como escribir en cualquier otro lugar‖
(Moisés 2004: 6), hasta la asunción de una singularidad local que impactaría en las prácticas
discursivas que acatan la llamada ley del coirón, impulsora del determinismo paisajístico (cfr.
Cros 2013: 133-137). Todo esto, ligado al conservadurismo cultural y político, preponderante
hasta mediados de los años 80, cuando el retorno de la democracia genera nuevas condiciones
para el desarrollo de las prácticas literarias, que devienen en dos cambios sustanciales en la
producción poética patagónica: por un lado, la ruptura con la estética regionalista; y por otro,
el inicio de la predominancia de la poesía como género y principio constructivo (cfr. Williams
2008: s.p.).

Los poetas de las ―nuevas generaciones‖ nacen a partir de los años 70 del siglo XX y
comienzan a publicar en algunos casos a fines de los años noventa y centralmente a partir de
la primera década del siglo XXI, luego de la crisis argentina del año 2001 que origina, entre
12
Cfr., al respecto, Ciselli, Graciela y Susana Torres (2007) ―La Gobernación Militar de Comodoro
Rivadavia 1944 – 1955. Un análisis exploratorio‖, en Bona, Aixa y Juan Vilaboa. Las formas de la
política en la Patagonia. El primer peronismo en los Territorios Nacionales, Buenos Aires, Biblos.
7
tantos efectos sociales, el estallido, la fragmentación y dispersión del campo cultural y
literario patagónico. La crisis nacional produjo en este ámbito dos efectos centrales: la
multiplicación de escenarios y proyectos culturales independientes que visibilizaron los
márgenes más allá de la cultura oficial; y el cambio en la imagen hegemónica del poeta, que
pasó de centrarse en la exterioridad de la exposición pública a la interioridad de la relación
con la propia obra (cfr. Williams 2008: s.p.). Identificados en una categoría generacional, en
el subtítulo de la antología de Raúl Artola denominada Poesía/Río Negro. Las nuevas
generaciones (2015), y descritos por Cristian Aliaga como ―vandálicos y antropófagos‖
(2009: 11) en el prólogo de su compilación Desorbitados. Poetas novísimos del sur de la
Argentina (2009), estos escritores, muchos de los cuales están incluidos en las dos antologías
antedichas, ―forman parte de una anti tradición en ciernes, que trae atisbos de una mirada
potente, construida sobre la ambigüedad y la pluralidad, re-masticada, pasada por la propia
voracidad y el canibalismo literario‖ (Aliaga 2009: 14). 13 La antropofagia poética se amplía y
pluraliza por la diversificación de lecturas donde converge la literatura canónica con la
literatura marginal o menor, entramadas con nuevos soportes, formatos y modos de
circulación derivados, en gran parte, de las nuevas tecnologías. 14

El contexto global, así como las condiciones políticas y sociales a nivel nacional y regional
impactan en la imaginación social de las distancias geográficas –pero también culturales–, y
profundizan el cuestionamiento de las nociones de lo cercano y de lo lejano, de los centros y
de las periferias, especialmente en los escritores y escritoras más jóvenes. Estos últimos
tienden a desacralizar la figura del autor y a proponer nuevos espacios de socialización y
validación que modifican las prácticas poéticas mismas, las cuales comienzan a ―construir un
campo de circulación alternativo, ligado al rock, al under, a los movimientos barriales, etc.‖
(Williams 2008: s.p.). De este modo, comienza a hacerse especialmente visible que la

13
La pauta cronológica de esta antología varía mínimamente de la considerada por Cristian Aliaga en
Desorbitados. Poetas novísimos del sur de la Argentina (2009) y por Raúl Artola en Poesía/Río
Negro. Las nuevas generaciones (2015), quienes incluyen como nuevas generaciones a autores
nacidos a fines de los años 60, los que en este libro son reconocidos, en cambio, como parte de las
primeras generaciones. Las diferencias no afectan ni neutralizan el requerimiento de problematizar la
categoría extraliteraria de generación, cuyo fin en esta y en las antedichas antologías es más de índole
organizativo que explicativo, sin que ello signifique renunciar a las posibilidades críticas de las
variables históricas y sociológicas.
14
Las plaquetas literarias del grupo ―Peces del desierto‖, de Comodoro Rivadavia, y los fanzines del
grupo ―Jinete 4‖, de la ciudad de Puerto Madryn, y sus modalidades de presentación, que incluyen
performances y diálogos con otros lenguajes artísticos, ejemplifican, entre otras experiencias, tanto la
renovación de circuitos y formas como redefiniciones de lo literario. Sobre la historia del primero de
estos grupos, véase Maldonado, Jorge A. (2018): ―Poesía en la frontera. La experiencia de "Peces del
desierto" en la Patagonia‖. En Hammerschmidt, Claudia y Mansilla, Sergio (eds.) Patagonia Literaria
IV. Transculturalidad y transfrontería en la literatura patagónica. Potsdam: INOLAS, pp.371-382.
8
configuración simbólica del campo literario y cultural regional funciona como un ―espacio de
producción y reproducción de normas y valores estéticos y sociales plurales‖ (Maldonado
2014: 135) que atraviesa a las distintas generaciones de escritores y escritoras del sur de la
Argentina, pero son estas nuevas las que acentúan el gesto heterodoxo y el cuestionamiento
de las etiquetas folklorizantes y reduccionistas de la poesía del sur argentino. Contra esos
rótulos ―van, sobre todo, los poetas jóvenes, unidos en el rechazo unánime al epíteto
«regional» o al cliché de «poetas del interior» del cual es difícil escapar‖ (Cros 2013: 134).

La distancia y la ubicación que se le asignan a la Patagonia, en relación con las cartografías


simbólicas nacionales e internacionales, son componentes de las versiones discursivas de la
región que se validan en interpretaciones históricas y sociales ideológicamente motivadas.
La geografía imaginaria en la que la Patagonia es apresada por una retórica de la desmesura,
la soledad y la lejanía tiene un origen: los textos fundacionales europeos (cfr. Casini 2001 y
2007, y Livon-Grosman 2003); y también tiene peligrosos usos y abusos teóricos que
simplifican el vínculo entre el territorio y la poesía a través de un pintoresquismo
determinista. Por supuesto, la magnitud del paisaje es ineludible y se impone como marca de
lo real, pero el paisaje se despliega no tanto asociado a un tipo de naturaleza como a un tipo
de observación y experiencia. El sur baraja lejanías y cercanías naturalizadas en la historia
oficial, también de la literatura, pero lo local no debería confundirse con lo localizado, lo
marginal con lo marginalizado, ni lo periférico con lo periferizado. Los primeros términos
de los pares antedichos aluden, implícitamente, a una espacialidad social organizada como
dicotomía antitética: a lo local se opondría lo universal, y a lo marginal y periférico se
contrapondría lo central. La simplificación a la que lleva este planteo, y esta adjetivación,
minimiza la conflictividad de poder presente en la producción simbólica de los espacios que
sí sugiere el segundo tipo de palabras, participios que no guardan la forma personal del
verbo pero sí su dimensión semántica transitiva, especialmente útil para señalar la
agentividad diferencial derivada de los particulares lugares de enunciación (cfr. Mellado
2015c: 66). Así, y tal como lo muestran los textos de esta antología, las imágenes del sur
trazadas desde la literatura ponen en juego distintas versiones de sus límites y representan
diversas posiciones desde donde el lenguaje poético perturba y vuelve inestables las
gramáticas de lo propio y lo foráneo, a través de miradas que se acercan, se alejan y se
desplazan por la piel profunda del sentido. La poesía propicia una confianza porfiada en
experimentar el lenguaje como escenario posible de nuestra libertad. Nos expulsa de la
comodidad de los idiomas nacionales y nos vuelve extranjeros que desautomatizan su
cotidianidad expresiva (cfr. Mellado 2015b: 263).

9
Si bien lo propio y lo foráneo, los centros y las periferias existen empíricamente, el alcance de
sus significados y sentidos está condicionado por el entorno global que se articula con la
hegemonía a través de una dinámica conflictiva y dialéctica. La dicotomización de las
distancias planteadas como lo dado y no como construcciones en proceso, como versiones
imaginadas y relativas, coadyuva a representar falsa y sesgadamente a un sujeto patagónico
también esencializado en relaciones polarizadas. De modo contrario a esta simplificación
antitética, los escritores y escritoras de la Patagonia organizan sus relatos identitarios desde la
asunción de una heterogeneidad representacional ―sujeta a la diversidad de influencias
multiculturales‖ (Cros 2013: 130), derivadas de los continuos y múltiples procesos de
migración poblacional que desplazan, reconfiguran y multiplican los perfiles identitarios, e
inciden, de distintos modos, en la construcción literaria de la Patagonia como aldea o como
mundo. Lo central y lo periférico se desdibujan, contaminan y reproducen. Por una parte, cada
centro tiene su propia periferia ―porque no hay uno sino varios centros‖ (Moisés 2007: 5); y,
por otra, ―todo centro es también periferia de otro centro y así al infinito‖ (Cros, en Mellado
2014: 4). Esta idea extendida e intertextual, sintetizada cabalmente en el título La periferia es
nuestro centro (Rada Tilly: Espacio Hudson, 2011), de un libro de periodismo cultural de
Raúl Artola, sugiere una proximidad interpretativa, un conocimiento grupal público, y la
existencia de una colectividad literaria que problematiza ideas centrales para el estudio de la
literatura patagónica, desde una intelectualidad propia, atenta a los continuos procesos de
periferización del sur argentino, también respecto de la literatura.

La representación poética de la Patagonia entrevera interpelaciones como cicatrices y heridas


de una perplejidad que no puede clausurarse en una definición única de la región. La lengua
poética desordena los sabores y saberes que acostumbra el paladar. Frecuenta un habla, un
gorjeo, algo animal y a la vez humano que reúne los juegos del lenguaje con particulares
modos de conocer. Uno de estos modos teje un constante juego de ocultación e iluminación
de imágenes que se escurren por las fisuras de la lengua poética, donde la verdad se torna una
versión posible que, como tal, puede invertirse, subvertirse y revertirse (cfr. Mellado 2015b).

La muestra poética permite visibilizar una trama intertextual atravesada por una conciencia de
habla y también lecturas y escrituras literarias que ponen en escena modos de estar en el
mundo e intervenir en su semiosis social. Lo visto en cada poema responde al ―ojo deforme‖
(Moisés 2004: 8) que es todo poeta. Ese ojo deforme selecciona lo inmenso o lo pequeño
como apertura de su lente y de su pudor (cfr. Moisés 2004: 5-9). La mirada poética no se
caracteriza tanto por ser un modo regular y reglado de percepción artística como por ser un
desarreglo al automatismo perceptivo. La mirada poética nos permite ver las cicatrices desde
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adentro. Entramada a otras prácticas artísticas de resistencia a la vigilancia estética e
ideológica, esta mirada perfora lo visto y ofrece poros por donde respirar, poros que quizás
tienen las propiedades de la cinta de Moebius, donde no es posible distinguir el interior del
exterior. El mundo está en los textos, afuera y adentro de los textos, en una exterioridad e
interioridad cuyos umbrales es preciso repensar. La poesía invita a abrir los ojos y ejercitar un
modo de mirar lateral, chueco o ectópico. Esto es imprescindible para los poetas. Vivir en la
Patagonia o escribir sobre ella es prescindible.

Como se dijo inicialmente, esta selección de textos se ofrece como una intensidad labrada
entre lo dicho y lo no dicho; y, como un eclipse, necesita de dos cuerpos y una coincidencia.
Esperamos que cada lector y lectora haga y deshaga los lados de esta poliédrica máquina
según el umbral de sus órganos y su propia intemperie (cfr. Mellado 2013:03). Esta antología
propicia el diálogo entre distintas voces, historias e imaginarios; y admite pliegues que se
resisten a ser aplanados para la lengua franca del pensamiento único de alguna hegemonía
ideológico-literaria. La escritura poética que aquí se congrega es una intensidad de la
respiración poética, con sus movimientos voluntarios e involuntarios, y uno de los modos con
que podemos comprobar que la Patagonia no es ni puede ser una obligación temática, porque
―nunca la finalidad de nuestra poesía será para nosotros solo un espacio geográfico llamado
Patagonia, sino que será eso mucho más complejo y misterioso que es la naturaleza humana,
la vida y la muerte‖ (Cros 2013: 137).

En las imágenes literarias de la Patagonia, como una unidad de sentido compleja, convergen
versiones de su territorialidad con interpretaciones de su historicidad que resignifican
diferentes figuras y valores sociales asociados a sus espacios, en el marco de modelos
enunciativos, validados ideológicamente y persistentes históricamente, de recordar e imaginar
la región (cfr. Mellado 2015a: 177). El sur argentino es discursivamente una distancia
intersubjetiva, relativa e histórica que dispersa una constelación de sentidos en torno a su
territorio como geografía imaginaria, domicilio existencial y lugar de enunciación (cfr.
Mellado 2015b: 259). En este marco, la Patagonia, como aldea o como mundo, se proyecta en
cartografías literarias que diversifican la idea de la región tanto en las instancias de su
representación referencial como poética, según coordenadas cognitivas y expresivas
heterogéneas, en las que entran en juego elementos biográficos, sociales, históricos, estéticos
y políticos (cfr. Mellado 2015c: 67), cuya multiplicidad confirma que es preciso reiterar que
la Patagonia, también en la poesía, se dice en plural.

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Concluyo este texto liminar con un profundo y sincero agradecimiento dirigido a las y los
poetas que cooperaron, de distintos modos, con paciencia y generosidad, para la realización
de esta antología, incluyo aquí a las familiares de las poetas fallecidas Irma Cuña, Irma
Hughes de Jones y Macky Corbalán, que mostraron su buena predisposición desde los
primeros contactos. También quiero manifestar mi gratitud con los colegas Jorge Andrés
Maldonado, Emilce Graf, Natalia Salvador y Natalia Montes, integrantes del Grupo de
Investigación ―Culturas, Literaturas y Comunicación del Sur‖, de la Universidad Nacional de
la Patagonia San Juan Bosco, que colaboraron en las fases de consulta con los escritores y
acopio de material literario. La concreción de esta importante publicación fue posible gracias
a muchas personas que se abocaron a ella, en diferentes momentos, y con diversas funciones y
responsabilidades. A ellos les extiendo mi inmensa gratitud: a Carola Michaelis y Christina
Enders, sobre todo a esta última compañera, por la minuciosa y ardua tarea de corrección; a
los integrantes de la Red en cuyo marco se pensó y trabajó este libro para transformar el deseo
en una realidad; a David Foitzick y a Peter Müllers-Vonwirth, quienes acompañaron y
alentaron la tarea desde el inicio, y sobre todo a Claudia Hammerschmidt, directora del Red
Temática, que confió en mi trabajo como compiladora, y creyó que este proyecto además de
posible era necesario.

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