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Saberes Populares y Tradiciones Sección 01

Prof. Ángel Liendo


Da Silva Nelson C.I.V-23565408

2019

Entierro de la Sardina / Miércoles de Ceniza

El pasado miércoles 6 de marzo, se llevaron a cabo dos actividades ampliamente


practicadas en nuestro país, que enlazan los periodos comprendidos entre los carnavales, y
la Cuaresma. Un vistazo rápido a cada una de ellas, permite señalar que se trata de dos
celebraciones antagónicas. Incluso desde la aproximación más frecuente, como la temporal,
nos indica que la primera se refiere al fin de un periodo, mientras que la otra nos alerta
sobre el inicio de otro. Sin embargo, parece improbable que dos celebraciones que aluden
efusivamente a tiempos contiguos, no guarden relación alguna, por lo que bien vale hacer
mención a algunas de sus características para demostrar –al menos a mi criterio- la
presencia de elementos comunes que permitan, al menos conjeturar sobre una relación más
estrecha de la que se cree.

Como se ha dicho previamente, el Entierro de la Sardina simboliza el fin del


Carnaval, tiempo de despojos, celebraciones e inhibiciones, representado a través de un
falso cortejo fúnebre, mientras que el Miércoles de Ceniza anuncia el inicio de la
Cuaresma; un periodo de cuarenta días en los que se preparan los fieles para revivir la
pasión, muerte y resurrección de Jesús (Semana Santa); ello, a través de una misa
particular, caracterizada por la imposición de la ceniza. Mientras que la sardina, representa
la locura carnavalesca, la ceniza representa un acto penitencial. Es un llamado a la
redención de parte de los fieles, nacidos del pecado original y que se recuerda en la misa a
través de la lectura del salmo cincuenta, en donde el fiel admite su culpa ante el Señor.
También es un recordatorio sagrado de lo frágil de la vida del hombre, al recordarle su
origen directamente del polvo, y su final, que es en lo que se convertirá. La ceniza es hecha
con los ramos de palma bendecidos el Domingo de Ramos anterior. El ramo, según la
tradición cristiana, es el signo de la renovación de la Fe en Dios. Su vínculo se origina con
la llegada de Jesús a Jerusalén, cuando es recibido por sus seguidores con gran alevosía,
siendo los ramos de olivo o palma el obsequio más frecuente hecho por estos. Así, la
imposición de la ceniza (originariamente una palma) podría interpretarse como un obsequio
del Salvador a sus fieles, siempre y cuando acudan a su llamado, tal y como se menciona en
la lectura de Joel1, capítulo dos, versículo trece: “Rasgad vuestro corazón y no vuestros
vestidos; volved ahora al SEÑOR vuestro Dios, porque Él es compasivo y clemente, lento
para la ira, abundante en misericordia, y se arrepiente de infligir el mal. “

Este llamado a la contrición, y su objetivo principal, que es garantizar la salvación


del alma, no parece ser ajeno a lo sucedido en el entierro de la sardina. Claro está que
mientras en la misa se aboga por la austeridad, al extremo de requerir ayuno de los fieles2,
se invita a la humildad a través de los versículos de Mateo capítulo seis y la supresión de
cantos tradicionales en la misa de ceniza como el Gloria a Dios, por su carácter festivo, en
la fiesta costeña abunda la comparsa: los ropajes llamativos tanto de los protagonistas como
de los espectadores, el excesivo maquillaje, la utilería excéntrica y el alcohol. Las formas
difieren claramente, pero el motivo se mantiene: ¿qué es si no, el entierro de la sardina, una
grotesca procesión de un ser, víctima de los excesos carnavalescos, y que busca el camino a
la paz? Según la tradición, la sardina muere oficialmente a la medianoche del martes de
carnaval, el último día de las fiestas, como consecuencia de tantas desproporciones.
Inmediatamente Las Viudas, comandadas por la “Viuda Reina”, comienzan los preparativos
para su “entierro”. Recordemos que para los cristianos, la forma tradicional de tratar a sus
cuerpos una vez despojados del alma, es a través del entierro (después de todo, de allí se
proviene). Así, la sardina debe retornar al lugar de su procedencia, es decir, el mar. Sin
embargo, y así como en la vida real, en el camino encuentra obstáculos que dificultan su
posibilidad del entierro: las tentaciones y los vicios. Así como el cristiano que ha pecado y
encuentra en su falta una traba para su redención, la sardina se topa literalmente con el
demonio, que trata de evitar su descanso y con ello concluir definitivamente con la

1
En la misa, se leen los versículos 12 al 18
2
Entre los 18 y 60 años, aunque no parece ser muy habitual hacerlo.
algarabía del carnaval. Con él y en plena provocación, el público expectante disfruta del
espectáculo que con su accionar, nos recuerda que la jocosidad es bandera popular. El
demonio es espantado -¿o distraído?- con el “agua bendita” etílica arrojada por el sacerdote
y sus monaguillos, que acompañan en todo momento al cortejo, garantizando la llegada de
la carroza a su morada, donde finalmente podrá descansar. Dicho sea, labor idéntica a los
miembros de la Iglesia, encargados de guiar al fiel y a sus almas al encuentro con El
Salvador.

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